Una Guía Té surrealista

Una Guía Té surrealista

Explicar este proyecto no es tarea fácil, se corre el riesgo de que no sea comprendido, o que algún lector ansioso por las noticias del día se tome la cuestión a la ligera. Pero los casos que pasan por el programa de Anabela Ascar, en Crónica TV, existen más allá de la pantalla y “Guía Té” es una de las tantas rarezas que se presentaron en ese canal para desplegar su universo kitsch.

Su creador se llama André Demichelis, tiene 30 años, alguna vez fue estudiante de Comunicación Social, colectivero efímero y, ante todo, es un buscavidas. Oriundo de Wilde, hoy vive en Congreso y adquirió fanatismo por escribir microrrelatos ficcionales sobre distintas líneas de colectivos, luego de un breve paso como chofer de la línea 24 que une Wilde con Villa del Parque, cuando tenía 20 años. También cuenta con otra experiencia como conductor: un solo viaje en la línea 41, de Boedo a Munro, pero sin llegar a destino, “porque me volví antes”, confiesa André.

Fue en ese momento, cuando entre vuelta y vuelta, empezó a escribir situaciones que veía arriba del bondi: “Además de lo que iba imaginando en mi cuaderno, un par de veces dejé colgando una libretita y una lapicera arriba del colectivo que manejaba para que los pasajeros escribieran algo sobre sus viajes. Algunos se copaban, otros escribían insultos o figuras fálicas”.

Foto: Gentileza Guia Te

Hay producciones hechas con collage, dibujos con marcador, pinturas, y otras completamente digitales.

Demichelis cuenta que ahora ya se da maña, con Photoshop y Corel, para encuadrar y ajustar imágenes y texto, pero que al principio, cuando arrancó en 2014, no sabía cómo hacer y dependía para todo de la imprenta. Con ayuda de las redes y contactos fue escribiendo a distintos ilustradores y así cada microrelato adquirió imagen.

Hay producciones hechas con collage, dibujos con marcador, pinturas, y otras completamente digitales. Se propuso lograr que el costo de impresión se cubriera con la comercialización en bares y no con el dinero de su propio bolsillo. En esta suerte de venta ambulante “a voluntad” ha recibido de todo: “Desde gente muy entusiasta, a nada. Lo máximo fue un trueque que hice con una chica. Ella me dio una tarjeta INCAA que me sirvió para ir muchas veces al cine por 80 centavos”.

En dos años junto a más de 80 ilustradores, predominando el género femenino, André lleva realizadas 103 postales de 10×7 cm, que tienen a los colectivos como protagonistas, en este “bizarro” universo ficcional, donde cada línea tiene su propia historia, poderes y pasajeros arquetípicos.

¿Qué buscás con este proyecto?

Es como una especie de juego en relación a la verdadera Guía T. Lo que hago es para tomarse un té y perderse imaginariamente por la ciudad. Me gustaría que se arme una Guía Té en formato de libro o álbum de figuritas, pero también me gusta esta circulación de unidades sueltas, me da la sensación de que fluye más. En general, las personas me piden las postales de las líneas que se toman seguido.

¿Qué tipo de historias podemos encontrar en tu guía?

La mayoría de los microrrelatos son de humor y con final divertido, pero hay algunas historias de terror, que surgieron a partir de un taller de escritura que hice sobre ese género. Justamente lo había empezado para intentar alejarme del mundo de los colectivos, pero no pude… Y después hay algunos relatos más particulares, como el del 41, que es una historia futurista gay de un tipo que piensa que los choferes son robots. Por otro lado, lo que pasa en el 85, es puro amor y odio…

¿Qué entiende la gente cuando les das la SUBE Arcoiris?

Me miran y a veces me preguntan si va a servir de verdad. Es una sube “antimacri” y “friendly”, que genera clima amistoso dentro del bondi y se carga dejándola una tarde al sol o enterrándola en una maceta. Tuvimos una dorada que venía con WIFI, anteriormente.

«Es como una especie de juego en relación a la verdadera Guía T».

¿Cómo aparecen los ilustradores?

Surgen de una manera muy natural, entre toda la gente que conozco casualmente, o grupos de amigos. Han dibujado personas de México, Bahía Blanca, Tandil, dibujantes que se van enterando del proyecto por Internet y con quienes me escribo por mail. Lo hacen de onda, por eso debajo de la historia va siempre el nombre del dibujante. Una vez me escribió un colectivero de la 373 y me pidió una postal, y me contó cómo es el viaje de esa línea y la hicimos.

Ivana Ilguisonis tiene 21 años, estudia medicina en la UBA y dibuja desde chica como hobby. Con amigos iba seguido al bar El Imaginario, donde las meseras que traían la cuenta le dejaban las postales de “Guía Té”. “A mí me encantaban y siempre me las compraba, pero no sabía quién las hacía. Este año de casualidad vi a André repartiéndolas y ahí nos pusimos a charlar y cuando le dije que yo también dibujaba, me invitó a ilustrar. Me mandó el texto del 91, donde los colectiveros tenían un oído biónico y escuchaban todo lo que se conversaba”.

¿Qué resolviste dibujar?

Proyecté el poder en el colectivo en sí mismo y le hice unas orejas gigantes, que salían de los costados. Lo pinté con marcador negro y lápices acuarelables.

Azul Darras tiene 20 y es de Villa Crespo, estudia en la FADU Diseño Gráfico y le gusta hacer dibujos vectoriales. Iba en el colectivo 24 camino a San Telmo cuando André le repartió sus postales: “Me quedé mirándolas y me encantaron. Entonces André me invitó a ilustrar y me pasó por mail un relato de un hombre que persigue el 88, pero el colectivo nunca le abre en ninguna parada. Lo que hice fue un bondi medio psicodélico flotando en colores”.

