«El trap se hizo mainstream por los artistas locales»

«El trap se hizo mainstream por los artistas locales»

La cuarentena y el aislamiento generaron muchas variaciones y muchos puntos de quiebre en las diferentes disciplinas artísticas. El ambiente de la música ha sufrido bajas notables por el hecho de la imposibilidad que sufren muchos artistas respecto a la producción y grabación de su material.

Durante los últimos años, ha crecido en el país un espacio diferente, cuyos valores esenciales provienen de la cultura ‘under’ de los Estados Unidos surgida en la década de los 80. El hip hop y su subgénero más conocido, el rap, han invadido las calles y los barrios de muchos sectores del país, sin ser necesariamente sitios marginales. Desde las rondas de freestyle en las plazas icónicas de algunos distritos hasta los eventos que se han vuelto masivos en la última década, incluyendo recitales y shows multi-tema, coparon la atención de los jóvenes y de las generaciones pertenecientes y posteriores al mencionado período temporal.

«Pertenezco a la cultura del hip hop, al género del rap, pero no al freestyle»

En Argentina, hoy en día, hay más de un exponente de esta cultura entre los virales de la web, y algunos que escapan a una repercusión semejante. Desde un muchacho cordobés que participaba en batallas en una plaza pública, como Paulo Londra,  hasta una joven, Cazzu,  que rompió los esquemas patriarcales en un ámbito poco habitual para las mujeres, se encuentra una larga lista de artistas renombrados.

Pero esta vez, nuestra atención se ubica en otra persona: un músico, cantautor y productor de la Ciudad de Buenos Aires que, desde hace más de 15 años, viene creciendo desde abajo. Su nombre es Federico Andrés Giannoni, tiene 32 años, cuatro discos en su historial, singles y una gran cantidad de participaciones en eventos y shows propios y ajenos. Mucho más conocido por su seudónimo Emanero, considera que en estos tiempos «el rap ganó mucho terreno».

 ¿Quién es Emanero?

Soy un músico que pertenece a la cultura del hip hop en Argentina, del género del rap y que no pertenece al mundo del freestyle pero sí lo conoce de cerca.

Lanzaste cuatro discos. Entre 2017 y 2018, aparecieron singles como El temblor y Mi libertad, y un disco llamado Tres mil millones de años luz. Hoy, después de esos lanzamientos, ¿cómo te definís artísticamente? ¿Cómo proyectás hoy ese mundo musical en tu cabeza? ¿Creés que llegaste a lo que te propusiste? ¿Cambiarías algo de lo que hiciste en este tiempo?

Yo me considero un rapper. Lo que pasa es que los rappers hemos adquirido mucha cintura musical en la última década. Hoy como rapper te podes permitir hacer de todo, desde cosas más pop hasta más rockeras. La verdad es que me siento sin ningún tipo de límites para hacer música y es hermoso.

«Tres mil millones de años luz es básicamente el despegue hacia algo nuevo.»

Hace dos años esditaste un disco bastante peculiar. ¿Cómo definís ese disco desde el mensaje y la interpretación? ¿Creés que en El temblor haya algo de aquel Emanero que estaba en ese punto de despegue a algo nuevo?

Tres mil millones de años luz es básicamente el despegue hacia algo nuevo. Tanto El Temblo” como Mi libertad son temas del mundo que busco dejar atrás. Algunos lo mal interpretan, piensan que lo digo renunciando a lo que fui, pero no. Cuando se piensa en la idea de abandonar el planeta es porque el mismo se vuelve inhabitable e inviable, y nos mudamos a un nuevo lugar donde poder empezar de cero siendo nosotros mismos. Con mi música es lo mismo. El rap cuadrado se me estaba volviendo inviable, se me estaban acabando los recursos y necesitaba despegar e irme a un lugar donde pueda ser el que siempre fui pero mejorado y con más y mejores recursos. Lo explico de esta manera siguiendo la analogía que propuse en el último disco. Como vos lo haces pertenece a este nuevo planeta. Por eso es un tema donde quise poner un poco de cada ingrediente que conforman a Emanero: introspección, critica, melancolía, amor y un estribillo interesante (los que me escuchan saben que soy estribillero desde mi primer canción).

¿Cómo ves el lugar que ganó el trap en Argentina? ¿Qué consideras que le aportaste, le aportas y le podés seguir sumando?  ¿Cuánto hay ahí de ese nuevo Emanero?

 El rap claramente entró a la música popular argentina de la mano de su primo hermano el trap. A diferencia del reggaetón que ya había entrado pero que el mercado no aceptaba un reggaetón argentino. Con el trap no pasó eso, el fenómeno lo impusieron los artistas locales. El rap es lo primero que hay cuando buscás algo similar pero más profundo y con más letra. Mi lugar es justamente este último, hacer rap que suene actual pero que conserve la profundidad en las letras.

