Teatro para chuparse los dedos

Teatro para chuparse los dedos

¿Sos fan de los Redondos? ¿Pero sos muy fan de los Redondos? Con estas preguntas empezaba el proyecto de Gabriel y Guadalupe. Todavía no tenía etiqueta y probablemente nunca la tendría. Poesía de Ricota finalmente tomó la forma de un experimento teatral que cargado de tragedia, contradicciones y paradojas del universo de Los Redondos funciona como una reversión de las canciones de Carlos El Indio Solari.

Gabriel Wolf  se adentró en el mundo del teatro a través del grupo Los Macocos, emblemático conjunto teatral de los años 80. Ricotero de toda la vida, se preguntaba qué sucedería si se les sacara la música a las canciones del Indio. De la mano de Guadalupe Bervih, la co-directora, y con un elenco formado por Gabriela Biebel, Marina Garré, José Formento, Miriam Eva Rellán, Marcelo Saltal y Gustavo Slep, ambos directores comenzaron a formar diez micro-relatos , que , llenos de dramatismo, risas y metáforas, logran captar la atención del público en escasos minutos.

Actores con máscaras sobre el escenario.

Poesía de Ricota se presenta todos los martes de mayo.

“Si se ríe, se conmociona de alguna manera, algo pasó en la función. Eso fue también el concepto con el que trabajamos. Tiene que pasar algo en esos dos o tres 3 minutos que dura el texto. Tiene que ser como un fósforo. El fósforo vos lo encendés y ¿cuánto dura prendido? Nada, dos minutos. Entonces esa imagen se la dimos a los actores. Que ellos tienen dos minutos para estar encendidos y que pase algo”, explica Gabriel.

“Es que en el minuto y medio que dura la representación tenés que generar un clima y un público que estén enganchados. ¿Para qué? Para que no decaiga la actuación. Porque vos no le podes entregar a tu compañero un público aburrido. Vos en esos minutos tenés que comunicar algo. Lo que se logra en 45 minutos de una obra, vos lo tenés que lograr en unos minutos”, agrega Miriam.

Dos personas dialogando en el bar, con cuadros e imágenes de santos de fondo.

La obra se presenta en Pista Urbana, un bar ubicado en Chacabuco 874, San Telmo.

La interpretación de José Formento, una especie de maestro de ceremonia, se sale un poco de esa lógica del espectáculo, funciona como conector de los relatos. José comenta  que la idea de su personaje -mucho más irónico y ácido- era romper con el código que establecía el resto del elenco, desde el vestuario, lo corporal y finalmente desde la dramaturgia con los textos. Nutriéndose de escritos del Indio Solari sacados de la revista Cerdos y Peces y de los discos, el personaje de José une a las distintas narraciones.  “Buscábamos una suerte de comodín. Como que mi personaje se encarga de la costura, de ir cociendo, hilvanando. Soy como el puente entre los distintos bloques” expresa.

La locación fue otro de los factores que desencajaría a los actores. Tomando un lugar poco convencional, como Pista Urbana, un  bar de San Telmo, los directores querían lograr que el espectador siempre estuviera cerca del actor; y que este  se moviera entre las mesas, que no tuviera escenario estable y que llenara la sala de un dinamismo fugaz.

Actriz sobre el escenario.

La interpretación de los actores busca romper los códigos del teatro convencional.

“A los actores, el escenario nos resulta un lugar muy seguro. Hacer un espectáculo donde se rompe con la idea de caja negra es todo un desafío porque uno está muchísimo más expuesto y eso también te modifica corporalmente. Es trabajar a 360 grados”, comenta José.

Miriam agrega: “Gabriel utiliza la imagen de pequeños atentados en un bar. Las canciones van surgiendo en distintos lugares del local y funcionan como atentados. Rompen con el espacio teatral. El espectador no sabe dónde tiene que dirigir la mirada, porque la voz sale de atrás o del costado. Entonces estas roturas hacen que la gente se vaya acomodando permanentemente. Y es lindo, porque implica tenerlos atentos a lo que va a venir”.

Actor sobre el escenario.

Las canciones rompen con el espacio teatral.

 Poesía de ricota estará los martes de mayo a las 20 horas en Pista Urbana, Chacabuco 874.

Actriz sobre el escenario.

Las interpretaciones buscan llevar al público a la conmoción.

Equipo de gente posando.

Poesía de Ricota es un experimento teatral que reversiona las canciones ricoteras.

