«El futuro a Kubrick le quedó corto»

«El futuro a Kubrick le quedó corto»

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La Naranja Mecánica alguna vez fue la Gran Bretaña del futuro: la de la delincuencia juvenil, la tortura psicológica, el amor por Beethoven y la jerga adolescente enraizada a ambos lados de la Cortina de Hierro. Pero actualmente, bajo la dirección de Manuel González Gil, la distopía imaginada por el escritor inglés Anthony Burgess podría ser hoy y cualquier lugar. Llevada al cine por el estadounidense Stanley Kubrick en 1971, la violenta historia de Alex aparece este año sobre el escenario del Método Kairós, transformada por Manuel González Gil y su elenco en una obra musical sin tiempo ni lugar definidos. En el teatro, la música, el lenguaje, la brutalidad y el control social integran nuevamente un mundo imaginado que, a los ojos del director, sigue vigente.

¿Por qué La Naranja Mecánica?

La Naranja Mecánica nace en la productora de Javier Faroni, en marzo del 2018. Me comentó que había comprado los derechos y que quería dármelos para que yo la dirigiera. A medida que fue transcurriendo el año, fuimos dándonos cuenta de que, sobre todo para los productores, era muy difícil trabajar con una tragedia o con un drama en calle Corrientes. Para noviembre decidimos que aquella obra pensada originalmente para el circuito comercial fuera probada en el off: probar en el circuito alternativo, ver cuál es la respuesta del público y analizar si se quiere dar el salto luego a un circuito con más butacas. Por lo menos se tienen ya datos muy concretos de lo que va pasando con la obra y con la gente. Así la encaramos en cooperativa en el teatro El Método Kairós.

La actuación de Malcolm McDowell en la adaptación de Stanley Kubrick es un ícono en sí mismo. En esta versión le tocó a Franco Masini asumir ese desafío. ¿Qué le aportó al personaje de Alex?

Franco tiene una mezcla muy interesante de ese ángel y de ese demonio que Alex representa; de esa dualidad que es necesaria. Por su apariencia, hace que la otra persona baje la guardia, te acercás confiando y después te encontrás con la persona que es. El protagonista tiene que reunir determinadas condiciones físicas que Franco reunía y, por supuesto, las interpretativas que necesita para transitar por el camino tortuoso que Alex transita.

Manuel González Gil con sus actores.

Alguna vez mencionaste que la escritura de esta adaptación teatral partió fundamentalmente de la novela original de Burgess, y que hubo una voluntad de cuestionar si aquel futuro imaginado por el autor y llevado a la pantalla por Kubrick era ya un presente. ¿Qué papel tuvieron en ese proceso el diseño de producción y la dirección del film de Kubrick?

Burgess y Kubrick, ambos, pensaron en un futuro. Lo que pasa es que, en un tiempo en que todo pasa tan rápido y lo que antes pasaba en cien años ahora pasa en uno, el futuro a Kubrick le quedó corto, porque hasta la ‘estética del futuro’ empezó a pasar de moda a los cinco años. A los seis ya parecía viejo. Lo que hay que rescatar es que lo inquietante es que se realice en un espacio y en un tiempo indefinido. Puede ser el futuro, y creo que es el futuro. También entendí que ese futuro que Kubrick y Burgess pensaron ya había llegado. Los condicionamientos sobre determinadas partes de la población, como en este caso la carcelaria. Pero el gobierno pretendía llevarlo a toda la población y someterla a este lavado cerebral. Tal vez ahora esto se hace de otra manera: el manejo de los medios va provocando determinados resultados generales. Y esto lo vemos claramente en cómo los pueblos votan y cómo llegan determinados presidentes al poder. Entonces claramente ese futuro es hoy. La implantación de chips ahora es una realidad. Por lo tanto, entiendo que jamás podrían pensar en su época, Kubrick y Burgess, otra posibilidad que esta lobotomía que le hacen al personaje de Alex. Sin necesidad tal vez de hacerlo tan cruel, como la experiencia del método Ludovico –en la ficción, es una técnica para la ‘rehabilitación’ de criminales que se basa en someter a los presidiarios a imágenes de extrema violencia bajo los efectos de fármacos que les generan dolores físicos-  ahora se hace con mucha más liviandad y con mejores resultados. Por lo tanto, la estética de la puesta en escena estaba fundamentalmente basada en esas premisas: en no contar ni un espacio determinado, ni un tiempo determinado. También estábamos condicionados al espacio en el que teníamos que jugar: el Teatro Kairós, que es un espacio vacío y que tiene cierta rústica en sus paredes. Partimos de esa posibilidad estética que nos daba la sala y creamos, casi te diría, un ambiente fabril con una excelente propuesta que nos hizo Lula Rojo en la escenografía y Pablo Battaglia en el vestuario. A partir de ahí transitamos esta idea de atemporalidad y de una universalidad espacial.

La música es fundamental en la historia de La Naranja Mecánica y para su protagonista. ¿Cómo fue el trabajo en conjunto con Martín Bianchedi para transformar ese texto original, y su relación con la música, en una obra musical?

Creo que la música en esta obra es fundamental ya desde la estructura argumental. El lavado cerebral de Alex fracasa porque es acompañado con la música de Beethoven y esto genera una falla en la metodología. La música es parte fundamental, por lo menos del universo de Alex. Fue fundamental en la película y también la sentimos indispensable para esta adaptación teatral. Con Martín trabajamos juntos desde hace cuarenta años ininterrumpidamente. Casi respiramos, él en la música y yo en el texto, una comunión muy grande. Descubrimos en el trabajo, cuando estábamos haciendo la tercera escena que el código de la obra iba a ser una suerte de ópera. Porque la música marca las acciones, es omnipresente durante toda la obra, los personajes hablan constantemente sobre la música y accionan sobre ella. Porque la música es climática, es protagonista.

Los peligros de la manipulación psicológica como herramienta de control social aparecen en las obras de Burgess y Kubrick en contraposición con el deseo de  rehabilitar y redimir al criminal violento. Analizándolo hoy: ¿en qué punto dirías que esa ciencia ficción ya es ciencia sin ficción?

La escena del debate que tienen el científico, el político y la religión frente a diputados y senadores de la Nación es lo que tiene más actualidad y expone la vigencia de lo que se está contando. Lo llamé a Darío Sztajnszrajber, -él también era fanático de la película- y estuvimos charlando mucho sobre esta escena. Y me tiró varias ideas para poder también llevar mucho más a fondo esta disputa entre el poder, la ciencia y la religión. La verdad, creo que esa escena marca como la bisagra casi conceptual de lo que se está debatiendo, y deja en evidencia la no existencia de buenos. Ni siquiera te diría de malos. Lo que deja traslucir, deja en carne viva, es la presencia fundamental de los intereses personales de cada sector: los comerciales, los del poder, los de la ciencia y los de la religión. Los deja sumamente expuestos. Esto me parece de una vigencia tremenda. Y un poco te apena que después de cincuenta años tenga tanta vigencia una misma situación porque no se ha podido resolver.

