Arte bajo tierra

Arte bajo tierra

Son las diez de la mañana de un miércoles cualquiera. En la estación Parque Patricios de la Línea H, Celeste y Arturo -los protagonistas de esta historia- esperan sentados en un banquito a que les llegue su turno para ingresar al subte, detrás de músicos y algunos comerciantes. Cuando la espera termina, finalmente ingresan y viajan hasta la última estación, Hospitales, a la espera de que la formación arranque de nuevo y enfile para Facultad de Derecho. El metro se va colmando lentamente, con gente que chequea sus celulares, escucha música o lee. Cuando la formación arranca, un grito pincha sus burbujas: “Celeste, ¿me podés decir qué te pasa?”

La intensidad de la voz penetra como una flecha, y, rápidamente, los ojos de los pasajeros se posan sobre ellos. La escena de celos y amor comienza y el público se divide entre quienes les dan su atención permanente y otros que prefieren permanecer ajenos a ese caos.

Celeste busca un cómplice dentro del vagón para darle celos a Arturo, mientras el resto de los pasajeros observa y disfruta jocosamente de la situación. Algunos, sin embargo, se encierran en sus auriculares, como un adulto mayor que, a pesar de las súplicas de ella, que ubica su cara a dos centímetros, hace caso omiso.

La escena de celos continúa hasta que llega la reconciliación. Allí, ambos actores pasan la gorra y cuentan que son de la compañía Actores en Movimiento. Las pulsaciones de los pasajeros bajan y cada uno vuelve a su mundo, empujados por un renovado silencio. El aura se pierde y ellos bajan en la siguiente estación.

Actriz se pone cara a cara con un pasajero haciéndolo parte de su acto

«“Es difícil trabajar en el subte. Estamos invadiendo un espacio y hay gente que no está predispuesta a eso, o quizás está con la cabeza en otra parte», dijo Wellington.

“Es difícil trabajar en el subte. Estamos invadiendo un espacio y hay gente que no está predispuesta a eso, o quizás está con la cabeza en otra parte, pero hay momentos que creo que no hay mucha plata que pague la sensaciones que nos llegan”, asegura Wellington, mientras se baja del subte junto a su compañera Agostina tras interpretar el papel de Arturo una vez más.

Actores en Movimiento surgió al calor de la crisis del 2001. Ante una necesidad creciente por la falta de trabajo y la alta tasa de desocupación en la Argentina, Juan Pablo y Claudia decidieron fundar la compañía y lanzarse a los subtes para poder sobrevivir.

La idea fue primero probada en Madrid por conocidos suyos que habían emigrado, y luego implementada en Buenos Aires. “Juan Pablo y yo arrancamos hace 17 años en la línea D por un emprendimiento que tuvimos los dos. Nosotros somos pareja y necesitábamos definir, en 2001, qué hacer con nuestras vidas. Después de fundir un montón de cosas, dijimos ´bueno, basta, somos actores y vamos a actuar´. Así arrancamos, animándonos y viendo cómo era hacer esto abajo de la tierra”, asegura Claudia. Hoy, la compañía cubre todas las líneas del subterráneo en distintos horarios.

La mañana continúa y es turno de mudarse a la Línea B. Allí vuelven a estar Arturo y Celeste, pero esta vez caracterizados como dos adultos mayores. Arturo abre la escena con un ´Yo no te puedo creer´ dirigido a Celeste. Los diálogos varían considerablemente y se vuelven verosímiles de acuerdo a los cuerpos que encarnan a los personajes. La forma de declararse amor de Celeste y Arturo ya no es la de unos jóvenes veinteañeros.

«Nosotros buscamos ser un alivio para el pasajero. Todos los seres humanos tenemos posturas políticas, pero Actores en Movimiento no las manifiesta en los vagones porque la función es aliviar las tensiones de los pasajeros.», dijo Juan Pablo.

