Dic 7, 2015 | destacadas
Hace un año y tres meses, la unidad de Derechos Humanos de la Fiscalía Federal del Chaco inició una investigación sobre la Masacre de Napalpí, crimen donde murieron al menos 400 personas de las comunidades Qom y Mocoví, con el objetivo de llegar a juicio para que se la juzgue como crimen de lesa humanidad.
El hecho
En 1924, la Reducción Napalpí (a 120 kilómetros de la ciudad de Resistencia) albergaba a las comunidades Qom y Mocoví, quienes eran obligadas a trabajar en las plantaciones de algodón en condiciones de semiesclavitud. Les pagaban con alimentos vencidos y ropas usadas, además de los maltratos que sufrían todos los días. Como si esto fuese poco, el gobierno de entonces quiso instalar un impuesto del 15% de lo percibido, lo cual llevaría la situación de pobreza a una extrema hambruna. Ante esto, las comunidades decidieron partir hacia las provincias de Salta y Jujuy para trabajar en los ingenios azucareros. El entonces gobernador Fernando Centeno les prohibió abandonar el territorio y, ante la persistencia indígena, ordenó la represión. El 19 de julio de 1924, alrededor de 130 policías llegaron a la Reducción Napalpí y dispararon con rifles. Alrededor de 400 personas murieron, entre ellos mujeres, niños y ancianos. Los que habían sobrevivido a las balas, luego fueron degollados.
A la ferocidad del ataque se le sumó la conspiración de los diferentes poderes del Estado para encubrir el hecho a través de una versión oficial asentada en el expediente. Se dejó establecido que el suceso se había tratado de un enfrentamiento entre Tobas y Mocovíes con un saldo de cuatro muertos. Al mismo tiempo, los medios de la época se hicieron eco de la versión oficial, con la excepción de El Heraldo, único diario que llevó adelante una investigación y denunció la matanza. Hubo también un fiscal que planteó que en el expediente faltaba la versión de los sobrevivientes y solicitó formalmente la exhumación de los cadáveres para profundizar la investigación. Su compromiso le valió un traslado a la provincia de Entre Ríos, con lo cual fue separado de la causa. Desde entonces, la masacre de Napalpí permanece impune.
En diálogo con ANCCOM, Diego Vigay, actual fiscal de la causa, explica que el hecho se enmarca en un “contexto de genocidio de los pueblos originarios en todo el país” y que existió un “trasfondo económico, étnico, ideológico y cultural” que avaló la masacre. Sin embargo, el hecho no tuvo la trascendencia ni la cobertura mediática de otras matanzas. Para Vigay, esto se debe a los prejuicios que circulan socialmente en torno a las comunidades de los pueblos originarios: “Tiene que ver con una cuestión cultural, con una mirada blanca de lo que han sido los genocidios”.
La masacre de Napalpí se inserta en un contexto histórico donde ese tipo de acciones contra los pueblos originarios eran moneda corriente. No era una práctica aislada sino sistemática llevada a cabo en conjunto por el poder político y los terratenientes. Al respecto, Vigay explica que la Reducción Napalpí “había sido creada con el objetivo de concentrar a las comunidades de los pueblos originarios del Chaco para adueñarse de esas tierras” y que esto se relaciona con que “el territorio del Chaco pasó a ser proclive a la plantación de algodón”, lo cual “se vincula a nivel mundial con la necesidad de la vestimenta de buena parte de los obreros que se iban incorporando a las fábricas en la época de la revolución industrial”.

Napalpí (a 120 kilómetros de la ciudad de Resistencia) albergaba a las comunidades Qom y Mocoví, quienes eran obligadas a trabajar en las plantaciones de algodón en condiciones de semiesclavitud.
