Ene 3, 2022 | Destacado 2, Entrevistas
Actor, docente, autor y director. Todos esos roles cumple el célebre Pompeyo Audivert. Habitación Macbeth es su nueva obra, que se presentaba en el Centro Cultural de la Cooperación hasta que las nuevas restricciones dispuestas por el Gobierno nacional interrumpieron las funciones. Mientras espera que cuando estén dadas las condiciones pueda regresar a ese escenario, dialogó con ANCCOM sobre teatro y, como no podía ser de otra manera, también sobre la realidad nacional.
¿Por qué Shakespeare y por qué Macbeth?
El año pasado estaba haciendo la obra Trastorno, después del 2019 en el Centro Cultural de la Cooperación y en Mar del Plata. Nos estaba yendo muy bien, ganamos varios premios. Yo actuaba y también dirigía. La idea de hacer Macbeth ya me había visitado para hacerla solo. Empecé a hacer una adaptación y la abandoné, tan envuelto como estaba en cuestiones de producción, sobre todo de autores de otra esencia que venía haciendo: “Muñecas” y “La Farsa de los Ausentes”, entre otras. Pensé también en hacerla con Rodrigo De la Serna y decidí adaptarla para seis actores. Vino la pandemia y me fui a Mar del Sur, donde tengo una casa y me reduje en ella. También me reduje a mi propio cuerpo como habitáculo teatral, ya que estábamos en una situación muy angustiosa, encerrados. Empecé a pensar en qué hacer, sabiendo que se venía un año de clausura y retomé la fantasía de esa obra de Shakespeare. Empecé a memorizar la obra durante la primer mitad de 2020 en largas caminatas que hacía por la playa o por el campo, fue muy bueno para poder integrar la obra a mi cuerpo, porque tenía todo el tiempo y ese paisaje salvaje que alentaba a una tarea asociativa. Shakespeare es de una dimensión de lo teatral de una magnitud extraordinaria y hay ciertas obras de él, como Macbeth, donde todas las cuestiones de fuerzas sobrenaturales, fantasmales y de espíritus están muy en juego. Tiene que ver con las cuestiones que se abren en el encierro, ya que es una zona en la que se abren puertas y perspectivas que uno no tenía tan a la vista, puertas interiores, donde aparecen fantasmagorías. En esa introspección aparecen zonas luminosas además de oscuras. Supongo que a toda la humanidad le debe haber pasado eso puertas adentro, en la clausura de la cuarentena. Ahí se constituyó la obra. En estas tres cuestiones: la pandemia que desata una introspección, la vieja fantasía de llevar adelante un trabajo que pusiera de relieve la naturaleza metafísica y sobrenatural de la operación teatral, y la obra de Shakespeare que ya me había visitado de varias maneras y que transmite esas cuestiones . No es que yo dije: “Hay una pandemia, entonces yo voy a citar a Shakespeare y a Macbeth para hablar de esto”. La situación me llevó a muy naturalmente.
Es curioso como usted utiliza la metáfora de cambiar el rumbo del protagonista, que trayéndolo a la actualidad sitúa a la pandemia como eje de cambio en nuestra vida.
Exacto. Yo creo que siempre el teatro es un fenómeno que está signado por circunstancias históricas. No creo en el teatro político, ni en el histórico concretamente pero sí creo que el teatro se debe al grito histórico y que es producido en formas muy misteriosas, o difíciles de deducir o rastrear. Aunque no tanto, porque en este caso podemos decir que las circunstancias históricas produjeron estos rebrotes. Por otro lado, habla también de los procesos históricos del capitalismo, por ejemplo. Es una obra que puede ser connotada con esta situación tan típica de personas que se dan vuelta: pueden ser periodistas, políticos, funcionarios. Gente que uno creía que eran de una naturaleza y son todo lo contrario. Grandes traidores. Pienso en Mario Vargas Llosa, Jorge Lanata, José Luis Manzano, todos personajes conversos que de repente pasan a ser todo lo contrario a lo que se insinuaban. La obra de Shakespeare, además de esa naturaleza metafísica que tiene de por sí, y de ese planteo poético que manifiesta, tiene también una circunstancia histórica que la atraviesa siempre y le permite reverberar en ella nuestras propias circunstancias históricas.
Este texto de Shakespeare tiene tanta vigencia… pareciera que estamos leyendo un diario.
SÍ, pero es una vigencia que tiene toda la obra de Shakespeare, por su naturaleza poética, por cruzarlo históricamente y por señalar nuestra pertenencia a un campo sobrenatural. Es universal, como el teatro griego. Son autores que se han inscripto en esa zona autónoma de lo artístico y que por su naturaleza poética pueden señalar nuestra pertenencia a esos dos niveles: al histórico y al sagrado. Señalan que no somos seres estrictamente históricos, sino que somos seres metafísicos, venidos de una naturaleza poética, que el frente histórico lapida y subvierte y la escarnia.
El título de la obra Habitación Macbeth es un juego de palabras, ya que usted utilizaq su propio cuerpo como habitáculo de distintos personajes, mostrando también la plasticidad del artista. ¿Cómo es ese proceso en el que es poseído por esos siete personajes?
