Música con raíces

Música con raíces

Dos propuestas musicales reivindican la cultura de los pueblos originarios en Buenos Aires. Rubén Patagonia encarna una de ellas y Che Joven, otra. El primero acumula un recorrido con la música de 50 años, en los que fusionó el folclore con la denuncia de las problemáticas sufridas por las comunidades nativas de este país. “Fundamentalmente el despojo, la discriminación, el olvido. Y en estos tiempos mucho más, porque se los quiere demonizar, como que están en un estado salvaje, que son los borrachos, los criminales, los que andan armados. Los grandes medios de difusión quieren borrar ese ser humano que cuenta con una cultura totalmente apegada a la Madre Tierra”, puntualiza Patagonia.“Lo esencial en esto es el compromiso real de que la canción, la poesía, la música sirvan para visibilizar la problemática actual de los pueblos originarios de toda Argentina”, agrega.

Rubén Patagonia posando vistiendo un poncho, foto en blanco y negro con fondo de árboles.

Rubén Patagonia, de origen tehuelche, lleva 50 años en el camino de la música.

“Yo no estoy en contra de la industrialización, de todo lo moderno, pero indudablemente en las comunidades, lejos de las grandes ciudades, uno puede vivir tranquilo, en paz”, remarca Patagonia, de origen tehuelche,  nacido en Comodoro Rivadavia y radicado en Córdoba: “Hay una canción que seguramente la vamos a cantar,‘Crónicas de un niño mapuche’, que realmente ve las dos realidades, por un lado el Día del Niño de las grandes ciudades donde se va al shopping a comprar juguetes y los niños de las comunidades que sin tener ningún shopping juegan con lo que tienen en su entorno cosmográfico, no necesitan de plástico” explica.

La combinación de ambas propuestas artísticas tiene larga data. Los músicos ya se presentaron juntos en el pasado Festival de Cosquín. “En realidad venimos, poco a poco, juntándonos con Che Joven. Hay unión y afecto. Me da mucha fuerza para seguir adelante saber que este camino lo van a transitar ellos con un mensaje comprometido con la realidad que nos toca vivir”, dice Patagonia”. Y añade: “Ya estuvimos en Cosquín, estuvimos en el sur y tenemos afinidad en el mensaje y la música que hacemos.”

Che Joven, banda liderada por Pablo y Marino Coliqueo, tiene una trayectoria de 22 años en el ambiente de la música folclórica, y fusiona su sonido con influencias del rock y de otros estilos musicales. “Venimos de un seno familiar donde nuestro papá es de origen mapuche y nosotros nos sentimos mapuches también. Empezamos a mixturar nuestras raíces, lo que mamamos desde pequeños, con los colores del folclore. Eso es Che Joven, una fusión entre la música precolombina y la de las diferentes corrientes migratorias que han llegado a la Argentina”, cuenta Pablo.

Rubén Patagonia y Che Joven posando con puños en alto y guitarras, foto en blanco y negro.

Rubén Patagonia y Che Joven presentan su espectáculo, UlkanFolil-Raíz que Canta, el 19 de mayo en Niceto Club.

El grupo, originario de Los Toldos, provincia de Buenos Aires, tiene éxito tanto dentro como fuera del país, y está organizando una gira por Latinoamérica que incluye Chile, Bolivia y Ecuador, además de otros proyectos. “Andamos en planes de salir al exterior a la brevedad, ya estuvimos trabajando con la embajada de Bolivia, ahora tenemos un encuentro con la embajada de Ecuador para también ampliar los horizontes de Che Joven y esperamos que este año se concrete lo que estamos anhelando con más fuerza, que es la gira por los países nórdicos, que ya estamos con un precontrato firmado y esperando nomás la confirmación de las fechas”,  refiere Coliqueo.

Ambos hermanos trabajan juntos en la composición de la música y de las letras. Pablo también opina sobre la forma de trabajo que comparten con su hermano: “Es muy fuerte y es maravilloso porque implica lograr que una familia persevere en el tiempo, más allá de la música, más allá del arte, es una coloratura de un pueblo nativo que sigue por medio de dos personas gritando a los cuatro vientos ‘acá estamos’. Y en ese sentido los dos tenemos una convicción muy fuerte: no importa dónde cantemos, cantemos con todo, no importa si hay una persona o hay miles, cantemos con todo, no importa si tenemos un gran escenario con puesta de sonido y de luces o si estamos en el patio de una casa de alguien que nos invitó a comer un asado, cantemos con todo”.

Al hablar de su público, el integrante de Che Joven también confirma que su composición es amplia. “Por suerte la música que hacemos es una música que le gusta al que escucha folclore y le gusta al rockero, de hecho el año pasado hemos sido partícipes de varios festivales de rock y es muy intenso. En los conciertos que hemos dado nos hemos estado presentando en La Trastienda, y se ha llenado la sala con un público variado.” Este sábado 19, junto a Patagonia, tendrán una nueva oportunidad de reencontrarse con sus seguidores. Presentan su espectáculo UlkanFolil-Raíz que Canta, a las 21 en Niceto Club.

Rubén Patagonia con instrumento, foto en colores y fondo de lago.

Rubén Patagonia fusiona el folclore con la denuncia de las problemáticas sufridas por los pueblos originarios.

