Multitudinaria marcha por el #Ni una menos

Multitudinaria marcha por el #Ni una menos

Ayer la plaza frente al Congreso Nacional se llenó de consignas en contra de la violencia de género. Miles de personas dijeron “basta” frente a la ola de femicidios que, sólo el año pasado, les quitó la vida a 277 mujeres, según las cifras del observatorio de La Casa del Encuentro. Organizaciones no gubernamentales (ONGs), Asociaciones barriales y profesionales, autoconvocados, hombres, mujeres y niños levantaron las banderas para reclamar “Ni una menos”. Ni una menos en los trabajos, ni una menos en las universidades, ni una menos en cada familia, ni una menos en el país.

La violencia de género no sólo es ejercida por parejas, ex novios o maridos celosos sino también por padres y vecinos, por ejemplo. Cansada de tanto padecimiento, Jésica Dumont, una joven tucumana de 15 años, se suicidó. Cuando la familia comenzó a investigar, se enteró que su padre abusaba de ella. Miriam Roldán, amiga de la familia y presente en la convocatoria, contó que el agresor “durante toda la vida ejerció violencia de género con la madre y sus hijas, apartándolas de los amigos, maltratándolas física y psicológicamente”. Todavía no está preso pero “los jueces tucumanos van a tener que hacer justicia”, enfatizó Miriam. Por su parte, Mauricio Casas estaba presente porque su madre y su hermana fueron víctimas de un vecino que las “hostigó durante diez años, llegó a golpearlas y las terminó matando”. Al día de hoy está prófugo y hace cinco meses que la familia no tiene respuestas por parte de la justicia. Habían hecho quince denuncias. Para Mauricio, la justicia se define por la “burocracia, la desidia, la corrupción y la inoperancia”.

El poder judicial y la policía se caracterizan, en muchas oportunidades, por la lentitud en los procedimientos y por la falta de respuestas ante los pedidos de los familiares. Marcos y Natalia estaban pidiendo justicia por su amiga, que murió luego de que su novio la dejara en coma debido a los golpes que le había dado. Actualmente, el agresor está prófugo. Ella pide que “se respeten los derechos de las mujeres” y que este acto “sirva de algo”.

La violencia de género está vinculada también a los abusos de poder. En febrero de 2001, en la localidad de Miramar, Natalia Melmann, una adolescente de 15 años, fue asesinada por cinco policías luego de ser abusada. Sus padres estaban presenten en la convocatoria. Laura, su mamá, cuenta cómo sucedió: “la raptaron en la calle, la llevaron en un móvil policial a una playa alejada y la mataron después de hacerle todo lo que le quisieron hacer; después de haberla matado, guardaron el cuerpo durante tres días en una casa porque todo el pueblo la estaba buscando”. Laura y su marido, Gustavo, lucharon y lograron llevar a juicio a casi todos los culpables: “en el año 2002 los encontraron culpables y les dieron reclusión perpetua”, cuenta Laura, pero todavía queda pendiente el juicio del último culpable. “No vamos a bajar los brazos”, enfatiza y el dolor se ve en su mirada. Además, existen una gran cantidad de casos en los que no se conoce quién fue el culpable. Es el caso, por ejemplo, de Érica Soriano, la joven embarazada que desapareció en 2010 y cuyo cuerpo nunca fue encontrado. Ester Soriano, presente también en la convocatoria, dijo que no sólo estaban allí por Érica, sino “porque todos somos parte, las personas nos tenemos que involucrar y participar y ayudarnos unos a otros”. Ester desea que el reclamo se efectivice en acciones por parte del Estado porque “no bastan las lindas palabras, son los hechos los que van a decir si esto sirvió para algo”.

 

Debajo de cada cartel pidiendo justicia había una mano que lo sostenía firme, con esa fortaleza que solo aquellos que pasaron por situaciones muy dolorosas pueden tener. Esos carteles contribuían a visibilizar a las víctimas. Ellas también estaban presentes.

Todas y todos, juntos y juntas

Todas y todos, juntos y juntas

Desde un balcón de la avenida Rivadavia, esquina Callao, seis vecinos rezan sus plegarias a Dios, al ritmo de una melodía evangélica. Mientras tanto, por la calle, miles de personas se movilizan exhibiendo carteles en honor a las mujeres: “Ni una menos, ni una más”; “ni a lavar ni a planchar, las mujeres a luchar”. Un río de selfies invade la Plaza Congreso: llueven hashtags en todos los celulares porteños. Banderines, carteles, cartones y telgopores se visten con palabras de aliento y reflexión. Una mezcolanza entre payamédicos, madres víctimas de la trata de personas, empleados estatales y municipales, estudiantes secundarios y universitarios, mujeres embarazadas y hasta miembros de la Iglesia católica marchaban hacia la misma Plaza. “Si una persona maltrata a un animal, lo mismo hará con una persona”, dice uno de los panfletos. Hasta Evita y Sandro participaron de la causa desde una remera.

Las diferentes posturas acerca del rol de la mujer se hicieron presentes durante la macha Ni una menos. Julieta y Karina, miembros de la agrupación de mujeres “María Eva”, del Sindicato de textiles y afines (SETIA) cuentan: “En los sindicatos son todos hombres, y la mujer está dejada a un costado”. “Vinimos a la marcha porque queremos ver qué se está haciendo y porqué la amiga de mi sobrina desapareció hace un mes y todavía no la encontraron”, dice Karina.

Alrededor de las 6 de la tarde, en un escenario ubicado en la plaza, Érica Rivas, Maitena y Juan Minujín leyeron los 5 puntos del documento del colectivo # ni una menos: “Pedimos la implementación del Plan Nacional de Acción para la Prevención Asistencia y erradicación de la violencia contra las mujeres que está en la Ley 26.485. Pedimos que se cumpla integralmente, que haya monitoreo y presupuesto para todo lo que se hace. Pedimos que se garantice el acceso a la Justicia a las víctimas; que haya patrocinio jurídico; que no se las revictimice; que las causas que tramitan en el fuero civil y penal se unan para que sea todo más ágil”, decía, ente otras cosas, el escrito consensuado por las y los organizadores de la concentración.

Muchas personas de las que asistieron era la primera vez que participaban de una marcha. Mirta, dueña de un catering para eventos, contó que “lo que me movilizó a venir a la marcha es que una de mis empleadas viene siempre con el ojo morado. Yo la tengo que maquillar para que pueda trabajar”, cuenta esta vecina del barrio de Caballito. Y agrega: “Si vos permitís un grito, o una mala mirada, viene lo demás. ‘Respetame, soy mujer, yo no soy ni tu sirvienta, ni tu mucama, soy un ser humano, como vos’. Cuando ya llegaste al golpe, ya no tenés más nada que hacer, mi amor, andate, aunque te mueras de hambre abajo del puente. Si no te dan bolilla en la comisaría, ¡yo creo que me paro en la puerta de la Casa de Gobierno y empiezo a gritar!”; “¿A un hombre que viola a un chico le bajan 3 años de condena porque el chico tiene ´tendencias gay´? Yo no creo en la justicia”, concluye.

