Techos de cristal y pisos pegajosos

Techos de cristal y pisos pegajosos

Pasados casi tres años desde la primera marcha Ni Una Menos, las mujeres cada vez toman más conciencia de las desigualdades existentes, tanto en el plano político y social como también económico y laboral. Mientras que la lucha por el aborto legal, seguro y gratuito se instala con fuerza, como la denuncia de la violencia del acoso callejero, en el ámbito de la economía aún están bastante invisibilizadas las enormes diferencias que separan a hombres y mujeres.

“Las desigualdades a las que se enfrentan las mujeres en el plano económico y laboral son muy diversas. Desde el vamos, las mujeres tienen tasas de actividad menores que los varones, pero cuando uno después analiza la tasa de desocupación resulta que la femenina es mayor a la masculina”, comenta Violeta Guitart, economista y co-editora de EcoFemini(s)ta, una organización nacida en el 2015 que tiene el objetivo de visibilizar la desigualdad de género a través de la difusión de estadísticas y contenidos académicos.

Tres mujeres trabajan sobre una camisa colocada en un maniquí.

Entre hombres y mujeres hay una brecha salarial del 27% en el mercado formal formal y llega a casi el 40% en el informal.

“La brecha salarial es del 27% en el mercado formal y llega a casi el 40% en el mercado informal”, agrega Candelaria Botto, economista y coordinadora de voluntariado de la organización. “Hablamos de dos personas, que son iguales en papeles, cumplen la misma tarea, con la misma capacitación y cobran distinto según su género. Es es una discriminación directa: una mujer cobre el 27% menos que un varón, solo por el hecho de ser mujer”, finaliza.

La metáfora del techo de cristal, para mostrar cómo las mujeres no acceden a los puestos jerárquicos, y del piso pegajoso, que hace ver cómo suelen quedar adheridas a los puestos de menor calificación, explican la otra parte de la brecha.

“También sucede que hay una continuidad en los trabajos que realiza la mujer. En el siglo pasado estaba atada solo al trabajo del hogar. Entonces, cuando sale al mercado remunerado hay una continuidad en las tareas que realiza. Sectores como la docencia, enfermería y empleada doméstica están feminizados, mientras que la construcción, la logística y el transporte son sectores masculinizados”, afirma Candelaria.

“Cambió la inserción de la mujer en el mercado pero no la situación en los hogares», destacan Eliosoff Ferrero y Laterra.

“Esto es parte de una construcción social, que se manifiesta, entre otras cosas, en la división sexual del trabajo. Esta reproduce una división de tareas entre las que corresponden a la esfera pública (vinculado a lo masculino) y la esfera privada (vinculado a lo femenino)”, explican Maria Julia Eliosoff Ferrero y Patricia Laterra, ambas integrantes del Espacio de Economía Feminista de la Sociedad de Economía Crítica.

La perspectiva de género en el plano económico ha planteado nuevas problemáticas, que ayudan a pensar nuestras actividades y reclamar por más derechos. Se han visto grandes avances en cuestión de participación de la mujer pero uno de los mayores problemas es el del trabajo doméstico no remunerado. Estudios de uso del tiempo del INDEC, realizados en 2013, muestra que la mujer usa 6,4 horas al día en trabajo doméstico que no se paga, mientras que el varón lo hace en una proporción de 3 horas.

“El aporte fundamental de la economía feminista es el trabajo doméstico no remunerado y es una crítica al concepto de trabajo clásico elaborado en la economía, que se olvida de todo este aporte que hacemos las mujeres a la producción social”, explica Candelaria. “Todo el sistema productivo se basa en este trabajo que hacemos nosotras, que es invisible porque se realiza dentro del hogar y no es reconocido socialmente. Hoy en día sigue estando la pregunta ‘¿Tu mamá trabaja? No, es ama de casa’”, destaca la paradoja.

Tres mujeres sostienen sobre sus piernas a sus hijos.

El trabajo doméstico, al no ser reconocido socialmente, también es un factor que marca desigualdades.

Eliosoff Ferrero y Laterra agregan: “Hoy cambió la inserción de la mujer en el mercado salarial, pero no la situación al interior de los hogares. Hoy sí hay mayor visibilidad del trabajo no remunerado y de cuidados, pero todavía está en discusión el cómo se construye culturalmente la división sexual del trabajo”.

