Feb 28, 2017 | Entrevistas
El Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) advirtió que la Corte Suprema de Justicia de la Nación eligió un caso sobre libertad de expresión para anunciar cómo considerará los fallos de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), y manifestó su preocupación porque “el caso plantea un verdadero debilitamiento de la protección judicial e internacional de las víctimas de violaciones de los derechos humanos”. Semanas atrás, el máximo tribunal resolvió no cumplir con un fallo de la CIDH que ordenaba al Estado argentino revocar su sentencia en el Caso Fontevecchia, porque consideró que el fuero internacional no es una “cuarta instancia” revisora para el país. Por voto mayoritario, la Corte justificó su decisión afirmando que si “tuviese que revocar su propia sentencia firme, estaría perdiendo su carácter de órgano supremo del Poder Judicial argentino, en violación a los artículos 27 y 108 de la Constitución Nacional”. Juan Carlos Maqueda, el único disidente, sostuvo que con las modificaciones incluidas en la reforma constitucional de 1994, las sentencias del tribunal internacional deben ser cumplidas por el Estado y son obligatorias para la Corte.
Los periodistas Jorge Fontevecchia y Héctor D’Amico fueron denunciados por daños y perjuicios por el entonces presidente Carlos Menem, debido a tres publicaciones en la revista Noticias (1995) en las que revelaban la existencia de un hijo extramatrimonial del funcionario. En 2001, la Corte Suprema de Justicia de la Nación confirmó la condena contra los periodistas, al considerar que se había violado el honor y la intimidad del ex presidente. Fontevecchia y D’Amico pagaron la indemnización exigida por la Corte, pero recurrieron ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos, que en 2011 declaró que el Estado argentino había violado la libertad de expresión de los periodistas y exigió, entre otras cosas, revocar el fallo de la Corte que los había condenado. Esa es la sentencia que el máximo tribunal de justicia se ha negado a cumplir y que podría funcionar como precedente para futuras decisiones que impliquen violaciones de derechos humanos por parte del Estado argentino.
Federico Efrón, coordinador del Área de Litigio y Defensa Legal del CELS, reflexionó sobre las posibles consecuencias de la decisión de la Corte Suprema y la importancia de los sistemas internacionales en la defensa de derechos humanos. “Es muy preocupante, grave, y contradice los últimos 25 años de lo que la Corte Suprema argentina venía resolviendo al considerar que nuestro sistema judicial es un bloque donde juegan armoniosamente la Constitución Nacional y los tratados de derechos humanos. Y donde el sistema interamericano operaba como una instancia más donde uno ante una gran violación de derechos humanos y ante una absoluta falta de respuesta del sistema jurídico nacional, podía hallar una respuesta y una reparación. Todo eso hoy está en duda”, consideró. En ese sentido, remarcó la necesidad del Estado de cumplir con el Grupo de Trabajo sobre la Detención Arbitraria de la ONU, que exigió la liberación de Milagro Sala y denunció la arbitrariedad de su prisión preventiva.
¿Cuáles fueron las razones que dio la Corte Suprema para no cumplir con la Corte Interamericana en el caso Fontevecchia?
La Corte se negó a dejar sin efecto la condena y dijo dos cosas esenciales. En primer lugar, que la Corte Interamericana no tenía la facultad de dictar ese tipo de reparación, que no podía decirle a la Corte Suprema argentina que deje sin efecto esta condena. En segundo lugar, dijo que, en cualquier caso, hay que analizar si la sentencia de la Corte Interamericana está en consonancia con el derecho público interno. Lo que la Corte Suprema argentina hizo fue dejar de lado la jurisprudencia de los últimos 25 años, en donde se entendía que las sentencias de la Corte Interamericana son obligatorias. En lugar de continuar sosteniendo que la Constitución Nacional y los tratados de derechos humanos deben ser entendidos en forma armónica como un bloque constitucional en sí mismo, lo que ha entendido es que hay un dualismo, que son dos cuestiones distintas y que los tratados de derechos humanos que están en la Constitución se van a aplicar en la medida que respeten el derecho interno.
La Corte se apoyó en el artículo 27 y 108 de la Constitución en su argumentación…
Exactamente. De ahora en más, habrá que hacer un cotejo para ver si las sentencias del sistema interamericano y los tratados de derechos humanos están en consonancia con el derecho público interno en los términos del artículo 27 de la Constitución. El artículo 75 inciso 22 de la Constitución contiene los tratados de derechos humanos obligatorios para Argentina, que son parte de la Constitución. Lo que pasa es que la Corte hace una lectura recortada de ese artículo, y únicamente utiliza la parte que dice que los tratados no alteran la primera parte de la Constitución. En la primera parte de la Constitución está el artículo 27, y como el artículo 75 inciso 22 dice que los tratados no pueden alterar la primera parte, la Corte estableció que, de ahora en más, los tratados de derechos humanos o las sentencias de la Corte Interamericana tendrán que revisarse para ver si están alterando o no el artículo 27, que es el de derecho público interno. Esto es incorrecto, porque el mismo artículo 75 inciso 22 incluye la referencia a las condiciones de su vigencia y dice que debe entenderse complementario de los derechos y garantías conocidos en la primera parte. Entonces, al recortar el 75 inciso 22, vuelve a un sistema de dualismo en el cual son dos cosas separadas: la Constitución y los tratados de derechos humanos. Cuando, en realidad, lo que se venía haciendo y fortalecía tanto a nuestro sistema como al sistema interamericano, era un entendimiento en forma coordinada y armoniosa del bloque de constitucionalidad federal, que es la Constitución y los tratados.
¿Qué consecuencias puede traer esta decisión en la garantía de derechos humanos de los argentinos?
Las consecuencias están por verse pero pueden ser muy importantes, porque frente a una situación de una gran violación de derechos humanos de un ciudadano argentino en la cual el sistema argentino no le dio ninguna respuesta, hasta antes de este fallo, y por lo menos en los últimos 30 años, uno podía ir al sistema interamericano y había una razonable expectativa de tener una sentencia favorable. Esa sentencia favorable implicaba una reparación, implicaba justicia. La cuestión es que ahora, con este fallo, una víctima puede ir al sistema interamericano, puede obtener una condena al Estado argentino, pero la Corte después revisará si esa condena es aplicable o no. Entonces, todo puede quedar simplemente en un papel que dice que se condena al Estado argentino. Además, esto puede llevar a que pierda fuerza la utilización de los sistemas internacionales de protección, la utilización de los tratados de derechos humanos en la búsqueda de justicia en los tribunales nuestros.
¿En qué criterios se van a basar para decidir?