Va llegando cada vez más gente a la plaza y son pocos los recovecos vacíos para transitar. Y en medio de eso, aparece Carla, prima de Paola Acosta, quien fue asesinada por el padre de su hija, en septiembre del 2014 en la provincia de Córdoba. El homicida también trató de asesinar a su beba Martina de un año y medio, por no querer pasarle la cuota alimentaria. “Paola fue encontrada muerta en una alcantarilla; Martina está viva de milagro, el padre y homicida está preso pero estamos esperando el juicio. (José Manuel) De la Sota nos lo prometió para antes diciembre- de 2014- y ya estamos en junio y no tenemos novedades”, afirmó la prima de la víctima.

A medida que fue cayendo el sol, el Congreso se iluminó de violeta, y los carteles se multiplicaron como estrellas. Llegó un obispo. “Todo bien, pero ¿por qué no viene sin el hábito?, ¡parece una cargada!”, exclamó al aire una chica. “Acá no entra ni una más ni una menos”, dijo una señora en referencia a la cantidad de gente. A las 18.30, a esa cantidad de panfletos se sumaron fuegos artificiales que cantaron ¡“Ni una menos, ni una menos! Y una manada de celulares retrató el momento. “Esto parece un recital: hasta te podés llevar una remera con la cara de Enriqueta – el personaje de Nik – por 120 pesos”, se escuchó.

«Cada uno tiene su color y cada uno aporta desde lo que es «

«Cada uno tiene su color y cada uno aporta desde lo que es «

Un chico con micrófono en mano y tatuajes en los brazos sube al escenario, se para en el centro y espera un momento. De pronto lleva el micrófono a su boca y empieza a emitir sonidos. Parecen soplidos. Parecen golpes. Lo que comienza como una respiración fuerte, como un ruido de viento, es, en realidad, beatbox. Con jean, zapatillas y remera gris, Miloo Moya, bailarín y beatboxer, es el encargado de abrir la presentación del Combinado Argentino de Danza (CAD) en el Dorrego. También lo hará el lunes 25 en la Plaza de Mayo, antes más de 800 mil personas.

El beatbox arrastra a otro bailarín al centro del escenario. Con remera, jogging y zapatillas Converse, el joven comienza a bailar malambo. Aparecen más bailarines que entran, bailan, se van, vuelven a entrar, se quedan quietos. Los hipnóticos movimientos de estos chicos, vestidos con camisa de jean, jogging, zapatillas y poncho, sugieren improvisación y espontaneidad, pero no: ninguna presentación escapa del ensayo y la práctica.

Es difícil dar una definición de algo que se aleja de cualquier tipo de encasillamiento y que huye constantemente de la uniformidad. Es difícil definir a un grupo heterogéneo de personas que esquivan las convenciones, que deciden experimentar y reformularse todo el tiempo. “Es más fácil pensar lo que no es el CAD que definirlo” arriesga con mucha razón Karin Idelson, videísta del Combinado.

El Combinado Argentino de Danza, dirigido por Andrea Servera, está formado por un grupo pequeño de bailarines de diversos estilos (hip hop, folclore y contemporáneo), el DJ Villa Diamante, el músico y percusionista Patricio Smink, la videísta y encargada de visuales, Karin Idelson, un manager y un productor. También cuentan con la ayuda de  Romeo Fasce y Luciana Quartaruolo en escenografía, de Bibiana Scholnik en la iluminación, y de Florence Arguello en vestuario.

El Combinado ensaya algunos días en un estudio en Chacarita y otros en el Centro Cultural Matienzo. No cuenta con espacio propio pero se las arregla. “Acá, en Argentina, entendernos como una compañía independiente no es un proyecto que tiene una banca desde el Estado Nacional ni desde la Ciudad” explica Andrea, la directora. “Conseguimos trabajos que están relacionados con el Estado, con empresas privadas o con proyectos determinados  pero no tenemos financiación fija” agrega. Es por eso que sostenerse como grupo y tener posibilidades de trabajo requiere de una disposición al cambio y a las modificaciones: bailaron en teatros, en espacios públicos, en escenarios chicos y hasta en estadios de rock. “Vamos cambiando, modificando y  moviendo las fichas para poder trabajar porque si no, se vuelve imposible” dice.

Ensayo del Combinado Argentino de Danza, CAD.

Ensayo del Combinado Argentino de Danza, CAD.

Si bien el Combinado nació en el 2011, Karin Idelson, fotógrafa, artista audiovisual y videísta del CAD,  se permite viajar un poco más atrás en el tiempo para explicar el nacimiento de una amistad que sería el germen del grupo. “A Andrea (Servera) la conocí en el 2006, cuando yo daba clases en Imagen y Sonido de la FADU” cuenta. En ese año vino a la Argentina Mauricio Kagel, un famoso compositor de música contemporánea. Se organizó el Festival Kagel, con actividades en la Ciudad y una de ellas era interpretar “La rosa de los vientos”, una pieza que refiere a ocho puntos cardinales. A cada punto se le asignó una pareja de un coreógrafo y un director, y ambos tenían que hacer un video-danza en vivo. Los coreógrafos eran los ocho mejores de la Argentina y entre ellos estaba Andrea. Los directores eran ocho ayudantes de la cátedra Trilnick de la FADU, a la que pertenecía Karin. “Nosotros éramos muy chicos” recuerda Karin. “Yo tenía 25 o 26, y de hecho varios de los ayudantes no quisieron hacerlo, otros eligieron trabajar en dupla porque solos no se animaban. Yo me mandé sola” dice y, por su cara, parece que todavía no puede creer cómo fue que se animó. “Nosotros no conocíamos a los coreógrafos porque la danza no era nuestro palo, pero yo ubicaba a Andrea Servera” recuerda. En ese momento, Karin trabajaba en la producción de programas del canal Ciudad Abierta y había tenido que contactar a Andrea. El programa con ella no se llegó realizar, pero pudo recordar su nombre y algo más: “Yo sabía que Andrea había dado clases de danza en la cárcel de Ezeiza y dije ‘Bueno, esta mina no debe tener problemas de ego. A mí pónganme con ella’. Pegamos muy buena onda y creo que fuimos la única dupla que trascendió, porque seguimos trabajando hasta el día de hoy” dice.

