Por Micaela Sampietro
Fotografía: Candela Bandoni

El Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires planea mudar la primaria Indira Gandhi, con más de 50 años de historia y a la que asisten chicas y chicos de barrios populares, para instalar allí un parque cervecero. Las familias resisten y denuncian el negocio que hay detrás del traslado.

Hace más de medio siglo que la Escuela N° 11 D.E 10 “Indira Gandhi” funciona en el mismo lugar, muy cerca de la Costanera Norte y de la Ciudad Universitaria, en un predio de dos hectáreas con canchas de fútbol y básquet, árboles frutales y hasta plantas de moras. También hay una enorme huerta que siembran y cosechan los alumnos que cursan la primaria bajo la modalidad de jornada completa, la mayoría de ellos del Barrio Mugica. Pero al gobierno de Horacio Rodríguez Larreta parece importarle sólo los negocios inmobiliarios, y la Indira Ghandi tiene la desgracia de estar ubicada en una de las zonas más cotizadas de la ciudad.

El edificio de la escuela está en perfecto estado: galerías para aprovechar los espacios cuando hace frío o llueve, un amplio comedor con cocina, calefacción, aulas cómodas y luminosas, y mucho espacio para que los estudiantes jueguen y corran. Todo decorado con sus obras: murales, fotos intervenidas, pinturas sobre superficies recicladas, collages hechos con distinto tipos de materiales.

Así y todo, el Ministerio de Educación porteño planea mudar la escuela. Paola Rocha es  exalumna y en 2010 volvió como mamá. Hoy ocupa la presidencia de la cooperadora y desde allí lucha para frenar el traslado inminente. Cuenta que en sus inicios, Indira Gandhi era una escuela asistencial para los barrios carenciados de los alrededores, incluido el conurbano. Ofrecía asistencia pedagógica y dos psicólogos. También dos consultorios odontológicos que dependían del Rotary Club. Y, fundamentalmente, proveía de alimentación abundante y de calidad hecha en el comedor.

De a poco, relata Rocha, se le fue quitando presupuesto y dejó de funcionar como escuela asistencial. Se retiró la ayuda psicológica y se cerraron los consultorios odontológicos. Y con respecto a la comida, no solo se achicaron las porciones, sino que además bajó la calidad.

La pelea con el Ministerio de Educación de la Ciudad de Buenos Aires viene de hace rato. «Cuando volví como mamá, llevando a mis hijos, me encontré con una escuela vacía, con menos de diez alumnos en las aulas -rememora-. ¿Por qué había cincuenta chicos donde antes había más de doscientos?”. Pronto comenzaron a llegar las intimaciones de cierre por la baja matrícula, pero considerando la sistemática falta de vacantes en la Ciudad de Buenos Aires, la comunidad del colegio se puso en alerta.

“Empezamos a preguntarnos qué pasaba. Ahí fue cuando entré como presidenta de la cooperadora. Llegamos a pensar que nadie elegía a la Indira Gandhi por nuestra reputación, que como éramos la mayoría de la villa, nadie quería venir. Cuando empezó la inscripción online nos dimos cuenta que nuestra escuela no estaba en el sistema. Así, supimos que no había forma de que nuestra matrícula aumente», sostiene Rocha.

Las familias y la cooperadora se organizaron para sumar alumnos y llenar los grados por el boca en boca, volanteando, haciendo cadenas. Hoy, gracias a este esfuerzo, el establecimiento tiene 180 alumnos. De manera similar, tras 10 años de batalla y acciones legales, lograron que el Gobierno les proporcione los cuatro micros escolares que se requieren para llevar a los chicos y chicas a estudiar.

«¿Por qué había cincuenta chicos donde antes había más de doscientos?”, reflexiona Paola Rocha.

El año pasado, cuando los rumores de traslado se hicieron más fuertes, la cooperadora se movilizó y en noviembre hizo un reclamo ante la Defensoría del Pueblo, que fue respondido en abril pasado. Se les informó que el traslado está previsto para mediados de 2023 y que el edificio nuevo se va a construir en el Barrio 31, en el predio donde se produjo la toma de tierras “Fuerza de mujeres”, desalojada en octubre de 2021, tras una violenta represión. Se trataría de una edificación de tres pisos para todos los niveles, con una terraza donde se podría hacer deporte y colocar macetas para la huerta.

El terreno donde se emplaza la Indira Gandhi era público, hasta que durante el menemismo se vendió al Sindicato de Empleados de Comercio, que desde entonces opera allí los complejos Tierra Santa y Parque Norte. Una de las condiciones que se establecieron en ese momento fue que tanto la escuela como el albergue recreativo Puerto Pibes siguieran funcionando. Por tanto, si el Ministerio de Educación de la Ciudad llegara a un acuerdo para mudarlos a otro espacio, el Sindicato debería hacerse cargo de la edificación y que ésta garantice que las actividades escolares puedan continuar de la misma forma.

El lugar que el Gobierno de Rodríguez Larreta ofrece no cumple con estos requisitos, ni se adapta al proyecto educativo que propone la escuela, fuertemente marcado por la relación con la naturaleza. “Estamos hablando de una escuela cárcel, de cemento, un depósito de chicos donde el único espacio verde que tienen es en un cantero -denuncia Rocha-. Ni se acerca a la escuela que tenemos. Pedimos hacer las mismas actividades, queremos lo que tenemos”.

La ministra de Educación Soledad Acuña mencionó en una entrevista radial que tenían planeada esta mudanza al interior del Barrio 31 para acortar el viaje de los chicos y que las familias estaban felices con la idea. Paola Rocha niega que se hayan comunicado con las familias y asegura que el interés es económico, no mejorar la calidad educativa ni acortar el tiempo de viaje, que tampoco es el que dice la Ministra.