Mar 3, 2021 | Comunidad, Novedades
Con tan solo seis metros cuadrados por habitante, Buenos Aires se presenta entre las ciudades con menor cantidad de espacios verdes en América Latina. Entre los pocos pulmones de aire existentes encontramos, en primer lugar, a los bosques de Palermo, seguido por el parque de la Isla de la Paternal, hoy en riesgo de desaparecer debido a un proyecto de edificación impulsado desde 2018 por la Legislatura porteña, gracias a la mayoría de que tiene en ese cuerpo la gestión encabezada por Horacio Rodríguez Larreta.
La empresa constructora SADIA es quien tiene adjudicada la obra que ocupará cuatro parcelas del actual parque, ex albergue Warnes, un monumental edificio jamás concluido que se levantó en 1951 y se demolió en 1991, ubicado entre las Avenidas Chorroarín, Warnes y Constituyentes. Allí iba erigirse el hospital de niños más grande de Latinoamérica, proyecto abandonado por la autodenominada Revolución Libertadora que derrocó a Juan Domingo Perón.
En su web, la constructora SADIA ya anuncia el proyecto “Puertas de Agronomía” y que, durante la cuarentena, se encargó de realizar los mantenimientos pertinentes de los terrenos. Todo hace pensar que la edificación se hará realidad en el corto plazo.
La La legislatura porteña votó una rezonificación de La Paternal para que se pueda llevar a cabo el proyecto inmobiliario.
Ante la inminente construcción de lo que serán once torres de 17 pisos cada una, los vecinos de La Paternal se asociaron con los de siete barrios lindantes, entre los que están Caballito, Chacarita y Colegiales y con grupos defensores del medio ambiente (como “Jóvenes por el Río”y “Agrono para todes”) que vienen disputando problemas similares. Entre todos organizaron el sábado 27 de febrero, en el mismo predio, el festival “Si al parque, no a las torres”. En este evento se buscó, por medio de actividades para todas las edades, talleres, asambleas, espacios audiovisuales, plantación de especies nativas, murales, murgas y una performance lumínica a modo de cierre, concientizar y sobre todo plasmar el hito de “la unión hace la fuerza”, visibilizando el rechazo al proyecto inmobiliario. La agrupación de “Parque Chacabuco no a las Torres” también se hizo presente.
La idea se gestó desde finales del año pasado, con el objetivo de mostrar otras formas de ciudadanía activa. La difusión del evento se realizó mayormente a través de redes sociales. Los distintos grupos organizadores aunaron hashtags, como #SiAlParqueNoALasTorres para invitar a sus seguidores al festival. Otro medio de difusión fue el boca en boca entre vecinos, ya que no obtuvieron visibilidad alguna de otro medio de comunicación masiva debido al blindaje que mantiene la gestión de Rodríguez Larreta en diarios y emisoras radiales y televisivas.
Daniel Constantini es vecino de La Paternal y uno de los organizadores del Festival. Afirma que la construcción de los edificios arruinaría el poco espacio que le quede al parque. Se retrotrae al momento en que se adquirieron los terrenos del ex albergue y explica que estando Fernando De la Rúa al frente del Gobierno de la Ciudad, se realizó la comercialización de este espacio y quien lo compró puso como condición que se permitiese la construcción en altura. Así, se modificó el reglamento de zonificación en el cual se establecían máximos de hasta 3 pisos en todo el barrio, para habilitar edificaciones de hasta 48,5 metros de altura. En 2006 inició el proyecto de construcción y en ese momento los vecinos, mediante un amparo, lograron frenarlo. Con el actual gobierno porteño, la privatización de estos espacios verdes se facilitó inmediatamente.
Constantini hace hincapié en la constante integración vecinal y en las consecuencias que la masiva edificación podría acarrear: “Nosotros nos movilizamos. Hicimos varios eventos contra este proyecto, porque entendemos que, además de destruir el parque, rompen con la idiosincrasia del barrio, que es de casas bajas. Además, triplicaría la cantidad de vecinos, el tránsito, los servicios. Esta es una ruta de migración de aves que se interrumpiría con las torres y esas aves se extinguirían.”
Entre otras acciones, los vecinos juntan firmas para impedir la realización del megaproyecto inmobiliario.
Durante el festival se hizo evidente el amor de la comunidad por la naturaleza. Se organizó un gacebo en donde los vecinos ofrecían plantines autóctonos a modo de obsequio. Además, se realizó una masiva plantación de especies como el Ceibo, que es la flor nacional.