Desde entonces no pararon. Lo que siguió fue el Mercado de Industrias Culturales (MICA). Karin recuerda que se armaron desfiles de indumentaria que representaban a todo el país y se les pidió la realización de un video para presentar a cada uno de los diseñadores. Además, el evento requería una puesta en escena con música y bailarines. “Me pidieron que preparara algo performático que tuviera que ver con la Argentina” cuenta Andrea. “Yo venía trabajando desde hace mucho con el hip hop y la danza contemporánea, e intentando mezclar eso. Para esa ocasión especial se me ocurrió empezar a trabajar con el folclore. Entonces, en esa primera mezcla de lenguajes, apareció algo bien potente, no sólo en relación a la danza sino también en cómo los bailarines se mezclaron, en lo que pasaba socialmente adentro del grupo”. “Fue una locura –dice Karin–. Un poco fue la génesis del CAD. Nos empezaron a llamar, a convocar, a contratar y ahí se armó la compañía”.

Uno de esos llamados llegó desde Tecnópolis en 2011. “Me convocaron para que coordinara el Espacio Joven” recuerda Andrea. “Empezaron a venir muchos bailarines a improvisar y a trabajar y se fue armando esto que hoy es el Combinado. En ese momento fue como una idea. Iban cayendo chicos de diferentes lugares e íbamos probando”.

Laura Aguerreberry, bailarina del CAD, también recuerda a Tecnópolis: “Fue un poco espontánea la manera de empezar a habitar ese lugar, de bailar juntos, de ir a practicar. Era un espacio que nos incentivaba porque de repente te encontrabas con chicos de hip hop, folcloristas, contemporáneos, y no suele darse mucho ese cruce de grupos y de personas.  Ahí se empezaron a generar las primeras improvisaciones.”

El Combinado Argentino de Danza en acción,

El Combinado Argentino de Danza en acción,

Miloo Moya, bailarín y beatboxer, trabajó con Andrea en ese Tecnópolis y recuerda el momento exacto en el que, para él, nació el Combinado: “Teníamos un día de hip hop, otro de folclore, otro de contemporáneo. Como éramos muchos, empezamos a mezclarnos. Recuerdo un día en el que tenía a unos beat boys bailando por acá, unos de hip hop por allá, otros de folclore en el escenario, otro atrás practicando danza contemporánea. Entonces Andrea, parada delante del lugar, me preguntó qué pasaría si fusionábamos todo. Le dije que estaba buenísimo” cuenta con una sonrisa. Armaron un grupo de bailarines e incorporaron a DJ Villa Diamante, que fue algo muy innovador en un combinado de danza. “Los grupos de danza suelen bailar con bandas en vivo, pero tener un DJ era una propuesta muy fresca, muy nueva. Además terminábamos todos bailando y era genial. Empezamos esto como para probar y de repente nos subimos a un proyecto que estaba buenísimo” dice Miloo.

“Del mundo del baile, de la danza, no conocía nada” confiesa el DJ Villa Diamante. “Yo sólo hacía bailar a la gente” agrega divertido. ¿Cómo llegó al CAD? Un día Andrea, la directora, le preguntó a Leonardo Martirelli, de Tremor (el trío musical argentino), por algún DJ para musicalizar el CAD y Leo lo recomendó. Diamante tiene una fiesta, un sello discográfico, una disquería y varios proyectos que incluyen trabajos con otros artistas. Desde hace diez años es DJ en clubes, festivales, realiza giras por Europa y Latinoamérica. ”Tengo algo muy particular que es que trabajo con los mushups, que consisten en mezclar la base instrumental de un tema con la voz de otro diferente” explica, y nos da un par de ejemplos: “Capaz que agarraba un tema de Gustavo Cerati y en la parte de la batería  ponía a un rapero norteamericano a rapear algo, y después entraba Cerati y respondía, y los hacía jugar un poco –cuenta–. También tomaba un tema de Intoxicados y lo volvía cumbia, o un tema de folclore y le ponía la base de Dubstep, o un tema de Sandro y lo hacía hip hop”. Debutó en el CAD en 2012, con Tushh, una de las primeras presentaciones del Combinado. “Sonaban desde Los Ramones en portugués y Michael Jackson hasta un ‘Cantando bajo la lluvia’ de Gene Kelly. Era una cosa muy amplia” recuerda Diamante. “Después fuimos depurando un poco el estilo, y ahora estamos trabajando un ala mucho más folclórica: folclore digital, que tiene otro sonido. En el último show hay muchas cosas como remixes de Violeta Parra y Atahualpa Yupanqui. Con Pato (Smink) y con Miloo estamos trabajando y remixando a artistas de folclore más tradicional y poniéndoles beats del 2015. De esa forma mezclamos un poco esta idea del hip hop y lo folclórico, trabajamos la mixtura de sonidos, de estilos y de ideas, pero llevadas a hacer bailar a los chicos, que tienen su forma particular de hacerlo” dice.

 Ensayo del Combinado Argentino de Danza

Ensayo del Combinado Argentino de Danza

Con un grupo casi armado y en plena búsqueda de estilos y experimentación, surgió la necesidad de encontrar un nombre que los definiera. Lo que para muchos resulta una complicación, a Andrea Servera le pareció bastante sencillo: “Un día vimos una nota en el diario que hablaba del Combinado Argentino de Fútbol Playa y nosotros dijimos ‘Bueno, podemos ser el Combinado Argentino de Danza’. Al final quedó y se instaló como nuestro. Y acá estamos” dice con una sonrisa.

A Tecnópolis le siguieron obras, presentaciones y talleres en espacios como el Centro Ciudad Kónex, el Centro Cultural Ricardo Rojas, el Teatro San Martín, El Dorrego, el interior argentino, Sudáfrica (en 2014). “Esa fue la primera gira internacional de este grupo” dice Andrea. “Fuimos quince días a trabajar con una compañía de allá y bailamos. Hicimos cuatro funciones. Bailar en los barrios de Soweto y en las calles de Johannesburgo es de esas cosas muy mandadas ¿no? Creo que eso va de la mano del destino del grupo. Para nosotros fue genial y fue muy fuerte. Los bailarines con los que laburamos allá eran unos artistas tremendos, entonces también fue muy  exigente para nosotros” cuenta.

Cuando el escenario se lo permite, el Combinado despliega un trabajo audiovisual con imágenes propias que se encargan de acompañar al baile. Afuera del escenario, muchos de los videos-danza realizados por el CAD fueron seleccionados para participar en festivales como por ejemplo el Festival Internacional de videodanza de Buenos Aires., el “Danca em foco” de Brasil y el Festival “Futurs en Seine” de Francia.

