Sep 23, 2015 | inicio
El domingo 13 de septiembre sacudió a San Juan con una noticia alarmante: los trabajadores de la mina Veladero de la Barrick Gold avisaban sobre la rotura de una cañería de lixiviación, la cual había causado un derrame de cianuro en los ríos cercanos a las localidades de Jáchal e Iglesia.
La respuesta del pueblo resultó inmediata. Miles fueron las personas que salieron a las calles a exigir respuestas a funcionarios públicos, quienes si bien desde un principio negaron una posible contaminación, aconsejaron limitar el uso de agua de red. Un informe detallado de la multinacional confirmaba que en el incidente, que tardó casi dos horas en contenerse, se filtraron 225 mil litros de desechos, generando un peligro real en la potabilidad del agua.
En el día de ayer la Barrick Gold sacó un comunicado donde admite que la fuga «la investigación de Barrick permitió determinar que la fuga de la solución llegó a uno de los canales de desvío de aguas (denominado Canal Norte), que cuenta con una compuerta de derivación a una pileta de emergencia. Esta compuerta, que debió haber estado cerrada, se encontraba abierta por causas que aún se están investigando. Esto permitió el paso de la solución hacia el Río Potrerillos».
La mina fue instalada en 2005 y funciona desde entonces con enormes consecuencias ambientales. El derrame impacta pero lo sucedido no sorprende: “Años anteriores ha habido rumores de otras filtraciones pero no han tenido esta trascendencia. Esto ha sido gravísimo”, comenta Marisa Breit de la Asamblea Rural de Jáchal en exclusiva para ANCCOM. “En el momento en que se instala una minera de esta envergadura está latente todo el tiempo la idea de que algo puede pasar. Ninguno de este tipo de emprendimientos tiene la capacidad de generar algo que no sea contaminante. Los tamaños en que producen son monstruosos y los diques de cola que existen ahí son kilométricos. Es decir que hay kilómetros de desechos tóxicos que en algún momento se rompen o salen por algún lado. Por eso el miedo”, explica.

Fotos: La Vaca.org
La cronología suma hechos minuto a minuto. La magnitud del “accidente”, las constantes movilizaciones de los vecinos y las denuncias de abogados ambientalistas contra la empresa y funcionarios nacionales y provinciales llevaron a que la Justicia ordenara a Barrick Gold a abastecer con bidones de agua a las familias de las zonas afectadas. Luego llegó la inmediata suspensión de actividades en la mina, ubicada a 350 km de la capital provincial, por un periodo de cinco días, dictamen extendido por el juez Pablo Oritja hasta el próximo 22 de octubre. El magistrado busca determinar si se trató de un delito, así como identificar a los responsables del presunto atentado contra la salud pública.
Ante esto, la multinacional declaró que “ha iniciado un proceso de investigación interna para determinar las causas y los responsables, de existir, de este incidente, las que serán oportunamente comunicadas a la opinión pública”. Días después, separó a los gerentes de sus cargos. En breve deberán declarar ante la justicia sobre las fallas en el procedimiento.
Mientras tanto, desde la provincia se optó por realizar un monitoreo de los nueve ríos ubicados en el área de influencia, que –según informaron las autoridades locales- arrojó resultados negativos. Pero el informe no calmó a los habitantes, quienes se declararon en estado de Emergencia Ambiental y Social y denunciaron la existencia de complicidad entre el gobernador Gioja y la empresa, tal como manifiesta en su comunicado oficial la Asamblea Sanjuanina Contra la Contaminación y el Saqueo: “Hoy, a más de diez años del inicio del mayor proyecto megaminero en la provincia de San Juan, se está avizorando el desenlace de un trágico final anunciado, donde los casos de contaminación son tan evidentes que ni gobierno, ni empresa pueden ocultarlo”, expresan e identifican a “la figura del primer mandatario gobernador José Luis Gioja” como uno de los principales responsables políticos del acontecimiento “por ser el principal socio comercial de Barrick Gold, por ser durante los ‘90 el principal lobbista de las multinacionales dentro de la Cámara de Diputados para que se apruebe la ley de inversiones minerales y por permitir el inicio de los proyectos megamineros sin contar con la licencia social”, sentencian.
