El desafío mortal de tocar en vivo

El desafío mortal de tocar en vivo

Algunas bandas deben pagar un seguro de 5.000 pesos para poder tocar.

La música independiente en la última década prosperó a pasos agigantados y las bandas del indie nacional fueron las que más crecieron. Un gran aliado fueron la tecnología y el “saber hacer”. Las herramientas como el Ableton o Pro Tools permitieron a los artistas emergentes bajar el costo a la hora de la producción de sus canciones, ya que parte del trabajo se pudo hacer tranquilamente en casa. Pero, ¿qué pasa a la hora de la ejecución en vivo de lo que se grabó?

“Yo toco desde los 13 y vi todas las posibilidades -cuenta Santino Crisci, baterista de la banda Andrómedas-. Los bares se sustentan los pagos del sonido con la banda, y después ellos tienen la ganancia con la barra, ellos van a ganar porque en mayor o en menor medida birra se va a vender. Aquellos bares que tienen su sonido, en el mejor de los casos, te dicen: ‘Vení y te damos pizza y birra’.”

Una de las bandas que más crecimiento tuvo esta década es Él Mató a un Policía Motorizado; el grupo cerró  2019 en el estadio Malvinas Argentinas y prepara un 2020 con una gira internacional por Latinoamérica y Europa. Pero antes de un presente de viajes y conciertos en diferentes ciudades del mundo, Él Mató supo del under. Manuel Sánchez Viamonte (Pantrö Puto), guitarrista de esta banda, afirma que “los primeros viajes por las provincias eran a pérdidas”. Pero señala que la situación a mediados de la primera década de los 2000 no era la misma que se puede hacer ahora: “Al no existir Spotify ni las redes, te conocían por el ´boca en boca´ y cuando ibas a tocar.”

La convocatoria es algo necesario a la hora del vivo, por lo que cortar tickets es imprescindible. En este sentido ¿qué pasa con las bandas nuevas? Gonzalo Fernández de País Aborigen asegura: “Normalmente les pasa a las bandas que recién arrancan que, para poder tocar, ceden a esos arreglos de ´pagar´, ya que todavía por su convocatoria no podrían encarar una fecha propia. Por eso se meten en fechas que se organizan entre dos, tres o cuatro bandas y con todas se arman una fecha”. Por su parte, Ignacio Quellin, manager de La Primera Especie ratifica que “hay pocos lugares que le den cabida a las bandas nuevas, hay que esquivar a los lugares que son medios garchas para tratar de mostrar tu banda. Hay que salir y buscar lugares que te den el espacio y que a la vez sea conveniente para la banda. Son pocos y los tenés que encontrar.”

Por su parte, Francisco Nicholson,  de Silvestre y la Naranja, también cuenta su experiencia a la hora de tocar en vivo: “Me acuerdo que cuando empecé con Silvestre había que pagar para tocar y después recuperar con la venta de entradas; estoy hablando de cuando las entradas valían 20 pesos. Creo que todas las bandas pasaron por esto, hasta las más consagradas. Quiero creer que no existe más eso de pagar para tocar, pero sí sé que existen los arreglos chotos. Nosotros mal que mal tenemos nuestra trayectoria, aunque a veces nos llegan ofertas ridículas. Lo que sí, hemos tenido que ir a lugares del interior y vamos con arreglo de alojamiento y de comida, pero volvemos en cero o a lo sumo perdemos un poco pero siempre con la idea de la inversión en Silvestre.”

Algunos arreglan que el 70 por ciento de lo recaudado por entradas queda  para las bandas y 30 para el local.

“De pendejo nos pasaba que tenía que pagar para tocar y después rendir entradas -recuerda Marcos Aramburu, voz de Terrores Nocturnos-. Ahora se dice que no se paga por tocar en vivo, pero no es tan cierto. El otro día tocamos en el Cultural Vivo y tuvimos que pagar un seguro de 5.000 pesos y si no venía nadie teníamos que perder esa guita. En muchos lugares está este seguro de sala que a veces es muy alto. Yo tengo una dicotomía con eso. Tengo amigos que tocaron en Niceto, lo llenaron, y si tenés personas que trabajan para vos, es decir, sonidistas, un iluminador, un stage, o alguna cosa más y lo explotás de gente, no te llevás plata, porque el seguro de sala es muy alto”. El cantante agrega: “Tocar en vivo te deja muy poca plata, a veces nada. Si yo hubiese hecho esto por la plata ya lo hubiese dejado hace bastante, esto es algo que te hace perder plata: cuando vas a ensayar, cuando tenés que tocar y te tenés que tomar un remis porque tenés la guitarra… Aun así, nos gusta mostrar lo que hacemos, divertirnos y disfrutar. Me voy contento de una fecha cuando tocamos bien, sonamos bien y nos divertimos… después si nos llevamos un peso me entero varios días después y no nos cambia mucho.”