La producción audiovisual está muy presente en el Combinado. “En el CAD hay algo muy fuerte con el video porque las nuevas generaciones filman y editan todo el tiempo. Eso condiciona un poco el trabajo pero a mí en lo personal me gusta mucho. Me gusta la mezcla de lenguajes, no sólo de estilos en la danza” dice Andrea. “Dialogar con otros lenguajes te hace encontrarte con otras maneras de vos mismos o de tu estética de grupo. Me gusta mucho hacer cosas audiovisuales. Lo hice mucho antes del CAD y acá quizás se reafirmó”.

El Combinado Argentino de Danza en acción

El Combinado Argentino de Danza en acción

Cuando Karin, la videísta, habla de la realización de los videos del CAD, dice que hay algo especial que se da y que no puede describir con exactitud. “Hay algo que me sigue pasando todo el tiempo, que no sé qué palabra ponerle, pero yo veo que los chicos bailan en vivo y la gente se prende fuego” explica. “No quiero usar la palabra magia” dice, pero finalmente la usa, porque no encuentra otra manera de definir lo que se genera: “Hay algo planificado y algo que emerge de la magia de los bailarines, la música, la escenografía y la cámara” admite. Karin realiza muchos trabajos fuera del CAD, pero lo que le pasa cuando trabaja con el Combinado no le pasa en ningún otro lado: “Lo confirmo todo el tiempo: la combinación de estar detrás de cámara y estar filmándolos me pasa con ellos y no con otros –afirma–. No me pasa con la danza, me pasa con ellos. Hay una energía con el equipo muy particular”. Y se nota. Karin cuenta que siempre están buscando algo nuevo para hacer desde lo audiovisual, pero no porque quieran ser originales, sino porque cada situación distinta pide una interpretación particular. En esta línea, el CAD realizó un video por los estudiantes mexicanos desaparecidos en Ayotzinapa y otro para convocar a la concentración del 3 de junio en contra de los femicidios.

El mushup de la música y del baile se refleja en el constante intento del combinado por alejarse de las ideas tradicionales y conservadoras que rodean al mundo de la danza. “Queremos romper esa estructura de la danza que es un bajón” dice Miloo. “Acá no importa si sos gordo, si sos flaco, si sos rapero, si venís de la danza. Acá somos todo uno” sentencia. Diamante, a su vez, destaca la relación particular que entablan con el público: “Desde el principio tratamos de incluir a la gente en el show. Por ejemplo en Tushh y en Tu casa habían momentos dentro o luego de la obra en los que incluimos a la gente. Cuando terminábamos agarraba el micrófono y decía ‘Bueno, ¿quieren bailar?’ Y la gente gritaba “Siii”, porque  después de estar una hora viendo a un montón de gente bailar, te dan ganas, te morís de ganas”. Terminar el show, poner música e invitar a la gente a bailar ya es un sello del CAD, dice Miloo.

Todos coinciden en que el motor del Combinado es Andrea, su directora. “Siempre nos está forzando a todos a ir un poquito más allá de lo que hacemos, o  a movernos en otra dirección” dice Karin. “En un principio quizás puede ser incómodo pero todos terminamos sumando” admite. Lo mismo opinan Diamante, Miloo y Laura. “Ella mezcla cosas que por ahí vos no ves. Me pasó algo con un dúo que tienen Laura y Nelson –cuenta Miloo–.  Eran dos cosas re diferentes y cuando los vi juntos en un ensayo me emocioné. Andrea ve cosas que el resto no, y cuando finalmente lo ves decís ‘Guau’”. “Esa experiencia fue increíble” coincide Laura. “Con Nelson ensayamos en una oficina, porque no teníamos sala de ensayo, y en tres horas fue muy natural la manera en que pudimos trabajar. Nos sorprendimos los dos y dijimos ‘Ah bueno, no era tan difícil’”

Ensayo del CAD

Ensayo del CAD

Diamante compara el trabajo de Andrea con el de un DJ. “Ella djea a los chicos. Mushupea” afirma. “Andrea no te dice: ‘Bueno, vos bailá y hacé la coreografía de esta forma’. Cada uno hace lo que le gusta hacer y ella ajusta las cosas. Como yo organizo la música, Andrea organiza el baile: es como una DJ de la danza” describe Diamante con precisión. “Cada uno tiene su color” dice Karin, “y cada uno aporta desde lo que es. En general Andrea hace una bajada del proyecto y de lo que se imagina y después cada uno interpreta. Hay mucha libertad para trabajar y mucha confianza después de tantos años.”

Andrea es bailarina y coreógrafa. También produce obras y video-danza. En ella, como en muchos de los miembros del CAD, conviven una variedad de actividades y pasiones. Es coreógrafa del Buenos Aires Fashion Week, es directora del Festival de Danza de la Ciudad, trabaja en moda, en eventos, en publicidades. Karin es fotógrafa y artista visual. Dio clases en la FADU y actualmente da clases en la Universidad Nacional de La Plata. Tiene una productora, hace videos para marcas, expuso fotografías en Berlín,  hizo “Canción de amor”, un documental que se presentó en el Bafici, y ahora quiere producir y grabar otra película. Ambas tienen varios proyectos paralelos al CAD e incluso realizan trabajos juntas, como por ejemplo el videoclip “Como el viento” de Las Pelotas que hicieron en 2013. Aún así, consideran al combinado una parte importante de sus vidas. “El CAD es un proyecto muy especial y del cual he aprendido muchísimo” dice Andrea. “Me requiere una energía muy distinta a otros proyectos que he tenido. Es central en mi vida en este momento, por lo que me pide y por lo que me da. Me escriben chicos que se vienen a vivir a Buenos Aires y me dicen ‘Me vine a acá porque mi sueño es entrar al CAD’. Me parece increíble que alguien venga a vivir a Buenos Aires porque quiere entrar a este grupo.  Es como una locura y es una responsabilidad. Tampoco siento que yo haya hecho esto queriendo eso. Es un poco lo que pasa. Hay algo que la gente se refleja y eso me emociona y me gusta” afirma. Karin destaca el crecimiento profesional que le aportó el Combinado: “El CAD casi que acompañó mi formación como realizadora. Fue muy orgánico mi pasaje de la cámara de foto a la cámara de video. Edito, soy directora, produzco, pero no lo estudié. Es muy autodidacta mi formación, que es casi la formación de muchos en el CAD. A medida que pasaron los años me profesionalicé  y eso se ve reflejado en los trabajos. Más que superar fases nos fuimos superando a nosotros mismos” sostiene. “El CAD ocupa un lugar  importante porque ahí hago cosas que no hago en ningún otro espacio” agrega, en sintonía con Andrea. “Creo que estamos todos contentos.  Es como una forma de ver tu trabajo multiplicado. Es una forma de traducir lo importante del laburo en equipo y que el laburo de todos se potencia.  De repente uno ve su trabajo en Plaza de Mayo, los videos replicados en un montón de pantallas en mapping, a Diamante pasando música para miles de personas, gente que baila con nosotros. Nunca lo imaginamos. Y hasta cosas más chiquitas siguen siendo mucho más hermosas que el trabajo individual. La verdad, es un lujo” remata Karin, con cara de verdadera satisfacción.

