El lado B del tenis

El lado B del tenis

Aunque el tenis profesional aparenta ser un deporte de privilegio, no todo es color de rosa. Tres tenistas de alto nivel comparten los gajes del oficio y revelan los sacrificios necesarios para llegar a la cima.

«Muchos compiten con lesiones crónicas, problemas musculares, problemas óseos», relata Mariano Navone.

A simple vista, el mundo del tenis masculino es terreno de lujos y privilegios, un escenario donde abunda el dinero, los viajes y los hoteles cinco estrellas. Detrás de escena, sin embargo, muchos de estos prejuicios se resquebrajan y revelan una larga lista de dolores, presiones y decisiones complicadas que son imprescindibles para triunfar en el deporte. Además de una serie de tensiones físicas, emocionales y financieras que se niegan a abandonar el circuito tenístico, las carreras profesionales se encuentran inevitablemente supeditadas al reloj biológico. En promedio, la edad de retiro del deporte es menor a los 30 años.

 Todo a pulmón 

Mariano Navone es de la localidad de 9 de Julio, Buenos Aires, y tiene 21 años. A fines del mes pasado alcanzó su mejor ranking hasta ahora, colocándose en el puesto 239 dentro de la Asociación de Tenistas Profesionales (ATP). Al igual que el resto de los jugadores de alto nivel, entrena prácticamente todos los días, y cuando no lo hace está compitiendo. La constante actividad física supone un gran desgaste energético en comparación a otras profesiones.

“Dentro de las cosas que no se ven, muchas veces hay que entrenar cargados, doloridos. Muchos compiten con lesiones crónicas, problemas musculares, problemas óseos. A veces, siguen en movimiento por la vorágine del circuito, que te demanda jugar todo el tiempo”, asegura Navone. Explica que esto pasa especialmente en los niveles más bajos, donde aún no hay acceso a kinesiólogos o médicos de alto nivel. Para sobrellevarlo es necesario hacer oídos sordos a ciertos dolores y disgustos, lo que para el nuevejuliense provoca una relación bastante insana con el cuerpo.

Los resultados de juego, si bien acordes al nivel de destreza física, dependen también de cuán bien se maneje la presión del deporte. “El sacrificio emocional también engloba al sacrificio físico. Hay que estar jugando en condiciones de mucho estrés, de extremos calores o fríos. Además, estás lejos de tu casa y tus seres queridos. Tenés que forzarte mentalmente a poner el objetivo de ganar, bancarte perder en las primeras rondas y quedarte toda la semana sin jugar. Primero la cabeza tiene que ir para adelante para que el físico pueda llevarle el ritmo”, reflexiona.

Los vaivenes del deporte crean un terreno fértil para las dudas, por lo que muchos jugadores acaban abandonando frente a las frustraciones del oficio. Navone, por su parte, hizo un alto en su carrera a los 15 años, pero luego de tres meses decidió volver a las canchas. “Extrañaba la adrenalina, el competir. El tenis es un deporte individual donde lo mental predomina sobre todo, te da las sensaciones más lindas y las más duras a la vez”, destaca.

Ignacio Carou estima que un tenista profesional promedio puede gastar hasta 50.000 dólares al año. 

El super tie break

Entre otras fuentes de estrés para los jugadores se encuentra la pregunta por quiénes o cómo financiarán sus carreras. En Argentina, un jugador sin sponsors o dinero familiar está condenado al fracaso, pero aún quienes tienen recursos deben lidiar con la responsabilidad que la inversión no sea en vano. “La presión de ganar y subsistir en los niveles más bajos desde lo económico es lo más difícil de todo. Es muy duro entrar a la cancha pensando que si no ganás ese partido probablemente pierdas la semana, o que vas a perder plata de tu familia o tus sponsors”, recuerda Navone.

Por su parte, Ignacio Carou estima que el gasto anual de un tenista profesional promedio puede oscilar de los 30.000 a los 50.000 dólares. Carou es nacido en Capital Federal, y con 23 años se encuentra en el puesto 243de dobles y 581 de singles ATP. Aunque el riesgo muchas veces rinde frutos, las posibilidades de perder el dinero invertido suponen una responsabilidad muy grande. “Obviamente, siempre hay gente que gasta un poco menos o un poco más. Para hacer las cosas bien, ese es el importe promedio. Al principio hay que invertir un montón”, asegura.