Franco Masini en el centro rodeado por Tomás Kirzner, Lionel Arostegui, Enrique Dumont, Francisco González Gil, Stella Maris Faggiano, Tomy Wicz y Fran Ruiz Barlett.

En el último año el teatro argentino sufrió una caída importante en ventas de entradas, junto con problemas presupuestarios en los organismos de fomento y alzas en los costos, sobre todo para el teatro alternativo: ¿cómo ves el futuro del teatro argentino en el corto plazo?

Siento que el teatro comercial está muy condicionado a hacer productos que estén muy ligados al humor. Yo fui también, y soy, parte de eso. Son cosas que los productores van necesitando hacer para poder llenar las salas. Fundamentalmente creo que el año de la crisis fue el 2018. Yo he visto obras dramáticas verdaderamente bellas que, en cualquier otro momento socioeconómico, perfectamente se podían dar en calle Corrientes y que este año no las admitían. Obras que verdaderamente tenían un valor teatral y no fueron acompañadas por el público. Por lo tanto, el teatro alternativo pasó a ser el único refugio en donde estos temas podían contarse. Y aquí estamos. Por eso es que La Naranja Mecánica, de pensarse para un teatro comercial, pasó a estar en el Kairós. ¿Cómo veo el futuro? En estos años de mi vida teatral siempre el teatro estuvo casi en peligro de extinción. Pasó por muchos momentos. Y siempre renace, y siempre encuentra sus formas, y siempre encuentra su salida. Tiene que acompañar, obviamente, un proceso en el  país. Yo tengo la posibilidad y el privilegio de viajar por todo el mundo para dirigir y te aseguro que no tengo la menor duda que el mejor lugar para trabajar el teatro de habla hispana es Buenos Aires, porque reúne a los mejores actores, a un público muy inteligente y exigente de lo teatral. Esto no se encuentra en estos otros países.  Vivo en el mejor país para hacer mi teatro. Y creo que, obviamente, va a volver a salir. Siento que el teatro siempre encuentra sus huecos y sus propuestas. Y son ciclos. En este momento estamos en una crisis, obviamente, y no lo dudo. Pero no es solo un deseo. Sé que vamos a encontrar otra vez una ola enorme que nos vuelva a poner a todos en camino.

El Método Kairos Teatro en El Salvador 4530, Ciudad de Buenos Aires.
Podes vero hasta el 30 de marzo.
Viernes, sábados y domingos. 

 

25 años de placas rojas

25 años de placas rojas

Si algún argentino escucha el nombre Stars and Stripes Forever, posiblemente no le sea significativo ni encuentre una referencia inmediata. Pero con solo entrar a YouTube, colocar el título en el buscador, y darle play, un sonido familiar le provocará la sensación de que algo está por suceder. Este elemento, entre otros, es uno de los destacados por Marcelo Figueroa en su libro Fue primicia: historia de Crónica TV (Ediciones Continente). A través de un viaje vertiginoso, el periodista y productor oriundo de Trenque Lauquen muestra las luces y sombras del canal que lleva un cuarto de siglo acompañando a una teleaudiencia ávida de noticias y entretenimiento.

Entrevistado por ANCCOM, Figueroa se define como un ‘apasionado’ de Crónica TV y particularmente de la historia de su creador, el omnipresente Héctor Ricardo García. Más allá de los preconceptos sobre la credibilidad y el rigor periodístico de la empresa, el escritor asegura que la señal televisiva se inscribió de forma indeleble en la cultura popular nacional. Su exhaustiva investigación, llevada a cabo a lo largo de 13 años, pone de relieve los recursos de un medio que, sin menospreciar el profesionalismo, hizo de la espontaneidad su marca registrada.

¿Cómo surgió la idea de hacer un libro acerca de Crónica TV?

La atracción por Crónica empezó primero como espectador, ya que, en el interior, el canal tiene una tracción muy fuerte. Siempre me llamó la atención cómo ‘gritaban’ las noticias. En el año 2006, instalado en Capital y trabajando en algunos medios, empecé a entrevistar a productores, camarógrafos y cronistas del canal. El libro durmió en mi computadora durante muchos años porque básicamente no encontraba una editorial. El año pasado empecé a retomar el diálogo con algunas y pude ofrecer algo más ganchero para el marketing: los 25 años de Crónica TV. Finalmente lo pudimos publicar con la editorial Continente. De todas formas, lo que me terminó de convencer para hacer el libro es la figura de Héctor Ricardo García, a quien yo no conocía más que de nombre. Me dio mucha curiosidad su personaje, leí sus libros autobiográficos y quise saber más de él.    

¿Tuviste dificultades para obtener los testimonios?

Y… varios se cuidaron de decir algunas cosas y muchos dudaban acerca de si el libro iba a cuestionar o poner en tela de juicio el trabajo de los periodistas del canal. Hay cierto prejuicio acerca de Crónica, quienes trabajan allí sienten que permanentemente tienen que dar explicaciones. Por otro lado, no pude hablar con García, tuve tres intentos de contactarlo y no prosperó ninguno. Hablé con colaboradores directos, autorizados por él, que lo interiorizaron acerca de la investigación.

¿Qué tan importante es la figura de Héctor Ricardo García en la historia de Crónica TV?

Él es Crónica. Básicamente todo lo que había hecho en el diario lo volcó a la televisión, que es su verdadera pasión. Cuando manejó Teleonce, lo bautizó como ‘el canal de las noticias’ y en Canal 2 utilizó algunos formatos de placa. Todo eso se pudo ver en Crónica. Fue un pionero, y como tal merecía un reconocimiento. Es sin dudas el máximo referente del periodismo popular en Argentina. No terminó la secundaria, ni está formado teóricamente. Siempre se movió por un instinto basado en la escuela de la calle.

¿Pensás que priorizó el periodismo por sobre lo empresarial?

Jamás se consideró un empresario, más allá de que a lo largo de su vida hizo buenos negocios. De hecho descuidó la parte empresarial, tuvo que vender el diario y después cuando cayó preso perdió parte del canal televisivo, hasta que finalmente hoy en día ya no tiene nada que ver con Crónica a nivel accionario.

De todas formas, su influencia sigue a tal punto que personalidades como Marcelo Tinelli, Daniel Hadad y Chiche Gelblung lo tratan de “maestro”…

Claro, siempre elogiaron su labor en diversos temas. Hadad lo elogia nivel manejo de medios, Tinelli a nivel espectáculos. Él hizo debutar a Gerardo Sofovich y lo dirigió como mediador en el debate entre Agustín Tosco y José Ignacio Rucci. Fuera de toda rosca política, García organizó el debate para ganar rating y tenerlo como primicia. Por otro lado, un poco en contradicción con lo que te decía recién, Jorge Fontevecchia siempre lo admiró como empresario editorial por la altísima venta que tuvo el diario Crónica.

