Oct 4, 2017 | inicio, Trabajo
Los trabajadores de Agencia DyN viven una situación de incertidumbre debido a los rumores de reducción de personal e, incluso, de la posibilidad del cierre definitivo. El medio periodístico, que ya cumplió más de 35 años de vida, tiene entre sus principales accionistas a grandes empresas de prensa como Clarín, La Nación, el diario Río Negro y La Gaceta de Tucumán. Si bien aún no se produjeron despidos ni cesación de pagos, el consejo directivo de la empresa le comentó a un grupo de trabajadores que se estarán ofreciendo acuerdos de desvinculación y que los accionistas están decidiendo cómo seguir en un contexto de crisis económica. La situación se enmarca en una realidad durísima del mercado laboral periodístico, en donde durante 2016 se destruyeron más de 2.600 puestos, según los números que maneja el Sindicato de Prensa de Buenos Aires (SiPreBA).
Santiago Magrone, periodista y delegado de la comisión interna de trabajadores, desconfía de los motivos esgrimidos: “No pueden hablar de crisis cuando las empresas dueñas de DyN, como por ejemplo Clarín y La Nación, están diversificando y ampliando sus inversiones”, denuncia. Y argumenta: “Nos dicen que el diario de papel no tiene futuro, pero uno sabe que invierten grandes sumas en la web y en otros proyectos”.
Magrone sospecha, además, que hay alguna relación entre esta situación y los abonados estatales y gubernamentales de la agencia, ya que se produjo una sensible reducción en la cantidad de medios oficiales que se valen de sus servicios para sus publicaciones.

Incertidumbre por los rumores de reducción de personal y cierre definitivo.
“Estamos muy preocupados por la cantidad terrible de rumores”, comenta Fernando ‘Tato’ Dondero, Secretario General del SiPreBA. Aclara, además, que al elegirse un nuevo directorio hace algunos meses, los empleados de la empresa pidieron certezas: “Los trabajadores hablaron con autoridades de la agencia, incluso con el nuevo presidente del directorio, y les dicen que están analizando todo pero no definen nada”. Y detalla: “Tuvieron varias reuniones: tanto con el gerente de Relaciones Laborales como con el director periodístico. Ellos reconocen que están discutiendo qué van a hacer, por eso los compañeros están en estado de alerta permanente”.
Por otra parte, si bien no hubo despidos, sí se habló de acuerdos laborales: “La empresa arrancó hablando de abrir retiros voluntarios muy a la baja”, relata Dondero. Y agrega: “Hay rumores de cierre que involucran al gobierno, ya que se cuestiona la utilidad de la Agencia DyN frente a una agencia estatal como Télam. Se preguntan si está de más, olvidando que tiene casi cien trabajadores que necesitan su fuente de trabajo”, sentencia.
Magrone, además, confirma las señales de achicamiento: “En estos últimos dos años, las personas que se fueron jubilando no fueron reemplazadas, eso es todo un signo” dice. Tanto él como Dondero coinciden en que los rumores que se lanzaron parecen ser interesados, ya que consideran altamente probable que los dueños de DyN estén pensando en qué hacer, cuánto achicar o de qué modo cerrar el medio.
Del otro lado del escritorio, ningún representante de la empresa atendió a ANCCOM, mientras que Ernesto Behrensen, director periodístico, reconoció la existencia de estos rumores pero prefirió no hacer declaraciones.
Actualizado 4/10/2017
May 2, 2017 | Trabajo
En la redacción de la calle México hay mucho más que periodistas: también hay administradores, vendedores, diseñadores, abogados, e incluso “psicólogos”. Periodistas que aprendieron a multiplicar sus tareas y el oficio, a ser sus propios dueños, a defender la palabra y el espacio. “Hubo un año de hacer base, ahora es momento de consolidación y de crecimiento”, reflexiona Javier Borelli, director de la cooperativa Por Más Tiempo, en diálogo con ANCCOM. El 26 de junio se cumplió un año desde que los trabajadores del diario Tiempo Argentino conformaran la cooperativa Por Más Tiempo, después de haber pasado más de tres meses en conflicto con Sergio Szpolski y Matías Garfunkel, responsables del Grupo 23, al que pertenecía el matutino.