Aparentemente, de ahora en más, ellos van a revisar si la Corte Interamericana podía dictar la condena, si podía imponer el remedio. En este caso el remedio era dejar sin efecto la condena. Bueno, la próxima vez van a revisar si se podía hacer determinada cosa. Y después, van a hacer una comprobación de si ese remedio está en consonancia con nuestro derecho jurídico interno. Es muy preocupante.
¿Este precedente puede afectar en la situación de Milagro Sala?
Esa es una pregunta difícil. No es exactamente la misma situación, ya que una cosa es una sentencia de la Corte Interamericana y otra cosa es una decisión del Grupo de Trabajo que depende del Consejo de Derechos Humanos de la ONU. Nosotros seguimos sosteniendo que Argentina debe honrar esa resolución. Además, hay que tener en cuenta que en la situación de Milagro Sala, la decisión del Grupo de Trabajo se basa por supuesto en el derecho internacional de los derechos humanos, pero también en cuestiones de derecho interno, porque hay violaciones a derechos que están protegidos en nuestra Constitución y en leyes nacionales. Entonces ahí es una incógnita qué es lo que va a suceder.
El gobierno argentino ha decidido ignorar los pedidos internacionales por la libertad de Milagro Sala y responder que la justicia es independiente. ¿Cuál es su opinión al respecto?
Las obligaciones internacionales las asume el Estado argentino. Y el Estado argentino frente al mundo está representado por el Poder Ejecutivo Nacional. Y el Poder Ejecutivo Nacional es el presidente. La obligación de cumplir con la decisión del Grupo de Trabajo sigue estando en cabeza del presidente. A su vez, en el marco de los trámites ordinarios de las causas penales de Milagro Sala, hace un mes acaban de llegar dos recursos extraordinarios a la Corte Suprema de Justicia de la Nación. Entonces hay una oportunidad para que la Corte Suprema dicte una resolución sobre la detención preventiva de Milagro Sala. Pero son dos cosas distintas. El Estado argentino, en la cabeza de nuestro presidente, es responsable de cumplir con la decisión del Grupo de Trabajo. Además, una de las cosas que valoró el Grupo de Trabajo es que había serias dudas sobre la imparcialidad de la justicia de Jujuy. Ahí nosotros aportamos un montón de información en donde queda muy en claro la injerencia directa del gobernador (Gerardo) Morales en la designación de funcionarios judiciales que tuvieron y tienen que ver con la detención preventiva de Milagro Sala. Para nosotros no es novedad que esté puesta en duda la independencia judicial en Jujuy.
¿Cuál es la situación legal de Milagro Sala?
Hay separadas discusiones. Una cosa tiene que ver con las acusaciones a Milagro Sala. Si las denuncias son serias, por supuesto que se tienen que investigar. Lo que está pasando es que todas las investigaciones contra Milagro Sala están siendo llevadas por funcionarios que han sido designados de alguna u otra forma por el gobernador Morales, quien a su vez se presenta como querellante en las causas. La otra discusión, la que se da desde el primer día, es que la prisión preventiva de Milagro Sala es arbitraria y es ilegal. Eso es lo que estamos discutiendo, porque la regla en el proceso penal es la libertad. En el caso de Milagro Sala no hay justificación de entorpecimiento en la investigación, ni de posibilidad de fuga. Y como no hay justificación, entonces es injustificada su detención, que ya lleva más de un año. Eso es lo que entendió el Grupo de Trabajo, que dijo con mucha claridad que el Estado argentino no aportó información que justifique la detención preventiva de Milagro Sala. Ella fue imputada en diciembre, fue llamada a indagatoria en enero, concurrió, designó abogado defensor, dio su domicilio personal, colaboró con la justicia como todo imputado debe hacer. Sin que haya cambiado nada en el medio, a los cinco días es detenida. No hay justificación en su prisión preventiva, eso es lo arbitrario e ilegal.
¿Cuáles son los próximos pasos en el caso?
Hoy el Estado argentino debería estar cumpliendo con la decisión del Grupo de Trabajo. Eso es algo que no está haciendo. Por otro lado, hay dos recursos extraordinarios ante la Corte Suprema que se van a resolver en las próximas semanas o meses. Uno tiene que ver con que su detención preventiva se hizo sin haber hecho el proceso de desafuero. Ella tiene fueros como diputada electa del Parlasur y la justicia jujeña se olvidó por completo y la mandó a detener como si fuese ciudadana común, y no lo era desde el momento que fue elegida democráticamente como diputada del Parlasur. El otro recurso extraordinario es por la detención preventiva injustificada. La regla es la libertad, y la excepción es la prisión preventiva. Para que esta se dé lo más importante es que haya una fundamentación, que haya motivos que hablen de un peligro de fuga, o que la persona estando en libertad entorpezca la investigación. Esto no se acreditó nunca.
En la visita de Mauricio Macri a España, el diputado de Podemos Íñigo Errejón consideró que la detención de Milagro Sala forma parte de una política del gobierno: combatir a los pobres. ¿Qué opina al respecto?
Es difícil pensar en eso porque afortunadamente la única detenida en estos términos es Milagro Sala. La situación de Sala es extremadamente grave pero a su vez es única. Yo creo que en el caso de ella se inserta en otra cuestión claramente interna, en la cual era manifiesto que el gobernador Gerardo Morales tenía una decisión tomada respecto a qué es lo que iba a hacer con ella. Pero sí nos parece muy importante el apoyo internacional y sí es un ejemplo de las consecuencias que tiene el Estado por no cumplir con una decisión de un Grupo de Trabajo de la ONU. Esta no es la primera vez. Ya vino el primer Ministro de Canadá, distintas organizaciones del mundo se han manifestado en ese sentido, hay un montón de cartas que llegan a los distintos consulados y embajadas de Argentina en el mundo preguntando qué pasa, por qué Argentina no cumple. Estas son las consecuencias que hay cuando no se cumple con una decisión de un tribunal internacional.
¿Hay alguna otra vulneración de derechos en la provincia de Jujuy?
Hay una situación bastante compleja en todo lo relacionado a la protesta. Hay muchas organizaciones sociales que han estado protestando por distintas cuestiones sociales –respecto al trabajo, a las cooperativas- y están sufriendo no solo situaciones de represión, sino también de criminalización. Hay un hostigamiento de parte del Poder Ejecutivo jujeño que no es exclusivo hacia la Túpac, sino hacia muchas otras organizaciones en Jujuy.
¿Alguna otra provincia argentina se encuentra en una situación similar?
Sí, hay distintas situaciones. Una de las más graves es la de Chubut. El gobernador Mario Das Neves tiene un discurso muy claro, tratando de terroristas a los mapuches. Eso ha llevado a que en los últimos meses se hayan dado situaciones extremadamente violentas, y no es la forma de responder a los reclamos legítimos de las comunidades indígenas.