¿La carta más fuerte del canal siempre fue la primicia?

Claramente, por su vasta red de contactos llegaban primero a todos lados. Incluso tenían recursos como poner las placas con los hechos de forma enigmática, sin especificar la dirección donde ocurría. Ellos se reservaban el “dónde” para poder estar antes y tener una ventaja. Me di cuenta que todos los que trabajaban ahí eran fanáticos de la primicia.

Dentro de esa primicia, parecería que siempre hubo una pugna entre la seriedad y el sensacionalismo…

En su momento se decía que si escurrías Crónica, ‘chorreaba sangre’. Hoy los policiales rinden, y los muertos se muestran permanentemente. Antes una nota con un cadáver acarreaba un editorial de La Nación cuestionando la ética periodística, actualmente ese límite está corrido. Crónica fue pionero en apelar al morbo para atraer a la audiencia, algo utilizado y reconocido hoy en día por todos los medios. Hay elementos característicos del canal como las placas rojas, con frases al estilo ‘lluvia de balas’ para hablar de un tiroteo, o ‘se teme lo peor’, para generar expectación en el medio de una toma de rehenes. Pero la realidad es que hoy casi todos los medios utilizan los mismos recursos.

En ese afán por exaltar el morbo, hubieron algunos excesos ¿Notaste algún tipo de arrepentimiento?

El más grave fue el suicidio de Mario ‘el malevo’ Ferreyra, que fue grabado y puesto adrede al aire. Algunos productores me reconocieron que estaban arrepentidos, aunque siempre me dejaron en claro que García era quien tomaba la decisión final y se hacía cargo. Después hubo una famosa placa negra que solo mostraba la hora y la temperatura, en el medio de rumores muy fuertes sobre el fallecimiento de Maradona. Rubén Molina, mano derecha de García, me preguntó si yo había puesto en el libro que ellos “mataron al Diego”. Al leerlo se percató de que, si bien en la introducción doy a entender eso, en el capítulo desarrollo los hechos tal y como fueron. Incluso se mostró orgulloso de cómo habían manejado esa información. Si hubiera sucedido, ellos iban a decir que tuvieron la primicia a la hora que figuraba en la placa negra. Pero, a la vez, siempre negaron la confirmación. El tema es que Crónica siempre fue un canal 24 horas, seguramente han pasado cosas que nadie sabe ni se pudieron grabar.

García evidentemente oscilaba entre su pensamiento conservador y su transgresión mediática ¿Cuánto incidían estos aspectos a la hora de transmitir la información?

Hay una gran contradicción porque él era bastante homofóbico. En una entrevista llegó a declarar “a mí me gustan las mujeres, no soy tarado”. Sin embargo creo que es una cuestión generacional de la que nunca pudo escapar. Crónica TV fue el primer medio en cubrir todas las marchas del Orgullo LGBTIQ. Lo hacían desde un lado bizarro, pero estaban ahí. Incluso acompañaron a travestis a las mesas de votación cuando no eran mixtas. Ellos buscaban el escándalo, pero también visibilizaban.

El lema “firme junto al pueblo” ¿Es demagogia o tiene anclaje en la realidad?

Fue absolutamente literal en las empresas de García. Vos llamabas a Crónica y te atendían directamente los productores, no un telefonista ni un operador. Cuando llamabas, iban, sea a donde sea. A mí me ha pasado de trabajar en un noticiero y que casi me den de baja una nota a minutos de hacerse porque no querían ir a un barrio del conurbano. En Crónica jamás pasó eso, incluso le daban lugar a cuestiones que otros medios ignoraban como, por ejemplo, la gente sin luz. Además, al canal le servía cualquier noticia para alimentar una ‘caldera’ encendida las 24 horas.

Desde la ida de su creador, ¿la frase quedó vacía?

Sí, creo que se corrieron de ese manual de estilo tácito creado por García. Hay mucha previsibilidad y la agenda ya no la marca el suceso periodístico del momento. Dejaron de estar cerca de lo popular: ya no transmiten el sorteo de la Quiniela, ni las carreras de turf, tampoco ponen recitales de su ‘archivo de oro’. Tiene pocas coberturas en vivo, e incluso tienen muchas notas telefónicas, algo que García detestaba. En un nuevo mapa mediático caracterizado por el avance de la tecnología, el nuevo Crónica todavía está buscando su rumbo.

 

¿Un detenido inocente en el caso de las turistas francesas?

¿Un detenido inocente en el caso de las turistas francesas?

Los cuerpos de Cassandre Bouvier y Houria Moumni fueron encontrados en julio de 2011, en la Quebrada de San Lorenzo en la provincia de Salta. Clemente Vera era jardinero en el Country de Bella Vista, cercano al sitio del hallazgo de los cuerpos y ofició de guía en las visitas de la policía en el lugar del hecho y terminó siendo implicado, junto con Daniel Vilte. Ellos son dos hombres de campo que vivían en la zona y las incriminaciones se basaron, entre otras variables, en las declaraciones de Gustavo Lasi, quien también está encarcelado. Vilte fue absuelto en 2016 y el padre de Cassandre, Jean Michel Bouvier, pide por su inocencia.

Florencia Adorante es especialista en criminalística y también periodista. Sus profesiones la llevaron a profundizar en el caso y a relacionarse directamente con el detenido a prisión perpetua, que muchos creen inocente. En entrevista con ANCCOM explica los motivos por los cuáles la defensa de Vera junto -con la asesoría de Adorante y  la Fundación Proyecto Inocencia, solicitan la nulidad de la sentencia.

¿Cuál es el estado de la causa ahora?

El abogado de Clemente Vera se llama Humberto Vargas, yo soy la asesora y al mismo tiempo está presente la Fundación Proyecto Inocencia, que es internacional, con sede en Argentina. En mayo, Clemente recibió en el penal de Villa Las Rosas, la visita de peritos de Canadá y de Francia. En este momento está en espera y bajo reclamo. En 2014 se realizó el juicio oral de la causa, en el cual dos jueces le otorgaron el beneficio de la duda y uno le otorgó la absolución lisa y llana. Dos años después, en 2016, la causa la revisó La Sala III del Tribunal de Impugnación de Salta y resolvió aumentar la pena de Gustavo Lasi, quien con sus declaraciones incriminó a Vera, de treinta años a prisión perpetua. Con respecto a Clemente, anularon la sentencia, ordenaron su detención y fue condenado también con la máxima pena. Ahora hay un pedido reciente de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, que le remitió a la Procuración General, declarar nulo lo que decidió el Tribunal de Impugnación, ya sea para que se revise el caso y se realice un nuevo juicio o en su defecto, para que se revoque lo dictado en el 2016 y se retrotraiga a la situación del 2014. En este momento del proceso no se puede pedir mediación a las cortes internacionales, el Proyecto Inocencia podría pedirla a futuro, cuando se completen las instancias nacionales.

