Siguiendo el sueño bolivariano de integración regional y emulando el ideal que tenía el diario Correo del Orinoco (creado en Venezuela en la época independentista para contrarrestar la influencia de la información imperialista) nace el 24 de julio del 2005 la Televisión del Sur (Telesur). Lleva el objetivo de mostrar una mirada latinoamericana invisibilizada por los medios de comunicación hegemónicos. Bajo el lema “Nuestro norte es el Sur”, el canal interestatal financiado por los gobiernos de Cuba, Venezuela, Argentina, Bolivia, Ecuador y Nicaragua vino a dar respuesta al hecho de que todo un continente consumía una visión de su propia realidad producida por países extranjeros. “Tenemos que lograr vernos con nuestros propios ojos” recalca durante toda la nota el periodista uruguayo Aram Aharonian, fundador y primer director de Telesur, quien recibió a ANCCOM para hablar de estos diez años del canal y del rol de los medios de comunicación en América Latina.
¿A qué se debió la creación de Telesur y cuál era el objetivo fundacional de este proyecto comunicacional? El proyecto era algo que estaba en la cabeza de muchos comunicadores y trabajadores de la cultura. Durante años habíamos tenido muchas experiencias de tratar de integrarnos comunicacionalmente, casi todas frustradas y muy limitadas y que generalmente terminaban cuando cambiaba el ministro de cada gobierno. Siempre había que empezar todo de nuevo. Esto viene junto a un renacer de una necesidad política de integración de nuestra región en una época donde el ALCA estaba en todo su esplendor. Anteriormente hubo una ocasión, en el 2001, de un encuentro de la Federación Latinoamericana de Periodistas en La Habana, donde nos juntamos 450 comunicadores de América Latina y el Caribe. Ese fue un espacio de discusión y de oír algunas cosas. Recuerdo una provocación de Fidel Castro en una madrugada donde estábamos todos casi dormidos, y que se le dio por decir que en ese lugar se estaba hablado mucho de comunicación pero nadie había dicho nada de proponer una CNN Latinoamericana. En ese momento nos despertamos y nos matamos de risa de lo que se le había ocurrido. Pero como uno conoce que él en esas cosas no da puntada sin hilo, estuvimos conversando qué era eso de la televisión latinoamericana y cómo realmente se podía ir por el camino de lo más difícil. Porque siempre se había tratado de hacer la integración por el lado de una agencia de noticias estatal o por radios, pero nunca por el lado de la televisión ya que era algo impensable, sobre todo porque en nuestro imaginario colectivo hacer televisión significaba tener una gran empresa. En ese momento veníamos de una época en la que todavía no salíamos de lo que había dejado el periodo neoliberal. En donde incluso el espacio público había sido privatizado o minimizado y donde las televisoras nacionales no existían o eran depósito de fierros viejos o directamente habían sido privatizadas. El panorama era para salir corriendo. En ese marco empezamos a trabajar con la idea de cómo hacer una televisión latinoamericana, que tenia que ver no sólo con la puesta en marcha de una televisora, sino también saber a quien iba a ir dirigido el mensaje, cómo se conformaba una programación y qué idea conceptual es la que queríamos.
Era necesario tener un canal que difundiera la realidad de la región y que disputara el sentido de los medios hegemónicos.
Lo primero es tener en consideración que en América Latina siempre nos habíamos visto con ojos extranjeros. Nos mirábamos al espejo y no nos reconocíamos. Todavía hoy prendemos la televisión y nos dicen que somos altos, rubios y de ojos celestes. Si, somos altos, rubios y de ojos celestes pero también somos indios, negros, mestizos, mulatos, zambos y toda la diversidad cultural y étnica que hace doscientos años no sale en los medios hegemónicos de comunicación. Entonces había una necesidad de democratizar la palabra y la imagen, de vernos con nuestros propios ojos, de tener una agenda informativa y política propia que tenga que ver con nuestra idiosincrasia, nuestros intereses y nuestro futuro. Incluso con nuestros anhelos. Había una necesidad de tener nuevos formatos, de saber dónde quedaba América latina y quiénes éramos los latinoamericanos. El problema mayor es que el colonialismo político era también el colonialismo cultural que hasta el día de hoy seguimos teniendo. Nos cuesta mucho, a diez años de tener a Telesur en pantalla, liberarnos del colonialismo cultural. Seguimos copiando formatos, modelos, agendas o reaccionando ante la agenda del enemigo. No podemos imponer una agenda propia. Seguimos sin darle voz e imagen a los movimientos sociales y a las grandes mayorías. Seguimos intermediando la información. Democratizar es que el indio, que el campesino, que el negro, que todos los que forman ese crisol étnico y cultural que es América Latina tengan la posibilidad de expresar, dar sus opiniones y participar en el debate de las ideas.
