“Tiene poca difusión porque no le conviene al Estado”

“Tiene poca difusión porque no le conviene al Estado”

 

El juicio por el encubrimiento del atentado a la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA), que comenzó en 2015, se lleva a cabo en el Tribunal Oral Federal Nº 2, a cargo de los jueces Néstor Costabel, Jorge Gorini y Karina Perilli. Este jueves declararán dos testigos de identidad reservada y, por lo tanto, no habrá público en la audiencia. Pero hace tres semanas la agrupación Memoria Activa, que constituye una querella independiente, difundió un comunicado titulado “Carta abierta al presidente Macri”. Allí hacía reclamos vinculados a la renuncia de dos abogados pertenecientes a la querella del Estado, Mariana Stilman y Ezequiel Strajman, y señalaba su rechazo al proyecto de Ley de Juicio en Ausencia. En este contexto, ANCCOM dialogó con la presidenta de esa agrupación, Adriana Reisfeld, quien además lamentó la poca difusión que tiene la causa.

“Es uno de los juicios más importantes que hay en éste momento en el país, si no es el más relevante. Sobre todo por los imputados, de máxima representación institucional”, expresó Reisfeld, que perdió a su hermana Noemí en el ataque del 18 de julio de 1994 en el que murieron 85 personas. El proceso judicial por encubrimiento al atentado de la AMIA es un verdadero juicio a los poderes del Estado. Entre los acusados se encuentran el ex presidente Carlos Menem, el ex juez Juan José Galeano, el ex secretario de Inteligencia Hugo Anzorreguy, el ex presidente de la DAIA Rubén Beraja, el ex jefe de la Policía Metropolitana Jorge Alberto “El fino” Palacios, el reducidor de autos Carlos Telleldín y los ex fiscales José Barbaccia y Eamon Mullen. “Creemos que tiene muy poca difusión no solo porque a la gente después de 23 años ya no le interesa, sino porque no le conviene al Estado ni a los imputados”.  

Luego de las renuncias de los abogados de la querella del Estado, ¿desde Memoria Activa tomaron alguna precaución para que no haya irregularidades en el juicio?

Ese es un tema álgido. Nosotros estuvimos, justamente, con (Germán) Garavano -ministro de Justicia y Derechos Humanos- y con (Mario) Cimadevilla -titular de la Secretaría Especial de Investigación del atentado a la sede de la AMIA (Asociación Mutual Israelita Argentina). Ellos dicen que (los letrados) no deberían haber presentando su renuncia a la causa en el Tribunal sino que donde trabajaban, que era la Unidad (AMIA). Pero yo creo que ellos sintieron hostigamiento de parte de un nuevo abogado que han incluido. Es muy rara la actitud de la  Unidad AMIA que debería representarnos a nosotros pero representa al Estado y toma la postura que es propia de la DAIA.

La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) viene en mayo, ¿se reunirán con sus integrantes?
Pedimos una reunión con los comisionados que vienen ahora y ya hemos presentado las notas de cómo va la causa. Queremos que la Comisión siga enviando un veedor porque en éste momento, justamente cuando están pasando estas cosas desordenadas y desprolijas, es muy importante que ellos lo sepan. El juzgado mismo hizo alusión a que en mayo va a haber un encuentro y que ellos van a informar lo que está pasando.

Noemí tenía 36 años cuando falleció en el atentado a la AMIA.

En 2005 el Estado aceptó su culpabilidad ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y, mediante el Decreto Nº 812/05,  se comprometió a tomar ciertas medidas vinculadas a la investigación. “No las ha cumplido el gobierno de Néstor ni de Cristina Kirchner ni tampoco lo está haciendo (Mauricio) Macri… ninguno de los puntos, cosas pequeñas como la digitalización de las fronteras”, subrayó Reisfeld y agregó: “Se hizo solo en Buenos Aires, Aeroparque, Córdoba, Mendoza y más o menos. Por donde supuestamente entraron los iraníes, que es la Triple Frontera, se sigue cruzando por un pasillito donde si te conocen te dicen ´buen día´ y si no te conocen les mostrás un documento y ni lo miran”.

¿Cómo procede la CIDH ante el incumplimiento de los compromisos del 2005?

En enero le envió una nota al Estado argentino, quien a través de Cancillería contestó que quiere continuar con la solución amistosa. Pero nosotros ya dijimos que la Comisión prepare un estado de fondo de la causa para llevarla al Comité Internacional de Costa Rica. Porque si hasta ahora no han cumplido…

¿Cómo ve la causa AMIA en el futuro?

Creo que después del juicio por encubrimiento, que va a terminar ahora, supongo que en noviembre o diciembre, la causa AMIA quedará prácticamente terminada. Lo que faltaría es la conexión internacional y es imposible que los iraníes vengan acá a declarar.

¿Por qué Memoria Activa está en desacuerdo con el proyecto de Ley de Juicio en Ausencia?

Nosotros creemos que, para la causa AMIA, no tiene fundamento que se use. Están valiéndose, una vez más, de la causa AMIA para crear una figura que no existía en la Constitución argentina: el juicio en ausencia. Se quiere utilizar para otros casos y están poniendo que es para éste. Nosotros hablamos con los fiscales y ellos dicen que no hay suficientes elementos como para juzgar a los iraníes. Ya pasó que (Hadi) Soleimanpour, que era uno de los imputados, estuvo en Londres y lo detuvieron porque en las alertas rojas estaba su nombre. Pero cuando Galeano mandó los elementos por los que se lo buscaba, no fueron suficientes. No solo quedó libre, sino que hubo que indemnizarlo con miles de libras y tuvo que pagar las costas el Estado argentino. Entonces, acá pasaría lo mismo: por más que pongan un defensor oficial, no hay elementos reales.

El presidente Mauricio Macri firmó el decreto para desclasificar todos los archivos secretos de la ex SIDE sobre la causa AMIA, ¿cómo afectará al juicio?

Garavano aclaró (en la reunión con que tuvo con Memoria Activa la semana pasada) que hubo una confusión, que va a haber acceso para todas las partes. Hacen un decreto hoy y mañana dicen de palabra ´las cosas se van a modificar´. Eso se hace al revés. Primero reunite con las partes, veamos qué es lo mejor para la desclasificación, dónde sería el lugar preferible para resguardar todos estos papeles. Nosotros habíamos pedido que los lleven a la (ex) ESMA porque ahí hay mucho espacio y no hay peligro. Todavía no se decidió. Se está digitalizando todo pero esto va a tardar muchísimo porque hay quince personas trabajando y debería haber quinientas para poder hacerlo en tiempo y forma.

¿Qué hipótesis tenés de lo que ocurrió  el 18 de julio de 1994?