¿Cómo se dio su ingreso como asesora de la defensa de Vera?

En abril de 2017 viajé a Salta como periodista, porque tenía un contacto para tratar sobre la situación carcelaria de personas de pueblos originarios que están presas y muchas veces no tienen una buena defensa o no tienen los recursos para pagarla. En muchos casos, estas personas suelen ser utilizadas para narcomenudeo y en ocasiones se las juzga sin que ellas comprendan el idioma. Estaba con ese tema y fui a la Quebrada de San Lorenzo a recorrer. Consulté con lugareños si conocían a alguien que estuviese preso, que fuese descendiente de pueblos originarios y di con uno de los guías que había sido detenido por unas horas a pocos días del hallazgo de los cuerpos de las francesas en 2011. Esa persona fue torturada por la policía, se llama Francisco Tejeda y en el lugar lo conocen como Canaro. Él me llevó conocer el “Mirador de la Quebrada” y me contó que su amigo Clemente Vera estaba preso. Me presentó a la familia de Vera que vivía cerca, me recibieron con los brazos abiertos, me contaron de la causa y me contactaron con el abogado. Primero como periodista accedí a la información de la causa, luego como estudiante de la licenciatura en criminalística hice asesoramiento pericial. Desde ese momento estoy en relación permanente con Clemente, ya sea visitándolo en la cárcel o mediante su abogado.

Florencia Adorante es especialista en criminalística y también periodista. Sus profesiones la llevaron a profundizar en el caso y a relacionarse directamente con el detenido a prisión perpetua, que muchos creen inocente.

¿Tiene vínculo con los familiares de las turistas francesas?

Con la familia de Houria Moumni no tengo contacto, ellos son de religión musulmana y muy reservados. Sí poseo comunicación con el papá de Cassandre, Jean Michel Bouvier a pesar de las limitaciones del idioma, ahora está atravesando problemas de salud. Constantemente le manda cartas a Mauricio Macri; como también hizo con Cristina Fernández de Kirchner, pidiendo por la libertad de Clemente Vera, porque confía en su inocencia. Estas notas primero me las hace llegar a mí.

¿Qué piensa de la hipótesis de la posible fiesta, con personas vinculadas al poder, que se barajaba en un especial de la televisión francesa?

Es posible, es una de las versiones más difundida. Una fiesta vip en el Country Buena Vista en la Quebrada de San Lorenzo, cerca de donde fueron encontradas las chicas. Es una hipótesis fuerte, porque estaría vinculada con los hijos del poder. Desde lo que conozco de la causa, creo que el responsable es alguien muy poderoso, que pudo manipular a la Justicia y acceder a las muestras que se habían recolectado. Pero hay otra hipótesis, que tiene que ver con un plan que se llamó Corindes, que tenía que ver con un intercambio de productos regionales entre una zona de Salta y otra de Francia. Se denunció que existió desvío de fondos, las chicas habrían accedido a esa información en un Congreso que asistieron en Buenos Aires, antes de viajar a Salta. Si me preguntás cuál de las dos me parece más válida, me llama la atención la del Plan Corindes.

Por otro lado, existe el caso de Gustavo Lasi, quien en momento de la desaparición de las turistas, estaba trabajando en el ministerio de Desarrollo y que fue cambiando sus declaraciones. En un momento se declaró inocente y luego asumió la culpabilidad ¿A qué cree que se debe esa variación en el testimonio?

La familia de Clemente me contó que el abuelo de Gustavo Lasi era comisario y trabajaba con el padre de Juan Manuel Urtubey. Gustavo Lasi era empleado en el Ministerio de Desarrollo antes de estar preso. Es raro que alguien que vive dentro de la zona rural en Salta acceda a un puesto dentro de ese ministerio, por lo que tendría alguna relación con el gobierno salteño. De manera paralela a esta causa, hay otra, por apremios ilegales, en la cual todos los acusados denunciaron a la policía por torturas, y en una de las declaraciones Lasi desmiente su participación, y expresa que lo habían torturado, que le habían dado descargas eléctricas en los testículos para que eyacule y ese fue el semen que encontraron en las chicas. Fue una declaración incongruente, la cambió muchas veces. Dijo que había tenido miedo.

En noviembre del 2011 murió Néstor Piccolo, que fue el jefe de investigaciones que había sido distinguido por el gobierno de Salta por sus tareas ¿Qué hipótesis manejaba en el curso de su tarea en la causa?

Néstor Piccolo estaba en contra de la fecha de muerte que el juez había fijado: el 15 de julio de 2011, fecha que constaba en el ticket de ingreso a La Quebrada, encontrado en los pantalones de una de las víctimas. Cuestionaba la forma en la que se había actuado porque levantaron los cuerpos de noche y se perdió muchísima información. Gendarmería, con equipos de magnetos de alta tecnología buscó el proyectil que había atravesado a Cassandre, pero no lo pudo encontrar. Luego un policía, que también está siendo investigado, lo halló, supuestamente, debajo de una hoja. A Piccolo le había parecido raro. Su familia había dicho que él manejaba la hipótesis paralela, relacionada con que el culpable fue un hijo del poder. Carlos Pucheta, uno de los tres jueces que falló por primera vez en el juicio oral, afirmó que Clemente Vera es inocente. Ese fue el único magistrado al que le escuché sostener esa hipótesis. El que lo prosiguió, Martín Pérez, fue ascendido a camarista después de la investigación vergonzosa que hizo en la causa.

«Desde lo que conozco de la causa, creo que el responsable es alguien muy poderoso, que pudo manipular a la Justicia y acceder a las muestras que se habían recolectado» comenta Florencia.

Jean Bouvier, el padre de una de las víctimas remarcó, que las condiciones en que se hicieron algunas pericias serían inadmisibles en Francia. ¿Qué podrías decir acerca de cómo fue el tratamiento de las pruebas?

Lo que dice Bouvier, muy acertadamente, es en alusión al procedimiento de análisis oficial que efectuó el doctor Daniel Corach que dio positivo para el marcador del cromosoma “Y” para Clemente, que consiste en un pool de muestras, es decir, se mezclan con un mixer de cocina y a partir de ahí se hace el ADN, lo que implica mucha contaminación. Es una técnica controversial que debería haberse abolido. Una vez que se supo ese resultado, la defensa de Clemente Vera buscó todos los recursos necesarios para pagar un perito de parte. Se contrató al doctor Eduardo Raimondi de la Fundación Favaloro y cuando se pidieron los juegos de los remanentes de las muestras, dijeron que Criminalística los había desechado, aunque corresponde que se guarden por diez años, sobre todo en una causa tan compleja como ésta. Desde Francia se remitieron los hisopos que habían estudiado allí, se analizaron los resultados en la Fundación Favaloro y dieron negativo para Clemente Vera, sí encontraron el ADN nuclear de Gustavo Lasi, que lo identifica con un 99,99 por ciento.

