Vivir en el desamparo

Vivir en el desamparo

A lo largo de las últimas décadas, las políticas públicas nacionales, provinciales y municipales han sido ineficientes para revertir la situación de emergencia habitacional. La población en villas ha aumentado a un ritmo superior a la tasa de crecimiento vegetativo ante la incapacidad del Estado de brindar soluciones permanentes a los sectores más pobres de la sociedad. En 2017, el Registro Nacional de Barrios Populares llevado adelante por el gobierno de Mauricio Macri, con colaboración con organizaciones sociales, permitió identificar y mapear 4.228 asentamientos informales en todo el país en donde viven más de 3 millones de personas, es decir 1 de cada 10.

El Gran Buenos Aires (GBA) es la zona geográfica con mayor concentración. Francisco Ferrario, director de TECHO en el GBA, encuentra problemáticas similares en los asentamientos del conurbano: “La falta de acceso a los servicios básicos, precariedad en las viviendas, las inundaciones constantes y la falta de servicios de emergencia se dan en casi la totalidad de los barrios. Además, los vecinos, al no tener acceso a la escritura de su casa, viven con constante incertidumbre porque al menos el 50 por ciento de las tierras en las que están los barrios populares a nivel nacional son privadas ya que pueden ser desalojados”. Y agrega: “También es un gran problema que la policía y las ambulancias no ingresan a los asentamientos”.

La organización TECHO busca ser el nexo entre los barrios populares y el Estado para resolver cuestiones habitacionales. Financiado a través de donaciones, construye viviendas a las familias más vulnerables dentro de los asentamientos. Belén Guerrero, coordinadora de la mesa de trabajo de la entidad, explica que el modelo de trabajo ha ido cambiando en los últimos años: “Antes la línea era llegar al barrio, construir la casa y después nos íbamos. Ahora es mucho trabajo previo y posterior. Estamos trabajando con muchas personas a las que no les construimos”.

Las primeras viviendas construidas por la ONG fueron las de emergencia, que consisten en módulos de 18 metros cuadrados hechos de paneles de madera prefabricados y techo de chapa con aislante térmico, que se apoyan sobre 15 pilotes de madera para aislar la humedad del suelo. Con el tiempo, TECHO desarrolló las Viviendas Semilla, diseñadas por las familias con los materiales de la organización, que buscan superar aquella primera instancia de emergencia. “Sus habitantes pagan un porcentaje sobre el valor total, que se calcula considerando su situación económica. En ambos casos, la construcción se realiza entre la familia asignada y los voluntarios de TECHO”, detalla Guerrero, quien sostiene que actualmente “el objetivo es que los y las vecinas se apropien de barrio”. “Ellos mismos eligen las familias a las que construimos. Estamos tratando que el trabajo que hacemos sea cada vez más comunitario”, subraya.

Un ejemplo de la labor de TECHO en el GBA es el barrio Haras Trujui, ubicado en el partido de Moreno, uno de los 1450 asentamientos informales del conurbano. Trujui tiene una extensión de más de 30 cuadras donde las angostas veredas de ripio y hierbas flanquean a un lado y otro las calles de tierra. Los fines de semana, el silencio impasible sólo es interrumpido por la cumbia que llega desde la radio de alguna de las casas. Ubicado a 48 kilómetros de Capital Federal, cobija a 47 familias y se encuentra atravesado por el arroyo La Felicidad, que irónicamente suele inundar al barrio en los días lluviosos. TECHO llegó a Trujui en 2015, y luego de trabajos intensivos de relevamiento, han construido sus Viviendas de Emergencia para 21 familias.

Fernanda Moyano vive allí hace más de 15 años y en su casa tiene un merendero llamado “Athenea”. Los vecinos la llaman “la abogada del barrio”. Ante este título Fernanda responde orgullosa: “En realidad, estudié Trabajo Social en la UNPAZ, pero me conocen en todas las oficinas municipales de Moreno de tantas veces que fui a reclamar”. Moyano resalta que el tratamiento de residuos y las inundaciones son los problemas más graves que tienen: “En Haras no hay recolección. La basura se tira en las cercanías del arroyo y cuando llueve esa basura va al zanjón, y este se tapa y se desborda, provocando inundaciones. Hemos tenido evacuaciones dos veces porque el agua nos llegaba hasta el cuello. Si tuviésemos recolección, no colapsaría el zanjón y no se inundaría”.

