Un voto más para la vuelta a Boedo

Un voto más para la vuelta a Boedo

 

Cerca de 5.000 hinchas de San Lorenzo se reunieron la mañana del 5 de agosto último en las puertas de la Legislatura porteña para acompañar la sanción de la Ley de Rezonificación, que ya había tenido media sanción el 19 de noviembre de 2020. Esta normativa permite, entre otras cosas, permitir que el club alce su nuevo estadio sobre esos terrenos que comprenden las calles Inclán, Avenida La Plata, Las Casas y José Mármol, del barrio porteño de Boedo, perdidos a manos de la última dictadura cívico militar argentina en 1979. 

¿Pero dónde comienza el exilio y reclamo de esta “Vuelta a Boedo”? Su primer hito fue en 1977. En el mes de junio, a poco más de un año del comienzo de la última dictadura, Las Madres de Plaza de Mayo realizaron su primera aparición en un acto público. Justamente en el Estadio de San Lorenzo de Avenida La Plata. Algo que disgustó y mucho a Osvaldo Cacciatore, intendente de la ciudad desde 1976 a 1982. A respecto, José María Muñoz, periodista y vocero del gobierno dictatorial intimó a las autoridades del “Ciclón”, en la antesala del Mundial de 1978, en base a lo sucedido con Las Madres: “El brigadier –por Cacciatore- está muy disgustado con el club, por la permanencia en su predio de la Avenida La Plata”.

Dos años más tarde, el 2 de diciembre de 1979, se jugaría el último partido en El Gasómetro. Fue un empate sin goles entre San Lorenzo y Boca. A partir de allí comenzó una pérdida de masa societaria del club. Para comienzos de ese año El Ciclón que entonces contaba con 33.000 hinchas, llegaría a 1983 con menos de mitad, según aseguró Adolfo Res, historiador de San Lorenzo. Algo que, acompañado de los malos rendimientos deportivos, terminó en el descenso del club a la segunda categoría del fútbol argentino en 1981: se convirtió en el primer equipo “grande” en hacerlo. Y según cuenta el medio “Proyecto Boedo”, en 1981, Cacciatore tuvo siete reuniones con el presidente del CASLA, Vicente Bonina, y lo presionó para que el club apure su salida de Avenida La Plata. 

Para 1980, con el equipo ya en segunda división, se realiza la primera movilización de hinchas que exigía que San Lorenzo pudiera volver a jugar en su cancha. Algo que se ve coartado por el ejercicio dictatorial que impedía la movilización popular en cualquiera de sus formas, según lo establecido por el Comunicado N°19 de la Junta Militar del 24 marzo de 1976. 

A pesar de todo esto, San Lorenzo recupera la categoría vendiendo más entradas que todos los equipos de Primera A. Un suceso que regó de alegría al pueblo azulgrana que para ese entonces hacía las veces de local en el Estadio de Vélez. Pero la historia recién estaba comenzando a escribirse.

En 1983 la Ordenanza 38.696 de la Ciudad actuó y dejó sin efecto al área delimitada por la Avenida La Plata y las calles Inclán, Mármol y Las Casas. Lo que haría que tiempo después una sociedad fantasma abonara al club 900.000 dólares y esos terrenos se vendieran a la empresa francesa Carrefour por 8.000.000 dólares, que instalaría allí su primer supermercado, en 1985. Desde finales de la década de 1980 viajamos a principios de los 2000. Más de 20 años pasaron para que en 2008 se impulsara en la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires un proyecto de ley de Restitución Histórica de los terrenos de Avenida La Plata. Esto buscaba devolver al club un terreno lindante con el que pertenecía al estadio, ubicado en Salcedo 4220. Este proyecto, elaborado por Juan Carlos Témez y Marcelo Vázquez, fue presentado por el legislador Miguel Talento y recibió su sanción por unanimidad. Ya para marzo de 2012, 110.000 hinchas de San Lorenzo se reunieron en Plaza de Mayo para pedir por la Ley de Restitución Histórica, normativa que -entre otras cosas-, insta a Carrefour a negociar un acuerdo con el club en el lapso de seis meses, y de no hacerlo establece que el predio será expropiado, corriendo los gastos a cuenta de San Lorenzo. Un año después, en noviembre de 2013, El Ciclón comenzó a construir el polideportivo Roberto Pando en “Tierra Santa” y en 2014 el club firmó un convenio con la cadena de supermercados Carrefour para la devolución del predio y la construcción del estadio para 2018.