Nosotros creemos que hubo una conexión local, por supuesto, que tiene que ver con el encubrimiento, con lo que hoy estamos llevando a cabo. La conexión local no es sólo a quién le entregó la camioneta (Telleldín), también son las casas seguras porque los iraníes en algún lugar se alojaron durante esas semanas o esos diez días. Teóricamente, entraron al país el 9 de julio. Por otro lado, la tierra y los explosivos se compraron en algún lugar. Nosotros suponíamos que en éste juicio iba a haber alguien que iba a romper el silencio e iba a hablar, pero salvo Claudio Lifschiz que trabajaba con el juez Galeano, el resto, sobre todo los de la SIDE o los ex empleados del juzgado, están adoctrinados para decir que no se acuerdan … y esto es un acuerdo. Porque hay cosas en la vida de uno que uno no olvida. Y a la tragedia de AMIA, el que vivía a la vuelta, no se la olvida más.

“Es uno de los juicios más importantes que hay en éste momento en el país, si no es el más relevante. Sobre todo por los imputados, de máxima representación institucional”, expresó Reisfeld.

 

Actualizada 26/04/2017

Vivir para contarlo

Vivir para contarlo

Adrián Furman mira una foto que ocupa toda la pantalla de su celular: es un retrato de su hermano Fabián, con moño y sonrisa, en la fiesta de casamiento, una de las últimas fotos que tiene de él. “Yo ahora tengo 48 y él acá tenía 30. A veces trato de imaginármelo, él ahora tendría 52 años. Para mí ésta es la imagen de él, no cambia. Quedó congelado en el tiempo”, dice sin despegar la mirada del teléfono. Los dos trabajaban en la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA). Fabián atendía a familiares de fallecidos en el cuarto piso en la parte de adelante. Adrián liquidaba sueldos y jornales en la oficina de personal del segundo piso, en lo que era el fondo del edificio.

Sonríe Adrián al recordar el tipo de humor que le divertía a su hermano: “Tenía un humor muy ácido, muy negro. Él trabajaba en Sepelios y eso era muy chocante. Pero él y su compañero Norberto lo tomaban con mucho humor y entre ellos jodían, hacían bromas, se reían bastante de esa situación. Vos lo veías y era una persona seria pero tenía un humor muy bueno”. Del Departamento de Sepelios no sobrevivió nadie. De Servicio Social tampoco. “Del tercer piso para arriba no quedó nadie. Éramos un grupo de amigos. Cada tanto nos encontrábamos fuera de AMIA. Y, de repente, gran parte de mi vida la arrancaron, la cortaron”, relata Adrián.

9:53

El 18 de julio de 1994 comenzó como un día completamente normal para la familia Furman. La tarde anterior habían visto la final del mundial de fútbol de Estados Unidos. “Fabián había venido a casa, no sé si a ver el partido o pasó un ratito, se me borra de la cabeza”, rememora Adrián. Lo más probable era que hubiese pasado a buscar el taxi que trabajaba en sociedad con su padre, Jacobo “Yaco” Furman (quien también había sido empleado en la mutual judía hasta 1992). Los lunes solían ser los francos de Fabián pero aquel lunes fue a trabajar y, como todas las mañanas antes de ir a AMIA, el hijo mayor pasó por la casa de sus padres a dejar el auto para que Yaco lo manejara durante el día. “Mi mamá siempre se levantaba y lo saludaba cuando le daba la llave a mi papá por la ventana. Ese día se quedó en la cama. Y hasta el día de hoy se recrimina porque ese día no se levantó y no lo saludó”, cuenta Adrián, quien entraba a trabajar a las ocho, llegaba, acomodaba sus cosas y subía a ver a su hermano y a Norberto.

“Tipo nueve de la mañana habré subido, estuve con ellos, tomamos un café y a las nueve y cuarto bajé a seguir trabajando. Media hora después fue la explosión”, relata Adrián y recuerda que al principio pensaron que había explotado uno de los equipos de aire acondicionado centrales que estaban siendo instalados. “Fue un momento de oscuridad que explotó todo; se llenó todo de humo y de un olor a amoníaco que no te dejaba respirar; se cayeron vigas; se cayó todo el techo, escombro, vidrios. Lo primero que atiné a hacer fue tirarme abajo del escritorio”, cuenta.

Cuando el humo se disipó y la luz empezaba a volver, el intendente del edificio, una persona que había estado en el Ejército en Israel, los fue guiando para salir del lugar. En el patio del segundo piso había un puente que comunicaba a otro edificio de AMIA sobre la calle Uriburu. Cruzaron ese puente y salieron a los techos vecinos. “Recién cuando nos paramos en el techo de un edificio y miramos para la calle Pasteur nos dimos cuenta de lo que había pasado. Estaba todo destruido. Parecían escenas de la guerra en países de Europa. Parecía la Segunda Guerra Mundial. La mitad del edificio de la AMIA no estaba más. Y ahí me di cuenta de que mi hermano estaba en un lugar que ya no existía”, evoca Adrián y afirma que, a partir de ese momento, su vivencia pasó a un segundo lugar y la única preocupación era encontrar a su hermano. Dice que para él “fue una eternidad” pero no pasaron más de 20 minutos desde el momento de la explosión hasta que pudieron salir a la calle Uriburu a través de un hueco en la pared que habían hecho los bomberos: “Ya era todo un caos. Gente por todos lados, policías, bomberos, gente que pasaba y que venía a ayudar pero nadie sabía qué hacer”.

“Fue un momento de oscuridad que explotó todo; se llenó todo de humo y de un olor a amoníaco que no te dejaba respirar; se cayeron vigas; se cayó todo el techo, escombro, vidrios. Lo primero que atiné a hacer fue tirarme abajo del escritorio”, cuenta.

Su tío tenía un negocio a una cuadra de la mutual que sirvió de punto de encuentro para la familia Furman. Allá fue Adrián con la esperanza de reencontrarse con su hermano. Sus padres, que habían escuchado la noticia por la radio, no tardaron en llegar. “Lo principal era buscar a Fabián, no había otra cosa que buscarlo. Algunos decían que lo habían visto salir. Cuando escuchamos que estaba en el Hospital de Clínicas fui corriendo a ver qué pasaba. Iba,  venía. Iba, venía. En un momento habían vallado la zona y no me dejaban volver a entrar y entre todos pedíamos por favor que me dejen pasar. A las tres horas volví a entrar al edificio por donde había salido. Ahí tuve una perspectiva un poco mejor de lo que había pasado pero igual era inentendible. La mitad del edificio estaba y había un hueco y la otra mitad no estaba más. Y ahí pensaba primero en mi hermano, y en amigos, conocidos, compañeros, quién estaba, quién pudo salir, quién no pudo salir”, recuerda Adrián en voz baja, con una tranquilidad que contrasta con su relato.