Ensayo del CAD

Ensayo del CAD

Algo parecido les pasa a los bailarines. “Actualmente hay un cariño con el proyecto” cuenta Laura. “Tiene que ver con un desarrollo humano y vincular. El CAD me da un espacio de mucha libertad, que también, con suerte, es trabajo remunerado. Siento que es una propuesta que está ganando espacios para la danza, socialmente. Que la danza aparezca en eventos como el 25 de mayo y que la gente se sienta atraída y convocada por la danza me maravilla cada vez más. La llegada del CAD hoy es más popular y más inclusiva” dice.  De hecho, suelen dar talleres en las provincias a las que viajan porque consideran importante el intercambio y la relación pedagógica con los otros. También se presentaron y dieron talleres en cárceles de menores y villas, y planean volver a hacerlo este año. “Mezclar lo social con lo artístico es por donde va el camino, para mí, en este momento –dice Andrea–. Hay muchísimas cosas que tienen que ver con la vida diaria o con nuestras realidades de las que es importante hacerse cargo. Está bueno para nosotros desde el arte hacerlo, y poner el granito de arena que podamos para modificar algunos valores y algunas cosas que para mí son muy trascendentes, importantes, y que no están solamente en manos de los políticos. Hay algo como sociedad que hay que mover. Y nuestro grano de arena, grande o pequeño, lo vamos a aportar” concluye, decidida.

#NiUnaMenos. Un reclamo más fuerte que la violencia

#NiUnaMenos. Un reclamo más fuerte que la violencia

Gabriela, Agustina y Ángeles. Lola, Melina y Valeria. Y los nombres continúan. Ellas fueron víctimas de la violencia de género, de la violencia machista que las cosifica y se cree con derechos sobre sus cuerpos y almas. Desde 2008, según el observatorio de La Casa del Encuentro, 1808 mujeres fueron víctimas de femicidios. En las últimas semanas, el caso de la adolescente Chiara renovó la consigna “Ni una menos”. Adquirió fuerza con la potencia de un grito acallado, ahogado por años. Algo se despertó en la sociedad. Hoy, esa consigna va a ser más fuerte que la violencia.

El despertar

La consigna “Ni una menos” surgió a partir de un grupo de periodistas, activistas y artistas que en el mes de marzo pasado llevaron a cabo una maratón de lectura, en conjunto con familiares de víctimas, en contra de la violencia de género. El femicidio de Chiara, en la provincia de Santa Fe, en mayo pasado, renovó la fuerza de la frase y, a través de las redes sociales, se viralizó y se extendió rápidamente. A partir de allí, cada vez más fueron los que apoyaron la causa, desde políticos hasta personalidades del espectáculo, pasando por organizaciones no gubernamentales, familiares de víctimas, referentes sociales, actores y conductores, entre otros. Esto se transformó en la iniciativa de concentrarse hoy, a las 17 horas, frente al Congreso de la Nación, con el objetivo de repudiar la violencia contra las mujeres y solicitar al Estado políticas públicas integrales. Además, la convocatoria tuvo réplicas en diferentes provincias, que también se manifestarán en simultáneo. Será un día histórico, por primera vez, el país se movilizará a nivel nacional para luchar contra la violencia de género.

La gran repercusión y masividad que generó “Ni una menos” no era algo esperado sino que sorprendió a las propias organizadoras. Para Soledad Vallejos, periodista de Página 12 y una de las integrantes del colectivo, había algo latente en la sociedad esperando por salir: “algo hizo click y ese mensaje, que no es nuevo, se articuló de otro modo. Y esa articulación permitió llegar a muchos públicos diferentes”, dijo a ANCCOM. La convocatoria comenzó a interpelar a muchas personas, “incluso a públicos que nunca habían tenido ningún tipo de cercanía con el discurso feminista, con el movimiento de mujeres, que ahora se apropian, o se dan cuenta de que les interesa y de que estaban lejos por prejuicios”, agrega Soledad.

La adhesión a la convocatoria también incluyó a personalidades del espectáculo caracterizadas por su machismo, como Marcelo Tinelli, por ejemplo. Sin embargo, en esta aparente contradicción se puede lograr la llegada a otros públicos, se puede interpelar desde otro lugar a la audiencia. Para Micaela Libson, politóloga e investigadora del Conicet, otra de las integrantes del colectivo, “incluso lo frívolo puede interpelar” y  “mientras eso ayude a que a una persona le haga click en la cabeza sobre un determinado tema, es un objetivo logrado”. Agrega que, por otro lado, no se puede negar a los públicos de Tinelli o de Susana y que se puede utilizar esa “frivolidad” para llegar a más gente y a partir de ahí generar una agenda política. Soledad Vallejos coincide al señalar que se necesita a esos públicos para que un tema llegue a todos. Hay que “aprovechar las brechas, los resquicios. Es un proceso y me parece pertinente llegar a todos los públicos posibles, aún a riesgo de contradicción. La consigna es muy clara”. Además, “no pasa solo por la audiencia sino por cómo le habla ese conductor en particular a su público. Tinelli es machista pero hacer incidencia muchas veces quiere decir entrar en contradicciones también”, agrega Soledad. Por su parte, Sandra Chaher, presidenta de la Asociación Civil Comunicación para la Igualdad e integrante de Red Par, sostiene que cuantas más personas hablen del tema es positivo pero que es necesario “avanzar en una segunda instancia de un mayor conocimiento y en una profundización sobre la problemática”.

El trabajo y la preocupación sobre violencia de género estaban limitados a ciertos círculos de académicos, periodistas, activistas y ONGs pero ahora logró llegar a casi toda la sociedad. De hecho, tanto las organizadoras de la campaña como los integrantes de las ONGs que apoyan la causa, están sorprendidos por la masividad del apoyo ya que no esperaban tanta repercusión. Al respecto, Soledad Vallejos cuenta que en la provincia de Salta hay maestras que comenzaron a hablar del tema y que en Luján, un grupo de estudiantes de sectores humildes empezó a organizarse para realizar jornadas contra la violencia. La gran adhesión a la consigna “tiene un impacto en la vida real a mediano y largo plazo”, sostiene.

Las deudas pendientes

Ahora bien, es necesario pasar de la “foto a la firma”. Por lo tanto, las organizadoras desarrollaron un documento, que se leerá hoy y que solicita la realización de cinco puntos: “implementar con todos los recursos necesarios la ley 26.485”, “garantizar que las víctimas puedan acceder a la justicia, en cada fiscalía y cada comisaría debe haber personal capacitado e idóneo para recibir las denuncias”, “realizar estadísticas oficiales y actualizadas sobre los femicidios”, “garantizar y profundizar la educación sexual integral en todos los niveles educativos, para formar en la igualdad y para una vida libre de discriminación y violencia machista” y “garantizar la protección de las víctimas de violencia”.

