Por Mercedes Chamli
Fotografía: Sofía Barrios

Encabezada por los amigos de Lucas González, el pibe de 17 baleado por la policía porteña, una columna de manifestantes marchó hasta la puerta de la comisaría 30, a la que pertenecen los tres policías detenidos por el asesinato. En esa misma dependencia, Horacio Rodríguez Larreta había lanzado hace cinco años la Policía de la Ciudad.

La concentración se largó en la avenida  Vélez Sarsfield e Iriarte, el jueves, a las 17. La gente marchaba a la comisaría 30, ubicada en California al 1800, de Barracas. En ella se desempeñan los responsables de la muerte de Lucas González, de 17 años, que volvía de entrenar en el Barracas Central, con sus amigos.

La historia ya se conoce pero no por la policía. Lucas fue baleado en la cabeza, uno de sus amigos logró escapar y los otros dos, con el herido, quedaron detenidos. Lucas con custodia y las dos balas en la cabeza en el hospital Penna, y ellos en el Instituto de Menores Inchausti, donde fueron maltratados, estigmatizados y  tratados como delincuentes: “¿De qué trabaja tu papá?”, “¿Dónde vivís?”, “¿Si no sos chorro porque te vestís así?”. Tres policías finalmente resultaron detenidos por orden del juez de menores Alejandro Cilleruello, y fueron trasladados al destacamento de la Federal en Madariaga.

Las columnas de la marcha estaban encabezadas por compañeros del club, vecinos y familiares de víctimas del gatillo fácil. Algunos pudieron hacer carteles en los que se leían los pedidos: “Personal de la Policía culpables”, “Justicia por los pibes”, “Que paguen los culpables, tenía toda la vida por delante”,  “Fuerza Lucas y familia”. La gente salía de los balcones y aplaudía, los comerciantes lloraban en las puertas de sus locales y los autos tocaban bocinazos haciéndose oír, para pedir “basta de pibes muertos”. 

Sus compañeros estaban con la camiseta del club puesta y sus amigos viajaron desde Florencio Varela, luego de acompañarlo todo el día en el Hospital El Cruce, donde a las seis de la tarde fallecería rodeado de sus padres. 

 Sus amigos, al enterarse de la confirmación de la muerte  por un periodista en medio de la marcha, salieron corriendo hacia Varela para estar todos juntos. Los que se quedaron solo pudieron cruzar los brazos, y fijar la mirada en las vallas que cuidaban la comisaría donde hace  exactamente 5 años Horacio Rodríguez Larreta inauguraba “la nueva” Policía de la Ciudad. 

 A todo esto, no paraban de llegar policías a la comisaría, pero sin enfrentarse a los manifestantes que los insultaban, les pegaban carteles al vallado, y les repetían de lejos que eran asesinos. «Las balas que vos tiraste van a volver», cantaban los familiares de aquellos que no están por culpa de la policía hace tiempo, con furia y enojo como si la herida no sanara. Gritaban una y otra vez, «Lucas» y la multitud con la voz rota contestaba «presente». Una mujer que en cada grito se se le hinchaban las venas de dolor y bronca continuaba: «Ahora…y siempre», y contestaban aquellos que pudieron transformar la tristeza en furia para seguir peleando; mientras los chicos del club Barracas Central solo se secaban las lágrimas y se abrazaban sin poder decir nada.