Por Rosmery Alayo Rodríguez
Fotografía: Clara Pérez Colman

Punta Querandí es un territorio comunitario ancestral, considerado sagrado, en Ingeniero Maschwitz. Allí se conservan restos arqueológicos de pueblos nativos de unos mil años de antigüedad. También se realizan talleres de transmisión cultural. Una hectárea arrebatada a la voracidad inmobiliaria.

Punta Querandí es un territorio comunitario ancestral, considerado sagrado, en Ingeniero Maschwitz, Provincia de Buenos Aires. Allí se conservan restos arqueológicos de pueblos nativos de unos mil años de antigüedad. Esta zona de antiguos cementerios iba ser utilizada para la construcción de barrios privados, al igual que las tierras circundantes de humedales ubicadas en un lugar estratégico, a solo 5 km de las Islas del Delta del Paraná y a 6 km de la autopista Panamericana. Tras la lucha del colectivo Comunidad Indígena Punta Querandí el espacio logró preservar una hectárea de este territorio atravesado por la memoria colectiva, del voraz negocio inmobiliario.

 

Sus orígenes 

Pablo Badano es el encargado del Concejo de Comunicación de Comunidad Indígena Punta Querandí. Cuenta que este colectivo se formó en el 2004, cuando Graciela, una vecina de la zona, encontró restos de cerámicas. Los Arqueólogos del INAP (Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano) le confirmaron su antigüedad y le contaron que en el año 2000 ya había sido destruido el cementerio indígena cercano conocido como Sitio Garín para construir el country Santa Catalina.

La historia parecía destinada a repetirse: a solo 100 metros de Punta Querandí, “a principios de los años 90, se produjo la destrucción de humedales, campos y parajes por la construcción de barrios privados. Eso nos dio más fuerza y motivos para luchar por el lugar y su memoria”, recuerda Badano.

El encargado del Concejo de Comunicación de la comunidad cuenta que el colectivo que dio la lucha está formado por familias e individuos pertenecientes a los pueblos nativos guaraníes, qoms y kollas. “Nosotros decimos que fuimos convocados por los ancestros del territorio. Esa es la mirada colectiva de todos los que participamos. A partir del 2010 se comenzó el campamento, para evitar que las empresas privadas destruyan de manera total el lugar”, asegura Badano.

 A partir de ese año empezaron a reclamar la devolución de los restos de ocho cuerpos encontrados en la zona en los años 90. Los arqueólogos del INAP confirmaron que había restos humanos de al menos 50 personas en Tigre, 116 incluyendo otros distritos de la zona norte de Buenos Aires y alrededor de 300 en el delta entrerriano. A la vez, el arqueólogo e investigador del CONICET Daniel Marcelo Loponte, publicó un estudio realizado sobre las prácticas que realizaban personas “a fines del siglo XIX y en principios del siglo XX” para dar más fundamento al valor de la zona.

“No fue fácil y sencillo, nos paseaban, no nos daban respuesta, nos ninguneaban y se negaban a darnos información. Se nos quiere mostrar que estos lugares no tienen historia”, explica Badano, mientras corta junco para techar un toldo. “Tuvimos amenazas directas en diferentes momentos, hubo personas que vinieron a apuñalar a nuestros compañeros. Eran pagados por la empresa que estaba construyendo, pero ya pasó, estamos en otro momento”, concluye.

El 27 de diciembre del 2018, la Municipalidad de Tigre declaró por decreto «Interés Legislativo Municipal las actividades que realiza la Comunidad Indígena punta Querandí”. En 2022, se publicó en el Boletín Oficial que “la defensa de la diversidad cultural es un imperativo ético, inseparable del respeto de la dignidad de la persona humana. Ella supone el compromiso de respetar los derechos humanos y las libertades fundamentales, en particular los derechos de las personas que pertenecen a minorías y los de los pueblos autóctonos”. En noviembre de 2020 el intendente Julio Zamora firmó  el Convenio de Propiedad Comunitaria de Punta Querandí.