Una luz en el Cine Teatro Urquiza

Una luz en el Cine Teatro Urquiza

Los vecinos de Parque Patricios llevan cuatro años luchando por preservar el inmueble del ex Cine Teatro UrquizaSegún informó el arquitecto Luis Lanza, el 35 por ciento de la población de Parque Patricios firmó un petitorio para que no sea demolido, pero también para reclamar que allí continúe existiendo el histórico espacio cultural del barrio. La semana pasada se realizó una segunda audiencia convocada por el Tribunal Superior de Justicia, donde se  reunieron un gran número de vecinos, la empresa Campana S.A interesada en demoler el inmueble para construir allí oficinas, y representantes del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires para con el fin de acordar un proyecto que contemple los intereses de las tres partes.  

Lo que los vecinos de Parque Patricios quieren es que se cumpla con la Ley Nacional de Cine-Teatros y el artículo 2.1.1.1 de Código de Edificación que declara de interés nacional a la actividad teatral y dicta que en caso de demoliciones de salas teatrales, el propietario tendrá la obligación de construir en el nuevo edificio otra sala con las mismas características. Además, para los vecinos este espacio es un emblema de Parque Patricios, que hace a su identidad e historia.

El Cine Teatro Urquiza, ubicado en Avenida Caseros 2826, se fundó en 1921, allí se presentaron artistas nacionales e internacionales. “En ese cine cantaron Carlos Gardel  y Tita Merello, hasta se dice que entró Juan Domingo Perón”, contó Juan Sixto, conductor de radio y residente del barrio, que agregó: “Es un emblema de la historia de nuestra cultura, ahí se proyectó la primera película con sonido”. Lo cierto es que en la década de los 70 el espacio fue cerrado y luego alquilado para diferentes emprendimientos comerciales. 

Imagen del Cine Teatro Urquiza desde la vidriera de un hotel ubicado en la vereda de enfrente.

“Es un emblema de la historia de nuestra cultura», dijo Juan Sixto, conductor de radio y residente del barrio.

En 2013, los residentes del barrio se enteraron de que el supermercado chino que funcionaba dentro del inmueble iba a cerrar sus puertas porque el dueño Oscar Campana no le renovaba el contrato, con el fin de llevar a cabo un proyecto de demolición y construcción de un edificio de varios pisos, debido a que el Distrito Tecnológico y la Línea H de subte convirtió al barrio en un atractivo inmobiliario.  

En la audiencia frente a las juezas Alicia Ruiz e Inés Weinberg se presentaron Gabriel Octavio Martín y Karina Sandra Cicovin en representación de los vecinos, asistidos por los abogados Horacio Corti y Graciela Chistre, Defensores del Ministerio Público de la Defensa de la Ciudad de Buenos Aires. Por parte del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, estuvieron los abogados Fernando José Conti y Lionel Alejandro Castellini, junto con Rodrigo Cruz, Subsecretario de Registro Interpretación y Catastro del Ministerio de Desarrollo Urbano y Transporte; Verónica Cópola, Directora General de Interpretación Urbanística; la abogada Alejandra Schenone, Asesora Legal de la Dirección General de Patrimonio de Museos y Casco Histórico; y la arquitecta Graciela Aguilar por el Ministerio de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires. Por último, por Establecimientos Campana se presentaron su letrado apoderado Nicolás Carlos D´Giano, asistido por los arquitectos Juan Granara y Claudio Ferrari, tal como figura en el acta.

En diálogo con ANCCOM, Octavio Martín dijo: “Avanzamos un poco más, vinieron distintas instituciones de la Ciudad, quedamos que el privado va a presentar un proyecto para marzo y todos nos vamos a reunir durante ese lapso para ir viéndolo”. Y agregó: “Nosotros transmitimos la inquietud de los vecinos de que se preserve lo más posible el espacio cultural y que el Gobierno genere los beneficios necesarios para que el dueño pueda hacer su negocio. Las tres partes tienen que estar de acuerdo para poder avanzar. Es un paso más, la voluntad está”.

Fachada del Cine Teatro Urquiza

«Se va a tratar de salvar todo lo posible para que se sienta el espíritu de ese lugar», dijo Karina Cicovin.

La otra parte representante de los vecinos, Karina Cicovin, aseguró: “Hubo buena voluntad de todos, tanto del Gobierno como de Campana. Se va a tratar de salvar todo lo posible para que se sienta el espíritu de ese lugar, pero como arriba se va a construir, seguramente se realicen algunas modificaciones; sin embargo, el espacio cultural va a estar contemplado. Ahora solo hay que esperar el proyecto”.  

Los vecinos de Parque Patricios aseguran que un espacio de estas características fomenta el lazo social, hace que la gente se conozca y además impulsaría el comercio, ya que los locales cierran a las seis de la tarde por la falta de vida nocturna en el barrio.