Esta enumeración da cuenta y pone en evidencia las deudas que tiene el Estado con las mujeres, fundamentalmente con aquellas que sufren violencia de género. En un país donde una mujer muere cada treinta horas, víctima de un femicidio, es necesario e imperioso que el Estado lleve a cabo las políticas públicas necesarias para concientizar, apoyar y terminar con la violencia. Según Sandra Chaher, “cuando el Estado pone sus recursos al servicio de un tema, el cambio es fundamental”. Así, “el Estado debería transformar la violencia de género en una política pública.”

La primera cuestión refiere a la implementación de la ley 26.485 de Protección Integral para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia Contra las Mujeres en los Ámbitos en que se Desarrollen sus Relaciones Interpersonales, sancionada en el año 2009. La implementación, es decir, el diseño de políticas públicas que efectivicen lo que menciona la ley,  le corresponde al Consejo Nacional de las Mujeres (CNM), que depende del Ministerio de Desarrollo Social y posee un presupuesto muy escaso. Según Sandra Chaher esto da cuenta de que “no es una política de Estado relevante”. Ada Rico explica que “entre los artículos que ya están reglamentados existe un plan nacional” el cual “sería muy importante porque en él existen programas para prevenir la violencia”.

El segundo punto se refiere a las dificultades que deben atravesar las mujeres cuando, superada la vergüenza inicial, van a realizar la denuncia o cuando un juez reduce la pena del agresor criminalizando a la víctima. Esas son instancias donde muchas veces las mujeres sufren otro tipo de violencia, porque no les creen, no las escuchan, nos les brindan los recursos para defenderse del hombre agresor. Por eso, es importante la sensibilización en materia de género a todos aquellos que trabajan en el Poder Judicial y en las fuerzas de seguridad. Para Sandra Chaher, el Poder Judicial aún está en deuda con el tema y si bien la Oficina de la Mujer de la Corte Suprema ha realizado trabajos de concientización, éste todavía “resiste las innovaciones”.

La única estadística de femicidios la realiza el observatorio de La Casa del Encuentro, basándose en la información recopilada de agencias de noticias y diarios de circulación nacional y provincial. Sin embargo, todos aquellos casos que no tuvieron cobertura por parte de los medios quedan afuera y esto indica que detrás de las cifras, el número es mayor. Por esto, uno de los reclamos es la elaboración de estadísticas oficiales ya que el Estado es el que tiene los recursos para acceder a la información de hospitales, juzgados y comisarías y, al mismo tiempo, hacer un entrecruzamiento de las variables. En diálogo con ANCCOM, Ada Beatriz Rico, presidenta de la Asociación Civil La Casa del Encuentro, dice que las estadísticas oficiales “darían un panorama real de lo que sucede en el país y se podría ver en que provincia hay más denuncias y femicidios. Pero las estadísticas deben ir acompañadas de programas de prevención y asistencia para que la mujer esté protegida”. En la misma línea, Micaela Libson agrega que la regionalización de una estadística oficial “permite generar políticas públicas específicas para cada una” de las provincias.

Otro de los puntos importantes y en el que coinciden todas las entrevistadas es la incorporación de la temática de violencia de género en las currículas educativas desde el nivel inicial ya que el cambio cultural necesita gestarse también desde la educación. Por eso, el punto cuarto solicita que se implemente la ley de Educación Sexual Integral. La Asociación Civil Trama trabaja desde la comunicación social y diseña e implementa estrategias comunicativas destinadas a la promoción de la equidad y de políticas públicas que fortalezcan los derechos de jóvenes y mujeres. En este marco, ha lanzado el portal web “A amar se aprende”, destinado a los adolescentes para debatir acerca del amor, la sexualidad y los noviazgos violentos. Lucila Trufo es cofundadora de la institución, coordinadora de proyectos  y licenciada en comunicación social y dialogó con ANCCOM. Plantea la necesidad de abrir el debate: hay que “hablar del tema. Incentivar que haya voces que en forma clara se expresen en contra de los malos tratos y la violencia. Y también trabajar fuertemente con los y las jóvenes para que puedan construir sus relaciones desde el respeto, el cuidado y el placer. Desde Trama trabajamos en este sentido y con muy buenos resultados porque son temas de mucho interés si se los trabaja a partir de sus propias experiencias y no sólo ‘bajando línea’”.

El cambio cultural

Hay algo muy importante y difícil de lograr: el cambio cultural. Es un proceso que va a llevar tiempo pero que es absolutamente preciso y que debería formar parte de las políticas públicas del Estado. “La única forma de erradicar la violencia de género es con un cambio cultural que no se logra por ley o por decreto, se construye en la comunidad, cambiando los valores y generando una corriente de opinión que condene explícita e implícitamente el machismo y la misoginia”, agrega Lucila Trufo.

Un punto importante es terminar con la indiferencia. En el caso de Chiara los vecinos contaban al día siguiente que habían escuchado gritos. Sin embargo, nadie acudió en su ayuda ni llamó a la policía. Ada Rico plantea la importancia de “no mirar para otro lado”. Es necesario atravesar los mitos y si vemos una situación de violencia en una pareja “meterse, involucrarse” porque “más allá de que no se logre nada, estamos cortando el círculo de violencia en ese momento”.

Además, Micaela Libson sostiene que “la violencia no es algo de la vida privada, es público”. Por eso, hay que ser “más solidarios e involucrarse en las situaciones, meterse porque es en lo más pequeño donde los cambios se van dando, se va transformando la cultura”. En este sentido, Soledad Vallejos plantea que los cambios sociales son procesos culturales que llevan mucho tiempo y que si bien es necesario reclamarle al Estado la generación de políticas públicas, la sociedad debe estar involucrada ya que “todavía hay una anestesia social”. Asimismo, refuerza la idea de que la violencia no es algo privado sino “un tema de derechos humanos que debería ser un asunto público”. En las situaciones de violencia “hay una cuestión de poder, que es cultural y social”, agrega.

Derribando mitos

“Si se queda es porque le gusta”, “algo habrá hecho”, “el violento está enfermo y la mujer tanto más que él”, “por algo se queda”. Estos son algunos de los mitos que circulan socialmente en torno a la violencia de género, ideas que invisibilizan esa violencia y que están basadas en prejuicios y falta de información.

“El hombre violento no es enfermo, es violento, que es distinto”, enfatiza Ada Rico. Y explica que la mujer que se queda a su lado es porque es una víctima con todos sus derechos vulnerados. “Su autoestima está destruida y es muy difícil que pueda tomar una decisión”.

