Abr 12, 2016 | destacadas
Se apagan las luces. Se callan las voces. Sólo un pequeño murmullo transgresor llega desde afuera, pero las puertas se cierran y el silencio envuelve a los espectadores que ahora miran hacia el escenario. Allí, en el centro de las únicas luces que siguen encendidas en el bar, se encuentran Diego Arbit y Sagrado Sebakis. Aún no emiten sonido. Esperan que el silencio se perpetúe un poco más antes de dar inicio a otro Circuito Cerrado de Poesía Estéreo, o como ellos lo llaman, “un espacio pensado para fallar”. Y cuando ese silencio alcanza su punto de máxima tensión, comienzan a recitar al unísono: “¡No sos nadie! / Te quejás por todo / Tu vida es una mierda / Tu novia te odia / Tenés papada / Los mozos no te dan bola / ¡No sos nadie!”. Todo lo que dicen lo acompañan con el cuerpo que rompe la poesía, la saca de su solemnidad y la devuelve a un público que a veces interrumpe con risas de espasmo por la identificación, con aplausos improvisados por el fervor político, o con gritos que se infiltran entre pausas y no pueden esperar por ser protagonistas. Porque ahí, en el circuito cerrado de Poesía Estéreo, todos encuentran un lugar para brillar.
Desde la crisis de 2001 hasta la actualidad, crecieron los movimientos artístico-literarios en donde muchos jóvenes buscaron un lugar para expresarse en medio de un contexto desalentador. Estos circuitos comenzaron a trazarse en diferentes bares culturales de Capital Federal y el Gran Buenos Aires y se construyeron como espacios que prometían pluralidad y diversidad, así como un público atento a nuevas experiencias. Las temáticas que recorrían los versos de los poetas, por entonces, hablaban de una crisis que los había dejado sin voz y de un Estado que los había dejado sin ningún tipo de amparo. Pocos años después, en 2006, surgió Poesía Esteréo, un circuito de poesía organizado por Sagrado Sebakis y al que luego se sumaría Diego Arbit. Ambos reivindican la oralidad y el slam como modos de poner en escena el cuerpo y la voz. Como Los Verbonautas, que consideraban a su arte como una “acción poética” con Vicente Luy a la cabeza, – entraba en los bares exigiendo que se le concedieran cinco minutos, para que pudiera hacer audible su palabra – los chicos de Poesía Estéreo consideran al suyo un “arte performático” que intenta recuperar la tradición oral de la poesía en una apuesta por su democratización.

Poesía Esteréo es un circuito de poesía organizado por Sagrado Sebakis y Diego Arbit. Ambos reivindican la oralidad y el slam como modos de poner en escena el cuerpo y la voz.
El inicio
Diego Arbit, escritor y performer de la escena under porteña, comenzó a hacer poesía oral en la década de los ‘90: “Yo tenía 18 años y encaré la poesía oral como forma de transmitir mis inconformidades y mis dudas ante la realidad a la que me enfrentaba”. En el escenario, su voz y la de Sebakis cambian de tono y se llenan de potencia cuando hablan de una “Argentina fea, macrista”.
A veces escupen, un poco a propósito y otro poco por el tinte violento que va tomando la poesía. Todos los espectadores se sienten examinados. Todos devuelven la mirada a los ojos. Todos juntos hacen que el espacio funcione y sellan un contrato silencioso del que no quieren dejar de formar parte. Es el pacto de entendimiento de que, en ese mismo momento, todos están tejiendo un entramado cultural entre los márgenes de los límites impuestos por lo oficial.
Entre los integrantes del público de Poesía Estéreo, muchos hablan del segundo Slam Capital, Copa “Pata de Sofovich” 2016, que se realizará el miércoles 13 de abril en el marco del Rockelin Club de Artistas en El Emergente Bar. “Y vos, ¿vas a leer en el próximo Slam?” le pregunta un chico entusiasmado a la chica que tiene al lado, y así comienza una conversación. Esta vez, el torneo de poetas será organizado por Mariana (Mana) Bugallo -actriz, performer y poeta que participó en el 1° Slam de Poesía en la 38° Feria del Libro-, Juan Xiet, cofundador del colectivo Poesía Urbana y campeón del Slam Copa FILBA, y Diego Arbit, Campeón Nacional del Slam de Poesía argentino en 2012. Aunque se define al Slam de Poesía como un torneo de poetas en donde cada uno posee tres minutos y 20 segundos para recitar sus poemas, Juan Xiet establece que “el formato torneo es como una ironía en sí misma. Si bien hay autores que vienen ‘a ganar’, creo que prevalece la idea de compartir, de decir algo, de entretener. De ahí los nombres que usamos para bautizar las copas, que por lo general son ocurrencias del momento o frases que quedan en el tintero de diálogos místicos”.