La falta del servicio alienta la generación de basurales a cielo abierto y las quemas, creando pésimas condiciones sanitarias para los vecinos. De hecho, el barrio es uno de los puntos del conurbano con más casos de forunculosis, problemas dermatológicos y respiratorios. “No podemos darle de comer a los nenes en el jardín por el olor que hay. Anulamos la parte de los juegos porque no se puede estar”, señala Fernanda y advierte: “Alguien se tiene que ocupar de esto y no hay ni siquiera iniciativa”.

Trujui carece de todo tipo de servicios básicos, como gran parte de los asentamientos informales del GBA. No dispone de recolección de residuos, luz eléctrica, agua corriente, servicios de salud y control policial, entre otros. Frecuentemente, el suministro de agua se obtiene por bombeo. “Hace 15 años que vivo acá –cuenta Fernanda–. Recién hace dos colocaron el tendido de agua corriente y aún no lo habilitaron. Tuvimos agua dos días, que no se podía tomar, y todavía no volvió a correr”. Estas carencias primarias abren paso a nuevas problemáticas.

Las múltiples afecciones provocadas por la contaminación empeoran a causa de los escasos servicios de salud a los que tienen acceso. Para recibir asistencia hospitalaria los habitantes de los asentamientos informales deben salir del barrio y acercarse a alguna salita disponible en los alrededores. Los de Haras deben ir hasta Santa Brígida, donde una precaria unidad sanitaria, provista de un sólo profesional por especialidad (que no siempre logra cubrirse), debe responder por todos los habitantes de la zona.

La falta de suministro eléctrico desemboca en otra situación preocupante: los constantes episodios de inseguridad: “En muchas familias, el o la responsable de la casa sale a las cuatro de la mañana y se va a Capital a laburar. Que no haya una luz es realmente peligroso”, señala Belén Guerrero. Haras Trujui descansa bajo la custodia de solamente un patrullero. Ante la ausencia de respuestas oficiales, los habitantes del barrio, junto a TECHO, instalaron un circuito de alarmas vecinales e iluminación. “Hay una ausencia total del Estado en lo que es seguridad. Como vecino no te queda otra que salir a defenderte vos. La ausencia total municipal no hay forma de darla vuelta porque desde la Municipalidad tienen un sistema estratégico para evadir los reclamos”.

Belén Guerrero da cuenta de ello: “Los asentamientos están totalmente marginados. Los vecinos sienten que los políticos están presentes en los barrios cuando necesitan alimentar su marketing político”. Un caso ilustrador le sucedió a Fernanda durante las inundaciones de Haras Trujui en julio de 2017. Moyano se contactó con la esposa del ex intendente Walter Festa, Romina Urigh, para pedirle provisiones para su merendero. Sin embargo, la visita no resultó satisfactoria: “Se bajó de una combi con 15 personas atrás y un fotógrafo. Calle de tierra, todo inundado y ella estaba en tacos aguja. Y sacaron una foto con ella agarrándome las manos y eso fue todo”, relata y añade: “Los políticos no saben ni los nombres de las calles de los barrios. Lo importante es conocer el terreno. Si lo conocés, te das cuenta de la situación en la que la gente está viviendo”.

Ferrario destaca que los encontronazos entre la organización y las autoridades municipales son frecuentes, sin importar el color partidario, y se deben a varios factores: “En principio hay falta de voluntad política. Otra cuestión es la falta de recursos en los municipios. En otras ocasiones se debe a que tienen otra visión sobre cuál es la solución al tema, cuál es la manera de mejorar la calidad de vida de esas familias”. El directivo de TECHO resalta que los diálogos más difíciles ocurren con los municipios de La Matanza, donde están la mayor cantidad de asentamientos informales en el GBA, y en Moreno, y agrega: “Poder alquilar de manera formal está plagado de requisitos que le hacen que un trabajador en negro y con un ingreso bajo es imposible. El Estado tendría que ser el que dirima esa situación y el que le otorgue una solución a las familias que están viviendo con muchas necesidades”.

