Subidos al mapa

Subidos al mapa

El mapa interactivo de la ciudad dejó de tener un sector gris en el lugar donde deberían estar las calles de las villas y asentamientos. En conjunto con referentes de juntas vecinales, organizaciones políticas y habitantes de diferentes barrios, la Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia (ACIJ) y Wingu Tecnologías Sin Fines de Lucro desarrollaron un mapa digital y de código abierto en el que figuran calles y pasillos que habían quedado excluidos de la cartografía oficial porteña. La idea del proyecto es que a partir de ahora los habitantes de los lugares mapeados puedan consultar el estado de obras de urbanización o reparaciones y, si estas están frenadas, usar la plataforma «Caminos de la Villa» para hacer los reclamos correspondientes.

Rosario Fassina se desempeña en el Área de Derecho a la Ciudad de ACIJ. La organización trabaja desde hace más de diez años en distintos casos ligados a problemas habitacionales como el acceso al suelo, desalojos, inquilinatos, déficit habitacional y otros proyectos el de Caminos de la Villa. “Se trata de una herramienta digital. Surgió a finales de 2013 con la idea de geolocalizar las problemáticas de la villa y mantener un control y monitoreo de las obras públicas. La idea es hacer pública información que el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires no da a conecer respecto de la falta de urbanización y el estado de obras”, explicó Fassina a ANCCOM.

Para realizar la plataforma, la organización necesitaba cargar los mapas de las villas al de la ciudad. Sin embargo, según relataron a ANCCOM los integrantes de ACIJ, no pudieron acceder a ninguna información digitalizada. Luego de visitar la Secretaria de Hábitat y Ciudad sólo encontraron que había mapas en el Instituto de la Vivienda de la Ciudad (IVC) que estaban hechos en papel e incompletos. “Ahí dijimos: antes de la plataforma hace falta mapear los barrios”, contó Fassina.

Villa 20 en la ciudad de Buenos Aires.

Villa 20 en la ciudad de Buenos Aires.

El proyecto contempló el mapeo de cinco villas: Los Piletones, Villa 20, Fátima, la 21-24 y Zavaleta. La representante de Acij explicó que el primer paso fue comunicarles “a los vecinos, las juntas vecinales y la gente que se iba sumando la idea general. Con referentes barriales que ya conocíamos realizamos grupos de trabajo e hicimos recorridos con GPS de cada lugar de los barrios. Caminamos todos los pasajes”, agregó la representante del Área de Derecho a la Ciudad de ACIJ.

“Hubo mucho impacto, sorpresa de que alguien quisiera que figuráramos en el mapa”, manifestó Cristian Heredia, referente de la Junta Vecinal de la 21-24 en diálogo con ANCCOM. En la cartografía porteña, las villas “eran baldíos gigantes. Es importante el reconocimiento. Pasamos de ser una zona gris a formar parte de la trama de la ciudad, lo cual es ser reconocido como existente. Lo más importante es que no somos un espacio gris, somos parte de la Ciudad. Es sólo un paso en el largo camino para cumplir los derechos de quienes vivimos en las villas”, explicó Heredia.
A medida que se hacía el trazado, la información obtenida se cargaba a la página. «El trabajo se hizo con referentes del barrio, se  llevaba a los vecinos y ellos corregían los errores o lo que quizás les parecía que no tenía que figurar, como puertas de la casa”, explicó Fassina y agregó: “Una vez generados los mapas los cargamos a la plataforma y empezamos a pedir información de obras a todas las áreas del Gobierno de la Ciudad, las subimos y empezamos a capacitar a los vecinos para que puedan hacer uso de este servicio. Fueron ellos mismos quienes eligieron el nombre de la plataforma Caminos de la Villa.

Villa 20 de la Ciudad de Buenos Aires

Villa 20 de la Ciudad de Buenos Aires

«Los mapas que generamos son en código abierto, están en Open Street Map donde todos pueden colaborar o exportar recorridos y tomarlos para su mapa, a veces incluso poniéndolos en código cerrado como hizo la Ciudad con el mapa interactivo», contó Rosario. Actualmente,  «el mapa de la ciudad cuenta con los trabajos que hicimos y la Ciudad está completa. Hace un mes y medio ya se puede ver en el mapa interactivo las 36 villas y asentamientos de la ciudad. Aun nos falta un sistema oficial para sistematizar los reclamos de obras con el 147 pero estamos en diálogo con el Gobierno de la Ciudad para ello», remarcó Fassina.

