Las Abuelas lo hicieron una vez más

Las Abuelas lo hicieron una vez más

La algarabía una vez más en la sede de Abuelas de Plaza de Mayo. En el barrio de Monserrat, este último martes al mediodía, los aplausos y las lágrimas no se hicieron esperar en un ambiente de respeto y emoción, cuando en el salón de conferencias la presidenta de la entidad, Estela de Carlotto, anunció el encuentro de una nueva nieta, la 126: “Le ponemos un número para que nos llene el corazón de crecimiento –sostuvo sonriente-. Esto es especial. Nos hemos encontrado con una mujer íntegra que recupera toda una historia”.

Adriana, nieta restituida número 126, abrazada a su tía Silvia

“Recibí un llamado de la CONADI y ahí me enteré de la feliz noticia. Se me completó la vida”, declaró Adriana.

La historia reconstruida es la de Adriana, hija de Violeta Graciela Ortolani y Edgardo Roberto Garnier, desaparecidos en la última dictadura cívico-militar. Es abogada, y nació en enero de 1977 durante el cautiverio de su madre. Su abuela, Blanca Díaz de Garnier, es oriunda de Concepción del Uruguay, al igual que su padre. “No esperaba tener esta alegría. Veía recuperar a otros nietos y me decía ‘a mí nunca me toca´. Más gozo no puedo pedir”, declaró Blanca, quien a sus 86 años y a pesar de no haber podido estar presente en la conferencia, sí pudo comunicarse telefónicamente con su nieta restituida.  

Adriana contó que en cuanto se enteró de que no era hija biológica de sus padres, al poco tiempo acudió a Abuelas para saber si su identidad se vinculaba a desaparecidos, debido a su fecha de nacimiento en plena dictadura militar. Desde la entidad fue luego derivada a la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (CONADI), con el fin de poder completar su documentación y realizar el análisis en el Banco Nacional de Datos Genéticos (BNDG).

Su partida de nacimiento falsa fue firmada por la médica Juana Franevich, quien ya había falsificado las partidas de otros tres nietos recientemente recuperados. “Recibí un llamado de la CONADI este lunes y ahí me enteré de la feliz noticia de la que ya todos saben. Se me completó la vida”, declaró Adriana en rueda de prensa, acompañada por un gran número de familiares de sus padres, además de compañeros de militancia, e integrantes históricas de Abuelas de Plaza de Mayo. “Con 40 años, nunca se me cruzó la posibilidad de volver a decir abuela”, agregó emocionada.

Estela de Carlotto junto a Adriana, nieta recuperada número 126, y familiares durante la conferencia de prensa.

«Nos hemos encontrado con una mujer íntegra que recupera toda una historia”, dijo Estela de Carlotto.

Su padre, Edgardo Roberto Garnier, nació el 7 de agosto de 1955 en Concepción del Uruguay, Entre Ríos. Simpatizante de Independiente, inquieto y curioso, fue a la escuela Nº1 Nicolás Avellaneda, y a los 17 años ingresó en la Universidad de la Plata para estudiar Ingeniería Electromecánica. “Ya de niño era muy ingenioso: desarmó y volvió a armar su primera bicicleta”, contó Estela de Carlotto en el comunicado de la conferencia de Abuelas. Edgardo militó en la JP, y conoció a su futura esposa, Violeta, militando en el Fondo de Apoyo de la Educación Pública (FAEP); luego ambos militaron en la agrupación Montoneros. Sus compañeros de militancia llamaban “La Viole”, a Violeta, y “La vieja Bordolino” o “El viejo” a Edgardo.

Violeta Graciela Ortolani nació el 11 de octubre de 1953 en la Ciudad de Buenos Aires. Sin embargo, a los tres años su madre falleció, por lo que fue criada por una tía en Bolívar. La joven, católica practicante, era charlatana y vivaz. Obtuvo una beca y también viajó a La Plata para estudiar Ingeniería Química, mientras paralelamente trabajaba como mucama en el Hospital de Niños. Además de haber militado junto con Edgardo, Violeta también militó en la Juventud Peronista. Años después y embarazada de tres meses, se casó con Edgardo el 7 de agosto de 1976 en una celebración llevada a cabo en Bolívar. Pensaron llamar Vanesa al bebé si llegase a ser nena, y Enrique o Marcos en caso de que fuese varón.

Violeta fue secuestrada el 14 de diciembre de 1976 en el Barrio La Granja, La Plata. Ella estaba embarazada de ocho meses cuando sucedió. A partir de ese momento, Edgardo emprendió una larga búsqueda y llegada la fecha próxima al parto, culminó despidiéndose y sosteniendo que iba a buscar a su hijo. Finalmente, fue secuestrado el 8 de febrero de 1977 en La Plata. Luego de los sucesos, no se supo más nada de la pareja ni se tuvo alguna prueba fidedigna del bebé que esperaban.