Muchas veces se considera lo alternativo como algo marginal. ¿Telesur derribó ese mito?
Es que nos metieron en la cabeza que lo alternativo significaba marginal. Nunca pensamos qué es lo que significaba alternativo y ese es uno de los grandes triunfos de Telesur. Alternativo significa ser alternativo a un mensaje hegemónico, que significa tener formas diferentes, modelos diferentes y agendas diferentes. Durante diez años la información de América Latina en televisión la llevaba CNN en español. Nosotros nos enterábamos de lo que pasaba en nuestros países por CNN, que además lo repetían los canales líderes de cada país. Jamás había aparecido un negro, salvo que los criminalizaran. Desde el momento que salió Telesur se le presentó un serio problema a CNN en español. Por ejemplo, cuando asume Evo Morales, CNN que lo calificaba de animal, analfabeto y demás, tuvo que transmitir por primera vez en su vida no sólo la asunción sino también la ceremonia indígena de Evo que se realiza el día anterior a la toma del mando oficial. La alternatividad hacia que si no lo daba CNN igual lo iba a dar Telesur. Lo mismo ocurrió años después con el golpe en Honduras, al que querían invisibilizar pero no lo pudieron hacer porque Telesur lo estaba emitiendo. Incluso CNN tuvo que tomar las imágenes de Telesur y después le puso el libreto que quiso. Al tener una alternatividad estas democratizando y estás dando un debate. Se terminó la impunidad y la invisibilización. Es así que en CNN empezó a aparecer el indio, el negro y el campesino. Por eso es necesario, para poder hacer una nueva comunicación, romper una cantidad de paradigmas liberales que están metidos en nuestra academia y en nuestras cabezas. El otro verso que hay que romper definitivamente es el de la objetividad. Todo medio de comunicación tiene una línea editorial. Sea estatal, público o comercial, el medio tiene una línea editorial. La elección de sus temas, sus enfoques y sus fuentes va a tener que ver con esa línea editorial. Lo que es inmoral es que te trasvistas o te disfraces de objetivo para imponer tus intereses. No existe la objetividad, la imparcialidad ni la neutralidad en un medio de comunicación.
¿Tuvo algún tipo de presión para que no se lanzara el canal? ¿Cuál fue la repercusión internacional de Telesur?
Nosotros hicimos un excelente trabajo de promoción de Telesur antes de que saliera. Se promovió en todo el continente y en Estados Unidos también, para las comunidades hispanas. La sorpresa fue que antes de salir ya hubo una decisión de la Cámara de Representantes de Estados Unidos decretando que Telesur era un canal antiestadounidense y que debía estar prohibido en su territorio. Presiones hubo por todos lados y por otro lado estaba la repercusión de compañeros diciéndonos que estábamos todos locos. Por suerte estamos locos. Porque es entender un poco lo que decía Eduardo Galeano sobre qué es la utopía: algo que está allá lejos y que nos sirve para que sigamos caminando. Telesur es esto, demostramos que se podía.
Hace poco publicó un libro, La internacional del Terror Mediático, en el que habla de dictadura de los medios. ¿Cuál es hoy en día el rol de las empresas de comunicación hegemónicas en la región?
Hoy el enemigo no necesita fuerzas armadas para imponer un modelo político, económico y social; sino que le basta con el control de los medios de comunicación social. Hoy la guerra es simbólica, cultural. Antes te bombardeaban una plaza, un barrio, te llevaban preso o te aniquilaban. Hoy no necesitan hacer eso, te están bombardeando permanentemente las 24 horas del día en el dormitorio de tu casa con información, con publicidad y con series de televisión que dicen exactamente lo mismo y que te van creando un imaginario colectivo. Entramos en una guerra simbólica. Nosotros tenemos los mismos ideales de democratización que teníamos hace cuarenta años. Lo que pasa es que si en aquel entonces luchábamos con metralletas, hoy esas armas no sirven. Estamos en un campo de batalla diferente, con la necesidad de aprender las nuevas armas que hoy son las cámaras, los micrófonos, Internet y las redes sociales. La lucha sigue siendo la misma, es la lucha por la democracia. Y mientras no podamos democratizar la comunicación no podemos democratizar nuestras sociedades y nuestros estados.
¿Qué balance hace de esta década?