Actualizado 28/02/2017
Feb 15, 2017 | Comunidad
Margarita Meira estaba sentada tomando mate, rodeada de esos diminutos volantes que se ven pegados en las paradas de colectivos y en los tachos de basura, papelitos que esta vez tenían nombre y apellido, fechas de desaparición, y algunos de ellos, de fallecimiento. Todas chicas desaparecidas para ser prostituídas.
En Santiago del Estero 1662 funciona el espacio de la Asociación Madres Víctimas de Trata, junto a los volantes había mapas con las zonas marcadas de los secuestros y prostíbulos de la Ciudad de Buenos Aires. Un espacio que lucha contra la trata en pleno corazón del barrio de Constitución, ese pequeño lugar que Margarita comparte su tiempo con otro destino, el comedor Madres de Constitución ubicado a la vuelta, en el pasaje Ciudadela 1249. No hay hora ni minuto que no piense en su hija, y en ayudar a otras madres que estén pasando por lo mismo.
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¿Por qué formas parte de Madres Víctimas de Trata?
Yo soy mamá de Susi, desaparecida en 1991. Hace 24 años no se hablaba de trata, no había celulares y era muy poca la gente que tenía un teléfono de línea. Tuve que caminar muchísimo, estando embarazada de mi último hijo. Caminé muchísimo, conocí todo, llegué a la presidencia, a la SIDE, llegué a entender cómo funciona un Estado. Hace 24 años que pido justicia.
En cuanto a mi caso, mi hija ya está muerta, pero espero que mi experiencia ayude a que se haga justicia por las demás. Somos 15 madres, las nuevas Madres de Plaza de Mayo: estamos dando la vuelta a la pirámide el tercer viernes de cada mes pidiendo el cierre inmediato de los prostíbulos. Me acuerdo que cuando tenía 20 años desapareció una chica de apellido Penjerek y me quedó muy grabado eso ¿Cómo puede desaparecer una piba?, decía. Hace 40 años no me entraban en la cabeza estas cosas. Cuando me pasó a mi, no lo podía creer. No entendía, nadie hablaba de trata.
Contame sobre el caso de tu hija.
Se llamaba Susana Becket y era estudiante, de 16 años, todavía no había cumplido 17. Un día Luis Rafael Olivera la engaña seduciendola y se hace pasar por el novio. En la SIDE me dijeron que iban a encontrar a mi hija, yo me ponía contenta de a ratos, pero después como no aparecía, seguía caminando y buscando. Mi marido perdió su trabajo y empezó a trabajar de taxista, y una noche me avisa que Susi tuvo un accidente y que estaba en la comisaría quinta.
¿Cuánto tiempo después de su desaparición?
Al año más o menos. Cuando llego a la comisaría me entero que había fallecido. Tuve que mentir cuando la policía me preguntó cómo me había enterado, tenía miedo que no me dieran el cuerpo y no la pudiera enterrar. No les quise decir que me enteré por mi marido, por un taxista amigo que llevaba frecuentemente al asesino de mi hija como pasajero. También me habían contado que mi hija estaba en Shampoo y en Cocodrilo. En ese entonces Gabriel Conde regenteaba Shampoo, y Cocodrilo estaba vinculado a Raúl Martins, agente de la SIDE. Yo qué iba a saber que cuando en la SIDE me decían que me iban a encontrar a Susi, eran ellos los que la tenían secuestrada en su prostíbulo.
Esos lugares siguieron funcionando…
Totalmente. En 2002, cuando desaparece Marita Verón, yo venía buscando a mi hija hace 10 años. Nunca conseguí justicia. La muerte de mi hija “era dudosa” y nadie fue declarado culpable. Ni siquiera hubo procesados. Apareció muerta en un departamento, le habían dejado el gas prendido…Su causa prescribió.
¿Cómo sobrellevaron el caso de Susana vos y tu familia?
En su momento para hacer un juicio tuve que esperar un tiempo, tenía que cuidar a mi bebé y a Guadalupe que tenía 5 años. Al más grande que tenía 13 no le di bolilla pensando que ya estaba crecido y no le iba a afectar. Y es el que más está afectado hasta el día de hoy. Los más chiquitos ni se dieron cuenta aparentemente. Yo soy viuda del papá de Susi y mi actual pareja crió a mi hijo más grande desde los dos años. Él decidió estudiar Derecho para entender un poco mejor todo lo que nos estaba pasando.
En ese momento aún no se había sancionado la Ley 26.364, en el año 2008, sobre la explotación y trata de personas ¿Sigue existiendo un vacío legal?
En esta lucha mi marido logró recibirse y pudimos ver mejor todos los agujeros que tiene la Ley. Cuando se hizo el borrador y su posterior tratamiento no nos dejaron participar. Si vos no tenés una hija desaparecida, no vas a hablar el mismo idioma que yo. Es nuestra lucha, pero hay mucho vacío legal y falta corregir la Ley. Por ejemplo, estamos pidiendo un banco para las huellas dactilares de los entierros NN. A Maida Natalí Castro la encontramos después de largo tiempo y había sido enterrada como NN porque los fiscales no hacen su trabajo. No sé para qué dejamos las huellas dactilares en el DNI si cuando nos encuentran muertas no nos investigan.
Siempre estuviste cerca de las luchas sociales, ¿es verdad que pusiste un comedor pensando que sería una situación momentánea y no pudiste cerrarlo hasta hoy?
En 1988 había mucha gente pedía comida y pensamos poner un comedor comunitario hasta que la situación mejorara un poco. Pero luego de la desaparición de mi hija yo también me quedé sin trabajo y empecé a trabajar como vendedora ambulante, pero gracias al comedor no pasé hambre y lo sigo sosteniendo hasta el día de hoy. Sobre todo para ayudar a otras madres. Porque cuando uno pierde una hija, pierde el trabajo, pierde todo, no tiene para comer.
¿Cómo definirías la trata de personas?
Cuando hablamos de víctimas de trata, nadie habla del prostíbulo. La trata es un prostíbulo donde tienen a las pibas secuestradas y violadas por más de 30 hombres por día y luego asesinadas porque no las pueden dejar libres. Eso es la trata de personas, no me vengan con que la trata de personas es el secuestro, el traslado, y demás: la trata es un prostíbulo con pibas secuestradas y violadas por más de 30 hombres por día, y hasta 60 hombres como dijo Elena Moncada.
¿Qué le exigen al Estado como asociación?
