Rechazo a la privatización del ex zoológico porteño

Rechazo a la privatización del ex zoológico porteño

Imagen de una publicidad del zoológico vista tras las rejas.

La Legislatura porteña realizó la Audiencia Pública por el proyecto de Ley de Concesiones que permite la explotación de los edificios históricos ubicados dentro del Ecoparque, el 29 de agosto último. Hubo más de 90 oradores, entre ellos representantes del gobierno, ambientalistas, vecinos y activistas por el derecho de los animales y el patrimonio cultural.

La jornada dejó visible el fuerte rechazo que tiene el proyecto y el incumplimiento de la Ley 5752, conocida como “Ley Ecoparque”. Se cuestionó la voluntad del Gobierno de entregar tierras públicas para negocios privados, su falta de interés por proteger el patrimonio, la no evaluación del impacto ambiental antes de comenzar las obras, y una profunda preocupación por la situación de los animales que continúan dentro del establecimiento.

Un proyecto de ley que dice poco

La audiencia se basó en el expediente número 3086, que ya fue aprobado en primera lectura el pasado 28 de junio con 42 votos positivos, y que autoriza al Poder Ejecutivo a concesionar el uso y explotación de los edificios en el predio del Jardín Zoológico de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires “Eduardo Ladislao Holmberg”, por un plazo de hasta treinta años. La transformación del ex zoológico, dictada por la Ley 5752, será financiada a través de la participación privada.

Según indica el proyecto, las actividades que se realicen tendrán por objeto propuestas educativas, recreativas y de concientización en materia de conservación y preservación del ambiente, y otras que mejoren la experiencia del visitante para posicionar al predio como paseo familiar.

Un ave detrás de un alambrado.

«Mantener animales tras las rejas toda su vida con el único propósito de exhibirlos es crueldad y genera muertes», dijo Andrei Chtcherbine, partícipe de la organización SinZoo.

Adrián Camps, ex legislador de la Ciudad de Buenos Aires, presentó en el año 2015 la Ley de Creación de Jardín Ecológico, que contemplaba aspectos patrimoniales, ecologistas y los derechos de los animales: “No estoy de acuerdo con ningún negocio privado con bienes públicos. No sabemos quiénes son los concesionarios, nadie los conoce. No sabemos qué actividades van a realizar. No sabemos qué obligaciones van a asumir”, sostuvo. “Lo que sí sabemos es que los concesionarios pueden mantener animales en cautiverio para su exhibición. Muchos funcionarios me cuestionaron diciendo que la ley no lo permite, porque van a entregar los recintos libres de animales, pero no dice que en el futuro no puedan tenerlos. Va haber un acuario, y los peces son animales. Cuando nos hablan del recinto de los ciervos y bisontes, dicen que ahí va haber un reptilario, y ese recinto está en la lista a ser concesionado. Nada le impediría, porque no está en la ley, a un concesionario que no pueda tener y explotar animales de 10 a 20 años”, advirtió Camps.

Gabriel Fucks, de la Defensoría del Pueblo de la Ciudad planteó: “Aparece un error semántico en la redacción del proyecto cuando se habla de edificios, porque lo que se va a concesionar es el inmueble, más el predio que lo rodea. Lo graficó con la casita Bagley que es de 49 metros cuadrados, sin embargo, el área de concesión es el edificio y su entorno, otorgando 400 metros cuadrados. No hay una protección del predio como conjunto edilicio, paisajístico, ambiental y artístico ornamental. La riqueza patrimonial entra en una zona gris. Se entregarían 3.5 hectáreas a privados. La gran incógnita que se nos presenta es quiénes son los posibles interesados en las concesiones, qué uso le darán a sus edificios, qué obras está realizando el Gobierno  de la Ciudad y con qué fondos públicos”, interrogó.