Estas necesidades se vieron potenciadas a nivel nacional durante la gestión de Mauricio Macri. Según datos del último informe del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica, la inseguridad alimentaria alcanza al 32,1% de los argentinos, es decir 14 millones de personas. Esto representa un aumento del 13% en comparación con los datos del período 2014-2016. “En estos cuatro años de crisis económica grande, fue un deterioro de las situaciones sociales en los barrios, el crecimiento de la cantidad de familias en los propios barrios, aunque todavía no lo tenemos cuantificado. También, un aumento en la cantidad de comedores, el que tenía 20 pibes pasó a tener 50”, afirma Ferrario. Fernanda admite que al principio del mandato de Macri recibía 30 familias en su merendero, mientras que hacia el final de 2019, ese número aumentó a 300.

La renovación de las autoridades municipales genera expectativas cautelosas en Fernanda: “Hay un 50 por ciento de que haya mala onda con la nueva gestión y un 50 de que eso no pase. Espero que la nueva intendenta de Moreno, Mariel Fernández, no repita los errores de Walter Festa, a pesar de que pertenezcan al mismo partido”.

Ferrario aporta otro punto de vista de cara a la gestión futura ya que ve con buenos ojos la reciente creación de un Ministerio de Vivienda y Hábitat a nivel nacional: “Puede ser un  buen paso para darle una visión más integral a la problemática y buscar soluciones más de fondo”. Aunque, igual que Fernanda, es precavido: “Siempre todo cambio de gestión es una oportunidad y una amenaza a la vez. En este nuevo período será clave la lucha colectiva junto con otras organizaciones y barrios para poder gestionar políticas que sean positivas en la vida de la gente”.

Un botón de muestra

Un botón de muestra

El Partido de Moreno forma parte de la provincia de Buenos Aires, ubicado en la zona oeste del conurbano, con una superficie de 184,17 km cuadrados. Con la llegada del ferrocarril en el año 1.800, se inaugura la la última estación del Ferrocarril Sarmiento, y fue allí cuando nació este pueblo. Hoy, como en los años noventa, las estadísticas y testimonios indican cómo los problemas sociales impactan más en los estratos más vulnerables de la sociedad. Un caso testigo del daño social causado por el ajuste.

Salud para pocos

Moreno cuenta con seis localidades y un total de 144 barrios que albergan a los más de 500.000 habitantes. Para toda esta población existe solo un hospital Municipal y las salitas barriales no llegan a cubrir la demanda por falta de insumos y equipamiento. Gonzalo Fernández, trabajador social y voluntario en Cáritas,  cuenta cómo se convive con las problemáticas básicas de salud en la región. “Se intenta articular la llegada de más de 200 familias a las salas más cercanas para que inicien un tratamiento básico (principalmente campañas de vacunación) y tengan acceso a un médico de cabecera que siga cada caso”, asegura Gonzalo.

“Las problemáticas sociales más comunes que se aprecian están ligadas a los jóvenes con adicciones, abuso sexual infantil y violencia de género. Tres problemáticas atravesadas por una situación de pobreza casi extrema, que implica precariedad en la vivienda y pésimas condiciones de salud”, dice, y agrega: “Existen, aunque no se nos crea, situaciones críticas que no se llegan a conocer como el caso del Barrio Atalaya, un territorio muy alejado del centro de Moreno al cual no llegan los colectivo. Ahí se tuvo que crear un  consultorio pediátrico móvil, ya que las familias más carenciadas no tenían forma de acceder con rapidez al hospital y los niños no habían recibido atención por periodos muy largos”.

La educación prohibida

En el caso de la educación en el distrito, la tragedia ocurrida en la Escuela Nicolás Avellaneda N° 49 de la localidad de Trujui el pasado 2 de agosto,  que se llevó la vida del auxiliar Rubén Rodríguez y de la vicedirectora Sandra Calamano, evidenció un estado de decadencia pronunciado y de largo arrastre.

Por este hecho, más los  cientos de denuncias sobre la negligencia oficial y falta de inversión de los  Estados nacional y provincial, se suspendieron las clases durante varios meses. En paralelo, en las escuelas de la localidad de Moreno se comenzó a generar un plan de lucha intentando visibilizar los reclamos,  sin dejar de brindar un espacio de tareas y consultas a los alumnos para que no pierdan el año lectivo. Además, la contención se basó en realizar ollas populares para así solventar la demanda de las familias en los barrios más carentes.  