Pablo Giménez,  de El Zar,  echa más luz sobre el tema: “Nosotros al principio tocábamos al costo, nos íbamos en cero. Pero cuando arrancás todo cuesta. Ya con un poco de trayectoria tenés la posibilidad de plantear arreglos que te convengan más. Me parece que últimamente estamos yendo para mejor.” El músico explica: “Es como todo este ambiente, te encontrás gente que sólo le interesa la plata y productoras que les interesa más darte una mano, obviamente llevándose una parte porque nadie hace algo por amor al arte. Por lo general estamos trabajando con gente copada que pone en primer lugar la música y eso para mí es lo importante. Estoy muy contento con los resultados que estamos teniendo.”

El acuerdo que por lo general se hace cuando las bandas se presentan en un bar es 70/30, es decir, el 70% de la recaudación de las entradas en puerta va para la banda que toque, mientras que el 30% va para el bar, sumado a la exclusividad de la barra. Julián Pérez,  líder de Julepe, habla de esta modalidad: “Casi siempre arreglamos el 70/30, donde no hay que pagar seguro ni nada y se reparte lo de la puerta. En general sacamos algo para solventar algunos gastos. Lo que a veces no nos garpan es cuando le abrís a una banda grande, pero a veces uno pone en la balanza tocar frente a un público un poco más nutrido y no cobrar. Te jode, pero lo hacés igual pensando un poco en la inversión que hacés”. Luciano Scattini de Dharma y Flora,  opina de este tipo de arreglo que  “lo más sano es el 70/30, lo malo es que hay lugares donde además del seguro, te cobran servicios como iluminación y pantallas. Lo que no me parece bien es que, si vos alquilás el lugar, te pongan un mínimo. O sea, si vos querés hacer un videoclip o meter dos personas eso debería correr por tu cuenta”.

La mayoría coincide que tocar en vivo es a pérdida, una inversión para salir del under.

Por su parte Ramiro Gómez de la banda Los Bicis sigue en la línea de Pérez y Scattini al afirmar que “en general lo que hacemos es un arreglo por medio de nuestro sello, BPM. Del seguro de sala casi siempre se encargan ellos. En todos los lugares hay un arreglo de vender entrada, que en cierto punto está bueno porque te incentiva, generalmente es el 70/30. Además, yo siempre paso planilla de SADAIC, pero no siempre pagan los bares. Esto es medio engorroso porque también depende de cuanta gente hubo en el lugar, y es muy raro que el detalle esté exacto.” La planilla de la Sociedad argentina de Autores y Compositores de Música (SADAIC), de la que habla Ramuiro,  es un gravamen sobre un porcentaje del precio de la entrada de los espectáculos en vivo.

Fran Saglietti, en tanto,  de Francisca y los Exploradores explica: “Si bien los productores y dueños de bares no son unos santos, la coyuntura está muy complicada, la gente no quiere pagar entradas, tenés que movilizarla, etcétera. Lo que sí me hace mucho ruido son las grandes productoras, no el hecho de pagar para tocar. Porque algunos festivales aprovechan su posición de poder para infringir la ley y  por debajo de la mesa les piden a los artistas que les devuelvan el dinero que les corresponde. Te ponen restricciones de no tocar en Capital dos meses antes y que te van a pagar no mucho dinero y que, además, te piden en algunos casos el 80% y el 90% de esas regalías”.

Saglietti cierra su testimonio con una anécdota: “Una vez (Adrián) Dárgelos me contó que le abrieron dos shows a U2, y por esta modalidad de SADAIC se les permitió cobrar grandes regalías. A partir de eso construyeron un estudio. Y con ese estudio el primer disco que grabaron fue “Jessico”, que los catapultó a nivel latinoamericano. Tranquilamente le podían haber dicho en ese momento a un ´X´ como Babasónicos: ´Che, dame el 90% de esas regalías que te pertenecen para que te vean 70.000 personas´, y yo leo entre líneas que eso ataca directamente al under, se están robando la posibilidad de que una banda del indie pueda crecer y termine haciendo un disco como “Jessico”.”