El concepto habitación es muy poético, en el sentido de que tiene muchas significaciones simultáneamente, y ninguna de ellas anula a la otra, sino que conviven. El fenómeno de la actuación exhibe esta idea de ser habitado, el hecho de sentir la presencia del personaje como una entidad que a uno lo habita, que también uno habita el texto, como una zona que debe ser habitada. El concepto también se replica en otras escalas, cuando uno siente que el cuerpo puede ser habitado por varios personajes, al punto de que toda una obra habite a ese actor, que desencadene su escala sobrenatural; su escala de estructura habitáculo: cuerpo-habitación, cuerpo-inquilinato, donde viven y se agitan todas las convulsiones dramáticas de un material a través de todos sus personajes.
«El poder ha capturado las fuerzas teatrales para sus propios fines hedonistas», dice Audivert.
¿Cuál es, para usted, en este contexto caótico, la función que tiene el actor?
Yo creo que más que de la función del actor, habría que hablar de la del teatro. El teatro ha sido desvirtuado en los últimos años de una función sagrada, que tiene que ver con sondear Identidad y pertenencia a una escala extra-cotidiana. El teatro es una máquina destinada a inscribirnos en una latitud presencial y de identidad que no está a la luz en el frente histórico; que es nuestra naturaleza metafísica, sagrada y poética; esa que el frente histórico viene a lapidar. Por eso me parece que el teatro debe ser pensado como un piedrazo en el espejo. Debe erigir un espejo para concitar una unidad referencial con los espectadores, y al cabo debe arrojar un piedrazo a ese espejo, no para perder la idea del reflejo, sino para revelar el reflejo como ficción. Debe denunciar a la realidad como ficción histórica. Lo histórico es un campo ficcional alienado y el teatro debe romper esa ficción y revelar que por detrás de ella, existe un nivel del cual somos fruto; que es ese nivel metafísico al que se debe la operación teatral. El poder ha capturado las fuerzas teatrales para sus propios fines hedonistas, y lo único que uno ve habitualmente del teatro es ese espejo, no el piedrazo. Se erigen grandes espejos en donde la sociedad se ve reflejada en sus conflictos básicos, mínimos; pero no se lleva adelante la segunda parte de la operación en la que se apedrea el espejo y se revela que ese espejo es un campo ficcional alienado y que por detrás de él está el verdadero objetivo de las fuerzas teatrales, que por algo es un ritual presencial: revelar nuestra pertenencia a ese campo metafísico de otredad del que somos fruto. A eso se debe el teatro y hoy más que nunca, en una crisis mundial existencial como en la que nos encontramos, el teatro debe situarse en esa funcionalidad. El teatro es un lugar donde uno va a ensayar la muerte y la resurrección, donde uno va a suspender su presencia, y a revelarse como estructura presencial individual y colectiva. Por eso me parece que Shakespeare es un excelente vehículo, porque él ya de por sí constituye un piedrazo en el espejo, en la misma escritura. Salvo Beckett, Shakespeare y los griegos que ya dan el piedrazo desde la escritura, el teatro lo puede hacer a través también de los procedimientos teatrales, de la forma de composición de los cuerpos, de la puesta en escena; de una serie de recursos técnicos con que cuenta el teatro para ser este piedrazo en el espejo y transparentar ese identidad de la estructura.
¿Cuál es su opinión sobre la situación de los actores frente a esta suspensión obligatoria de sus actividades?
Hemos firmado una solicitada entre un grupo grande de artistas en relación a la desatención que estamos sufriendo por parte del Gobierno de la Ciudad y del Estado en general. Opino que el arte no tiene el lugar central que debería tener en nuestra sociedad. Está lateralizado y se piensa en él como algo secundario, no es el foco ni el centro de lo social, lo cual habla del atraso social en el que vivimos. Creo que los artistas tenemos que entrar en una conciencia política de que estamos solos y que corremos un peligro de extinción si no establecemos formas autónomas de producción, y si no le exigimos colectivamente al Estado lo que nos pertenece, lo que la sociedad tiene que aportar hacia el frente artístico. Ahora el Teatro San Martin ofrece a los actores entrar en cooperativas, son cosas ridículas. Tenemos que denunciar todo eso. Pero a la vez siento a veces que esa denuncia nos insume fuerzas que debemos también derivar hacia nuestras propias producciones, o sea que también en el proceso de lucha contra el destrato y contra las formas espantosas con las que somos enfocados, hay un desgaste artístico. Entonces tenemos que ser cuidadosos y hacer las dos cosas a la vez sin descuidar nuestro propio frente productivo interno. El Estado no se hace cargo del arte, como tampoco de la cultura, la educación, la salud, o las clases trabajadoras. El capitalismo es el problema y las formas que está adoptando son siniestras. Tenemos que finalmente elegir entre dos facciones: una que tiene un costado más humano, que rige los movimientos nacionales y populares; y otra que es el fascismo futuro, la línea que baja de los Estados Unidos y que encarnan Patricia Bullrich, Macri, Bolsonaro, Trump y Biden que son lo mismo, porque las políticas norteamericanas son las que designan a las latinoamericanas y siguen siendo las mismas. Ellos no cambian sus políticas, cambian sus máscaras. Son como Macbeth, son máscaras que ocultan identidades perversas, compulsivas y que eso es el capitalismo: un sistema descerebrado, que lo único que necesita es acumular y extinguir.
¿A qué conclusiones pudo llegar en este tiempo?