Sandra Chaher sostiene que la violencia de género es cultural y que también es necesario tener en cuenta la desigualdad que es generadora de violencia. Al respecto, Micaela Libson plantea que “la violencia machista es estructural y varones y mujeres la reproducimos o no en nuestro quehacer cotidiano”.

El rol de los medios de comunicación

Estos mitos, junto a una serie de estereotipos, también circulan en la cobertura que realizan los medios de comunicación. Si bien cumplen un papel importante en dar cuenta de los femicidios y, en ese acto, hacer visible la violencia, muchas veces recaen en una criminalización de la víctima, cuyo reverso es la justificación del agresor. Sandra Chaher es periodista e integrante de Red Par (Periodistas de Argentina en Red por un periodismo no sexista), quienes realizaron un decálogo para el tratamiento adecuado de noticias de violencia hacia las mujeres. Sandra explica que es necesario profundizar en la perspectiva de género para entender que “son las desigualdades históricas las que generan violencia”. Reconoce que los medios de comunicación “tenemos mucho que hacer, porque si bien los casos están saliendo, el tratamiento todavía no es el adecuado”. Al respecto, recuerda que los casos de Ángeles Rawson y de Lola Chomnalez no fueron abordados como femicidios.

Por su parte, Ada Rico rescata lo positivo de la cobertura mediática y plantea que es importante la visibilidad del tema para que una mujer que esté atravesando una situación de violencia “comprenda que no es algo natural, que hay otras mujeres a las que les sucede lo mismo y que existen lugares a los que puede acudir”. Sin embargo, todavía algunos medios siguen analizando la conducta de la víctima, como en el caso de Melina Romero, dice Ada. Soledad Vallejos subraya la responsabilidad social que tienen los periodistas y que son ellos quienes hacen a los medios, “todavía hay colegas que siguen hablando de crimen pasional”.

¿Cada vez más violencia?

Un interrogante surge inevitablemente: ¿hay cada vez más violencia  contra las mujeres o los medios le están otorgando mayor espacio en sus agendas?  Ada Rico no considera que haya aumentado la violencia sino que “hay más visibilidad”. Sin embargo, Sandra Chaher, Micaela Libson y Luciana Trufo concuerdan en que no se puede saber, ya que no existen estadísticas oficiales. Al respecto, esta última, basándose en otras analistas, explica que “es esperable un aumento de la violencia ya que las mujeres han avanzado en muchos ámbitos de la vida pública como la educación, el trabajo, la militancia social y política, pero estos cambios no han sido acompañados por una evolución en las relaciones de género en el ámbito familiar y doméstico. Ante el desconcierto y la inseguridad que esto les genera a ciertos sectores de hombres que siguen sosteniendo los valores y se identifican con una masculinidad tradicional, la respuesta puede ser la violencia”.

El día después y el compromiso político

Tanto las integrantes de la campaña “Ni una menos” como las organizaciones que van a participar de la marcha tienen expectativas en cuanto a lo que va a pasar después.

Para Ada Rico, el reclamo de la sociedad va a ser muy fuerte y espera que los miembros del gobierno “entiendan que es gente que se manifiesta sin banderas político partidarias y que van a tener que trabajar en serio en esta problemática”. Por su parte, Sandra Chaher reconoce el trabajo realizado por el gobierno en materia de amplitud de derechos pero plantea que todavía los poderes Ejecutivo y Judicial “están en deuda con el tema” de la violencia de género. Agrega que es un buen momento para aprovecharlo en el debate ya que estamos ante la posibilidad de “amplificar el reclamo”. En tanto, Micaela Libson cree que va a ser un “día histórico” y que se van a “abrir puertas fructíferas” y plantea que van a apostar tanto a que los candidatos incorporen el tema a sus campañas como a que los políticos que actualmente están ejerciendo sus funciones incorporen efectivamente los cinco puntos. Para Soledad Vallejos, el tema no pasa sólo por el gobierno porque éstos “pasan y el Estado queda”. Advierte que algunos  políticos no van a trabajar la temática si la sociedad no reclama, si no se los recuerda.

Por otro lado, algunos políticos que hoy apoyan la consigna “Ni una menos” luego se muestran cerrados a debatir otros temas relacionados como, por ejemplo, la despenalización del aborto, un reclamo histórico del movimiento feminista, que nunca pudo ingresar en la agenda política. Soledad Vallejos entiende que muchas de las personas que hoy apoyan el reclamo contra los femicidios, no estarían a favor de la despenalización del aborto por cuestiones religiosas o por falta de información. Y postula que no es posible pedir que se produzca todo al mismo tiempo porque “los cambios son graduales, más en una sociedad misógina y controladora como la argentina. Es un proceso y cada cual sabe qué cartas hay que jugar y cómo ir pidiéndolo”. Por el momento, “haber conseguido esta sensibilización es un milagro”.

La violencia de género es una problemática estructural que atraviesa todas las clases sociales y que se apoya en una sociedad patriarcal y machista que, a través de la circulación de determinados mitos y estereotipos invisibiliza esa violencia, disciplina los cuerpos de las mujeres y les arrebata sus derechos. A partir del apoyo transversal que generó la consigna Ni una menos, algo está cambiando en la sociedad. Hoy, otras voces se van a hacer escuchar para que no haya más Ángeles, ni Gabrielas ni Chiaras, para que no haya “ni una menos”.

 

Que no los tiren a los chanchos

Que no los tiren a los chanchos

Martes 2 de Junio, 20.00 horas. Ya hay un par de mesas ocupadas en la esquina de Ángel Gallardo y Leopoldo Marechal, frente al Parque Centenario, lugar donde se encuentra el legendario restaurante Los Chanchitos, fundado 32 años atrás y que hace más de dos funciona como cooperativa de trabajadores tras la quiebra de la firma propietaria. El restaurante opera normalmente, a pesar de la noticia de que el juez Fernando Perillo, del Juzgado Comercial 13, dispuso el remate de los bienes del comercio para este viernes a las 17.00 en la Liga de Rematadores.

José Pereyra, presidente de la Cooperativa Los Chanchitos Limitada, habla por celular con otro medio. Cuando corta, explica:“Desde las 8 de la mañana que estoy con el teléfono. Normalmente soy mozo al mediodía durante el fin y a la noche de lunes a viernes, porque durante el día me encargo de la parte administrativa y de  trámites. No dejé de ser el mozo para ser el presidente de la cooperativa, al contrario: al trabajo de siempre le agregué la presidencia».