El silencio
Una de las consecuencias que dejó la matanza de Napalpí es un profundo silencio en la comunidad alrededor del hecho. Silencio que responde tanto a una necesidad de olvidar para poder seguir adelante como a una fuerte presión social. Juan Chico es miembro de la comunidad Qom y, llevado por la necesidad de entender aquel hecho atroz, inició una investigación y escribió el libro “Napalpí. La voz de la sangre”. Para él, las matanzas de Napalpí y de El Zapallar, ocurrida en 1933, “marcaron profundamente la identidad, la historia y la memoria de la vida” de la comunidad. Por eso, resulta difícil hablar. A esto se le suman los estereotipos y prejuicios que circulan socialmente acerca de los pueblos originarios: “En la sociedad hay instalada una mirada y un estigma sobre los pueblos indígenas que identifica al indígena con el vago, el haragán, el que no quiere trabajar”, explica Chico y continúa: “La gente piensa que los indios están buscando venganza y no pasa por ahí, no hay rencor, los viejos quieren contar lo que pasó con cierta esperanza de que se haga justicia”.
Una de las cosas que más le impactó a Chico al comenzar su investigación fue el silencio que había alrededor del tema. Los viejos “nos decían que había que tener cuidado con lo que se habla. Fue tan fuerte ese miedo que quedó instalado. Lo que me impactó era el temor de hablar de Napalpí. Estaba prohibido, era un tema tabú. La comunidad, para sobrevivir, no hablaba”. Sin embargo, Juan Chico pudo más que ese silencio y logró llevar a cabo su investigación. Cuenta que había muchas otras investigaciones pero que se caracterizaban por tener una “mirada foránea y lastimera sobre el indígena”. Por su parte, Chico quería reivindicar la lucha de los pueblos y remarcar la importancia de los testimonios de los viejos.
La investigación
Diego Vigay es el fiscal a cargo de la investigación y cuenta con el apoyo de los fiscales federales Carlos Amad, Federico Carniel y Patricio Sabadini. Vigay cuenta que han recabado mucho material durante el proceso de investigación: “Una serie de investigaciones y de publicaciones alrededor de Napalpí que se complementan unas a otras, documentos históricos, expediente judicial y administrativo, diarios de la época, sesión de la Cámara de Diputados donde hubo una interpelación al ministro de esa época y, a la vez, existe una serie de investigaciones científicas que tienen que ver con una prueba de contexto. Hay mucho trabajo de investigación hecho alrededor de Napalpí, lo cual a nosotros nos facilitó mucho la tarea”.
El único sobreviviente es Pedro Balquinta, quien tiene 107 años y ya ha prestado declaración ante la fiscalía. Además, han incorporado los testimonios de Melitona Enrique y Rosa Chará, “a través de la voz de sus hijos”. Debido a la cultura del relato oral, esos testimonios “eran la voz de su madre contando lo que había padecido en la masacre”, explica Vigay.
En este momento, Vigay y sus colaboradores han incorporado los testimonios y la documentación relevada en la investigación y sólo les falta alguna prueba más: “Una cuestión es la posibilidad de exhumar las fosas comunes, eso se puede realizar”. Después queda presentar la causa ante un juzgado federal “solicitando que se lleve adelante un juicio por la verdad”, enfatiza Vigay.
Un juicio simbólico
La matanza de Napalpí no tuvo el tratamiento judicial necesario pero ya no quedan culpables vivos. Por eso es que la fiscalía plantea llevar adelante un juicio por la verdad, que “es la herramienta válida para juzgar un crimen de lesa humanidad donde no tenemos imputados vivos”, sostiene Vigay y explica: “El juicio por la verdad es un juicio sui generis. La idea es que el juicio pueda ser oral y público y que se puedan traducir los testimonios, que puedan hablar los investigadores, que se pueda leer la documentación, que exista una sentencia de la justicia federal que pueda reconstruir los hechos y el contexto económico y cultural, que la comunidad pueda conocer la verdad de lo sucedido”. En definitiva, “trasuntar en una reparación simbólica a los pueblos originarios”.
Sin embargo, no todos los miembros del Poder Judicial ven con buenos ojos la realización de este tipo de juicios, ya que argumentan que ha pasado mucho tiempo y que implica volver a abrir una herida. “Pero a la par uno encuentra funcionarios con sensibilidad, que entienden que estamos ante crímenes de lesa humanidad y que hay una obligación del Estado de juzgarlos”, cuenta Vigay. Además, plantea que si existe un proceso de juzgamiento de los crímenes de la última dictadura, debería también haber uno de los crímenes contra los pueblos originarios. “Tenemos mucha expectativa en que funcionarios con una sensibilidad especial puedan llevar adelante este juicio por la verdad”, dice.
