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Por Naiara Mancini

Fotografías: Sabrina Nicotra

Ex Centro Clandestino de Detención, Tortura y Exterminio Pozo de Quilmes.

En una nueva audiencia virtual del juicio por los crímenes cometidos en Pozo de Banfield, Pozo de Quilmes y Brigada de Investigaciones de Lanús finalizó su testimonio Ernesto Borzi, el hijo mayor de Oscar Isidro Borzi, quien estuvo detenido en este último centro clandestino de detención conocido como “El Infierno” y aún hoy continúa desaparecido.

Ernesto Borzi tenía 7 años el 30 de abril de 1977 cuando miembros del Ejército y la Policía irrumpieron en el domicilio donde vivía para secuestrar a su padre, luego de mantener durante horas cautiva a toda la familia -además de él y su papá Oscar Borzi, sus hermanos Juan Manuel y Luis Alejandro, y su mamá Ada Miozzi-. En la primera parte de su testimonio, iniciado la semana anterior, el testigo relató los tormentos sufridos por él y su familia por parte de los perpetradores la noche del secuestro de su padre. Además, Ernesto Borzi describió una situación de abuso de la que fue víctima durante las horas de cautiverio en aquella casa de la calle Hoyuela, en la localidad de Lanús.

La jornada del 2 de noviembre comenzó con la información del fallecimiento sin condena del represor Miguel Ángel Ferreyro, quien se encontraba imputado en el presente juicio. Acerca de este acontecimiento, se lamentó Ernesto Borzi: “Cada vez que por goteo fallece un imputado es una posibilidad menos de lograr justicia”.

«En 44 años es la primera vez que puedo hablar. Cuatro horas en 44 años».

Para esta audiencia estaba previsto asistir a la segunda parte del testimonio de Enrique Borzi, para luego continuar con las declaraciones de sus hermanos menores, Juan Manuel Borzi y Luis Alejandro Borzi. Es por esto que, al extenderse el minucioso relato del hijo mayor de “Cacho” Borzi, el juez Ricardo Basílico le solicitó “encauzar el testimonio a los hechos investigados en la presente causa” a los fines de respetar el cronograma de audiencias. En respuesta a esta interrupción, Ernesto Borzi reafirmó su derecho a testimoniar: “En 44 años es la primera vez que puedo hablar. Cuatro horas en 44 años” y agregó: “¿Cómo no voy a poder expresarme? Mi padre no está para defenderse. Y yo no estoy para defender a mi padre. Él tuvo sus razones, que son distintas a las que tengo yo”. Asimismo, el testigo elevó el reclamo generalizado de las familias y las querellas de que se habilite una mayor cantidad semanal de audiencias por juicio: “Se nos acaba de morir otro imputado y nosotros venimos pidiendo desde hace más de 26 años, no solo que se hagan los juicios, sino que de una vez por todas se extiendan las audiencias como corresponde”. 

Durante esta segunda parte de su declaración, que finalmente abarcó la totalidad de la audiencia, Enrique Borzi profundizó en los recursos movilizados para llevar adelante la búsqueda de su padre. Así, el hijo mayor de “Cacho” Borzi relató diversas circunstancias: desde el rechazo de los innumerables habeas corpus presentados, como la posibilidad de recurrir a una vidente que prometía averiguar el paradero de personas desaparecidas a cambio de una suma exorbitante de dinero. 