Centenar de críticas

Pese a que la Coalición de Especialistas en Conservación de la Biodiversidad y el grupo de proteccionistas tienen opiniones desencontradas, en lo que respecta al proceso de transformación ambas concuerdan en que el Gobierno no apela por el bienestar animal y solo quiere realizar un negocio con privados, por el alto costo que implicó los traslados y la misma reconversión.

Excavadora en una obra de construcción.

Las obras de reconversión comenzaron con más de mil animales dentro, produciendo la muerte de muchos de ellos.

Andrei Chtcherbine, quien fue guardaparque y partícipe del Proyecto Jardín Ecológico de la organización SinZoo, comentó: “Propusimos un proyecto de ley que en cierta forma fue tomado por la ciudad, y se aprobó uno que tiene muchas similitudes, pero hoy vemos que gran parte de las cosas que se han hecho en el Ecoparque se hicieron al revés. Hay gente que quiere ir hacia atrás, a un zoológico que siga exhibiendo fauna y reproduciéndolos. Mantener animales tras las rejas toda su vida, con el único propósito de exhibirlos, eso es crueldad, y genera muertes. Queremos que la transformación del zoológico más antiguo del país sea un modelo a seguir y se pueda replicar en las diferentes provincias, hacer de ellos lugares para la educación ambiental”, concluyó Andrei.

Nahuel Alejo Cáceres, integrante de la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN), advirtió que las autoridades porteñas priorizan la privatización del espacio público para un negocio inmobiliario en una de las tierras más valiosas del país. “Creemos que el zoológico debe transformarse en un centro de rescate y rehabilitación de fauna, de conservación de especies amenazadas, generando conocimientos e impartiendo educación ambiental. La conservación de la flora, fauna y patrimonio han sido deficientes en los últimos años dejando el, mal llamado, Ecoparque en situación de abandono. Destaco, como comentaron otros oradores en la audiencia, que hace falta una evaluación de impacto ambiental”.

Desde la fundación piden que se desestime el proyecto y que las autoridades se enfoquen en cumplir con los objetivos de la Ley 5752, es decir, con los estándares de bienestar animal, respetar los procesos de las derivaciones basándose en las prioridades del animal, de los cuales Fucks también hizo hincapié.

Animal oliendo bajo un basurero con el logo del zoológico.

«La conservación de la flora, fauna y patrimonio han sido deficientes en los últimos años, dejando el Ecoparque en situación de abandono» dijo Nahuel Alejo Cáceres, integrante de FARN.

La muerte de los animales no cesa

Mientras en el Salón San Martín se llevaban a cabo las exposiciones, afuera activistas por los derechos de los animales desplegaban carteles y banderas, repudiando el proyecto que nunca contempló el bienestar animal. Según Gonzalo Pascual, titular de la Unidad de Proyectos Especiales del Ecoparque, en los últimos seis años murieron mil animales, pero desde que se hicieron cargo del predio, la tasa de mortalidad disminuyó significativamente. A su vez negó las acusaciones de transformar el parque en un patio de comidas, o “Ecoshopping” como lo llaman las proteccionistas.

Lo cierto es que las obras de reconversión comenzaron con más de mil animales dentro; esto les causó estrés, y llevó a la muerte de muchos de ellos, como el caso de la rinoceronte blanca Ruth. Hoy preocupa el estado de salud de Telma, una loba marina que fue operada unas semanas atrás de un tumor, y que a su crítico estado de salud se le suma convivir con las topadoras. Hay que recordar que el estado de abandono de los recintos, la pésima higiene y la mala alimentación también cargaron con la vida de la jirafa Shaki.

Malala Fontan, activista de SinZoo, encabeza desde hace un tiempo la oposición al proyecto de transformación: “Expresamos nuestro repudio a todo lo que el Gobierno está llevando a cabo en lo que ellos denominaron Ecoparque. Nuestro movimiento nace de ver a un animal deprimido tras las rejas. Un animal que mendiga comida o camina desesperadamente de un lado al otro en la jaula. El cautiverio en una palabra, los vuelve locos. Denunciamos lo que nos hacían llegar los cuidadores, que los animales comían un día cada tres, denunciamos el circo con animales prohibido por ley, que se terminó luego de que Anita, la loba marina, muriera por estrés después de realizar 15 shows seguidos”, describió.  