Adriana, junto a su abuela y familiares, sosteniendo imagenes de sus padres Violeta Ortolani y Edgardo Garnier.

«Edgardo y Violeta están acá. Ellos son quienes causaron todas estas lágrimas de enorme alegría”, dijo Silvia Garnier, tía de Adriana.

Empero, la búsqueda de sus familiares nunca cesó y las denuncias fueron rápidamente tomadas en Abuelas de Plaza de Mayo. A ellos se les sumó la valentía de Adriana para buscar respuestas, aún luego de haber vivido casi toda una vida repleta de incógnitas e incertidumbres, sabiendo que podría ser de ayuda para quienes hayan vivido situaciones similares. “Si mi testimonio – comentó Adriana- puede ayudarles a dar algún empujoncito a quienes tienen alguna duda sobre su identidad, bueno, para ellos lo hago. Primero comparto mi felicidad con todos ustedes, y después si puedo ayudar, bienvenido sea”.

La postal en la conferencia en la sede de Virrey Cevallos fue la de Adriana acompañada de numerosas personas. Entre ellas se encontraba su tía Silvia Garnier, quien declaró al borde constante de las lágrimas: “La responsabilidad de todos nosotros es saber que mientras nosotros estemos, ellas -en referencia a Abuelas- van a estar. Y también Edgardo y Violeta están acá. Ellos son quienes causaron todas estas lágrimas de enorme alegría”, agregó la tía de Adriana, a quien abrazó fuertemente.

Además de familiares y compañeros de militancia de los padres, Adriana estuvo acompañada y asesorada por el Secretario Ejecutivo de la CONADI, Manuel Gonçalves Granada. En diálogo con ANCCOM, Gonçalves resaltó: “Estos encuentros no hacen más que demostrar que hay que seguir trabajando con la verdad. Todos los niños robados durante la dictadura, adultos cercanos a los 40 años, tienen derecho a saber su identidad, al igual que las familias que los esperan. A partir de ahí, ambos tendrán un hermoso camino por recorrer, junto a la verdad y en vínculos que no deberían haberse roto nunca”.

Estela de Carlotto junto a Adiana, nieta recuperada, su abuela Blanca Díaz de Garnier y familiares en la conferencia de prensa de Abuelas de Plaza de Mayo. Todos en la foto estan con las manos levantadas.

“Estos encuentros no hacen más que demostrar que hay que seguir trabajando con la verdad», declaró Manuel Gonçalves Granada, Secretario Ejecutivo de la CONADI.

Sobre el final de la jornada los cánticos sobre verdad, memoria y justicia por los desaparecidos en democracia se hicieron eco en todo el recinto, al compás de un respetuoso silencio y aplausos al unísono. Medios avasallantes desmantelaron el lugar haciendo a un lado sus incómodas cámaras, y el barullo periodístico se hizo sonar. Sin embargo, la noticia del encuentro de la nieta 126, condecoró una feliz jornada que concluyó en la quinta nieta recuperada en lo que va del año, y un nuevo desafío para quienes hayan sido interpelados por las transparentes y sentidas palabras de Adriana y sus familiares: su lucha y las de Abuelas en favor de la identidad.

Como dijo Adriana, una prueba más de que el amor vence al odio.

Actualizado 06/12/2017

 

Nieta 125, el mejor regalo

Nieta 125, el mejor regalo

“Cada año que pasa, hacer la foto se complejiza más porque cada vez somos más”, declaró Estela Carlotto, presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, mientras cerraba la celebración de los 40 años de vida de la entidad. Estaba rodeada de otras abuelas, de madres, de hijos, nietos y bisnietos de desaparecidos. Tenía una sonrisa grande y cómplice. Eligió ese momento para hacer un anuncio inesperado para la mayoría del público que la acompañaba en el Centro Cultural Kirchner (CCK): “Hoy tenemos una hermosa noticia: podemos confirmar la restitución de la nieta 125”. El estallido de aplausos, exclamaciones, abrazos y lágrimas de alegría duró un par de minutos y luego la propia Estela leyó el comunicado con la historia de la nueva nieta, hija de Lucía Rosalinda Victoria Tartaglia, pampeana, detenida en noviembre de 1977 cuando estudiaba de Derecho en la Universidad Nacional de La Plata y militaba de la Juventud Universitaria Peronista. Fue el mejor regalo para este nuevo aniversario.

