“Sin tecno-soberanía no hay soberanía”

“Sin tecno-soberanía no hay soberanía”

Internet no es una nube, tiene materialidad: miles de kilómetros de fibra óptica, tubos, cables que se conectan por tierra o en el fondo del mar, centros de datos, routers, computadoras. Una inmensa estructura física en la que intervienen ingenieros, operarios, marineros; un espacio de conflicto, de relaciones de poder y de lucha de intereses que involucran a empresas, a gobiernos y a nosotros, los ciudadanos.

Internet es el nuevo espacio público virtual en el que interactúa el 43 por ciento de la población mundial.  Y es también una nueva forma de desigualdad: en los países desarrollados la penetración es del 83 por ciento; en los países en desarrollo, 35 por ciento; en Argentina, el 65 por ciento de los habitantes usa Internet, y el 78 por ciento de esos argentinos conectados se agrupa en el 30 por ciento del territorio: Capital Federal, Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe y Mendoza.

¿Cómo funciona Internet? ¿Quiénes son sus dueños? ¿Por dónde circulan nuestros datos y qué hacen con ellos las corporaciones y los gobiernos? Esas preguntas -y muchas otras- guiaron la investigación de la periodista y politóloga Natalia Zuazo para escribir Guerras de internet, un libro que busca bajar del pedestal y cuestionar, desmitificando y secularizando, esa “primera religión de la humanidad”.

 

Internet no es una nube. ¿Cuál es entonces la Internet real y material que esconde el imaginario publicitario?  

El poder de la tecnología es muy grande y su inversión es cada vez mayor: por un lado, las empresas invierten muchísimo en publicidad y, por otro lado, hay mucho lobby de las compañías tecnológicas ante los gobiernos para adaptar las tecnologías en distintos ámbitos, como el educativo por ejemplo. Dentro de ese poder que intenta vendernos todo lo nuevo, hay algunas imágenes que la industria de la tecnología ha creado y que nos alejan de cómo funciona en realidad, cuál es su materialidad: Internet en realidad está abajo de tu mesa, sube por un caño en la pared de tu edificio -incluso lo podés ver concretamente en la calle-. Los datos no solamente están acá sino que también están en empresas extranjeras, etc. La tecnología, como cualquier otra industria, está hecha de intereses y de poder.

¿Por qué es importante dar cuenta de las luchas de poder que hay detrás de la Red?

Estamos en un momento en el cual las tecnologías están transformando gran parte de nuestras relaciones sociales; desde las personales -con las redes sociales-, las económicas -porque las máquinas van reemplazando a las actividades humanas (como la aplicación
Uber)-, y hasta las cuestiones políticas, porque hay una serie de actores vinculados al poder de Internet y a las telecomunicaciones que tienen mucho peso y con los que hay que lidiar. Entonces, si seguimos viendo a la tecnología como una cosa que está en el cielo que se maneja prácticamente sola, nunca la vamos a poder cuestionar y nos estamos olvidando de un montón de relaciones sociales que pasan a través de esos aparatos y que afectan diariamente nuestras vidas. Ignorar eso nos convierte en ciudadanos débiles, tanto frente a las corporaciones como frente a los gobiernos porque de ambos lados la tecnología es usada para el bien como para el mal.

¿Cómo se usa la tecnología para controlarnos?

Internet puede ser por su naturaleza una gran herramienta de control. Cada lugar que utilizás y en el que dejás un dato es una posibilidad de control. Por un lado, las grandes empresas privadas -como Facebook y Google, donde pasamos la mayor parte de nuestro tiempo-, necesitan controlar los datos de los usuarios y procesarlos en bases para después vendernos cosas, es el modelo de negocios de Internet. Ese control de la información para estas empresas es muy importante, tiene un valor comercial. Después hay controles sumamente contradictorios, porque responden a intereses muy distintos por parte de los Estados que deben acceder a cierta información, como la información pública de los ciudadanos, o controlar algunas telecomunicaciones o informaciones para dar seguridad a la ciudadanía. Todo eso implica un control de la información en Internet. El gran debate es que nuestra información que circula en Internet está alojada en una serie de servidores e infraestructura que pertenece a dueños privados, entonces el control es difícil: ¿cómo controlar algo que es privado?

 

¿Quiénes controlan los flujos de información?

Están las grandes empresas de tecnología, como Verizon, que proveen los dominios, que es toda la infraestructura lógica de Internet, y también las empresas que proveen los contenidos como Google, Facebook, Yahoo, Microsoft y Amazon. Los gobiernos a veces interfieren en la información de los ciudadanos legalmente y a veces ilegalmente. Todas estas legalidades y jurisdicciones son actualmente un debate en el mundo. Una cosa es el control de la palabra o la libertad de expresión en Internet, el control de las agencias de seguridad para brindar seguridad pero dando privacidad a los usuarios, otro tema es el control de la cultura. Hay distintos aspectos relacionados con el control en Internet, cada uno tiene sus particularidades y sus contradicciones, es muy complejo. Hay conflictos que se están dando ahora que son nuevos.

¿Cuáles son esos conflictos? 

La conectividad es un tema importante, decidir quién nos va a conectar. ¿Van a ser los Estados o las empresas privadas a cambio de controlar cada vez mayores flujos de información?

La concentración también es un conflicto, ¿cómo vamos a vivir en un mundo donde la información esté concentrada en tan pocas manos? Si toda nuestra información está contenida en un solo lugar, ¿qué va a pasar si eso algún día no está? Pasó con Infojus Noticias, cuando borraron todo el archivo de notas, siendo un sitio de información creado por el Estado con información pública que debería ser accesible a todos los ciudadanos. Pero también hay otros casos donde esa información está concentrada en unos pocos servidores privados. Otro conflicto importante es cómo garantizar la seguridad interviniendo legalmente en las comunicaciones, como en los casos de atentados terroristas o de persecución a delincuentes. Sabemos también que ya existen las ciberguerras, Estados que se roban información y que para protegerse de los ataques tienen que construir lo que se llama “las infraestructuras críticas” de los Estados, servidores donde hay almacenada información importante y estratégica para la seguridad de cada país. La seguridad ya no pasa por el cielo, por la tierra o por el mar, pasa también por esas infraestructuras que deben ser protegidas igual que una frontera, hay valor ahí.

 Y por otro lado, en el caso de los ciudadanos ¿cómo hacer privadas nuestras comunicaciones en un mundo donde el control privado de la información no está en la cabeza de nosotros? Tener el control sobre el software que utilizamos, las comunicaciones, y hacerlo inteligentemente tiene que ver con la educación tecnológica, dejar de comprar paquetes cerrados y poder saber en realidad cómo funcionan. El problema es que eso requiere tiempo, educación e inversión. Es más fácil bajar una aplicación y usarla sin cuestionar cómo funciona que dedicarle tiempo. En ese sentido, la elección sobre cómo vamos a utilizar las tecnologías me parece importante.

Todas esas decisiones tecnológicas, ¿tienen que ser decisiones políticas locales?

Tanto la infraestructura como la política de Internet están en Estados Unidos, es decir que el poder de la toma de decisiones está concentrado. Existe a nivel internacional una agenda de discusión y algunos acuerdos básicos que se plantean en los Foros de gobernanza de Internet: mantener la neutralidad en la red, la privacidad de las comunicaciones, etc. Pero después cada país se tiene que comprometer a llevar eso adelante. En el día a día existen conflictos que tienen que ver con lo local y que todavía el sistema judicial no está preparado para resolverlos, y te enfrentan a cuestiones de soberanía porque, por ejemplo, si querés hacer un reclamo a un servidor o a una empresa tenés que ir a Irlanda, o a Estados Unidos. Cada país tiene que manejar una complejidad muy grande y contar con funcionarios públicos capacitados que resuelvan ese problema. Por ejemplo, Argentina Digital tenía una cláusula que hablaba de la neutralidad en la red. Ahora se anuló Argentina Digital, y era un avance en legislación en términos internacionales. Eso es falta de conocimiento de los funcionarios. Desarrollar infraestructuras y software propios es una decisión local. Y es un tema muy importante: es definir cómo te querés ocupar de las decisiones soberanas de tecnología en tu país. Porque la solución empaquetada del poderoso siempre va a estar y siempre te la va a querer vender. Ahí es ya una decisión de tu política local, es soberanía o imperialismo. 

