Axel para todos

Axel para todos

Con niveles de participación similares a los de las PASO del 12 de agosto, la elección por la Gobernación de la provincia de Buenos Aires arrojó un resultado distinto en números, pero no en términos de la fórmula ganadora. Pasada la medianoche, con casi el 95 por ciento de las mesas escrutadas, Axel Kicillof se imponía frente la actual mandataria bonaerense, María Eugenia Vidal, por una diferencia de más de quince puntos porcentuales. Pese a que Vidal cosechó cinco puntos más que en las PASO, apenas pudo superar la cantidad de votos que había recibido en 2015, muy lejos de la clara mayoría obtenida por el candidato del Frente de Todos. Un desenlace ampliamente esperado, pese al empuje del oficialismo a nivel nacional por ‘dar vuelta’ la derrota de agosto. A nivel municipal, el escrutinio provisorio pronosticó la futura división del territorio provincial, con un conurbano preponderantemente gobernado por el Frente de Todos y un interior principalmente gobernado por Juntos x el Cambio.

Desde el atiborrado búnker del Frente de Todos en el barrio porteño de Chacarita, inmerso en un clima de festejo, el gobernador electo de la provincia comenzó su discurso como ganador felicitando a los votantes bonaerenses: «Excelente noche porque hoy, una vez más, habló el pueblo argentino. Decidió el pueblo de la provincia de Buenos Aires.»

Kicillof reflexionó, además, sobre las razones de su triunfo y el de la fórmula presidencial integrada por Alberto Fernández y Cristina Fernández. Consideró que «un factor fundamental a tener en cuenta es que lo que ganó fue la política, la solidaridad, todo el esfuerzo que se hizo a lo largo y ancho de la provincia de Buenos Aires.»

Enumeró, a su vez, las herencias de la gestión de Cambiemos: desempleo, devaluación y «casi la duplicación de la deuda»; y aseguró que esto «significa el fracaso de un proyecto económico neoliberal, el fracaso en una forma de gobernar. Lo que hoy tenemos para festejar es que lo que ganó en Argentina es una apuesta a la participación. Así como se hizo esta campaña vamos a tener que gobernar: recorriendo, acompañando a los que sufren, los que necesitan. Cambia la lógica del gobierno a partir de ahora en la provincia y el país.»

A Kicillof lo acompañó en el escenario la vicepresidenta electa, quien se manifestó emocionada por la victoria, en vistas del contexto socioeconómico nacional expresó: «Lo escuchaba a Axel enumerar esas cifras del dolor y de la tragedia social y económica que vive la Argentina (…) Estoy muy contenta de que Axel hoy sea el gobernador de la provincia. Es para mí un inmenso orgullo y lo siento como un reconocimiento político.”

En el búnker medio vacío de Juntos por el Cambio en el Centro Costa Salguero, por otra parte, el clima era muy distinto: los simpatizantes del oficialismo intentaron expresar calma frente a la espera de los primeros resultados, pero sin poder disimular la tensión en el aire. Sólo el Mago sin Dientes, presencia emblemática de los búnkeres del macrismo, se dejó ver e interpelar por los periodistas en el lugar.

Al igual que en agosto, luego del cierre de los comicios, se dio una conferencia de prensa liderada por el Jefe de Gabinete, Marcos Peña, que estuvo signada por la negativa a hacer evaluaciones sobre los resultados. En su lugar, Peña reiteró sus críticas al sistema electoral, que calificó de arcaico, como la fuente de las fricciones y dificultades en la votación y el escrutinio.

La gobernadora bonaerense finalmente hizo su aparición en el escenario pasadas las 22, una hora luego de que se hicieran conocidos los números del escrutinio provisorio. «Gracias a todos los que hacen que Juntos por el Cambio siga siendo una alternativa y por supuesto a nuestro presidente, a Mauricio», dijo Vidal, acompañada por cánticos de “olé Maru, Maru”. “Quiero agradecer a todos los bonaerenses que fueron a votar y a los que no habían confiando en las PASO y nos dieron el voto.”

Felicitó además al ahora gobernador electo, adelantando su expectativa de iniciar la transición democrática en los próximos días y reafirmando su compromiso con los votantes bonaerenses. Luego asumió un tono esperanzador frente a la derrota electoral, diciendo que “las urnas no matan los sueños, nos dicen que este no es nuestro momento.”

“Sigo creyendo en ustedes. Sigo lista que para mejorar contra el narcotráfico, para mejorar hospitales, para seguir con obras. Ustedes nunca me dejaron sola. En este caso Dios me dio un descanso para que recupere mis fuerzas y volvamos a dar juntos las peleas que hagan falta.” Asimismo, pidió disculpas a aquellos bonaerenses que sintieran que les había fallado.

“No me quiero ir de acá sin decirles que hemos dado todo”, dijo con voz quebradiza, “No estamos acá para que la historia nos recuerde o para hacernos ricos. Estamos acá porque creemos en ustedes y esa confianza que tenemos hace que todos los momentos difíciles y obstáculos valgan la pena.”