Verónica Verdier es parte del colectivo “No a las torres en la Isla de La Paternal”. Cuestiona la injusta regulación sobre las parcelas en las que se quieren construir las torres y que fue validada por la Legislatura. Como contrapartida, los vecinos presentaron un proyecto de ley en ese cuerpo en el que proponían menor cantidad de construcción en cemento y menos altura. “Nosotros presentamos nuestro propio proyecto aceptando que las parcelas son privadas, pero pidiendo que se adapte a todo el barrio, incluyendo que la parte norte se traslade a los espacios en el sur para que esté todo sobre la calle Zavala y que la parcela que da al Ferrocarril Urquiza quede libre, que no de sombra al parque y que no frene los vientos que vienen del crematorio de la Chacarita (n de la r: así no se estanca el aire en ese lugar). Ese proyecto quedó cajoneado, seguimos insistiendo. Poner estas torres acá es clavarle una estaca al corazón de la ciudad, que son los parques.”
Graciela Magan es vecina de Colegiales y también mentora del festival, a partir de observar que en cada barrio se mimetizaban las problemáticas y que al unirse podrían enfrentar con mayor fuerza la defensa de espacios públicos. “Pensamos seguir sumando vecinos que estemos en una misma lucha, porque las mecánicas que están implementando en la ciudad apuntan siempre a lo mismo: hacer de lo público privado y nos están dejando sin nada. Una vez que construyen no hay vuelta atrás”, asegura.
Tanto la proyección de audiovisuales como el cierre del evento denominado “Abrazo lumínico” se transmitieron también por redes sociales y estuvieron a cargo de Fluxlian, un colectivo de investigación lumínica que ya tiene experiencia en este tipo de activismo. Se destacó el novedoso espectáculo final junto a la amplia aceptación e integración de parte de los vecinos.
Estos mismos vecinos presencian una historia que nunca acaba. Desde el hospital que nunca fue, pasando por un albergue para gente sin hogar, hasta el parque que los reúne y al que defienden. Continúan esperando una respuesta. En sus actitudes se ve un accionar de unión y lealtad, bajo un pedido tan simple como silenciado.
Ago 13, 2020 | Comunidad, Novedades
La Ciudad Autónoma de Buenos Aires es una de las urbes con menos espacios verdes por habitante del país: el 12,4% de los residentes vive lejos de un parque o de una plaza. El dato se desprende del Atlas que desarrolló la Fundación Bunge y Born con la finalidad de analizar la disponibilidad de este tipo de lugares para la población en las 155 localidades más grandes de la Argentina.
La ausencia de parques y paseos verdes no sólo conlleva consecuencias ecológica sino que también afecta la salud física y mental de los ciudadanos. Según el informe de la Fundación Bunge y Born, es necesario garantizar su presencia y accesibilidad para evitar la degradación ambiental ya que disminuyen riesgos, como por ejemplo la formación de islas de calor, inundaciones y la contaminación del oxígeno.
En el caso de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, la Fundación detectó un total de casi 15 millones de m² de espacios verdes públicos, entendidos como superficies verdes de libre acceso de más de media hectárea. En relación a otras urbes es muy poco. Por ejemplo, en Nueva York, un análisis reciente encontró 13,6 m² por habitante y cantidades mayores en el resto de las cincuenta ciudades principales de Estados Unidos.
Hay muchas formas de medir los espacios verdes, pero en este caso dicho informe tomó en cuenta la posibilidad de acceder, que tan fácil le resulta a la gente llegar: “Esto reemplazando el método típico histórico que era contar los metros cuadrados de espacios verdes por habitantes. Si simplemente hiciera la división entre los metros cuadrado de espacios verdes y la cantidad habitantes de la ciudad, pareciera que todo el mundo está bien servido, pero no es así. En la actualidad a más de 350.000 porteños les falta un parque o una plaza más cerca de su vivienda”, expresa Antonio Vazquez Brust, quien estuvo al frente de la investigación.
«A más de 350.000 porteños les falta una plaza más cerca de su vivienda”, expresa Antonio Vazquez Brust.