Las 15 madres nos vamos a presentar en todos los despachos de los funcionarios que son responsables de este delito aberrante y le vamos a exigir justicia. Además del banco de huellas dactilares, estamos pidiendo abogados querellantes para las víctimas y ayuda económica. Pedimos que el delito de trata sea de lesa humanidad. El Estado es proxeneta y es cómplice. Tenemos el ejemplo de Tierra del Fuego: Condorito Muñoz tiene 30 prostíbulos y nadie investiga dónde tiene la plata, tiene millones y nunca trabaja. La ciudad de Buenos Aires tiene 1200 prostíbulos y cualquiera puede ver, está inundado de papelitos de la trata. Esos papelitos no son cualquier cosa, son trata de personas. Cuando nosotras denunciamos que las fotos de las chicas que estaban en esos papelitos eran de chicas desaparecidas cometimos un error porque ahora las sacaron y ponen dibujitos para que no las podamos identificar.
Parece difícil exigirle al Estado que solucione algo de lo que es cómplice…
El Estado es cómplice porque cuando rescatamos a Soledad Pedraza, lo primero que hizo fue mostrarnos la página web del prostíbulo donde estuvo y nos señaló todas las pibas que estuvieron secuestradas con ella. Digo que el Estado es cómplice porque cuando unos chicos dijeron que iban a matar al Presidente, les allanaron la casa y les revisaron todo, ¿cómo no pueden ubicar esos prostíbulos de las páginas de Internet? No vamos a seguir permitiendo este Estado cómplice y proxeneta.
¿Para qué querés que sirva el caso de tu hija?
Para ayudar a los demás. La trata es un negocio millonario, es trata y droga; trata y armas. Y eso de que me digan que en todo el mundo pasa, a mi no me tranquiliza, yo quiero arreglar mi país después iré por otros países pero primero acá. Falta mucho, dentro de todo lo que nos estamos esforzando y luchando, falta mucho.
Ene 11, 2017 | Entrevistas
Lucas ‘Fauno’ Gutiérrez es un periodista y escritor porteño, fanático de Sailor Moon, capricorniano y VIH positivo. Aunque dice no ser periodista, sino “haber devenido uno”, Lucas cofundó la Revista Waska, su primer proyecto autogestivo, trabajó en AM Splendid y colaboró en el suplemento Soy de Página/12. Actualmente es colaborador en BuzFeed Latinoamérica y columnista especializado en sexualidades en #TuMuch (Much Music Latinoamérica). En 2008, Lucas se enteró de que era portador de VIH y desde entonces sintió la necesidad de hacer y de trabajar por la visibilización y en contra la estigmatización de las personas en su condición. Fue productor del Ciclo Positivx! en Casa Brandon y gran parte de su activismo se desarrolló a través de la acción poética. Dos veces Campeón del Slam de Poesía Oral en Capital, sus escritos recorren las temáticas de la diversidad sexual desde una perspectiva que ataca la teoría de los géneros binarios y, aunque no esperaba que fuera así, hoy se convirtió en un referente del VIH en Argentina.
¿Cuándo decidiste hacer público tu caso de VIH?
Asumirlo es un proceso de todos los días. Primero salí a hacerlo público en las redes porque yo sentía que si lo exponía en todos lados iba a evitar el momento de mierda de tener que contárselo a alguien. Si alguien venía a coger conmigo, ya lo sabía. Después entendí que nada que ver. Fue todo un recorrido. Durante mucho tiempo prevalecía el virus antes que yo. En algún momento el virus llegó a ser más importante que toda mi personalidad. Yo te encaraba diciéndote ‘soy VIH positivo’. Tardé un montón en entender que soy Lucas, soy de Capricornio, soy fan de Sailor Moon, y además soy VIH positivo.
¿Sentís que esa primera reacción tuvo que ver con la presión de la mirada social?
La sociedad te genera guetos y espacios para que te quedes encerrado en ellos. Para que no salgas de ahí. A veces te vende el VIH, que tiene carga y estigma negativo, tiene culpas, y otras veces te vende lugares cool, como el under. ‘Sé under, no pactes con el sistema’, te dicen, te venden. ¿Por estar en un espacio de difusión masiva dejo de ser under? El under solo existe para que el mainstream tenga un punto de comparación.
¿Tu activismo empezó cuando te enteraste de que eras VIH positivo?
Nunca me planteé un activismo. Yo hice. Tengo pulsión de hacer. La gente me dice ‘vos sos activista’ y yo me pregunto ‘¿ah, sí?’ Yo hago porque necesito hacer. Jamás quise ser un referente de VIH. Lo que yo necesitaba era no vivirlo en secreto. Siempre me escriben por Facebook para preguntarme o contarme situaciones. El otro día una piba me escribió ‘no sé cómo voy a vivir con este secreto’ y tuve la necesidad de decirle ‘no lo vivas como un secreto, contáselo a quienes valgan la pena, compartíselo como un regalo a alguien, como una ofrenda, que se sientan privilegiados porque estás contando algo tuyo’. Eso no quita que, si vamos a garchar, yo tenga mis cuidados, conmigo, y con vos. Porque pareciera que los que tienen VIH tienen que andar protegiendo al otro. ¿Y yo? ¿Y mi cuerpo? ¿Y mi autoestima? ¿Y mi vida?
Muchas de las temáticas de tus artículos periodísticos tienen que ver con el tema. ¿Sentís que es un modo de generar nuevos canales de información?
En BuzFeed Latinoamérica, mis editoras son muy abiertas. De repente me encontré en un medio latinoamericano hablando de lo que quiero y como quiero, y por eso creo que ellas plantean un nuevo periodismo. Lo divertido no quita lo importante. Cuando llegué a BuzFeed y Conz Preti me preguntó si escribiría una nota sobre VIH, yo lo acepté de inmediato. Temas de los que no se podía hablar, ahora aparecían con lenguaje de amor. Mi activismo ataca no tanto los problemas, sino las pseudosoluciones.
¿Ese devenir periodista está relacionado con el “no quiero vivir en secreto” del que venías hablando?
Tengo un gran problema con las estructuras impuestas. Yo no podría haber estudiado periodismo jamás. No por la carrera, sino por mí. No puedo seguir los pasos de algo impuesto. En ningún aspecto. Creo que la homosexualidad, basada en la heteronormatividad, creó la homonorma. Pareja obligatoriamente binómica, porque también podés elegirlo, todo lo normado es malo, y hay que recordar que lo puto no quita lo facho.
¿Sentís que las cosas cambiaron desde que hiciste público tu caso de VIH?