“El formato torneo es como una ironía en sí misma. Si bien hay autores que vienen ‘a ganar’, creo que prevalece la idea de compartir, de decir algo, de entretener».
La idea del Slam nació a principios de 2011 cuando Sagrado Sebakis y Sol Fantin, poeta, slammer y escritora, cansados de los eventos de lecturas de poesía locales, organizaron el primer Slam Argentino de Poesía Oral llamado Saca los Parlantes a la Calle. A partir de entonces, este formato creció desde el under hasta alcanzar espacios como la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires y el Festival Internacional de Literatura en Buenos Aires (FILBA). “Éxito sería que haya muchos poetas argentinos viajando por el mundo leyendo en slams de otras partes, que haya Slam de poesía en escuelas primarias, en las plazas todos los findes, que haya un slam en la Quiaca, eso sería un exitazo”, reflexiona Xiet.
Para Mana Bugallo, por su parte, “los eventos abiertos como el Circuito Cerrado, valga el oxímoron, que lleva a cabo Poesía Estéreo, o el Slam, están para invitar, sin distinción, a todos los que se quieran sumar” y agrega, con algo del humor que tanto la caracteriza, que “son una gran plataforma para que los superhéroes mal pagos se conozcan y se organicen”. En cuanto al rol que ocupa la mujer dentro de estos nuevos espacios emergentes que prometen pluralidad y diversidad, Mana reconoce que el ambiente tiene sus problemas, como todos los otros, y que no carece de machismo o de injusticia “porque no recitamos poesía en marte o en una perfecta fantasía adentro de mi cabeza”.

Todavía hoy este tipo de movimientos culturales de la escena porteña encuentra gran dificultad para superar las trabas burocráticas que no les permiten salir de la situación de clandestinidad. “Muchos de estos movimientos –dice Arbit- siguen en la clandestinidad porque la legalidad no los permite, y en otros casos porque la legalidad hace que lo lindo se vuelva triste, lleno de papeleo”.
A este escenario que pone trabas a cualquier tipo de cultura alternativa, se agregan otras políticas llevadas a cabo por el PRO durante sus años de gobierno en la Ciudad de Buenos Aires, como la represión contra la toma de la Sala Alberdi en 2013. Ahora, estas medidas son trasladadas al plano nacional e incluyen despidos masivos en los sectores de cultura y una campaña de estigmatización de los trabajadores del Estado. “No es alentador que a nivel nacional se replique lo que pasó en la Ciudad de Buenos Aires –sostiene Bugallo-. Es horrible estar con los inspectores en los talones y con el Estado en contra. Es el momento de organizarse y resistir, y entender que no es sólo la poesía oral y los espacios de cultura los que se quieren cerrar, sino que quieren cerrar la posibilidad de una vida mejor para los sectores populares y los cuerpos disidentes”.
A Juan Xiet le ha tocado ser parte de situaciones de agresividad en la calle, en las puertas de bares y centros culturales, en eventos organizados con amigos que se hacen por y para la cultura. “He visto topadoras, golpes, balazos y sangre”, cuenta, y no duda de qué “eso irá incrementándose porque todos sabemos que la alineación con las políticas derechistas trae caos y desolación”. Pero, frente a este escenario “desolador” en el que las políticas neoliberales retornan con fuerza al país y atacan a los sectores de educación, cultural y salud, Xiet recuerda que “somos un montón de humanos involucrados en la cultura y en el arte que vamos a resistir a como dé lugar. Nadie jamás nos quitará la posibilidad de compartir poesía”. Por su parte, Arbit se suma a este pedido de resistencia y sentencia: “Si hay algo que no somos los argentinos es ni muy derechos, ni muy humanos. Somos bestias anárquicas muy difíciles de domar, así que seguramente de su represión vamos a encontrar alguna vuelta para complicarles la vida, y a la larga, la van a tener que chupar”.

Para Mana Bugallo, “los eventos abiertos como el Circuito Cerrado, valga el oxímoron, que lleva a cabo Poesía Estéreo, o el Slam, están para invitar, sin distinción, a todos los que se quieran sumar”
Actualización 12/04/2016
Abr 12, 2016 | inicio
«Cuidá la limpieza: no hay más patronal, ni maestranza, ni Dios…», advierte un cartel en el ingreso al edificio del diario Tiempo Argentino. Son las siete de la tarde de un viernes. No hay recepcionista en la mesa de entrada, los distintos trabajadores se van turnando para abrir la puerta y mantenerla cerrada con llave. Hay una sola instrucción para el portero de turno: «¡No firmar nada que llegue por correo judicial!» Muchas habitaciones y pasillos están a oscuras en un intento de aliviar los efectos del tarifazo. Recién en el segundo piso aparecen los trabajadores: unos treinta escuchan atentamente a los miembros de Gráfica Patricios, la cooperativa que imprimió los 35 mil ejemplares del diario que se vendieron en el 24 de marzo último, en la Plaza de Mayo.
En las instalaciones del periódico llaman la atención los colchones y las bolsas de dormir en los rincones. Están ahí porque no existe un momento en que el edificio quede solo: a eso le llaman “permanencia pacífica”. Mañana habrá una jornada de limpieza. De esta manera cuidan su espacio de trabajo.
«Todos los días viene a visitarnos alguien: ayer pasaron Pablo Heller y Marcelo Ramal, y también vinieron a hablar los de La Casona Cooperativa, hotel Bauen, y abogados especializados en el tema», comenta Malva Marani, una de las redactoras de la sección Sociedad. Todos vienen a compartir sus experiencias y alentar la iniciativa de estos trabajadores de prensa que, una semana atrás, votaron por convertirse en cooperativa.