 

El último capítulo de esta historia se escribe entre 2020 y 2021. San Lorenzo necesitaba que la Legislatura porteña sancione la Ley de Rezonificación que da validez al Código Urbanístico propuesto por San Lorenzo, que comprende además de la construcción del estadio, la edificación de dos escuelas, un centro cultural, y todo lo referido a iluminación y seguridad de la zona. Y así fue como este 5 de agosto de 2021, el hincha de San Lorenzo festejó su cita con la historia.

Un escenario acostumbrado a las vestimentas solemnes, la calle Perú y el microcentro porteño, desde antes de las diez de la mañana se comenzaba a vestir de azulgrana. Banderas, carteles, aromas propios de un estadio, se entrelazaban por las esquinas más célebres de Buenos Aires. “Hay que hacer ruido, hay que hacernos escuchar”, dice Alejandro al pasar con un piluso que tapa su frente y que detalla a lo largo y a lo ancho las palabras, a esta altura sinónimos, “San Lorenzo” y “Boedo”, al lado del Café Tortoni.

“Es como recuperar parte de la historia que no conocimos, pero que lo hicimos después a través de quienes la contaron, que fueron muy importantes en esta gesta”, dice emocionado Emanuel. “Vine hace diez años a Buenos Aires y yo cantaba que era de Boedo cuando jamás había pisado esa cancha. Esto no es un final sino un nuevo comienzo. Es construir un club inmenso para un barrio que ayuda al club como así el club también lo ayuda”, concluye.

Y un día, San Lorenzo volvió a Boedo. 

La NBA, más allá del básquet

La NBA, más allá del básquet

Imaginemos que vamos a un espectáculo deportivo donde el partido que veremos no es lo más importante. Donde los jugadores no son los únicos protagonistas. Por más increíble que parezca, existe una liga en el mundo del básquet que le escapa a cualquier tipo de competencia convencional. La NBA encabeza la elite de la pelota naranja desde hace 60 años, no sólo en calidad deportiva sino también en popularidad. Así, cuenta con un detrás de escena que hace posible un total de 82 partidos para cada uno de los 30 equipos de la liga, según el calendario oficial.

 ANCCOM asistió al Barclays Center de Brooklyn para vivir el encuentro entre los Brooklyn Nets y los Toronto Raptors, último campeón de la NBA. Los locales contaron con grandes apariciones (Caris Levert, alero, 20 puntos; Joe Harris, Escolta, 19) y a fuerza de buen juego asociado y desequilibrio en ataque, lograron llevarse el partido por 101-91.

Rápidamente, al ingresar al recinto se comienza a ver la puesta en escena. El público empieza a poblar de a poco un estadio pensado para 19 mil espectadores, que a juzgar por su tamaño parece más pequeño. 

El encuentro comienza a las 19:30. Diez minutos antes del partido, el estadio cuenta con más espacios vacíos que ocupados. Los equipos se alistan, salen a calentar y la situación sigue igual. Pero a la hora de cantar el himno todo cambia. El ritual se repite en cada uno de los 2460 partidos de la temporada, más los de la fase final. En este caso, el primero en cantarse es el canadiense, por la presencia de los Raptors. Todos los espectadores se ponen de pie. La arena se viste de rojo y blanco. Se puede ver la bandera con la hoja de maple en la pantalla gigante que luce el estadio en su parte superior. Se disparan luces hacia donde se encuentran ubicados los fanáticos del conjunto visitante, que con una mano en el corazón entonan el verso “Oh, Canadá”.

Acto seguido, llega el turno del himno estadounidense. Los jugadores norteamericanos acompañan a sus fanáticos y un grupo de soldados de la guardia civil se despliegan sobre el parqué. Algunos colocan su mano en el pecho, pero casi la totalidad del estadio levanta su cabeza para mirar la bandera con estrellas, franjas rojas y blancas desplegadas en la pantalla de cientos de pulgadas que mira a todos los presentes, colgada del techo del Barclays Center. El entretenimiento comienza a cobrar protagonismo.