“Uno de los principales problemas es que nos acostumbramos durante años a trabajar sin gas ni luz, en situaciones de riesgo, y ahora que decimos ‘basta’ muchos no entienden por qué no entramos a los edificios si antes lo hacíamos igual. A los docentes nos tildan de vagos cuando estamos trabajando más y en peores condiciones que nunca”,  dijo Marisa Di Quattro, orientadora de la escuela N° 32 del barrio Villanueva de Trujui. Y sobre la deserción que el reclamo produjo agrega: “El problema de los alumnos es que sin la obligación de no quedar libre o reprobar no se acercan ni hacen las tareas”.

“En otras escuelas sólo se habilitaron algunos sectores, como el patio interno, el SUM y los comedores. Asimismo, los alumnos y alumnas estuvieron yendo en horarios rotativos y reducidos, en ambientes compartidos y en varios casos, con un solo baño para  alumnos de 3 a 24 años. Otras escuelas optaron por iniciar las clases en iglesias o clubes”, sostiene Di Quattro.

Cooperativas en los barrios

¿Cómo se trabaja a nivel territorial por parte del municipio para generar estrategias a partir de una micro economía autosustentable? El Instituto Municipal de Desarrollo Económico Local (IMDEL), que depende de la municipalidad de Moreno,  nuclea el trabajo de cooperativistas solventando sus necesidades básicas e impulsando talleres de huertas, carpintería, herrería y de construcción en los llamados polos productivos, destinados a micro emprendimientos. “En Moreno existen ocho polos productivos donde concurren 35 a 40 personas por turnos, son 500 cooperativas con un total de 7.000 cooperativistas. Además, se promueve el autoconsumo y la salida laboral mediante intercambios de producción”, cuenta Isabel Rivadeneira, coordinadora de polos productivos en el sector de cooperativas de IMDEL.

El objetivo de este órgano es la formulación, ejecución y supervisión de políticas, planes y proyectos que favorezcan el desarrollo económico y productivo del partido, aunque desde la llegada del actual gobierno, el Ministerio de Economía dejó de solventar los cursos y capacitaciones. “Es ahí donde ocupamos ese rol más humano, donde amortiguamos las necesidades de las familias, facilitando algunos recursos que, si bien son escasos, pueden solventarlas mediante el trabajo comunitario”, dice Rivadeneira.

“La demanda constante la sentimos, por ejemplo, con las huertas orgánicas. El recorte llegó también al INTA, o sea que nos afecta también en estos proyectos. Antes entregábamos semillas a una institución por semana, hoy en día son casi diez instituciones por semana, y no es por una cuestión de hobbie, existe la necesidad neta y pura de generar su propia mercadería”, sostiene Carola Hernández, coordinadora de IMDEL.

Subdesarrollo social

¿Qué carencias se profundizaron en este sector del Conurbano bonaerense? “El accionar del gobierno es ajeno a las necesidades del pueblo, no genera políticas sociales de contención y, además, elimina las ya conquistadas años anteriores. En el marco de la peor crisis de los últimos años, son los más vulnerables los que se ven perjudicados”, dice Paula Sánchez,  trabajadora social, que desempeña en el área de Primera Escucha de Desarrollo Social de la Municipalidad local. En cuanto a las problemáticas concretas en los periféricos barrios de Moreno sostiene que “la población se duplicó y triplicó en los últimos años. La infraestructura es cada vez más deplorable, se puede observar más asentamientos y ocupaciones territoriales. Las situaciones de inundaciones y los hechos de violencia aumentaron”. Además, señala que “en esta localidad acuden cada vez más a las trabajadoras sociales por hechos de vulnerabilidad social, como la falta de trabajo, que a causa de la crisis del país, se multiplica”. Así, esta parte del oeste se agita entre la pobreza creciente y las promesas oficiales de que “lo peor ya pasó”.

Un modelo excluyente

El economista Alejandro Robba, vicedecano del Departamento de Economía en la  Universidad Nacional de Moreno, cuenta cómo impactan las políticas neoliberales en los sectores populares: “Las políticas de este gobierno vinieron a cambiar el modelo de  distribución del ingreso con la intención de restarle poder al sector popular. Se basó en vulnerar derechos, amedrentar sindicatos, bajar el empleo, todas características de un modelo que prioriza la renta empresarial como motor de crecimiento”, explica.