La Ballena Azul, la sala sinfónica del CCK, había abierto sus puertas el pasado jueves a las 19 y poco a poco se fue llenando: organismos de derechos humanos, colaboradores de las filiales de Abuelas de Córdoba, Rosario, Mar del Plata y La Plata, diputados, algún funcionario, familiares de desaparecidos, nietos restituidos, bisnietos, amigos, donantes. Y todos recibieron con un aplauso infinito a las Abuelas de Plaza de Mayo que subieron al escenario.

Los nietos Manuel Goncalves, Leonardo Fossati y Lorena Battistiol hicieron de maestros de ceremonia. A las palabras de presentación y agradecimiento sumaron el reclamo por Santiago Maldonado. “Este y cualquier gobierno siempre tiene que estar del lado de la memoria y la justicia”, dijo Goncalves.

A través de una serie de videos, el público revivió y se conmovió con el largo camino de las Abuelas. Los inicios en plena dictadura, las compañeras de lucha que ya no están, los juicios a los genocidas, las restituciones, imágenes de principios de los 90 donde nietos adolescentes hablan a cámara y expresan su gratitud por conocer su verdad, y cientos de fotos de archivo, incluidos viejos afiches de cuando aún se buscaban niños: “Mi abuela me está buscando, ayúdenla a encontrarme” o “Díganle donde estoy, me está buscando”.

 

Hubo un reconocimiento para el trabajo del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), para la Comisión Nacional por el Derecho a la identidad (CONADI) y para el Banco Nacional de Datos Genéticos a 30 años de su creación. “A partir de un aviso en el diario, nos enteramos que mediante la sangre se podía verificar el vínculo familiar. Eso fue una gran noticia, el tema es que no teníamos la sangre de nuestros hijos y ahí fue donde investigamos si es que la nuestra podía llegar a servir”, se la vio decir a Estela de Carlotto en uno de los videos, en el que además se detallaron las gestiones y visitas a científicos de Estados Unidos y Europa, en los primeros 80, para lograr un método de identificación de sus nietos que hasta entonces no existía.

Durante el acto se destacó el trabajo de Abuelas en las escuelas. La idea de los materiales producidos junto con el Ministerio de Educación es estimular el deseo de los bisnietos, cuyos padres aún no se han animado a conocer su origen, y que así, por medio de sus hijos, puedan hacerlo. “El trabajo de Abuelas no fue solo la restitución de los nietos y el reconocimiento a nivel internacional que han conseguido, sino reconocer la identidad como un derecho”, afirmó Leonardo Fossati.

En medio de un clima familiar y de celebración de la memoria, Goncalves recordó las palabras del ex presidente Néstor Kirchner cuando pidió perdón en nombre del Estado Nacional y desde ese momento convirtió a los Derechos Humanos en una política pública. “Fue muy claro cómo el pueblo salió a las calles contra el ´2×1´. No permitiremos que haya ningún retroceso”, subrayó. “Hay muchas abuelas que no encontraron a sus nietos, pero más allá de haber partido, dejaron acá su semilla de lucha”, afirmó la nieta Lorena Battistiol, quien busca a un hermano nacido durante el cautiverio de su mamá en Campo de Mayo.

Entre recuerdos y emociones, se reconoció la labor del Archivo Biográfico Familiar de Abuelas, creado hace más de 15 años con el objetivo de que cada grupo familiar transmita la historia de sus desaparecidos al nieto encontrado. Mientras seguía el acto, en diálogo con ANCCOM, la histórica referente de la filial de Abuelas de Córdoba, Sonia Torres, expresó: “Hoy estuvo presente una gran parte de nuestro equipo de trabajo. Nosotros también vamos a realizar un festejo por los 40 años allá”. Y añadió: “Mi nieto ya cumplió 41 años y todavía lo sigo buscando”. A pocos metros de ella, el nieto 122, Rodrigo Bustamante García, fruto de la búsqueda de ese equipo, se encontraba con su hija, ambos con sus identidades restituidas.

No faltaron los artistas: Magdalena Fleitas y su grupo de música autóctona para chicos, la actriz Gimena Riestra y su desopilante monólogo sobre la clase media, parte del último ciclo de Teatro por la Identidad, y como cierre Gustavo Santaollalla y su banda. La despedida fue con un invitado especial, Ignacio Montoya Carlotto al piano, y con las Abuelas en el escenario, y toda la sala cantando “Mañanas campestres”. El clima cálido y afectuoso hizo que muchos espectadores rodearan el escenario para estar más cerca, como si se tratara de una reunión familiar, como si intuyeran la buena nueva que en minutos anunciaría Estela.  

Todavía falta restituir la identidad a más de 300 bebés robados por la última dictadura cívico-militar. La bienvenida a la verdad de la nieta 125 no pudo haber tenido un marco mejor. ¡Feliz cumpleaños, Abuelas!