Festival No Al Vaciamiento del Grupo 23, en Parque Centenario, el enero pasado
La charla con los trabajadores de Gráfica Patricios durará casi tres horas, y responderá inquietudes de todo tipo: «¿Es muy diferente el monto del sueldo que cobraban cuando tenían patrón, del que cobran ahora en concepto de ‘retiro’ como socios de la cooperativa?», lanza uno. «¿Cómo se sobrevive como empresa autogestionada en el contexto político actual?», quiere saber otro. «¿Cómo se hace para hacer negocios con Papel Prensa?», pregunta un tercero. «¿Nos conviene hacer juicios laborales o no?», se inquiere una voz femenina. «¿Cuáles son las diferencias entre una cooperativa y una empresa recuperada?», sigue el cuestionario que parece infinito.
Los obreros gráficos llevan adelante su proyecto desde 2003 y apoyan las iniciativas de empleados en conflicto con sus patrones que deciden hacerse cargo de las empresas en que trabajan, como es el caso de los trabajadores de Tiempo Argentino. «Nosotros les imprimimos los 35 mil ejemplares, ustedes véndanlos. Si los venden, ahí recién nos pagan». Así fue el arreglo que les propusieron un mes atrás, y como resultado tuvieron que imprimir una tirada extra de diez mil unidades más para satisfacer la demanda.
Si bien la idea de trabajar sin patrón suena prometedora, sostenerse en ese camino no parece fácil. «La autogestión es el último recurso que tiene el laburante para sobrevivir», explica uno de los socios de la cooperativa gráfica.
Lazos de lucha
Para los trabajadores de Tiempo Argentino, la decisión de convertirse en una empresa autogestionada apareció como la mejor respuesta ante la crisis. «Llevamos desde diciembre sin cobrar sueldo ni aguinaldo, y encontrar trabajo no es fácil, especialmente en los medios, no están tomando personal», explica Marani. En lugar de dispersarse, la mayoría de sus compañeros optó por mantener sus fuentes de trabajo y pensar una solución colectiva. «Quizás suene idílico pero no es tan así, hasta podría decirse que fue una idea que surgió en medio de la desesperación», sostiene la periodista.
Alfonso Villalobos es editor de la sección de Economía del diario y uno de los cinco delegados de la empresa. Se ríe al recordar una anécdota de este verano, de una ocasión en la que se vio obligado a pedirle a uno de sus compañeros que no estaba en la redacción que ayudara a su mujer a matar una rata en su casa, porque él no podía abandonar su puesto en ese momento. «Hace dos años, no me habría animado a pedirle un favor como ese, pero estar luchando juntos cambió el vínculo entre nosotros», afirma y luego agrega orgulloso: «Ese día mi mujer me llamó y me dijo: ‘Siento que esta lucha me sacó un marido, pero me trajo doscientos’».
Además de periodista, Villalobos es sociólogo. Ahora, junto a otros compañeros agrupados en la ‘Comisión de Economía’, se encarga de llevar las cuentas de la empresa. “He escrito mucho sobre economía, pero estoy muy, muy lejos de tener un perfil orientado a la administración de empresas. Ninguno de nosotros se dedica a esto y lo estamos haciendo igual», comenta mientras escribe números en una planilla de Excel que detalla los ingresos y egresos de la compañía.

Víctor Hugo Morales vendiendo diarios en la marcha por la memoria, la verdad y la justicia el 24 de marzo.
Trabajadores de prensa
«Patrón rima con ladrón», reza otro de los carteles escritos a mano que cuelga de las paredes de la redacción. Hasta el momento, los empresarios dueños de Grupo 23 no han respondido por la situación de la empresa que abandonaron. «Antes de las elecciones le pedimos a Sergio Szpolski, que era el único con el que teníamos trato, que nos dijera qué iba a pasar con nosotros si ganaba (Mauricio) Macri, y nos dijo que no iban a cambiar las cosas», recuerda Marani.
Para Villalobos, era sabido que esto podía llegar a ocurrir, por el tipo de gestiones que realizaban los empresarios con el gobierno en ese momento, y por el propio currículum de cada uno. «Szpolski quebró Banco Patricios, hizo desastres como tesorero de la AMIA. Sabíamos que esto podía pasar, pero si te ofrecen trabajo como periodista en un diario no lo vas a rechazar», afirma el sociólogo y se ríe cuando recuerda que «desde hace años que nos decimos entre nosotros: ‘¡Mirá el día que ocupemos este edificio!'».
Mientras se asesoran sobre la mejor manera de cobrar los sueldos adeudados y erigirse como cooperativa, los trabajadores de Tiempo Argentino pueden mantener a sus familias gracias a los numerosos aportes que realizan distintos sectores de la sociedad. A los recursos obtenidos a través de un “Fondo de Lucha” que organizaron en el verano se suman los recursos que llegan a través de colectas que organizan los colegas de distintos medios: compañeros que trabajan en Clarín, en Telefé, en Canal Trece, en distintas empresas radiales, y también aportes individuales de periodistas. «Entre nosotros no importa la ideología del medio que te paga el sueldo, todos somos trabajadores de prensa», declara Villalobos, y hace énfasis en la importancia de la creación SiPreBa, el nuevo Sindicato de Prensa de Buenos Aires, que volvió a dar fuerza y dinamismo a los reclamos de este sector.
Gestos solidarios
Hacia la mitad de la charla con los trabajadores de Gráfica Patricios aparecen un par de compañeros para repartir una merienda navideña: turrones, garrapiñadas, maíz inflado. «Tenemos un montón de cajas con este tipo de golosinas, porque es lo que la gente nos mandaba en enero y febrero después de las fiestas», comenta Marani mientras abre uno de los paquetes. Han recibido todo tipo de donaciones: los cooperativistas de Gráfica Patricios les enviaron media res que los periodistas tuvieron que esmerarse en cortar en pedazos y dividirla en heladeras para su conservación; desde el Mercado Central enviaron un camión enorme lleno de alimentos; también recibieron donaciones de sindicatos y de grandes empresas como La Serenísima y Carrefour.
Para el inicio de clases, una amiga de Villalobos organizó una colecta de útiles y gracias a eso pudieron asegurarse de que todos los hijos de los empleados pudieran tener sus mochilas llenas al inicio de clases. «Nos vinieron a traer cosas hasta de la escuela de acá enfrente», comenta el periodista sorprendido. «Pero el caso más raro -agrega- fue el de una chica que vive en México que se enteró de la colecta por Internet e hizo una compra online de un montón de artículos a una empresa en Once para hacernos llegar su aporte».
Los trabajadores de Tiempo Argentino también se organizaron para mantener cubiertas sus necesidades de salud. Realizaron una encuesta a todos los empleados acerca de los medicamentos que necesita cada uno, y a ninguno que tuviera una enfermedad crónica le faltaron sus remedios. «Tenemos todo tipo de medicina, incluyendo cajas y cajas de anticonceptivos», afirma Villalobos, orgulloso de la gestión. También fueron visitados por un médico que atendió las consultas de varios de ellos sin cargo. En otra ocasión, se presentó un fumigador solidario para desinfectar la empresa y hasta recibieron el aporte de una peluquera que se ofreció a cortarle el pelo a quienes así lo desearan.