Los gastos que deben sustentar abarcan desde entrenadores y material como raquetas, cuerdas y grips hasta pasajes de avión, hoteles y psicólogos deportivos para sostener la salud mental. “El entrenador te sale unos 1.000 dólares por mes, los encordados entre 5 y 10 dólares si encordás cada uno o dos días, el preparador físico unos 400 o 500 más mensuales”, comenta. Para hacer notar el contraste, señala que en los torneos de Futures, por ejemplo, una semifinal puede dar una ganancia de 800 dólares

Francisco Comesaña, de 21, sabe que el dinero puede ser el quiebre que determine si un jugador avanza o no en el circuito. Si tu familia no está muy bien económicamente y no tenés un sponsor, es muy difícil ser profesional. En países más chicos es más fácil conseguir ayuda porque son menos los jugadores, pero Argentina hoy tiene tantos jugadores que son muy pocos los que tienen apoyo de la Federación”, dice el tenista.

El tercer tiempo

 El 25 de julio pasado, Comesaña alcanzó el puesto 204 en el ranking mundial ATP, el más alto de su carrera hasta el momento. Aunque el 2022 no para de bañarlo de logros, sabe muy bien el sacrificio que requirió llegar hasta este lugar. A los 15 años, Alejandro Cerúndolo -padre de los tenistas Francisco y Juan Manuel, que se encuentran en el puesto 28 y 156 entre los mejores del mundo- se ofreció a recibirlo en Buenos Aires e introducirlo al escenario tenístico porteño. Un tiempo atrás y todavía en Mar del Plata, su ciudad natal, había pensado en abandonar el deporte frente a la desmotivación de sentirse “muy chiquito al lado de los otros jugadores”. Con el apoyo de su familia acabó por mudarse a la capital, y vivió en el Centro Nacional de Alto Rendimiento Deportivo (CeNARD) entre los 16 y los 20 años.

Aunque su amor por la raqueta es más grande que todo, no desconoce la realidad afuera de la cancha. “No se habla de la cantidad de fechas importantes, salidas con amigos que uno se pierde, o en las que uno está solo. Quizás no podés festejar tu propio cumpleaños, el de un amigo, el de tu pareja. Yo vivo en Córdoba y mi familia en Mar del Plata, y en el último año solo pude ir una vez a verla”, cuenta el marplatense.

Respecto a las frustraciones diarias que enfrenta en su carrera, rectifica: Todos dan por sentado que el tenista tiene una vida de lujo porque “es millonario” y viaja por todo el mundo. Sí, viajás mucho, pero casi nunca tenés la posibilidad de llegar a conocer esos países. Los aeropuertos son difíciles, hay muchos problemas con pérdida de valijas, retrasos de vuelos, etcétera. A veces llegas muy sobre la hora al torneo y pasás un estrés tremendo”.

Haciéndole frente a todas las adversidades, los jóvenes del circuito continúan poniendo cuerpo y alma al deporte todos los días del año, porque para el tenis no hay vacaciones. Aunque los premios y medallas traen alegrías, la verdadera motivación está hecha de fuerza y sudor, y es color arcilla: “Hay muchas dificultades. Pero cuando te sentís bien adentro de la cancha, es cuando decís: estoy haciendo las cosas bien”, concluye Comesaña.

“Cobramos menos de la mitad de lo que cobran ellos”

“Cobramos menos de la mitad de lo que cobran ellos”

Catalina Pella

En un deporte regido por las desigualdades en los ingresos entre hombres y mujeres, con 26 años, la bahiense Catalina Pella da batalla ante una realidad que la interpela, y le es injusta en el mundo del tenis.

Pella es la cuarta mujer argentina mejor rankeada de la WTA (Women Tennis Association) en el puesto 387, y al igual que el país, atraviesa una situación económica delicada. En la actualidad, Pella se encuentra disputando el grupo americano de la Fed Cup junto con el combinado argentino, y entiende que su camino hoy pasa por competir en torneos de menor trascendencia, con el objetivo de solucionar en el corto plazo la crisis financiera y defender su ranking de la WTA, pero también el de la ITF, donde se encuentra en el puesto 288.

¿Cómo ves tu momento profesional actual?

Estoy pasando por una situación económica bastante complicada. Es por esto que estoy jugando interclubes, futures y algunos challengers para sobrevivir.  Me estoy yendo a Europa en abril y me quedo ahí un tiempo. Además tengo que defender mi ranking. En definitiva, tengo que aceptar el momento en el que estoy. Ha sido muy difícil. Mi hermano -el tenista Guido Pella quien acaba de recibir su primer título ATP en San Pablo- me ofreció ayuda económica, pero estoy en una etapa que necesito hacerlo yo. Estoy tranquila, entrenando lo más que puedo para competir, para dar lo mejor de mí.

