La fótografa que rompió el techo de cristal

La fótografa que rompió el techo de cristal

En abril, las redes sociales y los portales informativos convertían en noticia el video de un aspirante a juez que, como estudiante, improvisando una respuesta, habló dos minutos sin poder decir cómo se denominan las imposibilidades que sufren las mujeres a la hora de acceder a puestos jerárquicos en el trabajo o en la política: el techo de cristal.

Pero Eva Cabrera puede dar fe de lo que significa romperlo: el 1° de junio fue nombrada presidenta de la Asociación de Reporteros Gráficos de la República Argentina (aRGra), la primera mujer en alcanzar ese lugar en los 79 años de la institución.

¿Cómo llegás a aRGra? ¿En algún momento de tu carrera tuviste que romper un techo de cristal?

Soy de la generación que entró a los medios en los noventa. Mi carrera fue avanzando, primero fui reportera gráfica, después editora, después me quedé sin trabajo. En 2015 trabajé para la Facultad de Periodismo de la Universidad de La Plata, en un gremio, y ahora laburo en Télam, desde agosto de 2017. Creo que mi llegada a la presidencia es una consecuencia lógica, porque hasta mayo era vicepresidenta y anteriormente fui secretaria. Hace dos comisiones directivas que estoy. En la primera me tocó ser la única mujer entre todos varones. Creo que esta vez tiene mucho que ver que haya dos compañeras más en la lista, Graciela Calabrese y Lucía Merle. Juntas nos propusimos empezar a reflexionar y analizar estas prácticas, que no sé si tienen que ver con los feminismos pero sí con nuestra tarea como comunicadoras y comunicadores de decidir qué y cómo publicar en los diarios lo que atañe a las cuestiones de género y, sobre todo, femicidios. Empezamos con la Red Par, después hicimos algunas capacitaciones con Mujeres Que No Fueron Tapa. Fue una decisión nuestra también crear la Comisión de Género a partir de ver estas problemáticas, y además como resultado de una encuesta que hicimos, que podía ser anónima o no. Ahí cristalizamos las distintas violencias que sufrían las compañeras a lo largo del tiempo, como acoso y discriminación. Antes éramos fotógrafos en nuestros chalecos, ahora en nuestras credenciales se lee «socio» o “socia”. La consecuencia analógica de esto es empezar a conocernos con las compañeras de las distintas provincias, porque yo encabezo la lista, pero hay cinco compañeras más a mi lado. Me parece que todo ese crecimiento dio pie a algo que hace diez años hubiese sido impensado. ARGra es una construcción colectiva, y eso también es fundamental.

¿Cómo administras el trabajo con los tiempos acelerados que corren?

Hasta hace un tiempo trabajé como colaboradora de Télam, y cuando laburas por nota lo que te pasa es que tenés que hacer un montón para armarte un sueldo por mes. Ahora pasé a planta, donde es totalmente distinto porque me preguntan qué franco voy a tener. Si bien sigo sin tener horarios, hay días en que hay mucha más producción que otros y nos vamos acomodando. Al momento de decidir, en general, si hay dos notas al mismo tiempo discutimos con las compañeras y compañeros a qué le damos prioridad y a qué no.

¿Los criterios estéticos varían según el medio o podés sostener una mirada personal?

Mi mirada es muy propia y nunca fue cuestionada. Habrá fotos que gustan más y otras que gustan menos, he discutido mil veces por foto y por tapa. Sí sé que hay fotos que no publicaría: de femicidios o de pibas que desaparecen. Me parece que hay que empezar a reflexionar sobre lo que se publica y sobre nuestra tarea porque somos comunicadores, creamos sentido, más allá del que le puedan dar posteriormente los medios para los que laburamos. Nosotros somos responsables de lo que producimos. Trascendiendo lo estético, para mí y para mis compañeros hacer fotos es nuestra forma de decir y de mirar.

¿Qué elementos buscás o priorizas cuando hacés una foto?

Mis prioridades surgen en función de la nota. Mañana tengo que entrevistar a una trabajadora rural de la UTT (Unión de Trabajadores de la Tierra), y pensaba hablar un poco sobre lo que hace, generar un clima. Obviamente a veces lo podés hacer y otras no, cuando llegás se te puede desbaratar todo el plan que tenías. Te puede pasar en una marcha: hay fotos que tienen que estar, como la cabecera del acto, pero después me parece que hay que meterse a buscar, a ver qué tipo de gente hay, qué llevan, cómo se expresan.

Hay un componente muy fuerte que es estar en el territorio. ¿Cómo te afectó la pandemia en ese sentido?