¿Qué más hiciste?

Le pasé después unos dibujos míos viejos y le gustaron mucho, una casita que yo había hecho en Rotring y me dijo que así como yo ilustré sus palabras, ahora él iba a ponerle palabras a mi ilustración. Hizo una historia con el 181, que tiene una terminal “Puerto” en una playa. La mayoría de mis amigos pudieron encontrar las postales y lo loco es que siempre fue de casualidad. Un montón de gente conoce esta movida, que es algo súper under.

¿Qué estéticas encontrás?

Hay una gran diversidad y eso es lo que me encanta. Podes ver desde dibujos comunes pintados con marcador, algunos vectoriales con efectos, como el mío y otros acuarelados. En cada uno se nota el estilo personal y la creatividad de cada ilustrador.

¿Cuáles son los objetivos del proyecto a corto plazo?

Hace poco expusimos en Espacio Cultural Dinamo y estuvo muy bueno, teniendo en cuenta lo complicado que es juntar a tanta gente en un solo día. Estaría bueno hacer un festival para fin de año, organizado con más tiempo y también invitar bandas. Llenaríamos de postales y textos para exponer.

André suele repartir las postales de miércoles a sábado, arriba de los bondis y por bares y centros culturales como La Casona de Humahuaca, El Imaginario, El Canario rojo, El Banderín, Espacio Cultural Mi Casa, Le Troquet, Club Cultural Matienzo y Ladran Sancho. “Después de dos años, alguna cerveza me tomé con casi todos los que trabajan en los bares donde reparto”.

Actualizada 23/08/2016

 

La trata de personas puesta en escena

La trata de personas puesta en escena

Los espectadores entran a la “ratonera” y un ambiente de complicidad los envuelve, no son meros observadores. La puesta de Flores de Tajy apunta a visibilizar la trata de personas y la prostitución pero también a señalar con un dedo a los clientes. “Se habla mucho de la frase ´sin clientes no hay trata´, lo cual es una realidad y es al cliente a quien le hablo desde mi humilde lugar, pero creo que detrás de esta frase se encuentra la necesidad del Estado de hacer la vista gorda”, dice Sol Bonelli,  la dramaturga y directora de esta obra de teatro declarada de Interés por el Consejo Nacional de las Mujeres.

La Naty está perdida, en algún lugar del tiempo y el espacio. Fue secuestrada y tras su primera violación por parte de un cliente llamado Miguel,  interpretado por Pedro Jeréz, se está transformando en una prostituta. “Con Naty lo principal fue buscar el tono,  de dónde viene esta chica que arrancó muy chiquita. Empecé a armar, a ir construyendo con pedazos, que es un poco lo que le pasa  a ella.  Su tema es una cuestión de supervivencia: adaptarse o morir”, cuenta Florencia Patruno, quien interpreta al personaje principal de la obra, el que crea más empatía con su público a través de diálogos que rozan el surrealismo y narrando leyendas paraguayas.

«Su tema es una cuestión de supervivencia: adaptarse o morir”, cuenta Florencia Patruno, quien interpreta al personaje principal de la obra.

“Cuando definí que La Naty sea una paraguaya y que hablara frases en guaraní era para que el espectador no sepa todo lo que se está diciendo, hay algo en lo que se queda afuera. Me gustaba ponerlo en ese lugar donde no sabe lo que significa la frase y al investigar en la cosmogonía guaraní descubrí el curupí, un duende con un falo gigante que asusta a las mujeres con que se las va a llevar y las viola, es como una especie de violador serial y cuando lo leí pensé que el curupí eran todos los clientes que entran en el prostíbulo para La Naty”, dice Sol Bonelli. ”Me encanta la posibilidad del idioma de dejarte fuera de la realidad y a la vez crear esa otredad que es La Naty, que es lo otro “ agrega. “Tajy” quiere decir “lapacho” en guaraní, por lo que ya desde el título de la obra se remarca la conexión de la misma con ese idioma.

Antes de realizar la obra la directora y dramaturga realizó una profunda investigación sobre la prostitución a través de entrevistas a las sobrevivientes de redes de trata como Sonia Sánchez y Alika Kinan, viendo videos y colaborando con la ONG “Vínculos en red “. Allí descubrió una de las consecuencias de la prostitución: la disociación a la que tienen que enfrentarse las mujeres, su antes y después de su inmersión en ese mundo. “Alika cuenta mucho cuando a ella la llevan de Córdoba a Ushuaia, lo primero que hacen es preguntarle: ‘¿Qué nombre te elegiste?’ Tiene que ver mucho con la disociación, los proxenetas te piden que dejes de ser vos para poder recibir esa violencia”, cuenta Sol.

Este hecho nos hace comprender un poco más el mundo de Flores de Tajy donde nadie habla con su nombre, pero sí sabemos que hay un transexual, que es Cris, que hay una suerte de “prostituta acostumbrada”, representada por Candela Suárez López que es “ La Loba “ y que está La Naty, a quien comienzan a llamarla como “Madreselva”. “Cris y La Loba son el status quo, Cris tendrá las mejores formas será muy maternal pero es quien dice ´las cosas son así’. En cada monólogo hay sonido de selva no porque esté rodeado el lugar de selva sino  porque la selva vive en La Naty y es ese salvajismo lo que le permite sobrevivir”,  cuenta Bonelli.

Antes de realizar la obra, la directora y dramaturga realizó una profunda investigación sobre la prostitución a través de entrevistas a las sobrevivientes de redes de trata.