La producción de esta obra, desde la adaptación, la memorización, la puesta en escena y el estreno me parece que es una de las cosas más importantes que hice en mi vida. Que esto haya sucedido en un marco dramático y trágico de la humanidad también me llama mucho la atención por lo contradictorio y lo paradójico, no obstante siento que he alcanzado zonas que no hubiera podido como estaba sumergido en mis cosas que no sé si podría haberlo hecho si no hubiera tenido este tiempo de introspección y de producción tan concentrado. Así que siento que, así como en la dictadura, que fue uno de los peores momentos de nuestra historia pude constituir mi identidad teatral en esas circunstancias pavorosas, ahora, pude llevarla a un punto que no me hubiera imaginado jamás, así que de algún modo hay algo que fue muy positivo para mí de todo esto; y ahora se trata de ver cómo se sigue. Estoy muy atento a todo lo que está pasando.
Jul 28, 2021 | Comunidad, Novedades
Graciela Ortega forma parte de la organización Padres TEA Formosa. Es mamá de Benjamín de 9 años con un autismo severo diagnosticado desde los 2. Él no habla, su vida se basaba en una rutina combinada entre terapias y escuela hasta que a principios del año pasado con la llegada del coronavirus dicha rutina se vio severamente trastocada, generándole ansiedad y angustia entre otras sensaciones. “Si bien a todos nos afectó la pandemia, a los niños TEA más porque no les gusta estar encerrados, son hiperactivos, necesitan Salir e ir a despejarse a algún lado. Entonces fue un cambio fatal, porque él ya venía con una rutina y la pandemia fue un retroceso total para él”, explica Graciela.
El espectro autista es un estadío del neurodesarrollo, de origen neurobiológico. Es una condición que se lleva toda la vida y que afecta a lo que es la comunicación, lo social y todo lo que tiene que ver con las conductas y la intelectualidad. Se diagnostica a través de un manual estadounidense específico de trastornos y estadísticas, que se llama DSM-5. Situaciones como la de Benjamín se repitieron y se repiten sin parar.
María Soledad Sama Sánchez es licenciada en Psicopedagogía y Estimulación Temprana y profesora de Nivel Inicial. Explicita que el déficit en el desarrollo del lenguaje en un niño acarrea dificultades al resto de las áreas de aprendizaje. Enfatiza en la importancia de dar con un diagnóstico certero a tiempo y en entender que dos niños pueden compartir similares patrones, síntomas o características pero su diagnóstico nunca será idéntico. En el autismo, a diferencia de otras condiciones, se establecen niveles de acuerdo al grado de desarrollo cognitivo alcanzado al momento de su detección.
Sama Sánchez es también acompañante terapéutica, ayuda a los niños con sus tareas escolares e interviene con los docentes cuando los 40 minutos de Zoom que constituyen las clases resultan insuficientes. “La mayor parte de los padres prefieren venir a terapias presenciales, porque es lo único que tienen de esta forma, ya que no tienen, por lo menos en provincia de Buenos Aires, la escuela. Personalmente, prefiero la presencialidad porque de forma virtual, hay muchos niños que no tienen Zoom, entonces se hace muy complicado hacer terapia por videollamada”, dice.
“Todo lo que tiene que ver con la socialización de los chicos con TEA se da en las escuelas», dice Jalik.
La consultora Acción e Inclusión surgió en el año 2016 como un soporte para padres con chicos con discapacidades que busca ser un complemento a las diversas terapias. Una de sus fundadoras es Jennifer Jalik, quien de alguna manera pudo plasmar su propia vivencia en este proyecto. Ella es coach, pero por sobre todo es mamá de Alan, un adolescente de 16 años que convive con TEA. Brinda talleres a padres y a escuelas, además de escribir libros como Qué le pasa a este niño y trabajar en lo que define como “Marketing Inclusivo” con diversas empresas. Explica que la pandemia, en su caso, vino a entorpecer el proceso de autonomía que Alan estaba transitando y en el cual el ir a la escuela y la socialización con sus pares que allí se daba es un aspecto determinante.
En este sentido aclara que “todo lo que tiene que ver con la socialización de los chicos con TEA se da en las escuelas. Un parque no es un lugar donde cualquier chico puede estar. Porque hay demasiados estímulos, demasiada gente, porque es muy abierto, mucho ruido, hay animales, situaciones que hacen que se desregularicen. Todo lo social se desarrolla en un ámbito preparado para este desarrollo. Y el haber extendido tanto el tiempo para que puedan volver a estar en este ámbito obviamente afectó su calidad de vida muchísimo”, asegura.
El factor de incertidumbre sobre el futuro inmediato es algo que perturba profundamente a los jóvenes TEA. La gran mayoría de los casos que llegan a los consultorios psicopedagógicos en esta nueva etapa de apertura se ven impulsados por la ansiedad que les genera no poder mantener una rutina que los ordene y les marque una perspectiva temporal. Observan el mundo de una forma mucho más absorbente y amplificada en cuanto a lo emocional.
Jennifer ejemplifica esto mediante una de sus vivencias: “Alan rompió su celular, lo revoleó. Le preguntamos por qué lo había hecho y nos dijo: ‘Porque me aburrí de todo lo virtual. A mis amigos los quiero ver. No quiero más chatear’. Y lo rompió, sin registro de que cuesta plata. La forma que tiene de decirlo, en el caso de Alan tiene lenguaje, pero lo puede decir después de haber actuado de un modo que no le fue grato.“
“Alan rompió su celular, lo revoleó. Nos dijo: ‘Porque me aburrí de todo lo virtual», cuenta su mamá.
