Las víctimas, los victimarios y los indiferentes

Las víctimas, los victimarios y los indiferentes

Diana Wang, sobreviviente de la Segunda Guerra Mundial, reeditó su libro Los niños escondidos. Del Holocausto a Buenos Aires, donde reúne los testimonios del exilio de infantes que iniciaron una nueva vida en esta ciudad. En charla con ANCCOM, la autora relata cómo desde su propia experiencia entendió que quienes pueden cambiar la historia son los testigos indiferentes”.

Empecé a escribir cuando estalló la bomba en la AMIA. Mi mamá me llamó y me dijo: ´Nos quieren matar otra vez´. Yo sentí que ella disparó con todo: el ´nos´ me involucraba y el ´otra vez´ remitía a la Shoá, al Holocausto”.

Habían pasado cuarenta y siete años desde que la familia Wang se embarcó hacia el único lugar donde consiguieron tramitar la visa. Llegar a la Argentina desde Polonia un par de años después de terminada la guerra implicó mentir: tuvieron que decir que eran católicos, porque por ese entonces los judíos tenían muy restringida la entrada, pocos habían ingresado diciendo que lo eran.

Diana, que en ese momento tenía dos años, llegó sólo con su mamá y su papá, su hermano Zenus había sido entregado a una familia católica para que pudiera sobrevivir y desde entonces nunca más lo vieron.

Dueña de un apellido que remite al nombre de una pequeña población ubicada en el sur de Alemania, Diana creció en el país, se recibió de terapeuta especializada en vínculos de parejas y hasta ese 18 de julio del 1994, cuando su mamá la llamó, había decidido no pensar en ciertas cosas.  

Cuando corté y entendí lo que estaba pasando, sentí la necesidad de hablar: que la Shoá no fueron solamente los campos de concentración, que hubo distintas formas de sobrevivir, que nos tuvimos que esconder, cambiar de identidad. Tuve que recordar que quienes estuvieron en los campos casi ni lo lograron”.

En ese momento Diana supo que ese principio de hermetismo estaba quedando atrás: Se necesitan muchas décadas para volver a hablar… y, en ese momento entendí que no pasa porque ´no hay palabras´, por ´el trauma que generó´. Hay palabras. Es otro tema. De sufrimiento podemos hablar. Tenía que entender qué nos había estado frenando”.

Y de a poco lo fue logrando: durante esos años conoció a otros hijos de sobrevivientes, viajó a Polonia, se integró a la Fundación Memoria del Holocausto, asesoró en el proyecto de toma de testimonios de la organización internacional creada por el cineasta Steven Spielberg para recopilar testimonios de sobrevivientes de la Shoá de todo el mundo y ahí conoció a un grupo de personas con una historia similar a la suya que se reunían con periodicidad y se acopló a ellos. Así empezó todo.

Es que ese momento se fracturó la confianza en el sistema social, vos estás parada sobre un piso, una especie de pacto social tácito, y pensás que las fuerzas del poder te van a proteger. Cuando esa gente es la que te quiere matar, se te fractura ese piso, hay un desgarramiento de tal magnitud, que cuando salís de esa situación, lo que necesitas es recomponer tu vida, volver a armar ese piso fracturado. Entonces recién cuando la confianza empieza a restablecerse podes volver a hablar. Es una cosa de otro nivel”.

Diana empezó a escribir y organizó este libro en treinta relatos, todos parte de ese grupo que se llamaba Los niños de la Shoá y los reunió de una manera muy particular, porque todos había venido acá escapando, llegaron con su familia a la Argentina, pero cada uno tenía su propia historia. Sentí que tenían la potencia de que cualquiera que lo lea pueda identificarse con esas situaciones, sólo tenía que encontrar el cómo. Cuando empecé a organizarlos me fue más fácil desgranarlos. Lo que sucedió en el Holocausto tenía una enorme fertilidad docente porque hay mucho que se puede enseñar y no veía en ese entonces que se hacía adecuadamente, sólo se enseñaban situaciones de horror, que había mucho morbo. En todos los testimonios encontraba tres puntos de vista: el de la víctima, el del victimario y también quien veía todo y no hacía nada“.