Los vecinos denuncian que ni las autoridades provinciales ni las municipales ofrecieron respuestas concretas. “Lo que nosotros decimos como colectivo organizado es que no queremos ningún tipo de minería, ni nacional ni extranjera. Ya hubo levantamientos en todo el pueblo, casi siete mil personas en las calles. No queremos vivir más con esta angustia”, implora Breit.
En el conflicto, además, ya intervino la ONU quien –a través de su Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente- realiza desde el sábado distintos controles de los ríos afectados. El organismo se comprometió a informar los resultados tanto al gobierno provincial como a la población. En su comunicado, el organismo advirtió que “si los resultados obtenidos fueran indicativos de riesgo conforme las normas técnicas, dicha información será reportada a las autoridades inmediatamente en aplicación del principio precautorio”.
Pero nadie aún está tranquilo. La información es acotada y el descreimiento crece: “Denunciamos la censura mediática y el rol de complicidad de los medios hegemónicos de comunicación para ocultar sistemáticamente información sobre el impacto ambiental que genera la megaminería a gran escala, a cielo abierto y con sustancias tóxicas”, escribe la Asamblea Sanjuanina. Y Breit agrega: “Los análisis pueden haber dado cero pero el problema es que el cianuro genera desprendimientos de los metales pesados y no tenemos ningún análisis de eso, de cuantos metales pesados tenemos en el agua y tal vez los tenemos hace rato”.
De conjunto, las organizaciones preparan su próximo paso: “Seguimos en asamblea permanente, nos juntamos todos los días en la plaza principal. El viernes que viene haremos una gran movilización a la ciudad de San Juan e invitamos a todos los que se quieran sumar. Hemos recibido apoyo de Mendoza, de Famatina, de La Rioja. Estamos en una lucha colectiva con mucha más gente. Queremos que la Barrick se vaya pero que nos garantice un saneamiento ambiental”, cierra.

Fotos: La Vaca.org
Actualización 24/09/2015
Sep 23, 2015 | Entrevistas
Tiene abiertas cinco causas judiciales en la justicia riojana. El gobierno provincial lo acusa de violento por impedir junto a otros 34 vecinos de las orillas del cerro Famatina –incluído el intendente Ismael Bordagaray- que las compañías mineras exploten sus riquezas contaminando el medio ambiente de la zona. Pero no se desanima, se siente apoyado por los vecinos y por el Papa Francisco que en febrero lo saludó en una audiencia pública en El Vaticano. El padre Omar Quintero se considera un luchador apasionado y un discípulo del obispo Enrique Angelelli, asesinado por la dictadura militar en 1976.
Los pobladores que viven cerca del cerro Nevado, rebautizado como “General Belgrano”, pretenden evitar la futura contaminación, sequía y enfermedades que una actividad industrial de alto impacto ambiental, social y cultural, puede llegar a causar. Para recuperar el oro del material removido de las rocas se necesita mezclar cianuro con decenas de millones de litros de agua. Unidos y junto al Padre Omar Quintero decidieron bregar contra los emprendimientos de la Barrick Gold y ahora de Osisko Mining, ambas empresas canadienses. Expresan la voluntad de defender la biodiversidad y una calidad de vida inconciliable con la actividad extractiva megaminera.
Esta causa tuvo su inicio hace ocho años y tiene como referente a un sacerdote que se opone a que el paisaje sea destruido. “Obtuve muchas satisfacciones y alegrías, pero también un montón de dolores”, dice Quintero ni bien inicia su comunicación telefónica con ANCCOM. Asegura que sufrió persecuciones y amenazas, y también habla de una “judicialización de la protesta” por las cinco causas que hay abiertas en su contra y ponen en riesgo su libertad, pero aun así siente, en sus palabras, “la satisfacción de haber cumplido para con Dios, para con el pueblo y para con la Creación”.
¿Cómo llegó a ser parte este reclamo que lleva a cabo en conjunto con los vecinos?