¿Por qué analizar Moreno y no otro lugar de la periferia? Robba expone: “Moreno, al igual que muchos distritos de la periferia, es una ciudad dormitorio. Esto quiere decir que la mayoría de los habitantes viaja hacia el Centro para trabajar. Significa además que su  capacidad de empleo es menor y no se dan las condiciones para desarrollar un modelo de consumo-inversión. Entonces cuando los modelos neoliberales empiezan a crujir, se descubre fácilmente la verdadera cara del modelo económico. El ajuste de shock tiene ganadores y perdedores, las pymes y las clases populares se ven afectadas directamente, dejando como ganador al sistema financiero”.

Bajo el argumento de culpar al gobierno anterior de crear una “fiesta del consumo” donde se gasta más de lo que se genera, se crea la atmósfera perfecta para justificar el ajuste que desde 2015 se siente cada vez más y no parece detenerse en 2019. “Ese argumento valida un ajuste, para achicar el consumo y así generar un ahorro, que generará inversiones y finalmente hacer crecer la economía. La famosa “lluvia de inversiones” que nos prometieron viene de la mano de esta lógica que tienen los gobiernos neoliberales con los que no estamos para nada de acuerdo”, expone el economista y prosigue: “Nosotros pensamos que el crecimiento económico viene de la demanda efectiva. Esto quiere decir que la única forma de crecer, de generar la economía, es cuando mejora la distribución del ingreso, traducido en aumento del empleo, mejora en  los salarios que empujan el consumo”.

Menos carne y más abrigo

Menos carne y más abrigo

“Hay que preservar el dinero ahorrando lejos de los impulsos y de la inflación. Así bien en el día a día cualquier alcancía casera puede servir a fin de cada mes, conviene juntar todo y como mínimo hacer un plazo fijo en casa”, dice Ezequiel Fernández, vecino de Merlo. Su vecina, Mercedes Penell, completa: “La situación actual de la economía en la Argentina se siente en nuestros bolsillos”.

Otro bonaerense, Manuel Aguirre relata sus estrategias de forma más detallada: “Para llegar a fin de mes, en mi casa se achicaron varios gastos, hay algunos que son fijos y no se pueden eliminar, como la luz, gas, agua, impuestos, pero hay otros como el celular que por ahí buscamos bajar el precio de los abonos. En mi hogar somos cuatro y tratamos de comer todo lo que haya hasta terminarlo y no comprar comida por demás”. Y agrega: “Si sobra algo de un día para el otro se come, ya no se tira, otra cosa es que no se compra carne, y este año no comimos frutas no estacionarias porque estaban muy caras”.

Esteban Sánchez, licenciado en Economía Política formado en la Universidad de General Sarmiento e Investigador del departamento de Economía y Administración de la Universidad Nacional de Moreno, explica: “Estamos entrando en lo que se conoce como una situación de estanflación, es decir, un estancamiento económico e inflación, el peor de los escenarios, pues no hay ingresos que compensen lo que se pierde en el aumento de precios de la canasta de consumo de los hogares.”

Asimismo,  Mercedes cuenta las estrategias microeconómicas de su familia: “Nosotros buscamos achicar gastos por fuera de la casa y así lograr mantener los necesarios dentro del hogar. Por ejemplo, salimos con la plata justa para no gastar de más, ya no nos damos ese gusto de comprar algo porque tenemos ganas, ahora se repiensa en frío cien veces, y se trata de no usar las tarjetas de crédito porque te ayudan en el momento pero luego te endeudás y no sabes cómo salir de la deuda”. Cuenta, además, que hay otros rubros básicos que sufren la poda familiar: “La ropa ya no la compramos en el mismo lugar; dejamos de ser fiel a una marca y optamos por comprar en lugares más baratos. Así tratamos de tapar huecos, y logramos llegar a fin de mes, no eliminando mucho de nuestra cotidianeidad”.