Mientras hubo sol, Adrián y su padre iban de un lado a otro. Su madre se quedó todo el día en el negocio de los tíos. A las seis o siete de la tarde, cuando la noche empezaba a asomar, se hizo fuerte la idea de “Ya no hay nada que hacer acá”. Pero Adrián, que había perdido el miedo a la oscuridad, no quería irse: “Lo que me acuerdo es que me subieron a una ambulancia, me dieron un calmante y ahí es cuando bajé un poco los niveles, me subieron a un taxi y me llevaron a casa”. Allá lo estaba esperando Cynthia, con quien luego se casó y tuvo dos hijos pero en ese momento era su novia desde hacía menos de cuatro meses: “Muchas en su lugar se hubieran escapado. Fue un momento muy difícil, bancarse a una persona que recién conocía, con todo el drama que se venía…”.

Después, la incertidumbre. Durante los siguientes siete días Adrián no salió de su casa: “Esperábamos noticias. Iban mi papá o mis tíos a averiguar. Pero cada día que pasaba o cada hora que pasaba, la esperanza era cada vez menor. El domingo a la noche, ya madrugada del lunes, nos avisaron que encontraron el cuerpo. Estaba junto a Norberto, su compañero. Los encontraron a los dos juntos”. A casi una semana del ataque, Fabián Furman fue uno de los últimos en ser hallados. Los encargados de reconocer el cuerpo en la morgue fueron los tíos: “Según lo que contaron, la cara de él era de tranquilidad; no era una cara de susto ni nada. No sé si me lo dijeron para que me sienta mejor o no. Siempre traté de imaginarme cómo habrá sido ese momento para él. Fue uno de mis pensamientos durante muchos años: ¿qué habrá sentido?”, dice Adrián mientras lucha contra su propia mirada, para no perderse.

A partir de ese día, el mundo de Adrián se vino abajo. “Nada tenía sentido en ese momento”, cuenta. Su experiencia como sobreviviente, además, quedó inmediatamente en un segundo plano: “Lo que me había pasado a mí ni me importaba. Nunca asumí mi rol de sobreviviente. Recién ahora estoy pensando: ‘Yo fui sobreviviente de la AMIA. Salí de ahí caminando, por ahí con algunos cortes en la mano, pero salí caminando’. Y mi pregunta es siempre: ‘¿Por qué yo salí y él no salió?’ Mi relación con Dios a partir de ese momento fue más que nada de cuestionamientos y preguntas. Ni creo ni no creo. Me quedé en el medio”, reflexiona Adrián, veintidos años después.

Memoria y Justicia

Graciela prende una vela todos los 12 de noviembre, en el aniversario del nacimiento de su hijo mayor que no llegó a cumplir 31 años. Adrián, que en ese momento tenía 26, siente que es ilógico cada año que pasa después de sus propios 30. Pero la fecha familiar para recordar a Fabián es el 18 de julio. “Es el día en que todo se vincula a él –explica Adrián–. Terminan los actos, voy a la casa de mis viejos, estamos un rato juntos, tomamos unos mates. Igual él está presente todos los días. Desde el año 94 no hay día de mi vida en que deje de pensar en lo que pasó y en él”.

Al principio, Adrián se negaba a participar en actos y agrupaciones. Y sólo hablaba del tema cuando le preguntaban. Pero jamás contaba por iniciativa propia que era un sobreviviente ni que su hermano había fallecido en la AMIA. “Tardé mucho en aceptar lo que había pasado. Me lo callaba, me lo guardaba. Empecé y dejé terapia varias veces, para satisfacer la insistencia de los demás. Lo único que sentí que un poco me cambió y me ayudó a salir fue cuando me contactaron con el Hospital Ameghino de Salud Mental. Estuve yendo un año ahí. De a poco fui largando los problemas. Pero todavía siento la carga. Me tuve que acostumbrar a vivir con esto, lo voy a llevar toda la vida”, este proceso que relata Adrián coincide con su decisión de entrar a la Asociación 18J, familiares, sobrevivientes y amigos de las víctimas donde ya participaban sus padres y cuya idea es la lucha, buscar la verdad y la justicia.

En la intimidad de la casa, el padre asumió el rol de contención. “Él se comió toda esa angustia para poder apoyar a mi mamá que fue a la vista la que más sufrió. Trataba de contenerla, de apoyarla, de estar bien para ayudarla a ella. Creo que en la soledad ahí le salía toda la angustia pero nunca iba a demostrar ante los demás que estaba muy mal”, observa Adrián.

Adrián muestra la foto de su hermano: «Para mí ésta es la imagen de él, no cambia. Quedó congelado en el tiempo”.

Su mamá, en cambio, tuvo la necesidad de contar, de participar y de estar en todo lo que podía. Incluso se juntó con otros familiares y formaron parte de la querella. “Tenía que estar todo el tiempo mostrando que estaba ahí, buscando la justicia, la verdad, que nunca se olvide. Necesitó canalizar de esa manera su angustia”, analiza Adrián. También recuerda que cada tanto su madre tenía caídas anímicas en las que dormía todo el día y resultaba muy angustiante para la familia, hasta que entendieron que había que esperar a que pasen esos momentos, y a que recargara energías para seguir. Graciela nunca dudó de que el camino era hablar, verbalizar. “Ella fue de la idea de contar a todos. Cuando Ariel, mi otro hermano, tuvo a mi sobrina, la primera nieta, mi mamá la cuidaba y siempre le fue contando desde chiquita lo que había pasado, y por ahí mi cuñada no quería que le cuente pero ella le contaba”, resume Adrián, cuyos dos hijos también saben todo lo que pasó. Ayer, por primera vez, lo acompañaron ambos al acto convocado por la Asociación 18J en Plaza de Mayo. “El mayor hace tiempo que me acompaña. El más chiquito es la primera vez. Hasta ahora no había caído en vacaciones y yo prefería que vaya a la escuela y que lo escuchen ahí. Pero este año me pidió venir”, cuenta Adrián con una sonrisa.

Después del atentado, Adrián volvió a trabajar a la AMIA: “En ningún momento pensé en no volver”. Estuvo en el edificio de Ayacucho hasta el año 1996, cuando se empezó a hablar de la reconstrucción de Pasteur 633. “Dije: ‘Yo a Pasteur no vuelvo’. Renuncié y ahí empezó toda una cadena de trabajos que fue siempre cambiante, ninguno me gustaba, deambulaba de un lado para otro”, recuerda. Recién pudo volver a entrar al edificio en 2004, cuando lo invitaron a un desayuno por el décimo aniversario: “Cada paso que daba ahí adentro era terrible, cada espacio físico, cada lugar donde yo pasaba. Me imaginaba qué era antes ese lugar, qué había, qué no había. Después tampoco volví a entrar por mucho tiempo. Al principio ni siquiera podía pasar por la cuadra. Toda la zona me moviliza”, confiesa Adrián.