 

¿No hay soberanía sin ciber-soberanía? 

No, definitivamente no hay. Mejor dicho, sin tecno-soberanía no hay soberanía, porque no es solamente Internet, hay un montón de software desarrollados que están localizados en objetos cotidianos. No acceder a esa tecnología genera otra desigualdad social. En Argentina hay tres dueños de Internet: Telecom, Telefónica y Fibertel Cablevisión. Manejan el 80 por ciento de las comunicaciones por Internet, son empresas que están  concentradas económica y geográficamente en el centro del país. Si observamos el mapa de Internet, es decir, por dónde pasan las rutas concretas, dónde se invierte y qué ciudadanos se dejan afuera, nos encontramos con un mapa desigual. Hay un 35 por ciento de argentinos que todavía no está conectado.  En el gobierno kirchnerista se creó una red federal de fibra óptica que venía en principio a mejorar esa situación de desigualdad en el acceso, se avanzó en la instalación de la infraestructura pero no se avanzó completamente en la implementación. Tampoco se metió con la propiedad de la tecnología, no desconcentró el mercado, no generó nuevos jugadores, hizo muy tarde una ley argentina digital, de telecomunicaciones, y tuvo muchos errores en ese sentido. En otros aspectos sí recuperó soberanía como en el tema satelital, o con el plan de Argentina Conectada.

Ahora tenemos un nuevo gobierno que dice que va a utilizar esa infraestructura de Argentina Conectada pero también le gustaría que Facebook viniera a la Argentina para llegar a los rincones del país donde no hay suficiente conexión, es muy cara, o hay un sólo proveedor. Para eso pretenden instalar Free Basics en Argentina que es una aplicación que Mark Zuckerberg desarrolló con su compañía para llevar conectividad a los países en vía de desarrollo, pero lo que no dicen es que esa es una aplicación que viene con el celular: no te conecta libremente a Internet sino que te conecta a una serie de sitios que vienen en esa aplicación, es decir, a una Internet limitada, de segunda, a una Internet para pobres. Asumir esa decisión es crear una nueva desigualdad.  ¿Quién va a conectar a esas personas y quién va a asumir ese costo? ¿Va a ser el Estado o va a privatizar esa decisión tecnológica a una empresa extranjera? Yo creo que debería ser el Estado porque la comunicación es un derecho humano y hoy para estar comunicado hay que tener Internet.

Eso implica considerar a Internet como un servicio público universal.

Tiene que ver con eso, hay que definir si Internet es un derecho para los ciudadanos o un privilegio para los que lo pueden pagar. Esto es una discusión actual porque hoy Internet es la infraestructura por donde pasa la educación, el trabajo, los trámites. Es una infraestructura que necesariamente está involucrada con todo el proceso social de una comunidad.

Julian Assange, el líder de los WikiLeaks, asegura que Internet es la mayor amenaza para la raza humana. ¿Es tan así? ¿Cómo se resuelve esta tensión entre Internet como un instrumento de emancipación o la herramienta más peligrosa de autoritarismo? 

Creo que no se resuelve. El mundo y la política son necesariamente contradictorios. Si no existiesen las contradicciones significaría que alguien tomó una decisión por nosotros. Hay momentos en los que esa contradicción se resuelve más para un lado que para el otro. En un primer momento, Internet fue más una herramienta de emancipación, de abrir el mundo y conectarlo a más personas. En la década del ’90 se empezó a privatizar y ahora estamos en un momento de total concentración. Para mí esas visiones apocalípticas o esos mensajes de peligro no contribuyen. Tampoco creo en ese optimismo irracional de que la tecnología resuelva todos los problemas, y ni siquiera que pueda resolver los problemas que la propia tecnología causa, como el calentamiento global. Es mucho más difícil el punto intermedio en dónde no tengas que pensar que Internet es la mayor herramienta de control pero si te quedás ahí, cerrá todo.

¿Qué herramientas tenemos como ciudadanos para defendernos del mal uso de la tecnología?

Primero conocer la estructura de Internet, saber cómo funciona y dónde están concretamente nuestros datos (qué software estoy utilizando: Windows, Microsoft o algún software abierto). Después, qué aplicaciones estoy usando y con qué nivel de privacidad, no es lo mismo mandar un mail sin encriptar que mandar un mail encriptado. ¿Qué redes sociales utilizo? ¿Cómo las utilizo? ¿Con qué opciones de seguridad? ¿Estoy eligiendo porque me sirve efectivamente o me lo están imponiendo? Hay que ver qué información guardar y a partir de ahí tomar decisiones. Es necesario saber que esos datos van a ser utilizados. Si vos te conectás al WiFi del subte, si abrís los términos y condiciones dice toda la información que te va a guardar ese servidor. Hay que leer los términos y condiciones. Todo eso lleva tiempo y es un trabajo constante. Pero tomar conciencia de esas pequeñas decisiones cotidianas hace una diferencia y es un paso enorme.

Desde tu rol como periodista, ¿qué mutaciones se producen en la práctica periodística en la era digital?

El periodismo tiene un problema anterior a Internet y que no tiene que ver con la tecnología, que es un problema de recursos, de tiempo y de condiciones de producción. Los periodistas cobran poco, trabajan en condiciones horribles, con sueldos bajos y pagos atrasados. A eso se suma los intereses de los medios. Una nueva posibilidad que genera Internet es la de la refutación. Antes si mentías era más difícil que te lo refuten. Hoy si publicás algo que no es cierto, tenés un millón de refutadores en las redes sociales. Eso es asombroso. El problema es cuando, habiendo tanta gente que puede controlar lo que hayas dicho, se publican notas con tal nivel de desinformación o sin chequear lo que se está diciendo. Otra facilidad es que las fuentes están ahí, disponibles a un mensaje. Cuando empecé a trabajar como periodista tenías que agarrar la guía de teléfono y te podía llevar tres días encontrarla. Entonces con la tecnología tenés más herramientas, podría ser más sencillo pero ¿se siguen las reglas? ¿Se chequea la información?

Hay quienes sostienen que en esta época se perdió ese periodismo de investigación, de mayor profundidad, y que por ende requiere de más tiempo y espacio, frente a un periodismo de relatos más livianos, más cortos. ¿Cambiaron las narrativas?

Conviven. La necesidad del buen periodismo y de que te cuenten una buena historia sigue estando. La nota, el libro, la película, no van a desaparecer. El tema es qué contás y cómo lo contás, y para eso se necesita tiempo. El buen periodismo o cualquier buena narración sobre la realidad no sólo siguen teniendo interés sino que siguen siendo necesarios. Por eso hoy, en un contexto de mucha concentración y censura de la información, los sitios que ofrecen algo distinto crecen un montón porque son una voz alternativa para publicar esa contrainformación.

¿Qué restricciones plantea Internet?

Que la información está controlada, que te la ordene Google o Facebook, que se mete muchísimo en las noticias, estas burbujas de filtro de las que habla Eli Pariser, eso por supuesto afecta un montón. Afecta en que determinadas noticias se repiten hasta el cansancio y otras quedan totalmente sepultadas.

Zygmunt Bauman plantea que las redes sociales son una trampa, zonas de confort que funcionan como espejos de nosotros mismos porque creamos nuestra propia red de acuerdo a nuestros gustos e intereses. ¿Coincidís con esto?

