Dic 6, 2018 | Géneros, Novedades
Otra vez las mujeres salieron a las calles para exigir que dejen de matarlas. A las 17 de este miércoles se concentraron frente al Palacio de Justicia de la Nación para marchar hasta Plaza de Mayo con el lema: “Por Lucía y por todas”. Es que el fallo por el caso de Lucía Pérez generó indignación luego de que a los imputados en la causa, Matías Farías y Pablo Offidani, se los absolviera por el asesinato de la joven marplatense de 16 años, y se los condenara por venta de estupefacientes. El tercer acusado, Alejandro Maciel, resultó absuelto, demostrando que para la justicia patriarcal hay una sola culpable de su muerte: la propia adolescente.
Marta Montero y Matías Pérez, la madre y el hermano de Lucía, fueron quienes encabezaron la marcha. El crimen de la joven, allá por el año 2016, fue lo que impulsó la reacción del movimiento feminismo llevando a cabo el primer paro nacional de mujeres, convocado por el colectivo NI Una Menos como forma de protesta contra la violencia de género. Participaron miles de mujeres en todo el país, y hoy la historia se repite, pero ahora coloreada con el pañuelo verde que exige la legalización del aborto libre, seguro y gratuito.
Ludmila Coradino, de 19 años, sostiene que ya no hay precaución que valga para sentirse segura. “Yo no salgo a la calle sola. Ya no me puedo tomar un colectivo, el subte, nada. Si tengo plata uso hasta lo último para tomarme un Uber o lo que sea como para no andar caminando sola. Porque ya ni siquiera tiene que ver con salir de noche”.
El último informe del Observatorio de Femicidios en Argentina Adriana Marisel Zambrano, dirigido por la Asociación Civil La Casa del Encuentro, fue realizado durante el período que abarcó del 1 de enero al 31 de octubre de este año El resultado que arrojó fue de un femicidio cada 32 horas en nuestro país. “Yo marcho hoy para que mañana no marchen por mí”, deja leerse uno de los carteles entre la multitud.
Daniela Samudio, de 29 años, cuenta que sufrió violencia de género, al igual que muchas mujeres que forman parte de su entorno. “Me da miedo salir, me da miedo también salir con alguien que no conozco. Tengo un grupo de whatsapp en el que nos estamos avisando constantemente dónde estamos. Si yo me tomo un Uber, tengo la ubicación encendida todo el tiempo”.
Llegando al Obelisco, un grupo de manifestantes se acostó en el suelo. Tendidas, con los ojos cerrados y con la foto de Lucía en el pecho, para representar la muerte de cada mujer víctima de violencia de género. Es que 2018 se cobró 225 víctimas por femicidio. 250 chicos quedaron sin madre y el 67% de ellos son menores de edad.

«Deberían tener cadena perpetua, no podemos permitir más esto, la terminaron de violar los jueces con la condena que dieron”, dijo Marta Montero.
Vestida de negro y con el pañuelo verde, María Fernanda De Vasconcelos cuenta que sufrió violencia patriarcal y machista con su ex pareja, es decir, violencia económica. “Me recriminaba la desigualdad de salarios que entraban al hogar, y eso ameritaba a ninguneos”. Además cuestionó el (in)accionar del Estado frente a los hechos de violencia: “No responde ni se está haciendo cargo frente a las causas que se les presenta. Está dando un presupuesto de once pesos con cincuenta por mujer. Nos están abandonando. Nosotras tejemos redes de contención de modo horizontal para responder”.
En medio del recorrido hubo una intervención artística que dejaba boquiabierta a quienes pasaban por allí. Un grupo de mujeres colgadas, desnudas, dentro de bolsas plásticas, representando el final trágico que algunas sufren, acompañado con frases como: “Nos están matando” y “Nuestras vidas no son descartables”.
Lourdes Bruno, de 22 años, asistió a la marcha “por Lucía y por todas las chicas que nunca vuelven”, ya que en su entorno hubo violencia de género y habló respecto a la hora de elegir su vestimenta para salir a la calle: “La mirada siempre está y los comentarios te hacen sentir incómoda, antes de pasar un momento de mierda decís “bueno, prefiero cuidarme”.