Telesur es uno de los hechos más revolucionarios que se dio en América Latina en este milenio. Telesur es una revolución. Demostramos que sí se puede hacer algo desde nuestros Estados. Que sí se puede hablar en plural y que podemos dejar de hablar en singular. Hay cosas que capaz no se lograron, porque quizás quisimos abarcar demasiado. Lo cierto es que nosotros parimos una televisora de cero: tuvimos que conseguir equipamiento, hubo que hacer capacitación de periodistas y de camarógrafos. Además estábamos entrando recién a la era digital y los precios se fueron hacia abajo, lo que nos permitió que fuera posible el proyecto. Todo eso sumado a que tuvimos que salir a vender el producto. Lo importante hoy es recordar que es posible.
En un camino parecido al de Telesur, durante estos años se sancionaron en varios países de Latinoamérica distintas normas legislativas antimonopólicas en materia de comunicación. ¿Qué piensa de estas leyes?
Las leyes son marcos legales que te permiten hacer lo que antes te negaban. Y les impide a otros hacer las cosas que hacían. Pero la ley por sí sola no hace nada. Si nosotros no generamos contenidos estamos condenados a pasar El Chavo del Ocho por el resto de nuestras vidas. Entonces, tan importante como tener nuevas radios y emisoras es tener contenidos nuevos. Se ha creído que democratizar significa tener más frecuencias para todo el mundo. Pero de nada sirve tener cien nuevas radios, mil nuevos canales de televisión si no tenemos contenidos nuevos y si, además, nos vamos a dedicar a seguir la agenda informativa y política de los grupos hegemónicos. Solamente nos ocupamos de decir “Clarin miente” pero no nos ocupamos de nuestra gente. Somos reactivos y no proactivos. Hay que aprender a ser proactivos: en tener nuestra propia agenda y en insistir con nuestros temas, nuestra gente, nuestra idiosincrasia y nuestra memoria. Y nuestra memoria es no sólo hablar de los desaparecidos durante la dictadura, sino que es saber que hubo desaparecidos porque lucharon por una causa y que esa causa sigue viva todavía y que la lucha sigue. Un país necesita recuperar su memoria, saber de dónde viene y cuáles son nuestras raíces para saber hacia dónde vamos. Un pueblo que no sabe de dónde viene no sabe hacia dónde puede ir. Si no, el destino siempre lo van a imponer desde afuera. El tema de la democratización de los medios de comunicación social va mucho más allá de los medios. Va a la esencia de la democracia. Un medio de comunicación es un medio de participación social, de participación popular, de participación protagónica de ese pueblo que tiene que cogobernar con los que elige. No puede ser que la democracia se limite a votar cada cuatro años. Por suerte en América Latina estamos inventando nuevas formas de democracia. Cada país a su estilo, pero en todos tiene que ver la inclusión social y la participación popular.
Marcelo Carpita, autor y colaborador de más de cincuenta obras de arte urbano en distintas regiones del país, da a conocer su más reciente iniciativa: el 1º Congreso Nacional de Muralismo y Arte Público “Ricardo Carpani”, a realizarse el viernes 30, sábado 31 y domingo 1 de noviembre en el Centro Cultural Kirchner (CCK). El encuentro, cuenta, surgió de la necesidad de profundizar el debate sobre el rol del arte público y la ausencia de un marco legal que reivindique a los realizadores como trabajadores. El artista plástico dialogó con ANCCOM sobre el papel del muralismo en la vida política y social de la Argentina, definiéndolo como una disciplina de la comunicación social y en consecuencia de las Ciencias Sociales.
¿Cómo surge la idea de este Congreso?
Es una propuesta que surge de un foro que organizamos en el espacio político cultural al que pertenezco, Muralismo Argentino Contemporáneo (MAC), formado por diferentes grupos independientes comprometidos con llevar a cabo un proyecto nacional que empezó a tener un poco más de cuerpo con este gobierno. A partir de la propuesta de formar el MAC, empezamos a reunirnos y organizar un foro en el Centro Cultural de la Cooperación en 2013. Tenía como objetivo empezar a debatir sobre el rol del creador del arte público, del muralista que participa de muchos proyectos de desarrollo social, proyectos culturales y educativos, pero no está contenido dentro de un marco legal o institucional que nos considere como trabajadores. Siempre pasa como una cuestión de voluntarismo, de militancia y no como un trabajo específico. A partir de ahí, los participantes propusieron que esta discusión se debía dar en un marco mucho más participativo y salió la primera idea del Congreso. Pero no se hizo, seguimos trabajando, haciendo nuestras actividades como siempre. Hasta que este año tuvimos una entrevista con la ministra de Cultura de la Nación, Teresa Parodi, y salió de nuevo la idea del Congreso, como una actividad de corto plazo en el CCK. Con el tiempo queremos lograr que se incluya al muralismo dentro de lo que son las políticas culturales,.