Mateada en la puerta de la redacción del diario Tiempo Argentino y Radio América en reclarmo al no vaciamiento del Grupo 23, en Colegiales.
Antes de volver al papel
Mientras se preparan para volver a imprimir el diario en formato semanario, los trabajadores realizan todo tipo de labores excepto salir en busca de noticias. «Antes de poder publicar nuevamente necesitamos tener suscriptores, y para eso creamos una Comisión Comercial que se encarga de llamar a la gente para ver si le interesaría abonarse. También estamos considerando hacer convenios con empresas para que nuestros suscriptores obtengan beneficios por estar abonados», revela Marani. Además, antes de poder volver a las calles en formato papel, hace falta asegurarse la publicidad.
Así es como los periodistas de Tiempo Argentino van adquiriendo nuevas destrezas en distintas áreas ajenas a su profesión, algo que suele ocurrir en el camino hacia la autogestión. A la vez que se ocupan de cuidar sus fuentes de trabajo, están atentos a las changas que aparecen, porque hasta que el diario no vuelva a salir impreso, no habrá dinero para sueldos. “Me ofrecieron escribir diez notas por mes en un medio, a 280 pesos por nota, y lo tuve que agarrar”, comenta un periodista.
«Algo que les puede pasar, cuando sean una cooperativa, es que muchos de los socios van a creer que están trabajando en relación de dependencia «, les adelantan los compañeros de Cooperativa Gráfica y se escuchan risas. Por el momento, en la redacción de Tiempo Argentino son conscientes de que se están vinculando de una manera muy distinta a cuando tenían un patrón. «En un momento venir a la empresa empezó a significar otra cosa, se convirtió en un lugar de contención, porque acá estábamos todos en la misma», dice Marani y reflexiona: «La lucha nos hermanó».
Actualización 12/04/2016
Abr 12, 2016 | inicio
Por tercer año consecutivo, unos cinco mil chicos no comenzaron las clases en la Ciudad de Buenos Aires. “Ellos se excusan diciendo que el motivo es el crecimiento de la matrícula. Pero, ¿por qué aumentan las inscripciones en el ámbito privado? Porque el sistema expulsa a los chicos de la educación pública”, se preguntó Francisco Nenna, ex Secretario General de la Unión de Trabajadores de la Educación y especialista en el tema. “En los últimos tres años el aumento del subsidio a colegios privados fue de un 40%”, agregó.
Los problemas para conseguir una vacante en la educación pública son cada vez mayores. Dificultades propias del sistema, retraso en los tiempos de respuesta y una burocratización en aumento generan que cientos de padres opten por anotar a sus hijos en el ámbito privado. La falta de vacantes puede entenderse como una consecuencia directa de la ausencia de presupuesto orientado a la construcción de nuevas escuelas. En los últimos siete años, lo asignado al financiamiento de la educación pública fue decreciendo. Se pasó de un 27% a 21.8%.
Esta situación es acompañada por la ausencia de cifras oficiales sobre la matriculación. Las clases comenzaron hace más de dos meses y todavía no hay información sobre la cantidad de solicitudes recibidas para el ciclo lectivo 2016 ni tampoco un registro sobre la cantidad de demanda que quedo sin vacantes. “Con la inscripción online se han producido errores muy burdos, donde fueron inscriptos alumnos de zona sur en escuelas del norte, o se han separado hermanos en instituciones diferentes. Pero lo peor es la falta de información, los padres se enteran 48 horas antes del inicio de clases, si su hijo cuenta o no con una vacante”, manifestó Nenna.
Desde que se modificó la forma de inscripción de los niños en el sistema escolar, el control y relevamiento sobre los datos recibidos pasó a ser monopolio del gobierno porteño. La digitalización de la tarea prometió una mayor efectividad en la asignación de vacantes, pero en la práctica arrojo más errores que aciertos.