Efectivamente, las redes sociales tienen un efecto narcótico. Son una zona de confort si una persona piensa que toda la información del mundo que necesita conocer está en Facebook o que esa información no fue modificada o editada por alguien. Hay que recurrir a una diversidad de voces y de información. Sería una ingenuidad pensar que lo que allí sucede es toda la realidad. Pero es cierto que las redes tienden a acomodarte en un mundo más chico y es interesante preguntarse si todas las generaciones vamos a tener ese deseo de salir a buscar algo más de lo que nos fue dado. Es una cuestión de responsabilidad: qué mundo te ofrecen y qué mundo te construís vos, pero eso es una pregunta más filosófica.

Hizo mucho énfasis en los riesgos que conlleva la concentración de la información. En Argentina tenemos la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual y uno de sus puntos más fuertes es la desconcentración del sistema de producción y circulación de la información. Ahora el gobierno de Mauricio Macri, con los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNUs) 13/15 y 267/15, modificó artículos centrales que tienen que ver con la cuestión de la concentración y la tenencia de licencias. ¿Qué opinión tiene sobre la nueva política de comunicación?

La Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, si bien se podría haber incluido algo más sobre convergencia, fue positiva en muchos aspectos, especialmente en incluir a distintos colectivos en el debate e incorporar su palabra en la ley. Eso es una de las cosas más preocupantes de anularla por decreto. Un proceso democrático, abierto, con distintos actores del Estado, anulado por una decisión del Poder Ejecutivo a través de un Decreto me parece muy grave. Creo que la intención, detrás o delante de esto, es mantener la concentración de la palabra y generar menos espacios y reducir los que ya existen. Cualquier concentración atenta contra la comunicación, la pluralidad de voces y el derecho de informarse. Se suma, además, a la otra concentración, la de las empresas de Internet. Y una concentración de medios en una época de convergencia es más peligrosa, porque concentrás infraestructura y contenido, y eso genera una concentración vertical. Se creó un organismo que agrupa a medios y telecomunicaciones, agrupa la aplicación, la implementación y el control en todo un mismo organismo. Esa estructura de control vertical, cuyos miembros además pueden ser removidos sin causa, no sólo genera una concentración institucional sino también en la toma de decisiones. Si todas las decisiones dependen de un mismo organismo no hay solución de controversias posibles, porque la solución siempre la va a decidir ese órgano. La pluralidad en la misma conformación de la autoridad de aplicación también sirve para resolver esas controversias. Con esos dos decretos, la experiencia internacional se salteó completamente. México, por ejemplo, tiene una autoridad que regula medios y telecomunicaciones, pero es más plural y toma decisiones que afectan a grandes proveedores del mercado como Telmex.  Eso es porque tiene en su estructura una toma de decisiones bastante democrática. El gobierno ha tomado un camino cuestionable: primero anular por decreto dos leyes (LSCA y Argentina Digital) y después crear un organismo único que concentra la aplicación en estas áreas. A la larga, esto puede incluso generar menos inversiones porque si mañana una empresa del sector no llega a un acuerdo con el organismo regulatorio puede llegar a retirar su inversión del país, porque no tiene otro interlocutor. Entonces siempre los grandes van a tener que estar en buenas relaciones.

¿Y vos cómo comunicás ahora?

¿Y vos cómo comunicás ahora?

La decisión del presidente Mauricio Macri de disolver -a través de los decretos de necesidad y urgencia (DNU)- la AFSCA, la AFTIC y los artículos más importantes de la Ley de Servicio de Comunicación Audiovisual llevó a organizaciones sociales, medios comunitarios, universidades y trabajadores de la comunicación a convocar a un encuentro llamado “La comunicación es acción y construcción”. Washington Uranga, periodista,  docente y organizador del evento, explicó a ANCCOM que el objetivo fue “pensar juntos, escuchar, y mirar para adelante cuáles son los desafíos, partiendo de la base de que no podemos mirar la comunicación sino como un derecho humano fundamental”.

El encuentro, organizado en diferentes comisiones de trabajo, reunió a más de mil personas que buscaron “poner en debate no solamente aquellos aspectos que tienen que ver con el trabajo del comunicador sino con la comunicación como base de la reflexión política, es decir, no como una herramienta que se incorpora al final de los procesos sino como algo que forma parte desde el inicio de la planificación y la concepción de los proyectos políticos”, dijo el director de la carrera de Ciencias de la Comunicación de la UBA, Diego de Charras.

«El objetivo fue pensar juntos, escuchar, y mirar para adelante cuáles son los desafíos, partiendo de la base de que no podemos mirar la comunicación sino como un derecho humano fundamental”, explicó el organizador del evento, Washington Uranga.

No sólo se discutió sobre el nuevo escenario político y comunicacional sino que se reflexionó sobre lo que se tenía, lo que se hizo y lo que faltó. Hugo Gulman, periodista de Radio Nacional y Radio América, realizaba una autocrítica de la comunicación vertical de la gestión anterior: “Cuando vos das un solo discurso llega un momento que la gente se cansa y piensa ‘¿y lo otro cómo será?’ Creo que parte de esto nos llevó a la derrota, no creo que sea esto solamente, fueron muchas cosas más. Fueron errores políticos, fueron muchos errores de comunicación. Pero si uno no abre el juego a otras opiniones para contraponer las ideas, es caer en lo que hace el opositor. Yo creo que hay que abrir el juego a todas las opiniones desde lo político y contraponer con argumentos”.

La comisión que se desarrolló sobre el eje Trabajadores y Comunicación debatió sobre la problemática de los trabajadores de prensa que se encuentran frente a una situación de presión y precarización laboral, en muchos casos, luchando por el pago de salarios o contra su despido. “Hay una cantidad de trabajadores -explicó el periodista de Página/12 Mario Wainfeld a ANCCOM– que están en una situación muy difícil y muy afligente y que, sin duda, la política de comunicación del Presidente ha agravado, porque hay un asedio a determinados medios, porque se ha producido en el nivel de los medios afines al kirchnerismo una especie de sinceramiento: se sostenían porque tenían un determinado apoyo con empresarios muy aventureros que han dejado al descampado a muchísimos de los trabajadores”.

Entonces, “¿cómo comunican los periodistas ahora? ¿Tienen un grado de libertad?”, se preguntaba Rubén Levenberg, periodista y docente de la Facultad de Ciencias Sociales en relación al eje de la comisión. “Mi opinión es que cada vez tienen menos libertad. El periodismo está cada vez más bajo control y hasta las disidencias son controladas. Y como no hay trabajo en periodismo, es una profesión que cada vez tiene menos posibilidades de financiarse, esto se hace cada vez más grave. Ese es el rol que en realidad tiene el Estado”.

Las comisiones de trabajo abordaban temáticas como la comunicación desde el Estado, comunicación popular, nuevos soportes, redes sociales y los trabajadores y la comunicación.

En otra de las comisiones, Estado y Comunicación, uno de sus participantes fue Eduardo Rinesi, investigador y docente de la Universidad Nacional de General Sarmiento. En charla con ANCCOM aclaraba que principalmente se abocaron a trabajar en la idea de que la comunicación es un derecho que hay que garantizar y la idea que el que lo tiene que garantizar es el Estado. “Me parece, por las declaraciones de los funcionarios del Gobierno y las medidas efectivas, que están presididas por una orientación en un sentido totalmente contrario. La idea de que la comunicación es una mercancía, que esa mercancía debe circular libre y que el Estado, mucho más que un actor encargado de garantizar un derecho, es alguien que tiene que correrse rápidamente de allí para que la mercancía llamada comunicación circule de acuerdo a las leyes del mercado. Me parece que eso nos sitúa frente a un escenario muy preocupante, y estos encuentros donde hay actores muy diversos del mundo de la comunicación que piensan sobre el asunto, son muy importantes, porque nos permiten ver hacia dónde está yendo la cosa y pensar también modos de organización y reflexión para enfrentar lo que se viene”.

La Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual fue núcleo central durante toda la jornada, como instrumento fundamental a defender pero también a rever, sobre todo, su aplicación para fortalecer la comunicación comunitaria. Incluso en el acto de apertura participó Agustín Rossi, diputado del Parlamento del Mercosur: “Esa ley fue rupturista al orden establecido pero al mismo tiempo, al ser rupturista, fue una decisión que completaba la situación de diversidad, pluralidad y consenso”.

El trabajo en comisiones estuvo dedicada al análisis y diagnóstico de la situación actual por la mañana y durante la tarde a pensar líneas de acción.

 

Dentro de las conclusiones sobre la jornada, se destacó la posibilidad de tomar líneas de acción en distintos ámbitos legislativos y territoriales, necesarias en relación a “los DNU que lesionan severamente la soberanía comunicacional”. Así la participación en el acto de cierre de los diputados Eduardo Seminara, Carlos Heller, Liliana Mazure y Guillermo Carmona, extendió el debate al plano legislativo: “Daremos el debate por una comunicación democrática en y desde el Congreso”, exclamó Carmona durante su discurso.

 

“Y dale alegría, alegría, a mi corazón”

“Y dale alegría, alegría, a mi corazón”

Los primeros en llegar a Parque Saavedra se sentaron bajo la sombra de árboles enormes. Eran las 3 de la tarde del sábado y el mate y las bebidas frías intentaban mitigar el calor. Las primeras filas frente al escenario también se ocuparon temprano con los que decidieron bancarse el sol y los casi cuarenta grados de térmica sólo para ver de cerca a todos los artistas. Familias, jóvenes -militantes y no-, trabajadores y flamantes despedidos de la nueva administración llenaron una nueva Plaza del Pueblo, esta vez protagonizada por referentes de la cultura. Las palabras de Arturo Jauretche resumieron la esencia que motivó la convocatoria a una Plaza de los Artistas en “defensa de la alegría, el trabajo y la libertad”:El arte de nuestros enemigos es desmoralizar, entristecer a los pueblos. Los pueblos deprimidos no vencen. Por eso venimos a combatir por el país alegremente. Nada grande se puede hacer con la tristeza”.

Familias, jóvenes -militantes y no-, trabajadores y flamantes despedidos de la nueva administración llenaron una nueva Plaza del Pueblo, esta vez protagonizada por referentes de la cultura.

Familias, jóvenes -militantes y no-, trabajadores y flamantes despedidos de la nueva administración llenaron una nueva Plaza del Pueblo, esta vez protagonizada por referentes de la cultura.

Desde el escenario, los artistas fueron señalando el repudio a las medidas tomadas por el actual gobierno de Mauricio Macri: los masivos despidos en el Estado; la represión de la Gendarmería Nacional a los niños de la murga Los Auténticos Reyes del Ritmo de la villa 1-11-14 mientras ensayaban; la falta de solución para los trabajadores de Grupo 23 y de 360 TV que hace más de 60 días no cobran sus sueldos; los allanamientos a los gerentes de Télam; la detención de Milagro Sala; la intención de Hernan Lombardi, titutar del Sistema Federal de Medios y Contenidos Públicos, de derogar la Ley 27.203 –Ley del Actor- aprobada en octubre pasado por unanimidad. “Si este año la actividad teatral está en baja no va a ser por la Ley del Actor, sino por las políticas que implementa este gobierno y que golpea directamente el bolsillo de los trabajadores”.

“Se puede no estar de acuerdo con la Ley de Actores, pero no se puede ningunear porque hubo un trabajo responsable al respecto, explicó la actriz Paola Barrientos a ANCCOM. Creo que la ley debe ser defendida como todas las leyes que nuestro Parlamento ha votado, porque eso es la democracia. Parte del motivo por el que convocamos a la gente a la plaza tiene que ver con eso, somos una gran cantidad de ciudadanos que no nos sentimos representados en nuestro Presidente, sino con los representantes que nosotros elegimos para el Parlamento. Y necesitamos que estén, que trabajen, que se debata, que se acuerde, se consensúe”.

Las primeras filas, frente a la escenario, en una plaza colmada.

Algunos de los artistas organizadores y que hablaron a la multitud en el escenario fueron: Pablo Echarri, Nancy Dupláa, Rita Cortese, Liliana Herrero, Marilina Ross, Cecilia Roth, Daniel Fanego, Mercedes Morán, Gustavo Garzón, Gastón Pauls, Paola Barrientos, Graciela Dufau, Fernán Mirás, Marina Bellati, Fito Paez, Luisa Kuliok, Victoria Onetto, María Fiorentino, Gerardo Romano y Jean Pierre Noher, entre muchos otros. “La cultura es lo primero que sacan cuando están estos gobiernos –dijo Marilina Ross, otro de los artistas protagonistas del evento a ANCCOM1– y tenemos que defenderla desde la alegría, el trabajo y libertad, para eso estamos aquí. Como ya nos enseñó el general Perón primero está la Patria y estamos todos juntos en esta Patria ¡defendámosla!”.

“Siempre los artistas en momentos de adversidad nos unimos desde lo que cada uno de nosotros sabe hacer, explicó la actriz Nancy Dupláa a ANCCOM. La realidad actual nos motivó a hacer este festival. Con el cambio de Gobierno nosotros, que estamos en las antípodas del pensamiento de ellos, nos juntamos, nos empezamos a mirar a los ojos, empezamos a reflexionar y desde ahí se armó un grupo interesante de trabajo, de conversación, de intercambio y de autocrítica sobre las cosas que se hicieron mal. Estamos alerta a las situaciones que amenazan todo lo conquistado durante este tiempo. La represión y detención a activistas sociales nos genera miedo, son cosas que hace mucho tiempo no pasaban y nosotros estamos en desacuerdo”.

Martin Sabatella, Nancy Dupláa, Axel Kicilof, Teresa Parodi, Carlos Zannini dijeron presente y llevaron adelante el festival junto a variedad de artistas y referentes de la cultura.

Martin Sabatella, Nancy Dupláa, Axel Kicilof, Teresa Parodi, Carlos Zannini dijeron presente y llevaron adelante el festival junto a variedad de artistas y referentes de la cultura.

“Esta convocatoria surge de una necesidad –dijo la actriz Marina Bellati a ANCCOM-, hace tiempo varios actores nos juntamos todas las semanas y pensamos acciones para convocar a la gente que se siente igual que nosotros: des-contenidos y alarmados, preocupados por las medidas de este nuevo gobierno. Esto es autoconvocado. Hace tres semanas pensamos en hacer un festival y nos gustó esta consigna de Alegría, trabajo y libertad. Justamente lo que queremos es recuperar lo simbólico de la alegría de verdad, no de la alegría de los globos. La alegría de poder manifestarse y tener trabajo y libertad. La intención de Hernan Lombardi de derogar la Ley del Actor es absolutamente anticonstitucional. Hay mucha desinformación, dicen que esa ley se trató tres días en el Congreso cuando en realidad hace años se está tratando. Por supuesto que es una ley perfectible.  Desde el escenario vi unión, mucha empatía, como un sincronismo espiritual con todos los que estamos acá, que me parece que necesitamos juntarnos. Estas plazas del pueblo a mi me hacen mucho bien”.