¿Cuáles son los fundamentos que sostienen la detención de estas dos personas, frente a la falta de solidez de las pruebas?

Lo primero es la declaración de Gustavo Lasi que implicó a Vilte y a Vera y la prueba del marcador del cromosoma “Y”, que es un tipo de ADN que se hereda por vía paterna, que ni siquiera lo vincula directamente.

Cuando se revisan las historias de las familias, aparte de las peleas que existieron por animales o por el cauce del agua, ¿hay un parentesco lejano entre los dos imputados?

Lasi y Vera son provenientes de una localidad que se llama Río Yacones, que está dentro de una zona impenetrable de Salta, ambos son descendientes de pueblos originarios y primos lejanos, lo que podría justificar que el ADN que se encontró pertenecería a la familia de Lasi.

En cuanto a las pericias psicológicas que se realizaron, ¿qué se podría considerar?

A mí parecer fueron realizadas con mucha desidia, duraron pocas horas, en lugar de realizarse varias entrevistas. Una de las psicólogas que intervino dijo que Clemente Vera tenía una pulsión irrefrenable sexual y características de violador, por ser jinete de caballos.

Suena poco serio ese “diagnóstico” …

Imaginate su ingenuidad, que una vez que estuve en la cárcel, Clemente me contó que una vez una chica se había perdido en La Quebrada y que él la encontró, con mucho miedo, que apenas le pudo decir el nombre del hostel en el que estaba parando y que entonces la llevó a caballo y se sacó fotos con él. Quería que la busquemos para que declare a su favor, pero le expliqué que era muy difícil, no se sabía ni nombre, ni de qué país era.

¿Y qué pudo recoger de la sociedad salteña?

Desde el principio, en Salta, la gente que conoce a Clemente Vera no considera que es culpable, sino que fue un hijo del poder. Hay más de doscientas causas sin resolver por la Justicia salteña. Todos los viernes hay una manifestación desde hace seis años que da vuelta a la plaza principal y reclama, entre otros casos, por la libertad de Clemente. Es la única forma que tienen de visibilizar lo que les pasa, porque no acceden a los medios de comunicación ni a la Justicia, están totalmente anulados. Y eso que estamos hablando de Salta Capital.

La Quebrada, sitio en el cual encontraron a las chicas francesas.

“La ficción es la única herramienta disponible para entender la realidad”

“La ficción es la única herramienta disponible para entender la realidad”

«El amor es una temática que no circula mucho en la narrativa contemporánea argentina», cuenta López.

Cuenta Julián López que los días siguientes a entregar la versión final de su último libro, La ilusión de los mamíferos, despertó con sensación de bochorno: “Me parecía que estaba mostrando demasiado y que no lo iba a tolerar. Después me tranquilicé, no había manera de volver atrás”. Y por suerte no la hubo. Publicada por Random House, la novela tuvo una recepción notable, probablemente de las más celebradas de 2018. Allí cuenta, con absoluto lirismo, la historia de amor entre dos varones que se encuentran únicamente los domingos y puertas adentro. Es la historia de un amor que se rompe y esto no es un spoiler porque queda claro desde el principio. Abrumado por la pérdida, el narrador reconstruye las horas compartidas -los silencios, la incomodidad de las primeras veces, el placer de la conversación y el sexo- en primera persona y en tono confesional mientras la Ciudad de Buenos Aires resiste como puede a los embates del neoliberalismo.

Julián dice que no piensa la escritura, que es algo que le viene, “un impulso” al que no se puede negar. Tenía 10 años cuando las letras lo asaltaron por primera vez. Estaba sentado en el umbral de su casa, cuando de pronto sintió algo extraño y de un tirón salieron dos poemas. Su entrada formal a la escena literaria llegaría más tarde. En 2004 editó Bienamado, su primer libro de poesía, y también participó en diversas antologías. Si bien reconoce que es de procesos largos, su última publicación tuvo un origen muy singular. Tras el éxito de su primera novela, Una muchacha muy bella (Eterna Cadencia, 2013), el autor se encontraba trabado con su escritura: “Me di cuenta de que todo lo que hacía era subir idioteces a Facebook y me empecé a preocupar porque no tenía ganas de escribir”. Como solución, se obligó a improvisar cinco minutos de escritura los domingos a la mañana en la red social. “Ahí empezaron a aparecer estos textos. Cuando me di cuenta de que tenían un tono, un narrador y un universo común, empecé a laburar la idea de una novela respetando la dinámica de Facebook: textos fragmentarios, cortos, que empezaban y terminaban”, explica mientras toma una taza de té en su departamento de San Telmo.

¿Fue un desafío escribir una novela de amor en el siglo XXI?

Tengo la sensación de que es una novela un poco anacrónica. Por un lado, la idea de abordar la cuestión del amor y también el modo en que lo evoca, con los ritos del siglo XX. Pero eso se me fue imponiendo en la escritura. Cuando empecé a escribir y parecía que iba a ser una novela de amor, me entusiasmé mucho. El amor es una temática que no circula mucho en la narrativa contemporánea argentina. Empezó a aparecer el material y me dieron ganas, pero no tenía pensado escribir una novela de amor. A mí en general los materiales me asaltan, no los voy preparando. Empecé a escribir y se impuso esto, y ahí recién empecé a tomar algunas decisiones.

En la primera página está contado el final. ¿Fue difícil sostener esa decisión a lo largo del proceso de escritura?

Sí. Lo pensé para facilitarme la escritura. Dije: “Voy a hacer una novela donde en la primera página ya sepa todo, que no haya nada más para revelar”, para no trabajar mucho y fue justamente todo lo contrario. No me acuerdo cuántas páginas había escrito con esa información en la primera página y me empecé a preguntar cómo sostener eso. Ahí tuve que diagramar una estrategia para ver cómo iba a ser la novela, si no iba a contar ninguna peripecia en el orden de la trama. Me di cuenta que era un medio tono. No contaba sucesos sino cada uno de los encuentros que tuvieron esos amantes.

En ese sentido, el juego de lenguaje prevalece por sobre la trama. ¿Crees que eso se vincula con tu trayectoria como poeta?

Puede ser. Por otra parte, a mi la trama es lo que menos me importa de un libro. Ahí se ve qué busca mi lectura cuando lee. Más allá de lo que pase me interesa cómo está presentado eso que pasa. Es una novela que en ese sentido está facilitada porque lo que se cuenta ocurre en el interior de un departamento chiquito y la mirada está muy puesta en cada detalle. Los contactos con el afuera son el balcón o las pequeñas caminatas que hacen los personajes. Hay claramente una marca entre adentro y afuera. Y el afuera desde adentro es la contemplación de los árboles, de una manera de la ciudad. Todo eso lo fui descubriendo cuando pensaba cómo voy a hacer con esa historia que no va a contar ningún suceso más.

El texto puede empezarse a leer por cualquier parte y funciona igual.