Lo primero que cambió fui yo. Tardé mucho en aceptar que yo podía elegir a mi pareja. Yo cogía por default, con quien quisiera coger conmigo. Yo había perdido toda autoestima. Estaba a la espera de que alguien me amara. Nunca tuve una gran autoestima, pero potenciada por el VIH, era peor, porque ahora era feo, y además, era sidoso. ¿Quién me iba a amar? Venía cualquier persona y me aferraba, no a la persona, sino al hecho amatorio. Tardé un montón en llegar a establecer un vínculo real con alguien. Con el último pibe del que estuve enamorado, con quien tuve un gran vínculo, me dijo una gran frase. Me dijo: ‘Esperá que me pongo un forro así vos te quedás tranquilo’. No era ‘así yo me cuido de vos’, sino ‘así vos también te relajás y la pasás bien’. Eso me ayudó a crecer un montón como persona. Yo no soy el puto de catálogo, chongo, groso, hermoso, con todos los dientes. Y cuando empecé a salir con pibes y los observaba, sus panzas, sus culos chatos, su torpeza, yo los amé más. Me parecen hermosos. Y ellos me eligen a mí. Es muy loco cómo aprendés a quererte desde la mirada ajena. Que primero a tu belleza la tenga que valorar la otredad me parece un síndrome total de la época. ¿Cuántos likes tiene mi foto de perfil?
¿Cuál sentís que es, de parte de la sociedad, la primera reacción frente a la deconstrucción de la teoría del género binario?
La deconstrucción de todo binarismo se basa primero en la conciencia binaria. Yo no puedo deconstruir si no tengo una conciencia del binarismo. Cuando hablo de ‘nosotres’, lo hago y me copa, pero no quiero que se me confunda con mucho idiota que habla del ‘nosotres’ porque está de moda. Repito, lo puto no quita lo facho. Que compartas una foto de Milagro Sala no te hace activista. Hay un voyeurismo del activismo que no tiene nada que ver con el hacer. Y la gente es una mierda. Empezando por mí. La gente es el gran cáncer de este planeta. Nos creemos indispensables, tenemos religiones e hijos para nunca morir. Perpetuamos nuestra locura y nuestras enfermedades en hijos de nuestra propia sangre. Todos tenemos miedo a morir, y la única muerte es el olvido, entonces creamos obras todo el tiempo, trastornamos hijos para que nuestro legado de locura se mantenga en el tiempo. El amor es efímero, la maldad familiar y la ignorancia de nuestros padres nos expulsa del paraíso.
Tu activismo, o este ‘hacer’ tuyo, tiene mucho que ver con la poesía. ¿Crees que es posible separar el arte de la política?
El gran error del arte es pensar que tiene un espacio propio. Esa libertad encorsetada es funcional al sistema macabro. Yo digo que dejemos de hacer poesía. Somos todos dioses, hermoses, con las luces que nos iluminan en los escenarios de los Slam, siendo los más aplaudidos. ¿Y en casa? ¿Y en la calle? ¿Sos un slam en la calle? No hablo en contra de la poesía ni del circuito poético. Es mi base, es mi raíz. Ese under es como mi casa. Pero después, ¿qué hacemos en la vereda? ¿Qué hacemos en la calle? Si en mi muro pongo que no hay que decir piropos a la gente, ¿eso queda en mi muro o en mi cotidiano? La conquista del capitalismo es volver el arte un producto de manufactura.
¿En qué sentido entendés al arte como un producto de manufactura?
Si querés arte, andá al MALBA. El arte es decirle a tu papá que el piropo está mal, es decirle que no le compre azul al nene y rosa a la nena. El capitalismo, lo que no puede destrozar, lo incorpora. Ahora los homosexuales tenemos matrimonio igualitario. Estoy a favor del matrimonio igualitario urgente, pero estoy en contra del matrimonio, punto. Apoyo muchísimo el matrimonio igualitario, pero también sé que me adormece. Debería haber sido un pie de inicio para una lucha más fuerte, pero fortaleció el flagelo del matrimonio hétero. Hay que desarmar ambos caminos. El amor es una de las mayores víctimas de la modernidad y del capitalismo. El amor está arrasado por los conceptos retrógrados de los cobardes. Lo mismo con la Ley de Identidad de Género. No niego su importancia, ¿pero a cuántas travas ves laburando?
¿Qué puntos cruciales pensás que faltan en la información que recorre sobre el VIH?
No hay trabajo de prevención, hay trabajo de decirle a las personas blancas, heterosexuales, hombres, negativos, cómo no agarrarse el virus de los pobres, presos, travas y sidosos. Hay muy poco de hablarle al cuerpo positivo, de decirle que vale la pena. Denigrar a la otredad requiere dos o tres frases prefabricadas, ‘algo habrán hecho’, ‘por qué no denunciaste’, ‘andá a saber en qué andaba’, ‘mirá cómo está vestida’, ‘para qué fue a la casa’.
¿Cómo pensás que se podría revertir eso?
Lo primero es ser consciente. Soy hijo de un nefasto y paternalista Estado. No hay una visión mundial de las personas con VIH, porque si es por el capitalismo, ojalá nos muramos todos. Porque somos drogones, putos sidosos, presos, somos escoria de la sociedad. No somos eso, pero me refiero a que la gente gusta de pensar eso, porque mi ser escoria los vuelve a ellos buena gente. Mi miseria contra sus acciones. Me encantaría sentir algún tipo de amparo por parte del Estado, pero nunca lo sentí, y pienso que con el presidente que tenemos hoy y con el gabinete nefasto que lo asesora, sería demasiado.
Actualización 15/06/2016
Ene 11, 2017 | Entrevistas
Kubero Díaz luce en su andar el semblante de un hombre sabio en cuyo camino siempre han habido expectativas hacia la vida. Sus palabras tienen la serenidad de los sonidos que narran sus primeros viajes desde la ciudad entrerriana Nogoyá, su lugar de origen, hacia La Plata, donde inició un nuevo viaje, por el rock, junto a La Cofradía de La Flor Solar, una de las bandas míticas del rock argentino. De allí en adelante, el rumbo tendría matices -geográficos y de artistas-, pero siempre con un Kubero en continuo movimiento, buscando sublimar con arte su experiencia en el mundo. Luego la Billy Bond y La Pesada del Rock and Roll, y con ella la grabación de su primer disco solista y sus participaciones en los LP de otros grandes artistas que también han grabado con La Pesada.
Sus viajes hacia el sur del país y también a Brasil, junto a Miguel Cantilo, constituyeron para el guitarrista una gran experiencia compositiva. Más tarde, ya en Europa, forjó una gran amistad con Miguel Abuelo. Aquellos encuentros –a los que se sumaba Cachorro López- dieron paso a la primera experiencia de Los Abuelos de la Nada hasta afrontar la edición del álbum Cosas mías.
El de Kubero es un incansable periplo que a fines de los 80 encontró una nueva escala en Brasil, lejos de la escena nacional durante casi 15 años, tras los cuales regresó un día de paseo y se quedó para participar de la grabación del disco Clásicos, de Miguel Cantilo. También se encontró, por entonces, con León Gieco, quien lo sumaría a su banda estable para seguir viajando con giras por todo el país y el continente. El viaje es constante, incluso por estos días, en los cuales sigue en movimiento, tocando con su trío (junto a Juan Rodríguez y Daniel Saralegui) a la espera del inminente lanzamiento de Amaneceres.