Pero no todos pueden cubrir sus gastos, por más privaciones a las que se sometan. Luciano Gómez, empleado de Merlo, dice: “En mi caso la plata no me alcanza, llego a fin de mes con la ayuda de las tarjetas de crédito y esto hace que llega un momento en el que siempre estoy endeudado, ya no me compro indumentaria, y cuando voy al supermercado elijo lo justo y necesario: carne no se compra. Y, en casa, preferimos estar muy abrigados con tal de no prender el aire acondicionado, porque después te viene mucho para pagar”.

Carmen Godoy, vecina de Moreno, describe  lo que le sucede: “Consumo menos bienes, voy poco a los supermercados, shopping y peluquerías, porque parte de mi ingreso lo debo destinar al pago de boletas de luz y gas, que es lo que más me aumentó.  Este mes me vino para pagar el doble y el resto es para el colegio de mis hijos y obra social prepaga”. De la misma manera, Javier Varela, merlense, dice: “En mi caso no tenemos gas natural y el envasado presenta una diferencia notable respecto del de red, una garrafa te cuesta 450 pesos y compramos tres al mes. Así no hay sueldo que rinda, los medicamentos están por las nubes. La plata que teníamos ahorradas para las vacaciones de a poco se va gastando, así que este año no las tendremos”.

Sánchez advierte que “la situación económica es muy mala, y los prejuicios sociales son imposibles de disimular hasta para los acérrimos defensores del gobierno. Sin profundizar en la dinámica del modelo económico que propició la vuelta de un neoliberalismo radical, podemos ver la alteración de precios relativos determinantes para la producción, el empleo, la distribución del ingreso, suba de las tarifas de servicios,  combustibles, caída del salario real, y devaluación”. El investigador asegura que “esta combinación explica el gran retroceso que estamos viviendo, pues cae el poder adquisitivo, crece la inflación y se encarecen los costos de producción. El cuadro se completa cuando vemos todo dispuesto para favorecer la valorización financiera, libre movilidad de capitales, altas tasa de interés y un endeudamiento externo desorbitante”.

Del mismo modo, Pablo Tavilla, economista y docente de la UBA y de la Universidad Nacional de Moreno,  comenta: “Los salarios están cayendo mucho, basta con ir a las góndolas estos días y es impresionante ver cómo se han remarcado los precios, mientras tanto los sueldos están atrás.”  Ante ese panorama, afirma: “ Era indudable que este modelo iba generar contracción del producto y destrucción del empleo. Hay que volver a pensar en términos de estrategias de desarrollo que deben ser muy diferentes”. Mientras tanto,  la población se las ingenia como puede para pagar las cuentas.

 

La marcha más grande de Moreno

La marcha más grande de Moreno

Mujeres alzando el puño y cantando en la movilización.

El  pasado lunes 3, a un mes de la tragedia ocurrida en la escuela primaria N° 49 del Barrio San Carlos, de Moreno,  una marcha multitudinaria en la que participaron docentes, auxiliares, familiares de las víctimas, padres de estudiantes y ciudadanos, recordó a Sandra Calamano y Rubén Rodríguez, muertos al explotar la conexión de gas del establecimiento y exigió justicia. Además, los manifestantes reclamaron la solución de los grandes problemas de infraestructura que afectan a los establecimientos educativos del distrito, sin clases desde el estallido.

Durante toda la semana se convocó a la comunidad educativa a lo que se designó como “La marcha grande de Moreno”, en la que la consigna fue que todas las escuelas e instituciones del municipio salieran a reclamar por justicia, mejoras edilicias y aumento del salario docente y no docente. Asimismo, se programaron distintos puntos de encuentros, en los cuales las columnas, organizadas por localidades, se conjugaron en un solo grito de justicia.

Todo comenzó desde muy temprano, donde la columna Nº 1, encabezada por docentes de la Escuela Nº 49, emprendió la marcha central desde el Barrio Las Catonas a las 08:06, horario en que se produjo la explosión en el establecimiento a causa de una fuga de gas. La columna se dirigió por la Ruta Provincial N° 23 hasta el monumento Fuentealba, ubicado en el acceso Oeste y Ruta 23, que homenajea al maestro asesinado en Neuquén por la policía local, en 2007. A las 10:00, confluyeron las columnas 2 que provenían de Paso del Rey, de Francisco Álvarez- La Reja, de Moreno centro y Sur y, por último, otra columna de Cuartel V.