Fue muy difícil. Primero decíamos que no había que usar barbijo. Después que si. Después que había que desinfectar los equipos, porque no sabíamos si en las superficies que nosotros usamos para laburar podía quedar el virus. Si te podía quedar en la ropa. Al principio me pasaba que me paraba en el vestíbulo de mi casa y tenía que pensar: “¿Qué dejo primero, las llaves, los zapatos?” Llegó un momento en que vimos que la cuarentena se extendía y con los y las compañeras de aRGra decidimos elaborar una guía para cuidarnos cuando saliéramos y cuando volviéramos de hacer una nota para no infectarnos nosotros ni a nuestras familias. Eso nos dio tranquilidad. Este año es mucho más difícil porque perdimos dos compañeros, las balas empezaron a picar más de cerca. Hubo que renovar los cuidados y en eso estamos.

La película que se repite

Eva se cruzó con una cámara por primera vez a los 14 años. Era una Kodak Fiesta que llevaba rollos de 126 mm, y con ella empezó a fotografiar a su entorno familiar. A los 21 se compró una Reflex y a los  28 se sumergió en el oficio del fotoperiodismo en el diario Hoy de La Plata, donde se formó por catorce años.

“Me tomé una licencia de embarazo porque nacía una de mis hijas, no recuerdo si Connie o Luciana, y cuando volví me dieron una Nikon D1, que era una de las primeras réflex digitales. Pregunté cómo se usaba y aprendí. Fue raro al principio pero después a uno le agarra el vicio de mirar el displayer para ver cómo salió la foto. Hubo que adaptarse a lo inmediato porque eso era lo que venía”, contó entre risas.

¿Cómo repercutió la incorporación de la tecnología en el plano laboral al darte esa inmediatez?

Hace poco estuve revisando mi archivo y es increíble la cantidad de fotos horribles que guardé. Están ahí porque son parte de la historia, pero si las comparás con las de ahora, es una locura. Tenés todos los colores, los blancos son blancos, los negros son negros, podés borrar, corregir, compensar.

Fue aprender el camino, en el diario que yo estaba eran muy amantes de la tecnología. Antes de las D1 ya habíamos tenido unas Nikon S3 de prueba, con respaldo digital, que iba enchufada a una especie de monitor que parecía una video cassetera. Salimos a experimentar un par de veces y me acusaron de antigua, pero era un tedio cargar semejante aparato. Ese tipo de cámaras se usaron para transmitir la Guerra del Golfo, con parabólicas y teléfonos satelitales. Una vez que me acostumbré me resultó raro, cuando trabajaba con película, no ver la foto al instante, aunque también era la magia de lo analógico. A veces tenías la sensación de que tenías algunas fotos interesantes, y cuando llegaba al minilab yo empezaba a tironear como loca el negativo a ver si la foto estaba. Eso te daba un poco de ansiedad, pero ya no sigo haciendo fotos con película.

¿Qué acontecimientos disfrutás haber cubierto?

Me pasó algo hace muchos años. Atravesé mi adolescencia en dictadura, entre el ‘78 y el ‘83, y siempre pensaba en Salvador o Bajo fuego, esas películas donde había fotógrafos de guerra y decías: “Wow, qué bueno”. Fue un conflicto en La Plata, en febrero del ‘96. Se iba a tratar una Ley de Educación Superior y estaba la calle tomada por la policía, y se llevaron preso a todo lo que parecía un estudiante. Estaban las madres buscando a esos presos. Nos corrieron dentro de un edificio. Después empezaron a volar piedras, balas de goma, el camión hidrante. Toda la ética que uno tenía en la cabeza pasó a ser un poco de miedo, en principio de no saber dónde pararse, así que agradezco no haber cubierto conflictos de ese tipo. Tampoco sé si me hubiera bancado un 19-20 de diciembre de 2001 en la Plaza. Actos y cosas que me han tocado cubrir hay un millón, pero no pienso mucho en eso, uno va construyendo la mirada día a día.

«Inaceptable»

 

Tras exigir el llamado urgente a una nueva paritaria, el ministro de Educación Nicolás Trotta finalmente recibió a los representantes del Frente Gremial Universitario, el pasado 7 de abril por la tarde. Sin embargo, para las trabajadoras y los trabajadores la propuesta del gobierno tuvo sabor a poco.