Por otro lado, el abogado Nicolás D’Giano, representante de la empresa, expresó que se tiene la intención de formular un proyecto viable que atienda los intereses de los vecinos y las exigencias legales en cuanto se pueda compatibilizar con los interese de su cliente. Pero D’Giano no habló de la carta documento por daños y perjuicios que Campana le realizó a los vecinos. En el marco de la primera audiencia su cliente hizo referencia a esta demanda pero las acciones judiciales existen y los vecinos, a pesar de la instancia de diálogo, están preocupados.

La próxima audiencia está prevista para marzo de 2018 y se espera que ya se tenga una propuesta de proyecto definitiva que beneficie a los implicados y por sobretodo aplique a la ley nacional.

 

Actualizado 21/11/2017

“Busco la conmoción”

“Busco la conmoción”

El actor, dramaturgo y director César Brie volvió a instalarse en sus pagos argentinos en abril de este año, luego de haberse exiliado en 1975, tras la irrupción de la Triple A como antesala de la última dictadura militar. Desde que era niño amaba la poesía y en su temprana juventud descubrió su vocación: realizar sus obras teatrales en cualquier parte del mundo. Al regresar, trajo consigo siete puestras bajo la manga: La Mansa, Orfeo y Eurídice, El Paraíso perdido, ¿Te duele?, La voluntad, Fui y el Viejo Príncipe. Ahora, el desafío está en su tierra y presenta, en Timbre 4, La Voluntad, una obra basada en Simone Weil, una intelectual francesa que para él es fuente de inspiración y admiración. Weil fue obrera, profesora, escritora, historiadora, poetisa, dramaturga, combatiente y campesina, y murió –a principios de los años cuarenta- de hambre, en el exilio. Según cuenta Brie, se ocupaba de los seres humanos, pero se olvidó de sí misma.

El multifacético dramaturgo destaca el teatro de América Latina que se ve en Europa. Subraya que a pesar de la pobreza y los bajos recursos, emergen teatristas que se lanzan a la aventura de crear. De esa manera, se abre un campo fértil y un teatro vital. “Yo soy electricista, por el teatro. Me tengo que ocupar de todo”, cuenta Brie, quien en sus obras hace las luces, escribe, dirige, actúa y, como si fuera poco, realiza varios de los trabajos manuales que la escena requiere. Su trayectoria es amplia, ya que trabajó en el grupo Farfa, con Iben Nagel Rasmussen –del Odin Teatret de Dinamarca-, creó en Milán el primer centro social destinado al trabajo artístico, fundó y dirigió durante veinte años el Teatro de los Andes, en Bolivia. Sus obras abordan temáticas diversas, pero en todas se disfruta una mirada particular y sensible respecto al mundo, con polisémicas propuestas.

¿Por qué decidiste dedicarte al teatro?

Yo comencé en el teatro a los 17 años. Mis padres hacían teatro independiente en la ciudad de Dolores. Mi madre era profesora de Literatura y mi padre bibliotecario y librero. Mi hermano es actor, siempre fue mucho más suelto. Pero yo, el más negado para el teatro, fui el que siempre me dediqué. Comencé escribiendo poesía, pero sentía que mi cuerpo no estaba. La poesía era fuego incandescente. Pero yo era un adolescente tímido y asustado. Entonces pensé que el teatro me iba a soltar y al final el teatro me atrapó y se volvió mi modo de hacer poesía a través de los actores, del cuerpo, de los objetos y del texto. Ahora hago poesía de otra forma.

¿Cómo comenzó tu carrera en teatro?

Yo empecé a trabajar con la Comuna Baires. La comuna se autoexilió dos años, antes del golpe militar de 1976, porque uno de nuestros compañeros fue raptado y torturado. Entonces, muchos de sus miembros se fueron a Italia. Yo me fui a vivir a otra ciudad, a Santa Fe, y al cabo de dos meses me llamaron de Italia, me pagaron un pasaje y fui. Por suerte fue así, si me quedaba me hubiera ido muy mal, yo estaba fichado por un poco de actividad política en el peronismo de izquierda de los años 70. En esa década y parte de la posterior, fui un refugiado político en Italia y después en Dinamarca.

¿Te insertaste en el mundo del teatro no bien llegaste a Europa?

Hubo un trayecto, hasta que aprendí a hacer teatro, en el que pasé hambre, porque nadie te paga por ver lo que no sabes hacer. Y yo estaba exiliado. Pero desde los 17 años me dije: “Las mejores horas del día son para el teatro; el resto, veo”. Entonces limpiaba baños a la madrugada y a la noche cargaba camiones, todo trabajo negro. También limpiaba nieve para liberar las líneas férreas, cultivaba tomates y nueces, todos los trabajos estacionales que aparecían. Hasta que un día hice una obra que llamó mucho la atención. Ahí, de golpe, me empezaron a invitar a todos lados. Desde ese momento empecé a vivir sólo del trabajo artístico, a los 24 años. El teatro también te enseña el trabajo manual. Luego pasó el tiempo, y pude regresar a Argentina en 1985.