Para Juan Chico, esa posibilidad “es un anhelo” porque “tiene que ver con un cambio cultural”. Agrega que existe una gran resistencia a que se juzgue como crimen de lesa humanidad porque hay “sectores que todavía no ven a los indígenas como personas sujetas de derechos”. Para Chico se trata de “una justicia muy conservadora, que siempre estuvo al servicio de determinados intereses y que fue cómplice de lo que pasó en la dictadura”. Por lo tanto, el juicio por la verdad “va a marcar un antecedente para seguir pensando el futuro y que las nuevas generaciones realmente nos vean como personas con nuestra diversidad cultural”. Para los miembros de la comunidad es esperanzador. “El tiempo histórico y político que vive el país hace que podamos hablar de estas cosas”, concluye Chico.

“La gente piensa que los indios están buscando venganza y no pasa por ahí, no hay rencor, los viejos quieren contar lo que pasó con cierta esperanza de que se haga justicia”, dice el fiscal Diego Vigay.
El cambio cultural
Para Juan Chico, “el exterminio de los pueblos indígenas fue una cuestión de Estado”. Así, “la única forma de reparar el daño también tiene que ser una política de Estado”. Esto va a llevar tiempo pero lo fundamental es el cambio cultural, es decir, “ver al indígena como sujeto de derechos, porque durante mucho tiempo fue objeto de estudio. A lo que apostamos es a un cambio cultural, que todos tengamos igualdad de oportunidades y de derechos”. En tanto, para Diego Vigay, las dos palabras que resumen la masacre de Napalpí son “sangre y dinero”.
Textuales
En el marco de la investigación, prestaron declaración los hijos de Rosa Chará y Melitona Enrique, sobrevivientes de la masacre. Como parte de la tradición oral que forma parte importante de la cultura de los pueblos originarios, la fiscalía entendió que ellos pueden dar testimonio en función de lo que han escuchado de sus padres.
Sabino Irigoyen, hijo de Melitona Enrique, contó: “Una mañana muy temprano era sábado, casi al salir el sol, vinieron los policías (…) y empezaron a tirar y a matar. Tiraban todos juntos. No le dieron tiempo a salir. Muchos murieron con la primera descarga. Tiraban sin ninguna contemplación. Había ancianos, niños, jóvenes, mujeres embarazadas. Los heridos trataban de correr. La policía avanzaba y seguía tirando, para aniquilar, para fundirle a todos los que estaban haciendo el reclamo…”
Mario Irigoyen, hermano de Sabino, narró: “Los que se escaparon se iban al monte. Mataron como 400 o 500 según lo que contaban mis padres. (…) Mi madre y sus padres estuvieron escondidos en el monte y no podían salir por los policías que los estaban siguiendo, no se podían acercar a la toldería. Le jugaron a mi pueblo, no les dejaron enterrar cristianamente a mis seres queridos, bajaban los pájaros que comen los cadáveres. Es algo muy triste esta historia por eso no quiero casi hablar. A los caciques les sacaron los testículos, las orejas, le hicieron trofeos. Todo esto me contaron mis padres…”
Carmen Delgado, hija de Rosa Chará, relató: “ Los hombres de la familia (…) fueron tomados como rehenes y le hicieron hacer los pozos para enterrar los cadáveres. En las fosas enterraban a niños, mujeres, hombres asesinados de las etnias toba, mocovíes y también algunos los criollos. (…). Asesinaron como a 450 aborígenes y algunos criollos pedían compasión pero que los mataban igual…”.
Dic 7, 2015 | destacadas
Agrupaciones argentinas que integran el Colectivo de Derechos de Infancia y Adolescencia -una red de organizaciones de todo el país que trabaja de manera horizontal- presentaron este mes, en el Congreso de la Nación, la mini serie La Mesa de la Cocina: “Es un esfuerzo muy grande para darle voz a los chicos, y está muy bueno que ellos puedan expresarse y caminar junto con nosotros para aportar a que sean reconocidos los derechos de los chicos”, aseguró Facundo Hernández, miembro fundador del Colectivo. La producción a la que se refiere es el primer proyecto comunicacional co-producido y realizado por adolescentes de países que forman parte de la Red de Coaliciones Sur: Brasil, Bolivia, Paraguay, Argentina y Uruguay. La saga cuenta con la característica de ser multi-soporte, es decir, está preparado para ser difundido en cualquier espacio audiovisual.