“Son animales silvestres que deben vivir en libertad. En una maniobra de marketing político, el Gobierno de la Ciudad apareció ante los vecinos como defensor de los animales, cuando en realidad vinieron a repetir las viejas recetas del antiguo concesionario privado. Las intenciones son de índole comercial e inmobiliaria”, aseveró Fontan. Y fue concreta con la actual situación: “Los animales están muriéndose, uno detrás de otro, y eso es un indicador de que algo está mal. El proceso de aceleración de las obras causándoles estrés, y de trasladar como sea a los animales, sin ningún protocolo, se debe al plan maestro del Gobierno. Tampoco se han realizado estudios de impacto ambiental previo a las obras. Desplazaron a los cuidadores más experimentados. El apuro por sacar un provecho económico del predio, está matando animales. Hay mal manejo y negligencias”, concluyó.

Máquinas de construcción alrededor de un árbol.

Las organizaciones en defensa de los animales piden que las autoridades respeten los procesos de las derivaciones basándose en las prioridades del animal.

 

De zoológico a Ecofraude

De zoológico a Ecofraude

El parque vive una situación de crisis y abandono. Ahora exacerbada por ruidos de máquinas que buscan avanzar con las obras que permitirán concesionar a empresas privadas.

La esperanza de reconversión y traslado de animales del ex zoo porteño hoy se ve tapada por un negocio inmobiliario que quiere llevar adelante el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Es que las muertes de la rinoceronte y de la jirafa, en un plazo de diez días, sumado a los despidos de cuidadores experimentados, volvió a desatar la polémica sobre qué acciones se están llevando a cabo dentro del predio. El parque vive una situación de crisis y abandono, donde los animales están rodeados de máquinas y ruidos que buscan avanzar con las obras que permitirán concesionar a empresas privadas.

Giselle Ortiz, activista de la ONG SinZoo, habla sobre las transformaciones que está viviendo el Ecoparque: “Lo que el Gobierno está haciendo es modificar parte de la estructura del zoológico para crear edificios innecesarios; porque lo que necesitaban los animales en todo este período de rehabilitación, era mejorar sus recintos y mejorarles su calidad de vida. Los animales pasaron toda su vida en cautiverio, están tirados, tristes y con estrés. El Gobierno tiene un proyecto de ley, aprobado en primera lectura, que es concesionar 21 edificios históricos, patrimonios culturales de la ciudad. Los edificios no se pueden tocar por ley, igualmente los están tocando para dárselo a empresas privadas que quieran poner su emprendimiento. Llámese Starbucks, llámese Subway. Son empresas privadas que van a facturar y le van a dar ingresos al zoológico. En síntesis, lo que se quiere hacer es un shopping, con un patio de comidas a cielo abierto y un zoológico en el medio”.

El Gobierno tiene un proyecto de ley, aprobado en primera lectura, que es concesionar 21 edificios históricos, patrimonios culturales de la ciudad.

Ortiz comenta cómo es la situación que padece la fauna que todavía sigue en el predio: “Los animales están abandonados mientras que el Gobierno está haciendo un mega emprendimiento millonario. Te das cuenta que no hay limpieza, no hay cuidado, es un abandono. Los animales están padeciendo el ruido de las topadoras, el polvo. Pasamos de meter visitantes, a meter  cientos de obreros y máquinas. Están pagando con su vida y no queremos que suceda eso. Las obras comenzaron y no hicieron reparo en ningún informe de impacto ambiental, empezaron a construir sin nada previo, con animales dentro. Eso genera mucho estrés para ellos, más del que ya tenían.”