La falta de vacantes puede entenderse como una consecuencia directa de la ausencia de presupuesto orientado a la construcción de nuevas escuelas.
¿Dónde están los datos?
Patricio del Corro, legislador del PTS, participó de un relevamiento realizado en las comunas porteñas. Acompañado por especialistas en educación, compararon los números obtenidos de las diferentes escuelas y obtuvieron un valor cercano a los 5.000 casos de chicos inscriptos a los que no les fue asignada una vacante.
Con los datos obtenidos, Del Corro elaboró un pedido de informes al gobierno porteño solicitando conocer la cantidad de solicitudes recibidas por la inscripción online y cuántas fueron presentadas en las escuelas públicas. “El proyecto fue presentado el primero de marzo sobre tablas en la sesión ordinaria. Pero no se trató. El PRO, en colaboración con ECO, se negó a tratarlo en sesión y lo mandaron a Comisión. Las dos instancias para tratarlo fueron suspendidas”, explicó Del Corro y añadió: “Al oficialismo parece no importarle que los chicos sigan sin clases, para ellos no merecen estar en la agenda”.
Desde la Asociación de Enseñanza Media y Superior (Ademys), Isabel Grau concuerda con la cifra obtenida: “Nosotros sacamos un número estimativo de chicos que no pudieron comenzar las clases, a partir de un registro del crecimiento de la población real y la ausencia en construcción de más instituciones, Nosotros creemos que el numero de chicos es similar al del año pasado, unos 5.000 casos”. En cuanto a la ausencia de cifras oficiales, Grau opinó: “Esa información es de orden público y debería estar al alcance de todos. Pero el gobierno niega la situación y monopoliza las cifras oficiales”.
Por su parte, Nenna explicó: “Al no brindar datos oficiales, los funcionarios hacen lo siguiente: saben que al correr más tiempo, ya con las clases iniciadas, podrán ubicar algunos casos más de chicos sin vacantes, por la deserción escolar. Entonces esperan hasta último momento”.

Las clases comenzaron hace más de dos meses y todavía no hay información sobre la cantidad de solicitudes recibidas para el ciclo lectivo 2016.
La educación como privilegio
Frente a los problemas de conseguir una vacante en los colegios estatales, muchos padres optan por mandar a sus hijos al colegio privado. Pero la opción de la educación paga es un privilegio al que no todos los chicos pueden acceder: este año, la cuota de los colegios privados aumento un 20 por ciento.
“Frente a un Estado que no les garantiza el acceso a la educación pública, a los padres sólo les queda la pata judicial. Hacer una denuncia y elevar una cautelar, pero es un procedimiento que muchos eligen no hacer, por lo engorroso del trámite. Directamente eligen migrar a la educación privada”, expresó Del Corro. Grau agregó: “El tema es hacer trabajosa la inscripción, dificultar el medio para hacer efectiva la escolarización del chico. El mismo sistema lo expulsa de la educación pública. Al poner trabas y no soluciones, los chicos migran a la educación privada.”
Vivir al sur
Todos coinciden en señalar la zona sur como la principal afectada por la ausencia de infraestructura. Barrios como La Boca, Lugano, Barracas y Villa Soldati son los más poblados y en los que menos instituciones educativas existen. En el 2014 se realizó un estudio donde participaron legisladores, organizaciones territoriales y docentes de los tres niveles. Analizaron los problemas de infraestructura en la zona sur de la ciudad y diagnosticaron la cantidad de escuelas que hacía falta construir para cubrir la demanda de la población. La investigación concluyó que son necesarias 27 nuevas escuelas. Los datos fueron presentados a la Legislatura porteña en un proyecto que nunca se trató.
“Soledad Acuña (Ministra de Educación porteña) sabe muy poco de educación y plantea la educación como una cuestión economicista. Dice que si tenemos escuelas en el norte de la ciudad, ¿para qué vamos a construir en el sur?”, concluye Nenna.
Actualización 12/04/2016
Abr 5, 2016 | destacadas
La madrugada del 2 de abril de 2013 fue una de las más largas para los vecinos de Barrio Mitre y de Saavedra: esa noche cayeron 155 milímetros de agua, lo que generó una de las mayores inundaciones en la historia de la Ciudad de Buenos Aires y dejó seis muertos. En aquel momento, vecinos de los barrios afectados y legisladores denunciaron que las precauciones básicas, comunes a partir del alerta meteorológico, no se habían tomado (no hubo recolección de basura ni limpieza de sumideros). El último 2 de abril, en un tercer aniversario de aquella madrugada, vecinos de toda la Comuna 12 junto con organizaciones sociales y agrupaciones políticas, se reunieron para realizar una marcha hacia el Parque Saavedra. En el acto ratificaron sus exigencias al gobierno de la Ciudad para que se realicen las obras necesarias, ya que el riesgo de una nueva inundación está latente. La manifestación fue convocada por la Asamblea de Vecinos Inundados de Saavedra y de Barrio Mitre, que continúan reclamando por las obras públicas fundamentales y por la implementación de un plan de contingencia para toda la comunidad.
Barrio Mitre está compuesto por seis manzanas, en el centro del barrio de Saavedra, cerca del recorrido del arroyo Medrano y a metros del shopping Dot Baires, cuyos desagües inundan la zona. Una solución posible para esta problemática era la construcción de un canal aliviador del mencionado arroyo, pero las obras fueron suspendidas durante el segundo gobierno de Mauricio Macri en la Ciudad. Las consecuencias pudieron vivirse la noche en la que el agua subió hasta 1,5 metros dentro de las casas. Graciela Solís, vecina del barrio, relató a ANCCOM: “En ese momento, sabés que el agua te sube al cuello pero no sentís nada. Sólo podés esperar, porque tarda muchísimo en bajar. La angustia y la desazón vienen cuando ves que todo se arruinó”.