“Lamentablemente hace 22 años que pasó y estamos igual que el primer día o peor. Porque todas las pistas que podrían haber encontrado ya no están más, no existen, las perdieron, las borraron o las escondieron. Yo pienso que nunca se va a saber lo que pasó. No hay voluntad y no hay nadie que diga: ‘Bueno, vamos a investigar bien, caiga quien caiga’. Por eso cada vez soy más negativo”, confiesa Adrián Furman. Cree que todo sigue por la memoria porque la justicia, insiste, no sabe si va llegar: “Si no fuera por nosotros o por otras agrupaciones, cada año se iría diluyendo hasta que llegue un punto en que se olvide. Tengo que tomar la posta de mis viejos y tratar de que esto nunca se olvide, no sé si voy a poder, ellos no sé dónde la sacan pero tienen muchísima fuerza y hacen muchísimo más que cualquier otro. Espero poder seguir adelante como hacen ellos”, desea en voz alta. “Para mí, lo importante, es que la memoria de mi hermano quede siempre presente”, subraya.

“Él es mi hermano mayor y yo el chiquito”

Algunas fotos. Un reloj. La campera negra que usó ese lunes y que después formó parte de una muestra itinerante. Una birome. La billetera. Y el VHS del casamiento, al que Adrián aún no se atreve a darle play porque “todos los amigos de la AMIA están en el video”. Eso es todo lo que conservan de Fabián Furman, el resto de la ropa se regaló. “A veces me desespero porque quiero acordarme de la voz de él, cómo era la voz de él y se me borra”, se apena Adrián y se apura en asegurar que tiene el mejor recuerdo de su hermano. “Para mí, era el mejor. Ahora tengo 48, entrando en la vejez, pero él sigue siendo mi hermano mayor y yo el chiquito”.

¿Cómo era Fabián?

Para mí él era un ejemplo, era una excelente persona, bueno, muy trabajador, siempre estaba cuando lo necesitabas. Yo lo tenía muy arriba. Nunca se lo dije. Era mi hermano mayor y muchas cosas de las que él hacía me servían como ejemplo o como motivación. Terminaba de trabajar en la AMIA siete u ocho horas y agarraba el taxi de mi papá y seguía trabajando hasta las ocho o nueve de la noche. Pensaba en progresar, en salir adelante. Teníamos amigos en común, la gente del trabajo, y no te digo todos los fines de semana pero fin de semana por medio salíamos todos juntos a alguna casa o cumpleaños. Además de mi hermano también era un gran amigo. Es como que de repente te arrancan todo lo que tenés.

¿Qué le gustaba hacer cuando no trabajaba?

Le gustaba recibir gente en su casa, era anfitrión, hacía asados, le gustaba mucho cocinar. Ya cocinaba cuando vivía en la casa de mis viejos y después cuando se mudó era el cocinero de la casa. En ese momento él pensaba mucho en progresar y en trabajar, pensando que, en un futuro, no les falte nada. Trabajaba hasta quince horas por día. Y los fines de semana también, porque por ahí hacía los turnos en Sepelios.

Fabián se había casado en 1992. “Eran muy felices ellos. Estaban muy bien. Se los veía como una pareja muy fuerte. Habían comprado una casa que la hicieron a pulmón los dos, la reformaron. Me acuerdo siempre de esa casa, porque era como el símbolo de él. Me acuerdo un momento en que todos trabajamos ahí, los amigos de AMIA venían a ayudar a pintar, a picar paredes, a ayudar a levantarla. Y después de eso yo no pude volver nunca más. Mi cuñada vivió un tiempo ahí pero después se mudó”.

A Adrián no le gusta el mes de julio, dice que quiere que pase rápido. Sin embargo, habla lento, pausado, recuerda con tranquilidad, como reviviendo cada minuto, cada detalle. Tal vez prefiera el recuerdo tácito, aunque confiesa que cada vez habla más y disfruta de las sorpresas de la memoria. A pesar de su escepticismo con respecto a la justicia, hay algo del orden de la esperanza que sigue en pie. Y es que, si uno mira detenidamente, en el fondo de sus ojos transparentes está también latiendo Fabián. Y Norberto. Y Claudio. Y Agustín. Y Paola. Y el mozo de la esquina. Y cada una de las 85 historias que necesitan no sólo de esa mitad de la AMIA que sobrevivió a la explosión sino también de cada uno de nosotros para no ser olvidadas.

Actualizada 19/07/2016

Justicia, justicia perseguirás

Justicia, justicia perseguirás

Como cada 18 de julio,  a las 9:53 comenzó el acto en conmemoración por los 22 años del atentado a la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) organizado por Memoria Activa, una de las agrupaciones que nuclea a familiares y amigos de las 85 víctimas del atentado. En simultáneo, la dirigencia de la colectividad judeo-argentina realizó el tradicional acto en Pasteur 633 donde el 18 de julio de 1994 explotó la bomba que destruyó el edificio de la mutual. De ésta última ceremonia participó brevemente el presidente Mauricio Macri.

Diana Malamud es integrante de Memoria Activa. Según ella, esta fecha siempre es difícil: “Uno piensa que cada año va a ser menos duro, pero la realidad es que los años pasan y uno vuelve a revivir aquel día”. Malamud perdió a Andrés, su esposo, en el atentado.

Como cada 18 de julio, a las 9:53 comenzó el acto en conmemoración por los 22 años del atentado a la Asociación Mutual Israelita Argentina.

El acto en Plaza Lavalle comenzó con la lectura de los nombres de los muertos, acompañados por el grito de “¡Presente!” de los asistentes. Los participantes, además, aprovecharon para repudiar la reciente presencia de neo nazis en la Casa Rosada, en un encuentro de juventudes política organizado por el actual gobierno.

El sonido del shofar, instrumento ritual utilizado en festividades judías como forma simbólica de convocar al pueblo, antecedió a los oradores. El primero fue Gerardo Mazur, miembro de Memoria Activa, quien inició su discurso exclamando “22 años, ¿es necesario decir algo más?”. Le siguieron Taty Almeida de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora; el escritor y periodista Mempo Giardinelli; el humorista Roberto Moldavsky y Rodrigo Borda, abogado de Memoria Activa y del CELS. Todos denuncian la complicidad y el encubrimiento de la dirigencia de AMIA y la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas (DAIA).

Mientras que en Pasteur 633, en el acto “oficial” le rendían tributo a la memoria y la labor de Alberto Nisman, ex fiscal de la causa, Malamud señaló que reiteradas veces denunciaron su incompetencia y que pidieron su remoción. Ahora la Unidad Fiscal AMIA se encuentra a cargo de Sabrina Namer, Roberto Salum y Leonardo Filippini. “Lo que ellos plantean es que había muchísima documentación sin clasificar, sin digitalizar, toda mezclada. Realmente la fiscalía era un caos”, cuenta Malamud y agrega: “Es más, nos enteramos de cosas que te dejan con la piel de gallina. Nosotros durante muchos años reclamamos que se hiciera un banco de datos genéticos porque hay restos humanos que no han podido ser chequeados con muestras de ADN y Nisman siempre nos decía que eso era muy difícil para los familiares. Y nos venimos a enterar 22 años después que de los muertos se había extraído ADN”.

“Uno piensa que cada año va a ser menos duro, pero la realidad es que los años pasan y uno vuelve a revivir aquel día”, dice Diana Malamud (FOTO).