En el caso de Mila, una niña TEA salteña de 9 años, la virtualidad le trajo más desestabilización que ventajas. Las clases por Zoom le generaron irritabilidad, cansancio y frustración al no poder seguir cierto ritmo. Para su mamá, Lucrecia, la falta de conexión física con sus pares fue crucial en esto, ya que necesita compartir experiencias, juegos y copiar conductas propias de la edad. Lucrecia suelta una sentencia que es rotunda: “Se nota el retraso social, madurativo y emocional de los niños, en general. Siento que todos los chicos, adolescentes e incluso adultos TEA están sufriendo en silencio mucho más, sólo que ellos pueden camuflar socialmente muchas cosas”.
César es un niño TEA de 7 años que reside en CABA. Ida Navarro, su mamá, es de las tantas que celebra la vuelta de la presencialidad en las escuelas. Explica que “él no está preparado para la virtualidad, porque en sí ya se pierde en su mundo, se desorienta, imaginate cuando se tuvo que sentar a escuchar a una persona, no fue lo mismo que cara a cara, fue un caos”. En su casa convive con dos personas de riesgo, aún así, Ida considera que a partir de la vuelta a la institución el progreso que observó fue significativo. Apostaron a llevarlo hasta el último día y considera nociva la idea de volver a la virtualidad, ya que no cuenta con las herramientas pedagógicas para sostener su avance.
La pandemia vino a demostrar diversos colapsos a nivel funcional en distintas áreas del país. Sin querer denostar la importancia sanitaria que tuvo el aislamiento, se observa que en los niños con espectro autista las consecuencias son cruciales y hasta en un punto irreversibles. Todas las madres consultadas convergen en que el retroceso fue desmesurado y que su reparación (si es que aún es posible) costará años de involución vincular y cognitiva.
La licenciada Sama Sánchez recomienda que si por alguna razón ven que las terapias virtuales se convierten en un obstáculo para el avance del niño hagan lo posible para continuarlas de manera presencial. Por último enfatiza la importancia de que ellos mismos puedan apoyarse en los terapeutas, que conversen con ellos y se saquen los miedos e incertidumbres, ya que también necesitarán ser escuchados. Todo en pos de trabajar en conjunto, padres, terapeutas y docentes para impulsar el desarrollo de los niños con esta condición y que el discurrir de los efectos que deje esta pandemia sean lo más inocuos posibles.
May 6, 2021 | Entrevistas
Actor, docente, autor y director. Todos esos roles cumple el célebre Pompeyo Audivert. Habitación Macbeth es su nueva obra, que se presentaba en el Centro Cultural de la Cooperación hasta que las nuevas restricciones dispuestas por el Gobierno nacional interrumpieron las funciones. Mientras espera que cuando estén dadas las condiciones pueda regresar a ese escenario, dialogó con ANCCOM sobre teatro y, como no podía ser de otra manera, también sobre la realidad nacional.
¿Por qué Shakespeare y por qué Macbeth?
El año pasado estaba haciendo la obra Trastorno, después del 2019 en el Centro Cultural de la Cooperación y en Mar del Plata. Nos estaba yendo muy bien, ganamos varios premios. Yo actuaba y también dirigía. La idea de hacer Macbeth ya me había visitado para hacerla solo. Empecé a hacer una adaptación y la abandoné, tan envuelto como estaba en cuestiones de producción, sobre todo de autores de otra esencia que venía haciendo: “Muñecas” y “La Farsa de los Ausentes”, entre otras. Pensé también en hacerla con Rodrigo De la Serna y decidí adaptarla para seis actores. Vino la pandemia y me fui a Mar del Sur, donde tengo una casa y me reduje en ella. También me reduje a mi propio cuerpo como habitáculo teatral, ya que estábamos en una situación muy angustiosa, encerrados. Empecé a pensar en qué hacer, sabiendo que se venía un año de clausura y retomé la fantasía de esa obra de Shakespeare. Empecé a memorizar la obra durante la primer mitad de 2020 en largas caminatas que hacía por la playa o por el campo, fue muy bueno para poder integrar la obra a mi cuerpo, porque tenía todo el tiempo y ese paisaje salvaje que alentaba a una tarea asociativa. Shakespeare es de una dimensión de lo teatral de una magnitud extraordinaria y hay ciertas obras de él, como Macbeth, donde todas las cuestiones de fuerzas sobrenaturales, fantasmales y de espíritus están muy en juego. Tiene que ver con las cuestiones que se abren en el encierro, ya que es una zona en la que se abren puertas y perspectivas que uno no tenía tan a la vista, puertas interiores, donde aparecen fantasmagorías. En esa introspección aparecen zonas luminosas además de oscuras. Supongo que a toda la humanidad le debe haber pasado eso puertas adentro, en la clausura de la cuarentena. Ahí se constituyó la obra. En estas tres cuestiones: la pandemia que desata una introspección, la vieja fantasía de llevar adelante un trabajo que pusiera de relieve la naturaleza metafísica y sobrenatural de la operación teatral, y la obra de Shakespeare que ya me había visitado de varias maneras y que transmite esas cuestiones . No es que yo dije: “Hay una pandemia, entonces yo voy a citar a Shakespeare y a Macbeth para hablar de esto”. La situación me llevó a muy naturalmente.
Es curioso como usted utiliza la metáfora de cambiar el rumbo del protagonista, que trayéndolo a la actualidad sitúa a la pandemia como eje de cambio en nuestra vida.