Con respecto a los traslados de los animales, cuenta: “Santuarios no hay para todos. Pero para cuando reabran, esos animales que sabemos que no pueden ir a ningún lado, no queremos que sean exhibidos. Estamos sacando animales de acá y metiéndolos en otros zoológicos. Ellos dicen que están preservando la especie, pero no los liberan. Reproducen animales que los trasladan a otros zoológicos. No estás conservando, no estás preservando, no estás educando. Solamente estás haciendo un negocio. Los animales en cautiverio desarrollan una enfermedad que se llama zoococis, que es la locura del cautiverio. Tenemos animales que se arrancan las plumas, se arrancan los pelos, se muerden, se autoflagelan, tienen comportamientos extraños. Hubo una partida de dinero importante para la reconversión, que era para los animales. Ese dinero no se está usando para ellos. No les están buscando el mejor lugar, se están sacando los animales de encima, básicamente, los están revoleando. Las muertes son porque no hay cuidado. Y es mucha casualidad que necesiten los edificios”.

Agrega que los despidos a los empleados más experimentados son contraproducentes para los animales: “Despidieron a cuidadores experimentados, y en su lugar tomaron pasantes. El animal no los conoce, no confía. No tienen manejo de animales, ni experiencia, otro estrés para el animal que está acostumbrado a su cuidador porque lleva años con él. Y los despidieron porque no estaban de acuerdo con el proceso de reconversión, entonces fue más fácil sacarse el problema de encima.”

La activista concluyó: “El mayor responsable de que esto esté pasando es el Gobierno, porque se metió en un mega proyecto, haciendo un master plan y después se dio cuenta que no está funcionando. El primero que renunció fue Andy Freire, que era el proclamador número uno del Ecoparque. Renunció la directora de Bienestar Animal, porque compraron sustratos para el recinto de los elefantes y era tierra de una obra, que no fue filtrada y venía con hierro. Un animal se clavó un pedazo en la pata. Hay cosas que son básicas. Hay cuidados mínimos que deberían tener, pero si pones a uno de los directores que antes era un gerente de banco, o alguien que estaba en contaduría, creo que no tienen la menor idea de lo que están tratando.”

Desde una hendija puede verse una topadora. La antecede una chapa con un cartel "Prohibida la entrada a toda persona ajena al sector"

«Las obras comenzaron y no hicieron reparo en ningún informe de impacto ambiental, empezaron a construir sin nada previo, con animales dentro», comenta Ortiz, activista de la ONG SinZoo.

Claudio Bertonatti, miembro de la Fundación Azara, y ex director del zoológico porteño, realizó una denuncia penal ante la Unidad Fiscal Especializada en Materia Ambiental (UFIMA), para que se abra una investigación tras la muerte de la rinoceronte y la jirafa: “Mi denuncia va hacia las autoridades del Gobierno de la Ciudad, empezando por el ministro de Ambiente y Espacio Público, están incumpliendo con su deber de funcionarios. La ley 5752 especifica que es lo que hay que hacer con el Ecoparque. Esta ley te obliga a hacer conservación, educación, investigación y preservar el estado animal, la primera pregunta que les haría es: ¿Con qué informe, y con qué análisis previo ustedes descartaron que estos 21 edificios no sirven para nada? Cuando revisas a quienes contrataron para estar al frente de este tipo de instituciones son politólogos, abogados, amigos o sobrinos. Es una vergüenza. Es gente que nunca vio un rinoceronte a tres metros. Tenés que poner al frente un veterinario, un biólogo o un naturalista”. Bertonatti en su denuncia también hace mención de los despidos: “Cuando remueven a los catorce cuidadores sacaron un comunicado diciendo que todos eran delincuentes, prácticamente,  que se los separaba del cargo porque violaban las normas internas. Si es así, primero, tendría que estar en su legajo. Hay gente valiosa que cuestionaba las malas medidas que ellos tomaban. Y los hicieron pasar por ineficientes”.