Una vez que llegaste, ¿te conectaste con la problemática latinoamericana?

En el 91 decidí ir a Bolivia y trabajé 19 años allá. Ahí cree el Teatro de los Andes, muy importante para mí. Hice dos documentales sobre lo que estaba ocurriendo en Bolivia en el 2008; uno sobre un ataque racista a los campesinos en la ciudad de Sucre y el otro sobre la masacre de Pando. Ahí decidí irme porque se volvió muy pesado el clima. Tuve amenazas de muerte. Con el segundo documental descubrí las mentiras de ambos lados, también las del gobierno de Evo Morales. Había un grupo paramilitar que acompañaba a una de las dos columnas campesinas y el gobierno no lo reconocía. El primer muerto es de la derecha. Pero se miente, se dice que lo mataron sus propios compañeros… Esos hechos los terminé trabajando en una obra que todavía no estrené aquí, que se llama Árbol sin sombra.

¿Distinguís el teatro independiente del comercial?

Yo no realizo mucho esa división. Hago teatro independiente, no me negaría a que una obra mía circule en el circuito comercial. Ojalá ganara más dinero. El punto es que yo nunca hago algo para ganar dinero. Sino que lo hago porque quiero decir algo, no haría lo que no creo. Quiero expresar algo, después busco el dinero para eso. Ahora todo se manifiesta como mercadería, todos vendemos nuestro trabajo. Entonces también el teatro independiente se vende, aunque se gane una miseria. Cuando se crea el boca a boca, llegando a más gente, entonces lográs sostenerte económicamente. Yo soy un profesional, pero entiendo el antiguo sentido de la palabra profesional, que es profesar una motivación. Eso es lo que me interesa. Que después profesar una motivación te lleve a ganar dinero es otra cosa. Lo que importa es la motivación que vos tenés para hacer eso, si lo profesas realmente. Dos maestros ganan el mismo salario, sin embargo, uno es un verdadero profesional y el otro es un cretino. Porque uno profesa su profesión y lo hace bien, mientras que el otro lo hace a desgano. Creo que la cosa más triste en el mundo es hacer lo que no se ama. Y el trabajo más difícil, a veces, son los servicios, dejar las cosas listas para otro. ¿Por qué? Porque no es productivo.

El actor, Brie en un teatro con las butacas de fondo.

Brie entiende que a pesar de todo «emergen teatristas que se lanzan a la aventura de crear».

¿Cómo se inscribe el teatro en esta línea de pensamiento?

Cuando se habla de cosas colectivas, el espacio es de todos. Y eso es lo que te enseña el teatro, a que las cosas son de todos. Eso es lo lindo, te enseña a compartir, te enseña la solidaridad. Es un pequeño grupo de gente que hace un trabajo artesanal, manual e intelectual, juntos. Después cada uno tiene sus roles y diferencias. Te enseña a ser persona y eso es muy lindo.

-La voluntad trata sobre la historia de Simone Weil, ¿qué fue lo que más te llamó la atención de su vida y obra?

Hay un antes y un después en mi vida después de haberla leído. Me reconcilió con el cristianismo y yo no soy católico, ni creyente. Me reconcilió con el primer motivo por el cual yo me dediqué a la solidaridad, al trabajo político y después al arte; el interés por los demás. Me interesa esa piedad, ese sentido de solidaridad por los otros que está en la base de lo que Simone habla, se trata de hacer el bien. Ese es uno de los objetivos del ser humano. Si nos ocupáramos un poquito más de eso no tendríamos a quienes nos gobiernan. Tendríamos gente que se ocupa de los demás y no ladrones. Entonces es importante para mí recuperar ese sentido cristiano de la solidaridad. Simone sostenía “no es la fe la que te salva, o creer en algo, es cómo vos te comportás, es la acción la que te salva, eso es lo que te redime como persona”. Es la primera que critica el marxismo y al Stalinismo. Lenin admiraba a Taylor, y Taylor es quien inventa la cadena de montaje. Simone decide trabajar en una fábrica para entender qué es una cadena de montaje. Y al final se da cuenta de que Taylor es un monstruo. La cadena de montaje es la nueva forma de esclavitud. Es una forma de trabajar en la que el ser humano es de nuevo esclavo, humillado, frente, con y por una máquina. Entonces ella propone nuevos sistemas de producción. Y habla con algunos capitalistas iluminados en esto. Además, ella sostenía que, si todos los marxistas, que nunca trabajaron, hablan de la fábrica, la cuestión era ir y trabajar en una fábrica. Entonces ella va y lo hace. Experimenta las cosas, como buena mujer, con el cuerpo. En el cuerpo no hay mentira posible (dice señalando su corazón). Ella tiene un libro extraordinario que se llama Reflexiones sobre las causas de la libertad y la opresión social, escrito hace más de medio siglo. Es difícil pero hay que leerlo, es maravilloso.