El Atlas realizado por la Fundación se encargó de catalogar los espacios verdes y geo referenciarlos. Mediante esta metodología se midió la distancia a través de la grilla de calles de la ciudad y cuánto tiempo toma desde cada punto caminar hacia una plaza o un parque: “Así es como encontramos que un 12% de la población vive más lejos que la distancia recomendada a los parques, que es de 10 minutos de caminata. Si se está un poco más lejos del parque, ahí es cuando la gente tiende a no asistir, de cierto modo no acceden al espacio público y gratuito que es el parque como espacio cotidiano”, sostiene Vázquez Brunt.
Además de profundizar las inequidades existentes, esta tendencia presenta serios riesgos para la sostenibilidad urbana y para la salud pública en especial. Numerosas investigaciones señalan una fuerte relación entre espacios verdes urbanos y la salud física y mental. “En un estudio que se hizo en Israel –comenta Antonio Vazquez Brust- se comparó el nivel de acceso y uso de espacios públicos de embarazadas y luego tras el parto midieron el peso de los bebés y el diámetro craneal, y se sugiere que hay un efecto benéfico en la salud de los bebés con el acceso de las madres a espacios verdes. También se lo ha unido a reducción de enfermedades mentales como depresión y reducción en tasas de diabetes”.
El individuo necesita un lugar de esparcimiento al aire libre pero el contacto con la naturaleza se pierde en Buenos Aires a medida del crecimiento de los emprendimientos inmobiliarios: “Las plazas de la ciudad son unos recortes verdes en dónde hay más caminos que otra cosa. Muchos parques y plazas han sido muy afectados; por ejemplo al Parque Chacabuco le pasa la autopista por el medio, cuando se decidió la construcción la decisión fue porque ahí no había que expropiar a nadie, pero en realidad era un parque de todos. Es prestigioso vivir frente a un espacio verde pero la mayoría de estos espacios están rodeados de edificación de hasta 12 pisos de altura y en consecuencia la plaza pierde su función de pulmón verde”, dice Beatriz Arias, arquitecta, planificadora urbana-regional y profesora de Sistemas Urbanos de la carrera de Gestión Ambiental en la Universidad Nacional de Moreno.
La Ciudad de Buenos Aires tiene 15 millones de metros cuadrados de espacios verdes.
Por otro lado, Carolina Somoza, perteneciente a la organización ecológica Somos Ambiente, afirma: “Los beneficios de los espacios verdes públicos van de la mano con el servicio ambiental que brindan los árboles (segundo pulmón verde del mundo después del fitoplancton en los océanos). En Buenos Aires, donde cada vez hay más autos y va haber cada vez más población, son indispensables. Nuestra ciudad tiene niveles altísimos de contaminación sonora y ni siquiera cuenta con todos los instrumentos necesarios para medir de una manera exhaustiva la contaminación del aire”.
La dirigente ambientalista agrega: “El Hospital de Clínicas, frente a la Plaza Houssay, está todo cementado, los árboles alrededor tienen una simulación de pasto, pero en realidad son granitos de cemento. Se viene priorizando las calles y cementos antes que las plazas y parques”.
No contar con espacios verdes de proximidad repercute negativamente en el hábitat y en las cualidades paisajístico-ambientales urbanas, además de atentar contra el uso recreativo de aquellos. Gabriela Campari, licenciada en Planificación y Diseño del paisaje asegura: “Estas consecuencias también pueden darse aun contando con estas áreas si ellas presentan un alto grado de deterioro, dado que su existencia física no garantiza de por sí los beneficios aludidos, sino que además deben reunir determinadas cualidades compositivas en lo material y lo vegetal que hagan posible su uso pleno, evitando así que la falta de mantenimiento genere una idea vinculada a la de espacios vacantes o carentes de función que impacte en su apropiación social”.
La investigadora, autora el ensayo Paisajes sensibles. Subjetividad, salud y patrimonio verde en el espacio intrahospitalario, publicado por Prometeo, dice: “Vale resaltar que las consecuencias desfavorables enunciadas también impactan de manera disímil de acuerdo a la edad, posibilidades de accesibilidad y pertenencia de los habitantes a grupos vulnerables desde el punto de vista económico y social”.
El Plan Urbano Ambiental de la Ciudad plantea la necesidad de asegurar el derecho al uso de los espacios verdes públicos urbanos (parques, plazas y paseos) y propone su incremento, recuperación y mejora a fin de dar lugar a funciones vitales para la sociedad como son, entre otras, el encuentro, el relax, el ocio, el confort y la socialización. Pero lamentablemente, se han perdido muchas oportunidades en las últimas décadas de promocionar la conversión de terrenos disponibles en parques porque se ha priorizado el desarrollo inmobiliario. Es decir: se ha preferido edificar antes que parquizar.