El ex director del zoo hace hincapié en que el Gobierno, al presentar el proyecto de Ecoparque, quiso quedar bien con los conservacionistas y los proteccionistas y no tenía una idea clara: “Las declaraciones iniciales del ex ministro Andy Freire y el jefe de gobierno, Horacio Rodríguez Larreta, no resisten el archivo. Ellos anuncian que van a transformar el zoológico en un Ecoparque y empiezan a tener un discurso absolutamente ambivalente, por un lado dan a entender que no va a haber más animales, y por otro que la institución va a seguir trabajando para la conservación de la naturaleza. Pretendían con su discurso quedar bien con todos, por un lado con la gente que venía reclamando que se cierren todos los zoológicos, y por el otro con los que decimos que esas instituciones tienen que transformarse. Nadie hoy en el mundo de la conservación anhela tener animales simplemente para ser exhibidos. Los zoológicos forman parte, hoy a nivel mundial, de la Convención de Diversidad Biológica, pero en Argentina cuando vos decís Zoológico, es mala palabra. Porque no tenemos zoológicos, tenemos colección de animales vivos, al servicio de la boletería, no de la conservación de la naturaleza.”

Tras unas rejas en primer plano, se ve el afiche un poco descascarado de un mono sonriendo. Con la leyenda del gobierno de la ciudad que dice"Ellos felices. Nosotros también. Armemos juntos el nuevo ecoparque".

Respaldándose en la ley 5752, Claudio Bertonatti, miembro de la Fundación Azara, y ex director del zoológico porteño, realizó una denuncia penal, para que se abra una investigación tras la muerte de la rinoceronte y la jirafa.

Ana Di Pangracio, abogada ambientalista y Directora Ejecutiva Adjunta de FARN, explica que la ley 5752, que regula la actividad del Ecoparque, apuntaba a una reconversión responsable, pero hoy hay detrás un negocio inmobiliario: “La ley no se está cumpliendo. Lo que vemos es lo que sospechábamos desde un principio, que era hacer un negocio inmobiliario en una de las tierras más caras del país. Limitar a los animales, según el master plan, en un sector puntual de pocas hectáreas, y destinar el negocio para obtener rédito financiero en gran parte del predio. Ya tienen una votación favorable para sacar un proyecto de ley para concesionar varios de los recintos, algunos son monumentos históricos nacionales, y ahora tienen que ir a una audiencia pública que va hacer el 29 de agosto a las 11.30 en la Legislatura. Esto un avance más en la privatización del espacio público de la ciudad. Quieren sacar provecho monetario a partir de las concesiones a privados sin estudiar el impacto que tiene sobre los animales, que se encuentran dentro del predio.”

Con respecto a la muerte de los animales, aclaró que investiga si se trató de un hecho adrede: “Los animales de gran porte, que son difíciles de trasladar a estos “santuarios”, como dice Larreta, y no les queda otra que dejarlos en el Ecoparque, pudieron haber sido víctimas de las obras que están haciendo, causándoles estrés o malos manejos en lo que respecta a su alimentación y cuidados. Están apurados por cuestiones presupuestarios.”

La abogada concluyó: “Desde la Coalición de Organizaciones No-gubernamentales Especializadas en Conservación de la Biodiversidad, le presentamos al ministro de Ambiente y Espacio Público de la Ciudad, Eduardo Macchiavelli, un pedido de acceso a la información pública para ver a qué responden las obras. En una reconversión puede haber modificaciones, pero deberían precisar cuáles son, bajo qué presupuesto, si se hizo una evaluación de impacto o no. Queremos que nos pongan al día: qué animales están, cuáles fueron trasladados o se prevén trasladar, con qué actores están interactuando, quiénes asesoran. Todo eso nos interesa saber.”

Imagen movida, exterior del zoo, donde se observa algo de tránsito vehicular. En el centro de la foto, una activista sostiene un cartel que dice "No a los traslados a otos zoos. Ecofraude"

«Quieren sacar provecho monetario a partir de las concesiones a privados sin estudiar el impacto que tiene sobre los animales”, declara Ana Di Pangracio, abogada ambientalista y Directora Ejecutiva Adjunta de FARN.