Carla Martilotta, de 24 años, expresa que ya no tiene miedo de salir a la calle porque se siente acompañada por sus compañeras. “No es que la calle esté más segura o que haya más conciencia en los hombres, ni que nosotras corramos menos peligro, pero la sororidad hizo que una pueda ir caminando más tranquila sabiendo que hay una compañera al lado”.
Alrededor de las 20, desde el acoplado de un camión frente a Plaza de Mayo, Marta Montero expresó el orgullo que siente por la gente que se acercó y los acompañó día a día: “No puedo creer que tanta gente haya tomado el compromiso y que haya pensado que esta hija podría ser de ellos. Gracias por estar ustedes y ser la voz de ella”.
La madre de Lucía también repudió a los jueces, a quienes llamó “sinvergüenzas”, y los acusó de haber sido comprados: “Pensaron que nos íbamos a callar, que les íbamos a tener miedo. Ellos recibieron plata de los narcos y del poder político. Hay autos de alta gama vigilando mi casa, esas mafias que piensan que van a poder con nosotros”.

“Decía que Lucía era una falopera, prostituta. Lo cual si así fuese no tiene derecho a morir como murió”, dijo Matias Pérez.
El grito de “Lucía Pérez/Presente/Ahora y siempre”, copó la plaza. Marta continuo: “Justicia por Lucía, y por tantas otras Lucías que no tienen voz, que no pueden estar, que la familia se derrumbó y no pueden seguir. Estos jueces no tienen idea qué es la violencia de género”. Y pidió que se investigue al municipio de Mar del Plata que carece de políticas públicas y sociales.
Entre mucha emoción fue contundente: “A mi hija la violaron y drogaron hasta matarla, y la seguían violando mientras dejaba de respirar. La peor muerte para un ser humano”. Concluyó: “Deberían tener cadena perpetua, no podemos permitir más esto, la terminaron de violar los jueces con la condena que dieron”.
Las miles de mujeres le abrieron el paso a Nora Cortiñas, de Madres de Plaza de Mayo-Línea fundadora, para que subiera al escenario. Luego de un cálido abrazo, Marta le cedió el micrófono. “Vine para acompañar, porque sé de este dolor. Rechazo la violencia que día a día se desata. Basta de femicidios y de muertes de jóvenes, no puede ser que no puedan salir a la calle y ser libres. Repudiamos al juez que tapa el asesinato de Lucía”.
Gustavo Melmann, papá de Natalia, la joven de 16 años, violada y asesinada por al menos cinco hombres en Miramar, en 2001, agradeció a los presentes y manifestó: “Norita es el ejemplo de cuando declinamos, ella desde la mañana temprano hace más de 42 años se levanta y lucha. Las mujeres están tirando el patriarcado” y repudió el actuar de la justicia marplatense: “Se olvidaron en el fallo que había una joven muerta, ella no existió para los jueces”.
Matías Pérez hizo referencia a que el fallo hizo mención de la vida privada de su hermana: “Decía que Lucía era una falopera, prostituta. Lo cual si así fuese no tiene derecho a morir como murió”. Y terminó sus palabras pidiendo un mundo mejor para los que vengan detrás. La jornada terminó con aplausos y cánticos al pedido de ¡Justicia!
Jun 5, 2017 | Géneros
Una vez más, las calles porteñas se llenaron de mujeres que resisten y denuncian el patriarcado, el acoso y la violencia machista. Solas y organizadas, grandes, jóvenes y niñas, con diferentes elecciones sexuales, todas juntas desbordaron la Plaza de Mayo. El sábado pasado, la tercera marcha “Ni una menos” cerró con un documento consensuado por más de treinta organizaciones que fue leído por la periodista Liliana Daunes y la madre de Plaza de Mayo Nora Cortiñas. “Basta de complicidad estatal”, dijeron.