Hasta la existencia de Caminos de la Villa, los barrios y asentamientos figuraban exclusivamente como bloques gigantes rodeados por las calles principales. La mayoría de los mapas o GPS los califican como zonas peligrosas e indican varias cuadras antes maniobras para evitarlos. «Si bien en los GPS que son de empresas privadas no está bueno que las villas aparezcan como zonas peligrosas, hasta que el Estado no reconozca a los barrios como tales, no podemos exigir a un privado que lo haga. El objetivo es que todos los reclamos que se suban a Caminos los pueda canalizar el Gobierno de la Ciudad, pero además es un primer avance en el todo general que es la necesidad de garantizar la igualdad de derechos para los habitantes de las villas y asentamientos», concluyó la representante de ACIJ.

Villa 20 en la ciudad de Buenos Aires.

Villa 20 en la ciudad de Buenos Aires.

Los muchachos publicistas

Los muchachos publicistas

En alusión a una lectura que el escritor argentino Carlos Gamerro hace sobre un cuento de Julio Cortázar, si el peronismo fuera definido como lo que llenó de discursos a la cultura argentina, es plausible suponer que existió todo un aparato comunicacional del Estado que, en buena medida, contribuyó a dar cuenta de este movimiento de masas. Con el propósito de que los interesados de hoy puedan conocer o rememorar la realidad comunicativa de la primera década peronista, la Biblioteca Nacional Mariano Moreno exhibe, de manera inédita, una muestra con el material impreso de aquellos años,  en particular folletos.

“La incesante publicística. Folletos del primer peronismo (1945-1955)” se denomina la exposición, que comprende una recopilación de 237 impresos del período, bajo la curaduría de Roberto Baschetti, propietario de buena parte del material y sociólogo, archivista, historiador e investigador especializado en peronismo.

En diálogo con ANCCOM, Baschetti contó el origen de la muestra: “No hay antecedentes de exhibición de los folletos del peronismo y este año se cumplía el 70 aniversario del 17 de Octubre. Por eso, cuando a comienzos de año, le ofrecí al director de la Biblioteca, Horacio González, no sólo aceptó enseguida sino que aumentó la apuesta ofreciendo un catálogo, que, como sabemos, es lo que queda como valor histórico, lo que queda registrado en el tiempo. Las colecciones pasan, los catálogos quedan”.

Entre los temas que han sido referenciados en los folletos, se hallan las Fuerzas Armadas y de seguridad, el Tercer Mundo y la Tercera Posición, la economía (la industria, el campo y el agro), la salud, los deportes, la política, la nueva doctrina peronista y, por supuesto, el sindicalismo y la clase trabajadora. En relación a cuánto hay de actividad propagandística y cuánto de política concreta, Baschetti asegura que en estos documentos no hay un desfasaje entre lo que se comunica y el hecho fáctico: “Los folletos han sido dados a conocer una vez que el acontecimiento ha sido concretado”. Y ejemplificó: “Está reflejado el Estatuto del Peón, el Estatuto del Periodista, la normativa gremial que reúne a los docentes, la reforma de la Constitución en el 49, tan importante porque suma muchas mejoras a los derechos de los trabajadores”, entre otros acontecimientos.  

Antes que peronista, Olga, a los 84 años, se asume como “evitista”. Al recorrer la colección, con su andar pausado, no pudo evitar la añoranza por aquel período de novedad política y transformación social. Detuvo su mirada en un pliego con un  índice de precios máximos y de inmediato recordó la actual medida de Precios Cuidados, el acuerdo que la Secretaría de Comercio de la Nación ha logrado establecer con los proveedores comerciales para la canasta básica de artículos. “Habla de las posiciones de un gobierno por tomar decisiones para el pueblo en general. Cuando yo era chica no era raro que se impongan cuáles eran los precios que había que pagar por los alimentos”, señaló la mujer que suele visitar las bibliotecas junto a su hijo.  

María Elena (38) está acompañada por su marido y su pequeña hija. Está vinculada al peronismo, primero, desde lo afectivo, por tradición familiar, y, después, por una decisión personal. Conforme a sus palabras, en la colección “hay cosas que me contaban mis padres de la época en que eran chicos, como la defensa de la soberanía, Braden o Perón, la lucha contra el clero, la recuperación de los ferrocarriles o la inauguración de hospitales y escuelas”.

Ariel (24) estudia Historia. Una parte de su familia se declara peronista, con lo cual siempre ha tenido presente el gran cambio que significó dicho movimiento de masas. Sin embargo, con el correr de la carrera, prefirió adoptar un espíritu más crítico sin dejar de destacar los logros que beneficiaron a las clases populares. “El peronismo siempre terminó siendo la opción más potable y más valiosa, aún con sus defectos”, explicó Ariel. Y añadió su opinión comparativa sobre la política comunicacional del presente: “Encontré mucha publicidad de un Gobierno que se presenta de forma potenciada como defensor del obrero, algo que no se ve tanto en la publicidad actual. Aunque en este último tiempo, con la campaña electoral, se retomó esa mística del peronismo y es posible ver exacerbadas esas cuestiones: la lucha contra la oligarquía, la defensa de los derechos del trabajador, el apoyo a la educación”, por nombrar algunas. Ariel hace una pausa y se toma su tiempo, entre tantos anuncios y estímulos visuales, se pregunta qué repercusión y grado de efectividad tuvo todo este mensaje en sus receptores.