Ernesto Borzi destacó también, durante su testimonio, toda la solidaridad recibida por su familia posterior al secuestro de su padre. El testigo, evocando que la noche del 30 de abril de 1977 los miembros de la patota no sólo se llevaron a “Cacho” Borzi sino que sustrajeron de su domicilio toda la ropa y objetos de valor, recordó que “los compañeros de clase elegían de sus hermanos o hermanas mayores la mejor ropa que ya no usaban, y nos la regalaban para que nosotros tuviésemos ropa en condiciones”. En segundo término, Ernesto resaltó que, durante un año, los compañeros de trabajo de la fábrica donde se desempeñaba su padre hicieron horas extras para alcanzarle a la familia la totalidad del sueldo de “Cacho” y así evitar que sus hijos y su mujer pasaran necesidades. Por otra parte, el testigo recordó que, un Día del Niño de 1979, fueron visitados por los integrantes de la Comisión de Familiares de Detenidos y Desaparecidos de Lanús: “Pasaron, estuvieron en casa, querían saber cómo estábamos, invitaron a mamá a sumarse a las actividades. preguntaron cómo estábamos nosotros y si necesitábamos algo”. 

En contraposición a estos actos de solidaridad, Ernesto Borzi relató también diversas circunstancias en que él se encontró vulnerado. El testigo describió una situación de persecución vivida al finalizar la Marcha de la Resistencia organizada por Madres de Plaza de Mayo en el año 2000, donde una mujer se le acercó para conocerlo, refiriendo haber sido compañera de su padre. Esa mujer, posteriormente se enteraría el testigo, había pertenecido a los Servicios de Inteligencia del Batallón 601 del Ejército. Asimismo, Ernesto Borzi describió una situación de una denuncia policial que realizó en el año 2019, en la cual las funcionarias policiales se rehusaron a dejar asentada la condición de “desaparición forzada” de su padre, al desconocer la definición del término. El testigo se refirió a estos acontecimientos como “hechos de negacionismo” y realizó un llamado de atención: “Lo considero un hecho grave, no solo doloroso, sino institucionalmente perjudicial para el desarrollo del país y la democracia que pretendemos, en principio, como forma de vida”. 

Para describir el proceso de búsqueda de la verdad acerca de lo que había sucedido con su padre, Ernesto Borzi recitó parte del estribillo del tango “Vendrás alguna vez” de Malerba y Amadori, que profesa: “¿Vendrás alguna vez? Mentime, mentime si es que nunca, nunca volverás, porque prefiero vivir de esa mentira, que andar tras de la muerte sabiendo la verdad”. En razón de esta cita, Ernesto Borzi declaró: “Yo entiendo que esta búsqueda que nosotros iniciamos y que continuamos es ir tras de la muerte. Porque saber la verdad es doloroso. Y además ir tras de la muerte no es buscando la muerte, es simplemente intentar saber qué fue lo que pasó”. De acuerdo con este proceso de Memoria, Verdad y Justicia, el hijo mayor de “Cacho” Borzi relató que, a través de las audiencias de otros procesos judiciales, fue capaz de identificar a algunos de los represores que estuvieron en su casa aquella noche de 1977. “Pasaron los años que pasaron, vivimos los años que vivimos, con las leyes que consagraron la impunidad, y en la calle, en el trabajo, en la escuela, uno no sabía si el que estaba al lado suyo había sido uno de los que lo había secuestrado”, declaró el testigo, enfatizando en la importancia de identificar a quienes fueron artífices de estos crímenes de lesa humanidad. 

Al finalizar su testimonio, Ernesto Borzi afirmó que “el 24 de marzo de 1976 comenzó un proceso y una transformación social-económica para planificar la desigualdad”. A partir de esto, reivindicó el accionar y la militancia de su padre, Oscar Isidro Borzi, quien “en algún momento dado entendió y vio que había un proyecto de país que podía abarcar a todos, y había un proyecto de país que dejaba a muchos afuera”, y agregó: “mi padre era un obrero calificado, altamente calificado, y puso sus conocimientos y su voluntad en un proyecto político”. 

El juicio por los crímenes de lesa humanidad cometido en los centros clandestinos de detención Pozo de Banfield, Pozo de Quilmes y Brigada de Lanús continuará la semana siguiente con dos audiencias: el día 8 de noviembre declararán los hermanos López Muntaner, y el día 9 de noviembre continuarán los testimonios de la familia Borzi con las declaraciones de Juan Manuel Borzi y Luis Alejandro Borzi.