Su equipo, reunido junto a ella sobre el escenario, respondió al final de su discurso con abrazos de consuelo, gesto que se vio replicado en el público entre quienes comenzaron a caer lágrimas al desvanecerse el ambiente festivo que había envuelto un rato antes a Horacio Rodríguez Larreta, reelecto en la Ciudad de Buenos Aires.

Kiciloff le sacó una diferencia de más del 45 a Eduardo “Bali” Bucca, candidato a gobernador del frente Consenso Federal, quien alcanzó el seis por ciento de los votos afirmativos al finalizar la jornada. En diálogo con ANCCOM “Bali” Bucca sostuvo: “Hemos intentado una propuesta para cerrar la grieta que hay en nuestro país y hace mucho daño. Respetamos la voluntad popular y a partir de hoy mismo estamos a disposición para poder construir ese acuerdo económico que necesita la Argentina para salir adelante.” El actual diputado nacional bolivarense destacó la hiperpolarización de la elección, mayor que en las PASO. “No hay lugar para la soberbia. Sí hay lugar para construir acuerdos políticos y económicos y  para eso estaremos dispuestos a colaborar”.

Entre los demás partidos políticos que participaron en los comicios, el Frente de Izquierda se ubicó nuevamente como la cuarta fuerza en la provincia, de la mano de la candidatura para la gobernación de Christian Castillo, quien alcanzó cerca del tres por ciento de los votos. En el búnker de la coalición de orientación trotskista, los dirigentes presentes reafirmaron su oposición a los acuerdos con el FMI y las políticas de ajuste del gobierno macrista y su solidaridad con las recientes movilizaciones contra el neoliberalismo en Ecuador y Chile. Expresaron además críticas al peronismo englobado en el Frente de Todos, cristalizadas en las palabras de Juan Carlos Giordano, candidato a diputado nacional por la provincia de Buenos Aires: “Para ganar, el kirchnerismo lavó su discurso”, explicó el candidato, “por lo que no va a ganar el kirchnerismo duro sino un peronismo más flexible.”

Desde su perspectiva, las diferencias programáticas entre el oficialismo y el proyecto de Alberto Fernández no eran significativas. Señaló especialmente la voluntad del Frente de Todos de continuar los pagos de la deuda externa, deuda que Giordano calificó de ilegítima y fraudulenta.

Finalmente, permaneció en quinto y último lugar Gustavo Ricardo Álvarez, del Frente Nos, que no llegó al punto y medio. Mientras que el Frente Despertar, que llevó a José Luis Espert como candidato a presidente, no presentó candidato para la gobernación.

Con el escrutinio provisorio todavía en proceso, la velada concluyó en los búnkeres de los dos principales candidatos con tono emotivo. En Costa Salguero, luego de las últimas palabras del presidente Macri pasadas las diez y media, la noche en el búnker oficialista finalizó con llanto, abrazos y una procesión de militantes y dirigentes cabizbajos. Los presentes no ofrecieron palabras a la prensa reunida tras una valla mientras comenzaron a abandonar el lugar bajo luces de fiesta.

En Chacarita, el gobernador electo salió al encuentro de la multitud que había copado las calles afuera del búnker para festejar la victoria. A ellos dedicó un último discurso emotivo.

«Ahora está empezando a llover pero decimos: de acá no se vuelven más. El pueblo votó por un gobierno que va a pensar en el trabajo, en la salud, en la educación, en la tecnología, en la universidad y en la felicidad de los argentinos.”

Tu odio no es bienvenido aquí

Tu odio no es bienvenido aquí

En los momentos previos a la hora pactada, la Plaza de Mayo está medio vacía. Turistas y vendedores de pañuelos, prendedores, sandwiches y golosinas, casi superan en número a las organizaciones ya presentes ahí, con motivo de la movilización en repudio a la visita a la Argentina del presidente brasileño Jair Bolsonaro. Pero las mujeres del Nuevo MAS, con cinco bombos y un megáfono, se hacen notar con su canción de protesta mientras el aire a su alrededor se impregna del olor a garrapiñada. Sobre la Avenida de Mayo, ya comienzan a congregarse grupos diversos: estudiantes migrantes de la Facultad de Medicina de la UBA, veteranos afrodescendientes de Malvinas, La Simón Bolívar, Poder Popular y el MTL-CTA. A lo lejos, donde la Avenida de Mayo intersecta con la 9 de Julio, la militancia del FIT comienza su propia concentración en repudio contra Bolsonaro.