Arranca el partido y el escenario cambia su piel. Van cinco minutos y los asientos vacíos comienzan a ocuparse, en su mayoría por familias. Todos con algo para comer y beber. Las cervezas y gaseosas se cruzan con hamburguesas, papas fritas, mariscos y hasta algún tipo de pasta. Todo esto es, si uno lo desea, traído a su asiento por los empleados del Barclays Center, más allá de que existen, según detalla la web del estadio, más de 40 puestos de comida y bebida a disposición. La pelota es admirada, pero la comida y el confort también son protagonistas.

Hay tiempo muerto para los Nets y parece que algo se repetirá a lo largo de todo el partido. Cada momento por fuera de la acción del partido es utilizado a favor del entretenimiento. El tiempo muerto dura tan sólo un minuto y es protagonizado por Ally Love, una joven que, con micrófono en mano, recorre las primeras filas del Barclays Center dando a conocer a través de los parlantes del estadio, la percepción de los fanáticos sobre el partido. Allí también aparecen los clientes de American Express, que por ser acreedores de sus servicios financieros, se han asegurado un lugar en la pantalla gigante que cuelga del techo del estadio. Y de repente. ¡Wow! John ha ganado pases para ver al equipo y un beneficio usando su tarjeta de crédito.

El partido sigue su ritmo habitual, pero a cada interrupción se le corresponde un entretenimiento. Cualquiera sea. Desde un lanzamiento de camisetas a la tribuna, un pedido de aliento para que los jugadores levanten el nivel, o un espectáculo de break dance. Lo que lleva a pensar y a concluir, que el público de NBA necesita entretenimiento en todo momento. Sin importar qué. Todo reviste una cierta lógica cuando pensamos en la duración del espectáculo en su conjunto. El partido consta de cuatro cuartos de 12 minutos cada uno, lo que, sumado a las interrupciones lógicas de mitad de partido, tiempos muertos y faltas, entre otras interrupciones, se terminan acumulando un total de dos horas desde que se ingresa al estadio, hasta el momento en que se lo abandona. 

La liga estadounidense recubre y esconde un ritual donde, como en cualquier deporte, lo que importa es que triunfe el equipo del que se es fanático. Sin embargo, necesita del show para sobrevivir. El mercado se cuela en los poros de un juego que de por sí, parecería no deleitar lo suficiente. El cotillón y el entretenimiento, termina siendo su marca registrada. 

“Cobramos menos de la mitad de lo que cobran ellos”

“Cobramos menos de la mitad de lo que cobran ellos”

Catalina Pella

En un deporte regido por las desigualdades en los ingresos entre hombres y mujeres, con 26 años, la bahiense Catalina Pella da batalla ante una realidad que la interpela, y le es injusta en el mundo del tenis.

Pella es la cuarta mujer argentina mejor rankeada de la WTA (Women Tennis Association) en el puesto 387, y al igual que el país, atraviesa una situación económica delicada. En la actualidad, Pella se encuentra disputando el grupo americano de la Fed Cup junto con el combinado argentino, y entiende que su camino hoy pasa por competir en torneos de menor trascendencia, con el objetivo de solucionar en el corto plazo la crisis financiera y defender su ranking de la WTA, pero también el de la ITF, donde se encuentra en el puesto 288.

¿Cómo ves tu momento profesional actual?

Estoy pasando por una situación económica bastante complicada. Es por esto que estoy jugando interclubes, futures y algunos challengers para sobrevivir.  Me estoy yendo a Europa en abril y me quedo ahí un tiempo. Además tengo que defender mi ranking. En definitiva, tengo que aceptar el momento en el que estoy. Ha sido muy difícil. Mi hermano -el tenista Guido Pella quien acaba de recibir su primer título ATP en San Pablo- me ofreció ayuda económica, pero estoy en una etapa que necesito hacerlo yo. Estoy tranquila, entrenando lo más que puedo para competir, para dar lo mejor de mí.

¿Cuáles son tus expectativas en Europa?