¿Cuáles son tus expectativas en Europa?

Me llevó muchos meses aceptar esta situación, pero estoy con la cabeza más tranquila. Además esto me va a ayudar para el día de mañana estar bien parada para volver a competir con muchas más ganas y ya disputar torneos profesionales. La carrera son dmomentos y esto te motiva a volver con todo y competir al mejor nivel.

La ITF (lo que no es ATP/profesionalismo) modificó estructuras en marzo del 2017, con la idea de generar más torneos y dinero para competiciones más pequeñas. ¿Cómo es la situación del tenis femenino a nivel mundial?

La realidad es que no hay tantos torneos más. Se da una tremenda desigualdad. Es muchísimo mayor la cantidad de torneos que juegan los hombres, que los que juegan las mujeres. Nosotras cobramos menos de la mitad de que lo que cobran ellos, a nivel WTA y a nivel Challenger. Yo esperaba más cambios.

Serena Williams fue mofada por la prensa al quejarse frente a la umpire en la final del US Open de 2018. La burla fue automáticamente calificada como sexista y machista. ¿Qué lugar ocupa la mujer en el deporte y qué avances ha habido?

La mujer ha estado sometida en muchos aspectos, pero esto ha evolucionado con el tiempo. A pesar de ello no entiendo por qué las grandes tenistas como (NdeE.: María) Sharapova o (NdeE.:Simona) Halep no hablan de estas desigualdades. Donde en un torneo como un Grand Slam se dice abiertamente que no ganará lo mismo la mujer que el hombre. No sé si están muy preservadas ellas o qué. Pero Andy Murray ha hecho más por el tenis femenino que ellas. Ha dicho muchas veces que los logros nuestros son menospreciados dentro del mundo del tenis. No me entra en la cabeza pensar que haya tanta desigualdad y que las mujeres lo acepten.

Si bien han crecido las publicidades que abogan por el poder de la mujer ¿Las marcas y los grandes torneos inciden en la desigualdad de género?

Yo creo que sí. Es muy loco pensar que una mujer que gana un torneo WTA, gane determinado dinero, y no gane lo mismo que el varón que ganó el mismo trofeo ATP. Yo no creo que a la mujer le dé lo mimo.

Ya de por sí la Asociación de Tenis Profesional se diferencia de la WTA, cuando se supone, por su nombre, que nuclea a todo el mundo de la raqueta. ¿Formás parte de alguna organización que lleve adelante este reclamo?

No, pero es porque soy muy tranquila. No me gusta el quilombo para nada. Pero lucho mucho por la igualdad. He tenido miles de peleas. Y hasta desde la AAT me dan la razón, y me dicen que es verdad. Pero eso queda en la nada y hay que cambiarlo. De todas maneras, la mujer ha tomado más fuerza en esto de la igualdad. Pero todavía no se nos escucha. Se nos va a escuchar. Lo de que la mujer es inferior es de dinosaurios, pero estamos muy lejos aún.

Sos integrante del equipo de la FED Cup, torneo que nuclea a hombres y mujeres, entre singles y dobles. ¿Cómo fue tu experiencia y qué te parece esta iniciativa que comenzó en 1995?

El formato está buenísimo. Este año se le ha dado más importancia que años anteriores. Creo que es gracias a que gente como Mercedes Paz, Florencia Labat y Gabriela Sabatini le hayan estado atrás.

El tenis enfrenta un gran monstruo que es la televisación y la comercialización de los torneos. Las modificaciones de ATP e ITF ¿Cómo ves este cambio de dinámica y el lugar de la mujer en el circuito?

No me parece mal. El tenis es muy blanco o negro. Lo que quiso hacer la ITF, es decir: si sos bueno en esto, vas a perdurar. Había muchos jugadores grises que sólo tomaban al deporte como un trabajo y entonces no dejaban pasar a los juniors que son realmente buenos. Hubo muchas chicas sudamericanas que no pudieron ganar plata, porque había muchos de estos grises que impedían que se desarrollen. Entonces, yo creo que si vos no sos bueno y no te entrenas a morir, no vas a seguir. El objetivo no es el de cortar jugadores. Si logro superar esto, puedo ganar más plata. Todavía se está acomodando. Falta tiempo.

