El 62 por ciento de los isleños de Tigre está sin luz

El 62 por ciento de los isleños de Tigre está sin luz

Desde la tormenta del 15 de diciembre reclaman respuesta a Edenor y al ENRE, sin resultados. La luz vuelve de manera intermitente y el problema de los cortes de suministro se ha vuelto crónico.

Habitantes de las islas del Delta marcharon el martes a la sede de la empresa Edenor en San Fernando. 

El sonido de los generadores se entrevera por las noches con el de los insectos, animales y el chapoteo del agua provocado por la marea y las pocas lanchas que circulan, este ecosistema sonoro es el que impera en las islas del Delta de Tigre, desde aquella tormenta del 15 de diciembre que tiró cientos de árboles, provocó daños materiales y dejó sin luz a gran mayoría de los vecinos y vecinas de las islas.

Ya son más de 30 días sin servicio que aún sigue afectando a casi diez mil personas aproximadamente. Sin alimentos, ni bebidas frescas, sin agua en el tanque, sin poder usar electrodomésticos o herramientas para trabajar, sin wifi y en algunos casos hasta sin señal de celular por la cantidad de antenas caídas.

La solución inmediata es trasladarse si o si al “continente” por un rato de vida “normal”, o tener un generador, transporte y dinero para ir hasta el puerto del Tigre a buscar el combustible necesario. 

“El 62 por ciento de la isla sigue sin luz y en los pocos lugares donde se restableció el servicio funciona de manera intermitente”, dice Iara Camila Paules, una isleña de 30 años que vive en el lugar desde el 2018, además explica: “Es muy complejo el tema ya que hay lugares en los que vuelve la luz por dos o tres horas en un arroyo y mientras tanto se va en otro. Esto pasa porque la infraestructura y materiales utilizados son viejos y no dan abasto, hay muchos palos de luz que se cayeron y luego fueron atados con alambre. Hoy en día no solo exigimos que pongan la luz, sino también que renueven los materiales, porque el problema va a seguir de esa manera”. Iara, en estos momentos, se siente afortunada por tener un generador, pero dice prenderlo solo en ocasiones especiales: “No podemos utilizar todo el día el generador por el gasto que implica, sólo lo utilizamos de noche y para situaciones puntuales como prender la bomba de agua, cargar el celular, conectarnos a Wifi o reunirnos para mirar el estreno de la última entrevista del Indio Solari”.

Ludmila Satulovsky tiene 37 años, es residente de la isla desde el año 2020, y plantea algunas de las inquietudes que le surgieron a partir del temporal: “Aún hay arroyos bloqueados por árboles caídos que impiden el paso. También ramas de gran porte sobre el tendido y flotando en los ríos causando un gran peligro para vecinos/as, navegantes y operarios”, describe. La empresa Edenor no sólo no dio plazos para los arreglos, ni expuso un plan concreto por zonas, sino que tampoco garantiza la seguridad para los y las habitantes de la zona, sigue habiendo cables caídos y transformadores en el piso; lo mismo sucede con sus trabajadores ya que la semana pasada lamentamos el fallecimiento de Rubén Haita, mientras que su compañero Natanael Manke sigue internado con graves heridas”.

Las respuestas que recibieron -según Ludmila- fueron: “Armaron un comité de emergencias entre autoridades de Edenor, el municipio de Tigre y miembros de la comunidad isleña para conformar un plan de acción y obtener mayor información de avances y plazos”. Pero los avances no parecen llegar: “Lamentablemente la información sigue siendo escasa, desactualizada y los avances están plagados de precariedad y retrocesos. También se realizaron reuniones para detallar las problemáticas y exponer las necesidades que está pasando la comunidad isleña en esta situación de emergencia”, agrega y enumera las últimas novedades: “Se exime del pago de boleto a los residentes de la isla en la lancha colectiva por el plazo de un mes y se intimó a Edenor a prestar información fehaciente de las reparaciones en curso y las realizadas”.