Decías que Simone Weil nos interpela en la actualidad, ¿en qué sentido lo hace?

El mundo que yo recibí cuando me volví adolescente era mucho mejor que el mundo que estoy dejando de viejo. Nosotros, mi generación, ha fracasado. Tendríamos que decírnoslo. Sobre todo el mundo opulento, el Primer Mundo, también Argentina. Este país en los años 50 y 60 producía aviones, hoy compramos todo afuera. Somos ensambladores de autopartes que llegan de otro lado, ya no hacemos automóviles como antes. Una sociedad vive por el valor agregado. Aquí se quiere un país lacayo, ciervo. La realidad es que ahora tengo que trabajar mucho más. El teatro sufre porque se está comprimiendo el consumo. Yo el año pasado tenía las salas llenas, hoy las tengo vacías. Y con las obras nuevas también. Eso que estoy pagando más prensa y publicidad. Es mucho más difícil. Si el año pasado el promedio eran 60 espectadores por función, ahora son 25. Y yo soy una persona conocida en el circuito teatral, así y todo me cuesta.

En tus obras trabajás mucho con la sensibilidad, con el registro de la emoción. ¿Qué es lo que buscás generar en el espectador?

Busco la conmoción. Llamo conmoción a ese lugar en donde la cabeza y el cuerpo se unen. Donde lo que sentís y lo que pensás se atan. No inventamos nada, sino que recreamos, cada vez de un modo diferente. Quiero que el público se conmueva, que salga diferente a como entró. Lo mejor es hacerlo reír, ahí se abre, entonces ahí le clavás la estocada. En mis obras tiene que haber humor, emoción y pensamiento. Quiero que el público se inquiete, se estremezca. Que después tenga que elaborar lo que vio y pensar. Por ejemplo, a la salida de la función de niños de El Viejo príncipe, que es la historia de El principito adaptada a un geriátrico y aborda la muerte a través del viaje de un viejo, me vino a hablar un hombre mayor, que me abraza, se pone a llorar y me dice “acaba de morir mi padre”. De golpe la obra lo puede ayudar a elaborar o plantearse lo que va a pasar con más luz y esperanza al respecto. El fin de la vida, en este caso.

¿Trabajás mucho con tu cuerpo?

Trabajé siempre así. Cuando era joven era un acróbata no profesional. Hoy, a mis 63 años, todavía hago muchas cosas, trabajo mucho con el cuerpo. Creo que el actor tiene un cuerpo, una voz, un alma y una cabeza. Tiene que saber hablar y saber moverse. Tiene que sentir y transmitir. Entonces son muchas cosas juntas. Trabajo para que los actores se vuelvan eso, soy muy exigente con ellos. Florencia Michalewicz, ganó el premio como actriz revelación por La voluntad, lo cual es un orgullo.

¿Cómo encarás la puesta en escena?

Trabajo mucho sobre la idea del montaje. Leí a los grandes maestros del cine. Hay manuales aburridísimos de Eisenstein, que te explican muchísimas cosas. Hay unos libros maravillosos de Tarkovsky, de Truffaut, Orson Wells, Hitchcock. Truffaut le hizo una larga entrevista a Hitchcock. Ese libro es maravilloso. De ellos aprendés muchísimo. Y viendo películas hay autores que me enloquecen. Le doy mucha importancia a los objetos, para mí el objeto es otro actor. Trabajo mucho con la metonimia, la parte por el todo. Yo quiero que los objetos con los que trabajo, sugieran. En el Viejo Príncipe había un marco de una puerta, dos telas y cinco vasos. Con eso hacés todo. De repente ese marco de la puerta se vuelve umbral, funciona también como otras cosas. El secreto para mí es crear metáforas visuales profundas. Una acción, un texto y un objeto. Ese es el modo en que yo trabajo. Entonces suplís con la imaginación la carencia de recursos. Podés hacer un teatro muy pobre y nadie se da cuenta que es pobre porque está lleno de posibilidades que creás con la imaginación. Entonces se trata de crear un contexto para luego continuar.

¿Cómo abordas la complejidad de cada personaje?