Mirá la fotogalería de ANCCOM:
Actualizado 04/06/2017
May 31, 2017 | Géneros
El colectivo no partidario de artistas Fuerza Artística de Choque Comunicativo (F.A.C.C.) realizó este martes a la tarde tres intervenciones en la Ciudad de Buenos Aires, con la consigna “Femicidio es Genocidio”.
A las 15:30, unas cien mujeres y un grupo de músicos avanzaron hacia la Pirámide de Mayo. Las cámaras empezaron a captar todo lo que pasaba y los transeúntes, que no sabían de la performance, esperaban ansiosos a que alguien hiciera el primer movimiento.
Cada mujer tomó un espacio y lo hizo suyo; un cartel con la consigna acabó con las conjeturas de los espectadores: “Femicidio es Genocidio”. Una madre con sus hijos, extranjeros en un paseo por la Ciudad, empresarios, comerciantes, trabajadores en general, la espera estaba a punto de acabar.
La música sonaba de fondo con tonos de violín y flauta traversa cuando una voz dijo, “Nombremos a todas, violadas; asesinadas; desempleadas; locas; desaparecidas; vivas y muertas”. De a una, así como fueron convocadas para esta intervención, las chicas se quitaron la ropa hasta quedar desnudas. Poco a poco se fueron amontonando entre sí hasta semejar una pila de cadáveres. La Plaza de Mayo se hacía un eco de todas las formas en las que se podía matar a una mujer. Los rostros lo decían todo, impotencia, rabia, tristeza, incertidumbre.

A las 15:30, unas cien mujeres y un grupo de músicos avanzaron hacia la Pirámide de Mayo.
“Cortarle el cuello. Muerte instantánea”.
Al lado de la estación de subte de la Línea A esperaba, renuente a cualquier cambio, la Policía Federal. El problema no era la disrupción de un espacio público, sino la desnudez. Un cuerpo. Muchos cuerpos. Cada una retornó a su lugar para luego gritar en distintos tonos, intensidades y tiempos, una forma de contar todo lo que las mujeres asesinadas ya no podían expresar. Al son de las bombachas y las bufandas volviendo a su lugar correspondiente, los policías se retiraron y durante las demás intervenciones permanecieron expectantes pero alejados.
Después se inició una caminata hacia Tribunales. Pocas miradas de asombro al pasar, nadie cuestionó a las 150 personas que iban juntas por las calles de la Ciudad, se aceptó su existencia o se las ignoró.
La travesía se convirtió en una película de ficción. Una patrulla de la Gendarmería les pisaba los talones pero al llegar a la 9 de Julio se distanciaron. Luego, llegando a Paraná y Lavalle, como un guiño de la violencia que el grupo estaba denunciando, un hombre tiró un puñado de papeles de esos que todos sabemos que sirven, muchas veces, de tapadera para la trata de personas, pero que el Poder Judicial sigue sin cuestionar.

Cada mujer tomó un espacio y lo hizo suyo. “Femicidio es Genocidio» fue la consigna.
“Estrangularla. De uno a quince minutos”.
La performance al frente de la Corte Suprema de Justicia de la Nación resonó con cada foto de celular, con cada golpe de mazo al tambor zurdo y con cada aplauso. Las puertas se cerraron luego de alzar el cartel de “Femicidio es Genocidio” y desde las ventanas sus trabajadores miraban sin inmutarse como quien elude su responsabilidad política y social, porque según el Instituto de Políticas de Género Wanda Taddei, en la Argentina matan a una mujer cada 18 horas.
Un hombre gritó “argentinos, basta de matar a nuestras mujeres”. Una frase que se perdió entre los sollozos y el bullicio de la calle. Una frase que sin acción, pierde sentido y se convierte en cualquier otra cosa que se podría decir en 140 caracteres.
“Quemarla. Ocho minutos”.
Las cámaras de los celulares ocasionales que registraban la escena representaron a la violencia simbólica de tratar a las mujeres como objetos. El zoom a los pechos predominó y las fotos de sus torsos desnudos se viralizaron sin su contenido original. Sus cuerpos no son de ellas, ya no les pertenecen.