Compartiendo micrófono, actores y actrices interpretaron durante la tarde del sàbado textos de Eduardo Galeano, Arturo Jauretche, Julio Cortázar, Juan Gelman, Mario Benedetti y Jorge Adoum y leyeron proclamas: “La cultura es por definición la expresión de los pueblos, su espejo. Un país sin espejos es un país sin identidad. La cultura no la podemos importar, es lo que nos define. Ante cada acto de violencia les contestaremos con nuestras herramientas de paz: los libros, la danza, el cine, el teatro, la pintura, las palabras. Porque no nos van a robar la alegría. Si hieren a un pibe, están hiriendo a nuestros hijos. Cuando dejan a una familia sin trabajo, nos dejan a todos a la intemperie. Pegarle un tiro a un niño de ocho años que ensaya en una murga es un acto que nos genera tanto estupor que por eso hoy estamos aquí contra la violencia, y a favor de la alegría, el trabajo  y la libertad. El combate, es alegría, estar arriba de un escenario es alegría, cantar es alegría aunque a veces cantemos una canción triste, un poema de Gelman y una murga son alegría, combatir políticamente es alegría”.

«El pueblo fue protagonista de este proyecto político de Cristina y Néstor Kirchner porque lo esencial de ese proyecto fue la gente. Eso es lo que están demostrando estas Plazas del Pueblo», dijo Teresa Parodi

Liliana Herrero, La Chicana, Marian Farías Gómez, Liliana Vitale, Guillermo Fernández, Marilina Ross, Teresa Parodi y Fito Páez se encargaron de la parte musical del evento, pero también los cantos desde la multitud fueron protagonistas. Después de escuchar las proclamas y las actuaciones con un profundo silencio, en los momentos más intensos la multitud respondía unánime con miles de manos levantadas y cantos como: “Oh, vamos a volver, a volver, a volver, vamos a volver”, “Macri, basura, vos sos la Dictadura”, “Néstor no se murió, Néstor no se murió, Néstor vive en el pueblo, la puta madre que los parió”.

“Yo estoy con mucho miedo. Este Gobierno fue elegido por el pueblo en democracia pero tiene una conducta, para mí, dictatorial, dijo la actriz Rita Cortese a ANCCOM y agregó que “los despidos son una gran falta de respeto al trabajador argentino. La plaza está plagada de gente, no se ve el final, no se cuanta gente hay pero en estos eventos es muy difícil que la gente escuche, y acá la gente escuchó la palabra. La palabra de los poetas, la palabra de los artistas. Yo estoy muy conmocionada… y nosotros no venimos a sostener sus almas. Nos sostenemos mutuamente”.

"Este Gobierno fue elegido por el pueblo en democracia pero tiene una conducta, para mí, dictatorial, dijo la actriz Rita Cortese  y agregó que “los despidos son una gran falta de respeto al trabajador argentino".Mientras, la urna del "fondo de lucha" se paseaba entre los convocados.

«Este Gobierno fue elegido por el pueblo en democracia pero tiene una conducta, para mí, dictatorial, dijo la actriz Rita Cortese y agregó que “los despidos son una gran falta de respeto al trabajador argentino».Mientras, la urna del «fondo de lucha» se paseaba entre los convocados.

El festival fue organizado por Martín Sabbatella, ex presidente del AFSCA y dirigente de la agrupación kirchnerista Nuevo Encuentro junto a Gabriela Cerruti y el ex ministro de Economía Axel Kicillof. “Hay miles y miles de compatriotas en todos los rincones del país que queremos ocupar el espacio público, tomar la palabra –explicó Sabbatella a ANCCOM-. Y esta convocatoria amplia de los artistas también es un abrazo al proyecto nacional y a los artistas populares que tienen compromiso, que tienen historia y ponen el cuerpo. Me parece que en este contexto hay un brutal ataque a la democracia de los derechos por parte de este gobierno, que tiene además una fuerte transferencia de recursos de los sectores populares a los grupos concentrados y para eso recurre al blindaje mediático, blindaje judicial, persecución, miedo. Ante eso lo que hay es una gran parte de la sociedad que quiere custodiar lo conquistado en estos años. Quizás porque uno mira que son los doce años más felices de nuestras vidas. Cuidar lo conquistado y organizarnos otra vez para volver. Los principios de alegría, libertad y trabajo tienen que ver con nuestra historia del proyecto nacional y los movimientos populares. La alegría de pertenecer a proyectos colectivos, solidarios, proyectos donde la patria es el otro y se basan en el trabajo, la libertad y la construcción colectiva”.

Compartiendo micrófono, actores y actrices interpretaron durante la tarde del sàbado textos de Eduardo Galeano, Arturo Jauretche, Julio Cortázar, Juan Gelman, Mario Benedetti y Jorge Adoum y leyeron proclamas: “La cultura es por definición la expresión de los pueblos, su espejo".

Compartiendo micrófono, actores y actrices interpretaron durante la tarde del sàbado textos de Eduardo Galeano, Arturo Jauretche, Julio Cortázar, Juan Gelman, Mario Benedetti y Jorge Adoum y leyeron proclamas: “La cultura es por definición la expresión de los pueblos, su espejo».

“La magnitud de este evento responde a la necesidad de informarse que tiene la gente, dijo a nuestra agencia Kicillof- y en este caso ha sido de un grupo muy grande de artistas que sin banderas políticas ha convocado y tiene una preocupación por lo que está pasando y quiere expresarlo a su modo: con arte. Nosotros durante doce años pusimos énfasis en el poder adquisitivo de la gente, el bienestar económico y también lo hemos hecho con el empleo. Las medidas del actual gobierno -los planes de ajuste, el Fondo Monetario, el endeudamiento- dejan afuera a mucha gente, jubilados, estudiantes”.

“Los cargos son efímeros, la lealtad es eterna”, apunta una de las banderas más grandes de algunas de las agrupaciones políticas que coparon el parque: Nuevo Encuentro, Movimiento Evita y La Cámpora. También estuvieron allí Carlos Zannini, ex secretario legal y técnico y ex candidato a vicepresidente, Carlos Tomada, ex ministro de Trabajo, y Teresa Parodi, ex ministra de Cultura.

En los momentos más intensos la multitud respondía unánime con miles de manos levantadas y cantos como: “Oh, vamos a volver, a volver, a volver, vamos a volver”.

En los momentos más intensos la multitud respondía unánime con miles de manos levantadas y cantos como: “Oh, vamos a volver, a volver, a volver, vamos a volver”.

“Aquí hoy hay unidad de emociones, una conjunción de cosas que nos contienen, nos entrelazan de una manera extraordinaria y son las políticas que hemos vivido y de las que fuimos protagonistas –explicó Parodi a ANCCOM-, el pueblo fue protagonista de este proyecto político de Cristina y Néstor Kirchner porque lo esencial de ese proyecto fue la gente. Eso es lo que están demostrando estas Plazas del Pueblo y volver al micrófono del canto, que pienso también volver en breve a hacer pequeños conciertos para estar en contacto con la gente y realimentarme del sentido que tiene para mí la música en mi vida y en la vida de nuestro pueblo. Fue muy fuerte ver la multitud y escuchar el silencio con que la multitud respetó cada texto de los artistas que pasaron por el escenario.  Sobre la actual gestión de cultura creo que es un espanto, no existe. Creo que hay un vaciamiento cultural muy grande, vamos a ver para dónde van, pero por ahora lo que vemos es que cierran programas, teatros, espacios como CCK, el San Martín. Creo que es un momento muy crítico”.

El músico rosarino tocó durante una hora y media.

“Señor presidente, -dijo a la plaza Fito Paez, encargado del cierre musical del evento- a los chicos se los riega de flores, amor, oportunidades y chocolates. Nunca de balas”. El rosarino había empezado a tocar al atardecer y lo hizo enardecido durante una hora y media. Tocó “Circo beat”, “Once y seis”, “El diablo en tu corazón”, “Los dinosaurios”, “Y dale alegría a mi corazón” y “Al lado del camino”, entre otros de sus clásicos. Algunas partes de las letras parecían hechas especialmente para la ocasión. Cuando asomó la luna invitó al escenario a todos los chicos de la murga Los Auténticos Reyes del Ritmo, el aplauso incesante de la multitud invadió el parque mientras los chicos iban ocupando todo el ancho del escenario. Y Fito ya no se veía en escena  pero de fondo sonaba en vivo “Mariposa Tecnicolor”.