A las 19, empieza el festival con un círculo de percusionistas en medio de una multitud creciente, y hablan desde un escenario sobre un camión el trío de presentadoras. La concurrencia, en un principio modesta, se agranda y diversifica. Centenares de personas, muchas de ellas LGBT, responden al nombre de Bolsonaro con abucheos. En sus palabras, las presentadoras recuerdan todos y cada uno de los elementos que componen aquel odio que la marcha y el festival vienen a repudiar: el machismo, la homofobia, el racismo y la apología de la dictadura del mandatario brasileño se cristalizan en un listado de sus comentarios intolerantes, con sus respectivas fechas y lugares. Pero no sólo los prejuicios personales de Bolsonaro son el objeto de crítica. Las presentadoras hablan también de sus propuestas para reestructurar el Mercosur, de su política hacia Venezuela y su apoyo al presidente Macri en las próximas elecciones presidenciales. Para una de las presentadoras, Bolsonaro está llevando a Brasil “al peor de los futuros posibles”.

“No somos minorías y no nos someteremos”, contesta otra al llamado de Bolsonaro a las minorías brasileñas a someterse a la mayoría o desaparecer. Sus palabras confluyen finalmente en el lema de la movilización, hilo conductor de toda la velada: “Tu odio no es bienvenido aquí.”

La música comienza entonces, mientras más y más organizaciones se integran al festival. Los jóvenes de la FALGBT arriban a la vez que el humo de las parrillas se esparce por la Avenida de Mayo, y una banda brasileña toca sobre el escenario. Entre las banderas partidarias y los símbolos del orgullo LGBT, un puñado de mujeres lleva carteles con consignas a favor del veganismo y contra el maltrato animal. Con el paso de la primera hora, la política argentina comienza a tomar un protagonismo cada vez mayor. Luego del primer número musical, le sigue la proyección de un video que recopila los comentarios intolerantes de Bolsonaro, interrumpida por desperfectos técnicos.

Nora Cortiñas, de Madres de Plaza de Mayo, llega al festival justo después del video, y su discurso marca el tono de las intervenciones de las figuras políticas argentinas que intervendrán a lo largo de la noche. Las denuncias contra Bolsonaro se entrelazan con el malestar frente a las políticas del gobierno de Cambiemos en Argentina. El público aplaude a la dirigente de derechos humanos con entusiasmo mientras recuerda a los desaparecidos durante la última dictadura cívico-militar y reclama por la libertad de Lula y por la libertad en Argentina. “Basta de despidos, basta de hambre en nuestro país”, proclama Cortiñas. “Macri y Bolsonaro son lo mismo. Defendamos la Patria Grande todos juntos.”

Las personalidades de la mesa de organismos de Derechos Humanos y del Frente Patria Grande sobre el escenario continúan esa línea en sus discursos. La figura de Bolsonaro queda relegada, en las palabras de Pino Solanas y los que lo suceden, a un disparador para denuncias contra las políticas neoliberales del gobierno macrista y una convocatoria para la conformación de un Gran Frente Patriótico. El público acompaña con sus aplausos, pero no todos se unen a las consignas coreadas desde el escenario. La militancia del FIT se moviliza por la Avenida de Mayo, en dirección al festival, pero mantiene su distancia y su propio estilo, sin escenario, y priman los cantos de lucha en lugar de la música brasileña. Antes de las 20, la izquierda abandona las calles, pero arriba en su lugar una columna del Partido Piquetero, enarbolando sus propias banderas rojas.

 

Mientras tanto, en el festival, trabajadores argentinos despedidos ceden el escenario al retorno de las presentadoras, quienes centran el espíritu del evento nuevamente en su consigna original: “Bolsonaro, tu odio no es bienvenido”. De todas las consignas, esa es la única que recibe una respuesta universal de la multitud que, desde un comienzo, ha sido un crisol de varias causas distintas.

El ciudadano Danny Glover

El ciudadano Danny Glover

Danny Glover fue declarado Ciudadano Ilustre por la Legislatura porteña.

“Cada vez que tengo un encuentro como este, en algún modo reafirma mi propia vida en los 72 años que he tenido en este planeta, identificando modos de conectarnos”, dijo Danny Glover sentado en el fondo de un pequeño local de Villa Crespo con un mate en la mano, entre niños, jóvenes, adultos y ancianos de la comunidad afrodescendiente argentina. El actor estadounidense -que dice que primero fue ciudadano- habló rodeado de libros y diarios sobre la historia de los pueblos afrodescendientes de América, detrás de una barbería decorada con imágenes de Malcolm X, Angela Davis, Prince, las Panteras Negras y la Mona Jiménez.

Hubo algo especial en la conmemoración en el pasado jueves 21 del Día Internacional de la Eliminación de la Discriminación Racial. Antes, durante y después del evento principal en la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo (UMET), la atención se posó principalmente sobre la presencia y la voz de un célebre visitante: Danny Glover, actor del cine hollywoodense, embajador de buena voluntad de las Naciones Unidas y, sobre todo, activista desde hace dos décadas por el reconocimiento de las comunidades afrodescendientes de América Latina.