 
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Actualizada 27/10/2017

“Un regalo de las Abuelas para el mundo”

“Un regalo de las Abuelas para el mundo”

El Banco Nacional de Datos Genéticos (BNDG),  organismo pionero en su especialidad, fue creado en 1987 a partir de la lucha de las Abuelas de Plaza de Mayo como herramienta para la búsqueda de sus nietos apropiados durante la dictadura. “Su función es la de identificar a los nietos nacidos en cautiverio o secuestrados junto a sus padres en la última dictadura cívico militar y colaborar en la identificación de personas desaparecidas”, explicó la directora del organismo, Mariana Herrera Piñero, doctora en Ciencias Biológicas y especialista en Genética Forense.

El Banco se creó por la Ley 23511 y hasta 2009 funcionó dentro del Servicio de Inmunogenética del Hospital Durand, de la Ciudad de Buenos Aires. En ese año, y a partir de la sanción de la Ley 26528,  pasó a depender del Ministerio de Ciencia y Tecnología y a ocupar las oficinas de Avenida  Córdoba 831. “Lo que solucionó la última ley fue poner al Banco bajo la órbita de un único ente estatal, darle la autonomía y la autarquía necesarias para que no dependiera de los vaivenes de los gobiernos”, explicó Herrera Piñero.

Paula Miranda, Arqueóloga. Coordinadora del Área de Antropología Forense del BNDG.

Entre 1984 y 1987, las Abuelas de Plaza de Mayo consultaron a diferentes especialistas de todo el mundo con el afán de que su sangre pueda servir para identificar a sus nietos. Fue un argentino exiliado en Estados Unidos, Víctor Panchaszadeh, quién las contactó con la genetista Maire-Claire King, creadora del «índice de abuelidad», una fórmula estadística que establece el parentesco entre un abuelo y su nieto. Fue entonces cuando surgió la necesidad de crear un banco como espacio de obtención, almacenamiento y análisis de muestras genéticas.

 El BNDG trabaja en conjunto con Abuelas y con la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (CONADI), quienes derivan entre 100 y 120 casos por mes, algunos de personas que tienen dudas acerca de su identidad y se presentan espontáneamente y otros contactados por alguna de estas dos instituciones o por orden de un juez. En la CONADI o Abuelas, primero se inicia un legajo de investigación en donde se consultan algunos datos de la persona como fecha y acta de nacimiento, y se pregunta acerca de las dudas que motivaron la consulta; pero si la documentación judicial no es suficiente, se pide una muestra de ADN al Banco.

“De la muestra que se le toma a la persona, una parte se archiva y otra entra al laboratorio donde se extrae el ADN. Ese ADN ingresa en distintos circuitos de perfiles genéticos, donde se hacen las comparaciones y se obtiene una valoración estadística de la prueba que puede dar que no es compatible con ninguna familia o que hay una inclusión con algún grupo familiar”, detalló Herrera Piñero.

De los 122 nietos restituidos, 75 fueron a través del trabajo que realiza el equipo de BNDG. “Las personas entran en contacto con nosotros directamente para tomarse la muestra. Muchas veces nos cuentan sus historias, por qué tienen dudas, y otras no, vienen tipo trámite”, contó Jessica Maggiore, licenciada en Hemoterapia e Inmunohematología y encargada de la “adnateca”,  sección del Banco que organiza las muestras de ADN que se obtienen.

Cecilia Raìces Montero es arqueóloga: “Contribuimos con muestras óseas desde las que se obtiene el ADN para completar el grupo familiar”

Uno de esos 75 casos es el de Mariana Zaffaroni Islas, nieta de María Esther Gatti de Islas, quien recuperó su identidad en 1991 por una investigación de Abuelas y la confirmación por parte del BNDG. “El trabajo del Banco me parece fundamental, ya sea para la gente que tiene dudas y que por sus propios medios se acerca a consultar, como para los que como yo, que por una cuestión judicial tuvimos que hacerlo. La tarea es imprescindible porque brinda una información objetiva e indubitable”, afirmó Mariana, a quien aceptar su verdadera identidad le llevó 20 años.

Mariana nació en 1975 y un año y medio después fue secuestrada junto a su mamá María Emilia Islas y a su papá Jorge Zaffaroni, y apropiada por el agente de inteligencia Miguel Ángel Furci y su esposa. En 1993, dos años después de realizado el análisis en el Banco, la justicia le restituyó su verdadera identidad. Hasta hoy sus padres y su hermano o hermana -que debió nacer en cautiverio-, permanecen desaparecidos.