Candela Suarez López, “La loba”, preparó su personaje viendo canales de prostitutas en youtube y al respecto dice: “Me parece que ‘La Loba’ está en un limbo moral y jurídico. Es ‘la prostituta por elección’, a la cual me pareció muy difícil interpretar sin juzgarla, sin emitir ningún juicio sobre ella. También escuché mucho a Sonia Sánchez,  leí sus libros,  sus historias, lo que me hizo meterme un poco más en el ambiente pesado de la prostitución”.

Las noches y los días pasan ensombrecidos en “la ratonera”, con poca alimentación, entre las drogas y los gemidos estos tres personajes se van conociendo y van contándose sus miserias.  Es en el Día de la Madre cuando Cris siente –ya que hace años que no tiene contacto con ella- que su madre murió y que La Naty recuerda que tuvo un hijo y que se lo sacaron. “Cuando me puse a escribir el guión, en verdad hice un monólogo que terminó siendo la parte de La Naty. El embrión de la obra es la frase ´un día yo voy a hacer buena madre´, que surge en el contexto de un taller y  me dije: ‘¿Quién dice esto?’ Y me imaginé el cadáver de un cliente, a la paraguaya y a todo el mundo de la trata. Me pareció muy fuerte que estaba hablando de la maternidad, uno de mis objetivos principales, pero en un contexto terrible. Una piensa siempre en la parte de las mujeres explotadas sexualmente  pero  nos olvidamos todo lo que le hacen a esos cuerpos. Embarazándolas las retienen,  las tienen agarradas”, cuenta Sol.

Pedro Jerez interpreta el papel del consumidor prostituyente y sobre la preparación para su personaje dice: “Fue un proceso bastante largo poder explorar una parte desconocida, ir hacia ese personaje que simboliza el patriarcado. Mi personaje no se pregunta en ningún momento si lo que hace está bien o mal sino que sólo acepta esas reglas sin tener en cuenta al otro, como si le gustara. También vi una serie que escribió Sol Bonelli que se llama ’Se trata de nosotros en la  que se toca esta temática y pude tomar ciertas características de alguno de los protagonistas”

Al hablar del personaje masculino, Bonelli cuenta: “La prostitución gruesa se abastece de la pobreza, del abandono, de la desidia estatal. Para mí, todos son víctimas y victimarios, por lo menos en la obra. La Naty se convierte en asesina por vengadora. Ella no se está acostando con vos porque quiere; lo está haciendo porque le estás dando plata. Justamente por eso me parecía que el cliente tenía que tener su costado de debilidad porque es un pobre infeliz que está solo y que quiere amor”

Con respecto a su responsabilidad como autora, Bonelli afirma: “La prostitución es un lugar común. Está completamente naturalizado en nuestra cultura. Por eso, desde un lugar de feminismo innato me comprometí con la tarea de hacer esta obra. Ir a ver esta obra o no es una cuestión cultural, esto se está incrementando y si no hacemos algo nuestras hijas van a ser prostituidas”.

Flores de Tajy puede verse en el teatro NÜN (Velazco 419, CABA) los domingos de agosto  a las 21.00.

Actualizado 17/08/2016

Cosa de locos: La Colifata cumple 25 años

Cosa de locos: La Colifata cumple 25 años

Un semicírculo de sillas en medio del verde jardín comienza a ocuparse por quienes, ansiosos y expectantes, se suman a la ronda con ganas de expresarse.

Desde la consola, el equipo técnico integrado por los coordinadores del proyecto, Analía Valotta, Camila Masci, Victoria Noguera y Federico Martínez Ruiz, levantan su pulgar. “Arrancamos muchachos”, dice Analía y entrega dos micrófonos. Suena la cortina musical. Es rockera. Algunos no resisten y comienzan a bailar.

***

Radio La Colifata nació el 3 de agosto de 1991, fundada por el psicólogo Alfredo Olivera, quien continúa al frente del proyecto. Fue la primera radio en transmitir en vivo desde un hospital neuropsiquiátrico, el José Tiburcio Borda, ubicado en el porteño barrio de Barracas. Tan notable fue su repercusión, que se convirtió en modelo para otros países como Uruguay, Chile, Brasil, Francia y España, entre otros. Desde los jardines del Borda, los internos y ex internos junto a algunos invitados lograron construir, semana a semana, un espacio de expresión y vinculación con los oyentes, y con ese mundo del que fueron excluidos.

***

Toman sus respectivos micrófonos con decisión. Julio y Diego dan la bienvenida a los oyentes y anuncian la grilla del programa. La presentación es interrumpida repentinamente: “Que a los médicos de los hospitales se les pague el sueldo”, “Si ven gente durmiendo en la calle, comuníquense con el 108”. Nadie se enoja, todos alzan su voz cuando lo desean. Ya son quince las personas que conforman la ronda. Algunos son visitantes.

***

“La Colifata nació como una radio sin antena. Primero surgió como una columna en la FM comunitaria de San Andrés. En cada emisión se trataba un tema en particular. Nosotros le sumábamos la participación de un colectivo de personas que estaba internado en un hospital psiquiátrico. Yo iba con un grabador de periodista al Borda, nos reuníamos con la gente alrededor de una mesa y decidíamos de qué temas queríamos hablar. A veces surgía de iniciativas de los presentes, y otras veces de la temática de esta radio comunitaria de la que participábamos. La única consigna era que el grabador pasara de mano en mano: lo que decían se grababa y después unos fragmentos de los debates se ponían al aire. Así nació la columna radial de los internos del Borda”, recordó Olivera.

***

La transmisión continúa. Mientras, ingresa un hombre al jardín. Trae una caja. Es una donación de ropa. Julio, todavía con micrófono en mano, agradece y concientiza a los oyentes sobre la importancia de donar para que los ayuden a enfrentar el frío.