José se muestra optimista respecto a la subasta y sonríe mientras muestra la calidad de la carne que el asador coloca en la parrilla: “Tenemos muy buena gente en la cocina pero si vos tenés un cocinero y la mercadería es mala, eso se va a reflejar en el plato. Lo mismo ocurrirá si al cocinero no le pagás. Hoy, como cooperativa, uno trabaja de otra manera: los compañeros están contentos, están conformes, están cómodos. Tenemos todas las comodidades. Vamos al vestuario y tenemos ducha que funciona. Tenemos todo lo necesario en los baños del personal. Es otra cosa: ¡Somos personas! Eso es lo que somos ahora. Antes no sé lo que éramos. Antes era irse de vacaciones o pasar las fiestas sin plata».

Buenos Aires, 2 de junio de 2015.  Los Chanchitos Cooperativa. Benjam’n, parrillero.  Foto: Daniela Yechua / ANCCOM

Benjamín, el parrillero, uno de los trabajadores de Los Chanchitos Cooperativa.

Mientras José habla, las mesas de Los Chanchitos se ocupan. Solo una queda libre la que José utiliza para contar su historia a los medios. Señala a un muchacho que está atendiendo la mesa de al lado: «Este chico, Juan, cuando empezó la cooperativa hacía un mes y medio que estaba trabajando y todavía no había cobrado el primer un sueldo. Ni siquiera sabía cuándo lo haría. Empezó en el delivery con una motito. Al poco tiempo, la cambió por una hermosa moto. Y hoy, dos años después, tiene un auto estacionado acá enfrente.»  A Juan le fue bien porque al restaurante le fue bien, gracias a la gestión de los 28 trabajadores -hoy socios fundadores-, que crearon la cooperativa luego de la empresa que había quebrado debido al mal gerenciamiento del ex dueño. Todos los empleados habrían quedado en la calle si no hubiera surgido la iniciativa de apoderarse de la fuente de trabajo. «Para muchos en ese momento quedarse sin trabajo era definitivo, porque la mayoría superábamos los 45 o 50 años y en este gremio a esa edad ya no conseguís laburo en ningún lado», explica José. «Antes de formar la cooperativa, nosotros  trabajábamos juntos, teníamos un compañero al lado, y no sabíamos nada de él. No nos conocíamos. Yo hoy conozco a la familia de todos los compañeros, nos conocemos de otra manera, hemos aprendido a querernos, a interesarnos. La situación es tan así que un compañero grande, que es mozo, necesitaba una operación de columna que le salía un poquito cara y la cooperativa decidió hacerse cargo de esta operación. El compañero ya está con muchas ganas de trabajar. Empezamos a ser más humanos, dejamos de ser ese numerito que éramos.»

El buen compañerismo de los trabajadores de Los Chanchitos no se limita al restaurante que ellos gestionan. José, desde su rol de presidente de la cooperativa, junto con la Federación Argentina de Cooperativas de Trabajadores Autogestionados (FACTA), se encarga de sacar adelante casos de otros restaurantes en situaciones similares como La Casona, de Avenida Corrientes y Maipú, que hoy es también una empresa recuperada y algunos locales de la hamburguesería Nac & Pop que va por el mismo camino, aunque con ciertas trabas jurídicas.

El 20 de Julio, José estará viajando a Venezuela para exponer en un encuentro denominado «La Economía de los Trabajadores», que es parte del programa de extensión universitaria de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. «Yo pensaba: ‘Ahora que mis hijos están grandes, me voy a dedicar a lo que me gusta: ir a pescar, descansar’.  Y no, nada que ver, hace dos años que no puedo ir a pescar pero está bueno porque uno, de repente, a partir de la poca experiencia que pueda tener, puede acompañar y ayudar a otros compañeros y eso está bárbaro. Y lo de Venezuela ya te digo: ¡Va a ser inmenso!»

Buenos Aires, 2 de junio de 2015.  Los Chanchitos Cooperativa. Jonathan, adicionista. Foto: Daniela Yechua / ANCCOM

Jonathan, adicionista de Los Chanchitos Cooperativa.

A pesar del buen funcionamiento del negocio en formato cooperativa, muy alejado de la lógica especulativa empresarial, la síndico Ana Graciela Ventura pidió al juzgado, y este aprobó, que los trabajadores pagaran un canon locativo por el uso de los bienes muebles desde el día de la fundación de la cooperativa hasta la fecha. José explica que desde la cooperativa rechazan esta imposición, porque el uso de esos bienes fue condición necesaria para poder recuperar la empresa. También piensa renegociar el monto de 297 mil pesos que se exige como valor de dichos bienes debido a las malas condiciones en que los recibieron. Muchos de ellos fueron restaurados utilizando recursos de la cooperativa, y otros siguen en desuso y no tienen el valor que la justicia fijó. En palabras de José, «todo lo arreglamos nosotros, con inversión propia de la cooperativa. Tuvimos que salir a buscar subsidios, a conseguir dinero, porque nosotros no teníamos plata, empezamos sin nada. Y de repente todo se puso en condiciones, está funcionando, hemos cambiado aires acondicionados, invertimos… ¿Y hoy, de repente, nos quieren cobrar un alquiler por lo que nosotros hemos hecho? Hace dos años acá funcionaban la mitad de las cosas. Hoy está funcionando todo y encima de que nos quieren rematar, nos quieren cobrar un canon locativo.»

La síndico también exigió que, en caso de que la cooperativa fuera la adquiriente de los bienes en la subasta, se le cobre un monto del 25 por ciento para gastos extrajudiciales y costas, en el momento y al contado.

Buenos Aires, 2 de junio de 2015.  Los Chanchitos Cooperativa. Eduardo y Juan.  Foto: Daniela Yechua / ANCCOM

Eduardo y Juan trabajan en la cooperativa.

Los trabajadores de Los Chanchitos cuentan con 343 mil pesos a su favor en el caso por créditos laborales, que alcanzarían para cubrir el monto de los bienes muebles aunque no se renegociara su valor. No obstante, las exigencias de la síndico aprobadas por el juzgado los dejaría fuera de juego en la subasta.

¿Qué intereses hay detrás de este intento de llevar a estos trabajadores a la ruina por medio de estas imposiciones? Según José, la cooperativa tiene sus pagos al día tanto con la AFIP como con sus proveedores -a diferencia de su dueño anterior que no respondió por las deudas que contrajo con ambos-, y ni ellos ni la gente del barrio pretenden que Los Chanchitos se quede sin instalaciones para trabajar. Evidentemente sería beneficioso para algún grupo económico que esta empresa perdiera su formato de cooperativa y volviera a las manos de algún empresario.

En Los Chanchitos por lo pronto no permitirán que se exhiban los bienes que se pretende subastar como primera medida de resistencia a la subasta y los pedidos de la síndico. «El fin de todo esto es mantener la fuente de trabajo. Algo muy importante es que somos responsables de nuestro propio destino laboral. Lo cuidamos porque queremos seguir».