May 26, 2015 | destacadas
Los espacios verdes y las políticas aplicadas sobre los mismos son objeto de discusión entre diferentes esferas de la sociedad y el gobierno de turno. El uso y cuidado que se le debiera dar a estos lugares es materia de debate entre el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, los legisladores y los ciudadanos, debido a que parques y plazas forman parte de su cotidianeidad.
En el territorio de la Ciudad de Buenos Aires hay 1.169 espacios verdes que cubren una superficie de 1.802 hectáreas. De la relación entre la superficie y la población resulta que le corresponde 6.2 metros cuadrados de espacio verde por habitante, según las estadísticas realizadas por el Ministerio de Hacienda del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires (GCBA) para febrero de 2015. Sin embargo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) aconseja 10 metros cuadrados por persona.
Parque Lezama
Hay 45 parques, 249 plazas, 427 plazoletas, 361 canteros centrales en calles y avenidas, 30 jardines y 57 espacios con otras denominaciones. Los más extensos son la Reserva Ecológica ubicada en la Comuna 1 que cuenta con 353 hectáreas y el Parque del Bicentenario (ex Roca) con 154 hectáreas más en la Comuna 8. Este último constituye el segundo pulmón verde de la ciudad del que también forman parte el Parque de la Victoria, el Parque de la Ciudad y el Autódromo de la Ciudad. “Allí se están haciendo obras de gran envergadura. Se ha planeado la construcción de una villa olímpica, se están pavimentando 37 hectáreas de parque, se está trabajando en una planta de tratamiento de residuos y hasta se construyó el centro de festivales al aire libre llamado Ciudad Rock”, afirma Jonatan Baldiviezo, presidente del Observatorio del Derecho a la Ciudad, y agrega que el problema es que se están haciendo obras sobre espacios verdes sin que el gobierno compense en algún otro lugar de la ciudad la superficie verde perdida. Por ende, hay una disminución, cada vez mayor, de parques y plazas.
Pablo Bergel, legislador porteño e integrante de la ONG Verdes al Sur, afirma que la Ciudad de Buenos Aires debería deconstruir para tener un balance adecuado de espacios verdes con el objetivo de reconfigurar las ciudades en un nuevo balance entre lo verde y lo construido. De esta manera aumentarían los lugares de esparcimiento, los espacios absorbentes y se restablecerían las cuencas de los arroyos a sus causes originales que hoy se encuentran totalmente cementadas. “Hay que reformular el balance rural-urbano en las urbanizaciones contemporáneas como la Ciudad de Buenos Aires. Es insustentable la relación entre los espacios naturales y los espacios construidos”, agrega.
Parque Centenario
En 1993 a través de la Ordenanza 49.229 se determinó que no se podría otorgar concesión, cesión de transferencia de dominio, tenencia precaria de permiso de uso ni cambio de destino de todo espacio destinado a parque, plazas, plazoletas y de todo otro espacio verde de uso público perteneciente al dominio público municipal. Sin embargo, en mayo de 2014 la Legislatura porteña aprobó la Ley 4.950 que autoriza la privatización de ciertos sectores de los parques para instalar bares y confiterías. Como contrapartida, los concesionarios deberían habilitar baños públicos, estacionamiento para bicicletas, conexión a Internet Wi-Fi gratis y bibliotecas, así como disponer cámaras para favorecer la seguridad en el lugar. Seguridad que es también es una responsabilidad del Estado garantizar.
Otro punto fundamental de discusión es el tema del enrejado de parques y plazas sobre el cual la Red Interparques, que trabaja en defensa de los espacios verdes, indica: “Las rejas significan control social, no son la solución para ninguna problemática de la sociedad sino que por el contrario niega el uso libre y generan trabas para resolver necesidades de esparcimiento de las personas”. Las rejas fomentan que un espacio público, antes abierto las 24 horas, deje de serlo.
Los espacios verdes no son solo una ausencia es decir, un lugar donde potencialmente se podría construir por ejemplo un edificio o un shopping, por el contrario son una presencia que invita al disfrute, la dispersión, el descanso y la recreación. Por ende, es responsabilidad de todos bogar por su cuidado y existencia para evitar en el futuro cercano que, para encontrar espacios verdes en la Ciudad de Buenos Aires, debamos mirar bajo una lupa.