***

“Luego de la columna en FM San Andrés, el espacio fue FM La Boca y después la Rock & Pop. No teníamos medios económicos y, por ende, tampoco medios técnicos. Entonces surgió esta metodología de trabajo que se basa en desarrollar una estrategia de comunicación que permita insertarse en lo social para, desde allí, permitir que circule como palabra válida el discurso de un grupo de personas que cargaban con el estigma social de la locura. Así, armábamos distintos microprogramas que distribuíamos a las radios y de esa manera la palabra de un interno llegaba a la comunidad”, rememora su creador.

En 1992, un oyente donó la primera antena con un equipo de 1 watt, lo que le permitía un alcance de 200 metros a la redonda. Tiempo después recibieron una antena de 300 watts, cuando un oyente escribió a “Sorpresa y media”, un programa televisivo que elegía sueños de sus audiencia para hacerlos realidad.

***

Los coordinadores proponen que se presenten individualmente a quienes se sentaron en la ronda. Hacen circular el micrófono para que cada participante diga lo que tenga ganas de decir. Algunos cuentan situaciones personales o familiares, estados de ánimo. Otros, comparten poemas. “Es que acá cada uno tiene su espacio, siempre y cuando nos respetemos y nos escuchemos entre todos”, explica Victoria mientras coordina la presentación.

***

“Es en este lugar de encuentro radiofónico en el que empezamos a abordar la problemática de la marginación, los padecimientos psíquicos y la estigmatización de la locura. Fuimos constatando que el contacto de manera permanente con otros generaba efectos positivos en las personas que formaban parte del proyecto. Ahí nos animamos a pensarlo también en términos terapéuticos”, afirma el fundador del espacio.

La realidad indica que hay una problemática habitacional y la imposibilidad de reinsertarse en la sociedad al salir del Borda. Al respecto se refirió Olivera: “Con el transcurso de los años sentíamos que la radio hacía bien a quienes participaban de la misma, así que fuimos creando herramientas para poder medir el impacto, conectando el trabajo radiofónico con el proceso de cada persona. A inicios de los años 2000, nos dimos cuenta de que La Colifata anualmente colaboraba con el 35% de las externaciones del hospital. Luego constatamos también que entre los internos que eran dados de alta, un 50% de ellos continuaba en radio y otro 50% dejaba de venir. Si comparábamos ambos grupos, en los que no continuaban había más posibilidades de reinternación que en los que seguían participando”.

***

El debate en La Colifata es habitual y el término desmanicomialización genera opiniones como la de Tríniti, otro interno que toma la palabra: “Uno se ‘bordaliza’, se acostumbra a estar en el Borda y cuando salís y vas a un hotel no tenés amigos. Esto le pasa a muchos integrantes del hospital: afuera no nos aceptan, nos discriminan y tampoco sirve que nos saquen de acá y nos lleven a un geriátrico, porque nos enfermaríamos más. La solución sería darle a cada muchacho lo que se merece, los años vividos acá los tiene que recuperar algún día. Este hospital es de los pacientes. No es de los laboratorios. No es de Macri. Es nuestro. Hablar de desmanicomialización implica no quedarse en las palabras, hay que hacer algo. No hablemos más de locura y salud mental, hagamos algo, vayamos a la solución concreta”. Los aplausos no tardaron en llegar.

Gustavo expresa sus ganas de recibir el alta. Añora volver a Paternal con sus familiares. Marcelo, otro “colifato” –como ellos mismos se denominan- pide algunas canciones para bailar, con motivo de su cumpleaños. Todos lo acompañan en el centro de la ronda y bailan al ritmo de la música electrónica que los envuelve y se apodera de ellos.

***

Cumplir el primer cuarto de siglo invita a un balance: “Estos 25 años fueron sumamente positivos”, afirma Olivera, aunque considera que aún quedan muchas cuestiones pendientes: “El problema de las dificultades que como sociedad tenemos para relacionarnos con ese fenómeno que llamamos ‘locura’ es muy complejo y no alcanzan 25 años, pero lo que sí se ha logrado es constituir un espacio de valoración y dignidad para un grupo de personas que en realidad pueden ser cualquiera de nosotros. La radio hoy por hoy es una herramienta útil en todo el mundo para acompañar procesos ligados a lo terapéutico y donde las personas restituyen su derecho a la palabra”.

De cara al futuro, Olivera plantea: “Ahora tenemos el desafío de comprobar si la radio puede constituirse en una herramienta de inclusión social y económica para las personas que van saliendo de la internación. Queremos conservar el espacio abierto que tenemos en el hospital Borda para las personas que están internadas, y continuar con La Colifata itinerante o nómade para desarrollar espacios radiofónicos en distintos lugares, ofreciendo la posibilidad de que se expresen los vecinos. Y por último desarrollar el estudio externado profesional de radio, que estamos por comenzar a construir en el barrio de Colegiales, y será un punto de encuentro entre la gente de la comunidad que quiere hacer radio con personas que van saliendo de la psiquiatría. El objetivo de este tercer espacio es justamente esa inclusión social y económica”.

***

Mientras tanto, en el círculo del jardín, Silvi, otra colifata, toma el micrófono e invita a los oyentes a acercarse al hospital. Se festejarán los 25 años de radio el próximo sábado 13 de agosto, a las 14.00.


Actualizada 10/08/2016

Lo esencial también es visible a los ojos

Lo esencial también es visible a los ojos

Invisible a los ojos es el amor y el compromiso en la realización de una obra que demuestra que se pueden hacer grandes piezas artísticas si el objetivo que convoca es noble.  Invisible a los ojos es el deseo de trastocar la lógica comercial editorial que generó tanta adhesión y entusiasmo que hubo que materializarlo. Invisible a los ojos  ya no es invisible: es un proyecto latinoamericano de alta calidad, gratuito y colaborativo, al que se puede acceder a través de la web y que también se puede comprar en su versión en papel.