En los días de cierre, la redacción se pone más ruidosa y transitada. “Si hay que cerrar una página o pasar una fuente, nos hablamos desde una punta a la otra: hay algo lindo en estar todos en un mismo piso”, dice Borelli sobre la nueva sede del diario devenido en semanario, ubicada a unas pocas cuadras de Plaza de Mayo. Tiempo Argentino funciona allí desde diciembre pasado. Luego de un año de resistencia, donde la redacción se volvió casa y los compañeros de trabajo familia, hoy pueden cumplir horarios, entrar y salir del diario sin miedo a perder los elementos de trabajo. Javier recorre el lugar con la mirada: “Estar acá es una demostración de que el proyecto funciona”. Tras una mala experiencia con el dueño de otro edificio que decidió cancelar el alquiler cuando ya estaba la seña firmada, apareció una oportunidad y finalmente pudieron mudarse: “El dueño de este espacio es lector del diario y entendió que necesitábamos un lugar seguro para trabajar”. Muchos otros no lo entendieron y rechazaron las ofertas por miedo a un nuevo ataque que arruinara las instalaciones del lugar.
Es jueves por la tarde y en la sala de reuniones se discute la agenda del domingo. Arriba, la compañera que se hizo cargo de las tareas de “recursos humanos” revisa unas carpetas apiladas contra la pared. Con tres ventanas, una hacia el piso de abajo, otra hacia el pasillo y la tercera en dirección a la sala de al lado, su oficina era antes un estudio de radio. En el cuarto contiguo hay una mesita y dos monitores: lo que alguna vez fue sala de operación técnica, hoy se prepara para albergar al sector audiovisual de la cooperativa. Uno de los objetivos para este año es lograr una cobertura de las noticias diarias a través de la página web. La idea es que de lunes a sábados, los socios y suscriptores del diario puedan leer al final de la jornada los temas más importantes del día con la mirada de Tiempo Argentino. Para el resto de los visitantes de la web, el contenido estará disponible a primera hora de la mañana. “Apuntamos a ser un diario digital con una edición de domingo, que un diario de domingo con una página web”, explica Borelli. Desde agosto del año pasado, Tiempo tiene producción diaria en la web, pero volver al papel todos los días no es una de las metas: “Si bien somos todos bichos de diario papel, hoy no es un producto que pueda darnos el crecimiento que necesitamos”.

En la redacción de la calle México hay mucho más que periodistas: también hay administradores, vendedores, diseñadores, abogados, e incluso “psicólogos”. Pugliese, su protector.
Julia Izumi es secretaría de Redacción y también integra el Consejo de Administración formado por siete titulares y cinco suplentes. “No es fácil tomar conciencia de lo que hay detrás de un producto”, dice en referencia al proceso de formación de la cooperativa. Julia llegó a Tiempo durante el surgimiento del proyecto, en marzo del 2010. Siempre estuvo en la sección de Política, pero desde hace un año, además del trabajo periodístico, lleva a cabo tareas administrativas. Para los trabajadores del diario, la forma de mantener la organización es a través del respeto de la experiencia que tiene cada uno, que es también lo que define quién asume cada rol. Lejos de la improvisación, los trabajadores de Por Más Tiempo saben que una decisión mal tomada puede atentar contra el salario de todos los compañeros. “No es ni queremos que sea una aventura hippie”, bromea Izumi, luego de repasar los objetivos para otro año de trabajo.
Además de la actualización diaria de la web, otra de las metas es mejorar los ingresos recibiendo más publicidad privada, que hasta ahora fue reticente con la cooperativa. Ante la oferta del espacio, muchas empresas respondieron que les resulta difícil pautar en un diario que es independiente en su línea editorial. Sin una presencia fuerte del sector privado, el 70% del diario está financiado por los socios y suscriptores. Así, Tiempo cumple un año con un balance económico positivo en relación a abril del año pasado. “Son ellos, los lectores, los que sostienen el diario”, dice Borelli. Y completa: “Antes escribía una nota y me iba a mi casa sin saber a quién le llegaba o quién la leía, pero hoy tenemos un feedback, un ida y vuelta que nos da fuerzas para seguir”.