¿Cómo te vinculás con La Cofradía de La Flor Solar en la La Plata?
Para mí la historia arranca antes, comienza en mi pueblo con Los Grillos, el grupo de rock que tenía con Eduardo Paz en batería y Luis Alberto en segunda guitarra y voz. Estaba también Carlitos Gómez, que entonces era el bajista y hoy es un abogado excelente que sigue tocando igual, un tipo bárbaro. La Cofradía eran pibes de mi pueblo, mayores que yo, que fueron hasta la Universidad, conocieron a Rocambole y a gente que quería -de alguna manera- vivir en la suya. Decidieron alquilar una casa y compartirla para no pagar cada uno la suya. Yo tenía 18 años, recién agarraba un pucho, y se vinieron de La Plata a buscarme.
¿Y a vos como se te presentó la oportunidad? ¿Imaginabas que podía ser el inicio de una vida ligada al rock y la música?
Era lo que yo pretendía, arrancar en algo serio. Desde chico siempre dibujé e hice música como mi hermano, y La Cofradía fue una consecuencia de eso. Aquellos músicos querían tocar conmigo y me vinieron a buscar a Nogoyá para convencer a mi padre. Le contaron toda la historia de la evolución del hombre y mi viejo me decía: “Estos son medios charlatanes, ¿son evangelistas estos pibes?”. Al año siguiente mi hermana lo convenció para que me dejara ir. Yo tenía dos años menos que ellos, así que con 18 años llegué a La Cofradía y fue toda una movida: encontrarme con esos personajes, estar en una Ciudad, que hasta ese momento no sabía lo que era… Nosotros éramos una familia de cara a la calle. Para los vecinos éramos muy queridos porque estábamos toda la mañana haciendo artesanías con las ventanas abiertas, muy de barrio como es en La Plata. Era una onda muy familiar.
Y estando ya con La Cofradía, ¿cómo se da el vínculo con Billy Bond y tu paso por La Pesada?
Billy nos descubrió en el Centro de Artes y Ciencias cuando estábamos tocando en Buenos Aires. Vio un show de La Cofradía que arrancaba y terminaba redondito y nos dijo: “Mañana grabamos muchachos”. Así fue que Billy se copó conmigo, yo me copé mucho con el Negro Medina (el bajista de Manal) porque mi deseo era tocar con él en ese momento. A su vez Morci Requena (bajista de La Cofradía) estaba yéndose a Brasil y querían abrirse. Así me quedé con La Pesada, donde grabé incluso mi propio disco. Ahora que se recuperaron los derechos de Music Hall, una compañía distribuidora de España me contactó porque quieren editar mi disco.
¿Por qué tuviste muchos problemas con la edición de ese disco?
Tenía una furia tremenda, hasta el día de hoy incluso, porque me habían grabado el lado B mal. Venía todo muy trucho, desde la pasta hasta mi nombre, en vez de decir Juan decía Jorge Fernando Díaz. Tuve mis conflictos con el disco y, sin embargo, se proyectó de manera muy interesante.
¿Creés que la Billy Bond y La Pesada tuvo importancia en la unión de distintos artistas de la escena nacional?
Totalmente, Billy Bond consiguió reunir un montón de músicos que estaban en planetas solitarios después de haber pasado por bandas como Manal, por ejemplo. Hasta el flaco Spinetta venía a tocar a veces con La Pesada. Estuvo muy bueno que Billy reuniera a toda esa movida, porque no un había sello de rock. Bah, no había nada en esa época. Había algún avión que traía algún disco de afuera, y ese era nuestro alimento. Hoy vemos esas cosas muy fácil por Internet, pero en aquella época no era así. ¡Qué bien nos hubiera hecho por entonces ver los conciertos de los Who o de Los Beattles!
Después de grabar con La Pesada tu disco y colaborar en algunos otros empezás a viajar…
Primero tuve la experiencia en El Bolsón con Miguel Cantilo, donde compusimos muchos temas. De repente, él se fue para Bahía donde nació su primer hijo, que hoy es baterista en México, y con mi compañera dijimos: “Vamos a visitarlo”. Mandamos la carpa por tren y, mochila en mano, nos fuimos. Llegamos a donde estaba Miguel, en Arembepe, un pueblito perdido allá en Bahía, al lado del mar, un paraíso total, que en realidad era una aldea de doce casas a dos kilómetros del pueblito.
¿Y de Brasil te vas a Europa?
Sí, pero antes vuelvo para acá. Después de hacer un gran concierto de seis horas con (el violinista Jorge) Pinchevsky y Energía Total, me fui para Europa.
Y allá te reencontrás con Miguel Abuelo, ¿qué recordás de esa experiencia?
Miguel Abuelo había venido a La Cofradía, había estado en casa. Vino al gran festival que hicimos de las 34 horas en el Club Atenas, en La Plata. Algo ya lo conocía, pero siempre como a un tipo muy reservado. Cuando lo encontré en Europa que era un tiro al aire, otro Miguelito, y nos hicimos muy amigos. Nosotros estábamos en Holanda y él se venía desde Portugal a visitarnos. Con Miguel siempre nos encontramos de una manera muy mágica. De repente estábamos viajando a visitar unos amigos en Mallorca y ¿quién aparecía en el barco?: Miguel Abuelo, el mismo barco, la misma hora… y eso que no teníamos una facilidad de contacto como la que existe ahora. Era todo de cabeza. Con Pinchevsky también me pasó eso, cayó en cana y cuando calculé que lo habían largado fui a buscarlo a París y lo encontré. Toda esa experiencia para mí fue mágica y una locura, porque estábamos viajando con hijos. Si hubiésemos estado solos era otra cosa, pero ya teníamos pibes y decidimos instalarnos en Ibiza, que es un planeta aparte, un lugar donde todavía se respira ese clima medio hippie, romántico,
¿Cómo surge el proyecto de tu inclusión en Los Abuelos de la Nada?
Cachorro López y Miguel Abuelo venían siempre a casa y zapábamos, tocábamos, hacíamos asados, compartimos mucho. Y Cachorro, que estaba con Miguel de aquí para allá todo el día, consiguió traerlo nuevamente para Argentina y armar Abuelos de la Nada. Fue un proyecto más de Cachorro, que la vió, que de Miguel. Esa es la raíz de los primeros Abuelos. Mucho que ver tuvo mi casa, porque yo le daba clases de música a Cachorro. Cuando Miguel vuelve a Ibiza, después de grabar el Himno de mi Corazón en Estudio Mediterráneo, me dice: “Negro quiero que vengas porque quiero que toquemos juntos”. Incluso me había dedicado un tema, para mí todo un flash. Por otro lado también estaba Charly, que quería que volviera para grabar con él. Se me armó un conflicto, pero fui a Abuelos de la Nada porque ya lo había hablado con Miguel. Además, teníamos una conexión… Y Charly me hizo la cruz. Pero para mí era demasiado: Miguel Abuelo y Charly García… con uno me alcanza y me sobra.