“Es un esfuerzo muy grande para darle voz a los chicos, y está muy bueno que ellos puedan expresarse y caminar junto con nosotros para aportar a que sean reconocidos los derechos de los chicos”.
La Mesa de la Cocina se filmó a principios de 2015 con el objetivo de promover una campaña que diera difusión a las problemáticas que viven niños, niñas y adolescentes de los diferentes países de la región y para contribuir al cumplimiento efectivo de sus derechos. “Es una serie de micro programas para televisión o webisodios, episodios para Internet, que está hecha en 4K, una calidad muy buena, cuatro veces mayor al HD”, explicó Nicolás Font, uno de los realizadores de Alta Productora, encargada del trabajo en cada país. “Es el primer trabajo, quizás, hecho por adolescentes en esa calidad. Es la mejor que existe hasta ahora y esto sirve para que la serie no pierda temporalidad, es decir, cuando los celulares vengan con pantallas 4K o los televisores vengan con 4K, vamos a poder seguir promocionando la serie”, aseguró Font.
El primer capítulo funciona como presentación: se muestran imágenes aleatorias de diferentes lugares de Latinoamérica y, luego, en una escuela de cada país, los maestros proponen a los chicos realizar como tarea un trabajo grupal en el que deben investigar sobre los derechos de los niños y niñas, para finalmente exponerlos en clase. Los chicos arman diferentes grupos, se presentan, y dan lugar a los cuatro capítulos siguientes en los que cada colectivo debate, en la mesa de la cocina de sus casas, sobre el tema que le tocó.

Es una serie de micro programas para televisión o webisodios, episodios para Internet, que está hecha en 4K, una calidad muy buena, cuatro veces mayor al HD”, explicó Nicolás Font, uno de los realizadores de Alta Productora.
Cada capítulo corresponde a un país y tiene una duración de entre cinco y seis minutos. Marcela Val es miembro de la Fundación Che Pibe -que integra el Colectivo de Drechos- y fue la facilitadora de la Comisión Participación Protagónica de Niños, Niñas y Adolescentes que llevó a cabo el capítulo realizado en Argentina. Val contó que en una reunión regional se decidió qué temática trataría cada país. A Argentina le tocó el Derecho a la participación protagónica, a Brasil el derecho a vivir sin ningún tipo de violencia, a Uruguay el derecho a la Educación y a Paraguay el derecho a la Salud y el Medio Ambiente.
“El proyecto lo venimos planeando hace cuatro años, pero se empezó a ejecutar hace dos. Primero con encuentros y reuniones entre los chicos, y después con el encuentro internacional de las redes. A fines del año pasado definieron los temas a tratar y la división de los capítulos. Esos fueron los primeros trazos, después vino todo un año de rodaje por los distintos países, en donde tomábamos informes de lo que iban haciendo los otros países en simultáneo. Todo el tiempo nos estuvimos manejando por Skype, en coordinación, y al final logramos este resultado del que estamos muy contentos”, contó Val a ANCCOM.

La producción a la que se refiere es el primer proyecto comunicacional co-producido y realizado por adolescentes de países que forman parte de la Red de Coaliciones Sur: Brasil, Bolivia, Paraguay, Argentina y Uruguay.
El capítulo que tocó realizar a Argentina se filmó en Tucumán y sus protagonistas fueron chicos de esa provincia. También contó con la participación de adolescentes de otros distritos que colaboraron en la actuación, la adaptación del guión y el vestuario: “Todo eso estuvo hecho en un trabajo de taller con los chicos que definieron qué planos querían, qué lugares querían, cómo tenían que ser los personajes, cómo se tenían que vestir, qué tipo de tono tenían que tener, las cosas que tenían en la mesa, porque algunos tenían objetos pero también alimentos relacionados con el lugar de cada país. Así que esa fue una construcción muy colectiva, y después en el momento de la actuación también fueron los verdaderos protagonistas”, dijo Font.