Radiografía de la educación técnica

Radiografía de la educación técnica

Uno de los sectores más golpeados en estos últimos años fue la industria. En este clima de incertidumbre, cabe recordar la educación técnica es la formadora de la futura mano de obra calificada, la que abastece a las PyMEs y a las grandes empresas de aquellos trabajadores especializados que se insertan la economía productiva del país. La realidad de hoy es diferente a esa meta de la Argentina industrial y formadora de su propia mano de obra. La falta de presupuesto, sumado al cierre de empresas en donde los jóvenes puedan realizar sus prácticas ponen en una situación preocupante a la educación técnica de cara a lo que viene. Este viernes se conmemora el Día de la Educación Técnica y desde ANCCOM visitamos algunas escuelas de esa modalidad y recogimos testimonios de directivos y estudiantes para que cuenten su presente.

Ramón Villareal, secretario regional del Sindicato Unido de Educadores Técnicos de la República Argentina (SUETRA) y vice director de la E.N.E.T N°2 ubicada en Moreno, en la  que se dictan las tecnicaturas de Maestro Mayor de Obras,  relata: “Hoy esta escuela técnica está mejor que en años anteriores, en el 97 casi desaparecemos y con nosotros todas las técnicas. Pero a partir del año 2005 con la nueva Ley de Educación y con los planes de mejora empezamos a resurgir, eso nos dejó resto, aunque con este gobierno empezamos de nuevo a ir para atrás”. Ramón pasó décadas en la educación técnica, sobre todo en la escuela en la que ahora desempeña el cargo de vice, y en su carrera vivió varios procesos de cambio en lo que respecta a la formación educativa. En este sentido, afirma que la enseñanza debe enfocarse hacia las nuevas tecnologías. “ La actualidad tiene que ver con las TICs -aclara-: robótica, control numérico computarizado,  (la plataforma informática  libre)  Arduino, impresión 3D… ya no alcanza con los oficios de hace 30 años, se pasó de esa destreza manual a la destreza digital. Una escuela técnica que no enseñe nuevas tecnologías no nos sirve”.

Por  su parte, Silvina Fernández, directora de la E.E.S.T N°3 “Evita” de José C. Paz, que ofrece las tecnicaturas de Electricidad y Gestión de las Empresas,   cuenta que, en un principio, no tenían un lugar propio y todo lo que se realizó se hizo con un esfuerzo del barrio La Sonia. Fernández describe cómo es la situación de su colegio: “En un primer momento no teníamos edificio, una vez que lo tuvimos, no teníamos alumnos, conseguimos las dos cosas, pero nos faltaba equipamiento. Ahora que ya tenemos todo eso, sólo nos queda ponernos a trabajar.

Silvina dirige una escuela que se encuentra en un lugar carenciado del Conurbano, donde el “salir adelante” se hace muy cuesta arriba,   pero  ella cree que se puede: “Esta escuela pasó por mucho, tuvimos que salir a vender detergente, lavandina y otros artículos de limpieza para juntar guita. Acá a los pibes les cuesta todo más porque viven con el estigma de ser ´los negros´, esos que algunos ven y se cambian de vereda. Nuestro cupo de alumnos se compone en un 15% de extranjeros, en su mayoría paraguayos, peruanos, bolivianos y colombianos, intentamos que haya una integración de los alumnos, pero sobre todo de brindarles contención, que es lo que los pibes se merecen“. La directora,  que trabaja desde hace 19 años en establecimiento, agrega: “Somos la única de las escuelas técnicas del distrito que tiene un comedor con un cupo de 397 alumnos y tenemos 660, entonces hacemos lo que podemos para racionalizar recursos y que los chicos coman todos. Lo que tenemos, lo mantenemos con cooperadora porque desde el Consejo Escolar nos llega muy poco”.

La “Evita” aglutina a estudiantes del primer cordón de José C. Paz y el tercer cordón de Moreno. Leila Paiva, alumna del quinto año de Electricidad de esta escuela,  relata: “Me gusta estudiar en la Técnica, la curiosidad me llevó a hacer esta especialización, mis excompañeros dijeron que era difícil y eso hizo que me interesara más. Además, formo parte del centro de estudiantes, está bueno que todos participemos”. Leila agrega que la relación con los directivos es activa y que siempre están presentes para lo que los estudiantes necesiten. A la hora de referirse a su situación familiar, la joven dice: “Mi papá hace changas en albañilería y mi mamá es ama de casa, acá la cosa es así comúnmente. Todos mis compañeros más o menos están así.”