Los vecinos se han organizado para realizar protestas en las oficinas de Edenor, reclamos en el municipio y cortes en el río con sus embarcaciones, sin embargo no todos tienen la posibilidad de llegar a las distintas actividades con facilidad. Un ejemplo de lo mencionado es lo que le sucede a Liliana Graciela Leiva, una mujer de 68 años tiene terrenos en el Delta, ubicados en la segunda sección desde el año 2000. “El viaje desde nuestra zona dura más de dos horas y media para llegar a la Estación Fluvial de Tigre. Es muy difícil participar de asambleas o cortes de río, ya que para volver desde Tigre tenemos una única lancha colectivo a las dos de la tarde. Cuando tenemos señal en los celulares reclamamos a Edenor y al ENRE (Ente Regulador de la Electricidad) reiteradamente, pero los primeros días no teníamos señal, ya que la única antena que hay cerca es de Personal y tampoco tenía luz así que no funcionaba. El Municipio de San Fernando intimó con carta documento a Personal y al ENACOM para que pongan generador o batería en la antena, para poder comunicarnos”, describe.

El aumento de las tarifas es constante al igual que en la ciudad, sin embargo el servicio que reciben no es el deseado según Liliana: “En relación a las tarifas pagamos igual que en la ciudad. Quiero aclarar que es el único servicio que tenemos, acá no hay agua corriente, ni gas. Cocinamos con gas envasado (que es carísimo); nuestros termotanques son eléctricos, para sacar agua del río la bomba es eléctrica; o sea, que somos electro intensivos. En invierno calentamos nuestras viviendas con salamandras a leña”.

Liliana reafirma lo mismo que ha comentado Lara en cuanto a la infraestructura y un problema que se vuelve crónico por este motivo: “Existen antecedentes similares, no recuerdo alguno que haya durado tantos días, pero es de lo más frecuente que se corte el suministro eléctrico. Una tormenta, viento, lluvia, marea, siempre alguna rama que se cae sobre los cables y nos quedamos sin luz”.

¿Qué pasó con las bacterias que atacaron al Tigre?

¿Qué pasó con las bacterias que atacaron al Tigre?

La primavera de 2020 trajo consigo ciertas esperanzas de libertad, de poder disfrutar nuevamente del esparcimiento y el espacio público, relegado desde marzo de ese año por el aislamiento social, preventivo y obligatorio. Sin embargo esos anhelos se vieron amenazados por la presencia de una floración de cianobacterias de la especie microcistina que puede resultar tóxica para los seres vivos. Este fenómeno desafió la temporada de verano y el repunte económico que con ella se esperaba. Incluso en los comienzos del verano puso en jaque el estilo de vida isleño dependiente del agua no solo para actividades recreativas sino también para la higiene, el riego, los animales, etc. Una vez culminada la temporada estival, ANCCOM quiso saber qué fue de esta anormalidad que doblegó las voluntades isleñas.

“Fue un poco un ‘sálvese quien pueda’. La contaminación estaba en el cuerpo, en la ropa, en las huertas, en todos los niveles en que uno era impactado porque no había forma de escapar. El contacto con el agua es cotidiano, sobre todo porque el río es nuestra vía de comunicación, es muy difícil aislarse. Acá vos navegas sobre el río e inevitablemente te salpicas un poco de agua, agarrás la soga del bote y está toda mojada”. Estas palabras pertenecen a Luciano Iribarren, quien es vecino del lugar y pertenece al Observatorio de Humedales del Delta (OHD). Iribarren además es Doctor en Ciencias Biológicas y especialista en educación ambiental y explicó: “Las cianobacterias son organismos unicelulares que están prácticamente desde los orígenes de la vida, donde sólo existían células procariotas y estas bacterias evolucionaron de distintas formas, una de ellas fue la fotosíntesis”.

«La contaminación estaba en el cuerpo, en la ropa, en las huertas», dice Iribarren.

La presencia de este tipo de algas es un fenómeno natural y bastante común que se da mayormente en aguas poco caudalosas y su mera presencia no implica de por sí peligro alguno. Sin embargo, cuando determinadas condiciones naturales como las sequías y los altos niveles de contaminación se combinan, pueden generar los Bloom o floraciones que producen toxinas aumentando el riesgo para pobladores, animales y alimentos producidos en la zona. Y esto fue justamente lo sucedido en noviembre pasado. Iribarren agrega que “estos fenómenos son completamente evitables” y menciona un informe que daba cuenta de la presencia del fenómeno en el río Paraná meses antes: “Inés O’ Farrell, docente en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA e investigadora del CONICET, tenía información de que esto iba a suceder un mes y medio antes de que pase porque habían monitoreado la cuenca arriba”.