Claro. Eso tiene que ver con la idea Facebook y con la idea de que no va a haber suceso. Son textos cortos que empiezan y se cierran. Yo soy muy activo en las redes sociales, muy a mi pesar, porque preferiría que no. Era de los que decían que jamás iban a entrar a esa porquería. Un día me asomé y me quedé a vivir ahí adentro, fue espantoso. Me encantaría irme pero no puedo. Tuve que inventar una estrategia para que Facebook me diera algo a mí. Tengo muchos amigos que no entran y que tienen un discurso sostenido por los nuevos filósofos como Bifo Berardi, que dicen lo que son efectivamente las redes sociales: sistemas de control social muy espantosos. Yo venía con toda esa carga también. De alguna manera encontré cómo sacarle provecho a esa adicción espantosa de la que no pude salir.

Retomando lo que decías de que en la novela se construye un mundo cerrado, el de los encuentros de la pareja, y un afuera en el que aparece una ciudad arrasada por los desarrollos inmobiliarios, hace poco cerró La Giralda, que forma parte de ese universo porteño que retratás. ¿Qué te pasa con eso?

Mi adolescencia fue en La Giralda, ir a tomar ginebra en tiempos de recién vuelta la democracia. Me acuerdo que había un mozo que me avisaba cuando entraba algún servicio y yo me aterraba. Nunca voy a saber si era verdad pero había una fauna que iba ahí a la que le avisaban, había cierta solidaridad que no era tal. Incluso no sé si el mozo era un servicio, supongo que no, pero en plan paranoia cualquiera de las opciones funcionaba. El cierre de La Giralda viene a confirmar todo lo que está pasando. Es un delirio lo que están haciendo en Corrientes. ¿Cómo el arreglo de una vía tan importante va a tardar tanto? Es extrañísimo. Es la desnaturalización de los usos de una ciudad y meterse con la calle más característica de Buenos Aires. Cuando yo era pibe era hermosa porque tenía realmente vida cultural, había librerías, cafés, los escritores e intelectuales deambulaban por ahí, y hace muchos años que es horrible. El discurso es que la gente la pueda usar pero es paradojal lo que sucede: hay tanta intervención sobre lo público que te retira cada vez más. Yo quería escribir una novela sobre Buenos Aires y hoy eso no puede ser más que escribir sobre el arrasamiento que el neoliberalismo le está haciendo a la mayoría de las ciudades del mundo.

En este punto es donde la novela se vuelve más explícitamente política.

Sí. Fue algo que tuve que controlar con el auxilio de mi editora, Ana Laura Pérez, porque sometía a la novela a decir cosas que pienso yo. Sin embargo, de Buenos Aires hoy no se puede hablar en otros términos. Claramente está esa impronta exhibicionista del perfil político de la novela pero a la vez tuve que recortar cosas que eran un “yo pienso” y en términos de la construcción de una novela no le importan a nadie.  

¿Qué motivó el uso de la primera y segunda persona?

Venía de una novela con una primera muy poderosa y quería animarme a una segunda. Cuando era adolescente escribía en tercera pero hoy se me pegó mucho la primera, me interesa la perspectiva muy de cerca de las cosas. Pero acá quería meter una segunda voz. Es muy difícil lograr que el artificio de estar hablando a otro no suene como un ejercicio que estás haciendo para el lector. Tenés que ser muy cuidadoso al armar la segunda persona para que el lector se disuelva y el lector empiece a ser interpelado. Entonces mantuve la primera, que aparecía en los primeros textos, pero refiriéndose a otro muy claramente. El desafío fue mantener una voz hegemónica porque la novela la cuenta un tipo pero está contándosela al otro, lo cual es un artificio completamente ridículo porque el otro vivió eso que está contando. Tenía que lograr que eso no fuera absurdo. Creo que más o menos lo logré. Yo estoy conforme.

En otras entrevistas comentaste que no pensás tu escritura en la clave de lo diverso.

Yo no escribí una novela sobre el amor gay. Es una historia de amor homosexual, está clarísimo. Pero la novela no quiere reivindicar nada.

El protagonista dice “si accedía a que sucediéramos no era por ninguna militancia de nada para mi”.

Exactamente. Son dos personajes de clase media ilustrada y porteña que están protegidos dentro del discurso de las conquistas de los últimos años. Si bien cualquier historia amor implica la idea de un riesgo, estos dos no arriesgan nada porque no están haciendo culto a una identidad. Están aprovechando los pocos momentos que les quedan libres para convertirlos en encuentros amorosos. No quería que la novela estuviese con la idea de la ganancia de la identidad diversa porque no habla de eso. El riesgo de esta novela es que sea leída en clave gay, pero los personajes no admiten esa lectura. Si fueran dos pibes de la villa, por supuesto que sí.

Hay una escena muy poderosa, cuando el protagonista comparte una comida con la familia de su amante, que es casado. Sin embargo, no se explicita cuál es el arreglo entre las partes. ¿Te interesaba jugar con esa ambigüedad?

Exacto. Esa escena fue la más ardua. Todo el tiempo tenía que tener claro qué tipo de información podía circular para que el lector nunca estuviera tranquilo. El protagonista entra a un espacio que no conocía y que responde a la intimidad del otro, lo ve espléndido y funcionando, y él siendo tan bien recibido, que cualquier fantasía de enemistad se le disuelve. Cualquier cosa que dijeran los personajes inclinaba para un lado o para el otro entonces tuve que ser muy consciente. Además, yo no quería que fuese una escena de “vengo a buscar a mi hombre”. El protagonista quiere más del otro y el otro está dispuesto a dárselo, aunque nunca se especifica qué. Cuando éste, que vive inmerso en su soledad, ve la vida burguesa de una familia porteña no entiende nada y se da cuenta de toda la fantasía.

En el texto trabajás también la idea misma de ficción. ¿La ilusión del título remite a la construcción ficcional del amor?

Durante mucho tiempo pensé que no podía empezarla así pero la novela comienza diciendo “no soy”. Es alguien que viene a negar. Después dice: “No tengo nada para contar”. Dice: “No soy pero vengo acá, donde son, a contarte esta historia que vivimos los dos para que una vez que la pueda hacer relato pueda participar del mundo de la realidad y por tanto pueda terminar, hasta que no la ficcionalice va a ser eterno, va a pertenecer al orden de la fantasía, si no la organizo con palabras va a ser una cosa y yo necesito que sea un relato para poder despedirme”. En ese sentido la novela está organizada como un intento de la despedida del amor. Está la idea de que la ficción es la única herramienta disponible para entender la realidad. No soy pero vengo a armar un relato de esto que fue y después veo que soy. Está la idea de si ese amor fue o no fue. A veces uno vive cosas que después en el futuro te hacen preguntarte si fueron de esa intensidad. Las palabras son el rito que da entidad a eso que se recuerda, la corporización más poderosa que tiene este protagonista es la idea de hacer relato. Necesita contar cada uno de esos encuentros para decir esto sucedió, terminó, ahora puedo marchar.