Santiago Gazzo, el cuidador de Ruth, la rinoceronte que falleció el mes pasado, explica por qué fue separado de su cargo junto con otros trabajadores del Ecoparque: “Compañeros que eran cuidadores con experiencia, fueron desplazados porque las órdenes de la gerencia eran cuestionadas. Fueron echados bajo falsas acusaciones como querer sabotear el parque. Estos chicos hacían notar que muchas decisiones podían poner en peligro a los animales, que era a fin de cuenta la prioridad de cada cuidador. Y a las directivas solo le interesa concesionar los recintos,  sacar animales que a veces no están en buen estado de salud para ser transportados. Los cuidadores no daban el brazo a torcer porque sabían que los animales no iban terminar bien. Yo ya me sentía incómodo, me dolía muchísimo trabajar ahí por todo lo que pasaba. Justo me iba a tomar vacaciones por lo que pasó con la rinoceronte, porque realmente me había afectado, pero me desligaron.” Y agregó: “La plata y el tiempo apremian y no se tuvo en cuenta como prioridad a los animales y llevó a un desenlace desastroso. Se notaba desde adentro que había algún tipo de negocio, intereses políticos. Creo que los animales sobreviven gracias a la gente que queda dentro, que vela por su bienestar, es decir, los cuidadores y los veterinarios. Pero cada vez son menos.”

Santiago cuenta las desprolijidades e irregularidades que se tienen dentro del parque: “La dirección y gerencia no prevén las cosas, reaccionan ante los desastres y no tienen un plan de prevención en cuanto a los escenarios complicados. En este caso se aceleraron las construcciones por tintes políticos. Algunas eran para mejorar los recintos, pero la verdad que lo hicieron tan mal que no sé si valió la pena todo ese despliegue. Modificaron la estructura varias veces y las mangas de manejo, que eran barras de metal, los rinocerontes las arrancaban del piso como si fueran varitas de madera. Se notaba que no había un plan. Era todo improvisado sobre la marcha”.

Con respecto a los videos de los recintos que circularon por las redes y que reflejan una mala higiene, comentó: “En el verano era una cantidad de ratas y cucarachas increíble, en el invierno un poco menos, pero es una realidad que siempre estuvo. En el sector de aves, recuerdo que había agujeros en el piso que eran las madrigueras de las ratas, era imposible sacarlas porque no se nos daba ninguna herramienta para hacerlo. No había un plan de contención de plagas”.

También hace referencia a los traslados de la fauna: “Muchas veces no medían el tema de cómo iban hacer los traslados de los animales, era algo mal organizado. He tenido compañeros que me contaban, por ejemplo, que habían traído una vez cajas que parecían de zapatos donde querían meter tres guacamayos para llevarlos y el cuidador se negó, ya que el animal ahí se iba a morir. A los cuidadores no se les decían la fecha y cómo iban a hacer los traslados. Se les daba un estimativo y de repente caían con las cajas. Si no lo haces bien los animales no llegan. Es una cosa bastante compleja, pero por las acciones y decisiones que toman apunta a que el bienestar animal no está al frente de las decisiones, sino a amortizar el gasto que tiene el parque que no saben cómo reponerlo.”

Los animales comenzaron a sufrir estrés al convivir con las maquinarias y obreros, que entran y salen del predio.