Me llevó muchos meses aceptar esta situación, pero estoy con la cabeza más tranquila. Además esto me va a ayudar para el día de mañana estar bien parada para volver a competir con muchas más ganas y ya disputar torneos profesionales. La carrera son dmomentos y esto te motiva a volver con todo y competir al mejor nivel.

La ITF (lo que no es ATP/profesionalismo) modificó estructuras en marzo del 2017, con la idea de generar más torneos y dinero para competiciones más pequeñas. ¿Cómo es la situación del tenis femenino a nivel mundial?

La realidad es que no hay tantos torneos más. Se da una tremenda desigualdad. Es muchísimo mayor la cantidad de torneos que juegan los hombres, que los que juegan las mujeres. Nosotras cobramos menos de la mitad de que lo que cobran ellos, a nivel WTA y a nivel Challenger. Yo esperaba más cambios.

Serena Williams fue mofada por la prensa al quejarse frente a la umpire en la final del US Open de 2018. La burla fue automáticamente calificada como sexista y machista. ¿Qué lugar ocupa la mujer en el deporte y qué avances ha habido?

La mujer ha estado sometida en muchos aspectos, pero esto ha evolucionado con el tiempo. A pesar de ello no entiendo por qué las grandes tenistas como (NdeE.: María) Sharapova o (NdeE.:Simona) Halep no hablan de estas desigualdades. Donde en un torneo como un Grand Slam se dice abiertamente que no ganará lo mismo la mujer que el hombre. No sé si están muy preservadas ellas o qué. Pero Andy Murray ha hecho más por el tenis femenino que ellas. Ha dicho muchas veces que los logros nuestros son menospreciados dentro del mundo del tenis. No me entra en la cabeza pensar que haya tanta desigualdad y que las mujeres lo acepten.

Si bien han crecido las publicidades que abogan por el poder de la mujer ¿Las marcas y los grandes torneos inciden en la desigualdad de género?

Yo creo que sí. Es muy loco pensar que una mujer que gana un torneo WTA, gane determinado dinero, y no gane lo mismo que el varón que ganó el mismo trofeo ATP. Yo no creo que a la mujer le dé lo mimo.

Ya de por sí la Asociación de Tenis Profesional se diferencia de la WTA, cuando se supone, por su nombre, que nuclea a todo el mundo de la raqueta. ¿Formás parte de alguna organización que lleve adelante este reclamo?

No, pero es porque soy muy tranquila. No me gusta el quilombo para nada. Pero lucho mucho por la igualdad. He tenido miles de peleas. Y hasta desde la AAT me dan la razón, y me dicen que es verdad. Pero eso queda en la nada y hay que cambiarlo. De todas maneras, la mujer ha tomado más fuerza en esto de la igualdad. Pero todavía no se nos escucha. Se nos va a escuchar. Lo de que la mujer es inferior es de dinosaurios, pero estamos muy lejos aún.

Sos integrante del equipo de la FED Cup, torneo que nuclea a hombres y mujeres, entre singles y dobles. ¿Cómo fue tu experiencia y qué te parece esta iniciativa que comenzó en 1995?

El formato está buenísimo. Este año se le ha dado más importancia que años anteriores. Creo que es gracias a que gente como Mercedes Paz, Florencia Labat y Gabriela Sabatini le hayan estado atrás.

El tenis enfrenta un gran monstruo que es la televisación y la comercialización de los torneos. Las modificaciones de ATP e ITF ¿Cómo ves este cambio de dinámica y el lugar de la mujer en el circuito?

No me parece mal. El tenis es muy blanco o negro. Lo que quiso hacer la ITF, es decir: si sos bueno en esto, vas a perdurar. Había muchos jugadores grises que sólo tomaban al deporte como un trabajo y entonces no dejaban pasar a los juniors que son realmente buenos. Hubo muchas chicas sudamericanas que no pudieron ganar plata, porque había muchos de estos grises que impedían que se desarrollen. Entonces, yo creo que si vos no sos bueno y no te entrenas a morir, no vas a seguir. El objetivo no es el de cortar jugadores. Si logro superar esto, puedo ganar más plata. Todavía se está acomodando. Falta tiempo.

¿Quiénes son esos grises?