Barrio Mitre está compuesto por seis manzanas, en el centro del barrio de Saavedra, cerca del recorrido del arroyo Medrano y a metros del shopping Dot Baires.
Ese mismo día, se acercaron psicólogos, primero con donaciones y luego para escuchar. Fabio Muente, uno de los integrantes de ese grupo, relató: “Había una necesidad de decir, de descargar, de protestar, de llorar, más que de recibir elementos materiales, así que empezamos a brindar asistencia psicológica gratuita a los vecinos que la solicitaran”. Más tarde, el eje del problema estuvo situado en qué hacer con lo que el agua dejó: “La pregunta de cómo recuperar (o cómo no tirar) las cosas de mucho valor afectivo, nos incentivó a iniciar un taller de reciclado. Íbamos aprendiendo con los vecinos, mientras veíamos qué hacer. Hoy, tres años después, está conformada la cooperativa Ciclos, así que también es una fuente de trabajo”.
Aquella semana, el barrio compuesto por 324 casas terminó con 300 personas evacuadas. Si bien existe una memoria colectiva que da cuenta de una primera inundación en 1974 y un par durante la década de 1980, nadie recuerda haber experimentado lluvias tan sustanciales ni recurrentes. Margarita Zubizarreta, vecina y referente del Centro Comunitario Barrio Mitre, dijo: “El barrio se construyó en 1958. Cuando cada vecino tuvo el título de propiedad definitivo, se empezó a pelear por la renovación de la red cloacal y agua potable. Por la construcción precaria, cuando hay inundaciones, el contenido de las cloacas brota en el interior de las casas a través de los inodoros y los lavatorios. En 2015, el Estado nacional, a través de Agua y Saneamientos Argentinos (AySA), invirtió once millones de pesos y realizó obras que ya se están terminando”. Sin embargo, sin las correspondientes obras de la Ciudad, las llevadas a cabo por dicho organismo no funcionan. Los millones invertidos no pueden implicar mejoría para los habitantes de las seis manzanas, dado que no se ha concretado la conexión entre las casas y las cañerías: “El gobierno de la Ciudad tiene la obligación de realizar los pluviales externos para canalizar el agua de lluvia hacia los pluviales públicos que atraviesan toda la ciudad. Hay que terminar la obra de las conexiones internas de cada casa a la red nueva hecha por AySA”, afirmó Zubizarreta.

Los millones invertidos por el Estado Nacional durante el año pasado no mejoran las condiciones de los vecinos porque no se construyó la conexión entre las casas y las cañerías.
Tres años más tarde, las reuniones con los representantes del gobierno continúan sucediéndose sin que lo discursivo se transforme en soluciones concretas que modifiquen la vida de los vecinos y los deje dormir tranquilos cuando escuchen las gotas de lluvia golpeando sus techos. Décadas después de que lo transitorio se volviera estable, en 1998, con la ley 106, se regularizó la situación cuando se reconoció al barrio como zona destinada a la vivienda residencial; en caso de que se realizara una construcción en los terrenos frente al barrio, debería instalarse también un sistema retardador de líquidos pluviales, lo que podía solucionarse con la construcción de un reservorio. El desagüe pluvial que debía desembocar en el conducto de Holmberg, dado que disponía de mayor capacidad, terminó llevándose a cabo hasta Arias, calle ubicada justo frente al barrio.
Los problemas aumentaron con la inauguración de Dot Baires en 2009. Ante la posibilidad siempre latente de que existieran inundaciones graves, el shopping construyó un reservorio precario y el gobierno de la Ciudad diseñó un conducto hacia allí para descargar parte del agua. Dos semanas más tarde, la tormenta dejó demostrado que las obras habían sido inútiles. Los vecinos que habían perdido parte de su historia, convocaron a una concentración frente a la Jefatura de Gobierno para reclamar que se finalicen las obras pendientes, así como también la limpieza del arroyo y los pluviales, y un plan a futuro para eventuales inundaciones. Mariano Przybylski, abogado de los vecinos en la causa por las inundaciones, contó: “Para 2012 se habían hecho mil reclamos por este problema histórico. Comenté la posibilidad de judicializar el tema, de hacer un amparo para que el gobierno de la Ciudad garantice la vivienda digna, que es un derecho, y que no pueden inundarse todo el tiempo. Si bien las obras del Dot no son inocentes, el principal responsable es el Estado”.

La marcha «Saavedra no duerme cuando llueve» dio la vuelta al Parque Saavedra a las 16:30.
Luego de la presentación del amparo, se llevaron a cabo dos audiencias judiciales, pero hace más de un año que se esperan las pericias que indiquen cuáles son las obras que deben realizarse. El abogado explicó: “Antes de que el perito empezara a trabajar, el juzgado le preguntó al gobierno de la Ciudad cuáles fueron las nuevas obras que hizo. Las autoridades no quieren responder, así que le estamos pidiendo al juez que ponga multas diarias, económicas, hasta tanto no brinden la información de cuáles son las obras que se hicieron (o no), pero que actualicen la información. Esperamos que el gobierno conteste para que el perito pueda hacer el informe y en base a eso ver fehacientemente cuáles son las obras que hacen falta para que el juez pueda tomar una decisión”.
Frente a esta situación Fabián Muente reflexiona: “Hay que considerar las cuestiones que afectan la participación de los vecinos, el desgaste que genera la falta de respuestas, el ninguneo, las idas y vueltas. Esta vez fue notable la participación de organizaciones políticas y sociales, de distintos espacios, que en ocasiones anteriores no marcharon juntas. Eso se notó en la cantidad de gente y en el impacto que tuvo con el resto de los vecinos de Saavedra, que capaz se olvidaron, que no participan o no tienen presente lo sucedido porque reaccionaron diferente a la situación de dramatismo”, confesó y añadió: “Es imprescindible seguir con estas marchas para recordar y para seguir reclamando justicia y obras verdaderamente estructurales que brinden una solución definitiva. No puede suceder, como dicen las banderas, que cada vez que llueva, Barrio Mitre no duerma”.