Agustín Díaz Fleitas, técnico electromecánico, profesor de Taller en la E.E.S.T Nº 1 “Javier Tapié” de General Rodríguez, da clases desde hace diez años y dice que la educación técnica está mejorando a pesar de la coyuntura socioeconómica de nuestro país. Díaz Fleitas viene de un ámbito que no es específicamente la educación. Trabajó varios años en la industria antes de realizar el tramo pedagógico y rememora una de las peores épocas para la industria: “Fue lo peor en la era de Menem cuando se cerraban las fábricas y tenías a los ingenieros haciendo de tacheros, y en las técnicas se daban los bachilleratos al igual que cualquier escuela media, el polimodal fue terrible para la educación técnica. Hoy en día la Argentina no es un país de fabricación, es un lugar de ensamble, pero así los chicos que salen de acá tienen más oportunidades”.

El “Tapié”, como se lo conoce comúnmente, brinda las tecnicaturas de electrónica, electromecánica y en industria de alimentos, abastece de mano de obra calificada a la industria local y tiene a La Serenísima y Valente (Bimbo) como los mayores empleadores de jóvenes técnicos; además el municipio cuenta con polos industriales que hacen de General Rodríguez un lugar de mayores posibilidades en comparación con los distritos de Moreno o José C. Paz. Los alumnos de Díaz Fleitas, en contraste con Leila, tienen familiares que desempeñan sus tareas como técnicos en diferentes empresas de la zona y, al graduarse, ya contaban con una posibilidad muy alta de tener trabajo acorde a sus estudios.

Empleo joven

Todos los estudiantes del séptimo año de las escuelas técnicas realizan 200 horas de prácticas profesionalizantes en donde cumplen tareas tanto en la propia escuela como en diferentes empresas. Estas prácticas son el primer paso para el desarrollo laboral de los estudiantes a futuro. Ramón Villareal comenta: “Tenemos un seguimiento de los chicos que mandamos afuera, estos no pueden ser empleados por los empleadores cuando están realizando las prácticas, con esto evitamos la deserción escolar. Actualmente, una gran cantidad de estudiantes están haciendo las prácticas, algunos en el hospital y la municipalidad de Moreno, otros en empresas, después consigue laburo de técnico o maestro mayor cerca del 20%.” El directivo y gremialista agrega: “Los que tienen la posibilidad de seguir formándose lo hacen, pero en el ‘mientras tanto’ muchos trabajan de lo que pueden. Antes la tasa de empleo joven de técnicos era más alta, pero con la caída de las PyMEs este último tiempo les cuesta más insertarse a los jóvenes. De todas formas, tenemos una plantilla de egresados disponible para las empresas de la zona”.

Díaz Fleitas suma su testimonio: “Cerca del 80% hace las prácticas en las fábricas. Lo que funciona muy bien en General Rodríguez es la oficina de empleo, tenemos una profe que trabaja ahí y arma el vínculo de las empresas con los chicos que  buscan trabajo. Buscamos las empresas en donde los alumnos puedan hacer las prácticas pero a veces la burocracia nos atrasa un poco.”

En el otro extremo,  Silvina Fernández asegura: “José Paz cuenta con un solo polo productivo que es el SIPEM, no tenemos 18 polos productivos como Moreno, por eso nosotros debemos ir buscando lugares donde los pibes trabajen, y que sean prácticas formativas que les sirva, no que les hagan barrer, también laburamos con la salita, con el campo de deporte ‘La Sonia’, con un centro cultural que se inauguró en el barrio, trabajamos en red para mejorar, pero a veces con los diferentes proyectos políticos se nos viene todo atrás”. Añade que “el trabajo va a hacer que los chicos tengan otras posibilidades y otras visiones distintas a las que venían teniendo. Si la escuela baja los brazos no vamos a poder generar ningún tipo de cambio y si cerrás la escuela, matás a un barrio.” Así, entre ciertas posibilidades de inserción laboral y la desindustriaización del país, se mantienen las escuelas técnicas. La Argentina misma…