Considero a cada personaje como un vestido que te colocás, parto siempre de mí. Luego le doy características a esa figura. Pero parte de mí. Creo que es un gran error alejarse demasiado de sí mismo para crear otra cosa. Basta crear un contexto. El actor es menos importante de lo que él cree. Lo que es más importante es el contexto. En una de mis obras, se habla sobre la violencia familiar, mi personaje es temible pero en ningún momento hago violencia, yo no digo muchísimo, no necesito decir. Temés más a aquel que no grita, que al que grita, es mucho más peligroso. Hay una anécdota de Klaus Kinski, actor dirigido por Werner Herzog, que cuando estaban haciendo la película Fitzcarraldo en medio de la jungla, Kinski le dice de todo a Herzog, le grita, lo insulta, a lo cual Herzog no responde. Luego, los indígenas que trabajaban en el rodaje, expresaron que tenían miedo, no al gritón, sino al que no había dicho nada, al director. Entonces de eso se trata, ¿dónde ha ido toda esa violencia, de qué modo va a salir? Es eso que no se dice. Por eso yo digo que una de las grandes virtudes de los actores es saber crear el contexto para que su personaje aparezca y no expresar sentimientos. Hay que crearle al actor una disponibilidad de que eso ocurra, desde la calma, entonces ahí están habitados por todo.

 

Actualizado 16/08/2017

Teatro de verdad

Teatro de verdad

El teatro es una oportunidad de comunicación colectiva. Y esto es exactamente lo que ocurre los lunes en el Multiteatro de la calle Corrientes con la nueva temporada de Teatro por la Identidad (TXI), el “brazo artístico” de Abuelas de Plaza de Mayo que desde el año 2000 difunde la búsqueda de los nietos apropiados por la última dictadura. Durante agosto, con entrada gratuita, TXI presenta la quinta edición del ciclo de micromonólogos Idénticos y a sus protagonistas –directores, dramaturgos, técnicos, actores, productores– los sigue movilizando la misma causa que hace 17 años: actuar para no olvidar, actuar para encontrar la verdad.

Doce actores en escena construyen personajes que, a través de distintas temáticas, hablan de la identidad. La elección del nombre, Idénticos, no es azarosa. “Idénticamente solos, el actor con su identidad; él y su personaje, iguales”, expresa Cristina Fridman, miembro de la comisión organizadora de TXI. Su compañera Eugenia Levin agrega: “Idénticos los de arriba del escenario con los de abajo”. Cada personaje es habitado por diferentes textos poéticos, conmovedores y particulares, que transitan la historia argentina.

“Participar en TXI es una decisión de vida, una militancia. Ser actriz no es sólo hacer televisión sino que también es un compromiso ideológico y político. Por eso la decisión de acompañar a Abuelas, de trabajar por la Memoria, Verdad y Justicia. El arte es política y es una herramienta de transformación”, afirma Melina Petriella, en diálogo con ANCCOM, quien en su monólogo encarna a la hija de un genocida y, como el resto de sus compañeros, al finalizar, dice su nombre real y concluye: “Puedo decirlo porque sé quién soy”. Tan simple y preciso.

La actriz Melina Petriella se encuentra en primer plano, detrás de ella un cartel con el logo de teatro por la identidad.

«El arte es política y es una herramienta de transformación”, afirmó la actriz Melina Petriella.

“TXI nos permite reconectar con quiénes somos. No solo como individuos sino como colectivo social. En las crisis nos ponemos más de acuerdo para elaborar estrategias que nos permitan salir a flote, funciona más el conjunto que la individualidad. O negamos lo que somos, o lo mostramos”, opina el director Pablo D’Elia. “Este es un espacio necesario –subraya el actor Martin Slipak–. No solo para los que lo hacemos sino para el público. Por algo viene tanta gente y por algo estalló de una manera tan grande que fue necesario continuar y plantear el nuevo ciclo”.

“Lo hacemos con mucho compromiso artístico. Y algo más grande, desde lo que sabemos hacer, que es comprometernos con nuestra historia social. En una ciudad donde el sector independiente no está apoyado desde el Estado, el teatro subsiste”, afirma la actriz Lorena Vega y, antes de ingresar a su camarín, su colega Mauricio Dayub destaca entusiasmado: “Argentina es uno de los países más importantes a nivel teatral. El teatro es una herramienta hermosa”.

 El actor Mauricio Dayub sonriéndo en primer plano.

“Argentina es uno de los países más importantes a nivel teatral. El teatro es una herramienta hermosa”, comentó el actor Mauricio Dayub.