Acerca de la presencia Macri en el acto central, Horacio Verbitsky, periodista y presidente del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) recordó que el primer mandatario fue denunciado por otorgarle un cargo público a Jorge el Fino Palacios (imputado en la causa por encubrimiento) y que también fue sobreseído de la causa de escuchas ilegales. “De parte de él (Macri) es obviamente una cuestión de oportunismo, y además  eso tiene que ver con el poco interés que la dirigencia de la AMIA y la DAIA tienen en el esclarecimiento del atentado. Ellos no representan a las víctimas, ellos son los titulares de los derechos del edificio, por lo cual han cobrado indemnización. Y bueno, si el problema es el edificio, ¿por qué les va a molestar que esté Macri presente si el Estado les ha pagado la indemnización?”

En su discurso, Mempo Giardinelli afirmó: “Desde hace 22 años, el Estado argentino es incapaz de esclarecer, juzgar y condenar a los culpables”. Asimismo, criticó al gobierno actual por recibir militantes neo-nazis en Casa Rosada y condenó a Claudio Avruj, Secretario de Derechos Humanos, por no haber repudiado el hecho.

Respecto a la entrevista que brindó a La Nación Antonio Jaime Stiuso, Verbitsky afirmó que el ex director de operaciones de la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE) tenía un acuerdo con la inteligencia estadounidense e israelí para culpar a Irán y desviar la investigación de la pista siria. “Sabemos perfectamente, por el juicio de encubrimiento, todo lo que se hizo para no investigar la participación de Siria en el atentado, porque esto al presidente Menem lo involucraba personalmente, a él y a sus relaciones familiares. Al gobierno de Israel le interesaba porque en ese momento estaban embarcados en una negociación de acercamiento con Siria y no querían perturbar eso con una denuncia de ese tenor. Y Estados Unidos porque geopolíticamente ellos habían elegido el señalamiento contra Irán como eje de su política de Medio Oriente”, denunció el titular del CELS.

Taty Almeida de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora.

En agosto se cumplirá un año del inicio del juicio por encubrimiento en el que están imputados el ex presidente Carlos Menem; el ex juez federal Juan José Galeano; Hugo Anzorreguy, ex secretario de la SIDE; Jorge el Fino Palacios, ex comisario de la Policía Federal y ex jefe de la Policía Metropolitana, y el ex presidente de la DAIA, Rubén Beraja, entre otros. “Es un juicio duro”, dijo Malamud. “Es sorprendente escuchar todos los testigos que desfilan: Nadie recuerda nada, sufren todos de amnesia, es como increíble. De todos modos, lo que queda claro son todas las irregularidades que se cometieron y eso sale a la luz. Es lo que ya sabíamos Imagino que va a haber condena firme contra todos ellos”.

Además de Memoria Activa, existen otras agrupaciones que nuclean a familiares y amigos de las víctimas del atentado a la AMIA. Por un lado se encuentra 18J, que realizó un acto en Plaza de Mayo al mediodía y, por el otro, está la Agrupación por el Esclarecimiento de la Masacre Impune de la AMIA (APEMIA), que organizó una mesa debate en la Asociación de Abogados de Buenos Aires a las 18:30. Según Enrique Burbinski, integrante de Memoria Activa, esta división responde a las distintas formas de ver el mundo que tienen los integrantes de cada agrupación. “A los familiares los une el horror, la muerte de un ser querido. Tienen derecho a expresarse donde lo consideran adecuado. Los queremos, los respetamos y entendemos que en la vida también hay diferencias”, aseguró Burbinski, quien cerró el acto con la ya tradicional frase bíblica: “Justicia, justicia perseguirás”.

Actualizada 19/07/2016

 

“Un juicio molesto que va contra el sistema judicial»

“Un juicio molesto que va contra el sistema judicial»

El Tribunal Oral Federal Nº 2 lleva adelante el que quizá sea el juicio más importante en la vida institucional argentina, después del proceso que condenó a las Juntas Militares de la última dictadura. Están sentados en el banquillo de los acusados un ex presidente de la Nación, un ex juez federal, un ex titular de la Secretaría de Inteligencia del Estado, dos ex fiscales de la Nación y un ex comisario General de la Policía Federal, entre otros imputados. Nunca antes, tantos y tan altos funcionarios públicos llegaron a esta instancia. Todos están acusados por desviar la investigación del atentado a la AMIA.

En 2004, el Tribunal Oral Nº 3, que debía juzgar a los supuestos colaboradores argentinos en el atentado –la denominada “conexión local”–, absolvió a todos los imputados, declaró nula la causa debido a las irregularidades que se hallaron, y denunció por encubrimiento a los responsables de aquella investigación. El pasado 6 de agosto se inició, en los Tribunales de Comodoro Py, el juicio por encubrimiento que se propone juzgar a todos los involucrados en la desviación de la investigación sobre el atentado de julio de 1994, cuando murieron 85 personas.

Entre los actuales imputados se encuentran el ex presidente Carlos Menem, el ex juez federal Juan José Galeano, el ex jefe de la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE) Hugo Anzorreguy, el ex comisario a cargo de la Unidad Antiterrorista Jorge El Fino Palacios (primer jefe de la Policía Metropolitana), los ex fiscales Eamon Mullen y José Barbaccia y el ex titular de la DAIA (Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas) Rubén Beraja. Otro de los acusados es Carlos Alberto Telleldín, propietario de la camioneta que explotó en la puerta de la AMIA e imputado por haber recibido dinero de parte de los funcionarios para acusar a un grupo de policías bonaerenses liderados por el ex comisario Juan José Ribelli.

ANCCOM entrevistó a Luciano Hazan, Subsecretario de Política Criminal y responsable de la unidad Especial AMIA del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos que representa al Estado Nacional en la demanda contra los presuntos encubridores. Las otras cinco partes que componen las querellas son los policías absueltos en la investigación anterior, la AMIA y la DAIA y las agrupaciones de familiares de las víctimas Memoria Activa, APEMIA y 18J. “La responsabilidad del Estado de cumplir con sus obligaciones frente a las víctimas, frente a la sociedad argentina y frente a la comunidad internacional, es lo que lleva al gobierno, desde el Ministerio de Justicia, a actuar como querellantes en esta causa”, asegura Hazan.

Hace dos meses que comenzó el juicio, ¿cómo se está desarrollando?

El juicio está avanzando de acuerdo a lo esperado. Están declarando los imputados, estamos en esa etapa de indagatorias. Si bien ya conocíamos las versiones y las estrategias de la defensa de cada uno de los imputados, siempre en el juicio oral, se van encontrando detalles. También está la posibilidad de hacerles preguntas a los imputados, cuando lo permiten, y tratar de profundizar sobre cómo sucedieron los hechos. Por eso para mí, hasta ahora, una de las declaraciones indagatorias más fructíferas fue la de Telleldín, en donde también nosotros pudimos preguntar. El juicio está avanzando de manera lenta pero a paso firme. De manera lenta porque se está haciendo una sola audiencia semanal, y esto es un problema porque va a estirar mucho los plazos del proceso. Pero es la realidad que tenemos. El presidente del Tribunal Oral Federal 2, Jorge Gorini, también integra el Tribunal en el juicio por la Tragedia de Once. Por eso, a partir de fin de año, cuando termine ese proceso, vamos a poder tener dos audiencias por semana, y ahí va a tener un ritmo mucho más ágil. Pero es valioso que el juicio haya empezado, hace tiempo que veníamos peleando por eso. Están culminando las declaraciones indagatorias, después entraremos en la etapa de escuchar a los testigos.