La esencia de la historia se repite, pero cada uno le marca sus trazos individuales: «Tienen diálogos, pero no son exactos, sino lugares a donde van a llegar. Cada uno o cada una inventa la manera que se le canta para llegar a ese lugar basado en lo que le va funcionando”, asegura Juan Pablo, el director de la compañía.

Sandra, su compañera, cuenta que su participación como actriz es una salida para “amortizar” la crisis económica que atraviesa el país.“Tuve que cerrar mi negocio de peluquería después de 30 años. Soy actriz y me contaron que había una compañía en la que podíamos trabajar de esto, que es muy difícil en este momento, sobre todo para los artistas callejeros.  Es un trabajo como todos, pero lo hacés con alegría. Más cuando, más allá del dinero, podés modificar un poquito a la gente que en está muy mal en esta época”, razona.

La organización no es ajena a los cambios sociales. Desde su creación, cuenta Juan Pablo, numerosos sketchs han sido revisados por ser “demasiado patriarcales”. Además, tienen una ideología política clara, pero eligen no expresarla en el subte. «Nosotros buscamos ser un alivio para el pasajero. Todos los seres humanos tenemos posturas políticas, pero Actores en Movimiento no las manifiesta en los vagones porque la función es aliviar las tensiones de los pasajeros. Si nosotros queremos hablar de los Derechos Humanos, que lo hacemos en bastantes obras, o de los desaparecidos, o de nuestras posturas feministas, lo hacemos en espectáculos que producimos fuera del subte», puntualiza.

Los minutos pasan y se hace hora de intervenir la Línea E. Claudia y Federico se predisponen para vestirse de Arturo y Celeste nuevamente. El vagón está lleno, por lo cual no pueden moverse mucho, sino que se gritan casi sin verse. La gente está encantada. Sin embargo, el éxito es efímero y ambos lo saben. “Trabajar en el subte es algo muy cambiante. Por ahí venís de un vagón en el que la rompiste, te aplaudió todo el mundo, te dejaron billetes grandes de lo que sea y en el otro nadie te da pelota. Nunca sabés del todo con qué te vas a encontrar”, explica Federico.

«Esto es un dínamo, uno se retroalimenta de la energía del público también. Si uno va dando y no tiene devolución, se agota», dijo Claudia.

Claudia, por otra parte, sintetiza la dinámica de los actores con su público: “Uno viene acá a vender energía y tiene que estar consciente de eso. Si uno está medio bajo de energía va a ser más complicado. Hay factores sociales y un montón de cosas que pueden afectar esa energía. Esto es un dínamo, uno se retroalimenta de la energía del público también. Si uno va dando y no tiene devolución, se agota. Hay condiciones sociales que afectan al humor de la gente. Además ellos no nos vinieron a ver, nosotros nos metemos en sus vidas”.

Juan Pablo comparte esta visión y da algunas precisiones sobre el impacto del humor social en sus actuaciones. Y razona: “Siempre hay gente enojada, sobre todo en este momento. La situación social me hace acordar al 2001; la gente está enojada por otras cosas y nosotros somos el último escalafón; estamos en ese lugar y tocamos a la gente”.

Las actrices y los actores de la compañía viven de esto, aunque no es para cualquiera. El espacio llegó a un acuerdo con el Sindicato de Artistas de Variedades para realizar aportes y tener cobertura médica. A su vez, sus expectativas son cubrir el sueldo mínimo con 7 u 8 horas de trabajo por día. Su próximo paso, dicen, es comenzar a realizar los aportes jubilatorios a partir del monotributo.

Fuera de Claudia y de Juan Pablo, a lo largo de 17 años los integrantes de la compañía fueron cambiando. No son muchos los que toleran la dinámica del trabajo por tiempos prolongados: «Estás muy expuesto. Cada cuatro minutos te ven 60 personas durante 6 horas. Al poco tiempo te das cuenta de que por día te ven miles activamente. Es muy invasivo, no hay protección alguna”, explican.