Los animales comenzaron a sufrir estrés al convivir con las maquinarias y obreros, que entran y salen del predio, y esto llevó a la muerte de la rinoceronte: “El nuevo quincho donde duermen los rinocerontes se hizo con maquinaria pesada, palas mecánicas y martillos. Todo ese despliegue estresó a los rinocerontes que son muy sensibles al ruido. Ruth, en invierno, siempre tenía episodios de insuficiencia respiratoria, que eran crónicos. Cuando hacía mucho frío perdía el aire y quedaba echada, se recomponía y seguía con su vida diaria, pero a esto se le sumó un gran estrés. El otro rinoceronte, Gaspar, cambió muchísimo el comportamiento en cuanto al año pasado. Yo asumo que es por el estrés, porque la única variable fue la construcción. Todo su estrés lo descargaba a través de ella, se ponía muy agresivo y posesivo con las cosas, con la comida, con el lugar de descanso, la alejaba y la corneaba, dejándola muy lastimada. A Ruth, ya debilitaba, le agarró una diarrea de veinte días que no le lograban contener, sumado a las lastimaduras del macho. El cuadro fue empeorando. Los cuidadores le hacíamos lavajes, pero no fue suficiente. Estaba tan débil que quedó atrapada en un lodazal, un lugar con barro que lo usan para refrescarse en verano. En invierno no lo usan, ella cayó ahí adentro y no tenía fuerza para salir. Ruth supo manejar el ruido, pero Gaspar no, y lo canalizaba en ella, y ella en su propio cuerpo que no cicatrizaba bien, la diarrea que llevó a una infección y se fue debilitando y ahí quedo”, cuenta el cuidador.

Hace unos meses se viralizó una imagen de la jirafa comiendo basura de un contenedor, por eso se pone en duda si su muerte no se debió a la mala alimentación: “Los últimos días que estuve en el parque, el pasto que les venía a las jirafas era bastante malo, basado en lo que me mostraban los cuidadores más expertos, y de la gente de nutrición. Viene en fardo seco pero igual es verdoso, con hojas. El que venía era amarillo, seco, sin hojas, puro palito. No era buen alimento. Las tres jirafas eran quisquillosas y selectivas a la hora de elegir la comida, y muchas veces se negaban a comerlo. Esperaban a que llegara algo mejor para comer. Pero no llegaba. El macho se negaba a comer. Dentro de todo, Shaki comía más que los otros dos, en su afán de comer empeoró su salud porque no era ese pasto bueno para ella”.

El Ecoparque avanza a paso de tortuga

El Ecoparque avanza a paso de tortuga

El 23 de junio del año pasado el Jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, anunció que la Ciudad de Buenos Aires interrumpía la concesión privada del zoológico de Palermo y que iba a reemplazarlo por un ecoparque interactivo. Después de más de un año y tres meses de la estatización, el oficialismo afirma que el proyecto avanza, pero las ONG y los activistas por los derechos de los animales reclaman que no hay mejoras notorias en las condiciones de vida de los animales y que existen demoras en sus traslados.

El Ministerio de Modernización, Innovación y Tecnología encabezado por Andy Freire reactivó el año pasado la Comisión para la Transformación del Zoológico de Buenos Aires, que había sido convocada en 2014 para delinear lo que sería el proyecto a futuro y había quedado paralizada. Sus miembros eran de la Agencia de Protección Ambiental de la Ciudad, de la Fundación Banco de Bosques, de la Fundación Naturaleza para el Futuro y del Instituto Jane Goodall. “El proyecto todavía está en un proceso de transición, quizás tarda más de lo que se esperaba”, dijo Javier Goldstein, miembro de la Comisión y de la ONG Banco de Bosques.

Goldstein también expresó: “Se debe notar más el trabajo real. Hay que mejorar la calidad de vida de los animales que viven en el Ecoparque” y agregó: “Hay incertidumbre porque no se llevan adelante los planes de trabajo”. Federico Ricciardi, responsable de prensa del Ecoparque, señaló que durante el primer año sí hubo obras para optimizar las condiciones de vida de los animales y destacó: “Se les mejoró la dieta y les dieron rutinas de ejercicios para que desarrollen su naturaleza y estén sanos. Además de las obras hechas, hace un mes se presentó un proyecto de modificaciones en el predio, la idea es que haya menos animales y más lugar para la gente”.