Al terminar la proyección durante la presentación, varios chicos contaron sus experiencias en la realización. Los protagonistas de Paraguay detallaron cómo decidieron incorporar diálogos en Guaraní para “mostrar algo que sea significativo de nuestro país”, y los chicos de Uruguay propusieron cambios en el guión que recibieron para que se adaptara a sus modos de hablar, y para que tuviera “un estilo más joven”. Entre todos elaboraron diferentes maneras posibles para la difusión, como llevar la serie a los barrios, o publicarla en las redes sociales, y también impulsar el proyecto para que pueda llegar a ser transmitido entre las publicidades de cine y televisión.
Desde la productora anunciaron que próximamente los capítulos estarán disponibles en una página web, en donde además, la idea es “generar que en esa web puedan hacer video-minutos, o videos rápidos, para contar cuáles son los problemas, o los deseos, y cuáles son las búsquedas que tiene cada uno desde su lugar. La idea es que puedan seguir en contacto, como en una especie de asamblea permanente entre las distintas regiones del mismo país y entre los distintos países”, aseguró el productor y concluyó: “Esperemos que la serie no quede obsoleta por la calidad, sino que quede obsoleta porque todos los derechos de los que habla la serie, se hayan resuelto”.
Dic 7, 2015 | inicio
En diciembre de 2010, una serie de movimientos populares comenzaron a reformular el escenario sociopolítico de países árabes como Túnez, Egipto, Libia y Siria. La denominada “Primavera Árabe” llevó a que, en los primeros dos casos, los gobiernos fueran abandonados por sus respectivos dirigentes; en los segundos, la respuesta fue contraria. Esto implicó la posterior militarización de la sociedad y el comienzo de enfrentamientos cotidianos que dieron lugar a una guerra civil que ya lleva cuatro años. Los intereses internacionales están implicados en la problemática: por un lado, Estados Unidos de América y Europa plantean que la única salida posible es la renuncia del presidente Bashar Al-Assad; por el otro, Rusia, Cuba y China, entre otros, lo apoyan y se oponen a la intervención extranjera en el país, que ya ha ocasionado más de 230 mil muertes. Por esta situación, la vida cotidiana en Siria ha sufrido modificaciones considerables y la crisis migratoria hizo eco en todo el mundo, ya que son millones las personas que están buscando alternativas en otros sitios, entre los cuales está incluida Argentina.
Según las estadísticas oficiales de la Comisión Nacional para Refugiados (CONARE), perteneciente al Ministerio de Interior y Transporte de la Nación, en los últimos tres años fueron 233 los refugiados sirios que arribaron al país: en 2012 llegaron 40; al año siguiente fueron 130 y, el año pasado, 63. La CONARE, creada a partir de la Ley General de Reconocimiento y Protección al Refugiado Nº 26.165 sancionada en el año 2006, tiene entre sus principales funciones las de resolver sobre el reconocimiento y la cesación de la condición de refugiado; otorgar autorización para las solicitudes de ingreso al país por motivo de reunificación familiar y reasentamiento y convocar a autoridades nacionales, provinciales y municipales con la finalidad de coordinar acciones que conlleven el cumplimiento de los objetivos de la mencionada ley. Al mismo tiempo, garantiza la protección de los derechos de los refugiados, la asistencia a éstos y a sus familiares, y su inserción en las esferas sociales y económicas del país.

Grecia. Refugiados y migrantes caminan para cruzar a la República de Macedonia.
En octubre de 2014, se puso en marcha el Programa Siria, un plan especial humanitario para extranjeros afectados por el conflicto, que permite que un ciudadano en Argentina pueda solicitar el visado para familiares hasta un cuarto grado de parentesco. La idea fundacional es asistir a quienes están experimentando el conflicto armado y se ven directamente afectados. Según las cifras del Programa, en el transcurso de 2015 ya son 63 los sirios que han llegado a suelo argentino. El trámite puede iniciarse en la Dirección Nacional de Migraciones (DNM), por una persona que acredite grados de parentesco o afectividad con el potencial beneficiario de la visa humanitaria, o en el consulado argentino en Damasco.