Diana descubrió que desde el punto de vista de las víctimas es fascinante esto que hoy llaman resiliencia, pero que va más allá de eso: yo encuentro en las vidas posteriores de las víctimas vidas normales, como las de cualquiera. La Shoá fue un hecho horrible en sus vidas, pero no parece ser un trauma indeleble como nos gusta pensar. No necesariamente fue así. Yo te diría que sí empezó a hacerlo cuando pudieron hablar de eso. Empezó a ser un eje importante en sus vidas, que antes se habían encargado de que no lo sea”.

Desde el punto de vista de los perpetradores explica que le resulta interesante ver su comportamiento como el de personas normales, comunes y corrientes que de pronto se hacen cómplices de un plan asesino y que lo ejecutan. El qué pasa con ellos, porque de ahí podes aprender, porque es lo que sigue pasando en todos los hechos genocidas posteriores a la Segunda Guerra, ahí no terminó”.

Yo siempre digo que aquel ´Nunca más´ es otra vez y otra vez y otra vez. Me parece fértil enseñar cómo una determinada propaganda, ideología autoritaria y una determinada forma de procesarlo, hace que la gente haga cosas que no sabía que era capaz de hacer. El procesar tiene que ver con la manera que se incorpora la propaganda y el lavado de cerebro y eso me parece fundamental para la docencia porque los mismos principios diseñados e instalados por el Ministerio de Propaganda nazi, son los que se usan hoy para vender un lavarropas. La propaganda y la publicidad tienen los mismos principios. Yo cuando voy a la escuela secundaria y les pregunto a los varones si el desodorante ´Axe´ les resulta más atractivo que los otros y entienden inmediatamente lo que les estoy diciendo”.

Y como último eslabón, desde el punto de vista de la sociedad en general, los que pueden cambiar las situaciones son los testigos indiferentes. Igual que en bullying: está quién ataca y quién es atacado y la ronda de quienes se ríen es con la ronda con la que hay que trabajar. Esto es lo más importante”.

El libro, que tuvo su edición original hace quince años, se reeditó ahora con un nuevo capítulo, un testimonio más y la foto de su hermano Zenus en la portada, la única imagen suya que conservan.

 

Un viernes de terror

Un viernes de terror

La lluvia constante, las luces apagadas y un sonido estremecedor que proviene de la oscuridad ambientan el auditorio del Museo Reconquista de Tigre. Aún faltan 15 minutos para que empiece la proyección, pero de manera imprevista una luz se enciende en el centro del escenario. Un científico aparece junto con su ayudante para darle vida a un cuerpo tumbado sobre una mesa. Inmediatamente, una figura gigante se levanta. ¡Está vivo! ¡Frankenstein está vivo! Más personajes -que representan al pueblo- ingresan a la sala para matar al monstruo, que mezclándose con el público se acercan lentamente con gritos ensordecedores, mientras el científico logra huir del lugar. Sin embargo, la muerte de Frankenstein es inminente. La breve interpretación de la película “Frankestein” de 1931 del director James Whale, fue una introducción de lo que luego sería la exhibición del film en la quinta edición del Cine Club Tigre.

“Es una propuesta para que los vecinos puedan disfrutar del cine vintage de terror al aire libre en verano. Es para toda la familia, con películas habladas en castellano y con las representaciones en vivo del Grupo Teatral Kenneth, lo que le da un toque más terrorífico”, explica Ricardo Gil, uno de los coordinadores del evento que se repite todos los viernes de febrero, a las 20 horas, con entrada libre y gratuita en el Museo Reconquista, ubicado en la calle Padre Castañeda 470. El evento, está organizado por el Municipio y la Subsecretaría de Cultura de Tigre.