En estos treinta años de historia, el BNDG fue cambiando al ritmo de los avances científicos y tecnológicos. “En el año ’87 todavía no se trabajaba con las herramientas de biología molecular, es decir, no se trabajaba sobre el ADN, por eso esas técnicas eran más limitadas en su poder de discriminación”, explicó Herrera Piñero. Durante los años noventa comenzaron a trabajar con ADN mitocondrial y a partir del 2001 el proceso se automatizó. “Hoy el Banco cuenta con equipos de última generación que tienen  muchísima sensibilidad en cuanto a la capacidad de obtener un perfil genético, incluso a partir de restos óseos o muestras en mal estado de conservación”, explicó la directora de la institución.

El BNDG funciona con un equipo científico multidisciplinario dentro del cual es fundamental el trabajo de la Unidad de Antropología Forense, que trabaja con la exhumación de restos de familiares o desaparecidos que no pudieron dar su muestra en vida. “Contribuimos con muestras óseas desde las que se obtiene el ADN para completar el grupo familiar”, explicó  Cecilia Raices Montero, arqueóloga y miembro de esa sección. “Es importante completar el árbol familiar porque así aumentan las posibilidades de encontrar al nieto”, agregó Paula Miranda, que también es arqueóloga y coordinadora de la Unidad.

Alejandro Vázquez Reyna, trabaja como antropólogo en el BNDG.

Según datos de la CONADI, faltan restituir aproximadamente 500 nietos, pero para Herrera Piñero el trabajo del Banco no terminará cuando encuentren al último hijo de desaparecidos: “La institución cumple un rol social importante, cuenta con un acervo de conocimiento que no puede quedar sólo en esto. El Banco es un regalo de las abuelas para el mundo”.

Actualizada 07/06/2017

 

Un poderoso sentimiento de justicia: apareció otro nieto

Un poderoso sentimiento de justicia: apareció otro nieto

Estela de Carlotto, la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, leyó el comunicado de la restitución del hijo de los desaparecidos Iris Nélida García y Enrique Bustamante, acompañada por la representante de Abuelas de Córdoba, Sonia Torres, la directora del Banco Nacional de Datos Genéticos (BNDG), Mariana Herrera, y familiares del nieto encontrado.

Iris, a quien su familia y amigos le decían “Susuki”, nació el 15 de mayo de 1952 en Mendoza y fue estudiante de Sociología en la Universidad Católica Argentina. Enrique, “Bebe” para los suyos, nació el 5 de junio de 1951. Compartieron la militancia en la organización Montoneros, donde los apodaban “Tita” y el “Lobito”.

“Conocí al Lobito en 1972 cuando la Juventud Peronista estaba en su momento de mayor efervescencia. Militábamos en una unidad básica que se llamaba Patria Grande. Teníamos una relación muy cercana. Hasta diciembre del 76, cuando tuvimos que dispersarnos, él vivió todo el tiempo con nosotros”, relató, durante la conferencia de prensa, Cristina Muro, amiga de la pareja. Con lágrimas contenidas, recordó el día que él le contó que Tita estaba embarazada: “Vino, me tocó mi panza, que yo estaba de siete meses, y me dijo: ´¡Voy a ser papá!´. Era un chico rígido, estructurado, y verlo ese día así, tan emocionado, es algo que me queda”.

Cristina, que forma parte de Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas y cuyo marido fue secuestrado por la dictadura, aportó los datos del Lobito a la Secretaría de Derechos Humanos cuando aún no estaba denunciado como desaparecido. Con la confianza que da la amistad, mirando a las cámaras que llenaron la sede de Abuelas, se dirigió al hijo del Lobito y Tita que no participó de la conferencia: “Me gustaría decirle a este ´niño hombre´ que hay muchas cosas muy lindas para recordar y contarle de los últimos cinco años de vida de su padre”.

Estela de Carlotto, la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, leyó el comunicado de la restitución del nieto 122.

Estela de Carlotto, la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, leyó el comunicado de la restitución del nieto 122, junto a Mariana Herrera, del Banco Nacional de Datos genéticos.

Club Atlético

Iris y Enrique fueron detenidos el 31 de enero de 1977 por personal de la Policía Federal en la pensión en la que vivían en Tacuarí al 400, en el barrio porteño de Constitución. Por distintos sobrevivientes, se supo que fueron llevados al centro clandestino “Club Atlético”, en San Telmo, aunque Enrique también estuvo en algún período en la ESMA y luego, nuevamente, en el Atlético.

Ana María Careaga, ex detenida-desaparecida e hija de Esther Ballestrino, una de las fundadoras de Madres de Plaza de Mayo (asesinada por la dictadura), compartió su cautiverio en Club Atlético con el Lobo. Por entonces militante de la Juventud Guevarista, Ana María tenía 16 años cuando la secuestraron, embarazada, y la llevaron a ese centro clandestino. “Nosotros teníamos siempre los ojos vendados y grillos en los pies, él no, porque se encargaba de repartir la comida, limpiaba y sacaba la gente al baño. Les decíamos los ´destabicados´ porque no tenían grillos ni vendas. A veces, cuando no había nadie cerca, él hablaba. Y fue ahí que lo conocí”.