Con la posibilidad de utilizar esta medida estatal, Leila Haikel contó a ANCCOM cómo tomó la decisión de traer a su prima y a su sobrina desde Yabroud, la ciudad en la que vivían, a 80 kilómetros de la capital Damasco: “Hace dos años, la situación en la ciudad de mi familia estaba muy complicada por los bombardeos, secuestros y presencia de tanques. Un día, hablando por teléfono con mi prima, escuché una explosión. Se cortó la comunicación y, durante varias horas, perdimos contacto. Esa madrugada le escribí preguntándole si quería venir con su hija. No pensé en cómo cambiaría mi vida, sino en salvar a dos personas, y eso estaba por encima de cualquier análisis”. Khawla recuerda que tenía 29 años y su hija Lamar cuatro, cuando llegaron a Buenos Aires: “Nunca había pensado en salir de Siria. Cuando mi prima me invitó a venir por la situación que estábamos pasando allá, no lo dudé, aunque me costó tomar la decisión porque dejaba al resto de mi familia. Pero quería salvar a mi hija y poder ayudar desde afuera, porque había muchos bombardeos, teníamos poca comida, estábamos sin luz ni agua”.
Según la Convención de 1951 sobre el Estatuto de los Refugiados y de su Protocolo de 1967, un refugiado es toda persona que “debido a fundados temores de ser perseguida por motivos de raza, religión, nacionalidad, pertenencia a determinado grupo social u opiniones políticas, se encuentre fuera del país de su nacionalidad y no pueda o, a causa de dichos temores, no quiera acogerse a la protección de tal país”. Los beneficiarios acceden a una visa de ingreso que permite la residencia temporaria por dos años, con la posibilidad de una prórroga de un año más. En ese período, pueden tramitar la obtención de un DNI de residente temporario y, luego de tres años, pueden solicitar la residencia permanente.
Khawla es diseñadora gráfica y trabajaba en el área encargada del diseño de relojes en una empresa que cerró cuando se intensificó la guerra. La vida acá no es la misma: “En Siria era normal juntarse y trasnochar con familiares o amigos. Ahora todo es distinto. El cambio fue importante aunque de a poco nos vamos acostumbrando. Cuando llegué al país me encontré con gente muy buena, me ayudaron mucho, con el idioma principalmente. Ahora nos levantamos a las 6 y regresamos casi a las 19, comemos, dormimos y así se nos pasan los días”. Luego de estudiar intensivamente el castellano, comenzó a trabajar en un puesto administrativo y así terminó de acomodarse y retomar su vida como una más: “Al principio me miraban porque uso hiyab, el pañuelo que se colocan las mujeres musulmanas en la cabeza, pero luego me empezaron a tratar normal, no como alguien rara”.

Grecia. Refugiados y migrantes esperan en una estación de tren para cruzar a la República de Macedonia.
A diferencia de aquellos que migran por diversos motivos, el reconocimiento de la condición de refugiado está orientado a brindar protección internacional para quienes se encuentran amenazados por sus opiniones o por guerras en sus respectivos países. Haikel recordó cómo fueron los días de tramitar y conseguir el pasaje para viajar a Argentina: “Sólo pedía a Dios que no les pasara nada en el camino al Líbano, porque había muchos controles, francotiradores y bombardeos. Podía pasar cualquier cosa pero, cuando estuvieron en el avión, respiramos”. Una vez acomodadas en la ciudad, el Estado se encarga de colaborar con su asistencia e integración. A los niños, por ejemplo, se les asigna un tutor que garantiza que asistan a la escuela y aprendan el idioma. Los grandes, por su parte, se ocupan de mantener las costumbres de sus tierras natales: “A veces nos juntamos con otros sirios que vinieron en la misma situación que nosotras, compartimos recuerdos, canciones, comidas. Nos reímos, pero todo quedó atrás, lamentablemente. En nuestros corazones hay mucho dolor”, dice Khawla.