El recorrido termina y los actores y actrices se bajan para esperar a la próxima formación porque, como dice el dicho popular, “el público se renueva”. Y una nueva función está por comenzar. 

Masivo grito por la salud pública

Masivo grito por la salud pública

A tan sólo algunos metros del escenario montado para inaugurar los Juegos Olímpicos de la Juventud, miles de profesionales de la salud de 600 hospitales de todo el país se movilizaron desde el ex Ministerio de Salud -hoy devenido en Secretaría- hasta Plaza de Mayo para denunciar el deterioro general del sector a lo largo y ancho de la Argentina y repudiar el ajuste implementado por el gobierno de Cambiemos.

Este jueves, médicos y personal de enfermería, pero también estudiantes, docentes y trabajadores, salieron a la calle bajo la consigna “Defiendo la Salud Pública”. Todos los carteles y banderas coincidieron en condenar las políticas del gobierno nacional. En sus leyendas, el presidente Mauricio Macri y la gobernadora bonaerense, María Eugenia Vidal, fueron visualizados como los máximos responsables en el deterioro del sistema de salud público.

La movilización comenzó al mediodía al calor de un sol radiante y el estruendo de algunos petardos que acompañaron los pasos de los manifestantes, junto a los bombos y trompetas que musicalizaron el avance de las distintas columnas. La manifestación también contó con el apoyo de organizaciones sociales, sindicales, políticas y organismos de Derechos Humanos.

La multitudinaria marcha volvió a poner nombre y rostro a las historias de desamparo que produce el ajuste en un sector sensible. Gabriela, trabajadora de la Unidad Sanitaria del Hospital El Cruce de Avellaneda, describió las consecuencias del ajuste en primera persona. “Yo tenía al papá de mi hijo, que fue trasplantado y, cuando hubo cambio de gobierno, le negaron la medicación y falleció. Para mí esto es una lucha personal que tengo por mí, por mis hijos y por él. La gente no se puede morir por esperar. Yo lo pasé, de ir todos los días a los dos ministerios y que me digan que no. ¿Sabés qué triste fue decirle a él que se iba a morir porque no le dieron los remedios?”, sentenció entre lágrimas en diálogo con ANCCOM.

Uno de las columnas más nutridas y ruidosas fue la de los trabajadores del Hospital Posadas. Ese centro vital en el oeste del Conurbano bonaerense sufrió más de un millar de despidos que provocaron el desmembramiento de áreas clave como la de Cirugía Pediátrica. Al grito de “el Hospital Posadas no se vende, se defiende”, los trabajadores avanzaron y ganaron espacio entre la muchedumbre.

Claudio, médico del área de Diagnóstico por Imagen del Hospital, relató algunas de las carencias que están sufriendo con la reducción del personal. “Hemos vivido épocas difíciles, pero ninguna como ésta. La parte pediátrica quedó desmantelada. En muchos otros sectores y servicios han despedido médicos con mucha experiencia, con trayectoria, que además de atender pacientes, son formadores de los médicos más jóvenes”, puntualizó a esta agencia.

“La situación en el Hospital es terrible, sobre todo por el clima de persecución y de miedo. Han instalado cámaras de seguridad por todos lados y lo militarizaron. Les dicen a los trabajadores que si van a las asambleas los van a despedir, y las cámaras no están en los pasillos para cuidar a los pacientes ni a los trabajadores sino que están para vigilarlos”, aseguró Claudia, exsecretaria en el Área de Diagnóstico por Imágenes de Alta Complejidad.

La preocupación también alcanza a los residentes de clínica ya que la crisis golpea de lleno en su formación profesional. “La idea es trabajar ahí y quedarte, y te quitan esa posibilidad al eliminar a todo el personal poco a poco. Muestra que no te quieren trabajando con la gente, sino en algún sanatorio privado haciendo, todo por plata”, diagnosticó Marcos. Su compañero, Juan, también compartió esa evaluación y agregó que las políticas del poder central “están desarticulando los hospitales de mayor complejidad porque son los que más recursos requieren”. Y advirtió: “Apuntan a que cada ciudadano solvente con su propio gasto o a través de alguna prepaga, con lo cual aumenta un montón el costo a nivel individual y también la renta de ganancia empresarial”.