Convocados por la admiración compartida hacia El Principito de Antoine de Saint-Exupéry y en ocasión de cumplirse 71 años del fallecimiento del autor, en abril de 2015, un grupo de jóvenes emprendedores decidió hacer una adaptación ilustrada de la obra. Los creadores de esta iniciativa son los diseñadores gráficos  Juanma Garrido y Tatiana Pollero,   la licenciada en Ciencias de la Comunicación Micaela Sánchez Malcolm y la programadora Tamara Méndez Zebe.

Publicado originalmente en abril de 1943, El Principito está clasificado como libro infantil, aunque se transformó en un clásico para todas las edades y se convirtió en una de las obras de origen francés mundialmente más reconocidas. Saint-Exupéry fue piloto durante la Segunda Guerra Mundial. Su obra es el resultado de las múltiples experiencias que vivió en sus misiones, especialmente aquella en la cual, a raíz de un aterrizaje forzoso en el desierto del Sahara, sufrió una severa deshidratación con la que casi pierde la vida.

En Argentina, la Ley de Propiedad Intelectual estipula que una vez transcurridos setenta años a partir del fallecimiento de un autor, su obra pase a dominio público y queden liberados los derechos para la reproducción, explotación y difusión de su trabajo. La liberación de los derechos de El Principito trajo aparejada la explotación del acontecimiento por las editoriales para hacer una serie de lanzamientos, reediciones y merchandising.  “Lo que nos convocó a todos fue un posteo de Juan”, cuenta Tamara, programadora del sitio web de Invisible a Los Ojos, en el que se encuentra publicado el libro para su descarga digital o su compra en papel. A comienzos del 2014, Juanma Garrido había hecho un comentario en Facebook quejándose del oportunismo editorial. “Si bien el posteo fue el núcleo del proyecto, esto nace de mucha gente que estaba molesta con otras versiones que salieron con la liberación del libro; en cuanto cedieron los derechos aparecieron los buitres” comenta, y agrega: “Un día llegué a mi casa y pensé: ‘Si está pasando esto no nos quejemos porque alguien lo está haciendo. Si queremos quejarnos, hagamos una versión mejor de lo que nadie haya hecho antes y regalémosla, a ver qué pasa. Porque gran parte de la crítica venía de la venta del libro’”.

Micaela Sánchez Malcom y Tatiana Pollero, editoras de Invisible a los ojos.

Micaela Sánchez Malcom y Tatiana Pollero, editoras de Invisible a los ojos.

La sorpresa fue que muchos de sus colegas y amigos realmente estaban dispuestos a realizar lo que Garrido había plasmado en un comentario. “Cuando aparece una consigna detrás de la que alguien se siente identificado y apelado, sale un producto como el nuestro. Hay un montón de gente esperando las ideas correctas, las banderas para hacer lo que mejor sabe hacer, que es producir estas piezas”,  señala el diseñador. El problema, entonces, se transformó en organizar esas buenas disposiciones. “El laburo creativo no puede faltar, pero no alcanza con eso, hay una parte importantísima que es la gestión y que tiene un gran valor”, agrega.

En ese momento, el diario La Nación había publicado una versión de El Principito ilustrado por Nik. “Costaba cinco veces más que el original que estaba en el mercado. Mientras que el mismo diario, publicaba un editorial cuestionando que son pocos los años que tienen los herederos para explotar los derechos de la obra, cuando en paralelo estaban publicando el libro”, señala Micaela Sánchez Malcolm, una de las editoras de Invisible.

Para ese entonces eran cuatro: Juan y Tatiana, encargados del equipo de diseño, y Micaela y Tamara, encargadas de la producción. “Comenzamos convocando ilustradores, la idea era un ilustrador por capítulo, pero se presentaron tantos que tuvimos que hacer una selección. También definimos el formato, los tamaños y la calidad de las obras. Por otro lado, redactamos un documento utilizando Creative Commons, en el que los artistas nos cedían el derecho de uso de sus dibujos. No hubo ganancia de ningún aspecto, lo único que hubo fue tiempo invertido para hacer algo más lindo. Fue mucho trabajo, noches enteras sin dormir revisando portfolios y hablando con todos”, cuenta Micaela.

Por su parte, Tamara diseñó el sitio web y se encontró con otros desafíos: “Fue complicado ver cómo hacíamos un libro web, no había tantos modelos de formatoy lo tuve que inventar todo. Le di prioridad a esto aunque no vi un centavo, me gustaba la idea de que no fuese hecho por plata, me gustaba como mensaje.”

Matías Sánchez es uno de los 160 ilustradores seleccionados para acompañar cada capítulo del libro. Cuenta: “Son 27 capítulos y todos esperábamos quedar seleccionados cuando salió la convocatoria; cada uno tenía que presentar sus trabajos para participar y fueron más de 600 los trabajos recibidos de toda América Latina. Finalmente se seleccionaron 160, con varias imágenes por capítulo. Cuando se dio la oportunidad, pude hacer parte del diseño del libro, infografías, dibujos y hasta un logo. También los sombreros, las puestas del sol, y un par de íconos que fui agregando en el interior.”

“Comenzamos convocando ilustradores, la idea era un ilustrador por capítulo, pero se presentaron tantos que tuvimos que hacer una selección. También definimos el formato, los tamaños y la calidad de las obras».

En la publicación original, las ilustraciones son realizadas por el autor y también se encuentran afectadas por la Ley de Propiedad Intelectual. Lo mismo sucede con la traducción, que originalmente en habla hispana la realizó Bonifacio del Carril para la editorial Emecé. Por eso las editoras tuvieron que realizar, además de la convocatoria de ilustradores, su propia traducción de la obra, lo que le dio una impronta muy particular en un español argentinizado.