La CONARE también articula con organizaciones internacionales como el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), las medidas necesarias para garantizar la integración y protección de quienes no pueden volver a sus países de origen. El objetivo central es el de resguardar los derechos y el bienestar de los refugiados, al mismo tiempo que se intenta encontrarles soluciones a largo plazo, que tienen que ver con la inserción en la vida cotidiana de un país que les resulta completamente ajeno. ACNUR surgió en Europa después de la segunda guerra, para ayudar a quienes había perdido absolutamente todo. Ese mismo continente hoy debate acerca de cuántas personas aceptará recibir cada uno de los 28 países que conforman la Unión Europea. Al respecto, Haikel mencionó: “No se puede explicar con palabras. Hemos visto pilas de criaturas muertas en estos cuatro años de conflicto. La gente subía videos para que el mundo los viera y los ayudaran, pero siempre se les dio la espalda. Hoy los países europeos que analizan el ingreso de los refugiados, aportaron mucho para generar una mayor desestabilización en Siria”. Para ella, la única solución posible es darle un final al conflicto bélico. Su prima, que aún se sobresalta cuando escucha truenos, recordó a sus familiares y contó que tiene miedo de no volver a verlos: “Siempre tengo en mi cabeza volver a Siria, es mi país, lo quiero y tengo a toda mi familia, pero por ahora es imposible porque la situación es muy crítica. Ruego a Dios que todo termine pronto y lleve paz al pueblo sirio que tanto lo necesita”.
Dic 2, 2015 | inicio
Experimentar la sensación de volar a través de un simulador de ala delta y combinar compases al azar en la máquina del vals de Mozart. Decodificar la comunicación de las abejas y recorrer un laberinto a ciegas guiándose con sonidos como hacen los murciélagos. Crear música con formas geométricas y dirigir tu propia película animada en stop motion. Estas son algunas de las actividades que propone “Lugar a dudas”, el espacio interactivo del Centro Cultural de la Ciencia (C3), perteneciente al Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva (MinCyT), que invita a los visitantes a hacerse preguntas sobre física, química, biología, computación y matemática, entre otras disciplinas.
“El Polo Científico y Tecnológico siempre se pensó con tres patas principales, la gestión de la ciencia, la investigación, y faltaba la comunicación pública desde el Ministerio: eso es lo que representa el Centro Cultural de la Ciencia”, explicó a ANCCOM Diego Golombek, investigador del Conicet y responsable de los contenidos científicos del Centro Cultural.
El C3 es el primer museo interactivo de ciencia nacional. Se trata del único centro cultural del país creado para acercar la ciencia y la tecnología a la sociedad y llevarlas al plano de lo cotidiano. “Dentro de ‘Lugar a dudas’ lo más interesante era pensar cómo queríamos contar la ciencia –señaló Golombek –. La mayoría de los museos científicos lo hacen desde las disciplinas; acá quisimos contarla de otra manera, a partir de conceptos de las Ciencias Naturales y, después de mucho discutir, nos quedamos con el Tiempo, la Información y el Azar”. Esos son los nombres de las tres salas de muestra permanente, donde los visitantes eligen su propio recorrido con la asistencia de los “copilotos”, un equipo de estudiantes de Ciencias Exactas de la UBA que fueron seleccionados y capacitados para guiar al público y responder inquietudes sobre la percepción del tiempo, la transmisión de señales y las múltiples posibilidades del azar.

“El Polo Científico y Tecnológico siempre se pensó con tres patas principales, la gestión de la ciencia, la investigación, y faltaba la comunicación pública desde el Ministerio: eso es lo que representa el Centro Cultural de la Ciencia”
Todos los módulos interactivos fueron pensados y realizados por científicos, diseñadores y museógrafos locales, a partir de licitaciones públicas y convenios con los departamentos de arte de la Universidad Nacional de Tres de Febrero, de la Universidad Nacional de La Plata y de la Universidad Maimónides. “El proyecto tiene poco menos de tres años –detalló Golombek-. Desde el diseño general de la idea, de los lugares, hasta el contenido y la realización, todo fue hecho acá. Nos asociamos con artistas, diseñadores y escenógrafos, para que, además, fuera algo estéticamente muy lindo para recorrer”. Así, “Lugar a dudas” resulta una mezcla de parque de diversiones, cine retro y una sala de entretenimientos donde jugar didácticamente es beneficioso para el conocimiento.
Los engranajes de un reloj dan la bienvenida a la sala El Tiempo, donde las butacas del microcine ya representan un viaje a otra época. Allí dentro, pedalear una especie de sillón-bicicleta permite avanzar y retroceder en el tiempo, mientras que otras propuestas como el Tren Relativo –decorado con asientos del viejo subte A–, un simulador de realidad aumentada y videos que le hacen “zoom” al fenómeno temporal, contrastan el tiempo subjetivo con los minutos efectivamente transcurridos. Además, se pueden comparar los distintos tipos de relojes, y recorrer el calendario cósmico del físico Carl Sagan, una escala que comprime proporcionalmente la historia del universo en un año y pone en perspectiva el desarrollo de la humanidad: si el Big Bang ocurriese el 1° de enero, el origen del hombre se vería recién el 31 de diciembre a las 23 horas.