Entre los actores participantes puede mencionarse también a Agustina Cabo, María José Gabin,  Juan Palomino y Mario Alarcón. Además de Paola Barrientos, Luis Ziembrowski, Eugenia Guerty, Gimena Riestra y Martín Slipak. El plantel de directores también es numeroso. Entre muchos otros lo integran: Daniel Veronese, Mauricio Kartún, Arturo Bonín y María Onetto. A ellos se suman los músicos en vivo: Cuatro Vientos, Babel Orquesta, Esteban Morgado y Dolores Solá. Y, por supuesto, la presencia de Abuelas y nietos restituidos, quienes dan su testimonio de vida al concluir el espectáculo. Antes de cada función, un artista lee una carta de bienvenida. Este año participan Daddy Brieva, Lidia Borda, Malena Dalessio, Daniel Fanego, Luis Machín, Miguel Ángel Rodríguez y Julia Zenko.

Según los miembros de TXI, las Abuelas pidieron que haya humor en los textos elegidos, ya que “tragedia hemos tenido suficiente en nuestra historia”. “El humor es sanador. Una manera de mirar el mundo, lejos de lo solemne, que trae otro aire, sin desatender que estamos hablando de lo que nos pasa”, reflexiona Lorena Vega. Para la directora y actriz Monina Bonelli “el humor es la herramienta privilegiada de la comunicación. Un cómico es el mejor trágico, trabaja con la irreverencia, con lo que no se puede decir. La risa empatiza, acerca, con inteligencia”, remarca.

“Que este ciclo ocurra en una sala comercial acerca a públicos que no son los que ya conocen la temática. El gesto de Rotemberg de poner el teatro es loable”, sostiene Bonelli, en referencia al Multiteatro que los aloja desde el año pasado. Mientras tanto, en el escenario, destellan lúcidas palabras y sutiles actuaciones. Los espectadores aplauden de pie. El lema del cierre queda grabado en sus corazones: “La memoria tratada como puente para fortalecer el presente, pero por sobre todo, para construir un futuro mejor”. Hasta el próximo abrazo.

Actualizado 08/08/2017.

Tres Arroyos entre bambalinas

Tres Arroyos entre bambalinas

Cielo anaranjado de atardecer. Veredas con edificios antiguos de interés municipal y un pasado glorioso. Bicicletas estacionadas, sin cadena, en alguna esquina. Bares y chocolaterías que cerraron para la siesta. Con este ritmo tranquilo y más de 45.000 habitantes, recibe la ciudad de Tres Arroyos a sus turistas. Sin embargo, sus calles no son particularmente silenciosas. Para algunos es la ciudad del candombe, una localidad formadora de músicos. Para otros, el escenario de la Fiesta del Trigo, un motivo para celebrar que tienen los habitantes de la pampa húmeda. La Plaza San Martín suele ser testigo de batucadas y tambores que suenan al presentar festivales, ferias, shows y los más diversos eventos culturales. Así ocurrió esta vez con Performance, presentación de la Red de Danza en el marco del IV Festival Latinoamericano de Teatro (FLT), organizado por el Corredor Latinoamericano de Teatro (CLT). A lo largo de cinco días –del 19 al 23 de julio- nueve compañías de todo el continente presentaron en las salas de esta ciudad del sur bonaerense sus puestas en escena, entremezcladas con homenajes, debates y conferencias.

EL FLT es un festival itinerante que ya cruzó varias ciudades, entre ellas Pilar (Argentina), Santiago de Chile y Pachuca (México). El  movimiento constante es su cualidad excluyente. “El objetivo –cuenta Mauro Molina, su director- consiste en generar proyectos que enlacen comunidades y descentralicen el acceso a la cultura. Abrir oportunidades por fuera de los centros neurálgicos”.

El Corredor Latinoamericano de Teatro es una plataforma que procura fomentar el intercambio internacional de experiencias teatrales entre creadores, instituciones y organizaciones vinculadas a las artes escénicas del continente. “Proponemos pensar y repensar las artes en general y pensarnos a nosotros en búsqueda de una identidad cultural latinoamericana” remata Molina, entusiasmado.

“Tres Arroyos está teniendo una apertura muy grande hacia todas las iniciativas culturales», dijo Virginia Goicoechea, directora de Cultura y Educación de la Municipalidad de Tres Arroyos.

El CLT está compuesto por distintos grupos de trabajo que se asociaron formando redes que entretejen actividades diferentes y que están presentes en Argentina, Chile, México, Brasil, El Salvador y Colombia. Para este festival, también se abrieron las puertas a compañías y elencos de España, Portugal, Bolivia, y Uruguay.