Agrotóxicos: la muerte silenciosa

Agrotóxicos: la muerte silenciosa

“El glifosato mata. Pero su accionar es lento y silencioso”. Así  lo afirmo Arturo Serrano, médico rural de Santo Domingo, provincia de Santa Fe, quién se desempeña hace veinticuatro años como director del Servicio de Atención Médica a la Comunidad y es miembro de la Red de Médicos de Pueblos Fumigados. “Si bien el cáncer es multifactorial, su aumento en poblaciones rurales fue directamente proporcional a la instalación de los cultivos de soja”, explica Serrano.

El cultivo de soja es el principal rubro productivo que posibilita el ingreso de dólares al país. En base a esto, el médico rural argumenta el porqué de la negación sistemática y el encubrimiento por parte de autoridades municipales, provinciales y nacionales de la situación actual. “La no divulgación de las cifras de muertos y enfermos por contaminación con glifosato es una cuestión puramente política, acá nadie quiere cambiar el modelo, porque eso repercute en sus billeteras”.

La Red de Médicos de Pueblos Fumigados es una agrupación conformada por profesionales de la salud independientes y provenientes de provincias como Chaco, Jujuy, Misiones, Santa Fe y Córdoba. Desde el año 2001 sus integrantes denuncian en sus territorios los efectos de la utilización del glifosato en cultivos cercanos a poblaciones rurales, que son fumigadas de forma aérea y terrestre sin ningún tipo de control. En estas localidades los casos de abortos espontáneos, malformaciones genéticas, cáncer y enfermedades crónicas, aumentaron exponencialmente. Frente a este panorama, en el año 2010, la organización convocó a un Encuentro Nacional en la Facultad de Ciencias Medicas de la Universidad de Córdoba. Allí se reunieron unos 300 profesionales de la salud y científicos del CONICET que analizaron y discutieron la problemática. Como resultado de la reunión se elaboró una carta dirigida a la entonces Presidenta de la Nación Cristina Fernández de Kirchner y a la Mesa de Enlace de entidades agrarias. En el comunicado se solicitaba la prohibición de fumigaciones aéreas en todo el país, junto con la restricción de la desinsectación terrestre en zonas aledañas a centros urbanos. El documento fue acompañado con datos sobre la salud de las poblaciones afectadas. Según menciona Serrano, dicha carta no tuvo respuesta hasta el momento.

Marcha. Los convocados muestran carteles: "Monsanto mata a tus hijos". Una de las personas se tapa la boca con un barbijo.

“Si bien el cáncer es multifactorial, su aumento en poblaciones rurales fue directamente proporcional a la instalación de los cultivos de soja”, explica Serrano.

La Red también presentó en mayo de este año una solicitud a la Secretaria de Agricultura del Gobierno de la Provincia de Córdoba, en la que se solicitó “iniciar de manera inmediata y urgente las gestiones pertinentes ante el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENASA) a los fines de obtener la exclusión del glifosato (principio activo y formulado) de la nomina de productos autorizados”.

Desde la organización informan que, según sus datos, en localidades como San Salvador de Jujuy, hay diecinueve casos de personas enfermas de cáncer, en una distancia de cuatro cuadras. Este valor se encuentra tres veces por encima de la media nacional. En la Argentina existen hoy en día, unas 13.400.000 de personas afectas directa o indirectamente por los agrotóxicos.

“Nos están envenenando. El glifosato es un invento maquiavélico, te mata de a poco. Sus consecuencias se ven a largo plazo, es acumulativo, por este motivo no sale en los análisis de sangre”, explica Serrano.

Un poco de historia

En 1995, mediante un decreto firmado por el ingeniero Felipe Solá –por entonces Secretario de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentos del gobierno de Carlos Menem-, fue aprobada la introducción de la soja transgénica de la empresa Monsanto en la Argentina. Esta decisión se basó únicamente en un expediente administrativo presentado por la firma cuestionada. El trabajo, escrito en inglés, explicaba entonces los beneficios de esta semilla, resistente al herbicida glifosato y prometía resultados rentables y mejoras en la producción.

Desde entonces, los grandes cultivos de soja, maíz y trigo en el país provienen de semillas transgénicas. Un alimento transgénico es aquel cuyo ADN fue modificado genéticamente en laboratorios, donde le fueron introducidos genes provenientes de otras especies animales, con el fin de generar semillas más resistentes y productivas, por lo tanto más rentables. Resisten, sobretodo, al glifosato, el químico utilizado junto con otros pesticidas, para fumigar las plantaciones.

El problema es el modelo

En la Argentina se utilizan doce litros de glifosato por hectárea, mientras que en Estados Unidos, donde aplica el mismo modelo de producción, se usan dos litros y medio. En el mencionado país, ya circulan publicaciones que muestran una correlación directa entre el incremento del uso del glifosato y la aparición, al mismo ritmo, de diferentes enfermedades crónicas, como el cáncer.

Alicia Massarini, bióloga del CONICET y  Doctora en Ciencias Biológicas de la Universidad de Buenos Aires, denuncia hace años el abuso por parte de los agropecuarios locales en la utilización del tóxico y la nocividad del modelo agropecuario vigente. “En la Argentina el abuso en la utilización del glifosato ha sido terrible, porque acá el único móvil es la ganancia. Este es un problema geopolítico, en donde a los países de nuestra región les toca, en el mercado internacional, el papel de proveedor de commodities. No es solo la semilla, sino una forma de producir a nivel industrial. Este paquete tecnológico simplifica la producción, eliminando casi toda la mano de obra a partir de la siembra directa. Pero su rentabilidad es proporcional al altísimo costo humano y ambiental”.

En el 2002,  la cosecha de soja transgénica en el país comprendía unas dos millones de hectáreas, en la actualidad abarca más de 24 millones. Este aumento en la producción de  soja, trajo aparejado la disminución de otros cultivos, sobre todo aquellos que producen alimentos consumidos por el mercado interno. Lo que genera una baja en la calidad y un alta en los precios. El avance sobre la ganadería, los tambos y los frutales ha ido incrementándose año tras año.

Carlos Carballo, ingeniero agrónomo y titular de la cátedra libre de Soberanía Alimentaría de la Universidad de Buenos Aires, explica que el modelo de producción agropecuario actual, influenciado por el alta del valor de la soja en el mercado internacional, ha ido creciendo sin respetar ningún límite. “El corrimiento de la frontera agropecuaria ha sido abrumador, lo que se evidencia en la altísima tasa de deforestación que tiene la Argentina, cuyo valor cuadruplica la tasa media del mundo. Se siguen destruyendo ecosistemas que son pulmones del planeta”. Carballo aclara que esta violencia por la ocupación de territorios, muchas veces se produce por de pooles internacionales de siembra anónimos. “Cuando esas tierras dejan de ser rentables, simplemente las abandonan y buscan nuevas. El problema es que la tierra se agota, se muere. Ese es el pasivo ambiental que estamos heredando de este modelo”.

En 2014, 370 millones de litros de glifosato fueron fumigados sobre el 60% del territorio argentino. Estas cifras, que son públicas, fueron aportadas por la cámara que aglutina a los empresarios que venden agroquímicos en el país, que son las mismas empresas que venden las semillas: Monsanto, Nidera y Basf.

Los convocador muestran la bandera argentina con la leyenda: "Fuera Monsanto". Y carteles: "Siembra soja, cosecharás inundaciones".