En 2012 se presentó un amparo ante la Ciudad de Buenos Aires. desde ese momento se llevaron a cabo dos audiencias judiciales pero hace más de un año se esperan las pericias que indiquen qué obras se deben realizar.
Actualizado el 05/04/2016
Mar 25, 2016 | inicio
Al conmemorarse los 40 años del último golpe militar y ante una multitud, Madres y Abuelas de Plaza de Mayo junto a hijos, nietos, hermanos y otros familiares de desaparecidos leyeron de manera coral un documento muy crítico con la política de derechos humanos que desarrolló el macrismo en sus primeros cien días de gobierno. Subrayaron que la militante social Milagro Sala es una presa política, repudiaron el Protocolo de Seguridad que busca limitar la protesta social, señalaron que los despidos masivos atentan contra el derecho humano al trabajo, denunciaron la represión con balas a trabajadores y a una murga integrada por niños, recordaron que tras sendos fallos judiciales ahora hay que salir a la calle con documentos y que las fuerzas de seguridad pueden utilizar pistolas Tasser, condenadas internacionalmente por ser considerados elementos de tortura. El pronunciamiento cuestionó también el retorno de la Teoría de los Dos Demonios y exigió, además, la renuncia inmediata del ministro de Cultura de la Ciudad, Darío Lopérfido, quien intentó restarle magnitud al terrorismo de Estado con sus declaraciones públicas. Como cada 24 de marzo, la lectura finalizó con el grito colectivo que retumbó en todo el Centro porteño: “30.000 detenidos desaparecidos, presentes”.
Desde el mediodía, distintas agrupaciones y organizaciones fueron llenando las calles y avenidas que rodean la Plaza de Mayo. Organizaciones de derechos humanos, agrupaciones sindicales, partidarias, sociales, barriales, estudiantiles y culturales, llegaban con banderas, remeras y bombos a sus lugares de encuentro, pautados entre la Avenida de Mayo, la Avenida Belgrano y la 9 de julio. Por la mañana, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, de visita en nuestro país, asistió al Parque de la Memoria, en Belgrano, a un acto organizado por el presidente Mauricio Macri. Obama aseguró que “existen polémicas sobre el rol de EE.UU, y es algo que se está trabajando”. Ante la ausencia de los referentes de derechos humanos, y la vaguedad del enunciado, la movilización de esta tarde también se transformó como una respuesta a ese mensaje.
Además de los militantes, y de los que iban con su agrupación o partido, estaban aquellos que decidieron estar presentes por su cuenta, con sus familias o amigos. Los que llevaban en sus remeras las fotos de sus familiares desaparecidos, los que llevaban a sus hijos para transmitirles la importancia de “no olvidar”, y los que, acostumbrados a vivir con miedo, se emocionaban al ver a la juventud militante.

Sebastian Garcia, con su esposa e hija.
Las Abuelas y las Madres de Plaza de mayo estaban presentes, como hace 40 años, en las calles. Junto a una larga bandera con las fotos de todos los jóvenes desaparecidos, estuvieron hasta las tres de la tarde sobre la Avenida de Mayo, y al comenzar la marcha subieron a una camioneta que las llevó hasta el escenario en el centro de la Plaza, porque sus piernas, ya no les permiten caminar. Durante la espera, una mujer observaba desde la vereda con su beba en brazos: “Estamos en un momento difícil del país, y siento como que todo esto se olvida. Entonces no queremos eso, no queremos que se olviden que hubo 30.000 desaparecidos, y que existieron”, dijo Mariana Bouzada. Luego se acercó su marido con su otro hijo de unos 5 años y Bouzada recordó: “Cuando yo era chica, mis padres en mi casa comentaban algunas cosas, pero en general se hablaba poco. En el colegio ahora se involucran más, los docentes están más involucrados, la familia se involucra más”.
Ya iniciada la movilización, un hombre canoso, de la mano de su mujer y junto a su hija adolescente, caminaba llevando en su remera la foto de un hombre en tono sepia: “Silvano José García era mi papá, era delegado en la Granja San Sebastián de Pilar”, dijo orgulloso, Sebastián Andrés García. Cuando su padre desapareció, Sebastián tenía 4 años, y no le quedó ningún recuerdo. Durante muchos años no se interesó por saber lo que había pasado. “Fue duro, recién cuando nació mi hija y quiso saber del abuelo, fue cuando realmente empecé a tomar conciencia y a involucrarme con los temas de derechos humanos”, aseguró, y admitió estar “arrepentido por haber perdido esos años”. A diferencia de García, Mónica Aguilera tenía 15 años cuando su hermano desapareció en 1978, durante el Mundial: “Salió de casa a juntarse con unos amigos para estudiar, porque tenía al otro día un examen, un domingo a las 3 de la tarde, y nunca más apareció”, dijo la mujer que llevaba una foto en sus manos. Desde ese momento toda la familia lo buscó incansablemente. Su madre falleció hace 12 años sin saber lo que pasó.