Nicolás Recoaro se dedica a hacer crónicas urbanas, aunque también trabaja en la formación de un equipo que hará una campaña para conseguir más anunciantes. Después de cruzar unas palabras con Edgardo, del equipo de fotografía, sale a fumar un cigarrillo. “A mí lo que más me gusta es que ahora uno puede sentarse a charlar y aprender de lo que el otro sabe. Nos compartimos las propuestas, las ideas, y así van saliendo las notas”, dice Nicolás entre pitada y pitada. También asegura que para él fue un año complejo pero muy divertido, con el foco puesto en mantenerse unidos. “El que quiere jugar la suya queda aislado y se termina yendo, no encuentra lugar porque esto realmente es una construcción colectiva”, subraya.
Edgardo Gómez, subeditor de Foto, también hace hincapié en la relación entre los compañeros del diario como uno de los puntos más fuertes de la cooperativa. “Es una construcción permanente donde todo el tiempo es todo nuevo. Es muy diferente ser jefe en una cooperativa que ser jefe cuando hay patrón. No sé cómo explicarlo, cambia todo”, razona.
La puerta se abre y entra una chica, se queda parada junto al mostrador de la recepción. Cuando se acercan a atenderla, pregunta por el libro que ganó la semana pasada. Los lectores están, tienen nombre y apellido, incluso se pueden ver sus fotos en la última página del diario, donde se anuncian los ganadores de los sorteos. “Son gente que uno se podría encontrar en la marcha del 24 de marzo”. Javier describe a los lectores como aquellos que quisieran elegir si se pudiera. En Tiempo se da algo que no pasa en ningún otro diario: la mayor parte de los socios y suscriptores son menores de treinta años, y para muchos de ellos es la primera vez que compran un diario en papel.
El miércoles pasado, en el salón de FOETRA, los trabajadores hicieron un brindis para festejar el aniversario. Incluyó una mesa de debate de la que participaron Claudia Acuña, Ingrid Beck, Carlos Ulanosky y Martín Becerra. Los lectores estuvieron allí, festejaron junto a los periodistas. Como afirmó Claudia Acuña, miembro fundadora de Revista Mu, la relación con los lectores es parte de la experiencia inédita de Tiempo Argentino. Con la emoción todavía fresca de aquella noche, Javier recupera las palabras de Claudia y las reafirma: “Nosotros crecemos todos juntos, con Radio Sur, con Barricada TV, con todos los medios autogestionados”. Y concluye: “El día a día es de mucho sacrificio y en momentos así, entre abrazos, te das cuenta de que siempre se puede un poco más”.
Actualizada 03/05/2017
Jul 5, 2016 | inicio
«El asesinato, secuestro, intimidación, amenaza a los comunicadores sociales, así como la destrucción material de los medios de comunicación, viola los derechos fundamentales de las personas y coarta severamente la libertad de expresión». Eso establece el punto 9 de la Declaración de Principios sobre libertad de expresión de la Organización de Estados Americanos, norma que fue arrasada en la madrugada del lunes, cuando una patota de unas veinte personas violentó el edificio del diario Tiempo Argentino y de Radio América, ubicado en la calle Amenábar 23, provocando uno de los ataques más graves a un medio de comunicación desde el retorno a la democracia.
“Queremos que todo el pueblo se dé cuenta de que lo que sucedió es mucho más grave que un conflicto entre privados: esto es vulnerar la libertad de expresión”, dijo Javier Borelli, presidente de la Cooperativa de Tiempo Argentino a ANCCOM. Pasada la una de madrugada del lunes, el empresario Mariano Martínez Rojas junto a una patota de veinte personas ingresaron en el edificio que comparten los dos medios, desalojaron por la fuerza a los trabajadores que estaban de guardia en la redacción y destrozaron instalaciones, puertas y muebles. El grupo se ensañó particularmente en la tarea de romper elementos claves para el trabajo de la cooperativa, como el servidor, documentación y el cableado para el funcionamiento de las computadoras. “Creemos que el objetivo fue impedir que el diario cooperativo vuelva a salir”, declaró Borelli.

“Queremos que todo el pueblo se dé cuenta de que lo que sucedió es mucho más grave que un conflicto entre privados: esto es vulnerar la libertad de expresión”, dijo Javier Borelli.