Dos horas después, llegaron al tercer lugar, el Congreso de la Nación. Avenida Callao estaba cortada por una movilización y fue quizá el momento más emotivo por la cantidad de personas a las que se interpeló de forma directa. Una señora mayor le preguntó a su hijo: “¿Qué es genocidio?” Y con solo esa pregunta, la transgresión valió la pena. Ella no sabía lo qué significaba, pero con el tiempo entendió que ella ya lo había vivido de una forma u otra. Sus lágrimas al final y su mano sincera a una mujer que no conocía le dieron el cierre a la jornada.

El colectivo no partidario de artistas Fuerza Artística de Choque Comunicativo en plena acción.
“Desangrarla. De tres minutos a ocho horas”.
Parte del “manifiesto” de la F.A.C.C. consiste en reservar su anonimato y no dar entrevistas. Esa medida responde a una decisión de ser considerados una voz plural. Su responsabilidad como artistas que cuestionan, resisten y denuncian, significa que su lenguaje y su voz son su cuerpo; la calle y los edificios, su escenario.
La organización transmitió en vivo a través de Facebook, Twitter y Periscope.
Actualizada 31/05/2017
Abr 12, 2017 | Géneros
“Las paredes se limpian, las pibas no vuelven”, “Con short o pollera, el no es no”, y otra decena de consignas volvieron a cubrir ayer la Plaza de Mayo. El reclamo contra la violencia machista, las críticas al accionar judicial y la exigencia de políticas públicas efectivas volvieron a reunir a una multitud. Esta vez, la exigencia de justicia por el crimen de Micaela García, la joven violada y asesinada en Entre Ríos, amalgamó todas las voces.
Autoconvocados, organizaciones sociales y agrupaciones políticas -a pesar de que en las redes sociales la convocatoria había circulado con un pedido de no portar banderas partidarias- se reunieron para expresar el dolor por el caso Micaela y exigir justicia.
“Vinimos porque creemos que si un juez decide dejar libre a un violador estamos todas en peligro y hay que exigirle a la Justicia que, justamente, haga justicia. Yo, como mamá tengo miedo por mi hija”, explicó Cinthia a ANCCOM. Junto a su hija Maitena, de 12 años, la mujer elogió la movilización, pero advirtió que “sería mejor que no se vieran banderas partidarias, eso no nos une”.
Bajo el paraguas del colectivo “Ni Una Menos” que, en el marco de la convocatoria, realizó una asamblea a cielo abierto, la movilización se “mezcló” con otra convocada por profesores y estudiantes universitarios en el marco del dilatado conflicto docente. Muchos de ellos se sumaron al reclamo por Micaela. “Esta es un tema que nos convoca a todos. El año pasado en la Plaza Houssay se vivieron muchos secuestros y acosos a mujeres. Esta es una realidad que se vive todos los días en todos los ámbitos”, le dijo a ANCCOM la presidenta del Centro de Estudiantes de la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la Universidad de Buenos Aires (UBA), Carolina Duarte.

La exigencia de justicia por el crimen de Micaela García, la joven violada y asesinada en Entre Ríos, fue la consigna de la convocatoria.
En la esquina de Hipólito Yrigoyen y Bolívar un colectivo de mujeres pertenecientes a “Mujeres de Artes Tomar” agitaba sus pañuelos violetas al son de los bombos y el grito de “Vivas nos queremos”. Sandra Posadino, miembro del colectivo, expresó que “el empoderamiento de las mujeres es una herramienta muy importante para transformar la situación de violencia patriarcal que vive la sociedad”.
Además, manifestó que “el caso de Micaela es la representación de la peor violencia que puede sufrir una mujer: la violación seguida de muerte. Es un femicidio en el que el violador quiere demostrar que tiene poder sobre el cuerpo ajeno”. Y agregó: “El Estado debería sostener, desarrollar y dar lugar a la Educación Sexual Integral (ESI) ya que esa es la herramienta para generar otra conciencia en los niños y niñas y lograr un cambio cultural”.