Luciano Hazan, Subsecretario de Política Criminal y coordinador de la Unidad Especial de Investigación del atentado a la AMIA, por el juicio a la causa de encubrimiento en la investigación sobre el atentado. Buenos Aires. 2 de octubre de 2015. FOTO: Romina Morua. ANCCOM UBA

Entre los actuales imputados se encuentran el ex presidente Carlos Menem, el ex juez federal Juan José Galeano, el ex jefe de la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE) Hugo Anzorreguy, el ex comisario a cargo de la Unidad Antiterrorista Jorge El Fino Palacios (primer jefe de la Policía Metropolitana), entre otros.

 

¿Por qué era tan importante que no se demorara más el juicio en la etapa inicial?

Si este juicio fuera en el futuro, con la reforma del Código Procesal Penal de la Nación –que comenzará a regir en 2016– sería un juicio más ágil. Por ejemplo, ahora lo que se hizo, para no demorar más tiempo, fue leer una síntesis de la acusación –y no la totalidad que puede ser hasta de 500 páginas– y esto, afortunadamente, acortó mucho los tiempos. Pero de todas formas, aún de manera resumida, tuvimos dos audiencias de lectura de acusación. Tuvimos dos semanas simplemente para leer algo que todos conocíamos. Son parte de las deficiencias de nuestro Sistema de Justicia Penal, que estamos tratando de cambiar. Queríamos que se avance con las declaraciones de los imputados y con la prueba en sí misma. Ir al núcleo del juicio. Lo que todos queremos es empezar a escuchar a los testigos, que se empiece a dilucidar un poco más la verdad sobre lo ocurrido, y acercarnos más a las condenas que estamos buscando.

¿Este juicio va ayudar a encontrar la verdad?

Yo creo que apunta a que encontremos la verdad en relación sobre el encubrimiento, que es el objeto de este juicio. Estamos escuchando a los imputados, vamos a escuchar a los testigos, las versiones de unos y otros. La verdad es algo un poco ambiciosa, si se quiere, en términos estrictos. Los abogados decimos que siempre es la verdad judicial ya que la verdad tiende a ser siempre relativa. Lo que va a suceder es que los hechos se van a poner sobre la mesa y sobre eso se construye, sobre eso surge una verdad. En ese sentido, va haber una verdad judicial sobre el encubrimiento del atentado a la AMIA, eso está claro. Ahora, sobre la verdad del atentado, seguro que uno es menos ambicioso, aunque siempre tengo la expectativa de que alguna cosa se conozca. Porque si, a partir de esto, queda más en claro quién encubrió y por qué encubrió, por lo menos se pueden empezar a abrir líneas de investigación nuevas o profundizar algunas líneas existentes en relación con quienes pudieron haber cometido el atentado. Sobre todo en relación con la conexión local. Porque este es un juicio contra todas personas argentinas, que están acá entre nosotros. Y seguro que hubo partícipes del atentado en Argentina. Este juicio nos puede arrojar alguna pequeña luz sobre eso.Obviamente, no creo que se vaya a resolver la verdad sobre los autores del atentado a la AMIA. La verdad que lo que sucedió fue gravísimo, en términos institucionales. Son delitos muy graves y es importante que las personas que cometieron estos delitos sean sancionadas. Que se sepa quiénes fueron, por qué lo hicieron, y de esta manera uno avanza también en términos de fortalecer las instituciones y tratar de evitar que estas cosas vuelvan a ocurrir.

¿Cuáles cree que pueden ser los imputados o testigos que aporten más información?

Hay que esperar. Todos los testigos que van a estar en el juicio son importantes. Va a estar Cristina Kirchner como testigo, que es una persona que conoció y estudio mucho el caso. Van a estar los familiares, que son quienes sufrieron en carne propia la mentira de quienes hoy están sentados en el banquillo de los acusados. Van a estar los policías que estuvieron en prisión debido a esta maniobra, cuando se comprobó que no tenían relación con los hechos. Aunque algunos de los imputados ahora están diciendo que sí tenían. Eso habrá que verlo en el juicio, que sirve justamente para poder evaluar los hechos y las pruebas. Después tenemos a testigos importantes, como Claudio Lifschitz, que fue una persona que trabajó adentro del juzgado y, desde adentro, contó las irregularidades. Sus denuncias fueron las que dieron el inicio a esta causa, que se inició en el año 2000, después de que empezará a contar lo que vio como prosecretario del juzgado.

También está citado como testigo (el ex agente de inteligencia Jaime) Stiusso. Aunque todos sabemos que no está en el país, la expectativa de que declare la seguimos teniendo. Pero obviamente tiene que estar acá o lo tienen que traer para hablar, si es que no viene por su propia voluntad. Su testimonio tiene potencialidad de ser importante porque fue una de las personas que protagonizó la investigación. La verdad es que de todos los testigos esperamos aportes importantes.

¿Cuál es el rol que cumple el Estado como parte de la querella en esta causa?

Lo que busca es cumplir con una obligación asumida ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), tras una petición que hicieron los familiares agrupados en Memoria Activa. Las víctimas denunciaron al Estado por incumplir sus deberes de prevención y, además, por el encubrimiento del atentado y la privación de justicia. Néstor Kirchner, en el año 2005, ante la CIDH y las víctimas, admitió la responsabilidad del Estado por todas estas irregularidades. Que en realidad a mí me gusta llamarlos delitos, que es lo que son, cometidos por parte de funcionarios estatales. Kirchner se comprometió a una serie de medidas. Una de ellas fue cumplir con una agenda de trabajo que tenía varios aspectos: uno era impulsar la causa del encubrimiento, otro era fortalecer la Unidad AMIA del Ministerio de Justicia y la Unidad Fiscal de Investigación, para lo que se creó la Fiscalía que después quedo a cargo de (el fallecido Alberto) Nisman. Otra cuestión era reformar el Servicio de Inteligencia del Estado. Para cumplir con los objetivos hay un decreto del año 2006, donde el entonces presidente le asignó al Ministerio de Justicia –y en particular a la Subsecretaria de Política Criminal– que asuma la querella en este caso. La responsabilidad del Estado de cumplir con sus obligaciones frente a las víctimas, frente a la sociedad argentina y frente a la comunidad internacional, es lo que lleva al gobierno a actuar como querellantes en esta causa.