¿Quiénes son esos grises?

Gente que no disputaba otra cosa que futures -torneos en menor escala que una competencia ATP, que dan entre 15.000 y 25.000 dólares de premios-, porque les quedaba cómodo. Medio mediocre. Y yo soy, al igual que Guido y mi familia, al 100 por ciento. Yo voy a la guerra y doy todo. Yo creo que lo que trataron de hacer es hacerles ver a los jugadores qué es el sacrificio.

Agustín Calleri asumió en mayo la presidencia de la AAT. ¿Cómo se está dando esta nueva gestión en relación a las mujeres?

A priori, hay mucha más comunicación. Claramente todavía no pueden hacer nada, pero como la gestión anterior no fue la mejor… Han prometido que haya más torneos femeninos. Deseo con todo mi corazón que así sea, pero hay que esperar. Expectativas hay.

¿Cómo ves la inclusión de Córdoba en el circuito de torneos ATP?

Es bueno para el tenis argentino en general. Pero no incluye a la mujer. Lamentablemente se dividen el varón y la mujer. Y por eso hay que irse. Acá es muy complicado. Con lo que hay, no se puede hacer.

Hablando de referentes como Sabatini, Paola Suárez: ¿Cómo es ese diálogo. Han tomado este reclamo del tenis femenino?

Gabriela es por de más humilde, pero prefiero hablar con Mecha (NdeE.: Mecha Paz) y Flor (N.deE.: Labat) o con gente de la asociación. Tengo más contacto con la gente que fue partícipe de la FED. Sé que están y hemos hablado, tengo más confianza. Y además entre nosotras nos hemos unido un poco más. Hemos estado muy solas. Yo creo que ahora que soy más grande me di cuenta que juntas somos más. Capaz uno de chico dice: “Esto no me incumbe, o no me toca directamente”. Quizá para no complicarte, porque el tenis se convierte en tu vida y no haces más que respirar tenis, por ahí no te querés distraer. Pero hoy, siendo más grande, sé cómo diferenciar las cosas y me di cuenta que juntas podemos más.

La pelotita también se mancha

La pelotita también se mancha

Una denuncia en un torneo de Pinamar puso en alerta al tenis argentino.

En las categorías inferiores del tenis profesional en Argentina, algo huele mal. Una serie de denuncias referidas a apuestas ilegales dentro de los torneos de Futures (circuito ITF) y Challengers (circuito ATP) han logrado penetrar en el escenario nacional. El torneo de Pinamar disputado entre marzo y abril puso en agenda el tema, y en el país parece una práctica corriente.

Pero para entender qué sucede, es necesario conocer el panorama internacional. Según un estudio realizado en 2017 por la Asociación Europea de Seguridad en el Deporte, el tenis es la disciplina con más actividades sospechosas en términos de apuestas. ¿A qué se debe esto? En la jerga popular, podría decirse: “La necesidad tiene cara de hereje”. El juego ilegal en el tenis consiste en una planificada organización basada en individuos que deambulan por todo el mundo tratando de cooptar a jugadores y convencerlos de arreglar los resultados. Se aprovechan de los premios en esta serie de torneos son muy bajos y los gastos. 

“Hay un problema gravísimo para los jóvenes que comienzan a desarrollarse profesionalmente, los que están por fuera del Top 200, que es el tema económico, sobre todo por la moneda argentina. Y a nivel femenino es alarmante”, declara Sebastián Torok, periodista especializado en tenis, quien desarrolla su trabajo en La Nación y en ESPN Tenis.

En los torneos menores, los premios no alcanzan para solventar los viajes, inscripciones y estadías de jugadores.

Por poner cifras, un torneo de ITF reparte 15.000 dólares entre los participantes. Y los Challengers, torneos inferiores del circuito ATP, por su parte reparten 20.000 dólares. Cifras con las que deben afrontarse los viajes a los próximos torneos del jugador y el entrenador, la inscripción, raquetas, hotel, entre otros gastos. Además, estos números superan la suma repartida en un torneo femenino, sobre todo porque se disputan menos que los masculinos, según el calendario de ITF y ATP. “Creo que se debe a que las chicas no tienen un espejo. Ni siquiera Sabatini, una Dulko o una Paola Suarez. El hockey le ha sacado a lo largo de los años muchas chicas al tenis y ahora hasta el fútbol lo está haciendo. Es una situación crítica”, continua Torok.