Actualmente, la comunidad cuenta con un templo donde se realizan sus festividades espirituales. También en el mes de agosto, sobre todo en el último domingo, se celebra a la Pachamama y se reúne toda la comunidad para compartir distintos platos típicos. Durante los festejos son frecuentes las visitas desde otras provincias: “Este 27 de agosto vendrán del Chaco”, asegura Jesica Zalazar, concejal y representante de las mujeres. 

La organización

Para su gestión, la Comunidad Punta Querandí, tiene tres concejos: el de ancianos, el de mujeres y el de comunicación. También tiene el apoyo de una abogada que los asesora. Los demás integrantes participan de manera activa con las tareas de cuidado y cada domingo se reúnen, preparan una olla comunitaria, se sientan en una mesa larga y comen todos juntos, al aire libre, rodeados de sus perros y el cántico de diferentes tipos de aves.  

La comunidad ofrece talleres de alfarería, de lenguas originarias como guaraní y Qom, de manera virtual en acuerdo con la Comunidad de Pueblos Originarios. También se ofrecen talleres de trabajo con junco y reciben visitas de estudiantes de distintos niveles.

La comunidad tiene su templo donde hacen ceremonias: “En enero se celebra la bendición de frutos y el inicio del año guaraní en septiembre. Contamos con un museo para exhibir diferentes hallazgos relacionados con la historia como comunidad”, agrega Badano, mientras hace de guía turístico por la zona con los visitantes que se sumaron. En su página web cuenta con diferentes formas de contacto, ya sea para visitas o talleres. En el Puerto de Frutos, existe un local de la Unión de Pueblos Originarios de Tigre y Escobar, donde se venden productos artesanales de distintas comunidades indígenas y, a la vez, difunden su trabajo y sus reclamos.

Jesica Zalazar, contadora, concejal de la comunidad y representante de las mujeres, comenta: “En este lugar se encuentran comunidades pluriétnicas. Hay toda una energía que se genera, donde nos encontramos con nuestros ancestros. También como mujeres es muy importante visibilizar nuestras luchas”, asegura. Zalazar tiene raíces guaraníes por parte de su madre; de niña vino con sus padres a vivir a Buenos Aires y se sumó a la comunidad. “El domingo es el día en que más confluimos, pero en la semana estamos presentes, ya sea para dar notas y hacer gestiones como con los cursos de lenguas. Yo también me encargo del papeleo. El trabajo es 24 x 7 y lo hago de corazón”, detalla.

Para Badano, “estos lugares sirven mucho para los que ya están muy arraigados en Sudamérica, sirve para conocer la historia donde uno vive independientemente de las raíces personales. Buenos Aires es un arraigo, a no ser que muchos quieran volver de dónde vienen sus ancestros; hay gente que tiene esa ilusión”. “Yo no tengo raíces indígenas y no tengo que confundirme inventando algo que no soy. Hay gente que tiene esa tentación, pero siento que si hiciera eso, sería irrespetuoso”, afirma Badano entre sonrisas y asegura que como persona se siente llamado a defender causas justas.

Marcelo Irigoitia es uno de los integrantes y dice que lo primero que lo llama es la lucha de los pueblos originarios: “Debería hacerme un análisis, pero mi fisionomía dice que soy parte de estos pueblos. Y si no lo fuera, lo haría igual”. Irigoitía tiene cuatro hijos, en la semana trabaja y los domingos va al lugar con su mujer Nancy González y sus dos hijos menores.

Alfonsina Bissoni es brasileña, casada con un argentino en su país, y ahora parte de la comunidad. Asegura que su madre le dijo que tiene raíces indígenas. Se enteró de Punta Querandí por Facebook y viene desde el 2019. “Me sorprendió mucho que haya este tipo de comunidades en Buenos Aires. Me acerqué un domingo a un taller de cestería. Ahí me enteré de los 14 años de lucha contra el avance de los barrios privados. Teníamos que hacer guardia las 24 horas, pero hoy ya se ganó”, comenta Bissoni acompañada de su hijo.

El objetivo de la comunidad no es hacer viviendas para habitar el lugar, sino reivindicar sus raíces, encontrarse con sus orígenes, revivir sus costumbres. Para ellos Punta Querandí es un lugar para encontrarse con sus ancestros, revivir su espiritualidad, “Se nos mintió que este lugar se pobló sólo a partir de la llegada de los europeos”, concluye Badano.