Las escenas eróticas están narradas con mucho lirismo y a la vez son muy explícitas.

Cuando empecé a darme cuenta que era una historia de amor entre dos tipos, esa fue la única condición que me impuse: si no hay garche no me interesa, la idea de dos que se dan un besito no me interesa nada. El desafío era pensar si lo podía lograr. Las escenas de sexo pueden ser particularmente difíciles de escribir. Porque yo quería que fuesen escenas de sexo muy explícitas y que de eso diera cuenta el lenguaje. Si te fijás, dice miembro, pene, pija. Va aumentando la crudeza. Necesitaba que hubiese escenas de sexo muy duro pero entre esos dos cuerpos enamorados y en medio de esa historia. No me interesaba que mi protagonista se fuese a garchar por ahí con otro. No me interesaba la escena porno per se. De nuevo, no quería contar lo gay. Si yo hubiera querido contar la idea de la identidad gay lo hubiera mandado al tipo a un sauna. Yo quería contar esos dos cuerpos que están enamorados, con tanto condicionamiento.

¿Qué influencias literarias identificas en tu obra?

Siempre me es difícil responder eso. Te puedo decir escrituras que me impactaron mucho que supongo que hacen sedimentos y maneras de traducción de lo que para vos es la escritura, que después intentás reproducir. La escritura de Néstor Sánchez fue muy deslumbrante para mí. Antonio Di Benedetto, Marguerite Yourcenar, Gabriela Cabezón Cámara. La poesía también, sin dudas. Yo no le veo filiaciones específicas a esta novela pero tampoco me puse a verlo. Aníbal Jarkowski, a quien admiro enormemente, marcó una filiación con Héctor Tizzón y me súper sorprendió.

¿Te da miedo volver a atravesar esa traba que experimentaste después de Una muchacha muy bella?

Me dio miedo, me condicionó mucho y por eso tardé tanto en la escritura. Todavía no estoy escribiendo nada nuevo pero tengo una idea a la que quiero ir. Siempre tenés el miedo de que la vas a cagar y está bien, en algún momento uno la tendrá que cagar pero estoy tranquilo con mi escritura. Me gusta en el sentido de que es lo que yo pretendo que sea. Hasta ahora es lo que yo quería, sabiendo que lo que uno hace entra a una idea de mercado y habrá gente a la que le interesa y gente a la que no. Es lógico, me pasa a mí con los escritores que leo. Pero estoy conforme con cómo está saliendo, y para un neurótico grave como yo es un montón.

“Toda lucha tiene discurso propio”

“Toda lucha tiene discurso propio”

Santiago Kalinowski mirando de frente a la cámara y detrás de él una gran biblioteca

“Hay que dejar de pedirle permiso al diccionario para hablar”, dice desde su despacho Santiago Kalinowski, doctor en Letras y director del Departamento de Investigaciones Lingüísticas y Filológicas de la Academia Argentina de Letras. En las últimas semanas, los medios visibilizaron un fenómeno que el debate en torno a la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE) logró sumar a la agenda pública: el lenguaje inclusivo. Para Kalinowski, sin embargo, esa discusión está bastante lejos de ser nueva.

También conocido como “lenguaje de género” o “no sexista”, el lenguaje inclusivo consiste en una serie de modificaciones en la lengua española para introducir un género neutro en los casos en los que se hace referencia a un individuo cuyo género no es marcado (ni femenino ni masculino), o a un grupo de individuos de varios géneros para lo que hoy se utiliza el masculino genérico (como por ejemplo “los estudiantes”, aunque sean varones y mujeres). Esta forma de utilizar las palabras produce conflictos porque sugiere la necesidad de cambios profundos en las composiciones gramaticales. Sin embargo, muchos colectivos que adscriben a ideologías de género las utilizan habitualmente. La discusión llegó a la superficie mediática cuando estudiantes secundarias se refierieron a “les diputades” en varias entrevistas periodísticas durante el crucial debate en la Cámara Baja. Las consultas empezaron a llover y la Academia publicó un pronunciamiento.

¿Cuándo comenzó a trabajar este tema?

Nosotros tenemos el servicio de consultas idiomáticas y somos una institución que entiende en cuestiones de lengua desde siempre, como cualquier academia. Empezamos hace bastante tiempo a recibir una demanda muy fuerte de consultas de los usuarios primero y después de la comunidad de medios. Y eso, cuando salió el video de una chica de un centro de estudiantes hablando con lenguaje inclusivo, de repente invadió la agenda pública. Pero eso fue simplemente el catalizador, esto es un proceso que viene hace como veinte años más o menos.

¿Tan antiguo es el fenómeno?

El estado actual de la cuestión, con el uso de la e, es simplemente el último capítulo de la discusión sobre el masculino no marcado, que viene desde que existió la necesidad de tratar de lograr que la sociedad tome conciencia de la situación de desigualdad que hay entre los géneros, de un género que tiene supremacía y uno subordinado. En el año 1999 salió publicada con desdoblamiento la constitución de Venezuela. Es un caso muy sonado porque es bastante difícil de leer. Todo el documento está escrito con o y con a. No se puede decir gobernador sin decir gobernadora, ministro sin decir ministra, presidente sin decir presidenta. Entonces quedan unas cláusulas totalmente kilométricas. Por ejemplo “si el cargo del presidente o la presidenta o el cargo del vicepresidente o la vicepresidenta o el cargo del gobernador o la gobernadora”… Digamos que, estilísticamente, se vuelve una pesadilla.

Muy difícil de leer…

Como era tan engorroso, se ensayaron opciones que ahorraban el desdoblamiento. Primero apareció la arroba, que a mucha gente le pareció que era binaria también porque es un signo que parece una o adentro de una a o algo así. Ante éste problema se propuso usar la X, que era no binaria, pero no es pronunciable. Entonces apareció la posibilidad de usar una vocal que no sea ni la a ni la o, con tradición de ocupar el lugar de vocal desinencial.

Entonces se incorporó la e…

Claro. En español en el final de las palabras solamente hay tres vocales, la o, la a y la e. Entonces por eso se prefirió la e, aunque trae otros problemas.

¿Por ejemplo?

Por ejemplo el problema de que “lectores” es masculino, entonces vos podés decir “les lectores”, pero sigue sonando muy masculino porque existe lectoras. Algunos lo que hacen en lugar de decir “les lectores” es decir “les lecteres”: cambian una vocal más para atrás.

Entonces el lenguaje inclusivo genera problemas gramaticales…

Genera un tema que es que no existe morfología en la lengua española. El género gramatical en español está estructurado de esa manera. Tiene una versión no marcada que es masculina, el masculino genérico, y que incluye a personas de todos los géneros. Por otro lado está el masculino marcado y el femenino marcado. No existe femenino genérico. El masculino sirve para dos cosas y el femenino sirve para una sola. Eso se puede remontar a la noche de los tiempos de la codificación gramatical.