Una multitud sosteniendo una pancarta pidiendo justicia por las muertes de Sandra y Ruben.

La comunidad educativa recordó a Sandra Calamano y Rubén Rodríguez.

“La consigna de hoy es fundamentalmente para exigir justicia, por Sandra y por Rubén, seguir exigiendo que las escuelas se arreglen, para que tengamos escuelas dignas para nuestros hijos y para que los docentes y auxiliares puedan ir a enseñar como corresponde. Acá los responsables siguen mirando para el costado, acá responsabilizamos a (la gobernadora María Eugenia) Vidal y (Sebastián) Nasif (interventor del Consejo Escolar al momento de la explosión), no vamos a parar de movilizar hasta que los responsables estén donde deben estar”, expresó Gustavo Muñoz, Secretario Adjunto de la CTA Regional.

Por su parte, trabajadoras auxiliares, como Ana Rivero y Carmen Sosa de la EPB N°71 del Barrio Pfizer expresaron: “La marcha nos dejó una sensación de mucha angustia”. Ellas, al igual que numerosos auxiliares, asisten a las familias de la escuela y participan en un comedor comunitario del barrio “porque los chicos no pueden dejar de comer”, expresa Rivero.

Tras un recorrido aproximado de dos kilómetros y con la participación de unas 15.000 personas, “La Marcha Grande” llegó al acampe que se realiza frente al Consejo Escolar. Algunas de las consignas más pronunciadas fueron “No fue un accidente”, “El ajuste mata” y “La educación no se negocia”.

Una multitud sosteniendo banderas y carteles.

Las escuelas e instituciones del municipio salieron a reclamar por justicia, mejoras edilicias y aumento del salario docente y no docente.

El acampe lo llevan adelante diferentes sindicatos y organizaciones sociales como forma de protesta. Entre ellas están la Unión de Docentes de la Provincia de Buenos Aires (Udocba), la Central de Trabajadores Argentinos (CTA), la Corriente Clasista y Combativa (CCC), la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP) y la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE).

Walter Cravero, Secretario de ATE, expresó: “Esto es histórico, estamos luchando todos juntos unidos pidiendo justicia” La última oradora fue Mabel Zurita, viuda de Rubén Rodríguez, que era el portero de la escuela. Mabel, en diálogo con ANCCOM, dijo: “No solo he perdido a mi esposo sino también a una compañera de lucha de toda la vida”, hablando de Sandra Calamano y agregó sobre Rubén: “Mi esposo amaba su profesión y termina su vida trágicamente en su espacio de trabajo”.

El acto finalizó con el Himno Nacional, ejecutado por músicos locales. Bajo el escenario, los manifestantes se despidieron con abrazos y palabras de aliento a los docentes que luego de la desconcentración siguieron su recorrido hacia la Jefatura Distrital de Educación a elevar un petitorio en el que exigen las reformas necesarias para poder volver a dar clase.

Docentes hombres y mujeres sosteniendo la pancarta, al frente de la marcha.


Hombres y mujeres en la movilización y detrás de ellos carteles pegados en la pared exigiendo justicia.

 

La desidia lleva a la muerte

La desidia lleva a la muerte

Tras la explosión de una garrafa de gas en la Escuela 49 del Partido de Moreno que ocasionó la muerte de Sandra Calamano, su vicedirectora, y Rubén Rodríguez, auxiliar, una multitud se manifestó frente al Consejo Escolar y luego se movilizó hasta el Municipio, para exigir justicia y denunciar el abandono del Estado en todas las escuelas del distrito.

Las calles de Moreno se colmaron de tristeza y dolor por la pérdida de dos trabajadores de la educación.  “Sandra iba todos los días a las 8 de la mañana, para prender las estufas y que esté ambientado el lugar para cuando llegaran los chicos 8.30. Esto ocurrió 8.10 de la mañana, yo tenía mis hijos listos, los nenes entran 8.30. Imaginate, 20 minutos para que los chicos estén ahí; 300 nenes van a ese colegio, doble jornada”, expresó la mamá de dos alumnos de la Escuela 49, conteniendo las lágrimas mientras cientos de personas comenzaban a llegar y rodear las gomas que se quemaban sobre la Avenida Victorica, frente al Consejo Escolar.