Exacto. Yo creo que siempre el teatro es un fenómeno que está signado por circunstancias históricas. No creo en el teatro político, ni en el histórico concretamente pero sí creo que el teatro se debe al grito histórico y que es producido en formas muy misteriosas, o difíciles de deducir o rastrear. Aunque no tanto, porque en este caso podemos decir que las circunstancias históricas produjeron estos rebrotes. Por otro lado, habla también de los procesos históricos del capitalismo, por ejemplo. Es una obra que puede ser connotada con esta situación tan típica de personas que se dan vuelta: pueden ser periodistas, políticos, funcionarios. Gente que uno creía que eran de una naturaleza y son todo lo contrario. Grandes traidores. Pienso en Mario Vargas Llosa, Jorge Lanata, José Luis Manzano, todos personajes conversos que de repente pasan a ser todo lo contrario a lo que se insinuaban. La obra de Shakespeare, además de esa naturaleza metafísica que tiene de por sí, y de ese planteo poético que manifiesta, tiene también una circunstancia histórica que la atraviesa siempre y le permite reverberar en ella nuestras propias circunstancias históricas.
Este texto de Shakespeare tiene tanta vigencia… pareciera que estamos leyendo un diario.
SÍ, pero es una vigencia que tiene toda la obra de Shakespeare, por su naturaleza poética, por cruzarlo históricamente y por señalar nuestra pertenencia a un campo sobrenatural. Es universal, como el teatro griego. Son autores que se han inscripto en esa zona autónoma de lo artístico y que por su naturaleza poética pueden señalar nuestra pertenencia a esos dos niveles: al histórico y al sagrado. Señalan que no somos seres estrictamente históricos, sino que somos seres metafísicos, venidos de una naturaleza poética, que el frente histórico lapida y subvierte y la escarnia.
El título de la obra Habitación Macbeth es un juego de palabras, ya que usted utilizaq su propio cuerpo como habitáculo de distintos personajes, mostrando también la plasticidad del artista. ¿Cómo es ese proceso en el que es poseído por esos siete personajes?
El concepto habitación es muy poético, en el sentido de que tiene muchas significaciones simultáneamente, y ninguna de ellas anula a la otra, sino que conviven. El fenómeno de la actuación exhibe esta idea de ser habitado, el hecho de sentir la presencia del personaje como una entidad que a uno lo habita, que también uno habita el texto, como una zona que debe ser habitada. El concepto también se replica en otras escalas, cuando uno siente que el cuerpo puede ser habitado por varios personajes, al punto de que toda una obra habite a ese actor, que desencadene su escala sobrenatural; su escala de estructura habitáculo: cuerpo-habitación, cuerpo-inquilinato, donde viven y se agitan todas las convulsiones dramáticas de un material a través de todos sus personajes.
«El poder ha capturado las fuerzas teatrales para sus propios fines hedonistas», dice Audivert.
¿Cuál es, para usted, en este contexto caótico, la función que tiene el actor?
Yo creo que más que de la función del actor, habría que hablar de la del teatro. El teatro ha sido desvirtuado en los últimos años de una función sagrada, que tiene que ver con sondear Identidad y pertenencia a una escala extra-cotidiana. El teatro es una máquina destinada a inscribirnos en una latitud presencial y de identidad que no está a la luz en el frente histórico; que es nuestra naturaleza metafísica, sagrada y poética; esa que el frente histórico viene a lapidar. Por eso me parece que el teatro debe ser pensado como un piedrazo en el espejo. Debe erigir un espejo para concitar una unidad referencial con los espectadores, y al cabo debe arrojar un piedrazo a ese espejo, no para perder la idea del reflejo, sino para revelar el reflejo como ficción. Debe denunciar a la realidad como ficción histórica. Lo histórico es un campo ficcional alienado y el teatro debe romper esa ficción y revelar que por detrás de ella, existe un nivel del cual somos fruto; que es ese nivel metafísico al que se debe la operación teatral. El poder ha capturado las fuerzas teatrales para sus propios fines hedonistas, y lo único que uno ve habitualmente del teatro es ese espejo, no el piedrazo. Se erigen grandes espejos en donde la sociedad se ve reflejada en sus conflictos básicos, mínimos; pero no se lleva adelante la segunda parte de la operación en la que se apedrea el espejo y se revela que ese espejo es un campo ficcional alienado y que por detrás de él está el verdadero objetivo de las fuerzas teatrales, que por algo es un ritual presencial: revelar nuestra pertenencia a ese campo metafísico de otredad del que somos fruto. A eso se debe el teatro y hoy más que nunca, en una crisis mundial existencial como en la que nos encontramos, el teatro debe situarse en esa funcionalidad. El teatro es un lugar donde uno va a ensayar la muerte y la resurrección, donde uno va a suspender su presencia, y a revelarse como estructura presencial individual y colectiva. Por eso me parece que Shakespeare es un excelente vehículo, porque él ya de por sí constituye un piedrazo en el espejo, en la misma escritura. Salvo Beckett, Shakespeare y los griegos que ya dan el piedrazo desde la escritura, el teatro lo puede hacer a través también de los procedimientos teatrales, de la forma de composición de los cuerpos, de la puesta en escena; de una serie de recursos técnicos con que cuenta el teatro para ser este piedrazo en el espejo y transparentar ese identidad de la estructura.
¿Cuál es su opinión sobre la situación de los actores frente a esta suspensión obligatoria de sus actividades?