¿Cuáles es el objetivo del encuentro?
El principal objetivo es hacer visible nuestra actividad, que la gente se entere que el muralista en sí, aparte de ser una persona que se dedica vocacionalmente a pintar una pared, a embellecer, es un comunicador social. El muralismo pasa de ser una producción estética por encargo a una disciplina de la comunicación social o de las Ciencias Sociales. Porque, a partir de esa actividad concreta, se desarrollan muchas actividades colaterales que hacen que el objetivo final no sea en sí el muralismo sino la organización popular, la reconstrucción del tejido social, la capacitación laboral, la integración de personas con diferentes tipos de capacidades, la inclusión social de chicos o de personas que están en grados de marginalidad. Es decir, hay muchas cuestiones que no son necesariamente las de la pintura mural. Sin embargo, ese muralista no cobra por ese trabajo, no tiene un seguro social, no tiene una participación como docente.
¿Quiénes participarán y qué actividades se desarrollarán?
Del Congreso van a participar casi 300 muralistas de todo el país, habrá paneles que desarrollarán ejes temáticos: muralismo y trabajo, muralismo y educación, la función social del muralismo, muralismo y militancia política. También habrá disertaciones de especialistas que no necesariamente son muralistas, como Fernando Buen Abad Domínguez, filósofo mexicano, un doctor en Comunicación muy comprometido con los derechos humanos. Estuvo trabajando en la conformación de contenidos de Telesur. Posiblemente estará el cineasta Tristán Bauer y también Carlos Carpintero que es un diseñador y comunicador a partir de la imagen que es muy importante. El Congreso será en homenaje a Ricardo Carpani, quién es nuestro paradigma de artista y militante. Habrá paneles, disertaciones, talleres participativos. La idea es que se elaboren documentos generales para dárselos a la ministra en forma de manifiesto. Habrá también proyecciones de documentales, va a estar Discursos Murales, que es una producción audiovisual que hicimos junto con la Universidad Tres de Febrero. Yo fui el productor artístico, donde se toman diferentes discursos de líderes latinoamericanos y a la par se va haciendo un mural por diferentes muralistas. También se proyectarán Los próximos pasados, que es una película que hizo Lorena Muñoz sobre el mural de David Alfaro Siqueiros que está en el Museo del Bicentenario y la película Carpani, vida y obra.
¿Dónde ubicaría al muralismo dentro de la esfera artística? ¿Y qué relación tiene con la esfera política?
El muralismo es parte del arte público. El arte público lo contiene, porque también incluye a una obra de arte callejera o una murga, a una acción urbana, a una performance. Es un hecho estético, cultural, al que la gente le da múltiples sentidos y hasta lo puede resignificar para incorporarlo a su vida cotidiana. El arte público es político, entendiendo que la política es lo que me relaciona con el otro. En la comunidad, lo que cohesiona, es el hecho político, entonces este arte también lo es. Ahora que uno lo ligue o no a un hecho partidario es una cuestión de coyuntura y de elección del muralista.
¿Cree que el muralismo argentino tiene una tradición propia?
Nosotros tenemos una tradición heredada de otras culturas que son hermanas, no tenemos tradición muralística. No somos un territorio cultural en donde tengamos grandes pirámides o edificios precolombinos llenos de murales. La tradición es contemporánea, se podría decir decimonónica. Nosotros tomamos el muralismo de la Revolución Mexicana como un puntapié o como un punto bisagra para empezar a discutir la función social y política del muralismo. Anterior a eso, había algunas expresiones más ligadas al realismo social, decorativos, con un anecdotario de la Revolución Industrial o ligado a diferentes aspectos de lo que fue la Revolución Rusa, pero nada más.
¿Y cuál es la función social del muralismo?
La de comunicar. Para mí está dentro de las materias humanísticas y de ciencias de la comunicación. Es un reto la comunicación por imágenes, estamos compitiendo con la publicidad. Creo que el muralismo es una de las alternativas pedagógicas que tenemos para generar otro tipo de discurso, otro tipo de diálogo con las imágenes en la vía pública.
¿Existe una política pública que fomente al muralismo como una expresión artística?