Por unos pocos días, hasta el sábado 23, Glover participó en una serie de eventos públicos y entrevistas con medios argentinos, con su foco puesto en la coyuntura política actual y el estado de la discriminación racial, no sólo en América Latina, sino en todo el mundo. Junto su compatriota James Early, académico del Instituto Smithsoniano y compañero en sus viajes por América Latina desde el comienzo, denunciaron en sus apariciones públicas y entrevistas el resurgimiento de la violencia racista en el mundo, tomando como ejemplo las políticas del gobierno de su país natal, los asesinatos de afrobrasileños y el ascenso de gobiernos de ultraderecha en Europa. Hijo de activistas por los derechos civiles y laborales, y simpatizante de toda la vida de las luchas sindicales en su propio país, Glover además expresó su admiración por Lula da Silva y su continuo apoyo al chavismo en Venezuela. En el proceso, el estadounidense recibió el reconocimiento de Ciudadano Ilustre de la Ciudad por parte de la Legislatura Porteña. Asimismo, estuvo presente en la proyección de Zama, película de Lucrecia Martel (que Glover produjo), y destacó la importancia para el futuro de la creación de un programa de becas para estudiantes afrodescendientes y de un Núcleo de Estudios Afrolatinoamericanos y de la Diáspora Africana en la UMET.

El actor estadounidense escuchó las historias de los afrodescendientes argentinos.

Hubo otro suceso que contó con la presencia tanto de Glover como de Early, y que marcó un contraste significativo en tono y contenido. En la noche del miércoles 20, ambos participaron en una reunión con jóvenes activistas y sus familias en un local de la Diáspora Africana de la Argentina  (DIAFAR) en el barrio de Villa Crespo. Allí, en el Espacio Malcolm, los dos estadounidenses entablaron un diálogo íntimo, centrado ya no en la coyuntura política global actual, sino en la historia, la herencia y las conexiones compartidas entre las comunidades afrodescendientes.

Glover y Early dedicaron los primeros momentos de la reunión a oír a las personas reunidas ahí, para conocerlas individualmente. Uno por uno, todos hablaron de su procedencia, de los vínculos compartidos, y de sus ansiedades y esperanzas como parte de una comunidad devastada por los siglos pasados e invisibilizada en el presente. Con Early haciendo las veces de traductor, Glover contó entonces de su propia historia y las de su familia. Habló sobre ser bisnieto de esclavos, nieto de agricultores pobres del sur profundo de los Estados Unidos e hijo de trabajadores que militaban por los derechos civiles y laborales.

“Soy un depositario de todas esas historias –explicó-. Yo maduré en una época en que mis padres eran padres jóvenes en un momento de grandes transformaciones en la historia de mi país, y estaban involucrados como trabajadores postales y como organizadores sindicales. Y lo que recuerdo es la imagen de ellos y la imagen de un movimiento que coincidieron el uno con el otro. Entonces yo soy quien soy por todas esas dinámicas, estas historias de mi familia, de mi comunidad”.

Glover fue productor de Zama, la película de Lucrecia Martel.

Glover habló de su madre, en particular, como una anomalía dentro de su comunidad, al ser la primera en la familia en conseguir un título universitario, haciendo de ella una mujer autorrealizada y moderna. “El término ‘feminista’ no era un término que debía adoptar. Ella había nacido en él”.

Recordó además sus propias experiencias políticas, previas a su entrada al mundo del espectáculo, desde sus años en el gobierno de San Francisco, su ciudad natal. “Mucho antes de aceptarme como artista, me vi a mí mismo como ciudadano. Como niño, como joven adulto, como estudiante y como un trabajador en desarrollo comunitario”.

Señaló la importancia de la relación entre su ciudadanía y su trabajo profesional como actor y en la labor cultural como lo que lo llevaron hasta aquel espacio y esa comunidad en Buenos Aires, así como en el resto de América Latina. “Ciertamente lo que me ha informado, y que ha sido vital para mi propio crecimiento, es lo que los afrodescendientes están haciendo en esta región”, dijo Glover. “Creo que sus voces son críticas en este momento de incertidumbre política y, por lo tanto, mi responsabilidad es amplificar sus historias y la conexión que todos tenemos como descendientes de África y como ciudadanos transformativos”.

Así, Glover y Early se posicionaron como quienes deben complementar, no sustituir o hablar por los afrodescendientes de América Latina. “Pienso que tenemos una oportunidad para avanzar en nuestros trabajos, para identificar nuevos espacios de interacción frente a nosotros”.

Entre comentarios sobre el valor del compañerismo entre ambos, Early enfatizó el lugar de las relaciones interpersonales y la acción colectiva: “Nuestra relación de los últimos veinte años es un ejemplo: cada uno de nosotros necesitamos ayuda del otro. Esta perspectiva de que hay individuos singulares, líderes singulares, no existe realmente. Porque somos seres humanos, y nuestra característica fundamental es social”.