En primer lugar, soy oriundo de una zona que tiene un marco natural realmente lindísimo, todo lo que es el Valle de Traslasierra, evangelizado por el Cura Gaucho, ya beato. Vivir en ese lugar me llevó desde muy pequeño a tener un cariño y una admiración especial por los árboles, los animales, el agua, el aire puro, todas esas bellezas naturales que a uno lo van embebiendo desde chico. Después, tuve la suerte de ser educado en la secundaria por los padres franciscanos, por lo tanto aprendí sobre la espiritualidad y la mística de San Francisco de Asís, hermano universal de todas las criaturas, patrono de la ecología. Ellos me dieron la convicción y la certeza de que no nos podemos dar el lujo de poner en riesgo al medio ambiente, los bienes comunes, la calidad de vida de los pueblos y ciudades. Por eso, siempre tuve conciencia de este principio de precaución que tenemos que tener a la hora de tomar decisiones que a la larga puedan resultar nocivas. Y esto me encontró en Famatina. Fue algo providencial porque esta no era mi parroquia de origen, yo estaba en Anillaco. Un hermano sacerdote que tenía su madre anciana y enferma me pidió hacer el intercambio y por un gesto humanitario yo accedí a venir, ignorando que se iba a desatar este conflicto que de todas maneras me iba a involucrar ya que es imposible estar aquí y no acompañar al pueblo en las asambleas ciudadanas por la vida, y en la noble y justa causa “El Famatina no se toca”.
¿Qué es lo que lo define su lucha?
Soy un hombre muy apasionado, que me tomo en serio lo que abrazo con mi vida, como lo fue la vocación sacerdotal y todo lo que significa valorar y defender la vida. Por otro lado, me considero una persona muy sensible, eso me ha llevado a estar al lado de la gente, acompañarla, llorar con ellos, reír, celebrar, festejar, y luchar cuando ha sido necesario aunque más no sea con los métodos que el cristiano debe usar. En mi caso, con la pluma y la palabra. Todo lo que significó difundir esta causa lo he hecho y he tratado de llevar hasta los confines del mundo el mensaje de defensa de la vida. Y, además, como una persona amante de todas las criaturas de Dios: no solo el ser humano y los animales sino también los vegetales y los minerales, en definitiva una cosmovisión amplia que me ha permitido estar a la altura de las circunstancias en Famatina.
¿Cómo es en general un día en su vida?
Una jornada en mi vida es bastante movida porque la parroquia comprende todo un departamento, 250 km a la redonda con quince comunidades que hay que atender. Por supuesto, tengo una agenda planificada y, aunque los viajes me consumen mucho tiempo, los encuentros con las comunidades son frecuentes, casi a diario. Aquí lo que marca el ritmo de la vida y de la fe de nuestros pueblos son las novenas, las fiestas patronales y los difuntos, a los que considero como los vehículos que me permiten evangelizar, misionar y llevar la palabra de Dios a donde se me encomienda.
¿Quién fue el Obispo Angelelli para usted?
El Obispo Angelelli para mí, y para todos los sacerdotes que abrazamos causas justas, fue el pastor que supo poner en verbo, en acción, la misión que Jesús nos pide, “ser ese buen pastor que dio su vida por las ovejas”. Fue un hombre íntegro que, inclusive, estuvo dispuesto a entregar y a dar su vida por defender en aquella ocasión, en plena dictadura militar, la dignidad del pueblo riojano. Y, aunque las circunstancias históricas hoy en día no son las mismas, me ha inspirado y me ha sostenido mucho en esta lucha, que más que lucha es una resistencia pacífica en defensa de la vida.
¿Cómo fue su encuentro con el Papa Francisco?
Fue un momento sublime, largamente esperado porque yo ya había enviado solicitud de audiencia por varias vías. El Papa Francisco ha conocido nuestra zona, como joven sacerdote hizo su paso por aquí acompañando a los jesuitas que misionaban, tuvo contacto con la gente y los productores, y al parecer recuerda muy bien la excelente calidad del vino que se hace en el pueblito de Pitual. A través del Obispo mandó a pedir grapas, me encomendaron la tarea de conseguirlas y adosé a una de las botellas que le mandaba esa carta que tantas veces ya le había enviado. Felizmente, parece que llegó a sus manos porque al poco tiempo me convocaron a una audiencia. Si bien fue muy breve, porque fue pública y en donde apenas pudimos saludarnos, intercambiar algunas palabras, lo importante es que pude dejarle todo el material que le llevaba: cartas de la gente, obsequios, incluso también nuestra bandera de lucha y una remera con la inscripción “El Famatina no se toca”. Fue una misión, un objetivo propuesto y cumplido en beneficio de esta comunidad. Siento que esto también aportó para que él inmediatamente se pusiera a terminar la última encíclica, “Alabado seas”, en defensa del medio ambiente y de la Creación de Dios, que es para nosotros una hoja de ruta. Viene a legitimar, en este caso, mi postura y mi acompañamiento al pueblo de Famatina porque hasta entonces prácticamente estaba al borde de la ilegalidad. No son muchos los sacerdotes que tienen convicciones muy personales, muy íntimas, que están acompañando a las poblaciones que se ven amenazadas por la megaminería.