“Nos están envenenando. El glifosato es un invento maquiavélico, te mata de a poco. Sus consecuencias se ven a largo plazo, es acumulativo, por este motivo no sale en los análisis de sangre”

Daños irreversibles

El glifosato fue presentado en un principio como un herbicida biodegradable, inocuo e inofensivo para el medio ambiente. El mismo Ministro de Ciencia y Tecnología, Lino Barañao, dijo en una declaración “que el glifosato no era más que agua con sal”.

En la actualidad, investigaciones científicas dan cuenta de la toxicidad del herbicida. Análisis realizados por el CONICET, demostraron que el glifosato se encuentra presente en la tierra, en el aire y en el agua por años, y que a diferencia de lo expuesto por parte de sus defensores, el tóxico no es biodegradable, sino acumulativo. Esto genera que ríos y napas de agua potable se encuentren envenenados.

El Doctor Damián Marino, demostró que el contacto cotidiano con el glifosato destruye el ADN. Generando mutaciones en las células, que devienen en enfermedades crónicas como el cáncer, parkinson y el alzheimer, entre otras. Básicamente rompe las membranas celulares, lo que genera que los daños sean irreversibles.

“El problema es que las víctimas son invisibles. Y en muchos casos, no se ven a sí mismas como tales, porque nadie las legitima. Ellos van al hospital y les dicen que la alergia que tienen es producto del polen del plátano, y no que es una reacción química porque fue fumigado”, aduce Massarini. También explica que sistemáticamente en los centros de atención médica se niega la relación que existe entre los agrotóxicos y las enfermedades. “Esto se produce por una combinación de cosas, complicidad y desconocimiento. Hay médicos que saben y tienen miedo de asociar los síntomas. Hay otros que son ignorantes y no tienen información suficiente. Y hay otros, que son los más peligrosos, que se esfuerzan por ocultar el tema de forma activa, son tipos comprados, cooptados por las empresas y laboratorios.”

Massarini denuncia, que en muchos hospitales no se realizan los análisis de agrotóxicos a niños enfermos de poblaciones fumigadas, ya sea porque los médicos no los consideran pertinentes o porque son costosos y las víctimas no puede costearlos.

Se lee el cartel: "Los agrotóxicos matan. El Estado es cómplice".

“El problema es que las víctimas son invisibles. Y en muchos casos, no se ven a sí mismas como tales, porque nadie las legitima. Ellos van al hospital y les dicen que la alergia que tienen es producto del polen del plátano, y no que es una reacción química porque fue fumigado”, aduce Massarini.

El resto del mundo

En la actualidad, el glifosato no está prohibido por la Organización Mundial de la Salud (OMS). En los últimos años fue cambiando, varias veces, su categorización en cuanto a su toxicidad. Cuando comenzó a utilizarse en la Argentina, el herbicida estaba calificado como de “alta toxicidad”. Luego producto del lobby de las empresas de agroquímicos y de los científicos asociados a esas empresas, que inciden en estos mecanismos internacionales de categorización, la calificación del glifosato bajo a una categoría: “muy levemente tóxico”. Se mantuvo así durante años, a pesar de que paulatinamente fueron presentados más de quinientos trabajos científicos que demostraban que tiene una alta toxicidad.

Este año, la Organización Mundial de la Salud, reunió una comisión de expertos especialistas en cáncer y agrotóxicos. que revisaron la literatura disponible y concluyeron que había que recategorizar el glifosato, y pasarlo nuevamente a una categoría de “alta toxicidad”,  que es la segunda categoría en la escala de gravedad.

Estos científicos afirmaron que las evidencias publicadas, demostraban que el glifosato es cancerígeno en animales y que, por lo tanto, es “posiblemente cancerígeno en humanos”. No lo afirmaban,  porque según ellos no existen experimentos realizados con personas.

En función de dicha resolución, algunos países revisaron su marco regulatorio, y en algunos casos, prohibieron el uso del glifosato, como en México, donde el maíz se encuentra protegido por ley. En otros, como en Colombia, cambiaron la regulación en cuanto a la cantidad permitida en la utilización. En Argentina, no paso absolutamente nada.

 

El estereotipo erróneo de la mujer violada

El estereotipo erróneo de la mujer violada

¿Por qué las mujeres víctimas de violación no hablan? ¿Por qué se descree de su palabra? ¿Cómo las trata el sistema médico y jurídico? ¿Qué hacen las mujeres en esas situaciones? Con estas preguntas, la socióloga Inés Hercovich comenzó su investigación, donde entrevistó a casi cien mujeres víctimas de violencia sexual y también a médicos, jueces y policías. El resultado final se publicó en el libro El enigma sexual de la violación, que desmiente muchos de los estereotipos que circulan socialmente acerca de estas situaciones. Hercovich fue pionera en Argentina en investigar el tema y luego fundó el primer servicio de asistencia a víctimas de agresiones sexuales.

¿Qué fue lo que originó la investigación?

La primera pregunta que abrió la investigación es por qué las mujeres no hablan. La investigación fue un esfuerzo intelectual muy grande. Y el mérito fue haber podido abrir mi cabeza para escucharlas, haber aprendido a escuchar lo que no se quiere escuchar.

¿Con qué se encontró en esa escucha?

Lo más importante es haber descubierto a las mujeres en una actitud que no tenía nada que ver con la imagen que tenemos en general, esa de la mujer que queda paralizada, imposibilitada por el miedo que tiene, aterrorizada. Los relatos contaban otras cosas que no son las que uno tiene en la cabeza respecto de una violación sexual. No referían a esa imagen de un degenerado que está escondido en un zaguán, te ataca, te viola y se va, cuando estabas caminando por la calle a las doce de la noche a dos cuadras de tu casa, en un barrio tranquilo. Yo entrevisté cerca de noventa mujeres que habían pasado por situaciones de violencia, que habían terminado en una violación o no y la verdad es que a prácticamente nadie le había pasado eso. En general eran situaciones donde el hombre, que muchas veces viola sin saber que lo está haciendo, primero había intentado establecer algún tipo de relación, aunque sea diciéndole un piropo, pero no era una cosa salvaje y sin palabras, era una historia que se iba encadenando y que terminaba en una violación o no. Pero en esa historia participaban los dos porque el tipo se le acercaba de buena manera y quería ganarse su confianza. Puede pasar que el tipo ni siquiera sepa que es un violador. Entonces se va dando toda una situación donde la mujer va quedando enredada, se va dando una relación, a veces más corta, a veces más larga, donde hay mucha seducción por parte del tipo. Pero en algún momento aparece alguna señal de que la cosa va por un camino que la mujer no espera. Cuando eso sucede, generalmente las mujeres tenemos un mecanismo que es el de desconfiar de nosotras mismas y decir pero este tipo hasta acá fue un encanto, tal vez soy yo una paranoica, tal vez le digo algo y lo ofendo.

Entonces sigue sin reaccionar…

Ahí sucede algo que es muy impactante. Cada paso que la mujer dio en el sentido de esa relación la coloca en un lugar peor respecto del tipo, que tiene otra intención que no conocían. Las mujeres se empiezan a sentir mal con ellas mismas y piensan: “Por qué no me fui, por qué no me tomé el colectivo, por qué estoy acá”. Y esa duda sobre una misma, a veces, provoca una reacción de autodefensa y otras veces las debilita mucho más. Cuando la situación ya está planteada hay mucha dificultad para volver atrás porque están solas. Tal vez en el auto del tipo que estacionó en un lugar donde no pasa nadie. Están en una situación de secuestro. Y lo único que puede hacer una persona secuestrada es negociar con su secuestrador y tratar de pasar ese momento pagando el menor precio posible. Eso es lo que hacen las mujeres, lejos de quedar paralizadas. Es muy impactante, unas te dicen cosas como yo en ese momento tenía una lucidez que hoy no puedo creer que la tuviera. Muchas de ellas se ponen muy atentas a las palabras y a los gestos. A qué le pueden decir al tipo para desarmar la violencia, para impedir que la violencia crezca y pase a mayores, porque la primera idea que se les cruza es que las pueden matar. La muerte es un horizonte para las mujeres en esa situación. Si no, aparece la amenaza de los golpes, de que les puedan cortar la cara y les deje marcas que sean un recuerdo para toda la vida. Ese fue el primer hallazgo: que las mujeres, lejos de ser las víctimas pasivas imaginadas por el asistencialismo y por muchas de las feministas, están lúcidas y activas, están peleando por su vida, negociando salir de ahí con el menor trauma posible. Otra de las cosas que sucede es que el tipo tenga miedo de que la mujer lo denuncie. Hay escenas donde las mujeres se quieren congraciar con el tipo para que él no desconfíe de ellas. Es una situación en la que nadie piensa nunca cuando habla de violación y que no aparece en los diarios, ni en las películas, donde las violaciones responden a esa imagen dominante donde hay un sujeto violento y alguien que queda inerte, a merced, sin poder defenderse.