María, Cristina y Rocío, médicas del Hospital de niños Pedro de Elizalde «Casa Cuna» // Marcha federal en defensa de la salud pública, CABA, 04/10/2018, por Lucía Barrera Oro para ANCCOM.

Los alrededores de Plaza de Mayo se vuelven poco a poco intransitables. Tras la mención de las adhesiones, Nora Cortiñas, de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, lee el texto de reclamo consensuado por las organizaciones convocantes. El foco de reclamo está puesto en las consecuencias de la degradación del Ministerio de Salud, la intención del gobierno de instalar la Cobertura Universal de Salud (CUS), la reducción y subejecución del presupuesto y el cierre de programas, los faltantes de medicamentos, el desarme del Plan Nacional de Vacunación, los despidos en el Posadas, el desmantelamiento del PAMI y la injerencia del Banco Mundial y el FMI en el diseño de las políticas públicas de salud.

“Es indignante. Ya nadie quiere ir a trabajar a lugares públicos porque no hay seguridad, no hay condiciones de trabajo, es indigno” sentenció, al término del acto, Vilma Ripoll, dirigente del Movimiento Socialista de los Trabajadores y licenciada en Enfermería.

Leandro Santoro, diputado porteño de Unidad Ciudadana, también trazó su diagnóstico en diálogo con esta agencia. “Creo que es una cosmovisión, es una mirada dogmática del gobierno. Cree que los bienes públicos son mercancías que hay que comprar y vender y que la sociedad ideal es sin impuestos y donde cada uno se paga lo que se puede pagar. Una sociedad justa debería tener garantizado el mismo piso de igualdad y dignidad en el acceso a la salud y educación tanto en calidad como en extensión”, subrayó.

La Plaza de Mayo se va vaciando de a poco. Puede palparse algo de esperanza en el aire. Algunos cánticos resuenan y los rostros de los asistentes que caminan hacia la 9 de Julio incluso se permiten algunas sonrisas de satisfacción por haber protagonizado una masiva marcha en defensa de la salud pública.

 

Precarización en dos ruedas

Precarización en dos ruedas

El fenómeno de los trabajadores sobre ruedas creció exponencialmente en los últimos meses en la Ciudad de Buenos Aires. Con sus vestimentas flúo, en motos o bicicletas, sus particulares cajas coloridas para transportar objetos y/o comida poblaron las calles de la Capital Federal a partir de la emergencia de numerosas aplicaciones de delivery como Rappi o Glovo.

La irrupción de estas startups en el país llegaron con el debate sobre si estos puestos de trabajo vienen a suplir una demanda insatisfecha del mercado o, simplemente, representan otra arista de la precarización laboral por la modalidad de contratación que adoptan para con sus empleados. Algunos economistas, inclusive, bautizaron a estas prácticas como la “uberización” de la economía.

En este sentido, la Asociación Sindical de Motociclistas Mensajeros y Servicios (ASiMM) denunció la situación laboral de los trabajadores de Glovo, la aplicación de capital español que opera bajo el nombre jurídico de Kadabra SAS, e incluso realizó escraches a la empresa. Según la página de la app, se ofrece trabajar de forma independiente, con compensación por pedido y con “total libertad” como autónomo. También destacan la “flexibilidad” del trabajo para generar ingresos en los tiempos libres.