“A mí me secuestraron el 13 de junio de 1977 -recordó Ana María-, y él me dijo que desde enero de ese año estaba ahí junto a su mujer que se encontraba embarazada. También ahí me contó que ella ya no estaba en el Club Atlético. Le habían dicho que la llevaban a la ESMA ´a tener familia´ porque donde estábamos no existían las condiciones sanitarias para dar a luz”. A Iris, “la Lobita” para sus compañeros de cautiverio, la conoció únicamente por los relatos de Enrique.

“Cuando salí del campo, no sabíamos los nombres de nadie. Para mí, él era el Lobo. Recién cuando se fundó la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP), en 1983, íbamos a declarar y así nos fuimos relacionando. Y fuimos reconstruyendo las personas vistas, los testimonios del mismo lugar, los represores, fragmentos de memoria, y después nos terminamos enterando que él era Enrique Bustamante. Una vez pudimos saber dónde había vivido el padre y fuimos, pero no encontramos a nadie”.

Según Ana María, los hijos e hijas de desaparecidos a quienes les mintieron su árbol genealógico “ahora deben reinsertarse en su propia historia de la que fueron arrancados. Es importante que sepan que fueron deseados por sus padres, que hubo un matrimonio que se amó y pensaron en tenerlos. Acá hubo una generación de jóvenes que estaba comprometida con la liberación, con la emancipación, y esto hay que saber transmitirlo”.

La conferencia de prensa por la restitución del nieto 122 fue en la sede de Abuelas de Capital Federal. En la misma, se le dio al mismo, la bienvenida a la verdad.

“Voy a volver”

En la rueda de prensa realizada ayer, la referente de la filial de Abuelas de Plaza de Mayo de Córdoba, Sonia Torres, dio detalles de cómo encontraron al hijo de Iris y Enrique: “Habíamos recibido datos de un hombre que podía ser hijo de desaparecidos. Entonces trabajamos sobre eso, decidimos acercarnos y nos recibió calurosamente. Le contamos cómo era nuestra tarea y la de la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (CONADI), y él accedió voluntariamente a hacerse los análisis de ADN. Después de un tiempo llegaron los resultados a Córdoba y dio positivo, es hijos de desaparecidos”.

La directora del BNDG, Mariana Herrera, afirmó que las tecnologías y métodos de investigación que tuvo y tiene el Banco dieron lugar a este resultado: “Esto abre una gran puerta de esperanza para las familias que siguen buscando a su nietos”, dijo. Herrera aprovechó para informar a los medios que este año, además de los 40 años de Abuelas, se cumplen 30 de la institución que ella dirige, y brindó por la identidad de los 122 nietos restituidos.

El nuevo nieto podrá conocer a su abuelo materno, Manuel García, de 92 años, quien luchó incansablemente para encontrarlo, y a otros familiares de su mamá que no estuvieron en la conferencia “por no estar preparados emocionalmente para afrontarla”, precisó la directora de la Conadi, Claudia Carlotto, “pero que están conmovidos con la noticia”.

Acto seguido, tomó la palabra una prima de Enrique, Blanca Bustamante, hija de Amado Bustamante, “tío del Lobo que aportó su muestra de sangre al banco de datos genéticos”. “Yo sé que mi padre está feliz, que estas gotas de lluvia en Buenos Aires son lágrimas de alegría, de las tantas viejas y viejos que se murieron esperando la llegada de sus seres queridos. La última vez (Enrique) vino a Burzaco, a la casa de su tío Amado, a dejarnos sus pertenencias, y le dijo: ´Tío, guárdamelas porque voy a volver´, y mi padre lo esperó toda la vida”. Y luego, le habló directamente al hijo de Enrique e Iris: “Vos que me estás viendo por televisión: podemos charlar, mostrarnos las fotos y que nuestras almas se comuniquen. Es mi ferviente deseo. Yo te quiero”.

A su lado, Ricardo Andrés Bustamante, primo hermano del Lobo, manifestó: “Es bueno poder cerrar una historia tan triste con un final feliz y saber que hay algo de ´Enriquito´ dando vueltas en Córdoba. Ojalá que algún momento se acerque a nosotros. Que él decida cuándo, que nuestros sentimientos están abiertos y así poder contarle la historia de su padre, de su abuelo. Estamos muy felices y ojalá que muchos más nietos se encuentren. Es un sentimiento realmente poderoso. Te das cuenta de la historia triste que vivimos, esas épocas oscuras que deseamos que nunca más se vuelvan a repetir”. Sonriendo, agregó: “Y esperamos conocer a nuestro sobrino”.

