Por Jorge Rodríguez

En l os últimos doce meses el pan aumentó un 251 por ciento. Los panaderos se quejan de que no pueden evitar los incrementos y cuentan que la clientela ya no compra como antes.

El consumo de pan se ha convertido en una tradición en la mesa de los argentinos. La profesión de panadero se vio fortalecida con las inmigraciones europeas que se asentaron en el país y brindaron sus recetas. Mignones, figazas, milongas, tortugas, rosetas, baguettes y focaccias son algunas de las variedades que se consiguen en casi cualquier panadería tradicional, sin mencionar la inmensa variedad que conlleva la pastelería nacional. ¿Pero qué sucede con la venta de pan en este contexto de inflación descontrolada y licuación de los salarios? El INDEC (Instituto Nacional de Estadística y Censos), publicó un informe que indica que en los últimos 12 meses el precio del pan aumentó un 251,2%.

Carlos Vázquez tiene 40 años, es el dueño de la panadería Lyon ubicada en Chile y Entre Ríos, en el barrio porteño de Congreso: “Hoy a nosotros nos aumenta todo lo que es materia prima, eso nos incide mucho en los precios. La manteca, la margarina, la harina, los huevos; todo incrementa, por eso tenemos que subir todo el tiempo los precios. El momento en el que más se sintió fue no bien asumió Milei, esa semana todo aumentó casi el doble, aumentamos los precios de golpe y no se vendía nada”. Además dice: “Nosotros vendemos comida también, nos aumentaron los elementos que utilizamos para cocinar y hoy la gente lleva menos, antes venían por un sandwich de milanesa o la tarta y hoy esa misma gente viene con el tupper para comprar solamente el pan, se llevan solo lo justo y necesario. Antes era común que se lleven un kilo de pan y hoy se llevan cuatro o cinco pancitos nada más”.

Las ventas en las panaderías han disminuido en el último tiempo. Esta es una de las consecuencias que trae consigo la pérdida del poder adquisitivo por la inflación que asfixia a los trabajadores

Nélida Guzmán, de 56 años, es cajera en la panadería llamada La Familia del barrio de Pompeya, a pocos metros del puente Ezequiel Demonty ( exPuente Alsina). En diálogo con ANCCOM asegura: “Yo creo que hay clientes que hoy deciden amasar algunas cosas y hacerlas por su cuenta, como las prepizzas por ejemplo. Ya no tengo recuerdos de cuál era el precio del pan hace unos meses y me cuesta aprenderme los valores nuevos porque todo el tiempo tenemos que remarcar de nuevo.”

La trabajadora agrega: “Las masas finas y las tortas hoy son un lujo que se da la gente, sobre todo los sábados y domingos que son los días donde más productos se venden por fuera de lo que es pan. Las docenas de facturas salen esos días, durante la semana llevan en menor cantidad, solo lo justo y necesario”.

En la panadería Caris, ubicada en Microcentro, Carabelas y Presidente Perón, un empleado, que llamaremos Enzo para preservar su identidad real, comenta: “Esto de la inflación viene hace rato. La diferencia con otros años es que ahora el porcentaje subió muchísimo en poco tiempo, llegamos a aumentar un 30% en un solo mes. Ya de por sí esta zona viene en decadencia hace mucho tiempo. Este era un lugar donde antes había muchas oficinas y hoy quedaron pocas; la cantidad de masitas finas o facturas que antes se llevaban para un evento o reunión cayó muchísimo, además de la comida que vendemos en el sector de confitería”. Enzo finaliza con la siguiente reflexión: “Las cargas sociales y de impuestos que afrontan los locales de panaderías son muy altas, tener a los empleados en regla y como corresponde cada vez es más difícil con una situación así. Y los ingredientes para los panificados aumentan un montón y los gastos por fuera de eso también, todo lo contrario de lo que pasa con las ventas