Gente que no disputaba otra cosa que futures -torneos en menor escala que una competencia ATP, que dan entre 15.000 y 25.000 dólares de premios-, porque les quedaba cómodo. Medio mediocre. Y yo soy, al igual que Guido y mi familia, al 100 por ciento. Yo voy a la guerra y doy todo. Yo creo que lo que trataron de hacer es hacerles ver a los jugadores qué es el sacrificio.

Agustín Calleri asumió en mayo la presidencia de la AAT. ¿Cómo se está dando esta nueva gestión en relación a las mujeres?

A priori, hay mucha más comunicación. Claramente todavía no pueden hacer nada, pero como la gestión anterior no fue la mejor… Han prometido que haya más torneos femeninos. Deseo con todo mi corazón que así sea, pero hay que esperar. Expectativas hay.

¿Cómo ves la inclusión de Córdoba en el circuito de torneos ATP?

Es bueno para el tenis argentino en general. Pero no incluye a la mujer. Lamentablemente se dividen el varón y la mujer. Y por eso hay que irse. Acá es muy complicado. Con lo que hay, no se puede hacer.

Hablando de referentes como Sabatini, Paola Suárez: ¿Cómo es ese diálogo. Han tomado este reclamo del tenis femenino?

Gabriela es por de más humilde, pero prefiero hablar con Mecha (NdeE.: Mecha Paz) y Flor (N.deE.: Labat) o con gente de la asociación. Tengo más contacto con la gente que fue partícipe de la FED. Sé que están y hemos hablado, tengo más confianza. Y además entre nosotras nos hemos unido un poco más. Hemos estado muy solas. Yo creo que ahora que soy más grande me di cuenta que juntas somos más. Capaz uno de chico dice: “Esto no me incumbe, o no me toca directamente”. Quizá para no complicarte, porque el tenis se convierte en tu vida y no haces más que respirar tenis, por ahí no te querés distraer. Pero hoy, siendo más grande, sé cómo diferenciar las cosas y me di cuenta que juntas podemos más.

“Sólo somos chicas que quieren jugar al rugby”

“Sólo somos chicas que quieren jugar al rugby”

Sofía González empezó a jugar al rugby a los 13 años.

Los creadores del rugby, más precisamente William Webb Ellis, nombre que lleva la copa mundial, dijo a mediados del siglo XIX: “El rugby es un deporte de caballeros”. Cerrando la puerta -no definitivamente por supuesto-, a que la ovalada, embarrada en muchos casos, pueda estar en manos del sexo femenino.

Sofía González, la capitana de la selección argentina, responde: “Somos sólo chicas que quieren jugar al rugby”, previo a su preparación para el repechaje de Tokio 2020. Pasaje que deberán disputarse con selecciones como Rusia y Canadá. En desuso quedó aquella frase a casi 200 años de su creación.

“Empecé a jugar en Gimnasia y Esgrima de Ituzaingó (GEI)”, recuerda Sofía. Para entonces tenía 13 años, crecía en el seno de una familia que cuenta con 11 hermanos, pero con la ausencia de un padre marcada a fuego desde el nacimiento del más chico. “Mis vecinas, madre e hija, jugaban ahí y me invitaron a un entrenamiento. Me encantó tanto que al otro día dejé vóley, que era el deporte que practicaba desde los seis”, recuerda a sus 24. “No sé bien qué me atrapó, lo que sé es que cuando lo agarré no lo solté”, concluye.

Su carrera profesional está marcada por el club de la Sociedad Italiana di tiro al Segno (SITAS), pero también cursa sus estudios en el CENARD, donde sigue en carrera para convertirse en profesora de educación física.

A fines de 2018, la UAR contabilizó 4.430 jugadoras de rugby. En 2009, apenas había 229.

¿Qué le llamó la atención de este deporte esquivo para muchos por su tendencia al contacto? “Los valores”, acota Sofía. “Me llama mucho la atención que no tengas que ser un gran atleta o un gran deportista para poder ser parte del ámbito del rugby. Cualquiera que quiera venir a probar, puede y se lo incluye”, asegura.