“Básicamente lo que hacen estas aplicaciones es retrotraer la situación de los trabajadores a la previa de la conformación del sindicato, cuando todos trabajábamos bajo el modelo de fraude laboral y trabajo a destajo. A esto le agregan el factor tecnológico. Los trabajadores no tienen un lugar puntual para realizar una protesta. Se encuentran con una aplicación virtual, con un algoritmo; son trabajadores que, para hacer algún reclamo, tienen que mandar un mensaje a centros de atención que están en otros países”, aseguró Maximiliano Arranz, secretario adjunto del sindicato en diálogo con ANCCOM.

Sin embargo, según pudo saber esta agencia, la gremial firmó en junio un acuerdo confidencial con Glovo bajo la supervisión de la Subsecretaría de Trabajo, Industria y Comercio porteña para intentar regularizar la situación de los trabajadores.

El pacto, confiaron fuentes de la Ciudad, consiste en una serie de pautas a cumplir por la empresa en la que se incluye un cambio de modalidad de contratación para con los “glovers”. A partir del entendimiento, los trabajadores ya no estarán en condición de monotributistas, pero tampoco con una vinculación directa con Glovo. La aplicación se comprometió a contratarlos con empresas nucleadas en la Cámara de Empresas de Mensajería por Moto (CEMMARA) y/o empresas de mensajería que ofrezcan servicios a través de personal registrado en relación de dependencia por un lapso de tres años.

Desde la Cámara afirmaron desconocer el acuerdo, pero su presidente, Mario del Oriente, precisó a ANCCOM los cambios en el régimen de contrataciones que vinieron de la mano de las nuevas aplicaciones. “Glovo empezó a incorporar trabajadores en relación de dependencia bajo una aplicación que nace del seno de la Cámara, pero que es privada y se llama Envíos Ya. Está compuesta por 15 empresas de mensajería con todos los trabajadores en relación de dependencia. Después si tienen trabajadores monotributistas o en negro es otra cosa, y deberán hacerse las denuncias correspondientes”, puntualizó. 

El acuerdo rige únicamente para la Ciudad de Buenos Aires y ambas partes sellaron una “cláusula de confidencialidad”, e instaron a mantener “la paz social, la buena fe y el diálogo”.

ANCCOM se comunicó con Glovo, pero la empresa decidió no formular declaraciones amparándose en la cláusula de confidencialidad del contrato. El sindicato, por otra parte, decidió no expresarse específicamente sobre el acuerdo. Mientras tanto, en las calles de Buenos Aires los trabajadores en dos ruedas se siguen multiplicando día a día.

 

“El Estado es responsable”

“El Estado es responsable”

Esta vez la música sonó para pedir justicia. Docentes, estudiantes, familiares e integrantes de diferentes orquestas y coros juveniles e infantiles se reunieron hoy frente al Ministerio de Educación de la Nación para homenajear a Sandra Calamano y Rubén Rodríguez, los dos trabajadores de la Escuela Nº 49 de Moreno que murieron en ese establecimiento por la explosión generada por una fuga de gas. Todos se unieron en el reclamo para que el Estado reconozca su responsabilidad y rechazaron la hipótesis de un accidente. La movilización también contó con la adhesión de músicos independientes y del Sindicato Argentino de Músicos (SADEM).

“Hubo una necesidad de encontrarnos y simbolizar el aprecio y la conmoción, y homenajear tanto a Sandra como a Rubén. Ellos dos van a ser un símbolo para todos los que queremos que la educación musical y la educación pública sea para todos los pibes y pibas de nuestro país”, aseguró Claudio Espector, exdirector del Programa de Orquestas y Coros del Bicentenario, en diálogo con ANCCOM.

Calamano era una activa defensora de los programas que promovían el acercamiento de los niños y jóvenes de sectores vulnerables a la música. En abril de 2016 había participado de una marcha, también frente al Palacio Pizzurno, para exigir la restitución del plan anulado por el gobierno de Cambiemos. El video de su discurso de aquel día se viralizó en las redes sociales en las horas posteriores a su trágica muerte. “Tenemos que seguir reuniéndonos para lograr que los gobernantes, a los que lamentablemente les dimos el lugar que están ocupando, escuchen nuestras voces”, había advertido la vicedirectora en uno de los tramos de su mensaje.