Hay pequeños intentos aislados, pero no una política pública. Ese vendría a ser uno de los objetivos del Congreso. Lo que estamos tratando de hacer es que el Estado se haga cargo del desarrollo de planes educativos, de planes culturales o del trabajo del muralista. Pero el Estado nunca lo asumió como algo organizado, siempre fueron expresiones individuales. Queremos lograr que desde el Estado se asuma la importancia de las actividades del trabajador muralista dentro de ciertos tipos de políticas culturales. Si lo asumió desde el cine, desde la música, desde la danza, también lo puede asumir desde el muralismo.
«Tenía como objetivo empezar a debatir sobre el rol del creador del arte público, del muralista que participa de muchos proyectos de desarrollo social, proyectos culturales y educativos, pero no está contenido dentro de un marco legal o institucional que nos considere como trabajadores», relata Carpita.
¿Hay alguna política pública de conservación y protección de los murales existentes?
Lo que hay son políticas sobre la restauración patrimonial, no de preservación y conservación, es uno de los temas que se tocarán en el Congreso. Existen muchísimos murales históricos que se están deteriorando y no hay una política centralizada sobre eso. ¿Por qué llegar al punto de la restauración? Hoy la gente que está en esa materia habla de conservación, de preservación y no de restauración. Y cada vez hay más murales hechos y grandes inquietudes por saber cómo se mantienen, cómo se preserva y si se necesita de una escuela para eso. Gente de conservación patrimonial dice que ahora hay nuevas técnicas, nuevos abordajes estéticos y no hay una actualización hacia los conservadores. El conservador sigue trabajando con herramientas viejas, con edificios viejos, con técnicas viejas y no cuenta con nuevas tecnologías, con acrílicos, polímeros, aerosoles. Ya hay obras muy importantes hechas así. De esto también tiene que hacerse cargo el Estado. Cuando hablo de Estado, habla de una comunidad organizada, no quiere decir que el Estado tiene que hacerse cargo de todo. Porque cuando ponemos eso frente a las empresas sabemos que pasa: restauran lo que a ellos les importa; lo demás se deteriora. La gente le da importancia a cierto tipo de obra y por ahí no es necesariamente estéticamente bella, pero tiene mucho significado, como podría llegar a ser el mural de un nene que murió en un accidente o un pibe víctima de gatillo fácil. Tal vez ese mural es mucho más importante para la comunidad que un mural al estilo mexicanista; eso también necesita preservación. El Estado debería empezar a pensar en un instituto de muralismo que pueda nuclear todas esas problemáticas.
¿Cuáles son los espacios en donde se enseña muralismo en la Argentina?
Tuvo unos primeros inicios en la Escuela Superior de Bellas Artes de la Nación Ernesto de la Cárcova, con un taller de oficios, donde se enseñaba el desarrollo de algunas técnicas. Se le daba un encuadre pseudo socia. Más que nada se practicaba la técnica en pequeños murales. Pero el abordaje en un territorio para poder colaborar y participar de un desarrollo social y educacional no estaba dado. Poco a poco, esos talleres se transformaron en un poquito más participativos. Algunos se transformaron en carreras y después los fueron cerrando cuando los diferentes gobiernos, golpes y dictaduras vieron la capacidad organizativa que tiene el taller de mural. Recién en esta etapa democrática, a partir del 83, se volvió a trabajar sobre la idea de los talleres de formación. Uno de los primeros fue el de la Escuela de Bellas Artes ‘Manuel Belgrano, que se creó en 1990. La realización de mural está incluida también en las currículas de Educación Inicial y Primaria, lo que no tienen son profesores capacitados. Uno de los problemas que estamos abordando es que el muralismo cada vez se complejiza más como para poder realizarlo como cualquier actividad porque, previamente, se necesita ver cómo se aborda la problemática espacial. Hay muchísimas cosas que un profesor común de Plástica no sabe; piensa que solamente pintando en la pared con chicos es suficiente. Es necesario trabajar con ciertos elementos didácticos y metodológicos, como para poder ayudar a la dimensionalización de la imagen, del traspaso de lo chiquito a lo grande, al poder estructurar el campo compositivo. Hay muchas cosas que no saben y eso lo tienen que estudiar.
¿Qué es lo que busca expresar en sus murales?