Para fines del 2018, según la Unión Argentina de Rugby, existían 4.430 mujeres que practicaban rugby en la república argentina. Un poco menos de un tercio de los directores técnicos de fútbol recibidos en el país, que se calculan en 15.000 según datos de la Asociación de Técnicos del Fútbol Argentino (ATFA). Lejos están esas más de 4.000, de las apenas 229 chicas registradas que practicaban el deporte para 2009, también según estadísticas de la UAR.

Sofía ni siquiera se esfuerza por aclarar o disipar el estereotipo de la homosexualidad de las mujeres que juegan al rugby. Corta la charla por teléfono diciendo: “Espera que le alcanzo algo a mi novio”. Él es atleta, y corre 400 metros llanos, también en CENARD.

“El rugby femenino se fue sumando solito. Un poco porque nosotras nos hicimos ese espacio y otro poco porque la sociedad fue evolucionando”, analiza. “Más allá de todas las personas involucradas, la difusión, la creación de clubes, creo que la sociedad en general acepta más a la mujer, y eso conlleva que entremos todos en el paquete”, remata González.

“En vez de decirles a las chicas en el colegio que hagan hockey, deberían dejarlas elegir el deporte que les guste».

La organización del rugby femenino no dista mucho de la organización de los varones. Lo único que los distancia es la cantidad de jugadores que saltan a la cancha. En los varones son 15 los que se ponen la camiseta, mientras que las mujeres son apenas 10.  Ahora bien, en lo que se refiere al rugby nacional y bonaerense, ambos cuentan con el torneo de la Unión de Rugby de Buenos Aires, con Centro Naval como último campeón para las chicas y el San Isidro Club (SIC) en el URBA Top 12 para los varones. También Centro Naval fue campeón en el nacional de clubes femenino, venciendo en la final a Universitario de Córdoba, mientras que el mismo campeonato disputado por hombres atraviesa su segunda fecha.

Existe un límite, donde el deporte como tal, se enfrenta al impedimento de seguir creciendo sólo a cuesta de los clubes. “Creo que en vez de decirles a las chicas que jueguen al hockey en el colegio, deberían darles la posibilidad de elegir cualquier deporte que les guste. Eso alimenta el estereotipo”, detalla la capitana de Las Pumas.

Negacionalista

Negacionalista

El Colegio Nacional de Buenos Aires brindó, el jueves último, un acto institucional en su Aula Magna, en el marco de los festejos por el 203° aniversario del Día de la Independencia. La polémica, que sigue hasta hoy, se desató luego de que se hicieran presentes dos integrantes de la Fuerza Aérea Argentina que también pelearon en la Guerra de Malvinas y esgrimieran un discurso con componentes netamente militares.

Según detalló la presidenta del centro de estudiantes, Julia Epstein, todo comenzó cuando los uniformados se presentaron y realizaron un pequeño comentario sobre su servicio en la fuerza. Luego se proyectó un video, en el que se reivindicó el rol de la Fuerza Área en la guerra, realizado por los propios oficiales. “Estaba lleno de imágenes de aviones y todos los caídos en batalla”, contó la máxima autoridad estudiantil. “Ya desde un principio fue todo muy raro. Los podrían haber traído para el acto del día de Malvinas. Además, no hablamos de gente que hizo la colimba de manera fortuita. Eran militares de profesión”.

Los profesionales de guerra son Luis Cervera y Héctor Sánchez, pilotos de la 5° Brigada Aérea de Villa Reynolds, San Luis. El acontecimiento sucede además en una semana en la que la Avenida del Libertador se tiñó el martes 9 de julio de colores verdes oscuros. El Ministerio de Defensa, a cargo de Oscar Aguad, movilizó, según informó con detalle, unas 4.000 tropas a pie de diferentes organismos de seguridad, entre las calles Salguero y Dorrego, cruzando una de las avenidas más largas de la Ciudad de Buenos Aires. El desfile contó con soldados a pie, a caballo, bandas militares y 16 aeronaves militares en vuelo, de acuerdo a lo desglosado por el ministerio.