De alguna forma ese es el rol que nosotros ocupamos, en paralelo a los fiscales, y a las querellas de otras personas, víctimas del atentado, que se han presentado y cumplen un rol similar, coordinado con el nuestro.

¿El cambio de gobierno puede modificar el impulso que tomó la causa?

Yo pienso que va a ganar el partido que hoy está en el gobierno y, en ese sentido, tengo la expectativa de que el impulso va a seguir siendo el mismo. Si gana otro partido, tengo mis dudas de que este juicio permanezca. Pero es una especulación mía, basada en los mensajes que los dirigentes de otros partidos han dado. Creo que este gobierno ha dado muchas señales de su interés en que este juicio avance, de que empiece y que termine bien. Y la verdad es que no he visto mensajes de los otros candidatos o de las otras agrupaciones políticas que compiten en la elección. Hoy se puede mencionar el hecho de que la Presidenta haya hablado en las Naciones Unidas específicamente de este juicio, también en la última Asamblea Legislativa, y en las anteriores, que también habló sobre la importancia de que este proceso se lleve a cabo.

¿Esas menciones tuvieron repercusiones en el juicio?

No, la verdad que no. El juicio sigue con toda normalidad, está funcionando bien. Yo creo que le hace bien la posición política de la Presidenta. Me pareció que fue un respaldo a todos los actores que están empujando este juicio oral. Después que la Presidenta haya mencionado el juicio en la Asamblea de las Naciones Unidas como algo importante que se está haciendo en Argentina hubo una audiencia y el juicio siguió con la misma normalidad; pero claramente fortalece el proceso. Y también es un mensaje de que esto va a seguir así.

Tal vez eso también funciona para darle más difusión…

Si hay algo que deseo para que este juicio ande bien es que sea lo más público posible. Por eso siempre invitamos a los medios de comunicación a que lo cubran. Desde la agencia de noticias del Ministerio de Justicia, Infojus, armamos un diario del juicio para informar sobre lo que va pasando.

Queremos que venga la gente a las audiencias. A mí me gustaría, inclusive, si un canal de televisión quisiera filmar a algún testigo; sería algo muy saludable que la gente pueda observar lo que está pasando. Porque los juicios son públicos para generar transparencia. Y como toda la gente no puede presenciar las audiencias, los medios de comunicación deben garantizar la publicidad. Es importante escuchar a los testigos, ver cómo trabajan los abogados. Incluso, por las actitudes que van teniendo unos y otros, se puede ir formando una idea de cuál es la realidad.

Recién comentó que la causa empezó en el 2000, ¿por qué se demoró tanto el inicio del juicio oral?

Por muchos factores. En términos políticos, había mucha gente que no quería que este juicio se haga. Es un juicio claramente molesto ya que va en contra del sistema judicial. Están sentados en el banquillo actores clave del sistema de justicia penal federal de Argentina: un ex juez federal (Juan José Galeano), dos ex fiscales federales (Eamon Mullen y José Barbaccia), el ex jefe de la SIDE (Hugo Anzorreguy), que históricamente ha tenido una interferencia notable sobre el funcionamiento de la justicia federal. Hay policías federales con roles absolutamente destacados en la justicia federal, como (Jorge) Palacios, que era un investigador privilegiado para los jueces federales durante el menemismo. Todavía, en la etapa de instrucción, hay secretarios judiciales que están siendo investigados y que pueden ir a juicio en un futuro. Acá no solamente está bajo la lupa el encubrimiento del caso AMIA, sino que está bajo la lupa el funcionamiento de la justicia penal federal. Entonces, si quien tiene que hacer la investigación es la institución investigada, aparecen obstáculos. Eso es una explicación política, pero después hay factores estructurales: nuestro sistema de justicia penal es pésimo, por eso lo hemos cambiado y ahora estamos peleando para que se implemente la reforma. Entre las cosas que critica la reforma están las posibilidades de innumerable cantidad de recursos, muchos mecanismos para la dilación y un sistema escrito y muy formalista. Todas cosas que no deberían suceder cuando se implemente la reforma. Después hay otros factores en términos personales, que tienen que ver con el primer factor político: hubo muchos jueces que tenían que intervenir en el caso y que se negaron a intervenir, o fueron recusados o se excusaron, por haber tenido vínculos con algunas de las partes.

Luciano Hazan, Subsecretario de Política Criminal y coordinador de la Unidad Especial de Investigación del atentado a la AMIA, por el juicio a la causa de encubrimiento en la investigación sobre el atentado. Buenos Aires. 2 de octubre de 2015. FOTO: Romina Morua. ANCCOM UBA

«Queremos que venga la gente a las audiencias. A mí me gustaría, inclusive, si un canal de televisión quisiera filmar a algún testigo; sería algo muy saludable que la gente pueda observar lo que está pasando. Porque los juicios son públicos para generar transparencia», relata Hazan.

 

¿Este juicio puede ser reparador para los familiares de las víctimas?

Es totalmente reparador. Si efectivamente hay una sentencia condenatoria para quienes cometieron estos delitos, será claramente de reparación para las víctimas. Y en este caso en particular, teniendo contacto con las víctimas, uno advierte la importancia que le dan. De hecho, las víctimas han dicho de manera pública que tienen gran expectativa en este juicio, sobre todo aquellas que están agrupadas en Memoria Activa, en Apemia, en 18J, que presencian todas las audiencias. Ellas lo están impulsando y por eso se han presentado como querellantes. El juicio tiene un gran valor simbólico y un efecto reparador en términos de las violaciones a los derechos que han sufrido. Es importante que toda la sociedad entienda qué pasó. Porque durante mucho tiempo, incluso todavía ahora, hay mucha gente que cree que lo que sucedió fue la historia oficial que nos contaron en un inicio y, en realidad, ese relato se cayó en el primer juicio porque era todo una mentira. Todavía hay disputas comunicativas en este sentido. De hecho, nos han querido confundir cuando, a principio de este año, se quiso hacer pensar a la gente que había otro encubrimiento y, por eso, se acusó a la Presidenta y al canciller de un encubrimiento ficticio. En términos comunicacionales, se quiso empezar hablar de otro supuesto encubrimiento justo cuando este juicio estaba a punto de empezar. También ahora muchos medios le quieren cambiar el nombre de “juicio por el encubrimiento de la investigación del atentado a la Amia”, por el “Juicio Amia II”.

¿Cómo es el trabajo entre las distintas querellas?

Más allá de alguna diferencia que se puede notar, las querellas en este juicio tenemos muy buen diálogo y coordinación con todos. Inclusive hay algún nivel de coordinación con las querellas de los policías. Hay diferencias, obviamente; por eso hay distintas agrupaciones y no están todas las querellas unificadas. Pero lo que ha quedado claro, por lo menos hasta ahora, es que todas apuntan al mismo lado. Salvo en el caso de las querellas de AMIA y DAIA, que decidieron no acusar a algunos de los imputados. Y las querellas de los policías, ellos tampoco están acusando a otro grupo de los imputados, que son (Carlos) Telleldín y (su esposa Ana) Boragni. Puede haber matices pero hay un trabajo coordinado y hacia el mismo lado.