Ayer, a los acordes del Himno Nacional siguió un minuto de silencio y el acto prosiguió con palabras de familiares y colegas. Todos exigieron una respuesta del gobierno provincial y del nacional. “Son dos ángeles que cuidaron hasta último minuto a cada niño, a cada docente de esta institución. Hoy son dos mártires y esto no tiene que quedar impune, tiene que servir. Es un punto de inflexión, va a haber un antes y un después. La justicia es lo único que nos va a sanar, la corrupción mata y acá tenemos la prueba”, aseguró la suegra de Sandra, también docente y directora, en un emotivo discurso.

Por su parte, Eduardo López, secretario general de UTE, reivindicó la tarea de los docentes en las condiciones adversas que el caso de Moreno dejó expuestas con crueldad. “Cada vez que haya directores y maestras como Sandra y trabajadores de la educación como Rubén, que sientan ganas de querer cambiar el mundo, que disfruten con ese violín, con esta orquesta, con el conocimiento y con el amor, estarán presentes ellos”, razonó.

Posteriormente, el secretario general de SUTEBA, Roberto Baradel, fue categórico al hablar de la responsabilidad gubernamental. “Sabían todo lo que estaba sucediendo en esa escuela. Hubo una carta a la gobernadora (María Eugenia Vidal) en la que lo explicábamos en detalle y en cada paritaria lo habíamos planteado, pero eligieron denostarnos y deslegitimarnos. No les importa nada”, advirtió.

Al ser consultado por ANCCOM, el dirigente sindical compartió la visión de que la muerte de Sandra y Rubén marcará un antes y un después. “Nosotros pretendemos una educación pública de calidad, pero primero las escuelas tienen que ser lugares seguros. No puede ir un chico, un maestro, un auxiliar y tener riesgo de vida como ha sucedido. Lo peor de todo es que han sido muertes evitables, y que no tienen que volver a pasar. Hay que seguir luchando, reclamando en la justicia, primero las responsabilidades, pero también a las autoridades políticas que manden las inspecciones, que las escuelas sean lugares seguros y que inviertan más en la educación”, le explicó a esta agencia.

Para el cierre, alumnos y maestros volvieron a entonar el Himno Nacional. La hija de Sandra lo interpretó con el chelo. Y todos aplaudieron con emoción.

Mirá la fotogalería de ANCCOM:

 

Malvinas, la otra cara

Malvinas, la otra cara

El gobierno volvió a poner esta semana en agenda una política con sello propio en el histórico reclamo de soberanía en las Islas Malvinas. En un viaje relámpago a Londres, el jefe de Gabinete, Marcos Peña, homenajeó a los soldados británicos caídos en el archipiélago sur e insistió en alimentar las críticas de “desmalvinización” que umula la estrategia de Cambiemos. Muchos de esos cuestionamientos parten de los diferentes sectores que nuclean a los excombatientes. En esa secuencia se inscriben los exconscriptos del Teatro de Operaciones del Atlántico Sur. Los exsoldados nucleados en ese espacio fueron protagonistas del acampe que duró una década en la Plaza de Mayo y, a principios de este año y pese a las negociaciones abiertas con la Casa Rosada, sufrieron un violento desalojo a cargo del Ministerio de Espacio Público del gobierno de la Ciudad. En pleno verano y en medio de las refacciones del histórico paseo, el hecho tuvo poca cobertura mediática. “Ese día (el viernes 26 de enero de 2018) no nos imaginábamos nada. Éramos cinco personas y nos reventaron la carpa. No es la forma, nosotros no queríamos vivir en la Plaza, queríamos que se comente y se escuche nuestro reclamo, que se investigue, y que el pueblo conozca una historia que se sigue ocultando. Utilizaron la excusa de que estaban reformando la Plaza para sacarnos”, afirmó Luis Giannini, vocero y referente del acampe en diálogo con ANCCOM.