Imagen del Ecoparque de la ciudad de Buenos Aires

“El Ecoparque es un ecofraude, no hay educación ambiental, no hay educación sobre los derechos de los animales. Es todo un verso”, denunció Fontán.

El Ecoparque apunta a convertirse en un predio que siga el movimiento de reconversión que hacen los zoológicos europeos y, en esa línea, Ricciardi dijo: “El proyecto involucra un centro de rescate a fauna autóctona de Argentina. La idea es que disminuya la cantidad de animales exhibidos, no creemos que sea malo, pero priorizamos preservarlos”.

El proyecto del oficialismo no fue el único que se presentó, ya que el legislador Adrián Camps, del Partido Socialista Auténtico (PSA), había propuesto que se remplazara al Zoológico de Palermo por un Jardín Ecológico, aunque finalmente su idea no prosperó.

Camps relató que la concesión a manos privadas, que duró 20 años, fue un desastre y que no está de acuerdo con los zoológicos en general. El legislador socialista diferenció su proyecto al del Gobierno porteño y subrayó: “Las diferencias básicas son que nosotros proponíamos terminar con la exhibición animal, con la reproducción adentro del zoológico y que se haga un centro educativo. Se debe reconvertir el zoológico;  el bienestar animal está en la naturaleza, no en una jaula”. También planteó que el Ecoparque actual es lo mismo que antes, pero con menos animales y que está igual o peor que hace un año.

Los activistas por los derechos de los animales reclaman que no hay mejoras notorias en las condiciones de vida de los animales y que existen demoras en sus traslados.

Malala Fontán, referente de Sin Zoo, una organización de activistas por los derechos de los animales, apoyó el proyecto de Camps y criticó con dureza al Gobierno de la Ciudad. “El Ecoparque es un ecofraude, no hay educación ambiental, no hay educación sobre los derechos de los animales. Es todo un verso”, denunció. Fontán afirmó que la concepción de zoológico es anacrónica:  “Estamos en el 2017, no podés tener un oso polar a 20 metros de la parada del 60”, enfatizó. Una de las principales quejas de la activista es sobre los traslados y las derivaciones que se prometieron. “Los animales que han sacado de Palermo son solo de fauna nacional”, reclamó.

Ricciardi afirmó que se han trasladado 350 animales y uno de los primeros destinos de algunos de ellos fue el refugio GüiráOga, en Misiones. El director de este establecimiento, Jorge Anfuso, dijo: “Recibimos cerca de 40 animales. Todos llegaron al refugio en pésimas condiciones, el peor problema fue la alimentación. Aunque el traslado fue espectacular, en un camión especialmente preparado”. Además, Anfuso expresó que no aprueba el Ecoparque y recomendó que el camino a seguir deben ser los centros de rescate. “Hay que cambiar la idea de que los animales en cautiverio educan”, expresó.

Si bien la interrupción efectiva se dio en junio, el Gobierno porteño ya se planteaba desde principios de 2016 quitarle la concesión a Zoológico de Buenos Aires S.A., cuyo contrato duraba hasta finales de este año. El no pago del canon mensual, las denuncias sobre el mal estado en el que tenían a los animales y las dudas sobre la capacidad de la empresa de llevar a cabo los cambios que tenía en mente la administración de Rodríguez Larreta hicieron que el gobierno tomara control del predio de 18 hectáreas, que tenía en ese momento casi 200 empleados (los cuales pasaron al Estado), más de 1.500 animales y 52 edificios declarados Patrimonio de la Ciudad y Monumento Histórico Nacional.

Con presiones de ONG y activistas, con obras que marchan lentamente y en medio de cambios culturales que parecen ir acentuando el rechazo a los animales en exhibición, el Ecoparque porteño se reconvierte muy despacio, demasiado . “La transformación -destacó Ricciardi- viene desde hace años, pero los cambios se hacen de a poco”. Mientras tanto, desde septiembre está cerrado al público.

Actualizado 10/10/2017