Las organizaciones sindicales que participaron de la negociación fueron CONADU, FATUN, FAGDUT, FEDUN y CTERA, y el reclamo consistió fundamentalmente en el pedido de un aumento salarial del 35% y mecanismos de revisión durante el año en curso para ajustar la cifra de los salarios reales a la inflación. Otra de las demandas fue continuar con el programa de regularización de los trabajadores ad honorem y contratados que no están bajo convenio, en todas las universidades nacionales, una conquista que vio la luz en 2017. Por último, se pidió que para una eventual vuelta a la presencialidad se incluya a los y las educadoras en la discusión de los protocolos para un retorno seguro a las aulas.

Si bien se esperaba que la negociación se extendiera a una segunda jornada, luego de dos horas intensas de debate, el conjunto de las federaciones de trabajadores docentes y no docentes declaró “inaceptable” la oferta del Ministerio. En la misma el gobierno realizó una propuesta salarial de un 33% dividido en cuotas ‒un 5% en abril, 5% en junio, 4% en agosto, 2% en octubre, 4% en noviembre, 3% en diciembre, 6% en enero, y un 4% en febrero‒, sin prever la cláusula de revisión en la que se había puesto especial énfasis.

Pablo Macía, profesor universitario y secretario de Prensa de Conadu, declaró tras la reunión: “Es una propuesta muy fragmentada en el tiempo y nuestra intención es que podamos recuperar un porcentaje sustancial del salario. Y que frente a un contexto de incertidumbre podamos tener la garantía de que vamos a  estar por arriba de la inflación”.

En cuanto a las condiciones de trabajo, se reparó en el avance de otras herramientas técnicas como la garantía salarial. Se trata de un coeficiente aplicado sobre el salario de los docentes de menor antigüedad, jerarquía y dedicación, para que se les establezca un piso salarial. En la misma línea, la norma sirve para aquellos docentes que tienen dedicaciones exclusivas, como los que se dedican a la gestión, investigación o enseñanza.

En 2019 se empezaron a realizar las primeras efectivizaciones de trabajadores preuniversitarios. “Fue una lucha que surge de las demandas de nuestra federación, Conadu. Por eso el respeto a la paritaria y al diálogo entre las partes”, afirmó Christian Dodaro, delegado de Feduba. “Lo valoramos tanto porque es una herramienta de la clase trabajadora. Y por todo lo que nos llevó conseguirlas durante el gobierno kirchnerista, y después durante el macrismo”, agregó.

En el marco de la situación sanitaria, en esta oportunidad el reclamo o implicó una manifestación callejera. Por su parte, la Conadu Histórica llamó a un paro nacional de 48 horas para el martes y miércoles pasado, en repudio a la decisión de la cartera educativa de  excluir al gremio de la paritaria nacional.

En tanto, Macía reconoció la complejidad de la coyuntura, y a su vez destacó el papel solidario que adoptó la Conadu frente a la emergencia sanitaria, tanto con los trabajadores y trabajadoras como con los sectores más vulnerables de la sociedad: “Hicimos un esfuerzo muy grande durante todo el año pasado, no sólo para garantizar la continuidad pedagógica, el derecho a la educación de los estudiantes, sino también en tareas de investigación e iniciativas comunitarias”. Así, según relató Macía, desde el año pasado Conadu impulsa campañas solidarias de recolección de alimentos, útiles, y productos de limpieza para los sectores más vulnerables de la sociedad, que a menudo resultan ser los propios estudiantes.

 “En función de nuestro compromiso con la educación pública reclamamos un salario justo que  permita continuar con nuestras condiciones de trabajo y de vida”, cerró. Se espera que en los próximos días el Ministerio convoque a una nueva instancia para analizar mejores posibilidades.

Exigen democratizar y federalizar la pauta publicitaria oficial

Exigen democratizar y federalizar la pauta publicitaria oficial

Federalizar las comunicaciones y democratizar la distribución de la publicidad oficial fueron las consignas sobre las que alzaron sus voces distintos sindicatos de prensa, agrupaciones de trabajadores de la comunicación y medios autogestivos audiovisuales, gráficos, y digitales. La actividad, que se autodenominó como una “Feria de Medios Comunitarios y Populares”, se desarrolló entre las 16 y las 19 de ayer frente a la plaza del Congreso de la Nación. El leitmotiv de la jornada fue presentar la semilla de lo que será un proyecto de ley que busca regular cuánto y a quiénes corresponde la asignación de esos recursos. 

La iniciativa nació hace ocho meses y concluyó en un documento que, a partir del debate entre distintos protagonistas que buscan democratizar la comunicación, reúne en doce puntos los lineamientos principales de la propuesta. Su norte es que la distribución de la pauta oficial esté regulada de manera transparente, democrática y federal. Actualmente, no existe un marco legislativo-judicial que exija una rendición de cuentas sobre cómo se administran los fondos destinados a ella.