Por su parte, la Doctora en Ciencias Sociales y especialista en Sociología y Bioética Sofía Astelarra describe cinco condiciones humanas, y por lo tanto evitables, que se combinaron para que la floración se convierta en una amenaza: “Principalmente los agrotóxicos y los derivados de los fertilizantes y fungicidas,  en un contexto de avance y expansión del agronegocio. La quema de los Humedales; en 2020 se quemaron alrededor de 300.000 hectáreas en el Delta del Paraná. La contaminación industrial producto del volcado de residuos sin tratamiento a la cuenca del río Paraná y están los residuos cloacales que también tienen esos aportes. Y una última variable que es más actual que tiene que ver con el contexto de crisis hídrica desatada a partir de la construcción de represas”.

«No hay nada alarmante. Si hubiese algo que avisar se hace a través del sistema de alerta temprana”, aseguran en la Subsecretaría de Recursos Hídricos.

Desde distintos niveles del Estado nacional, provincial y municipal se adoptaron algunas medidas que, a juzgar por los isleños, no fueron suficientes. “El Estado no nos da opción, nos dice que tenemos que dejar de utilizar el hábitat con el que convivimos”, critica Damián Turov, vecino de la zona. Fiorella M., quien también reside en el Delta, declaró: “Hasta ahora la municipalidad viene haciendo estudios y alertando pero la realidad es que esto va a continuar porque los humedales no están haciendo la función de filtrado natural”. A pesar de reiterados llamados y contactos vía mail, ANCCOM no obtuvo respuestas del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación ni de la Dirección General de Gestión Ambiental del municipio de Tigre.

Por el contrario desde la Autoridad del Agua (ADA), dependiente del gobierno de la Provincia de Buenos Aires, informaron que el Comité de Crisis interjurisdiccional se reúne periódicamente para monitorear la actividad de la cuenca. “La mesa se creó en diciembre, la integran todos los organismos competentes y mantiene reuniones periódicas constantemente”, informa la responsable de prensa de la subsecretaría de Recursos Hídricos de la provincia de Buenos Aires, Agustina Carra.

Desde esa cartera aseguran que las cuencas son monitoreadas con imágenes satelitales y que además se realizan muestreos semanales, pero cuando este medio pidió una copia de los informes técnicos, Carra aseguró que se reservan para uso interno del organismo a pesar de ser información pública: “No los estamos dando públicamente porque no hay nada alarmante. Si hubiese algo que avisar se hace a través del sistema de alerta temprana”, asegura Carra.

Este silencio no hace más que exacerbar las sospechas de vecinos sobre la falta de controles. El propio Iribarren reconoce que al desaparecer el tema de la agenda mediática los controles tiendan a desaparecer.

Para que el proyecto de Ley de Humedales llegue al recinto de Diputados aún falta la aprobación de tres comisiones.

Por tal motivo, el biólogo no descarta que desde su espacio lleven el tema a la justicia: “El Poder Legislativo no nos escucha, el Ejecutivo tampoco. Hay que ver si el Poder Judicial sí”, se pregunta y agrega: “Nosotros apostamos a la organización y la ley de humedales es una disputa de alcance mayor.”

Consultado por este medio sobre el estado parlamentario del proyecto de ley que protege los humedales, el diputado nacional por el Frente de Todos y presidente de la Comisión de Recursos Naturales, Leonardo Grosso, reconoce que su proyecto “es el resultado de la unificación de 10 proyectos de ley con estado parlamentario sobre la materia” y que “para llegar al recinto, aún debe contar con la aprobación de las comisiones de Agricultura y Ganadería, Intereses marítimos, Fluviales, Pesqueros y Portuarios y Presupuesto y Hacienda”. Sin embargo, a pesar de asegurar estar convencido que “el desarrollo del futuro será verde o no va a ser” en el discurso inaugural de sesiones parlamentarias, el presidente Alberto Fernández no hizo mención a la tan aclamada Ley de Humedales, por lo que no pareciera tener un lugar en la agenda legislativa. Por lo pronto, como asegura Iribarren, “será tarea de los movimientos sociales y ambientales que el tema se cuele en la opinión pública de cara al ciclo electoral que se viene”.