En conversación con ANCCOM, Pablo Aranda, otro de los encargados de llevar a cabo el Cineclub Tigre comentó que la temática tiene que ir por lado de lo bizarro, de lo apto para todo público y que tenga que ver con el terror en lo posible. “Cada año agregamos más material, pero siempre tiene que ser de décadas entre el ´30 al ´80”, agrega.
Los actores del Grupo Kenneth también dieron su opinión acerca de lo que significaba estar en el Cine Club y aportar con sus recreaciones a la trama. Antonina Gallotti, integrante del elenco afirmó: “Me parece genial que nos den la oportunidad de estar acá en este evento, ya que podemos hacer teatro de forma libre e interactuar con las personas. Obviamente tenemos la dirección de nuestra directora Melisa Callero, pero el estar cara a cara con la gente te da un aprendizaje que solamente se adquiere con la improvisación, algo que quizás arriba de un escenario solamente lográs cuando rompes la cuarta barrera”. Del mismo modo, Gastón Pereyra, quien encarnó el personaje de Drácula, se mostró muy entusiasmado de participar por primera vez en esta clase suceso: “Fue una experiencia genial, me encanta todo lo que es terror y es maravilloso ser parte de todo esto. La verdad que la gente nos recibió muy bien y me conmueven las distintas reacciones del público
conmigo y mis compañeros, algunos se asombran y se asustan, otros se acercan a sacarse fotos, pero siempre con buena onda”. Nora quien asistió junto a su marido Luis y su nieta expresó su felicidad por estar presente un año más en este evento. “Me parece interesante ver la diferencia entre el cine de antes y el actual. A mi nieta, por ejemplo, le dio risa toda la película, pero porque es de otra generación y ellos están acostumbrados a otro tipo de
cine”. Por otro lado, Susana quien también asistió con su familia, compartió su gusto por el cine de terror y exclamó “me gusta mucho el espectáculo previo, es algo increíble lo que hacen los actores”.

La próxima semana que viene se dará el cierre del Cineclub con la película “El monstruo de la laguna negra” del año 1954 y dirigida por el director Jack Arnold. La función se exhibirá a las 20 horas y también se realizarán sorteos con distintos clases de premios para todo el público.

Una expedición de altura en la pantalla grande

Una expedición de altura en la pantalla grande

Los niños de Llullaillaco -que hoy se encuentran a disposición del Museo de Arqueología de Alta Montaña en la provincia de Salta- fueron hallados a una altura de 6.739 metros.

¿Se puede poner en riesgo la vida con el fin de escalar una montaña y descubrir la cultura Inca? Ese parece ser el objetivo de Christian Vitry. El trayecto recorrido por este arqueólogo junto a colegas argentinos, peruanos y estadounidenses, quienes en 1999 hallaron tres niños momificados en las alturas del volcán Llullaillaco -en la frontera con la región de Antofagasta- se retrata en el film de Fernando Krapp El Volcán Adorado. “La idea original fue plantear la relación de un hombre con una montaña sagrada para la comunidad Koya. Y cómo puede ser capaz hasta de sacrificar su vida por subir a esas alturas”, explica Krapp sobre el origen del documental rodado en 2015, que finalmente se podrá ver a partir de hoy y hasta el 21 de marzo en el Cine Gaumont.

El largometraje, que cuenta con fotografía de Juan Ignacio Zevallos, no se detiene solo en la particularidad del trabajo de arqueología de alta montaña y el hallazgo histórico que significaron las momias de Llullaillaco para la comunidad antropológica, sino que también penetra en las profundidades del norte argentino y muestra sus colores y atractivos naturales. “Fue un poco inconsciente todo, aunque fue algo tan simple como planear un viaje”, responde Krapp con respecto al escenario en el que se desarrolla la filmación. “Hice una locura total. Viaje con mi fotógrafo para conocer dónde nos metíamos. Alquilamos un auto muy chiquito e hicimos 600 kilómetros por un camino de ripio.”

Fernando Krapp es el director del film «El Volcán Adorado».

El equipo de trabajo de El Volcán Adorado arribó a Tolar Grande para encontrarse con Vitry y comenzar el rodaje de las condiciones en las cuales se encontraron los “Niños del Volcán”. “Casi nos perdemos, casi desbarrancamos, pero llegamos. El desafío fue adaptarse a lo que te da el lugar a nivel técnica”, explica el cineasta.

El apunamiento, o “mal de montaña” se caracteriza por un malestar físico por no adaptarse a la baja presión de oxígeno en grandes alturas Esto incluye, mareos, náuseas y vómitos, dolores de cabeza. Además, los síntomas se encuentran en relación directa con la velocidad y la altitud. Es decir, a mayor altura, menor presión de aire. Y a mayor rapidez de subida, es más probable que empeoren las condiciones. La Unión Internacional de Alpinismo y Escalada estipula que a partir de los 2.400 metros es cuando resulta normal que se empiecen a sentir estos síntomas.  

