Por Lucas Pelassini
Fotografía: TELAM

Ya salieron a la luz los dos primeros tomos de «La Verdad los hará libres», una investigación propuesta por la Conferencia Episcopal Argentina sobre los archivos de la dictadura que resguardaba la institución. A poco de que se publique el tercer tomo, autores obispos y especialistas en teología analizan la obra. ¿Cuál es su valor y cuál su limitación?

Después de más de 50 años, la Iglesia católica abrió sus archivos históricos, algo que los organismos de Derechos Humanos venían insistiendo desde hace décadas, para poder evidenciar la complicidad de las autoridades religiosas con la última dictadura cívico-militar. En diálogo con ANCCOM, Fortunato Mallimaci, sociólogo e investigador del Conicet en el Área de Sociedad, Cultura y Religión, opinó: “Me pareció importante que la institución católica decida realizar oficialmente una reflexión sobre lo que sucedió en los últimos años; dado que la complicidad ha sido tan grande en aquella época, que seguir callando no era algo que ayudaba a democratizar la sociedad argentina. Me pareció importante que documentos que decían que no existían, que venían negando, aparezcan”.

Estos archivos se dieron a conocer a través de una investigación realizada por la Facultad de Teología de la Universidad Católica Argentina (UCA), que se materializó en una serie de libros titulados La verdad los hará libres, con tres tomos, dos publicados y uno por publicar en los próximos meses. Alberto Bochatey, obispo auxiliar de la Arquidiócesis de La Plata, aclaró que “el libro fue una iniciativa de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), donde después se le pidió a un equipo de la UCA que lo materialice porque necesitábamos la profesionalidad, de historiadores y teólogos”. El primado destacó el hecho institucional que representó la apertura de los archivos: “Había muchos mitos, de que la Iglesia sabe o esconde, y esto es: ‘Miren señores acá están los archivos’. Es la única institución que lo ha hecho, no hay ninguna otra que haya abierto sus archivos, es un paso institucional importante, frente a los mitos, mostrar la verdad con sus luces y sus sombras”.

Federico Tavelli es doctor en Teología, profesor e investigador de Historia de la Iglesia y Metodología de la Investigación Científica, y fue uno de los encargados de llevar adelante esta investigación, junto con Carlos Gali, Juan Duran y Luis Liberti. “La obra es colectiva, reunimos un grupo de investigadores y armamos un proyecto de investigación, que no fue fácil, ya que fue una época controvertida y amplia, con un sujeto muy difícil que es la Iglesia”, señaló Tavelli. Para hacer este trabajo, el grupo de investigadores le pidió a la Conferencia Episcopal disponer de los archivos que nunca habían sido estudiado. “Gestionamos para que el Papa Francisco ponga a disposición los archivos del Vaticano, que también es un hecho completamente inédito”, destacaron los investigadores. 

Como todo proyecto de investigación, va sufriendo cambios a medida que avanza, Tavelli también expresó que “no hubo ningún tipo de resistencia, ni censura, ni indicación de que algo no podía publicarse, yo no hubiera aceptado un condicionamiento de esa forma”. A su vez, el investigador destaca que “la obra llega de alguna forma tarde, esto tendría que haber pasado antes, evidentemente ha habido resistencia, o no ha habido la voluntad expresa de hacerlo”.

“Como toda investigación histórica para ser objetiva tiene que apoyarse en diferentes fuentes documentales. La gran novedad de la obra es la consulta de los archivos de la Iglesia, pero también hemos consultado archivos de organismos de derechos humanos, archivos nacionales civiles, archivos extranjeros eclesiásticos, hemos relevado entrevistas ya hechas y hemos generado entrevistas nuevas”, marcó Tavelli.

«Solo decidieron hablar de los obispos en su conjunto, es decir lo que hizo el obispo de La Plata de colaborar con la dictadura, prestar el seminario o que a detenidos desaparecidos el alimento se lo llevaran desde parroquias, no aparece», subraya Malimacci.

Por su parte, Mallimaci, quien leyó exhaustivamente los dos tomos publicados y que estuvo en diálogo con los autores, sostuvo que la apertura de los archivos, la investigación y la publicación “es un esfuerzo hecho con obispos, desde obispos y para obispos, se carece de una investigación histórica de largo plazo”. En este sentido, señala el déficit: “Ellos solo decidieron hablar de los obispos, y de los obispos en su conjunto, es decir lo que hizo el obispo de La Plata de colaborar con la dictadura, prestar el seminario o que a detenidos desaparecidos el alimento se lo llevaran desde parroquias, no aparece. Si vos les preguntas por qué, te dicen que esa es una investigación que hay que hacerla en La Plata. Para ellos la unidad de análisis es el episcopado en su conjunto, es decir en las reuniones que hace, en las decisiones que toma”. Por otro lado, el sociólogo destacó las introducciones de la investigación: “Deberían ayudar a las propias Ciencias Sociales en nuestro país a cómo hacer una investigación”. No obstante, señala lo insuficiente que resulta: “Se sucede un problema de autoridad en la investigación; y está en el hecho de decir que hubo complicidad, pero no tanta, hubo acompañamiento a la junta militar, pero no tanto”.

Los autores de la obra les pidieron a los obispos que componen la Conferencia Episcopal, que comenzaran el ordenamiento de los archivos de sus diócesis respectivas para colaborar con la tarea. Tavelli reconoció que “fue un desafío grande y movilizante; sabía que era algo que había que hacer, pero a su vez que era un pedido muy complejo y polémico. En la actualidad hay una demanda muy grande de transparencia respecto de las instituciones, más aún de la Iglesia que tiene una autoridad moral o que pretende tenerla. Esto abre la pregunta de cuál es el rol de las autoridades de la Iglesia en la actualidad”.

Monseñor Bochatey, quien, desde su lugar en la Conferencia Episcopal fue garante de que la investigación llevará buen curso, también analizó lo que sucedió en ese periodo. “La gente cree que en la Iglesia teníamos poder. Teníamos poder hasta ahí, los que tenían el poder eran los militares. De hecho, tenemos curas muertos, desaparecidos, tenemos de todo también nosotros. Esto no es autojustificarse, es mostrar nuestra verdad sin límites y mismo la lectura del libro que vos ves, hay un tono más autocrítico”. A su vez también destacó la importancia del Papa Francisco en la iniciativa del proyecto: “Desde su asunción, nos dimos cuenta de que algo había cambiado, a mí me gusta decir que Francisco hizo pasar de los signos del poder, a una Iglesia del poder de los signos. Hay que entender lo que es Francisco, y entender porque ha roto muchas cosas, ha pateado el tablero en muchas otras y eso crea resistencias, como lo fue la última reforma de la curia”.

Mallimaci cuestionó el rol que cumplió y cumple la Iiglesia y cómo comprende los procesos a largo plazo “puede decir ‘me equivoqué ayer’ -y se equivocó groso- y puede estar diciendo continuamente ‘me equivoqué’ y al mismo tiempo diciendo que vos tenés que actualizarte con los problemas que pasan hoy”. Sostuvo que a él como investigador le interesa la complicidad de la institución con respecto a los hechos y acciones de las Fuerzas Armadas a cargo del Estado. “Hay varios recursos ideológicos, metodológicos y doctrinarios que son usados para preservar la institución sobre aquello que todavía se sigue considerando que su participación no es tan desastrosa como se dice en alguno de los sectores o que no fue tan cómplice. Yo creo que la complicidad de la Institución católica es total, complicidad, participación, asesoramiento y acompañamiento; y me parece que debería decirse eso y mucho más”, enfatizó.