Con un gran paño albiceleste como marca de identificación, la agrupación cristiana La casa del Alfarero llamó la atención de todos. “Que los gobernantes encuentren un camino mejor y nos ayuden a todos los argentinos. Debemos estar unidos”, explicaron los referentes del grupo después de advertir que estaban en la Plaza “por los argentinos”.
Bruno Salazar, un joven de Lanús que buscaba a dos compañeras entre los grupos de manifestantes, reflexionó sobre la poca convocatoria que tuvo la marcha en comparación a otras organizadas también para reclamar contra la violencia de género. “Estaba esperando que viniesen más personas. Este último mes hubo marchas todo el tiempo. Tal vez se está desgastando el recurso”, reflexionó en diálogo con ANCCOM.
¿Respuestas?
Ante el reclamo que actualizó el caso Micaela, el gobierno anunció la puesta en marcha de un organismo -en rigor la actualización de un área que ya tenía conformación institucional- que tendrá como objetivo la “elaboración de protocolos y guías de actuación” para las fuerzas de seguridad. El objetivo de esa mesa de trabajo será diseñar una “guía de actuaciones para las fuerzas policiales y de seguridad federales para la investigación de femicidios en el lugar del hallazgo”. Es decir, regular la operatividad del accionar policial. El esquema ya había sido anunciado por el gobierno de Cambiemos hace cuatro meses.
En paralelo, después de haber sido repudiada por sus dichos sobre la muerte de Micaela, el Ministerio de Modernización que dirige Andrés Ibarra echó a la abogada Maia Ferrua quien había vinculado el crimen de la joven con su militancia en el Movimiento Evita y la Juventud Peronista (JP). “ Hay que tener mucho cuidado con las amistades que se hacen en este tipo de… agrupaciones? si se le puede llamar así a esa manga de mafiosos y patoteros ignorantes (sic)», había escrito en su cuenta de Facebook la desplazada funcionaria.
Por el femicidio de Micaela está detenido Sebastián Wagner, quien se encontraba con libertad condicional después de haber sido condenado a nueve años de prisión por dos violaciones y el acoso a una menor de edad. El juez Carlos Rossi, quien dejó libre al sospechoso tres años antes de cumplir la condena, solicitó licencia mientras el ministro de Justicia, Germán Garavano, y otros funcionarios nacionales pidieron su remoción y juicio político.
Actualizado 12/04/2017
Abr 9, 2017 | Géneros
Anoche, bajo una lluvia intensa, alrededor de 800 personas y organizaciones sociales se congregaron en el Obelisco para exigir justicia por el asesinato de Micaela García, la joven entrerriana de 21 años, militante del Movimiento Evita, que fue asesinada en la ciudad de Gualeguay. Por el caso fue detenido Sebastián Wagner, quien se encontraba en libertad condicional -otorgada por el juez Carlos Rossi- tras haber recibido una sentencia de nueve años de prisión por haber violado a otras dos jóvenes.
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El mundo se volvió oscuro una vez más. Después de una semana de estar alertas en búsqueda de cualquier dato que pudiera conducir a Micaela García, la noticia de su asesinato envolvió a miles de mujeres en un profundo dolor, bronca y furia.
Mataron a otra, perdieron a Micaela, a “La Negra” como le decían. Con 21 años encima, llena de vida, de sueños y de expectativas, la arrebataron sin dejarla crecer, sin dejarla llegar. La arrebataron como se arrebatan a ciertas personas, por su condición de mujer. A una de ellas, cada 18 horas.
Micaela García entendió que la única manera de construir otro mundo era organizándose y por esa razón militó en el Movimiento Evita. Con la cara de Eva Duarte en el pecho y con los dos dedos en “v”, se levantó cada mañana para confluir en la lucha colectiva. Se puso la remera del Ni una Menos, fue una militante que abordó especialmente los temas de género, la trata de personas, los femicidios, marchó, habló, tomó la iniciativa y dejó su energía en cada actividad, en cada marcha.