Los niños de Llullaillaco -que hoy se encuentran a disposición del Museo de Arqueología de Alta Montaña en la provincia de Salta- fueron hallados a una altura de 6.739 metros. “Nunca habíamos estado a más de 5.000. Juan (Zevallos) se apunó. Te levantas a la mañana y tenés tus bidones de agua completamente congelados. El montañismo es una experiencia muy compleja”, describe Fernando.

El Volcán Adorado se conforma como un largometraje en esencia etnográfico. Esto significó un trabajo de campo propio de la disciplina y un contacto con los residentes de Tolar Grande: “Son cerrados. No queríamos quebrar esa distancia, nos parecía invasivo. En mi opinión, una película de la comunidad Koya tiene que ser hecha por ellos mismos y no por alguien de afuera. Eso también fue un desafío”, confiesa Krapp. “Quisimos quedarnos con el punto de vista de Christian (Vitry). Yo no iba a mentir ni ponerme la bandera de nadie”. En esta misma línea fue pensada la música de la película. La banda de sonido está a cargo de Martin Minervini. Para no establecer una lógica regionalista, perpetuó melodías hechas en otros instrumentos que no fueran sikus o quenas, en función de no alterar la idea principal del film y preservar inalterada una cultura que no les es propia.   

En sintonía, la obra de Krapp establece una discusión con respecto al turismo. Llullaillaco es un lugar sagrado para la comunidad Koya, pero a la vez las momias halladas allí, son exhibidas en el Museo de Arqueología de Alta Montaña. Con respecto a esto Krapp da su parecer: “El turismo en este sentido es una depredación cultural. Pero a la misma vez es una fuente de recursos para la provincia”. El cineasta siente que se plantea una contradicción: “Por un lado quieren que las devuelvan a la montaña, pero al mismo tiempo las momias han permitido que la industria del turismo crezca y genere ingresos. Además esto permitió que se organicen como comunidad. Antes del descubrimiento estaba todo más desperdigado y con el hallazgo pudieron aunarse y elevar el reclamo de la devolución de los niños a la montaña”. Es decir, de no ser por el descubrimiento de las momias, no hubiese sido posible la organización ni tampoco el reclamo de retorno al Llullaillaco. “Es por esto que no quise tomar partido. Son debates muy filosos y que se extienden por todo el territorio andino”, concluye Krapp.

De todas maneras, el proteccionismo sobre las momias existe. María Constanza Ceruti fue quien solicitó la creación y el traslado de los niños a un museo con cuidados específicos, junto con la preservación y cuidado de la Red Inca de Transporte, de igual nombre que la expedición, que cuenta con más de 60.000 kilómetros.

El cineasta nacido en 1983 en Adrogué, logró estrenar su film en el espacio INCAA Cine Gaumont el pasado 16 de enero y formó parte del Festival de cine de Mar Del Plata del año 2017. Lamentablemente los días martes y miércoles 22 y 23 el Gaumont sufrió un desperfecto eléctrico y no contó con suministro de luz, lo que hizo que El Volcán Adorado deba esperar otro mes para ser exhibida. Finalmente se podrá ver a partir del jueves 14 de febrero y hasta el 21 de marzo, todos los jueves, viernes, sábados y domingos a las 14 horas en el Cine Gaumont.

Los sonidos del arte

Los sonidos del arte

Eva Shin, artista que participa en el disco  Otras formas Volumen 2.

“Un sello exclusivo para artistas visuales que hacen música”. Así comienza la presentación de la página web Otras formas, que intenta visibilizar la producción musical creada por artistas plásticos con trayectoria.  El primer disco fue lanzado en el año 2016, cuando Florencia Hana Ciliberti decidió visibilizar la música que ya habían producido numerosos artistas visuales. Comenzó  con un simple compilado de canciones, que representaban tanto a artistas contemporáneos como, al mismo tiempo,  trazaban un puente histórico con los pioneros, como Jorge de La Vega o Federico Peralta Ramos, quienes combinaron los lenguajes de la música con el de la plástica.

Fátima Pecci Carou, participante de Otras formas Volumen 2  afirma: “Soy pintora y también siempre me dediqué a la música desde un lugar más amateur; en paralelo de mi obra visual formé bandas. Y en un momento determinado tuve que elegir a qué dedicarme full time y ahí me aboqué más a la pintura,  pero la música siempre siguió estando presente”.