Tita estaría por cumplir 65 años y el Lobito, en dos meses, cumpliría 66. Hoy el hijo de ambos, nacido en julio de 1977 en la ESMA, puede decir y escribir el nombre de sus padres. Bienvenido a la verdad.

 

“Es bueno poder cerrar una historia tan triste con un final feliz y saber que hay algo de ´Enriquito´ dando vueltas en Córdoba. Ojalá que algún momento se acerque a nosotros», dijo Ricardo Andrés Bustamante, primo del nieto apropiado.

 

Actualizada 26/04/2017

Ramiro Menna: “Es pelado y tiene barba como yo”

Ramiro Menna: “Es pelado y tiene barba como yo”

“Tengo que comprarme un manual de hermano mayor”, pensó Ramiro Menna el lunes por la tarde, luego de conocer la noticia que había esperado durante casi 40 años: habían encontrado a su hermano, nacido en cautiverio durante la última dictadura militar. Entre sonrisas y lágrimas, Ramiro participó de la conferencia de prensa realizada en la sede de Abuelas de Plaza de Mayo para anunciar la restitución del nieto número 121.

En junio, tras investigaciones llevadas a cabo por la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad CONADI y Abuelas, el hombre -de 40 años- había sido convocado a realizarse estudios en el Banco Nacional de Datos Genéticos. Finalmente, el lunes se conocieron los resultados, y se anunció el hallazgo. “Qué mejor que encontrar a nuestros nietos, los desaparecidos con vida, los que nos están esperando”, dijo Estela de Carlotto, titular de la Asociación Abuelas de Plaza de Mayo.

Alba Lanzillotto con Ramiro, hermano del nieto aparecido.

Alba Lanzillotto con Ramiro, hermano del nieto aparecido.

Dos generaciones de lucha

Ana María Lanzillotto nació en La Rioja 1947 junto con su hermana melliza María Cristina. Tenían otra hermana 19 años mayor, Alba. Las mellizas decidieron irse a Tucumán a estudiar. Ana estudió derecho y Cristina, escribanía. Ambas tomaron contacto con el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) y comenzaron su militancia. Más tarde, formaron pareja con compañeros de la agrupación.

Ana conoció a Domingo “el Gringo” Menna, quien había estado radicado en Tres Arroyos y, luego, viajó a Córdoba para estudiar Medicina. “El Gringo” participó del Cordobazo y de la fuga del penal de Rawson.

En 1974, Ana María y Domingo tuvieron su primer hijo: Ramiro. Ana María, embarazada de ocho meses, fue secuestrada junto a su pareja y otros compañeros militantes del PRT el 19 de julio de 1976 en Villa Martelli. Este operativo trascendió en los medios de la época como “un éxito en la lucha contra la subversión judeo-marxista”. Según testimonios de sobrevivientes, estuvieron detenidos en Campo de Mayo, y Ana también fue vista en el centro clandestino Puente 12.

Carlos Mario Lanzillotto, tío de Ramiro, desde La Rioja comenzó a averiguar dónde se encontraban los tres. Junto a su esposa Nidia viajaron el 8 de agosto de 1976 hacia Buenos Aires en busca de su sobrino, quien estaba en una guardería. Hasta ese momento, nada se sabía sobre Ana, Domingo y su bebé.

Ramiro vivió con sus tíos como si fueran sus padres, hasta que de a poco se fue informando sobre su verdadero origen. Creció y se formó en el movimiento juvenil de salesianos,  decidió hacerse cura y viajó a Etiopía. Luego se separó de la congregación y formó una pareja, con quien vive actualmente en Chepes, La Rioja, junto con cuatro hijos. Nunca supo nada sobre su hermano, incluso llegó a pensar que podría ser una mujer. Nunca, hasta el lunes.

La primera denuncia sobre el hecho la hizo Irma Ferrer de Menna, exiliada en México, en 1982. Denunció que su nuera había sido secuestrada embarazada.

La Asociación Abuelas de Plaza de Mayo incorporó el caso y, más tarde, la hermana de Ana, Alba, pondría en marcha la búsqueda. Desde 2004 se investigó sobre la denuncia de su sobrino. Al mismo tiempo, la CONADI estaba realizando una investigación en colaboración con el Juzgado N° 3 de La Plata en el marco de una causa en la que Abuelas es querellante, sobre actas de nacimiento.

De común acuerdo entre Abuelas y CONADI, se decidió que la Comisión se contactara con el hombre, quien accedió voluntariamente a realizarse los estudios.