Tanto éxito tuvo la presentación del libro en formato digital que Tatiana y Micaela decidieron comenzar una campaña colaborativa de recaudación de fondos para la impresión del libro. La venta se inició en noviembre de 2015, a través de la plataforma Ideame, que es un sitio web para la recaudación a través de crowfounding, en donde un proyecto que aún no se realizó se presenta para que quienes estén interesados en financiarlo puedan aportar económicamente a través de su compra anticipada. Micaela explica: “La campaña en Ideame era para imprimir 1.000 libros. Con la venta de 600 ejemplares podíamos imprimir 1.000 y nos quedaban 400 para donar. La campaña se disparó tanto que pudimos imprimir 2.000, el doble de lo que esperábamos. Y cientos de esos libros fueron donados a escuelas y hospitales. Algunas dificultades que trajo la campaña son que una parte de lo recaudado lo perdimos en los costos disparados por la inflación y las comisiones de Ideame y Mercadopago.”

Malena Ambas es estudiante de Comunicación Social y coordinó las tareas de producción y gestión en la segunda etapa del proyecto. Ella apuesta a que Invisible a Los Ojos sea el puntapié inicial para realizar diferentes ediciones: “La plataforma estuvo buenísima e hizo posible que se haga el libro. Gran porcentaje de la primera tirada será donado y un porcentaje de esa primera tirada más un remanente de la imprenta lo estamos vendiendo en nuestro propio sitio. Estamos con muchas ganas y expectativas de hacer otros proyectos colaborativos de la misma manera.” Con esta metodología, Ediciones Invisible pudo sortear el obstáculo de no contar con financiamiento y, a la vez, controlar que el excedente económico de las ventas fuese destinado a la impresión de nuevos ejemplares.

Uno de los factores sorpresa que trajo este proyecto, dice Micaela, fue contar con la colaboración de Alejandro Dolina en el prólogo y Pablo Bernasconi para el diseño de la tapa. “Estoy muy contenta de haber formado una comunidad de ilustradores; este libro está gracias a que ellos se sumaron, confiaron y lo impulsaron. Hubo mucho compromiso y disponibilidad, priorizando este proyecto y con mucha paciencia de la gente, algunos que quizá todavía no lo pudieron ir a buscar. Pero la comunidad estuvo presente, desde Bernasconi que nos cedió la ilustración hasta Dolina que nos escribió un prólogo bellísimo”, agrega.

Para Matías Sánchez también hubo cambios en su vida profesional. “Había empezado hace dos años a dedicarme a esto y es el primer libro en el que está mi trabajo. Es una carta de presentación para mostrar lo que hago”, cuenta y confiesa: “Ahora que el trabajo está un poco difícil empecé a tomar la ilustración un poco más en serio y hacerla una parte de mi vida. Siento que este proyecto me abrió una puerta.” Por su parte, la gente de Invisible ya tiene un nuevo proyecto: una versión ilustrada de cuentos de Edgar Allan Poe.

Tanto éxito tuvo la presentación del libro en formato digital que Tatiana y Micaela decidieron comenzar una campaña colaborativa de recaudación de fondos para la impresión del libro. La venta se inició en noviembre de 2015, a través de la plataforma Ideame.

Actualizada 19/07/2016

Cenicienta andrógina

Cenicienta andrógina

«Había una vez un príncipe», solloza Cenicienta, hablando sola. «Había una vez… un príncipe», se ríe y llora a la vez, arrodillada en el piso del escenario, abrazada a su escobita de treinta centímetros, la misma que usan las nenas para jugar a la mamá. Así comienza Cendrillon -Cenicienta, en francés-, la primera ópera estrenada en la sala independiente de Machado Teatro, a cargo de Germán Ivancic y Diego Ernesto Rodríguez. Desde 2015, los dos hombres de barba constituyen una sociedad -denominada Barbados- y llevan adelante diversas actividades en el espacio: planifican la programación, dictan talleres de teatro y expresión corporal, se encargan de la difusión, atienden el teléfono, acomodan las luces, mantienen el lugar en condiciones, tramitan -desde 2012- la habilitación y absorben, como pueden, los aumentos en las tarifas. Así es como se mantiene en funcionamiento un espacio cultural a dos cuadras de Parque Centenario.

«Estrenamos nuestra primera ópera en Machado porque queremos empezar a vincular más el espacio del teatro con la lírica», explica Germán Ivancic, director escénico de la obra. «Los pequeños teatros tienen un vínculo más cercano con el barrio y también con los artistas emergentes. Producir en estos lugares puede generar vínculos con gente que no iría al Teatro Colón, o vecinos a los que le costaría mucho ir porque no saben cómo vestirse. En cambio, es muy probable que esas personas se animen a ir al teatro de la vuelta de su casa. No hace falta que se empilchen, ni que compren entradas con anticipación ni viajen al centro. Se trata de dos propuestas distintas, ni mejores ni peores».

«Los pequeños teatros tienen un vínculo más cercano con el barrio y también con los artistas emergentes».

La puesta en escena

Cendrillon es una ópera de cámara compuesta para piano, escrita por una mujer, Pauline Viardot, lo que constituye una rareza ya que incluso hoy es difícil que las mujeres participen en la composición de una obra, y que luego sea representada. «A principios de siglo XX, cuando se escribió, esto era prácticamente imposible», asegura Ivancic.