¿Siente que cuenta con el apoyo de la gente?
Estoy muy agradecido con Dios, con la historia, con el pueblo que me ha acompañado y me ha sostenido hasta el día de hoy. A pesar de ser un escollo para los poderosos −que varias veces han pedido mi traslado de Famatina y que permanentemente buscan socavar mi autoridad moral, pastoral− la gente aprendió a conocer y a querer a este pastor con sus virtudes y defectos.
¿Y qué mensaje transmite usted a quienes lo apoyan?
Les digo que todos los territorios que se ven amenazados por el extractivismo y por este neocolonialismo financiero voraz que nos acosa por todos lados tienen que estar unidos porque la unidad es la que lleva siempre al triunfo, como ha sucedido en Famatina y esperamos que suceda en Catamarca, en San Juan, en la Patagonia, en toda la Cordillera y Latinoamérica. Es necesario tener en cuenta a las futuras generaciones. No tengo hijos ni tendré nietos, pero considero a todos como mis hijos espirituales; debemos pensar en los que vienen y evitar vivir como si fuéramos los últimos que habitarán este mundo.
Actualización 23/09/2015
Mar 24, 2015 | destacadas, inicio
-“¿Huelen? ¿huelen eso?”Una racha de aire podrido acaba de pasar por Villa Inflamable, y Norberto Morón, vecino histórico del barrio, aclara que no se trata de un evento aislado, sino de una presencia diaria. El olor a podrido: un elemento cotidiano que la dirección del viento puede volver más o menos intenso. “Ya estamos acostumbrados a este olor”, dice Morón. Y en su cara se compone un gesto que no es de resignación, ni de víctima, sino de cierta indiferencia, como si la hediondez, en realidad, en este contexto, fuera un mal menor.
Ubicada en una zona de bañados contaminados, lindante al Polo Petroquímico de Dock Sud y al relleno sanitario del Ceamse de Avellaneda, Villa Inflamable constituye para los expertos un caso paradigmático. En el barrio en donde se originó la famosa causa Mendoza -en la que la Corte Suprema instó al Estado a sanear el Riachuelo y trasladar a las familias que viven a sus orillas-, la contaminación ambiental y la desidia estatal muestran su rostro más descarnado. El aire, el agua y el suelo de Villa Inflamable están contaminados. Más de 1500 familias –el último dato oficial es de 2009- lo padecen diariamente. Demasiado plomo en sangre, problemas respiratorios reiterados, manchas en la piel y deficiencias neurológicas son algunos de los daños sufridos por los vecinos. Este año, tras una extensa demora, ACUMAR estimó que la municipalidad de Avellaneda comenzará a construir las primeras viviendas para mudar a los habitantes. Muchos de ellos, sin embargo, se oponen al traslado. ¿Los motivos? Una serie de razones en donde se entretejen la inseguridad, la contaminación y una disputa barrial entre dos clubes de fútbol históricamente enfrentados.
Es una tarde calurosa de enero y una parva de nenes revolotea en la puerta de una casilla de material en donde un par de empleados de la municipalidad de Avellaneda reparten ropa y juguetes para la Noche de Reyes. Más adelante, en diagonal a la plaza del barrio, una pasarela tambaleante conduce a una casa hecha con maderas y cartón, ubicada en el centro de una laguna de color verde, grumosa, salpicada de baldes y botellas de plástico.
“Nos quieren llevar al lado del riachuelo, a unos terrenos más chicos y que están al lado de la Isla Maciel. Es absurdo. Siempre hubo pica entre San Telmo y el Docke”. Morón es uno de los primeros vecinos que llegaron a Villa Inflamable, en la década del ochenta. Su casa –de material- está en el centro de una loma del humedal, y con los años ha ido ampliándose, dice Morón. También dice que en todo este tiempo ha escuchado mucho. Que las mejoras en los servicios del barrio las consiguieron los vecinos. Y que según su cálculo el noventa por ciento de la gente no se quiere ir de acá.