“Cuando hablamos de la democratización de la pauta también hablamos de la democratización de la palabra”, afirmó en el acto Carla Gaudensi, secretaria general de la Federación Argentina de Trabajadores de Prensa (FATPREN), una de las promotoras del proyecto, junto a la Foro Argentino de Radios Comunitarias (FARCO), el Sindicato de Prensa de Buenos Aires (SiPreBA), la Coalición por una Comunicación Democrática, la Red de Carreras de Comunicación (REDCOM), los canales comunitarios Barricada TV, Pares TV de Luján, 4 de Mar de Ajó y Giramundo de Mendoza, entre muchos otros actores.

“Cuando la TV asustaba en la pandemia, los medios comunitarios visibilizábamos las ollas populares», dice Vinelli.

Contemplando la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual Nº 26.522, el proyecto reclama que, por extensión a los servicios gráficos y digitales, el 33% del total de la pauta oficial se asigne a medios de comunicación sin fines de lucro; que se establezca un tope del 3% del monto total para la inversión en una empresa o grupo empresario; que solamente los titulares de cada uno de los medios puedan contratar ese tipo de publicidad, para evitar que se facture con distintas personas jurídicas; y cumplir con lo que dice el Estatuto del Periodista en materia de garantizar los derechos de sus trabajadores.

“Lo que pedimos es que se establezcan pisos y techos, que todos los medios de las provincias reciban pauta y que no pase como ahora, que lamentablemente está concentrada en la Ciudad de Buenos Aires, en medios que se autodenominan nacionales”, aseguró Pablo Antonini, presidente del Foro Argentino de Radios Comunitarias (FARCO), organización que nuclea entre 120 y 150 radios asociadas en veintidós provincias. Y agregó: “A la vez establece criterios que entendemos son necesarios, como la producción de contenidos locales y de identidad. No puede ser que una repetidora reciba lo mismo o mucho más que un medio que se esfuerza en generar contenidos propios”.

Desde FATPREN se realizó un relevamiento que pudo registrar más de doscientos medios autogestivos en todo el país, con 2370 trabajadoras y trabajadores que los sostienen, de los cuales la mitad no percibe ningún tipo de remuneración. “Nos consideramos trabajadores de prensa igual, porque también somos medios de comunicación. Somos los que garantizamos que la sociedad pueda generar sus propias ideas y proyectos, y que no esté todo siempre en manos de unos pocos que nos cuentan siempre lo mismo, de un lado y del otro”, reflexionó Martina Noailles, secretaria de Medios Autogestivos del Sindicato de Prensa de Buenos Aires (SiPreBA), en diálogo con ANCCOM.

«Garantizamos que la sociedad pueda generar sus propias y que unos pocos no cuentan siempre lo mismo», dice Noailles.

El impulso federal que ordena el proyecto persigue siempre la promoción de la diversidad y pluralidad de voces para llegar a toda la población asegurando la libertad de expresión y el derecho a la información. En este sentido, propone que la distribución de pauta replique la misma lógica con la que se distribuye la Coparticipación Federal. “Marchamos frente al Congreso porque queremos que esto se impulse en cada provincia y en cada municipio”, señaló la representante de SiPreBA.

Natalia Vinelli, directora de Barricada TV, destacó la importancia de los medios comunitarios al afirmar que son generadores de empleo que construyen una comunicación desde otra perspectiva, que están junto a los vecinos, junto al  pueblo y que producen “comunicación de calidad”. Y particularmente hizo referencia al rol de estos medios en un contexto de incertidumbre informativa como lo fue el comienzo de la pandemia, donde se trató de dar un abordaje enfocado en la solidaridad y la organización popular de los barrios.

En esta línea, Vinelli pronunció: “Cuando la televisión asustaba, los medios comunitarios estábamos sosteniendo las ollas populares, acompañando y visibilizando el trabajo de las organizaciones sociales. Por eso creo que justamente una ley de pautas es necesaria para que los medios comunitarios podamos funcionar en el sistema de medios que tenemos. No siempre afuera, cayéndose, sino dentro del sistema de medios”.

El encuentro en la histórica plaza estuvo acompañado por una transmisión de TeleRed que contó con la presencia virtual de una amplia red de medios provinciales, con representantes de Mendoza y Córdoba que se hicieron eco del pedido y demostraron su apoyo a la causa.

El sol cayó al son de las canciones que entonaron chicas y chicos que participan de un taller que dicta FM Reconquista (89.5) de la localidad bonaerense de José León Suárez, emisora que, según sus conductores, sufre interferencias por parte de una radio del Grupo Octubre.