Es como una especie de promedio entre lo que yo quiero contar, lo que necesito contar y la forma en que lo cuento. No me ato a una sola forma de realización, estoy muy atento a las nuevas imágenes, a cómo se involucra la gráfica o cómo se involucran los diferentes aspectos de la comunicación a través de la imagen. Puedo decir que lo que busco no es expresar, sino tratar de interpretar ciertas características del momento en el que vivo. No soy muy retardatario, como para que me digan “te quedaste en el 45”, ni muy novedoso como para decir: “Lo que hacés no se entiende nada”. Me dirijo a un sujeto común, no está dirigido a públicos eruditos ni a amantes del street art, ni de la galería. Es para la gente común y en ese promedio está el no subestimar el gusto ni el nivel de complejidad de lo que es la comunicación a través de la imagen. No les estoy vendiendo productos ya fagocitados, ya deglutidos, trato de incentivarlos a que partan a través de la mancha, a través de una figura que está sugerida y que al mismo tiempo, todo junto va describiendo algo.
«Vamos a llamar a todos los trabajadores a darle la espalda a estos candidatos que se preparan a aplicar un ajuste». Con esas palabras cerró su discurso Nicolás Del Caño, candidato presidencial del Frente de Izquierda y de los Trabajadores (FIT) y diputado nacional por Mendoza, poco después del cierre de los comicios y adelantando la posición de esa fuerza para el balotaje del próximo 22 de noviembre. Al cierre de la edición, con un 97 % de las mesas escrutadas, el FIT había alcanzado un total de 797.000 votos en la elección presidencial, el 3,27 por ciento del total, ubicándose como cuarta fuerza.
«Un nuevo peldaño en el ascenso sostenido del Frente de Izquierda en los últimos años, en todo el país». Así llamó a la campaña del FIT, el candidato a gobernador y a diputado nacional por la provincia de Buenos Aires, Néstor Pitrola, que al filo del cierre resultaba reelegido como legislador, con el 4,51 % de los votos.
El lugar elegido como Centro de Campaña fue el Hotel BAUEN, autogestionado por una cooperativa de trabajadores desde el 2003. En ese mismo lugar, Del Caño había cerrado su campaña en agosto de cara a las PASO. Durante su discurso frente a los periodistas, el dirigente reafirmó el esfuerzo de la militancia y la «gran campaña que ha hecho el Frente de Izquierda en todo el país». Destacó, principalmente, la campaña de Alejandro Vilca en Jujuy, que podría superar el piso prescriptivo a pesar del «régimen de las colectoras».
«Esta consolidación de nuestra fuerza política en todo el país es el punto de apoyo para la clase trabajadora, la juventud y la resistencia que se viene al ajuste que aplicarán tanto Macri como Scioli», expresó posteriormente en un acto frente a la militancia, en el escenario que se montó en las puertas del BAUEN.
Del Caño, escoltado por Néstor Pitrola, «Pollo» Sobrero y Bregman.
«Hoy lo escuchamos a Scioli, que ya no tenía ni fe, ni esperanza, ni optimismo. Se la pasó hablando tonterías porque no pudo admitir que tenía que ir al balotaje», agregó durante el acto Gabriel Solano, primer candidato a diputado por la Ciudad de Buenos Aires. «Frente a una crisis capitalista severa, un ajuste que está en marcha, vemos cómo se derrumba el aparato político que la clase capitalista tenía para contener a las masas: el PJ», destacó.
«El FIT se puede quedar sin representación en la Ciudad por una división sustentada en una política que no interviene en la lucha de clases, sindical o movimientos de la juventud», señaló Solano apuntando a la candidatura a diputado nacional de Luis Zamora por Autodeterminación y Libertad. «La nuestra fue una campaña preparatoria de lo que viene en Argentina, la tomamos como un recuento de fuerzas para luchas que vamos a vivir», agregó Solano, entrevistado por ANCCOM.
Por su parte, Rubén el «Pollo» Sobrero, candidato a vicegobernador por Buenos Aires, elogió en la rueda de prensa el sistema de rotación de bancas del FIT y, sobre el balotaje, reafirmó que llamará a votar en blanco: «No votamos por nuestros verdugos», aseveró.
El dirigente Jorge Altamira, perdedor de la interna en las PASO.
El clima en el Hotel BAUEN fue muy distinto al de las PASO en agosto, cuando la lista que encabezó el dirigente derrotó en la interna del FIT a la fórmula liderada por Jorge Altamira por 375.874 (51,29%) a 356.977 (48,71%). Durante esa jornada reinó un ambiente triste por el fallecimiento de Micaela Dramisino, una joven que fiscalizaba para el FIT. Esta vez, la mayoría de los militantes llegó bien entrada la noche ya que la mayoría venía directo de las fiscalizaciones.