Otra de las artistas que participan en el disco, Eva Shin, afirma: “Otras formas Volumen 2 plantea una cuestión muy personal. Una, como artista, no separa una forma de expresión de la otra. De hecho, en la mayor parte del trabajo que estoy haciendo últimamente están asociados  los sonidos y lo visual”.

A través de mucha investigación, Ciliberti, que es música y artista plástica,  logró terminar el primer compilado, iniciando un camino para lanzar el segundo. “Fui investigando y de hecho terminé el volumen 1 y  en 2018 lancé el compilado 2 porque seguí encontrando más artistas. De pronto, los mismos artistas plásticos se animaron a mostrar sus proyectos. Muchos tenían grabaciones pero no todas estaban difundidas,  por ahí fueron presentaciones esporádicas o tenían que ver con sus inauguraciones”, señala la impulsora del proyecto, conocida -entre otras cosas- por la canción “Parque de diversiones”.

Pecci Carou afirma que los artistas cruzan esas fronteras constantemente. “Por ejemplo, cuando hace una pintura pero al mismo tiempo tararea una canción. Creo que hay un conjunto de artistas que está explorando todo el tiempo estas fronteras, estos bordes del lenguaje”.

El disco, además, exhibe una selección del  catálogo de la obra de cada artista , mostrando diferentes imágenes de sus trabajos. “Me parecía interesante este universo que se creaba entre la imagen y lo sonoro. Me importaba poner de manifiesto que un artista puede hacer todas aquellas cosas que, con compromiso, quiera hacer”, expresa Ciliberti. En esa línea,  Shin comenta que es muy actual esa mirada, ya que es muy habitual que artistas trabajen en distintas plataformas y que una alimente a otra.

“La particularidad que tiene Otras formas es que no es un sello discográfico de una empresa sino que es un sello discográfico-obra porque, yo soy artista y para mí esto fue como un proyecto también artístico”, afirma Ciliberti. Entre los integrantes de Otras Formas Volumen 2 se encuentra Roberto Jacoby, sociólogo, artista conceptual y autor de muchos de los hits del grupo de Rock Virus, y el arte de tapa estuvo a cargo de Alejandro Ros.

En la actualidad, ya habiendo hecho shows en el MAMBA, en el Museo Nacional de Bellas Artes y en la galería Ruth Benzacar, entre otros espacios, los artistas planean seguir con sus producciones y continuar con la exploración de  los distintos lenguajes. Como próximo paso, analizan incluir performances en las nuevas presentaciones del disco, otra manifestación característica de ese territorio híbrido que es el arte.

“Quiero darle una esperanza al que me escucha”

“Quiero darle una esperanza al que me escucha”

Recién llegado de una gira por España y por la Argentina, rodeado de guitarras, con un cuadro de su disco “Mundo Anfibio” de fondo y mate por medio, Lisandro Aristimuño recibe a ANCCOM en su estudio de grabación.

Arrancaste tocando covers en Río Negro, ahora vas por tu segundo Luna Park, ¿cómo fue el proceso?

Siempre pensé que la educación, en el sentido de educar a alguien, es muy compleja. Tuve profesores y maestros muy buenos, pero también hay una necesidad de cada persona. Cuando crecí y me hice adolescente, intenté estudiar en un conservatorio y me fui a los tres meses porque era muy matemático. Y me parecía que la música no era así. No me divertía, que eso es lo más hermoso. Tengo una hija de 6 años que cuando no se divierte, se aburre y empieza a llorar o empieza a manifestarse de algún modo para que yo le diga “no podés hacer más eso”. Voy a cumplir 40 y pienso lo mismo conmigo, que uno cuando hace algo se tiene que divertir, le tiene que gustar, “apasionar” sería la palabra.

Hoy podés vivir de la música, pero hubo todo un camino.

Cuando algo te gusta realmente, te produce algo, lo bancás. Aunque tu familia esté en contra. Lo mismo cuando te dicen que “tenés que ser eso”. Pero esa gente, esa fuerza salió para el otro lado también. Siempre fui “el rebelde” dicen… y no, no fue una rebeldía, yo quería hacer esto. Incluso en mi adolescencia pensaba que no servía para otra cosa. Me di cuenta lo que quería ser y que realmente podría hacer algo que esté bueno. Para mí y para mis amigos, para mi novia, para mi entorno chiquito. No pensaba en lo que me pasa hoy. Lo hice desde una pasión y desde algo genuino.