En sintonía, ocurrió el acto en el colegio universitario. Una vez finalizado el video en el aula magna, se dio paso a preguntas de los alumnos presentes. Una de las cuestiones que se interrogó a los militares fue sobre el rol de las Fuerzas Armadas durante la última dictadura cívico militar y el envío de jóvenes sin entrenamiento a combatir a las islas del Atlántico Sur. Las agrupaciones estudiantiles coinciden en que fue la primera pregunta a los uniformados la que generó tensión en el edificio de la calle Bolívar. La respuesta de los militares fue una afirmación que generó confusión: “para el soldado, no se mata gente, sino que se cumple con un objetivo”, según reconstruyeron los testigos acto. Pero de acuerdo a un grupo de padres que dialogó con ANCCOM, esa frase remitió a su labor en la guerra, y no al genocidio de la última dictadura. 

A partir de las respuestas de los militares todo siguió su curso de manera escandalosa, con una constante reivindicación del rol de las Fuerzas Armadas, según lo afirmado por el comunicado que emitió la agrupación estudiantil Oktubre. Un discurso en esencia negacionista, nacionalista y militarista.

Padres y Madres autoconvocados del Colegio, fueron también quienes interpelaron a los ex combatientes, según reconstruyó a Anccom una vocera de la agrupación Hierba Mala, que preside el Centro de Estudiantes: “Uno de los padres presentes contó que hizo la colimba y fue lo peor que le pasó en la vida. No podía creer que el colegio y la rectora avalen este tipo de actividades”.

A cargo del acto del Día de la Independencia se encontraba la flamante rectora Valeria Bergman. La licenciada en psicología, que asumió febrero, acompañada del vicerrector Juan Francisco Seguí, no emitió palabra ante los sucesos, como tampoco lo hicieron los consejeros docentes presentes en el recinto. Sin embargo, según pudieron confirmar alumnos de la institución, fue Seguí, quien interrumpió la charla ante la tensión presente en el aula magna. “Nos invitaron a tomar chocolate con churros, que era lo que ofrecía el colegio después del acto”, relató la presidenta del Centro de Estudiantes “En ningún momento ellos mencionaron la última dictadura militar. Somos un colegio con muchos desaparecidos. Fue muy fuerte”, describió la estudiante.

Los padres de los alumnos del colegio forman parte de manera constante del proceso educativo. Se conforman grupos para estar al tanto de las actividades escolares, y para participar en la medida que se pueda. Así lo describe Ana Parisi, madre de dos hijas y alumnas a la casa del Colegio Nacional de Buenos Aires. Una está en segundo año y la mayor en quinto, quien a la vez forma parte del centro de estudiantes, como consejera: “Tenemos puntos de vista diferentes a como los chicos toman las cosas. Además trato de tener un rol activo. Estoy al tanto de qué es lo que circula y lo que no circula. Como se exageran las cosas o no”, detalla.

“Lo que ha primado en el grupo de padres es la sorpresa y el desconcierto. La gran mayoría no sabía qué esto iba a pasar y por qué pasó lo que pasó. Muchos nos enteramos por el comunicado del CEMBA (Centro de Estudiantes del Buenos Aires)”, explica Parisi. “No me parece mal que se hable de Malvinas el día de la independencia, porque es un enclave colonial que tenemos en el país. Sobre todo hoy, con un gobierno que intenta desmalvinizar. Para que nos olvidemos del tema Malvinas. El problema es que no se planteó en esos términos. No le dieron ese contexto”, ahondó Ana.

Con respecto a la responsabilidad de las autoridades del colegio, la mandamás estudiantil expresó: “Probablemente no opinen lo que se dijo en el acto. Pero sabemos a quién estamos trayendo como orador. Hay otra forma de hacerlo y nadie se ha hecho responsable de lo sucedido”, culminó Epstein. 

Parisi concluye haciendo hincapié en el cortocircuito del día jueves: “Todo se dio en un marco de absoluto respeto. Hasta uno de los chicos les agradeció por la entrega. Pero generó mucha impotencia. Es una herida abierta que tenemos todos los argentinos y no es fácil taparla”. Para finalizar, el centro de estudiantes emitió un comunicado donde detalla: “Una cosa es defender el reclamo por la soberanía territorial sobre las islas, y otra es hacer oídos sordos a un proceso que se llevó la vida de miles de personas”.