Entre cánticos y bombos, las calles y veredas se fueron apretando. Para las cinco de la tarde la Plaza estaba colmada, y aún faltaban las columnas de La Cámpora, Nuevo Encuentro, Miles y otras agrupaciones que esperaban desde la 9 de Julio. Frente a la multitud que continuaba llegando, las calles paralelas internas se volvieron más accesibles. En una de esas veredas, un hombre de 39 años jugaba con su hijo con una bandera argentina. Los dos llevaban la misma remera con un dibujo “anti-derecha”: “Mi hijo es la primera vez que viene a una marcha del 24, pero nosotros, con mi mujer, generalmente venimos. Nosotros nacimos en plena dictadura, y el recuerdo que tenemos es el que nos transmitían nuestros padres, momentos de horror que nadie desearía que volvieran a pasar”, contó Martín Casabelos.
Más adelante, tres amigos que iban conversando, llevaban colgadas varias fotos de chicas y chicos en blanco y negro. “Nosotros nos acordamos de todo, lo que pasó antes y lo que pasó después de la dictadura”, dijo la mujer del grupo, Susana Seremis. Los tres habían sido militantes del Partido Socialista de los Trabajadores en Mar del Plata, y las fotos eran de sus compañeros desaparecidos y asesinados. Seremis militó hasta 1984, luego lo abandonó por una fuerte depresión: “Cuando empecé a ver que no aparecía ningún desaparecido. En el inconsciente, yo esperaba que alguno apareciera. No le dábamos el carácter en ese momento, sí de desaparecido, pero que realmente nadie iba a aparecer, no lo esperábamos”. “Lo recordamos como un día que ya se veía venir, que cada vez la cosa estaba más difícil, pero un día concreto se produjo el golpe, y a partir de ahí la represión fue cada vez mayor”, dijo otro de los amigos, Gabriel De Lavalle, y después aclaró: “Igual creo que nunca nos hubiéramos imaginado que la represión iba a llegar a donde llegó”. De Lavalle estuvo un tiempo secuestrado, mientras que Seremis y Guillermo, el tercero del grupo, pudieron exiliarse. Todos los 24 de marzo tratan de asistir a la marcha, ya sea en Mar del Plata o en Buenos Aires.

Elena Atienza.
Junto al recuerdo de los 30.000 desaparecidos, y contra la visita del presidente Obama, hubo también pancartas, remeras y banderas con críticas hacia las medidas tomadas durante estos primeros meses por el gobierno de Macri: “No puedo dormir con las cosas que están pasando en el país, no por mí si no por mis hijos y por los que vienen. Porque cómo van a tener un lugar en esta sociedad con lo que estamos viviendo”, dijo Ruben Atienza indignado. Luego, junto a su mujer Elena, recordaron con tristeza, los años vividos durante la dictadura. Cuando él vendía estanterías metálicas y ella estudiaba abogacía y trabajaba como administrativa: “Nos habíamos casado hacía poco, pero yo tuve que dejar de estudiar porque la Facultad de Derecho era de terror. Se apagaba la luz y todos teníamos miedo. Nos hacían dejar los documentos y la libreta estudiantil en la entrada y pasabas a buscarlos a la salida. Cerraban la puerta principal de la escalinata y abrían una al costado. A veces no se podía retirar, y si te ibas sin documento también era peligroso”, contó Elena y agregó: “Así que era todo muy difícil, nada que ver con el día de hoy. Es triste y me emociona, venimos a la marcha para recordarlo y que nunca más suceda”.
Cada tanto, en alguna cuadra alguien empezaba a cantar “Vamos a volver”, a lo que se sumaban los que pasaban, y los aplausos. Muchos llevaban en la mano ejemplares de La Poderosa, o de Tiempo Argentino, que hoy retomaba su publicación, después de más de un mes de no ser impreso, por iniciativa y autogestión de los propios trabajadores. Lo vendían canillitas de lujo, como los periodistas Víctor Hugo Morales y Roberto Caballero.

Mónica Aguilera.
Para cerrar el acto, las principales organizaciones de derechos humanos leyeron su documento consensuado. Estela de Carlotto, presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo remarcó también las críticas a las que la gente refería en la calle: “A 40 años del golpe genocida, nos sentimos nuevamente convocados y convocadas a defender la democracia, porque el cambio de gobierno está significando a diario la vulneración de derechos: miles de personas despedidas en el Estado y el sector privado, la criminalización de la protesta, la profundización de prácticas de violencia institucional y la persecución ideológica”, dijo. Y con respecto a la promesa de Obama sobre la desclasificación de archivos, Carlotto leyó: Es obligación de todos los Estados y gobiernos aportar a la memoria, la verdad y la justicia. Por eso, esperamos que se cumpla el anuncio y que finalmente podamos acceder a toda la información que tiene ese país, que fue partícipe de los delitos de lesa humanidad que se cometieron en las dictaduras de la región”.
Recién a partir de las 19, la multitud empezó a desconcentrarse. Entre los que iban en retirada, una docente, que había asistido por primera vez con su hija y acompañada de una amiga, re afirmó la idea de la mayoría: “Decidimos venir porque esto hay que pasarlo de generación en generación, yo estuve trabajando con mis alumnos porque hay que enseñarle a los chicos lo que pasó”, dijo Gabriela Vanore. Por otro lado, Alfredo Vázquez, psicólogo y artesano, expresó claramente su conclusión sobre la marcha: “En esto hay una cosa muy notable, y es que creo que todos los que estamos acá, en lo más importante, pensamos igual. O sea, para todos nosotros el otro es importante, y por eso estamos acá, porque estamos tratando de cuidar al otro”.