¿Y qué recordás del período de Cosas Mías y de las presentaciones en vivo junto a Los Abuelos?
Muchas historias muy lindas, de las giras con Miguel. Un día decidió bajarse en plena pampa de noche, después de una lluvia, con todo inundado, oscuridad total. El tipo se bajó del micro y no quiso seguir con nosotros, y lo tuvimos que dejar, ni siquiera con un plomo para que lo acompañe… Terminó en un rancho con un gaucho que le dio cobertura a la madrugada. El tipo no subía al micro ni por joda, se había rayado no sé con quién. Pero él era así, como un perro, se te empaca y cagaste, no lo movés más. A la vez, lúcido como él solo, un tipo muy brillante.
Tras la muerte de Miguel Abuelo volviste a Brasil, ¿Por qué regresaste otra vez a la Argentina?
Fue una época de muchos golpes. Me había ido a Buzios y un día me vine a ver a la gente, a pasear un mes y a tocar un poco y, de repente, aparece Miguel Cantilo y me dice: “¿Negro, te vas a ir? Porque si no te vas te contrato para hacer las base de un disco (Clásicos)”. Y me entusiasmé al toque, era entonces la oportunidad de reencontrarme con toda la monada. Gracias a Miguel me contacte con León, con Charly, con Mollo, con unos cuantos.
¿Y por qué decidiste quedarte?
Botafogo (el blusero Miguel Villanova) me dijo un día: “Armate un trío”. Y así fue que armé un trío y, después de la presentación, aparece el mensaje de León Gieco para que yo participara de su disco. Un flash total, y así pasaron diez años tocando con León. Recorrimos el país y un poco más también. León es bien recibido en todos lados, es un capo.
¿En qué etapa se encuentra Amaneceres, tu próximo disco?
Ya está casi terminado, me faltan unos trámites para mandarlo a hacer. Sucede que hay muchas opciones, entonces quiero decidirlo bien. Por ejemplo está la posibilidad de Panal de Ideas, donde muchos pueden colaborar por Internet. Por otra parte tal vez les interese a la gente de España que quiere reeditar el de La Pesada. Ya editaron el disco Sur de Miguel Cantilo., Son muy especiales estos tipos, quieren música para coleccionistas.
Has manifestado ser un artista del aquí y ahora, ¿cómo te interpela el mundo y el contexto en este momento, cómo se conecta con tu arte?
Es complicado porque son tantos ángulos desde los cuales uno lo puede encarar… la gente, la calle. Hay mucha locura pero no de la buena, en mi época había una locura más creativa, ahora todo es chicaneo. “Si no fuera por la música no nos salva ni Tarzán”, dijo Cantilo y es tal cual, si no fuera por la música yo no sé qué hago, me pierdo.
También sos un artista plástico, ¿cómo conviven esas dos facetas?
Soy muy improvisador, la verdad no lo pienso demasiado. El otro día hice un dibujo para una canción que grabamos para un disco de unos pibes en Córdoba, la canción la canta Melingo con un coro de niños de escuela y yo meto las violas acústicas. Me pidieron un dibujo para esa canción y yo hice un dibujo de la Pachamama, pero no lo pienso mucho. A veces se me aparece alguna imagen, o unas líneas, y las pongo. Tiene que haber alguna motivación para superar la hoja en blanco, que es terrorífico. Lo mismo con la música, todo arranca con dos notas y con el ritmo. También hay otras maneras de componer, te fuiste a dormir y soñaste la canción, entonces a la mañana agarraste la viola y salió. Es magia pura, como dice el Flaco. Todas las cosas tienen música, todo te interfiere, yo ando en micro y se me viene toda la música encima, entonces quiero llegar a casa rápido para agarrar la viola. Últimamente ando con un grabador y me registro todo porque es la única manera de darle sentido al riff, al ritmo, a la intención. Sobre aquella pregunta de qué viene primero, si la letra o la música… para mi es todo una sola cosa.
¿Qué es el rock para vos?
Un poco la pila. Tengo un montón de años, sigo cantando rock, y me siento como si tuvieras 20. Para mí, el rock es la chispa que me mantuvo vivo en un momento de mi vida. El rock es algo que no querés soltar, para mi es inevitable el rock. El rock es también decirle al otro lo que está pasando: “Loco, despertate, no seas animal”. En La Pesada del Rock and Roll, por ejemplo, era una época donde subíamos al escenario con Billy y con el Negro Medina, con Claudio Gabis, con Pinchevsky con los que estuviéramos tocando en ese momento, y el Negro Medina improvisaba sobre un riff medio mántrico que teníamos y se mandaba a diestra y siniestra sobre la situación política. Improvisábamos mucho, eso es rock. A veces el Negro Medina terminaba con las manos lastimadas porque le pegaba al bajo de tal manera que terminaba lleno de sangre, una bestia total.
¿Qué te pareció el homenaje de Gustavo Gregorio a los pioneros del rock nacional con la edición del álbum Rock Argentino en Estado Sinfónico?
Es un disco muy mágico porque aparecieron los personajes que tenían que aparecer. El productor puso la parte más complicada, es un maravilloso ser que conocí gracias a este laburo y fue quien me impulsó, después, a que yo pudiera concretar mi disco en agradecimiento a que yo había participado sin pedirle absolutamente nada. El flaco apareció y me ayudó en todo lo que me hacía falta para poder terminar mi disco, eso en lo personal. Fue alucinante juntarme con Gustavo Gregorio, que nos conocemos hace más de 40 años y nunca imaginé que iba a llegar a ser un director de orquesta, un arreglador tan fantástico como es; y mucho menos que iba a tener una idea como esa… que la orquesta sinfónica de Kiev grabe estas canciones.
Estás tocando mucho, sea con tu trío, o en compañía de otros músicos, ¿te seguís conmoviendo sobre los escenarios?
Totalmente. Es que la felicidad de estar tocando es mucha, ahora me voy a presentar con el trío el próximo 20 de agosto en Nivangio (Colombres 946). Gracias a Dios me rodea gente muy especial. El Mono Insaurralde me grabó en el disco el tema “Escorpiano Mental”. Miguel me apoyó, me hizo unas voces fantásticas, y el tema quedó buenísimo… Ahora todo el material de Amaneceres se lo di a Rocambole para que con su arte arme y desarme según le parezca, pero pronto lo tendremos.