Estos premios no solo se reparte entre los participantes de los torneos, con mayores proporcioness para el ganador, sino que a la misma vez ese dinero le sirve a los jugadores para pagar los gastos futuros: en el tenis se necesita ganar dinero para seguir compitiendo, de lo contrario, es imposible. 

“Pocos realmente pueden vivir de esto. Para ganar sumas extraordinarias, tenés que, por lo menos, llegar a una segunda o tercera ronda de un Grand Slam, cuando el número 20 de un torneo Major de Golf, gana por ejemplo, 100.000 dólares”, compara Torok

Por esta situación, muchos jugadores se pueden ver seducidos por la posibilidad de ganar más dinero por medio de apuestas, provengan de donde provengan. Los especialistas en la materia, colocan el último future disputado en Pinamar, como el punto de inflexión argentino en este asunto. Donde uno de sus organizadores, Juan Riquelme, se vio obligado a confrontar con personas que pululaban por el Tennis Ranch de Pinamar en  búsqueda de jóvenes talentos, entre ellos su hijo, para convencerlos de realizar este tipo de acuerdos.

Arreglar un partido de tenis es más sencillo que en un deporte colectivo: solo hay que convencer a un jugador.

El torneo disputado en la ciudad balnearia, cuenta Torok, forma parte de un negocio de Juan Riquelme, padre de Agustín, jugador argentino de Futures. La idea de Juan era realizar 21 torneos para jóvenes profesionales junto con la AAT, a lo largo del 2019, pero de los cuales sólo se han disputado tres. El resto se canceló, salvo dos que se jugarán en Saavedra Tenis Club y otros dos más.

Si de apostadores se trata, existen dos grandes estilos. Está el clásico, que es aquel que trabaja con el teléfono de manera presencial para, con el delay que existe entre el vivo y la transmisión por internet, sacar una ventaja por sobre el apostador virtual. Otros, los más peligrosos, son jugadores. Se caracterizan por no tener ranking, solo el IPIN, es decir el carnet de la ITF que los habilita a ingresar a vestuarios y conversar con el resto de los jugadores y convencerlos. “La gran mayoría proviene de Europa del Este”, cuenta Torok. “También hay entrenadores que están metidos. Y esto no es nuevo. Acá el gran problema es el jugador que se deja perder. Y lo complicado es salir de eso, porque son pocos los que lo hacen una sola vez”, concluye. 

La Asociación Argentina de Tenis (AAT) tiene un problema en puerta. El fenómeno de apuestas es una realidad en las categorías inferiores del tenis argentino y la máxima autoridad en el circuito nacional necesita tomar posición y cartas en el asunto. “Sin dudas lo que tiene que hacer la Asociación es armar protocolos, charlas educativas. Agustín Calleri y Martín Zabaleta prometieron que lo iban a hacer y sin embargo no lo hicieron”, detalla el periodista. 

Desde la perspectiva oficial, la AAT, por medio de Martin Vasallo Argüello -Director Ejecutivo-, en diálogo con ANCCOM comentó: “Por supuesto que es un tema que trabajamos en conjunto con la ITF, para que los jugadores no se sientan incomodados ni presionados o sometidos a situaciones de algún apostador. En segundo lugar, tratamos de proteger el juego. No perder la confianza en él. Tratamos de combatir los posibles sistemas de apuestas ilegales de esta manera.”

Oriundo de Temperley, Vasallo Argüello desarrolló su carrera ATP entre los años 2002 y 2010. “El tenis genera una espectacularidad y una masividad, al igual que otros deportes -describe-. Eso hace que mucha gente esté interesada y se propaguen las apuestas. A la vez permite un nivel de promoción y seguimiento que lo coloca dentro de los deportes más importantes del mundo. Con un solo actor, además, hay una posibilidad de arreglar un partido. Eso por ahí no pasa con un deporte colectivo.”

Un caso a observar puede ser el de la FFT (Federación Francesa de Tenis), que ha tomado pleno conocimiento del fenómeno y ha habilitado desde abril un link de consulta constante y anónima para los jugadores y le ha plantado batalla al acoso cibernético sobre los competidores con un número de asistencia gratuito. Además, uno de los torneos más importantes del mundo del tenis, Roland Garros, cuenta desde el 26 de mayo, con un sistema de alta vigilancia para frenar con este flagelo. 

En este sentido, la AAT no es responsable de que los jóvenes arreglen partidos. Pero cuando los casos se acrecentan, es necesaria una intervención directa, una reacción con respecto al cuidado de los chicos.