La carpa había sido instalada en 2008 para reclamar el reconocimiento como excombatientes. En rigor, ese pedido se remonta a los años 90 cuando la Ley 23848/90 estableció una controversia jurídica al definir como requisito para los exsoldados del TOAS “haber entrado efectivamente en combate” para tener el derecho a una pensión vitalicia. Desde entonces, el grupo mantuvo negociaciones con diferentes gobiernos. El reclamo sufrió vaivenes y críticas. Hasta que el gobierno porteño efectivizó este verano el desalojo.

“Hacía 10 años que estábamos ahí. No nos íbamos a ir hasta que no vinieran con alguna orden judicial. Ese día nos dijeron que no la necesitaban, que ellos ya habían tomado la determinación y que la iban a cumplir. Vimos que en la calle Defensa empezó a aparecer un montón de gente con pecheras verdes. El primer grupo era de tipos jóvenes, salidos de un gimnasio, bien empilchados y que nos empezaron a empujar. Ahí empezó un poco la refriega, y como nosotros no cedíamos mandaron a la Policía que se nos metió por atrás de la carpa y quedamos en el medio”, reconstruyó Giannini.

Ex combatientes de malvinas con banderas de Argentina.

Los exsoldados, pese a las negociaciones, sufrieron un violento desalojo en Plaza de Mayo.

La falta de una posición unánime entre los excombatientes ya reconocidos genera aún más complicaciones en su reclamo. La Fundación de Veteranos de Guerra de Malvinas, por ejemplo, se apega únicamente a la ley. Sin embargo, su presidente, Edgardo Sargioto, opina que “hay trabajo que se desarrolló en el continente que debe ser reconocido, como el de aquellos que han trabajado con explosivos o que han defendido directamente una misión, o los aviadores que partían y regresaban al combate”.

Además, el acampe se había fraccionado políticamente por disidencias en cuanto a la relación con el gobierno de Cambiemos. Algunos exsoldados solicitaron que no se colgaran más banderas con inscripciones políticas contra el gobierno -como se hizo durante el kirchnerismo- o pretendían “corregir” sus enunciados: “Ahí fue el quiebre de los que queremos verdaderamente luchar por un reconocimiento sin tener una bandera, porque todos ideológicamente tenemos una identificación política, pero en el acampe la única política que se hacía era la de nuestra lucha”, puntualizó Giannini.

Tras el desalojo, el movimiento está analizando iniciarle un juicio al Estado por la falta de respuestas del Ministerio de Defensa ante la documentación presentada y la ausencia de diálogo con los funcionarios. “Una semana antes de que asumieran, estuvimos con ellos en el bar que está en la esquina de la Plaza. Vieron toda la documentación y dijeron que teníamos que ser reconocidos. Nunca más nos recibieron, salvo una vez en 2016 en la exESMA donde me quisieron hablar de la causa penal que tenemos por la construcción de una pared en la Plaza y yo les dije que con ellos quería hablar de la resolución de nuestro reclamo. Nos prometieron una respuesta que nunca tuvimos. Ese es el diálogo que tienen. Nos consideramos perseguidos políticos porque a los que estábamos a cargo del acampe nos tiraron con lo de la causa, pero nosotros la parte política podíamos seguir transitándola, aunque no podíamos estar adentro de la carpa”, aseguró Giannini.
El Ministerio de Espacio Público de la Ciudad de Buenos Aires no contestó las consultas de ANCCOM sobre el operativo.
A cinco meses del desalojo, los exconscriptos no bajan los brazos y continúan reuniéndose ocasionalmente en el lugar donde estaba la carpa para realizar asambleas y definir los pasos a seguir para continuar con su reclamo. “El acampe va a seguir. No está la carpa, pero está la gente, que es lo más importante, la que levantó la bandera, la que sigue luchando y que quiere insistir para que esta historia se cuente”, concluyó Giannini.