¿Es una convención casual?

Es convincente pensar que dinámicas que eran propias de la especie vienen de mucho tiempo antes. Por ejemplo, que es el macho de la especie el que monopolizaba la fuerza física, el que distribuía los recursos valiosos, acaparaba los espacios de poder. Desde el punto de vista de la larga evolución humana no es casual que haya sido el masculino el que haya asumido ese rol. No es una conspiración entre los tipos que dijeron “vamos a hacer así”. Es tan abrumadora la presencia del macho de la especie en todos los lugares de mayor visibilidad que se da solo. Se asume que si hay un espacio, ese espacio es de hombres. Porque las lenguas funcionan en base a generalizaciones. De otra manera no podríamos hablar.

Santiago Kalinowski mirando a la cámara, apoyado sobre la mesa en su despacho.

“Hay que dejar de pedirle permiso al diccionario para hablar”, dice desde su despacho Santiago Kalinowski.

Posiciones y cruces

El debate en la academia ha resultado en posiciones a favor y en contra. En el año 2012, la Real Academia Española (RAE) emitió un informe donde criticaba las intervenciones de este tipo a la lengua española por un grupo de guías “por un lenguaje no sexista”. En un tweet de enero de este año, la Academia reafirmaba su posición frente a estas expresiones definiéndolas como “innecesarias y artificiosas”. Por otro lado, grupos feministas y ciertos académicos consideran que su uso es válido y necesario puesto que, desde su perspectiva, el español está “atrasado” frente a ciertos cambios sociales.

¿Cuál es su posición frente a este tipo de lenguaje?

Nuestra postura es que el lenguaje inclusivo es un recurso de intervención del discurso público que persigue un fin en la sociedad, que es el de echar luz sobre un problema, denunciar una desigualdad y eventualmente crear las condiciones para cambiarla. Es decir, pertenece al ámbito de la retórica, no es un fenómeno lingüístico. No sé si alguna vez lo va a ser, es muy difícil por otras razones. Tiene una extraordinaria potencia y, como se subordina al progreso social, es un recurso fantástico y necesario. Pero si se estudia dónde, cuándo y cómo aparece, se da cuenta de que su ámbito natural de circulación es el discurso público: una entrevista, una pancarta, un tweet.

¿No lo considera un proto-cambio lingüístico?

Me parece que plantearlo en esos términos es ya darle estatuto de cambio. Desde un punto de vista lingüístico, no podemos decirlo. Es una intervención consciente, calculada, planificada y muy potente e interesante porque no tiene precedentes. Se puede decir que es la formulación discursiva que rodea una lucha social y política. Y eso es algo de toda la vida: toda lucha social y política conformó alrededor un tipo de discursividad propia.

Pero podría pasar de lo retórico a lo lingüístico…

Todos los que intervienen en este debate presuponen que a la lengua la cambian cinco ‘changos’. Es tal la vehemencia con la que se lo rechaza como con la que se lo defiende. El valor principal de las lenguas es adaptarse a las novedades manteniéndose fiel a sí mismas. Si uno hablara con una persona del siglo XVIII se entendería perfectamente, dirían: “Uh usted habla raro. Usted también” y ahí se acabó. Para que esto ocurra hay que cambiar todas las vocales desinenciales, todo el sistema de pronombres y toda la estructura morfológica. La dimensión es totalmente desproporcionada: por eso digo que es muy difícil. Es reestructurar algo que en la mente de los hablantes está en un lugar de altísima jerarquía, que es muy abstracto.

Santiago Kalinowski junto a una ventana, mirando a la cámara con los brazos cruzados.

«Nuestra postura es que el lenguaje inclusivo es un recurso de intervención del discurso público que persigue un fin en la sociedad», dice Kalinowski.

¿Es útil entonces hablar en inclusivo?

Cuando uno escucha una fórmula de inclusión, no puede evitar tener conciencia de que hay alguien detrás que se planta frente a un problema, lo que lo lleva a ver ese problema. Con el discurso se lo presenta. Es un problema tan grave que quien use el lenguaje inclusivo necesitó por medio de esa forma denunciarlo. A partir de allí, uno no puede estar al margen, ya se involucra. Porque le molesta o porque le suena raro, pero se involucra. En ese sentido, es muy potente y muy necesario.

Frente a las posturas que no lo rechazan pero lo consideran un cambio generacional ya instalado, ¿considera que el español está atrasado a los cambios culturales?

Creo que es un fenómeno de nicho. Su ámbito de circulación es extraordinariamente restringido, hay grupos localizados con mucha visibilidad porque están a la vanguardia del movimiento: centros de estudiantes, el Congreso, algunos medios. Así como la lengua se configura a lo largo de miles de años y a través de generalizaciones, en esas generalizaciones se actualizan prejuicios de tipo racial, cultural y político. Atrasar, por supuesto que atrasa: es un poco algo que está dado. Y por ejemplo si uno quiere que deje de haber palabras racistas lo que tiene que hacer es terminar con el racismo. Como se trata de un pronunciamiento político, uno no puede coartarle a nadie la voluntad de pronunciarse ante una causa tan importante como esta, que la siente de una manera tan íntima y tan fuerte con argumentos gramaticales. Porque si uno se lo impide con argumentos gramaticales, esos argumentos, como se trata de un fenómeno político, no se leen y no se entienden como otra cosa que una intervención política.

Como lo hizo la RAE y otros grupos opositores…

Hay un problema de apreciación del fenómeno: se está tratando de lingüístico algo que no es lingüístico. Todas las organizaciones militantes escuchan eso como un intento de un organismo (la RAE) que tiene mucho poder de comunicación, de horadar la lucha feminista, no como una declaración clínica de tipo gramatical. La lengua funciona como una manera mediada de discriminar a una persona por distintas razones: su sexo, su origen nacional, su clase social, su raza. Se convierte en un dispositivo para hacer lo que realmente quiero hacer: criticar a la mujer que reclama igualdad. En cambio, si una persona no usa el lenguaje inclusivo, está usando la gramática de su lengua y no lo podés acusar de nada a menos que diga barbaridades. Hay que bajar la ansiedad de que de repente va a haber una “policía del lenguaje inclusivo” y que si vos no lo usas te convertís en un “machirulo”.

Esa palabra estuvo en agenda por el uso que le dio la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner para criticar a Mauricio Macri. ¿Qué piensa al respecto?

Para el discurso feminista fue un golazo. Esta palabra ya está en proceso de ponerse en el diccionario. Las declaraciones de gente de ese nivel le dan mucho ímpetu porque de repente un montón de gente se entera de lo que significa y dicen “ah, me viene bárbaro para decirle a éste que me acaba de rozar el culo en el transporte público, que me dice una guarangada”, porque hay un rol que esa palabra describe muy bien. Los hablantes necesitamos mover el léxico mucho más que todo lo otro.