Producís tus discos y los de otros, ¿qué es ser independiente y autogestivo?

Es libertad. Conozco el otro lado, sé lo que no quiero, sé lo que no tengo ganas de hacer, entonces uno hace lo que hay, bien o mal, no importa, pero está haciendo algo. La autogestión y la independencia es hacer algo que uno quiere hacer. Y no tenés un tipo que te diga “si querés hacer esto, tenés que hacer esto y esto y esto”. Te cambia hasta la cara. Nunca me banqué eso. Quiero mostrar lo que soy, siempre. Lo que soy en la vida, no hay ningún tipo de venta ni de simulacro con eso.

Igual no todos logran destacarse como vos…

Lo sé. Pero siempre digo: sientan lo que quieren ser y pónganse firmes con eso. Puede ser doloroso, que tus padres no quieran o no te banquen más. Puede pasar…

¿Los tuyos te ayudaron en esto?

No. Lo hice solo. O sea, me ayudaron inconscientemente, en cuanto a criar a una persona, eso es ayuda. Pero después, ya de adolescente, decidí lo que quería hacer. Me fui de mi casa. Fue una rebeldía, que a su vez cuando grabé mi primer disco, mi viejo empezó a decir “está bueno lo que hacés”. Tenía, en algún punto, que demostrarle algo. Y ahora es mi fan. Me imagino con mi hija también, te da miedo esa rebeldía de tu hijo. Y querés algo seguro para él en este puto sistema. Pero han cambiado los parámetros. Ahora mis viejos ya consideran que soy músico porque me vieron en Clarín, La Nación, Página/12, porque llegué al Gran Rex o al Luna Park… La gente grande quiere que le demuestren con cosas más grandes. Y ese es el problema de la educación: exigirle a alguien que te demuestre lo que sos y no acompañar tu crecimiento para eso. Ahí está el paso en falso.

¿Cómo te interpela lo social?

Soy alguien que piensa en su alrededor. Estoy alerta de lo que ocurre y de lo que veo. No como músico sino como persona. Salir a la calle, ver qué pasa. Mi repertorio se modificaría si salgo del hotel y hay una manifestación o hay dos abuelos besándose. Uno siempre quiere dos abuelos besándose, pero las circunstancias del país hacen que a veces no puedas ni salir. El taxista te dice “estoy en la esquina, no puedo pasar porque la avenida está repleta de manifestantes”. Y ahí me digo “no, pará” y cambio el repertorio.

Hace poco se cumplió un año de la desaparición de Santiago Maldonado, ¿te afectó?

Muchísimo. Es una injusticia muy grande. Todavía no hay alguien que dictamine o diga algo, pero se sabe que fue un asesinato. Lamentablemente la justicia es muy lenta y hay mucho en juego que desconocemos. Y lo lamentable es eso, el desconocimiento de la verdad.

¿Aparecen estas situaciones a la hora de componer?

Sí, pero de una manera poética. Siempre intenté que el arte no pierda esa esencia que tiene, que es también jugar y pensar en la fantasía. Soy realista en mi vida, pero como músico juego. Me encanta eso. A veces vengo acá puteando pero no voy a putear en mi letra, intento camuflarla con poesía… puede ser muy mala. Siempre con un grado de comunicación, más que manifiesto…

Más por lo implícito…

Me interesa eso, comunicarme y darle al que me escucha una esperanza, no decirle solamente “esto es una mierda” sino que hay algo más, “tu vida es importante”. Darle importancia a la individualidad también, a vos mismo, no a quien te gobierne. Esa es mi intención cuando escribo letras o hago música.

Si pudieras entrevistar a alguien, a cualquiera, ¿a quién elegirías?

Hoy hablaría con Mauricio Macri para preguntarle qué mierda está haciendo. Qué piensa él de lo que está haciendo. Si me das ese poder, de estar con el tipo adelante y decirle “¿¡Qué estás haciendo hermano, qué pasa por tu cabeza!?”. Si fuera periodista, intentaría hacer eso.