Música para todos

Música para todos

La Orquesta de Música Popular Raíces comenzó en el año 2007 como un proyecto de extensión del ex Conservatorio de Música e Instituto Superior de Formación Docente de los Buenos Ayres. Si bien esa institución cerró en 2014, la orquesta sobrevive. Actualmente participan 150 niños y jóvenes de 7 a 20 años repartidos entre sus tres sedes: el Colegio EOS de Moreno Centro, la Escuela Primaria Rural Nº 5 de Cuartel V y la Fundación de los Buenos Aires de La Reja.

“Empezamos aproximadamente con 20 niños. Éramos tres profesores y usábamos las guitarras y los bombos del Conservatorio. Compramos solo diez pincullos y un charango que nadie sabía usar. Con el tiempo, la orquesta fue creciendo”, cuenta su director, José Luis Battistin o simplemente Pepe, como le gusta que lo llamen.

Un grupo de chicos tocando la flauta

En los inicios de la Orquesta Raíces participaban solamente 20 niños, hoy en día suman 120 en sus tres sedes.

No se cobra cuota a los chicos y, en caso de no poseer el instrumento, pueden usar los de la Orquesta. Pepe resalta que “adquirir el instrumento no es un problema. La dificultad de los proyectos es sostener en el tiempo el recurso humano ya que los profesores cobran. Algunos de ellos empiezan ad honorem pero la idea es que el trabajo se pague. Hoy el municipio nos paga dos talleres que equivalen aproximadamente al 50% de los gastos en recursos”. Además de este financiamiento, la Fundación se sostiene mediante rifas, eventos solidarios y Amigos de la Orquesta, un medio de financiamiento colectivo que obtiene donaciones. También hay un bono contribución que pagan aquellas familias que pueden hacerlo, de manera de facilitar la participación en el proyecto de aquellos niños que no están en condiciones de abonarlo.

En 2014 se sumó al proyecto el docente Sergio Salazar, hoy encargado de la gestión de la Fundación. “Sabía de las necesidades que tenían. Hacían malabares para sostenerse. Empezamos a pensar en hacer sistemáticamente un aporte de contribución de las familias. Es un espacio colectivo, el que viene se suma a la rueda. Es decir, en todo aquel que viene se genera esa conciencia. O lo sostenemos entre todos o no lo sostiene nadie.”

Algunas familias mediante un bono de contribución permiten que otros chicos participen de la orquesta.

En 2012 se creó la sede de la Orquesta en la Escuela Primaria Rural Nº 5 de Cuartel V, una de las localidades más carenciadas del Partido de Moreno. El proyecto se logró gracias a un concurso de la Secretaria de Niñez, Adolescencia y Familia (SENAF) mediante el cual Pepe y otros profesores obtuvieron un subsidio. Con el tiempo se fueron sumando más docentes, entre ellos, Martina Ulrich, hija de Peteco Carabajal. En 2014 también se llevó el proyecto al Colegio EOS, esta vez con una lógica diferente: la Orquesta se acopló a un espacio curricular para 4º, 5º y 6º grado en el horario de música.

Salazar afirma con orgullo: “La Orquesta es un espacio educativo, gratuito, colectivo, de la cultura, de la raíces profundas de esta tierra, de la diversidad y es la distinción que el espacio tiene. Hay muchas personas que se van sumando y tenemos muchas propuestas. Es un espacio vivo y activo”. En agosto de 2017 se integró al proyecto el Coro Social Raíces para adultos, donde también participan algunos jóvenes de la Orquesta.

En sintonía con Sergio, Amelia Guidolin, presidenta de la Fundación de los Buenos Ayres para la Artes y la Cultura, figura jurídica que dirige las actividades, añade: “Es un proyecto educativo que abarca varias cosas. Su educación es nuestra preocupación. Los niños no pueden venir a la Orquesta si están fracasando en la escuela. Hay un vínculo. No es como aquel caso donde el chico va a un profesor particular a estudiar un instrumento una vez por semana”.

Dos chicas y un chico tocando la guitarra

El proyecto educativo de la orquesta cuenta con jóvenes «multiplicadores» que colaboran con la enseñanza a otros chicos y chicas.

Los chicos aprenden y toman conciencia de la responsabilidad y el compromiso de trabajar con otro. Los docentes de la Fundación transmiten el valor de la construcción colectiva. Desde el primer día los niños pueden vivenciar lo que es tocar en una orquesta que apunta a tener igualdad de estatus de todos los instrumentos. Además, la Fundación cuenta con “multiplicadores” es decir, jóvenes que enseñan a otros y ayudan a que el proyecto continúe.

Por lo general, los jóvenes multiplicadores deciden inscribirse al profesorado de música en los conservatorios más cercanos como el de Morón, Luján y San Miguel. Yanina Cisterna de 18 años, toca el violonchelo en la orquesta y expresa: “Cuando escuché el violonchelo por primera vez, me enamoré. Voy a seguir el profesorado de música”. Su compañera Raquel Hes, también de 18 años, agrega: “Amo la Orquesta. Es algo que nos brindan gratis y nos viene bien, ya que hay muchos que no lo pueden pagar”. Los jóvenes aprenden a caminar con otros, siguen el profesorado y devuelven la generosidad que se les otorgó.

En 2016 los jóvenes multiplicadores se presentaron en el Pre Cosquín de Moreno. Ganaron y fueron a tocar al escenario de Cosquín en Córdoba. Eso dio mucho impulso a la Orquesta e hizo que los llamen de muchos lugares. Se presentaron en Tecnópolis, en encuentros de colectividades, ferias del libro, escuelas, teatros y actos municipales.