“Además del tema de la inseguridad, está el de la contaminación. Los terrenos quedan al lado del riachuelo”, agrega Claudia Espínola, presidenta de la junta vecinal. “El proceso de saneamiento del río es largo y complejo, lo sabemos, pero hoy por hoy no está terminado. A eso también hay que sumarle que las viviendas son muy chicas y el espacio en general de los terrenos son muy pequeños”. De las ciento veinte hectáreas actuales –con anchas calles de tierra, pastizales y mucho sauce-, Villa inflamable pasaría a compactarse en treinta, a orillas del Riachuelo.
Más allá de los juncos, por encima de los techos de chapa, asoman dos chimeneas pintadas con líneas rojas y blancas. Una es más alta que la otra, y la imagen, es cierto, tiene un tono apocalíptico. Villa Inflamable fue definida por las investigaciones que se hicieron en el lugar como una zona de riesgo ambiental alto. Se detectó la presencia de diecisiete gases tóxicos, como el benceno y el tolueno, asociados a la refinación de petróleo. A su vez, en un estudio elaborado en 2003 por una agencia de cooperación japonesa –conocido como Estudio Jica- se comparó la salud de 150 chicos de entre 7 y 11 años de Villa Inflamable con otros 150 de la misma edad de Villa Corina, un barrio también de Avellaneda, pero alejado unos doce kilómetros del Polo. La prevalencia de plomo en sangre de los chicos de Villa Inflamable casi triplicaba a la de los de Corina.
Cecilia Lorusso, integrante del área de Medio Ambiente de la Defensoría del Pueblo de la Nación, dice que no hay que ser ingenuos. Que la oposición a mudarse a esos terrenos muchos la llaman rivalidad deportiva o cultural, pero que en verdad se trata de una lucha por el poder. Y que esa lucha por el poder, dice Lorusso, incluye a las barras bravas, fuerza de choque de los sectores dominantes. “Además está Villa Tranquila, que está dominada por el narcotráfico. Los vecinos sienten que están cambiando el riesgo ambiental, que los mata a largo plazo, por el riesgo físico, que los mata a corto plazo”, resume Lorusso.
A los tumbos, una chata cargada con un lavarropa, una cama y varios muebles se pierde hacia el fondo de la villa. Hace más de un siglo, todo esto era una zona de quintas y granjas, un paisaje rural despojado, sin relleno ni chimeneas ni camionetas, ni nada a la vista. En 1930 comenzaron a instalarse las primeras petroleras y aceiteras –actualmente son 42 empresas, de las cuales 25 son de alto riesgo-. El barrio creció fuertemente en los ochenta y los noventa. Sin una red cloacal regular, los vecinos desechaban sus efluentes en las lagunas, que recibía también el material químico que descartaban las fábricas. Hoy, el barrio sigue padeciendo la falta de servicios cloacales, de agua potable –desde el 2007 la municipalidad distribuye bidones en los denominados puestos de agua- , y cuenta apenas con una conexión eléctrica irregular.
Como se mencionó, en 2008 la Corte Suprema de Justicia ordenó el saneamiento de la Cuenca Matanza-Riachuelo y la relocalización de los barrios afectados por su contaminación. Lo que a veces se olvida es que esa sentencia –conocida como fallo Beatriz Mendoza- fue el resultado de una demanda que se inició en Villa Inflamable. Desde entonces hasta hoy transcurrieron siete años. Hace tres -en marzo del 2012- la municipalidad de Avellaneda y ACUMAR anunciaron la construcción, en un plazo de tres años, de unas viviendas para los habitantes del barrio. Villa Inflamable se trasladaría a orillas del Riachuelo- respetando los 35 metros del Camino de Sirga-, en unos terrenos pertenecientes a la empresa Exolgan, ubicados entre Villa Tranquila y la Isla Maciel.
Lo cierto es que las viviendas, tras una extensa demora, comenzarán a construirse este año. Desde ACUMAR aseguraron a esta Agencia que serán, en una primera etapa, 440 casas. Si bien no hay fecha de inicio confirmada, desde el organismo estiman que, tras el llamado a licitación que debe hacer el municipio de Avellaneda, las obras arrancarán en los próximos meses. La relocalización consiste en un trueque. Los terrenos asignados para la mudanza de los habitantes de Villa Inflamable eran de la empresa de logística Exolgan. La firma cedió esos terrenos, que usaba como depósito de conteiners, y se instalará en las hectáreas que hoy ocupa Villa Inflamable.