 

Para Baschetti (65), que desde los 25 años colecciona documentación de valor histórico, el trabajo de la Subsecretaría de Informaciones y Prensa de la Nación era capital ya que se hacía necesaria una comunicación acerca de la nueva realidad que se estaba desarrollando, a mucha velocidad, en aquel entonces. Hay que recordar que la Subsecretaría mantenía una actividad intensa, sobre todo a partir de 1949, en que estuvo a cargo del polémico Raúl Alejandro Apold, con un funcionamiento incesante durante las 24 horas en tres turnos rotativos por día.         

El padre de Alejandra (47) fue abogado de Juan D. Perón: Alejandro Díaz Bialet. En 1973 Bialet fue el senador que al momento de renunciar Héctor Cámpora y Vicente Solano Lima debía haber asumido provisionalmente la presidencia, pero que fue exiliado del país para permitir que Raúl Lastiri ocupara ese cargo. Por eso, esta muestra -a la que destacó como “brillantemente montada”-, le caló de manera muy melancólica. Observó una carátula que le suscitó de inmediato mucha emoción: la que alude al Día de la Lealtad. Atenta a las actividades de la biblioteca, se quedó con la sensación de que efectivamente existió “el amor de un pueblo por su líder Perón y, obviamente, por Evita”. Y especificó: “Vas viendo qué es lo que se iba haciendo en educación, en deporte, en salud, en economía. Todo eso que recibía un pueblo por primera vez en su vida”.

Puede apreciarse, entre marcos y cristales, las más variopintas imágenes que tenía la finalidad de no solo informar el novedoso proceso sino también cimentar entre los trabajadores un sentimiento de identidad y pertenencia nacional. La creatividad artística se basaba en una estética muy de la época que resaltaba los valores más positivos del movimiento. Un obrero vestido de overol azul sosteniendo, con mirada orgullosa al horizonte, un escudo protector de las fábricas y la leyenda “17 de Octubre”; un libro que semeja la Constitución rodeada de una escarapela en cuyo fondo las fábricas están funcionando a todo vapor y en la que puede leerse “Perón, cuatro años de su Gobierno”; “Perón cumple” y la foto del líder alzado a una locomotora; o “Los muchachos peronistas – Marcha Canción” y el dibujo de unos jóvenes alegres movidos bajo el impulso de la música. A estos mensajes se agregan también los folletos que fueron divulgados durante los tres años en que Perón se desempeñó en la Secretaría de Trabajo y Previsión, período que va de 1943 a 1946.  

Salvando la diferencia de coyuntura, es plausible establecer algún punto de contacto con la realidad del país. La posición de Baschetti está bien definida: “Los logros que se reflejaron en folletos en aquel primer peronismo podría bien ser retomado por los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández y también ser comunicados como conquistas sociales que, antes de estos doce años, no existían”, puntualizó el curador.  

Por su parte, no todos los visitantes sintieron una emoción positiva al recordar la época. A Luis (70), la muestra le retrotrajo a una sensación de pesadumbre al que describió como “el trabajo de adoctrinamiento de Apold”, y agregó: “Perón habla siempre al pueblo, a los maestros, al Congreso, al Ejército, pero no se los ve nunca ni a Perón ni a Evita escucharlos a ellos; con lo cual me recuerda un dicho de Carlos Zannini (n. del. r.: ex candidato a vicepresidente por el Frente para la Victoria): ´A la Presidenta no se le habla, a la Presidenta se la escucha’”.

En la presentación quedó afuera el material gráfico y de difusión que para Baschetti ameritaría otra exhibición: la propaganda opositora al peronismo. Es decir, “aquellos partidos que enfocaban la realidad de manera antojadiza a sus intereses y que al hacerlo quedaban descolocados ante esa misma realidad”, especificó el historiador.  

“La incesante publicística” tuvo su inauguración el 21 de octubre pasado y se mantendrá abierta al público hasta el domingo 13 de diciembre en el 1er piso de la Biblioteca Nacional “Mariano Moreno”, ubicada en Agüero 2502, en el barrio porteño de Palermo. Un compendio de imágenes que no es solo puro sentimiento peronista sino también documento de la memoria histórica de todo un pueblo.    