Sandra falleció junto a Rubén durante la mañana del 2 de agosto, después de la explosión de una garrafa provocada por una pérdida de gas que había sido denunciada tiempo atrás. La falta de respuestas y las muertes de Sandra y Rubén motivaron que los reclamos se atestaran de bronca e indignación. “Hace meses se viene diciendo que había pérdida de gas. Los chicos mismos lo decían, hubo días que no tuvieron clase por ese motivo y siguieron sin solucionarlo. Ahora perdimos las dos vidas. La vicedirectora misma nos hizo firmar seis notas. Hoy la vicedirectora tendría  que estar ella acá y no está. Estamos luchando por lo que ella quería lograr”, continúa contando la mamá.

A medida que llegaban docentes, estudiantes, trabajadores y vecinos de Moreno y zonas aledañas, pegaban carteles sobre la persiana del Consejo Escolar en los que manifestaban su solidaridad y exigían justicia. Un matrimonio fue el primero en arribar, cuando las autoridades se retiraban del lugar “Nosotros llegamos 11.30 con mi marido para reclamar porque no pueden ser que las escuelas sigan así.  Los jefes se fueron diciendo que nos querían mandar Gendarmería para que nos vayamos, que no tendríamos que reclamar nada, siendo que hay dos muertes de dos inocentes. “La gobernadora (María Eugenia) Vidal y (el interventor del Consejo Escolar Matías) Nasif son responsables de que hoy hayamos perdido estas dos vidas”, dijo la mujer cargada de bronca.  

Al mismo tiempo se realizó una masiva concentración en Acceso Oeste y ruta 23, convocada por la CTA Regional Merlo-Moreno y SUTEBA Moreno. La inmensa columna llegó al Consejo Escolar alrededor de las 15, encabezada por docentes de la Escuela Nº 49 que sostenían un trapo que decía “No a la ilegítima intervención del Consejo Escolar”, dado que el organismo está intervenido desde octubre de 2017 por el gobierno bonaerense. Allí se realizó un acto conducido por Mariana Cattaneo, Secretaria General de SUTEBA de Moreno, que manifestó la necesidad de “cada vez más unidad del campo popular”. Durante el acto, tomaron la palabra distintos allegados a las víctimas. “Sandra, al igual que Rubén, era la primera en llegar y la ultima en irse. Preocupados porque los pibes comieran, por eso hoy no están más con nosotros. Preocupados porque hoy pudieran desayunar, habiendo una pérdida de gas desde ayer, buscándola, vinieron desde el Consejo y no lo cortaron. Esto no fue un accidente. Fue un asesinato, y la responsable es la Gobernadora  por cómo está vaciando las escuelas de la provincia de Buenos Aires. Y cuando defenestran a los docentes y a los auxiliares diciendo que somos vagos y que no queremos trabajar, nosotros le decimos que somos quienes mantenemos en pie las escuelas de la provincia. Cada uno de nosotros somos los que mantenemos en pie la educación pública”, expresó Hernán, docente de la escuela 49. Luego de una hora, la multitud se movilizó por el Centro de Moreno hasta llegar al Municipio, donde siguió desarrollándose el acto. Allí se pronunciaron representantes de distintos gremios, muchos de ellos jóvenes de Centros de estudiantes de la zona, quienes exigieron a las autoridades municipales y provinciales “humanidad y sensibilidad, porque ante todo somos personas”, dijo a ANCCOM Camila, una joven de 15 años de una escuela de Francisco Álvarez.

El acto finalizó con la invitación a movilizar al día siguiente en Moreno, y en todas las ciudades de la provincia.

Un día después, la solidaridad y el compromiso social abrazaron a los chicos de la 49: el comedor barrial “Sueños Esperanzas” se ofreció a recibirlos a todos dado que no sólo no tendrán clases, sino que tampoco recibirán la comida que allí tenían asegurada. “Sueños Esperanzas” recibirá donaciones hasta el sábado 11. Se necesitan: alimentos no perecederos (arroz, fideos, polenta, legumbres, etcétera); pollo, carne y verduras. El comedor dejó un celular, (011) 15-6688-8285 y el nombre de Estefanía para coordinar