El clima fue de incertidumbre durante la tarde, especialmente por las candidaturas del Parlasur y de la banca por Capital Federal. Del Caño, que llegaba desde Mendoza, arribó al BAUEN a las 20 junto con la candidata a vicepresidenta, Myriam Bregman. Luego de la conferencia de prensa, en la que estuvieron los dirigentes más importantes que integraban las listas (llamativamente no participó el histórico referente Jorge Altamira), la noche finalizó con un acto en la avenida Callao, frente al hotel.
Marcelo Ramal, candidato al Parlasur por el Distrito Nacional, criticó al organismo en una entrevista con ANCCOM: “Se trata de un parlamento ficticio, un congreso de utilería», señaló. «Esto se relaciona con la propia crisis del Mercosur, las divisiones de sus bloques son muy importantes. Vamos a ir al Parlasur a defender lo mismo que en el Congreso Nacional, una plataforma de los trabajadores de la región», agregó, en relación a una posible entrada de Andrea D’Atri, la primera en la lista a nivel nacional. Laura Marrone, docente y candidata a diputada por la Ciudad, expresó a ANCCOM que el FIT tiene «una corriente de simpatía muy grande en la docencia en todo el país».
Sobre la campaña, Jorge Altamira dijo a ANCCOM, en relación a los cortes de boleta, que en la Provincia de buenos Aires «había gente dispuesta a votar a (María Eugenia) Vidal y toda la lista del FIT, incluso al presidente nuestro». «Eso hay que estudiarlo, no hay que condenarlo desde un dogmatismo», opinó, y «dio por descontado» que Néstor Pitrola sería diputado en esa provincia, horas antes de conocerse los resultados finales.
En los comicios de ayer, el FIT se ubicó como cuarta fuerza en las presidenciales y desplazó de ese lugar a la fórmula de Progresistas, encabezada por Margarita Stolbizer, que obtuvo 2,56 % (611.702 votos). En las primarias abiertas, simultáneas y obligatorias, la coalición trotskista obtuvo un total de 732.851 votos (3,25%), posicionándose a solo 48.621 votos de Progresistas, la cuarta fuerza nacional conducida por Margarita Stolbizer que había alcanzado 781.472 votos (3,47%). Previamente, en las elecciones legislativas de 2013, el FIT había logrado sumar 1.203.896 votos (5,32%) y había obtenido tres diputados (Néstor Pitrola por Buenos Aires, Pablo López por Salta y Nicolás del Caño por Mendoza). En las presidenciales de 2011, la fórmula del FIT, Jorge Altamira – Christian Castillo, había cosechado 503.372 votos (2,30%), luego de la recordada campaña «un milagro para Altamira».
A cuatro días de la reglamentación de la ley conocida como de Parto Humanizado, la agrupación Las Casildas lanzó el Observatorio de la Violencia Obstétrica con el objetivo de desnaturalizar la noción de miedo e incomodidad en el momento del parto: “El mayor problema de la violencia obstétrica está naturalizada. Nuestra necesidad como agrupación y el objetivo del Observatorio es dar a conocer este sistema médico hegemónico y patriarcal”, cuenta Julieta Saulo, fundadora de la agrupación que tiene como objetivo difundir información en torno a la gestación, parto, nacimiento y crianza de niños y niñas como así también intervenir en cuestiones de género.
La ley 25.929, que reconoce los “derechos de padres e hijos durante el proceso de nacimiento”, se sancionó el 25 de agosto de 2004, sin embargo se reglamentó recién once años después, el viernes 2 de octubre último. Susana Rodríguez, licenciada en Obstetricia y docente de la materia Obstetricia Normal en la Universidad de Buenos Aires (UBA) explica: “La ley sin reglamentar significaba que cualquier litigio conllevaba al humor del juez a interpretar y sancionar de acuerdo, en general, a los intereses corporativos”. Sobre el nuevo status legal, subraya: “Lo más saliente está vinculado al cambio de mentalidad de los profesionales. Todo el sistema médico debe hacer un giro. Nosotros, los médicos, en primer lugar”. En el mismo sentido, Saulo sostiene: “Es importante destacar que la ley ya estaba en vigencia desde el 2004, pero con la reglamentación se extiende su implementación a todo el territorio nacional”.
“Lo más saliente está vinculado al cambio de mentalidad de los profesionales. Todo el sistema médico debe hacer un giro. Nosotros, los médicos, en primer lugar”.