Mientras se escuchaban los destrozos del edificio, ubicado en pleno barrio de Palermo, los policías de la Comisaría 31 miraban pasivamente en la vereda. Pronto fueron llegando decenas de trabajadores del diario a la redacción. “La policía consideraba que Mariano Martínez Rojas era el verdadero dueño”, contó Randy Stagnaro, delegado de Tiempo Argentino en el Sindicato de Prensa de Buenos Aires y secretario de la cooperativa. Con este panorama, los trabajadores decidieron entrar para defender sus pertenencias, y provocaron que la fiscalía interviniente, a cargo de Verónica Andrade, cambiara su actitud. “Resolvió hacer un acta formal, ordenó que la policía escoltara y sacara a los patovicas, y que el edificio quedará bajo nuestra custodia, porque tenemos autorización del Ministerio de Trabajo, que nos puso bajo la custodia de los bienes y las herramientas del diario y por eso trabajamos ahí», sostuvo Stagnaro. María del Carmen Verdú, abogada y referente del organismo de derechos humanos, que asistió en plena noche para apoyar a los trabajadores, consiguió que la fiscalía permitiera a los cooperativistas quedarse en el edificio.
A pesar de los destrozos materiales y edilicios, el equipo de Tiempo Argentino evaluó que la mejor respuesta era seguir trabajando y hacer periodismo, y por eso puso en circulación este martes una edición especial en la que dan cuenta de este feroz ataque, de la falta de respuestas del Ministerio de Trabajo (ayer fueron atendidos por funcionarios de tercera línea y el ministro Jorge Triaca no los recibió), de los antecedentes en una estafa de Martínez Rojas y del vaciamiento de Sergio Szpolski y Matías Garfunkel, los empresarios que vaciaron el diario y dejaron de pagar sueldos desde fines del año pasado. Tiempo Argentino volverá a salir el próximo domingo y, por otro lado, Radio América continúa con sus emisiones a través del sitio web y de la aplicación para celulares.

“Estas formas de violencia son un alerta muy grave dijo Tomada a ANCCOM.
“Ya el sábado 11 de junio Martínez Rojas junto a sus muchachos ingresaron a la planta transmisora de radio América, y nos sacó del aire, atentando directamente contra la libertad de expresión”, dijo Matías Colombatti, periodista de la emisora, a ANCCOM. “Este tipo de hechos son de una gravedad institucional enorme –agregó-. Hay una complicidad del Estado que no asegura ni siquiera las garantías mínimas constitucionales para los trabajadores de prensa. Notamos su ausencia desde hace siete meses, cuando dejamos de cobrar nuestros sueldos y comenzó el vaciamiento de la empresa”.
A lo largo de la jornada, recibieron centenares de declaraciones de apoyo de diversas organizaciones y personalidades. También fueron acercándose a la redacción diversos dirigentes políticos y sociales, como el ex titular de Afsca, Martín Sabbatella, el diputado nacional Juan Carlos Junio, y los legisladores Marcelo Ramal (Partido Obrero) y Juan Carlos Tomada (FpV), ex ministro de Trabajo. “Estas formas de violencia son un alerta muy grave –dijo Tomada a ANCCOM-. Es impensable que queden impunes. La responsabilidad no es solamente de los empleadores: tanto el Gobierno de la Ciudad como el Gobierno Nacional deben intervenir y aclarar qué ha pasado en esta suerte de zona liberada y fraudulenta en que se convirtieron los medios”.
Ayer mismo los trabajadores comenzaron a recomponer el edificio. “Tiempo Argentino no para, ni se va a callar –señaló Stagnaro-. Todos los planes que teníamos se mantienen y vamos a recuperar lo que han destrozado, para tener las instalaciones lo más completas posibles, para poder seguir trabajando con normalidad. Quedamos con mucha firmeza. Echamos a una patota, cosa que no es fácil y más aún si tiene la connivencia con la policía”.
“Nosotros no estaríamos acá si no fuera por la gente, los medios, y los compañeros –subrayó Borelli, el presidente de la cooperativa-. Tiempo no saldría sin la ayuda de otras empresas cooperativas, que nos marcaron el camino. Nosotros somos un emergente en este momento, y lo que queremos hacer sobre todo es visibilizar lo que está sucediendo, porque somos parte de la clase trabajadora que está sufriendo los ajustes de este gobierno”.
Actualizada 05/07/2016