¿Cuáles van a ser las audiencias más relevantes a futuro?

Hasta ahora todas las audiencias fueron importantes, puede ser que haya alguna variación más adelante. Se espera que declare Anzorreguy, estamos a la espera de los estudios para ver si está en condiciones de salud para hacerlo. Después van a declarar los policías que fueron falsamente imputados, que fueron los que estuvieron contando palitos contra los barrotes durante muchos años y tienen mucho para decir. Ellos vieron de primera mano la investigación y las irregularidades, esas van a ser declaraciones testimoniales absolutamente ricas e importantes. Después van a venir las declaraciones de los familiares de las víctimas del atentado, que también vivieron las mentiras y eran excluidos de la investigación.

“Estamos en la puerta de un juicio que va a ser muy difícil”

“Estamos en la puerta de un juicio que va a ser muy difícil”

Diana Malamud perdió a su esposo, Andrés, en el ataque terrorista a la sede de la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) en 1994. Desde entonces, junto a otros familiares y amigos de las 85 víctimas, exige justicia. La semana próxima se cumplirán 21 años del atentado impune, en medio de los debates sobre la validez del Memorándum entre Irán y Argentina que permitiría tomar testimonio en Teherán a los iraníes acusados de planificar el atentado. El 6 de agosto, a su vez, comenzará el juicio oral por encubrimiento en la investigación, donde están imputados el ex presidente Carlos Menem, el ex secretario de Inteligencia Hugo Anzorreguy, el ex juez federal Juan José Galeano y Carlos Telleldín, acusado de haber recibido dinero de la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE) para desviar la pesquisa. También se sentarán en el banquillo los ex fiscales Eamon Müllen y José Carlos Barbaccia; el ex titular de la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas (DAIA) Rubén Beraja y el ex jefe de la Policía Federal,  Jorge El Fino Palacios.

¿Qué implica para los familiares que forman parte de  Memoria Activa el inicio del juicio por encubrimiento?

Es algo por lo que hemos luchado tanto tiempo, y que se postergaba una y otra vez, que estamos convencidos de que esta es la única posibilidad que tenemos para desenmarañar el encubrimiento, y entender por qué llegamos a esta situación. Porque, en realidad, toda esta gente que está inculpada, funcionarios políticos y judiciales, son de alguna manera, responsables de que  21 años después no tengamos ni verdad ni justicia. Porque de la causa AMIA no sabemos prácticamente nada, no se avanzó.

¿Qué hizo que se demorara tanto el proceso?

Los motivos de la tardanza fueron, fundamentalmente, maniobras políticas, en donde la corporación judicial dilató todo, los acusados interponían recursos, una apelación tras otra… Otra de las cosas que ocurrió fue la dificultad para conformar el Tribunal Oral Federal: se excusaron trece jueces, dijeron que no podían hacerse cargo por diferentes razones, fundamentalmente porque muchos de los imputados forman del Poder Judicial. El ex juez Galeano, los fiscales, el ex jefe de inteligencia, todos tienen relación entre todos, por lo que ningún juez quería integrar el tribunal. De hecho, acabó conformado con una jueza que es de otro fuero, no del Penal. El Tribunal quedó compuesto por los jueces Néstor Costabel, Jorge Gorini y Karina Perilli.

¿Piensa que la partidización influyó en las investigaciones?

Sí, eso ha venido sucediendo desde hace mucho tiempo en la causa. Creo que el tema del Memorándum, y el tema de la muerte del fiscal Alberto Nisman marcaron también hitos dentro del proceso que hicieron que, de alguna manera, hubiese más presión para que se aceleren los tiempos.  La partidización sí tiene que ver, no sé si para bien o para mal. La realidad es que hoy estamos en la puerta de un juicio, que va a ser muy difícil, y estamos preparados para eso.

¿Cómo veía Memoria Activa la actuación del fiscal Alberto Nisman?

Era un desastre. Nosotros lo denunciamos  en reiteradas oportunidades, tanto de manera informal -a través de nuestros comunicados y en nuestros discursos-, como también formalmente ante la Procuración General de la Nación, en tres oportunidades. Pero nadie nos escuchaba, y nadie nos creía que la causa estaba absolutamente estancada, y que Nisman no hacía absolutamente nada para que avanzara. Es lamentable, porque se perdió mucho tiempo.

¿Qué opina de las diferentes posturas de las otras organizaciones de familiares?

Los familiares tienen derecho a tener la postura que quieran, de todos modos todos ellos son víctimas. El problema principal es que la querella de la dirigencia de la comunidad judía, tanto de AMIA como de DAIA, haya participado en las maniobras de encubrimiento. De hecho el ex presidente de la DAIA –Rubén Beraja– está inculpado en la causa de encubrimiento. Entonces, por un lado son querellantes, y por otro lado están favoreciendo a los acusados, así que el rol de ellos no queda claro.

¿Qué piensa de los debates sobre el Memorándum de entendimiento con Irán?

El Memorándum Irán no lo firmó, no lo aprobó.  Con lo cual es un instrumento que no tiene validez, más allá de toda la discusión que se está dando respecto de si es Constitucional o no, la realidad es que no tiene validez y que es un instrumento jurídico que evidentemente no sirvió.

¿Y por qué  cree que se sigue debatiendo en el país?

Ahí es donde entra todo el tema político. Instalan el debate mucho más allá del instrumento en sí, pasan a cuestionar quién tiene la razón y cómo se llevan adelante las cosas, y eso tiene que ver con toda la pelea que hay a otros niveles. La verdad es que hoy, discutir por un memorándum que se firmó hace casi ya tres años, y que nunca fue ratificado por la contraparte, no tiene sentido.

¿Cómo ve a futuro el avance de las causas y del proceso judicial que se inicia?

Esperamos que todas estas personas que son responsables de que hoy no tengamos nada sean declaradas culpables. Creo que a los familiares, de alguna manera, nos va a ayudar a ir reparando algunas cosas. Respecto de la causa principal, más allá de la nueva fiscalía que tiene voluntad de investigar, me parece que tantos años después realmente es muy difícil que sepamos bien qué pasó. Y mucho más complicado es que traigan a los imputados para hacerlos declarar. Pero bueno, nosotros seguimos en la lucha, y el viernes que viene hacemos otro acto como cada año. El acto en conmemoración a nuestros familiares muertos a 21 años del atentado, lo hacemos en la Plaza Lavalle, el viernes 17 a las 09.30.

¿Cree que el cambio de Gobierno puede afectar la situación?

Siempre  afectan de alguna manera estas cosas pero el juicio ya va a estar iniciado y es algo que no se va a poder parar aunque se quiera.

Diana Malamud en el barrio de Palermo de la Ciudad de Buenos Aires.

Diana Malamud en el barrio de Palermo de la Ciudad de Buenos Aires.