Es interesante que cuentes por qué el estribillo siempre está presente, si pasa por una cuestión de gusto o por una necesidad musical.

El tema de los estribillos pasa por una cuestión de gustos, me gustan y me sirven para resumir el alma de la canción en pocas palabras.

  Dijiste que el trap argentino se impuso por los artistas locales. ¿Cómo ves esa situación?

 Sí. El trap argentino es un género internacional que acá en el país se hizo mainstream por los artistas locales. Si te fijás no vienen los artistas de trap internacionales a tocar y a llenar estadios, los que llenan son los locales y eso está bárbaro.

La comida como refugio

La comida como refugio

Desde que se declaró la pandemia, ha pasado por los diferentes medios de comunicación, en una suerte de desfile mediático, un sinnúmero de especialistas en diversas materias para analizar los efectos de la enfermedad y el aislamiento obligatorio. Muchos de ellos han hecho hincapié en las consecuencias psicológicas de estas situaciones, entre las cuales se ha destacado el cambio de hábitos alimenticios y la problemática de la falta de nutrientes en los sectores más vulnerables.

Lucas Caputo, preparador físico y psicólogo aporta su punto de vista a partir de su experiencia inmediata. «La alimentación de las personas sufrió modificaciones en ambos extremos: para bien y para mal. Hay quienes comenzaron a optar por elaborar su comida en su casa desde que notaron la disponibilidad de tiempo libre a raíz del aislamiento y se vieron favorecidos a nivel nutricional (y también a que les resulta terapéutico y desestresante), pero también aumentó mucho el consumo de harinas y otros carbohidratos que, en exceso, son negativos para la salud”. El especialista agrega: “Por otro lado, hubo quienes se vieron afectados a nivel anímico y se inclinaron por las comidas rápidas o la compra de comidas elaboradas, de modo que no controlan qué es lo que comen exactamente».

Caputo también cuenta que un gran número de personas se ha acercado a él para solicitar información y rutinas de entrenamiento para mantener el estado físico: «Durante estos meses, recibí muchos llamados de gente que se acercó preocupada porque notaba un aumento de peso y de masa corporal a raíz de la falta de actividad. Varios han iniciado un seguimiento de su salud para estabilizarse a nivel nutricional».

«Cuando empezó el aislamiento y me vi encerrada, empecé a comer mucho más que antes y con mucho descuido. Antes de esta situación, siempre fui fumadora, pero fue notable el crecimiento de mi tabaquismo en los primeros 15 días. No lo dejé ahí: abandoné el cigarrillo y empecé a asesorarme con un personal trainer, a seguir una rutina y a cambiar las comidas y los productos que usaba para cocinar». Las palabras son de Marina, una persona que fue obesa y que se reencontró, en medio de esta pandemia, con esa enfermedad a la que tanta batalla le dio durante años.

Muchos jóvenes de un rango etario de entre 18 y 30 años (incluyendo personal gastronómico, trabajadores y estudiantes) definieron que su período de aislamiento les modificó los horarios y las costumbres, incluso los alimentos consumidos: se encontraron con un insomnio constante que los llevó a dormir durante el día y a convertir sus comidas en necesidades a satisfacer de forma inmediata, sin prestar atención a los ingredientes utilizados ni a las consecuencias ocasionadas por ingerir alimentos en cualquier momento. Acostumbraron sus cuerpos a nuevos horarios, a un insomnio ansioso, permanente y a un desbalance nutricional que, según sus testimonios, les ocasionaron «falta de energía», de acuerdo a Karen, 22 años, estudiante, «y agotamiento mental y visual”, según Julia, 19 años, también estudiante «Estrés, ansiedad y desgano», consignó Tomás, 25 años, estudiante y empleado,  mientras «malhumor y necesidad de distracciones» apuntó Melany, 21 años, encargada de un local de comidas.

Todo esto se une en un discurso más sencillo: Juan Ignacio Konaszczuk, nutricionista, ofrece un resumen de sus experiencias al día de hoy desde que inició el aislamiento. Según sus palabras, el consumo de harinas, la comida rápida y el abandono psicológico acompañado por el sedentarismo son los primeros factores de los cambios negativos en la alimentación, y los que han presentado un marcado ascenso en el período en cuestión. Por otra parte, Konaszczuk también define el aumento y la persistencia en los pacientes que se acercan en busca de una mejor calidad de vida y una alternativa saludable a sus hábitos alimenticios, ya que la comida también actuó como placebo ante  las dificultades psíquicas causadas por el encierro: «He tenido un número más alto de pacientes en el último tiempo. Todos buscan salir de la rutina. El delivery creció, pero cada uno se enfoca en evitarlo, en comprender la ventaja de cocinar en casa y en acompañar una nueva rutina alimentaria con una actividad física o algo que les mantenga la cabeza ocupada».