Hemos firmado una solicitada entre un grupo grande de artistas en relación a la desatención que estamos sufriendo por parte del Gobierno de la Ciudad y del Estado en general. Opino que el arte no tiene el lugar central que debería tener en nuestra sociedad. Está lateralizado y se piensa en él como algo secundario, no es el foco ni el centro de lo social, lo cual habla del atraso social en el que vivimos. Creo que los artistas tenemos que entrar en una conciencia política de que estamos solos y que corremos un peligro de extinción si no establecemos formas autónomas de producción, y si no le exigimos colectivamente al Estado lo que nos pertenece, lo que la sociedad tiene que aportar hacia el frente artístico. Ahora el Teatro San Martin ofrece a los actores entrar en cooperativas, son cosas ridículas. Tenemos que denunciar todo eso. Pero a la vez siento a veces que esa denuncia nos insume fuerzas que debemos también derivar hacia nuestras propias producciones, o sea que también en el proceso de lucha contra el destrato y contra las formas espantosas con las que somos enfocados, hay un desgaste artístico. Entonces tenemos que ser cuidadosos y hacer las dos cosas a la vez sin descuidar nuestro propio frente productivo interno. El Estado no se hace cargo del arte, como tampoco de la cultura, la educación, la salud, o las clases trabajadoras. El capitalismo es el problema y las formas que está adoptando son siniestras. Tenemos que finalmente elegir entre dos facciones: una que tiene un costado más humano, que rige los movimientos nacionales y populares; y otra que es el fascismo futuro, la línea que baja de los Estados Unidos y que encarnan Patricia Bullrich, Macri, Bolsonaro, Trump y Biden que son lo mismo, porque las políticas norteamericanas son las que designan a las latinoamericanas y siguen siendo las mismas. Ellos no cambian sus políticas, cambian sus máscaras. Son como Macbeth, son máscaras que ocultan identidades perversas, compulsivas y que eso es el capitalismo: un sistema descerebrado, que lo único que necesita es acumular y extinguir.
¿A qué conclusiones pudo llegar en este tiempo?
La producción de esta obra, desde la adaptación, la memorización, la puesta en escena y el estreno me parece que es una de las cosas más importantes que hice en mi vida. Que esto haya sucedido en un marco dramático y trágico de la humanidad también me llama mucho la atención por lo contradictorio y lo paradójico, no obstante siento que he alcanzado zonas que no hubiera podido como estaba sumergido en mis cosas que no sé si podría haberlo hecho si no hubiera tenido este tiempo de introspección y de producción tan concentrado. Así que siento que, así como en la dictadura, que fue uno de los peores momentos de nuestra historia pude constituir mi identidad teatral en esas circunstancias pavorosas, ahora, pude llevarla a un punto que no me hubiera imaginado jamás, así que de algún modo hay algo que fue muy positivo para mí de todo esto; y ahora se trata de ver cómo se sigue. Estoy muy atento a todo lo que está pasando.
Mar 3, 2021 | Comunidad, Novedades
Con tan solo seis metros cuadrados por habitante, Buenos Aires se presenta entre las ciudades con menor cantidad de espacios verdes en América Latina. Entre los pocos pulmones de aire existentes encontramos, en primer lugar, a los bosques de Palermo, seguido por el parque de la Isla de la Paternal, hoy en riesgo de desaparecer debido a un proyecto de edificación impulsado desde 2018 por la Legislatura porteña, gracias a la mayoría de que tiene en ese cuerpo la gestión encabezada por Horacio Rodríguez Larreta.
La empresa constructora SADIA es quien tiene adjudicada la obra que ocupará cuatro parcelas del actual parque, ex albergue Warnes, un monumental edificio jamás concluido que se levantó en 1951 y se demolió en 1991, ubicado entre las Avenidas Chorroarín, Warnes y Constituyentes. Allí iba erigirse el hospital de niños más grande de Latinoamérica, proyecto abandonado por la autodenominada Revolución Libertadora que derrocó a Juan Domingo Perón.
En su web, la constructora SADIA ya anuncia el proyecto “Puertas de Agronomía” y que, durante la cuarentena, se encargó de realizar los mantenimientos pertinentes de los terrenos. Todo hace pensar que la edificación se hará realidad en el corto plazo.
La La legislatura porteña votó una rezonificación de La Paternal para que se pueda llevar a cabo el proyecto inmobiliario.
Ante la inminente construcción de lo que serán once torres de 17 pisos cada una, los vecinos de La Paternal se asociaron con los de siete barrios lindantes, entre los que están Caballito, Chacarita y Colegiales y con grupos defensores del medio ambiente (como “Jóvenes por el Río”y “Agrono para todes”) que vienen disputando problemas similares. Entre todos organizaron el sábado 27 de febrero, en el mismo predio, el festival “Si al parque, no a las torres”. En este evento se buscó, por medio de actividades para todas las edades, talleres, asambleas, espacios audiovisuales, plantación de especies nativas, murales, murgas y una performance lumínica a modo de cierre, concientizar y sobre todo plasmar el hito de “la unión hace la fuerza”, visibilizando el rechazo al proyecto inmobiliario. La agrupación de “Parque Chacabuco no a las Torres” también se hizo presente.
La idea se gestó desde finales del año pasado, con el objetivo de mostrar otras formas de ciudadanía activa. La difusión del evento se realizó mayormente a través de redes sociales. Los distintos grupos organizadores aunaron hashtags, como #SiAlParqueNoALasTorres para invitar a sus seguidores al festival. Otro medio de difusión fue el boca en boca entre vecinos, ya que no obtuvieron visibilidad alguna de otro medio de comunicación masiva debido al blindaje que mantiene la gestión de Rodríguez Larreta en diarios y emisoras radiales y televisivas.