La violencia obstétrica hacia las mujeres y los niños es una de las menos advertidas, a pesar de los traumas que ocasiona en las víctimas: la atención es activa e invasiva y se caracteriza por intervenciones médicas innecesarias y carentes de justificación. Al mismo tiempo, las condiciones de asistencia y de infraestructura edilicia de las maternidades públicas y privadas no dan lugar a que las mujeres ejerciten sus derechos a la hora de elegir cómo parir. Estas prácticas terminan vinculando al parto con el concepto de enfermedad: “Parir es un proceso fisiológico y siempre lo fue, pero con la irrupción del sistema médico hegemónico y patriarcal, comenzó a patologizarse. De este modo, las mujeres están al servicio del médico cuando debería ser al revés”, manifiesta Saulo.
La reglamentación de la ley trabaja contra este paralelismo entre una embarazada y una enferma. El parto humanizado es aquel que consiste en la mínima intervención obstétrica, de manera tal que el profesional solo actúa cuando es estrictamente necesario con la finalidad de resolver algún problema. “Esta asistencia se refiere a la no intervención innecesaria. Lo que se pretende es aportar el máximo de confort y apoyo psico-afectivo tanto para la madre como para su marido y el recién nacido, pero sin tener que renunciar a las posibilidades de control y rapidez de actuación que se obtienen en la atención hospitalaria del parto. Y siempre con un centro quirúrgico próximo a la mujer”, afirma Verónica Favilla, Coordinadora del Parto Institucional y Seguro, planificado sin intervención farmacológica rutinaria en el Hospital Universitario Austral.
El manual «Antes, durante y después del embarazo tenés derechos» que acompañó el lanzamiento del Observatorio de Violencia Obstétrica por la organización Las Casildas y el Consejo Nacional de la Mujer.
Con la reglamentación de la ley, las mujeres y los recién nacidos tienen ahora el derecho de exigir cómo desean parir, haciendo hincapié en su intimidad y libertad: “Cualquier madre, bebé y familia deben ser tratados con dignidad y respeto durante el proceso de gestación de parto, incluyendo el período prenatal y el posparto”, afirma Rodríguez. A partir de ahora, toda mujer debe ser tratada de modo individual y personalizado, garantizándole su intimidad durante el proceso asistencial. Al mismo tiempo, debe ser considerada como una persona sana, protagonista de su propio parto. Por último, debe estar informada a lo largo del proceso y tiene el derecho a participar en la toma de decisiones. “El parto respetado implica que no se vulneran los derechos de la mujer ni del niño o niña”, sostiene Saulo.
La ley también hace hincapié en otro aspecto importante: la intervención mínima de la tecnología, la no utilización de medicamentos durante el trabajo de parto, ya sea para provocar contracciones, para aliviar los dolores o para cambiar los tiempos de la naturaleza: “El problema es que estos sustitutos alteran el curso natural de la evolución del parto”, sostiene Susana Rodríguez.
En este punto, la ley 25.929 hace referencia, en su Artículo 2, “al parto natural respetuoso de los tiempos biológico y psicológico, evitando prácticas invasivas y suministro de medicación que no estén justificados por el estado de salud de la parturienta o de la persona por nacer”. Es importante destacar que el parto humanizado no está del lado opuesto a la utilización de la tecnología, sino a su uso incorrecto o abuso. Un ejemplo de esta situación es el considerable aumento en el número de cesáreas innecesarias. En la actualidad, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA), estas prácticas alcanzan el 60% de los nacimientos y su índice, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), no debería superar el 12%: “La cesárea es una herramienta en la obstetricia que nos permite salvar muchas vidas y que ante el impedimento del parto vaginal es el medio de resolución. Lo que se cuestiona es la mala utilización y el abuso de ella”, afirma Rodríguez.
Violeta Osorio y Victoria Montenegro en el lanzamiento del Observatorio de Violencia Obstétrica.
La ley, al mismo tiempo, da a conocer cuáles son los derechos que posee el recién nacido y los padres durante el período de gestación, parto y nacimiento. En relación al bebé, cuenta con el derecho de permanecer junto a su madre siempre y cuando su salud lo permita. Y en lo que respecta a los padres, ambos son reconocidos como participantes activos de las diferentes actuaciones de los profesionales y deben estar informados sobre la toma de las decisiones.
“La ley tiene seis ejes principales –describe Rodríguez-: información, elección, respeto, prácticas invasivas, compañía y lactancia materna. Información sobre las posibles intervenciones, elección del lugar y cómo parir, respeto por parte de los médicos a las decisiones de la mujer, el no abuso de las prácticas invasivas innecesarias, el derecho de elegir estar acompañada por una persona a su elección y el fomento de la lactancia materna”.
La ley tiene seis ejes principales: información, elección, respeto, prácticas invasivas, compañía y lactancia materna.