Esta idea la extendieron a las grandes figuras de la lucha por los derechos civiles en los Estados Unidos, incluyendo al padrino político de Glover, el artista Harry Belafonte. Muchas de estas figuras, explicó Glover, no sólo se conocían entre sí, sino que hasta compartían experiencias del todo ordinarias. “Harry Belafonte -dijo Glover-, contaba una historia sobre cuando tenía diecinueve años y trabajaba en la oficina con W. E. B. Du Bois y Paul Robeson, y alguien le preguntó qué hacía, y él dijo que los ayudaba con café y té. Es el tipo de historias hacia las que uno gravita. Estas eran colaboraciones cercanas entre artistas que eran ciudadanos y no sólo estrellas aisladas de la comunidad.”

Danny Glover visitó la sede de la DIAFAR, en Villa Crespo.

En vistas al futuro, y a la responsabilidad de las generaciones más jóvenes, Glover citó a Paul Robeson, “gran hombre y gran humanista, que alguna vez dijo que cada generación hace su propia historia y es juzgada por la historia que hace. Porque las perspectivas que mi madre y padre tenían sólo me dieron una plataforma para las ideas que iban a emerger en mi generación. Por eso es tan importante establecer esas plataformas para que las ideas se puedan realizar a sí mismas en las nuevas generaciones”.

“Nosotros como afroestadounidenses”, cerró Early, “tenemos un palco bien alto, a pesar que sufrimos, a pesar de luchar adentro. Hay una tendencia a mirar a los afroestadounidenses como el modelo a seguir. ‘Pero ustedes tenían a King’. ‘Ustedes tenían a Malcolm X’. Ustedes tenían su propio Malcolm X, su propio King. Pero ustedes deben rescatar su propia historia y determinar cómo llegaron aquí. Ustedes están sentados en los hombros, en las capacidades intelectuales de sentido común, y también de intelectuales formados en las universidades, de afrodescendientes que nacieron aquí. Sus fundamentos no están con Danny Glover y James Early. Sus fundamentos están aquí. Hay historias que necesitamos rescatar. Hay que informar este momento. Hay que visionar un futuro”.

“Estoy en el último capítulo de mi vida”, concluyó Glover, “y no saben cuán importante es para mí tener esta conversación. Porque algo que siempre pienso es cómo estas ideas que veo aquí, y veo en otros lugares en el hemisferio, podemos unificarlas y replicarlas y compartirlas”.

«El futuro a Kubrick le quedó corto»

«El futuro a Kubrick le quedó corto»

[youtube https://www.youtube.com/watch?v=e3fptg1nYrg]
La Naranja Mecánica alguna vez fue la Gran Bretaña del futuro: la de la delincuencia juvenil, la tortura psicológica, el amor por Beethoven y la jerga adolescente enraizada a ambos lados de la Cortina de Hierro. Pero actualmente, bajo la dirección de Manuel González Gil, la distopía imaginada por el escritor inglés Anthony Burgess podría ser hoy y cualquier lugar. Llevada al cine por el estadounidense Stanley Kubrick en 1971, la violenta historia de Alex aparece este año sobre el escenario del Método Kairós, transformada por Manuel González Gil y su elenco en una obra musical sin tiempo ni lugar definidos. En el teatro, la música, el lenguaje, la brutalidad y el control social integran nuevamente un mundo imaginado que, a los ojos del director, sigue vigente.

¿Por qué La Naranja Mecánica?

La Naranja Mecánica nace en la productora de Javier Faroni, en marzo del 2018. Me comentó que había comprado los derechos y que quería dármelos para que yo la dirigiera. A medida que fue transcurriendo el año, fuimos dándonos cuenta de que, sobre todo para los productores, era muy difícil trabajar con una tragedia o con un drama en calle Corrientes. Para noviembre decidimos que aquella obra pensada originalmente para el circuito comercial fuera probada en el off: probar en el circuito alternativo, ver cuál es la respuesta del público y analizar si se quiere dar el salto luego a un circuito con más butacas. Por lo menos se tienen ya datos muy concretos de lo que va pasando con la obra y con la gente. Así la encaramos en cooperativa en el teatro El Método Kairós.

La actuación de Malcolm McDowell en la adaptación de Stanley Kubrick es un ícono en sí mismo. En esta versión le tocó a Franco Masini asumir ese desafío. ¿Qué le aportó al personaje de Alex?

Franco tiene una mezcla muy interesante de ese ángel y de ese demonio que Alex representa; de esa dualidad que es necesaria. Por su apariencia, hace que la otra persona baje la guardia, te acercás confiando y después te encontrás con la persona que es. El protagonista tiene que reunir determinadas condiciones físicas que Franco reunía y, por supuesto, las interpretativas que necesita para transitar por el camino tortuoso que Alex transita.

Manuel González Gil con sus actores.

Alguna vez mencionaste que la escritura de esta adaptación teatral partió fundamentalmente de la novela original de Burgess, y que hubo una voluntad de cuestionar si aquel futuro imaginado por el autor y llevado a la pantalla por Kubrick era ya un presente. ¿Qué papel tuvieron en ese proceso el diseño de producción y la dirección del film de Kubrick?