También cambió la fiesta

También cambió la fiesta

Cambió el signo político del país y también cambiaron los símbolos de los festejos. Los simpatizantes de la coalición triunfante Cambiemos celebraron en el Obelisco, un espacio más asociado a los festejos deportivos que políticos. La tradicional Plaza de Mayo siguió en manos de los militantes del Frente para la Victoria, que a pesar de la derrota decidieron salir a la calle, lo que tal vez sea una señal hacia el futuro: salir a la calle para cuidar las conquistas sociales de los últimos doce años.

En el Obelisco no había banderas partidarias ni de organizaciones sociales ni de agrupaciones sindicales. Tampoco hubo referencia a dirigentes históricos de la Nación en estandartes ni remeras. Solo se agitaban banderas argentinas, el paisaje sintonizaba con una fuerza política casi sin pasado, con apenas una década de vida. Ni siquiera hubo banderas amarillas, identitarias del PRO, la agrupación creada por el nuevo presidente, Mauricio Macri. Mucho menos estandartes de la histórica Unión Cívica Radical, el partido que le brindó la estructura territorial nacional de la que el macrismo carecía.

Desde las 20, cientos de macristas comenzaron a ocupar una parte de la avenida Corrientes, a la altura de la 9 de Julio. Se mostraban esperanzados, hacían flamear sus banderas argentinas y agitaban globos celestes y blancos, otro nuevo instrumento del marketing electoral.

Agitando su pandereta y emocionada, Verónica celebraba junto a su marido. Al momento de responder por qué había escogido al candidato de la oposición, expresó con seguridad: “Es la única persona en la que creo, lo voté desde el primer momento, es una persona confiable rodeada de un equipazo, se viene otro país. Para el futuro vislumbro transparencia, independencia de las instituciones, legalidad y orden”. Por su parte, Ezequiel de 23 años, con peluca de colores y envuelto en una bandera argentina, expresaba su creencia en que desde de aquí en más la zona sur de Buenos Aires podría llegar a mejorar. Gabriela, mientras mantenía la Whipala en alza, manifestaba: “Voté a Macri porque soy peronista, no soy kirchnerista. Tengo la esperanza de que se construya sobre lo que se hizo bien y que se cambie lo que está mal. Yo soy del Chaco y veo morir a los Pueblos Originarios. Es terrible”.

Fuegos artificiales, bengalas de humo, y el cántico del Himno Nacional formaban parte de la escenografía y la música ambiental en las inmediaciones de la 9 de julio. La policía se hacía notar con siete combis, estacionadas a un lado de la ancha avenida donde se cruzaban entusiastas del cambio y  peatones que hubiera preferido la continuidad.

A un costado, un joven remisero, que estaba con su mujer y su beba, intentaba explicar que él “no estaba a favor ni de uno ni de otro”, pero que tenía “miedo de que se venda lo que se fue consiguiendo durante estos años”. Como remate y en relación a los gobiernos kirchneristas, decía: “Gracias a ellos hoy no estamos como en el 2001”, haciendo alusión a la grave crisis financiera y económica que atravesó nuestro país en aquellos años.

Las gigantescas pantallas LED ubicadas en la esquina más importante de la Ciudad mostraban las imágenes de quien, según la tendencia de los números, ya se posicionaba firmemente como próximo Jefe de Estado bailando al ritmo de su banda favorita, Tan Biónica, junto a su esposa Juliana Awada y su hija Antonia. Mientras tanto, los simpatizantes macristas vociferaban: “¿A dónde están los que decían que nos iban a ganar?” y gritaban “¡Sí, se puede!”, en consonancia con lo que la gobernadora bonaerense recientemente electa, María Eugenia Vidal, había clamado desde temprano en su aparición desde el búnker de Cambiemos, ubicado en Costa Salguero. Por momentos, el hit era: “Y ya lo ve, para Cristina que lo mira por TV”.

Una caravana de camiones transportaba la leyenda “Gracias. Ahora más juntos que nunca”. Como ningún dirigente se hizo presente y las imágenes proyectadas con lo que ocurría en Costa Salguero no tenían audio, muchos asistentes seguían atentamente las transmisiones televisivas con auriculares, desde sus smartphones.

A medida que el recuento de votos confirmaba el triunfo de Mauricio Macri, una nueva tanda de manifestantes se acercaba, esta vez en automóviles, Se armó una larga caravana que hacía un rodeo al Obelisco y saludaba a la gente que desde más temprano se había congregado allí. Como los tempraneros agitaban banderas argentinas y globos. Le sumaban bocinazos, que reemplazaron a los tradicionales bombos de la política argentina. La revolución de la alegría -como la bautizó Macri- tenía cierto aire mundialero.