Daniel Constantini es vecino de La Paternal y uno de los organizadores del Festival. Afirma que la construcción de los edificios arruinaría el poco espacio que le quede al parque. Se retrotrae al momento en que se adquirieron los terrenos del ex albergue y explica que estando Fernando De la Rúa al frente del Gobierno de la Ciudad, se realizó la comercialización de este espacio y quien lo compró puso como condición que se permitiese la construcción en altura. Así, se modificó el reglamento de zonificación en el cual se establecían máximos de hasta 3 pisos en todo el barrio, para habilitar edificaciones de hasta 48,5 metros de altura. En 2006 inició el proyecto de construcción y en ese momento los vecinos, mediante un amparo, lograron frenarlo. Con el actual gobierno porteño, la privatización de estos espacios verdes se facilitó inmediatamente.
Constantini hace hincapié en la constante integración vecinal y en las consecuencias que la masiva edificación podría acarrear: “Nosotros nos movilizamos. Hicimos varios eventos contra este proyecto, porque entendemos que, además de destruir el parque, rompen con la idiosincrasia del barrio, que es de casas bajas. Además, triplicaría la cantidad de vecinos, el tránsito, los servicios. Esta es una ruta de migración de aves que se interrumpiría con las torres y esas aves se extinguirían.”
Entre otras acciones, los vecinos juntan firmas para impedir la realización del megaproyecto inmobiliario.
Durante el festival se hizo evidente el amor de la comunidad por la naturaleza. Se organizó un gacebo en donde los vecinos ofrecían plantines autóctonos a modo de obsequio. Además, se realizó una masiva plantación de especies como el Ceibo, que es la flor nacional.
Verónica Verdier es parte del colectivo “No a las torres en la Isla de La Paternal”. Cuestiona la injusta regulación sobre las parcelas en las que se quieren construir las torres y que fue validada por la Legislatura. Como contrapartida, los vecinos presentaron un proyecto de ley en ese cuerpo en el que proponían menor cantidad de construcción en cemento y menos altura. “Nosotros presentamos nuestro propio proyecto aceptando que las parcelas son privadas, pero pidiendo que se adapte a todo el barrio, incluyendo que la parte norte se traslade a los espacios en el sur para que esté todo sobre la calle Zavala y que la parcela que da al Ferrocarril Urquiza quede libre, que no de sombra al parque y que no frene los vientos que vienen del crematorio de la Chacarita (n de la r: así no se estanca el aire en ese lugar). Ese proyecto quedó cajoneado, seguimos insistiendo. Poner estas torres acá es clavarle una estaca al corazón de la ciudad, que son los parques.”
Graciela Magan es vecina de Colegiales y también mentora del festival, a partir de observar que en cada barrio se mimetizaban las problemáticas y que al unirse podrían enfrentar con mayor fuerza la defensa de espacios públicos. “Pensamos seguir sumando vecinos que estemos en una misma lucha, porque las mecánicas que están implementando en la ciudad apuntan siempre a lo mismo: hacer de lo público privado y nos están dejando sin nada. Una vez que construyen no hay vuelta atrás”, asegura.
Tanto la proyección de audiovisuales como el cierre del evento denominado “Abrazo lumínico” se transmitieron también por redes sociales y estuvieron a cargo de Fluxlian, un colectivo de investigación lumínica que ya tiene experiencia en este tipo de activismo. Se destacó el novedoso espectáculo final junto a la amplia aceptación e integración de parte de los vecinos.
Estos mismos vecinos presencian una historia que nunca acaba. Desde el hospital que nunca fue, pasando por un albergue para gente sin hogar, hasta el parque que los reúne y al que defienden. Continúan esperando una respuesta. En sus actitudes se ve un accionar de unión y lealtad, bajo un pedido tan simple como silenciado.
Feb 26, 2021 | Comunidad, Novedades
Según la ONG Habitat, sólo en CABA se estima que el 35,1% de los hogares familiares son alquilados y que existe un creciente déficit de viviendas, cuya principal causa es la escasez de créditos hipotecarios existentes.
Respecto a esta variable, en 2016 el gobierno de Mauricio Macri lanzó un sistema de créditos inmobiliarios a largo plazo con la particularidad de que éstos se ajustarían por inflación. Los mismos, denominados UVA (Unidad de Valor Adquisitivo), están destinados a la adquisición o construcción de una vivienda única. La idea inicial suponía que la cuota igualara al valor de un alquiler, y por esto estaba destinado principalmente a inquilinos. En su primer año se estimó que un 80% de los créditos inmobiliarios se dieron bajo esta modalidad. Hoy son más de 100.000 familias las que lo han obtenido.
Teniendo en cuenta que el valor de la UVA depende directamente del CER (Coeficiente de Estabilización de Referencia), el cual se actualiza diariamente siguiendo al índice de precios al consumidor, se observa que dicha unidad ha sufrido un aumento de más de 380% en casi 5 años, llevando a que también aumente el capital adeudado.Esto no sería grave si la inflación se mantuvieraen niveles bajos y las paritarias acompañaran ese ritmo. Pero la recesión económica iniciada desde 2018, hizo que el gobierno de Macri tomara la medida de congelar las cuotas en agosto de 2019 hasta enero de 2020, y ya el actual, encabezado por Alberto Fernández, hizo lo mismo en marzo de 2020 hasta febrero de 2021.
De esta manera, desde este mes comienza una actualización del valor de la cuota, a partir de un esquema de convergencia que se desarrollará hasta julio de 2022, y que prevé comenzar con subas de entre 6,8 y 9% dependiendo del valor solicitado en carácter de préstamo.