Finalmente, las integrantes de la Sociedad de Economía Crítica opinan sobre las medidas que se deberían tomar para generar una sociedad más equitativa, entre ellas “implementar y ampliar la ley de cupo laboral para personas trans, travestis y transgéneros y para mujeres con discapacidad y mujeres indígenas; licencias por violencia de género y la socialización, desprivatización y desfamiliarización del trabajo doméstico”. Violeta Guitart, por su parte, concluye: “Si bien hubo cambios, y cada vez hay más conciencia de las desigualdades de género, la perspectiva de género aún no es transversal en el análisis económico y en análisis de las políticas públicas, y mucho menos para su implementación, entonces es necesario que empiece a ser transversal y no un eje aparte en los distintos análisis”.

Una mujer trabaja en el marco de la jornada "Cocer en la Calle" como forma de protesta por la finalización del programa "Proveedores del Estado"

La discusión también gira en torno a cómo se construye culturalmente la división sexual del trabajo.

Varones antipatriarcales y mujeres feministas

Varones antipatriarcales y mujeres feministas

El sábado 29 de abril se realizó en el Anfiteatro Eva Perón de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE) el segundo encuentro del Ciclo de Entrevistas “Feminidades Públicas”, convocada por el Colectivo de Varones Antipatriarcales de la Ciudad de Buenos Aires.

En este encuentro el eje propuesto fue el de “Feminidades y Derechos Humanos” y contó con dos invitadas de lujo: la periodista y activista feminista Marta Dillon y Nora Cortiñas, miembro de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora.

En palabras de sus organizadores, el ciclo tiene como objetivo poner en escena la relación entre la feminidad y lo público, en contradicción con el lugar tradicional que se les asigna a las mujeres relacionado a las tareas domésticas y recluidas al ámbito privado: “Nos parece importante mencionar que las invitadas supieron romper el estereotipo asignado por el género”, afirmó Joaquín Coronel, militante de Varones.

Diego Rodríguez, perteneciente al Colectivo, se ocupó de presentar la charla: “Somos varones y maricas que nos organizamos políticamente con la idea de aportar a la lucha contra el patriarcado. Tenemos como objetivo generar espacios de reflexión colectivos entre aquelles sujetes que nos percibimos varones o que somos leídos como tales en la sociedad. Rechazamos el lugar de poder que este sistema nos asigna. Nos organizamos retomando reivindicaciones del feminismo y denunciando la violencia machista”. Además, declaró su preocupación por la situación del colectivo LGBT en Chechenia, la política de vaciamiento de la ESI (Educación Sexual Integral), el caso Higui y el cierre de espacios culturales en nuestro país.

Nora Cortiñas se destacó por sus anécdotas, que distaron de ser protocolares. Por el contrario, contó con sobradas muestras de afecto y atención por parte del público, que no paró de celebrar sus aportes con aplausos. Y también risas, en algunos momentos. Abrió su disertación relatando que se crió en una casa muy machista, muy patriarcal, que su marido era muy celoso y cuando desapareció su hijo, Carlos Gustavo Cortiñas, comenzó a verse obligada a salir a la calle a reclamar: en esa irrupción en el espacio público recordó sus primeros encuentros con personas pertenecientes a la militancia en la diversidad: “En el caminar de las Madres se acercaron a nosotras chicos homosexuales. Encantadores pibes que veían, en nosotras, afecto. De esa manera tan natural, no con los libros sino con el contacto con ellos, empecé a entender de otra forma. En las marchas, por ejemplo, se acercaba algún pibe y me decía: ‘Madre ¿yo me puedo dejar ver con ustedes? Porque si mi mamá me ve con ustedes va a pensar que estoy por buen camino’”.

El caso de Nora, una mujer de 87 años inserta en la política y disputando el espacio público, ejemplifica la transformación de la mujer: de estar exclusivamente al servicio de su familia entre las cuatro paredes de su hogar, a ser la mujer pública y en la disputa por el poder. En esa transición, encontró sus primeros cruces con el feminismo: “Yo primero leía sobre el feminismo: decían que en Europa las feministas eran las que revoleaban el corpiño y yo decía ¡qué estupidez!”. En otro momento, recordó que participó, junto con otras Madres, en el primer Encuentro Nacional de Mujeres en 1986 y admitió que: “Fui entendiendo que los derechos humanos son todos y no solo los de los desaparecidos y los presos políticos”.