Así, el lunes se dio a conocer la noticia que Ramiro, Alba y el resto de sus familiares esperaban desde hacía años: la aparición del hijo de Ana y “El Gringo” nacido en cautiverio. “Es como que los chicos nacen de nuevo, porque nacen como debe ser, como personas libres”, expresó Alba.

40 años después

La conferencia de prensa comenzó con emoción y aplausos cerca de las 13 en la sede de Abuelas, ubicada en el centro porteño. Contó con la participación de Estela de Carlotto, Ramiro Menna, Alba Lanzillotto, el secretario de Derechos Humanos Claudio Avruj, Leandro Despouy  -embajador extraordinario plenipotenciario y representante especial para los Derechos Humanos-, abuelas y nietos restituidos, entre otros.

Carlotto leyó un comunicado sobre la historia de la familia Lanzillotto-Menna, y resaltó: “El Estado es el responsable de reparar lo que hizo la dictadura. Van a haber respuestas, y hay que esperarlas y acompañarlas”.

Ramiro manifestó su alegría, aunque expresó que su hermano tiene que procesar toda la información. “No esperaba este resultado, tiene que hablar con su familia”, dijo, y contó los detalles del momento en el cual se enteró de la noticia. “El lunes a las 6 de la tarde estaba en Chepes haciendo cosas de mi laburo. Me llaman de Abuelas y me dicen ‘Ramiro, encontramos a tu hermano’. Así, ¡boom!”, explicó el flamante “hermano mayor”. “Me quedé helado. Me tiraron dos datos: es pelado y tiene barba como vos. De ahí, salí corriendo a contarle a mi mujer”.

Alba Lanzilloto, hermana de Ana María, conmovió al público con sus anécdotas sobre su familia, y se refirió a Domingo Menna: “’El Gringo’ era divino. Se complementaba perfectamente con la Ani”.

Cerca del final, ambos dedicaron unas palabras hacia el nieto: “Acá hay una familia que tiene 40 años de amor acumulado para darte, te queremos abrazar, te estamos esperando”, dijo su hermano.  

Estela de Carlotto remarcó la presencia de funcionarios del Estado en la conferencia y subrayó: “Estamos muy preocupadas por muchas cosas que están pasando, en relación a la violación a otros derechos humanos, como el trabajo y la vivienda, y hay que empujar para que se hagan las cosas”. Sin embargo, afirmó que la relación con el secretario de Derechos Humanos es “buena y constante”. Avruj, por su parte, expresó: “Estamos celebrando la vida. Esto nos hace crecer cada día más, como sociedad, como democracia”.

Dibujos que hablan

Hace cuatro años, el ilustrador Matías Trillo -hijo del reconocido guionista de historietas y escritor argentino, Carlos Trillo- había sido convocado por Abuelas de Plaza de Mayo para realizar con dibujos la historia de la familia Menna-Lanzilloto en el marco de “Historias por la identidad”, un proyecto que compiló treinta historias de hermanos que buscan a hermanos nacidos en cautiverio y que fueron editadas en un libro por el Archivo de Historietas y Humor Gráfico de la Biblioteca Nacional.  

En una historieta, Matías representó la vida de esta familia, resaltando el aparato represivo que hizo desaparecer a Ana María, Domingo, su bebé y a “decenas de miles de obreros, estudiantes, profesionales, docentes, amas de casa…”. En diálogo con ANCCOM, Trillo habló sobre la particularidad de realizar este tipo de ilustraciones: “Si vos me preguntás sobre ilustración, me puedo poner a hablar, pero en estos temas trabajás con gente real, con historias de verdad, es muy difícil”.

 

El hijo de la pareja Lanzillotto- Menna –el nieto número 121- nació luego del secuestro de su madre. “Vos podrías ser la hermana o el hermano que Ramiro está buscando”, dice la historieta.

Matías explicó cómo fue su contacto con Ramiro en ese momento: “Él acababa de ser papá, de lo único que me hablaba era de los ‘enanos’, y se me ocurrió poner a los chicos en la historieta, porque si no lo iba a encontrar el padre por ahí lo encontraban los chicos”.

En la última parte, la historieta dice: «Ellos también te buscan. Acércate a abuelas». Y ahora Matías agrega: «Que se arrimen a Abuelas sin ningún miedo. Y que se arrimen más allá de las ideologías políticas que tengan o que hayan construido porque eso no tiene nada que ver con esto. Esto es un realidad tremenda que nos tocó vivir como sociedad y que ahora hay que reconstruir. Nadie debería irse de este mundo sin saber de donde viene. Ramiro está recontento, me dio una alegría…”. Luego de casi 40 años de búsqueda, el hijo de Menna y Lanzillotto fue encontrado. A partir de hoy, esta historia se reescribe.

 

Actualizado 06/10/2016