Burgess y Kubrick, ambos, pensaron en un futuro. Lo que pasa es que, en un tiempo en que todo pasa tan rápido y lo que antes pasaba en cien años ahora pasa en uno, el futuro a Kubrick le quedó corto, porque hasta la ‘estética del futuro’ empezó a pasar de moda a los cinco años. A los seis ya parecía viejo. Lo que hay que rescatar es que lo inquietante es que se realice en un espacio y en un tiempo indefinido. Puede ser el futuro, y creo que es el futuro. También entendí que ese futuro que Kubrick y Burgess pensaron ya había llegado. Los condicionamientos sobre determinadas partes de la población, como en este caso la carcelaria. Pero el gobierno pretendía llevarlo a toda la población y someterla a este lavado cerebral. Tal vez ahora esto se hace de otra manera: el manejo de los medios va provocando determinados resultados generales. Y esto lo vemos claramente en cómo los pueblos votan y cómo llegan determinados presidentes al poder. Entonces claramente ese futuro es hoy. La implantación de chips ahora es una realidad. Por lo tanto, entiendo que jamás podrían pensar en su época, Kubrick y Burgess, otra posibilidad que esta lobotomía que le hacen al personaje de Alex. Sin necesidad tal vez de hacerlo tan cruel, como la experiencia del método Ludovico –en la ficción, es una técnica para la ‘rehabilitación’ de criminales que se basa en someter a los presidiarios a imágenes de extrema violencia bajo los efectos de fármacos que les generan dolores físicos-  ahora se hace con mucha más liviandad y con mejores resultados. Por lo tanto, la estética de la puesta en escena estaba fundamentalmente basada en esas premisas: en no contar ni un espacio determinado, ni un tiempo determinado. También estábamos condicionados al espacio en el que teníamos que jugar: el Teatro Kairós, que es un espacio vacío y que tiene cierta rústica en sus paredes. Partimos de esa posibilidad estética que nos daba la sala y creamos, casi te diría, un ambiente fabril con una excelente propuesta que nos hizo Lula Rojo en la escenografía y Pablo Battaglia en el vestuario. A partir de ahí transitamos esta idea de atemporalidad y de una universalidad espacial.

La música es fundamental en la historia de La Naranja Mecánica y para su protagonista. ¿Cómo fue el trabajo en conjunto con Martín Bianchedi para transformar ese texto original, y su relación con la música, en una obra musical?

Creo que la música en esta obra es fundamental ya desde la estructura argumental. El lavado cerebral de Alex fracasa porque es acompañado con la música de Beethoven y esto genera una falla en la metodología. La música es parte fundamental, por lo menos del universo de Alex. Fue fundamental en la película y también la sentimos indispensable para esta adaptación teatral. Con Martín trabajamos juntos desde hace cuarenta años ininterrumpidamente. Casi respiramos, él en la música y yo en el texto, una comunión muy grande. Descubrimos en el trabajo, cuando estábamos haciendo la tercera escena que el código de la obra iba a ser una suerte de ópera. Porque la música marca las acciones, es omnipresente durante toda la obra, los personajes hablan constantemente sobre la música y accionan sobre ella. Porque la música es climática, es protagonista.

Los peligros de la manipulación psicológica como herramienta de control social aparecen en las obras de Burgess y Kubrick en contraposición con el deseo de  rehabilitar y redimir al criminal violento. Analizándolo hoy: ¿en qué punto dirías que esa ciencia ficción ya es ciencia sin ficción?

La escena del debate que tienen el científico, el político y la religión frente a diputados y senadores de la Nación es lo que tiene más actualidad y expone la vigencia de lo que se está contando. Lo llamé a Darío Sztajnszrajber, -él también era fanático de la película- y estuvimos charlando mucho sobre esta escena. Y me tiró varias ideas para poder también llevar mucho más a fondo esta disputa entre el poder, la ciencia y la religión. La verdad, creo que esa escena marca como la bisagra casi conceptual de lo que se está debatiendo, y deja en evidencia la no existencia de buenos. Ni siquiera te diría de malos. Lo que deja traslucir, deja en carne viva, es la presencia fundamental de los intereses personales de cada sector: los comerciales, los del poder, los de la ciencia y los de la religión. Los deja sumamente expuestos. Esto me parece de una vigencia tremenda. Y un poco te apena que después de cincuenta años tenga tanta vigencia una misma situación porque no se ha podido resolver.

Franco Masini en el centro rodeado por Tomás Kirzner, Lionel Arostegui, Enrique Dumont, Francisco González Gil, Stella Maris Faggiano, Tomy Wicz y Fran Ruiz Barlett.

En el último año el teatro argentino sufrió una caída importante en ventas de entradas, junto con problemas presupuestarios en los organismos de fomento y alzas en los costos, sobre todo para el teatro alternativo: ¿cómo ves el futuro del teatro argentino en el corto plazo?