Actualizada 16/08/2016
Ene 3, 2017 | Entrevistas
Hace dos años Mariano Corbacho dejó las novelas y la ciencia ficción y se dedicó a leer exclusivamente material sobre la última dictadura militar. Su documental 70 y Pico, que se estrenó el último jueves, hace foco en el papel de su abuelo, Héctor “Pico” Corbacho, decano interventor de la Facultad de Arquitectura y Diseño de la Universidad de Buenos Aires y profesor de dibujo en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) durante esa etapa. Fruto de una investigación junto a los productores Martín de Dios y Juan Pablo Díaz, en la película se cruzan dos relatos: el del movimiento estudiantil universitario y el del propio Héctor Corbacho. “No me quedaron preguntas por hacerle a mi abuelo. Pero tal vez haya muchas respuestas que él no dio”, reflexiona el director.
¿Cómo surgió la idea del documental?
La pregunta disparadora tiene que ver con que mi abuelo contaba que lo habían intentado matar dos veces mientras fue decano. Cuando yo tenía 12 años, me mostró una carpeta donde guardaba algunas publicaciones con amenazas. A partir de ahí me pregunté por qué lo querían matar. Surgió desde lo personal, pero la intención no fue trabajar la esfera individual sino explicar la responsabilidad de mi abuelo como actor político en relación al contexto social en el que operó. Para eso el documental hace un recorte desde 1966, en “La Noche de los Bastones Largos”. Investigamos cómo el movimiento estudiantil universitario empezaba a participar masivamente, generando propuestas pedagógicas vinculadas a la práctica social. Era importante explicar esto para dar cuenta qué fue lo que vino a reprimir el Terrorismo de Estado y qué rol jugó mi abuelo en todo eso.
¿Cómo lo tomó su familia?
Ellos jamás juzgaron las intenciones del proyecto ni el abordaje de las entrevistas. De hecho mis hermanos y mi vieja aparecen en el relato y también participaron en las proyecciones. El respaldo familiar me da tranquilidad. Ellos no tienen el mismo nivel de inquietudes que yo pero cada uno asume la realidad como puede. La película me sirvió para hablar por primera vez de este tema con mis hermanos y esta posibilidad me parece muy valiosa.
«La película me sirvió para hablar por primera vez de este tema con mis hermanos», detalló Corbacho.
¿Por qué su abuelo accedió a ser entrevistado?
En cierto sentido, nunca tomó en serio el tema de las filmaciones y de que yo estudiaba cine. Lo vivió más como un diálogo serio que como una entrevista. Las ocho veces que hablamos hice foco sobre el mundo universitario. Siempre planteaba el tema sobre el que quería hablar y saber su visión de los hechos. También hay un vínculo personal en lo cual lo afectivo juega un papel clave para que haya accedido, porque por más que pueda no haberlo tomado del todo en serio, “Pico” acompañó en todo momento.
¿Hubo resistencia de algún entrevistado al conocer su vínculo familiar?
En todos los casos hubo una cautela inicial. Siempre querían escuchar qué tenía para proponerles. En ese tema fui directo, me presentaba como Mariano Corbacho, el nieto de Héctor “Pico” Corbacho, interventor decano de la carrera de Arquitectura durante la última dictadura. Les expliqué mi punto de vista y que la intención del proyecto no era generar una mirada exculpatoria sobre la figura de mi abuelo.
El Gobierno de Cambiemos ha reinstalado la teoría de los dos demonios y que lo que hubo fue una “guerra sucia”, ¿qué aporta 70 y pico en el este contexto?
La intención del documental es seguir abonando al pensamiento crítico de ese período. Sobre todo para entender cuáles eran los proyectos políticos en pugna en ese momento, y no juzgarlos como historia del pasado, sino más bien lograr tomar de esas experiencias elementos que ayuden a pensar el presente. El caso de Darío Lopérfido cuestionando la cantidad de desaparecidos o Mauricio Macri diciendo que no le interesa, que no quiere saber, empantanan e invisibilizan cuál fue la intención del proyecto represivo.
En su película, el movimiento universitario de los años 60 y 70 aparece como un actor social fundamental, ¿qué similitudes y diferencia tiene con el actual?
Me parece importantísimo. Las agrupaciones estudiantiles son las que impulsan propuestas que tienen que ver con el contexto universitario o con los de la sociedad en general. Es un movimiento que motoriza cuando los niveles de conflicto se tensionan, como en la masiva marcha universitaria de mayo de este año. Pero hay diferencias en la masividad y la disputa de cuál es el perfil profesional, o sea, preguntarnos para qué se estudia. Eso se borró de la discusión. Hoy todos sabemos que se estudia para el mercado, salvo excepciones. Es importante volver a discutirlo y pensarlo, porque el profesional que se forma es la preconfiguración de la sociedad que queremos construir.
«Lopérfido cuestionando la cantidad de desaparecidos o Mauricio Macri diciendo que no le interesa empantanan e invisibilizan cuál fue la intención del proyecto represivo», sostiene Carbacho.
¿Qué rol cumplió la dictadura en la destrucción del sistema pedagógico y educativo?
La intención era desmovilizar, instalar un proyecto contrarrevolucionario. Ante una fuerza revolucionaria en ascenso, los militares desarticularon directamente al movimiento obrero, al estudiantil y a los sectores armados a través de la instalación del terror y la muerte. Hubo una política que desarticuló todo ese proyecto, que fraccionó a la sociedad instalando el miedo, para que la preocupación ya no sea del desarrollo colectivo de la ciudadanía, sino por la integridad individual y privada.
¿Se contactó con personas con situaciones como la suya a partir de la película?
Sí, después de algunas proyecciones se me acercaron familiares de tipos que tuvieron algún papel en la dictadura. Me sorprendió que lo hacen por lo bajo, con temor. El caso más extremo es el de una chica que realizó por su cuenta una investigación sobre su abuelo, que fue juez en la dictadura. Es muy bueno que el documental sirva para mover esa fibra íntima y ver qué hacer con eso. Ante todo para saber que la vinculación de sangre no te condena y que no hay que cargar con ninguna mochila.
¿Su abuelo tuvo alguna colaboración con la desaparición de estudiantes?
La investigación no arrojó nada que dé cuenta de eso, más allá de los testimonios de quienes declararon en la causa ESMA. Pero no hay documentación que lo certifique. Ahora, creo hubo un nivel de participación de mi abuelo. Primero, porque él en una de las entrevistas dice: “No me encontraron nada”, que no es lo mismo que “no había nada para encontrar”. O el caso de Hernán Abriata, un desaparecido al que lo fueron a buscar a la casa diciendo que eran de Arquitectura. Los tipos tenían la ficha del legajo de la Facultad que habían sacado del expediente del alumno. ¿Quién facilitó esos legajos? Hay preguntas que quedan en el aire sin respuesta, pero que hay que hacerlas igual.
Actualizada 06/09/2016