Al inicio de la producción, Juan Pablo Llobet Vallejos, director musical y pianista del proyecto, sugirió que el elenco fuera completamente femenino. «Dijimos: ‘Vamos a hacer este cuento sobre la realización femenina, contado solamente por mujeres’ -recuerda Ivancic-. Y así fue como empezamos a configurar el mundo: ¿Cómo contamos a las mujeres que hacen de hombres en la obra, como el príncipe o el barón? ¿Las caracterizamos de hombres, como se suele hacer en la ópera? ¿Planteamos el vínculo entre Cenicienta y el príncipe como una relación homosexual? Pronto nos dimos cuenta de que ese no era el camino, y fue así como decidimos salirnos de lo binario hombre-mujer. Nos corrimos desde ese lugar y empezamos a diseñar a los personajes como seres que desean, que quieren pertenecer, que ansían ascensos sociales, que aman. En Cenicienta siempre se trabaja desde un lugar de la belleza esperable, canónica, y nosotros en cambio presentamos a todos los personajes como seres andróginos en un ambiente ligado al universo de lo dark, de lo oscuro, lo gótico».

No solo no hay hombres en el elenco sino que tampoco hay vestidos. Cenicienta asiste al baile del príncipe ataviada con un trapo de piso: «Contar esta historia hoy en día, atravesados popularmente por #Niunamenos, es un desafío -agrega Germán Ivancic -. Quisimos resaltar el hecho de que la actitud de Cenicienta es pasiva: su recompensa va a venir por no hacer nada. Solo espera pacientemente, se comporta como es debido para poder cumplir su anhelo que es estar con el príncipe. El vestido no es para ella, es para que la elija el príncipe, ese otro que tiene el poder de elegir a quien quiera. Nosotros proponemos una relectura de la historia que conocemos, no tanto una crítica. ¿Qué pasa con esto que nos cuentan siempre? ¿Por qué me molesta que no aparezca el vestido hermoso? ¿Qué me pasa a mí con la expectativa de belleza?»

Cendrillon es una ópera de cámara compuesta para piano, escrita por una mujer, Pauline Viardot.

La música

Juan Pablo Llobet Vallejos, director musical y pianista en Cendrillon, afirma que su carrera está muy influida por su interés por la semiótica de la música. Cursa una maestría en Análisis del Discurso en la Facultad de Filosofía y Letras, y su tesis está orientada hacia la voz como un dispositivo enunciativo: «¿Cómo se usa la voz como medio expresivo? ¿Qué pasa con la voz en la interacción? A partir de la contemplación de esa problemática, me empecé a preguntar qué potencial tiene la voz para comunicar. Hay conexiones muy profundas entre la voz como medio expresivo y la música, que también es un discurso», afirma y da un ejemplo: «En el cine, en una película infantil como Maléfica, apenas aparece el muchachito lindo de la película, junto con la protagonista, suena un oboe y una melodía con la que en tres notas musicales te explican el tipo de relación que tienen los dos personajes, y el desarrollo de una relación amorosa. ¡Más efectivo no puede ser! Contarte la naturaleza de ese vínculo te llevaría toda una película. Pero con el oboe y la melodía, no hace falta».

En Cendrillon, Llobet Vallejos no está vestido de negro -uniforme de los músicos-, sino que está caracterizado como un vampiro más, encorsetado en un body rojo y negro, insinuando que la música no es un universo separado del mundo dramático, sino que están amalgamados. «El trabajo con Germán fue un trabajo de constante ajuste -explica el director-, tuvimos que ir encontrándonos. Yo me involucraba en cuestiones escénicas y él en cuestiones musicales. Al venir cada uno con un universo distinto, también tenemos distintas ideas sobre la obra. Y en esto también entran las cantantes: el trabajo es colectivo. Cuando ellas se empiezan a involucrar y traer lo suyo, aparece un trabajo de mucha negociación explícita e implícita, y en el transcurso se van realizando micro-ajustes».

El proceso creativo es distinto del que se da en otros contextos, en el que se trabaja con contenidos pre-formateados que tienen instrucciones claras acerca de cómo debe llevarse a cabo la obra y queda poco lugar para cuestionamientos o replanteos. «Nosotros tratamos de construir con lo que va apareciendo -aclara Ivancic-, por eso es fundamental la interacción con los actores. El proceso de trabajo es con ellos, sí o sí. Con otras personas, sería otro proceso y sería otra obra, por eso es fundamental el período de ensayos. Tres días de ensayo por semana durante tres meses de trabajo: para muchos procesos, es un montón. Pero en nuestro caso, es necesario el tiempo para que la obra vaya madurando y de lugar a la forma final».

«Al venir cada uno con un universo distinto, también tenemos distintas ideas sobre la obra. Y en esto también entran las cantantes: el trabajo es colectivo».

Licencias

El mundo de la ópera, a diferencia de otros rubros del arte, se destaca por la resistencia al cambio. Hay una fuerte tendencia al historicismo, es decir, a tratar de representar la obra de la misma forma en que fue realizada en su origen, siglos atrás. Las alteraciones, especialmente las que modifican las partituras, son sancionadas por los críticos y por el público mismo. «La premisa del historicismo es la de una fidelidad a un objeto sonoro original: el interés por recuperar el sonido de ese objeto tal como existió la primera vez que se tocó», explica Juan Pablo Llobet Vallejos. «Para mí, se trata de una utopía. También tiene que ver con una supuesta fidelidad al autor: personas que están buscando ser fieles a Mozart, a Verdi, a Wagner, de acuerdo a lo que los tratados de la época establecen que era cada uno de esos autores. Yo creo que la fidelidad es con uno y con la recepción, con el público, con el tipo de tarea que desempeño como artista. Me interesa ser auténtico con lo que estoy poniendo a circular en el mundo, y eso incluso implica dejar ambigüedades y ambivalencias, porque si no tendría que escribir un manifiesto y eso tampoco me interesa».