Una reproducción de la Cueva de las Manos como metáfora de señales que perduran en el tiempo invita a ingresar a la sala La Información, donde también es posible encriptar y descifrar mensajes, aprender a leer la comunicación no verbal y experimentar cómo comparten información los animales.

El C3 es el primer museo interactivo de ciencia nacional. Se trata del único centro cultural del país creado para acercar la ciencia y la tecnología a la sociedad y llevarlas al plano de lo cotidiano.
La máquina generadora de valses le da vida al juego de dados inventado por Wolfgang Amadeus Mozart que combina de manera azarosa 16 de los 176 compases escritos por el músico hace dos siglos y medio; se obtiene una melodía única si se tiene en cuenta que para escuchar todas posibilidades se necesitarían unos 40 mil millones de años. La sala El Azar aborda el universo de las probabilidades, las estadísticas, las intuiciones, las predicciones y el caos. ¿Podemos estimar el peso de una moto? ¿Cuántas personas comparten nuestra información genética? Desde los asientos automatizados de Las Puertas de la Percepción es posible, además, viajar por el espacio al ritmo del satélite nacional Arsat.
Por su carácter lúdico, las actividades pueden ser disfrutadas por un público amplio y de todas las edades pero la propuesta está especialmente orientada a chicos y chicas de 12 a 18 años. “Queremos apelar al público adolescente, que es complicado porque o no le interesa o piensa que es para nenes –expresó Golombek-. Para nosotros es muy importante ese público porque queremos fomentar vocaciones científicas”. Promover el interés por carreras científico-tecnológicas es uno de los objetivos principales de la creación del C3 como parte del Programa Nacional de Popularización de la Ciencia y la Innovación. Además del espacio interactivo, el edificio alberga un laboratorio de libre uso para estudiantes de nivel primario y secundario; un taller para desarrollo de proyectos; una biblioteca con material de divulgación científica; un aula digital; un auditorio; y dos salas para muestras temporarias sobre ciencia, arte y tecnología.

Por su carácter lúdico, las actividades pueden ser disfrutadas por un público amplio y de todas las edades pero la propuesta está especialmente orientada a chicos y chicas de 12 a 18 años.
“Sin el proyecto de ciencia y tecnología que hemos tenido en los últimos diez años, ni Tecnópolis ni este espacio hubieran sido posibles –reflexionó Golombek-. Tecnópolis marcó un terreno de masividad y de inclusión absoluta. Es una mega feria de ciencia y tecnología que ha tenido un efecto impresionante, han pasado como 20 millones de personas, un delirio. Todavía no sabemos valorar lo importantísimo que ha sido y la influencia que tiene en nosotros como divulgadores y en el público en general”. La continuidad del ministro Lino Barañao durante el próximo gobierno permite pensar que este tipo de acciones continuarán vigentes y surgirán nuevas propuestas que fortalezcan el camino que se ha empezado a recorrer desde la creación del MinCyT en diciembre de 2007. “Este es un espacio más chico pero permanente que esperamos que continúe en el tiempo –señaló Golombek-. Sería muy miope no mantener lo muy bueno que hemos hecho desde el Ministerio; hasta la oposición está de acuerdo en que estos espacios han sido importantísimos y han funcionado bien. Va a haber cambios, creemos que no serán cambios presupuestarios ni tremendos; esperamos que lo fundamental dentro del proyecto se mantenga”.
El C3 está en el Polo Científico Tecnológico, ubicado en Godoy Cruz 2270 en el barrio porteño de Palermo. El espacio interactivo “Lugar a dudas” está abierto sábados y domingos de 13 a 19:30 horas para público general, con entrada libre y gratuita. Las instituciones educativas de todo el país podrán solicitar recorridos guiados en visitasescolares@ccciencia.gob.ar

Nov 23, 2015 | destacadas