El aporte de Cortiñas también permitió dar cuenta de una transformación de la ubicuidad del feminismo, de los espacios académicos a la calle: “A nosotras, las feministas nos preguntaban por qué salíamos a la calle. Por eso, cuando fui al primer Encuentro, llegué con timidez y les expliqué que salíamos porque nos habían sacado un pedazo nuestro. Nosotras rompíamos con el lugar de la mujer que se queda en su casa. Y con el que quería la Iglesia: poniendo una velita y la fotito del hijo en una repisa rezando y llorando. Como no lo hicimos, les molestó. Pero lo hicimos por una cuestión visceral. Salimos a pelear como unas leonas”.

Por su parte, Marta Dillon, fundadora del suplemento “Soy” de Página/12, relató cómo fue su incorporación al feminismo: “Yo creo que tiene que ver con darse cuenta de la subalternidad que significa ser mujer. No es una cosa que sucede de un día para el otro. Mi mamá desapareció cuando yo tenía 10 años. Yo la ayudaba a ella a cuidar a mis hermanos y esa sensación de hacerse cargo de tres varones se sostuvo a lo largo del tiempo. Esa tarea que muchas niñas y mujeres reconocerán. Después, fui madre soltera. Pero definitivamente me convertí en feminista cuando tuve el diagnóstico de VIH positivo. Ahí realmente la diferencia en la mirada de los otros y las otras era radical, porque una mujer que se había infectado era inmediatamente supuesta de ser una puta, de tener una vida sexual condenable. De hecho, siempre se reiteraba esta pregunta sobre cómo me contagié, esperando que les responda que en una transfusión. Si esa respuesta no llegaba, ahí ya no era tan víctima. Para los gays el estigma era peor. Y en el caso de los travestis, todavía hoy los sigue matando la dificultad de acceder a una atención médica adecuada. Hace muy poco realmente que hay una existencia legal para las trans y travestis”. Además, sostuvo que ser feminista es estar en un lugar marginal, señalar algo que nadie quiere ver y que cuestiona hasta lo más íntimo, “por eso hablamos de revoluciones en las camas, en las casas, en las plazas, en las calles y en todos lados”. Dillon afirmó que hacerse feminista la transformó: “Cambia todo. Creo que hasta cambió mi relación con mi madre”.

Marta Dillon, periodista

Marta Dillon, activista y fundadora del suplemento “Soy” de Página/12. “Yo creo que tiene que ver con darse cuenta de la subalternidad que significa ser mujer», relató.

Acerca del rol de las mujeres en la etapa de la dictadura, reflexionó: “Algunas mujeres, que hasta se entrenaban para usar las armas o las usaban directamente, no dejaban de tener la responsabilidad de lo doméstico a su cargo. Después, al ser secuestradas, pasaron por los centros de detención y fueron torturadas de manera bien particular”.

Por otro lado, y como trazando una línea de tiempo, recordó el rol de las mujeres piqueteras durante la crisis de 2001, quienes tomaron un papel protagonista en la calle. Analizó cómo las organizaciones piqueteras empezaron a ir masivamente hacia los Encuentros de Mujeres y a cambiarlos radicalmente con otras discusiones y con otras propuestas.

También destacó el valor de la sororidad en la lucha contra la violencia machista y dijo, en relación a los casos de feminicidios: “No se aguanta más tener que sumar todos los días un nombre más al bagaje de la memoria y tener que aguantar los detalles morbosos con los que se han maltratado a estas chicas tan jóvenes. En este momento hay una gran posibilidad de que los lazos que nos sostienen se extiendan y se hagan más fuertes”.

Hacia el final de la charla Nora Cortiñas concluyó: “Les dije que venía a aprender. Y hoy aprendí que las Madres fuimos extraordinariamente feministas”. Y el público estalló en aplausos.

Este ciclo de charlas comenzó el 8 de abril bajo el eje “Feminidades Públicas y Trabajo” con les invitades Silvia León y Marlene Wayar. Tiene como objetivo financiar el VI Encuentro Latinoamericano de Varones Antipatriarcales (ELVAP) organizado para los días 7, 8 y 9 de octubre, en de Santiago, Chile, en el que participarán además otras organizaciones y colectives antipatriarcales  o profeministas como Traidores de Papá -de Uruguay- y el chileno Kolectivo Poroto.

El segundo encuentro del Ciclo de Entrevistas “Feminidades Públicas” fue convocada por el Colectivo de Varones Antipatriarcales de la Ciudad de Buenos Aires en el Anfiteatro de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE).

 

Actualizada 04/05/2017