¿Se refiere a la imagen en bloquede la que habla en el libro?

Por supuesto, contiene todas las variaciones posibles. Dentro de la imagen en bloque está el paradigma culpabilizador, como yo lo he llamado, que inmediatamente culpa a las mujeres: “Por qué andaba con el escote así, con la pollera corta, quién la mandó a subir al auto. Ahí está la cuestión de la provocación: “Vos lo provocaste. Esas cosas están en la cabeza de todos y se traduce en actitudes, en tonos de voz, en la misma familia de las víctimas. Ese es otro drama, es el drama posterior, todo lo que viene después: decidir no contarlo, decidir contarlo, decidir a quién, tener necesidad de hacerlo público porque necesitás asistencia. Todas son situaciones muy difíciles, muy angustiantes y que son la continuación de la violación. La violación no termina en el momento en que el tipo se va. Deja todas esas consecuencias que la mujer va a tener que enfrentar durante mucho tiempo. Y después, si lo dice, significa un ruido en la comunicación con todas las personas con que hasta ese momento no existía ese ruido. Es como que ese secuestro se les empieza a reproducir en otros lugares, donde a la mujer le da miedo hablar. Cuando yo empecé esta investigación, todos me decían que no iba a conseguir testimonios, entre mis amigas, aparecieron tres que nunca lo habían contado. Muchas, incluso, no saben si lo que les pasó fue una violación o no. Están en la misma duda que tenemos todos porque esas mujeres también pertenecen al imaginario que creen que una violación es algo diferente a lo que les pasó.

¿Qué define una violación para usted?

Para mí, hay dos cosas: el secuestro y el miedo a que te maten. Eso unido a la escena sexual. Si la escena sexual se da en ese contexto, ahí hubo una violación, se haya llegado como se haya llegado. Para mí fue muy bueno descubrir esta valentía de las mujeres en situaciones de peligro y fue también horrible cómo, para poder seguir viviendo, tienen que disimular la potencia y la lucidez que tuvieron porque finalmente resolvieron bien ya que salieron vivas y sin marcas para siempre.

¿Tal vez muchas no cuentan porque hay una censura social sobre el discurso de las mujeres?

Totalmente. El faro que ilumina todo esto es la dificultad de creer, eso es lo que silencia a las mujeres porque inmediatamente son sospechadas, o lo provocaron o no se defendieron. Yo entiendo que lo que hacen las mujeres en esa situación es defenderse. El Código Penal decía que para que haya violación no tiene que haber consentimiento. Para probar que no hubo consentimiento tiene que haber habido resistencia. Para probar que hubo resistencia tiene que haber marcas en el cuerpo. Nunca las va a haber, muy pocas veces. Entonces le pedimos que cuenten algo que no les pasó. Tenemos que demostrar que estamos dispuestos a escuchar porque cuando yo dije que iba a empezar la investigación aparecieron muchas mujeres. Además, esto funciona con cualquiera de esas cosas de las que no queremos hablar.

¿Por qué se desconfía tanto de la palabra de las mujeres?

Creo que porque prima, por sobre todo, la ideología culpabilizadora. La palabra de la mujer está devaluada en todos los campos. Está en el imaginario masculino y femenino, hace miles de años, la idea de la vagina dentada, de la zorra, de la mina que es una perra, que es aviesa, que quiere sacarle cosas al hombre y que su arma es el sexo, entonces cuando se habla de sexo hay más desconfianza todavía.

En ese sentido, el sexo sería algo que utiliza la mujer para su propio beneficio

En el paradigma culpabilizador el sexo es la muestra del poder que la mujer tiene sobre el hombre. La poderosa es ella, porque ella incita al hombre y él sucumbe a un instinto que no puede dominar. La mujer está erigida, dentro del imaginario dominante, como la que tiene el poder de hacer sucumbir al hombre a sus pasiones más bajas.

En una situación de violación,  ¿el sexo, el poder y la violencia forman una tríada?

Son las tres patas de esa escena, hay un esfuerzo muy grande por separarlas, como si fueran tres objetos con sus propios límites que no se pueden confundir. En las historias está todo mezclado, como lo está en la vida. La violencia forma parte de la sexualidad y cierto nivel de violencia puede ser grato y mucha gente, que no se anima a usarla, la imagina para despertar su deseo o para aumentarlo. El poder, por ejemplo, es también quién levanta a quién.

¿El discurso feminista tiene contradicciones respecto a este tema?

Claro. Una parte del movimiento feminista intentó presentar inocente a la mujer (al contrario del discurso culpabilizador, donde la culpa porque tiene sexo). Entonces el discurso opositor, el que las quiere inocentes, les saca el sexo. Si hay violencia no hay sexo, si hay poder no hay sexo, porque son incompatibles. El sexo es solo amor, desconociendo la realidad. Fue una estrategia y sigue siendo.

¿Los discursos médico y jurídico recaen en una especie de cosificación del cuerpo de la mujer buscando solo las huellas de la resistencia?

Totalmente. El discurso de los médicos es terriblemente cínico. Los médicos se escudan en que es una definición legal. Reducen todo el drama de la violación a las lesiones en el cuerpo, pero no están atendiendo a una vagina, están atendiendo a una mujer a la que le pasó algo terrible. Me asombra mucho cómo manejamos discursos de avanzada y cuando vas a los hechos hay muchas cosas que no están superadas para nada.

De hecho, se realizó la convocatoria “Ni una menos”, pero aún falta falta el cambio cultural, que va a ser muy difícil

Tampoco lo puede hacer alguien porque se lo proponga hacer. Pero si no hay personas que se propongan cosas nunca va a pasar nada. Lo que va a pasar va a ser el resultado de muchas propuestas, en luchas, en micro luchas, como lo describe Foucault. De pronto, pasa algo que marca un antes y un después.

Desde su posición de socióloga ¿cómo analiza la convocatoria?

Fue tremendamente espontánea. Hubo una seguidilla de noticias que habían llegado al colmo y por eso prendió la convocatoria. Había una cosa de hartazgo de la gente. No sólo hechos sino también decisiones de jueces. Eso puso incómodos a muchos. La indignación que hubo en ese momento fue muy grande, había un clima que se fue dando. Algunas cosas me emocionaron mucho y otras me dieron rechazo, la utilización política por ejemplo. Hay una tendencia a la victimización que me da rechazo. Pero también vi una experiencia de solidaridad. Me emocionó lo de hacer acostar a las mujeres en el piso para marcar las siluetas. O lo de nombrar a cada uno de los muertos. Eso materializaba la cuestión, porque si no todo es muy abstracto. Me gustó la participación de los hombres, había feministas que estaban furiosas con ellos.

Si hiciera el mismo trabajo ahora, ¿se encontraría con casos diferentes?

No, no creo porque no cambió nada. Las mujeres seguimos desconfiando de lo que pensamos y sentimos. Los tipos sienten que si te sedujeron ya pueden todo. Me parece que no.