La partitura de la ópera Cendrillon –estrenada en 1904- fue fuertemente intervenida por Llobet Vallejos. Hubo cambios en el tempo, alteraciones de notas, disonancias, incluso desfasajes e instrucciones a los cantantes para que desafinen en ciertos pasajes, con el fin de conseguir un efecto dramático. «Además de lo que se muestra en escena, hay una manera musical de transmitir -afirma-. En la música vos podés cerrar los ojos, y te va a llegar el mensaje igual, hay algo de la inmediatez corporal de la música que resulta efectivo».

Las licencias en Cendrillon no se limitan a lo musical y a lo estético, sino también a las formas de producción operísticas, que normalmente tienen otros tiempos y procesos de producción más verticalistas, distintos de las negociaciones que plantean Ivancic y Llobet Vallejos. «La manera de hacer es una manera de decir sobre la práctica. No nos ponemos en un lugar de directores sino en un lugar de creación colectiva», afirma el director musical. «No hicimos ensayos musicales hasta que todo saliera perfecto -agrega-. Creo que está bien que otros busquen la perfección, es otro modo de trabajar, pero no es lo que yo hago. Yo trabajo con la imperfección. Prefiero un cantante más inexperimentado que no llegue a una nota u otra pero esté dispuesto a jugar, a animarse, a generar desplazamientos».

Cada modificación que se realiza a la ópera tiene que ver con una concepción del arte. «Me interesa que, además de generar una reacción emocional, se puedan plantear preguntas a través de las producciones artísticas. Me gusta que el público disfrute y la pase bien, pero también trato de que se moleste un poquito», confiesa el músico. Esto también ocurre desde el punto de vista de la historia y la puesta en escena: «Al recurrir a lo dark, lo gótico, vampiros, desde lo escénico nos proponemos correr un poco la mirada -llamémosla ‘clásica’- que viene del cuento de Cenicienta, para generar otra mirada que eche luz -u oscuridad- sobre algunas otras cuestiones. ¿Qué me ocurre con el encuentro de Cenicienta con el príncipe al final? ¿Me pongo contento porque el chico se va con la chica? ¿Y en qué condiciones se va la chica con el chico? «, se pregunta Ivancic.

«Las licencias en Cendrillon no se limitan a lo musical y a lo estético, sino también a las formas de producción operísticas, que normalmente tienen otros tiempos y procesos de producción más verticalistas».

Haciendo frente al tarifazo

Machado Teatro pertenece a la agrupación Escena -Espacios Escénicos Autónomos- que nació en el 2011 luego del caso Beara -el derrumbe de un entrepiso ilegal que había en una discoteca de Palermo-, que provocó la muerte de dos jóvenes. «En consecuencia de esa tragedia, comenzaron a llegar intimaciones a salas de teatro independiente para clausurarlas hasta no tener la habilitación definitiva. Yo la solicité en el 2012 y aún no me la dieron, lo cual dice a las claras que no habríamos podido abrir nunca porque ya pasaron cuatro años», explica Diego Rodríguez, dueño del espacio y socio de Germán Ivancic, también director escénico que en este caso diseñó la escenografía de Cendrillon. «Ese año, los administradores y programadores de salas pequeñas gestionamos en dos meses una ley que nos permitió funcionar con la tramitación del permiso de habilitación». Al permiso lo consiguieron a fuerza de reunirse, visibilizarse, hablar con legisladores de la Ciudad, presentar el proyecto de ley y acompañar su votación y promulgación por parte del Poder Ejecutivo. «Lo conseguimos gracias a la militancia», afirma el director.

Hoy la lucha consiste en seguir oponiéndose a las clausuras de espacios por causas injustificadas y, además, a los tarifazos. «Exigimos una tarifa cultural, que contemple nuestra actividad que no es con fines de lucro. Nuestra actividad es autónoma, independiente y pequeña, no somos una industria», afirma Rodríguez. «A mí se me multiplicó por ocho la boleta de agua, y eso es un costo que no podemos trasladar a los espectadores porque tenemos cincuenta butacas. Esto no solo nos afecta a nosotros sino a la población en general, porque retrae la actividad. Entonces se trata de una lucha doble, porque no basta con que nuestra actividad tenga facilidades para afrontar la situación, sino a la vez hacer un llamado de atención porque estas políticas económicas van a terminar disgregando el tejido social: la gente no va a poder salir», subraya.

El circuito de teatro independiente también da lugar a diferentes tipos de expresividad, algunas no admitidas en los circuitos oficiales como los de los teatros estatales o privados, como es el caso de Cendrillon y las licencias que los directores se permiten tomar, que acercan la ópera a otros tipos de audiencia. «El sistema en el que vivimos tiene construidos distintos circuitos por los cuales el artista se forma y se encuentra con lo público. Lo público es clave para el artista: construye una expectativa de qué es lo que se espera de él. En el caso de la lírica, quizás la forma de expresión de un artista en particular tenga una forma que no se condice con las exigencias de producción artística del Teatro Colón, pero tal vez encaje dentro de la construcción de un espectáculo de teatro musical lírico construido en otro marco», explica Ivancic. «El sistema de producción de los espectáculos está armado también para que el artista se pueda expresar con determinados tiempos de trabajo y ensayo que son inamovibles -completa-. Esa no es necesariamente la forma para que determinados artistas puedan construir su trabajo. A su vez, en los teatros independientes uno pude elegir materiales que no tienen de por sí éxito garantizado, que además son difíciles de producir porque hay que estudiarlos desde cero, no son obras de repertorio. Es el caso de Cendrillon, que es estreno en Argentina, y probablemente también lo sea en Latinoamérica».

Cendrillon, ópera de Pauline Viardot | funciones todos los domingos de julio, a las 19 hs en Machado Teatro (Antonio Machado 617, CABA)

Reservas: http://www.alternativateatral.com/obra41996-cendrillon

Actualizada 12/07/2016