La agenda del festival realizado en Tres Arroyos incluyó talleres y actividades de reflexión, clínicas internacionales, actividades artísticas y obras de teatro, atravesadas todas por una mirada social que insiste –con firmeza- en la inclusión. “Todas las obras tienen relación con el teatro político. Así como lo planteaban Piscator o Brecht. Pensamos que el teatro aporta a la transformación social”, opina Molina. En concordancia con su pensamiento, las propuestas estéticas estuvieron atravesadas por la memoria, la migración y las fronteras en el caso de la Compañía Migrants (Islas Baleares), o por el cuerpo femenino y los debates de género en las puestas del Grupo Dos Dois (Brasil). Mientras tanto, la militancia cultural y el lenguaje absurdo aparecieron reflejados en el trabajo del Bombín Teatro (Argentina), así como el lugar del Estado en el mundo del arte fue abordado por el Grupo Caníbal (Argentina). La Compañía Bobina (México), a su vez, se ocupó en las tablas de violencia hacia la diversidad sexual.   

La actividad teatral tresarroyense viene creciendo de manera sostenida desde hace muchos años. La construcción del Teatro Municipal hizo posible que más artistas pudieran mostrar su arte en el escenario. La iniciativa correspondió a un grupo de mujeres – liderado por Marina Villanueva- que en 1997 conformó la Asociación de Amigos del Teatro Municipal y le pidió al intendente que no demuela el mercado local para construir en su lugar una sala teatral. Al enterarse de este impulso, el productor Carlos Rottemberg  decidió dar el empujón final a esta tropa amiga del teatro y en el 2008 se logró inaugurar la sala. Por eso, no fue azarosa la elección de este espacio como sede del festival.

No obstante, la movida teatral recorrió también edificios, salones y hoteles. Entre ellos se encuentran el Club Español, la Sociedad Francesa con 122 años de antigüedad, y el “Hotel Plaza”, ubicado cerca del centro, lugar donde se hospedaron, en tiempos añejos, celebridades como Gardel, la actriz Malvina Pastorino y el Príncipe Bernardo de Holanda, entre otras figuras visibles. Los 150 participantes del festival también transitaron otros espacios que están emergiendo para transformarse en anclas culturales fuertes, como el Centro Cultural La Estación, al lado de las vías de un tren que ya no pasa, un área cuidada especialmente para la actividad artística local. Allí se llevó a cabo el homenaje al reconocido actor Ricardo Listorti.

El objetivo –cuenta Mauro Molina, su director- consiste en generar proyectos que enlacen comunidades y descentralicen el acceso a la cultura.

El crítico Jorge Dubatti abrió el ciclo de conferencias. Habló sobre una nueva formación de espectadores, y el rol del público en la valoración y apreciación del hecho escénico. Lo siguió Daniel Franco, quien abrió el debate acerca de la comunicación cultural. En los intercambios surgió la necesidad de desarmar el concepto de cultura como un generador de espectáculos sin contenido, volver a los talleres de arte como centros de recuperación, cambiar la óptica neoliberal e individualista y abordar el concepto de comunidad a través del otro como potencial aliado. “Tres Arroyos está teniendo una apertura muy grande hacia todas las iniciativas culturales. Creo que si buscamos cosas en forma más asociativa y cooperativa, con un equipo sólido que acompañe al gestor independiente desde el Estado, podremos llegar mucho más lejos regionalmente. No creo en las direcciones de Cultura como ventanas asistencialistas, sino en las direcciones de Cultura que promueven, apoyan, generan y que juntos van solidificando proyectos”, expresa orgullosa Virginia Goicoechea, Directora de Cultura y Educación de la Municipalidad de Tres Arroyos.

Un lugar donde te saludan al pasar y no es Penny Lane. Un artista que al entrar es aplaudido con fuerza. Algunos que se fueron a vivir a otro país y volvieron para revalorizar su territorio de origen. Un lugar donde lo local se planta frente a lo global, no como una contradicción, sino como un estímulo que permite avanzar en conjunto. Tres Arroyos fue testigo y motor de esta decisión. “Es admirable la seriedad, la responsabilidad y el compromiso con el que organizaron todo. Lo que apostaban valía la pena y le pusieron el cuerpo y el alma, entonces bienvenido sean los festivales con estas características y ojalá podamos hacer muchos más”, cuenta la funcionaria, mientras camina con frío, abrigada con una bufanda.  

El próximo FLT será el año que viene en Chile. La cultura brilla en todos lados, en un cine, en un niño, en un libro o en un teatro. Lo dijo León Gieco y los rostros sonrientes que cerraron con un asado el evento.

El CLT está compuesto por distintos grupos de trabajo y están presentes en Argentina, Chile, México, Brasil, El Salvador y Colombia.

Actualizada 26/07/2017​