Frente a esta perspectiva desfavorable, el grupo de afectados se ha asociado bajo el colectivo #HipotecadosUva, y a través de las redes sociales se mantienen informados, pero también se organizan para interpelar a distintos organismos estatales que puedan asistirlos y así evitar quedar en la calle por no poder afrontar los aumentos mencionados.
Paola Gutiérrez obtuvo su primer casa propia después de los 40 y una vez descongelado el crédito, si no puede afrontar el aumento deberá decidir si vende su propiedad y vuelve a alquilar. Es un personaje bastante célebre dentro del colectivo. Su movilización en redes, medios de comunicación y marchas es notoria e incesante.Antes de empezar a explicar su propia situación aclara que lo que el Estado congeló fue el valor del crédito, no así de la UVA, que no se detuvo la indexación del capital y que, al no contar con ningún organismo que los resguarde, esta suma se adiciona a la deuda. En su testimonio se resalta el término “estafa”. El colectivo sostiene que la situación que está viviendo es consecuencia de un engaño organizado entre el sistema financiero y los gobiernos, que ocultan la verdadera meta inflacionaria y que se excusan aduciendo que se trató de “un acuerdo entre privados”. “Los hipotecados entendemos la situación del país y no estamos buscando un subsidio estatal, sólo pedimos que los bancos ganen un poco menos. Teníamos esperanzas de que con este gobierno se reviera nuestro tema y a estas alturas creo que ya no va a pasar. Creemos que el gobierno va a reaccionar recién cuando se remate la primer casa”, dice Paola. Ella sostiene que los hipotecados vienen a unir a la grieta, ya que no consiguen que los escuchen ni de parte del oficialismo ni de la oposición. “No hay voluntad política para que nos escuchen o hagan algo, la situación es desesperante y no vamos a poder pagar”, finaliza resignada.
Pese a que la ex ministra de Desarrollo Territorial y Hábitat, María Eugenia Bielsa, les había prometido organizar una mesa técnica para tratar el tema, su salida dejó trunco el proyecto. Su reemplazante, Jorge Ferraresi se desligó completamente de la situación, según el colectivo. Consultado por ese medio, desde el Ministerio no quisieron dar declaraciones por el momento.
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Gabriel Giménez Figueroa vive en Villa Mercedes, San Luis. Es contador público. A sus 35 años se vio seducido por los créditos UVA como única alternativa para llegar a su casa propia, ya que por un lado su salario excedía los requisitos para obtener una vivienda social, pero tampoco alcanzaba a pedir un crédito regular. Estudió la modalidad de ajuste por inflación y decidió avanzar. Pocos meses después vio como se disparaban los índices y se vio sin salida. “Cuando saqué el crédito la cuota significaba apenas el 10% de mi salario, hoy ya se lleva un 35% de él. Si bien aún puedo, he decidido dejar de abonarlo porque disiento y sé que a la larga esto no se va a poder sostener, así difiero las cuotas. Es mi forma de apoyar al colectivo.”
Considera que las medidas que se tomaron a partir del gobierno macrista y que luego copió la gestión de Alberto Fernández lejos de beneficiarlos los perjudicaron. El capital adeudado se siguió actualizando y creciendo desmedidamente y el congelamiento fue solo una regulación para palear la situación en el corto plazo y para que las consecuencias no fueran tan abruptas. “Si no se toma una decisión vamos a ir cayendo como moscas, por goteo. No es lo mismo el costo político frente a que se ejecuten miles de viviendas de una vez, a que se vaya dando gradualmente”, señala. Pone el foco también sobre los bancos, explicando que el esfuerzo compartido del que vienen hablando jamás se dio y que siempre terminan desfavoreciendo al más débil. Critica la poca intervención estatal, comparando su caso al de la reciente ley de alquileres, en donde el Estado pudo intervenir cuando la situación se tornó abusiva. Gabriel elaboró un proyecto de ley que busca volver a un equilibrio entre cuota e ingreso, a partir de un verdadero congelamiento sin indexación alguna.
En la voz de los damnificados se siente desamparo y se vislumbra como única posibilidad de solución una intervención estatal que regule al sector financiero. Con un mercado inmobiliario en declive y la inflación en un ciclo ascendente, la decisión de tomar una hipoteca no se rigió por la especulación financiera, pero todos aceptaron sus riesgos y buscaron transformarlos en alternativa.
Por su parte, Juan Valerdi, economista de la Universidad Nacional de La Plata, e investigador especializado en economía política, explica que la causa del fracaso de estos créditos en nuestro país es más política que económica y radica en haber importado una solución que funcionó en países de Latinoamérica, donde se maneja una inflación estable a lo largo de los años, con una distribución equilibradade los ingresos y una relación cristalizada entre salarios y capital. Considera que los bancos han actuado de una manera sumamente beneficiosa para sí mismos e irresponsables al otorgarle préstamos a quienes a la larga no podrán sostenerlo, sabiendo que en el contexto inestable y de alta inflación de la Argentina, el Estado saldrá a responder por ellos. Aclara que “si uno se compra una casa para hacer un negocio en dólares, entonces fue una buena decisión adoptar el crédito, ahora, si la compró para vivir, el problema es que no van a poder pagar la cuota y la va a terminar vendiendo, acumulando una deuda explosiva.”
Las soluciones que entiende excluyentes recaen en solicitar, por un lado, que el Estado subsidie una parte de la mora a los hipotecados; por otro lado que los bancos ganen menos por la irresponsabilidad social cometida y, por último, que se derogue una medida para refinanciar la deuda ya acumulada.