Siento que el teatro comercial está muy condicionado a hacer productos que estén muy ligados al humor. Yo fui también, y soy, parte de eso. Son cosas que los productores van necesitando hacer para poder llenar las salas. Fundamentalmente creo que el año de la crisis fue el 2018. Yo he visto obras dramáticas verdaderamente bellas que, en cualquier otro momento socioeconómico, perfectamente se podían dar en calle Corrientes y que este año no las admitían. Obras que verdaderamente tenían un valor teatral y no fueron acompañadas por el público. Por lo tanto, el teatro alternativo pasó a ser el único refugio en donde estos temas podían contarse. Y aquí estamos. Por eso es que La Naranja Mecánica, de pensarse para un teatro comercial, pasó a estar en el Kairós. ¿Cómo veo el futuro? En estos años de mi vida teatral siempre el teatro estuvo casi en peligro de extinción. Pasó por muchos momentos. Y siempre renace, y siempre encuentra sus formas, y siempre encuentra su salida. Tiene que acompañar, obviamente, un proceso en el  país. Yo tengo la posibilidad y el privilegio de viajar por todo el mundo para dirigir y te aseguro que no tengo la menor duda que el mejor lugar para trabajar el teatro de habla hispana es Buenos Aires, porque reúne a los mejores actores, a un público muy inteligente y exigente de lo teatral. Esto no se encuentra en estos otros países.  Vivo en el mejor país para hacer mi teatro. Y creo que, obviamente, va a volver a salir. Siento que el teatro siempre encuentra sus huecos y sus propuestas. Y son ciclos. En este momento estamos en una crisis, obviamente, y no lo dudo. Pero no es solo un deseo. Sé que vamos a encontrar otra vez una ola enorme que nos vuelva a poner a todos en camino.

El Método Kairos Teatro en El Salvador 4530, Ciudad de Buenos Aires.
Podes vero hasta el 30 de marzo.
Viernes, sábados y domingos. 

 

“Los docentes tenemos que ser anacrónicos”

“Los docentes tenemos que ser anacrónicos”

«Yo no planteo un ludismo bobo. No es que hay que destruir la máquina. Lo que hay que reivindicar es la capacidad crítica.» 

En el amplio salón de profesores del Colegio Nacional de Buenos Aires, bajo luces tenues, un hombre anfibio habla sobre el oficio del docente en un mundo hiperconectado y la necesidad de recuperar la escala humana de la enseñanza en las aulas.

Federico Lorenz es profesor de historia, investigador, autor y ex-director del Museo Malvinas e Islas del Atlántico Sur. Y es en las páginas de Elogio de la docencia, publicada en marzo de este año, que toda esa experiencia anfibia confluye.

Para los que todavía no pudieron leer Elogio de la docencia, ¿cuál sería la premisa fundamental del libro?

El libro es, antes que nada, una reivindicación del oficio docente: una tarea artesanal, que tiene que ver con construir y preservar espacios de intercambios entre las generaciones a partir de una noción que es la ‘escala humana’. Es decir, la capacidad que nosotros tenemos para modificar históricamente las situaciones en las que vivimos.

En el libro surge el tema de la hiperconectividad, la desjerarquización de la información, el presentismo y la instrumentalización que se aplica en la educación. En este contexto, ¿cómo ves las políticas gubernamentales de introducir las nuevas tecnologías en las aulas?

La tecnología no es un enemigo per se. Al contrario. Hoy, las mitad de mis alumnos leen los materiales en sus teléfonos. Yo no planteo un ludismo bobo. No es que hay que destruir la máquina. Lo que hay que reivindicar es la capacidad crítica. La posibilidad de tener un acceso mucho mayor a contenidos, a información, tiene que ir de la mano de la capacidad y el deseo de interpelarlos críticamente. Eso ninguna tecnología te lo resuelve. Eso tiene que ver con las habilidades que vos estimules en la formación. La tecnología sola no es nada. Ni siquiera es un paliativo, y ahí entramos en lo que para mí son los grandes adversarios del conocimiento crítico: el presentismo y la cuestión de la posverdad. Los docentes tenemos que ser anacrónicos, en el sentido de decir que hay otra escala temporal para los procesos de intercambio y de enseñanza-aprendizaje. Cuando las nuevas tecnologías están montadas en este clima presentista y de hiperconectividad, son un problema. Ahora, también es cierto que hacerle referencia a los chicos en una clase a una película y que, al segundo, alguien la encuentre en el teléfono y podamos ver el fragmento, eso potencia el trabajo. Pero está en un contexto de trabajo que es de construcción. La cuestión es la instrumentalidad de las herramientas, la política que hay detrás de ellas, no las herramientas como tales.

Con el problema que representan la posverdad, el presentismo y la desjerarquización de la información, ¿qué herramientas serán necesarias para romper con ellas en la enseñanza de la historia reciente?