Pero aun así el patriarcado voraz se agarra bien fuerte de sus víctimas y demuestra nuevamente que mientras sea mujer, lesbiana, trans, travesti, nadie se salva. La hombría del macho apunta y selecciona antojadizamente qué se quiere llevar, qué placer se quiere dar, mide continuamente los niveles de impunidad que maneja en la sociedad universal, se levanta cada día y goza de sus privilegios viriles que le permiten ir cada vez más allá.
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Anoche, en el Obelisco, se reunieron unas ochocientas personas enfurecidas, rebeldes, angustiadas y tristes. Se encontraron nuevamente en la profunda oscuridad de un diluvio torrencial que también despedía enérgicamente a Micaela y exigía justicia por ella y por todas. Las banderas se mantuvieron en alto, los bombos repicaron constantemente, y allí, bajo esa lluvia omnipotente, se gritó justicia por ella.
Las consignas, los mensajes y canciones fueron claros: “A los violadores los cuida la policía y la justicia”, en alusión al fallo del juez Carlos Rossi, que dejó en libertad condicional a Sebastián Wagner, presunto femicida de la joven, desoyendo los estudios realizados en la penitenciaria en la que estuvo detenido. Mariana Mariasch, integrante del colectivo Ni una Menos, declaró a ANCCOM: “Es un fallo completamente machista y femicida, porque el femicidio de Micaela García fue la conclusión de ese fallo, a la vez que desatendió las sugerencias que se habían elaborado en el sistema penitenciario. Sin embargo, sabemos que esto forma parte de un entramado mucho más grande, donde el Estado es responsable y no podemos dejar de señalarlo”.
“Hoy es un día de duelo –agregó Mariasch, entre las manifestantes-. Venimos acá por Micaela y a exigir el desarrollo de políticas públicas para la prevención y capacitación de la justicia. Con respecto a la educación, la aplicación de los planes de educación sexual integral, entre otras reivindicaciones que venimos acercando hace años. Creemos que el punitivismo no es suficiente, esto forma parte de un cambio cultural y por esa razón exigimos políticas de Estado”.
Julieta Gugliottella, del Frente de Mujeres del Movimiento Evita, despidió a Micaela con unas palabras que reflexionan sobre ella y sobre los problemas que atraviesa la sociedad argentina para abordar las cuestiones de género. “Mirale la cara. Mirala en el barrio, con los pibes y las pibas. Mirala en el merendero y con el micrófono. Con la casaca y con las ganas. Con las compañeras y amigas. En los plenarios y calles. Mirala, que se te grabe, que nunca desaparezca. Mirala para nunca más preocuparte por una catedral, un patrullero o una pared pintada. (…) Mirala y decime que no podemos estar hartas, enojadas, angustiadas. (…) Mirala y discutile a los machitos de tu familia, amigos y compañeros. Mirala y hablá de un Estado ausente y una justicia cómplice. (…) Mirala y no permitas nunca más el chiste misógino en la oficina, el golpe que se escucha en la casa de la vecina. (…) Mirala para siempre y nunca te olvides: no vamos a parar nunca, porque si paramos le fallamos a La Negra y a todas las que no están. Mirala porque La Negra no lucha más, pero acá estamos nosotrxs y juramos vencer”.
Las canciones y las consignas continuaron en el Obelisco. “A Micaela vamos a vengar con organización”; “El patriarcado va a caer”. A la vez de que la angustia se iba politizando, comenzaron a aparecer las sonrisas, el encuentro, la hermandad. La lluvia fue parando y Micaela estuvo allí ochocientas veces multiplicada. Más fuerte y más viva que nunca, gigante, inmensa, con muchas más potencia todavía que antes. Y aparecieron también Lucía Pérez, Melina Romero, Ángeles Rawson, Lola Chomnalez, Otoño Uriarte, Pepa Gaitán y todas las mujeres que fueron arrebatas. Porque ya no están solas, están organizadas. Para el próximo martes 11 de abril a las 18 se organiza una nueva convocatoria en Plaza de Mayo. Para reclamar por todas ellas. Por ni una menos.
Actualizado 9/04/2017