La enseñanza de la historia reciente tiene la ventaja de que es muy difícil que no se genere una discusión sobre el tópico de historia reciente en un colegio. Si no es con los chicos en un primer momento, es cuando los chicos comentan con los padres lo que dijiste en clase y traen después la controversia. Desde mi punto de vista de la disciplina, la historia reciente es formidable porque la cuestión de la perspectiva, de la subjetividad, del recorte temático que uno hace es explícito. De repente, la subjetividad es mucho más difícil de ver cuando trabajás las sociedades hidráulicas. Pero cuando estás trabajando con la última dictadura militar en la Argentina o con el peronismo, es muy difícil que la subjetividad no aparezca en un sentido o en otro. Eso es muy bueno porque mostrás los límites de la construcción del conocimiento histórico y las potencialidades. El trabajo ahí es ser muy explícito y muy honesto intelectualmente, en términos de plantear desde dónde uno está hablando. Trabajar con los chicos sobre el 2001, por ejemplo, es algo muy lejano, pero para mí es un acontecimiento más dentro de varios. O ahora, que hay inflación, para mis alumnos es la primera vez, pero para los que nos acercamos a los cincuenta es la tercera o cuarta. Trabajar sobre la acumulación, la experiencia histórica, permite instalar nociones que en otros tal vez son más planas. Pero claro, te devuelve a la cuestión de la politicidad del conocimiento histórico y los usos públicos del pasado, por ponerlo en términos más rimbombantes o menos conflictivos. Enseñar historia es hacer un uso público del pasado también. En distintos contextos eso puede estar mucho más o menos sesgado o condicionado por el Estado, y entonces también se problematiza eso.

«Cuando las nuevas tecnologías están montadas en este clima presentista y de hiperconectividad, son un problema».

Como historiador y como docente, ¿cómo trabajás a partir del concepto que rescatás en el libro de una ‘cultura vital’?

Partiendo del hecho de decirles a los estudiantes que el espacio que compartimos en el aula es parte de un proceso, de recuperar la noción de pensar históricamente. Puede parecer una obviedad, pero creo que eso es lo que hay que trabajar: que hay pasado, hay presente y hay futuro. Cuando trabajás siglo veinte, es evidente, por lo menos desde mi perspectiva, que tenés que trabajar desde la asunción de una gran cantidad de proyectos que fueron derrotados. Llamalos X de acuerdo al país del que estés hablando, pero claramente hay un modelo que ha vencido, adentro del cual estamos, pero eso no quiere decir que eso sea una cuestión definitiva. Reinstalar esa idea de la contingencia, por más que para los tiempos de una persona a lo mejor involucre la mayoría de su vida, es algo muy difícil. A veces lo que más cuesta, por ejemplo, cuando uno trabaja con los chicos, es trabajar sobre esta idea de que en la inmediata segunda posguerra, en los años sesenta y setenta, la posibilidad del cambio revolucionario, en sus distintas formas, era algo tangible. Esto es muy difícil de explicar hoy porque si hay algo que no es tangible es eso. Pero eso es histórico, no en un sentido nostálgico -lejos de mí eso-, sino en un sentido de que lo que pudo ser volverá a ser. No de la misma manera, obviamente, pero sí discutir ese tipo de cuestiones. El principal trabajo es no tomar lo dado por determinante, sino por condicionante. Y ahí está la cuestión de la vitalidad: saber que somos parte de un proceso histórico. Después cada uno elegirá, por supuesto. Uno no va a una clase a bajar línea. No es una escuela de formación de cuadros. Son escuelas públicas. Tenés que ser muy respetuoso también de la diversidad de posiciones de los chicos. Por eso vos tenés que ser muy explícito en la tuya, no en un sentido partidario, sino en un sentido de cuál es tu mirada sobre la historia. Reinstalar esa noción para mí es una pequeña victoria, pero es lo que puedo hacer.

En los últimos meses resurgió el debate por la educación sexual integral (ESI), que pone en tela de juicio el lugar del aula y el docente en la discusión con los jóvenes sobre la intimidad. ¿Cómo se encuadra la ESI dentro del marco de esta visión de la docencia con escala humana y la noción de enseñanza circular?

Además de profesor en la escuela media soy padre de adolescentes, con lo cual es una situación del cotidiano. A esto me refiero también con cambio de paradigmas, cambio de escenario. Requiere una flexibilidad enorme. Requiere del amparo institucional y de la ley. No hay otra manera. No te podés mandar sólo en esas cuestiones porque tienen que ver con la integridad y la intimidad de las personas. Creo que requiere muchísima exposición mutua. Hay que ser muy cuidadoso porque, otra vez, estás trabajando con menores. Tenés que respetar una cantidad de derechos, entre ellos el derecho a la educación sexual integral. Es un lugar muy desafiante para el que la mayoría, y me incluyo, no estamos completamente preparados, porque implica, no solamente formarte y actualizarte profesionalmente, sino deconstruirte personalmente. Es un ejercicio que no tiene que ver solamente con la práctica profesional, sino también con cómo te pensás como individuo. Yo decía que uno aprende de sus alumnos, y creo que en lo que más aprendí fue en esta cuestión. Tenés que preguntar, y tenés que estar muy atento para luego informarte y volver al aula preparado. Ahí es donde menos el Estado tiene que dejarte en banda.