Por Agostina Caravallo Muraca

El sábado se presenta Sugar Island, en el festival de cine Antirracista y de Derechos Humanos. ANCCOM dialogó con la protagonista del film Yelidá Diaz.

Este sábado se proyectará en el Festival de Cine Antirracista y de DDHH, en el espacio cultural Plaza Defensa, la película “Sugar Island”, de la directora dominicana Johanné Gómez Terrero. La cinta se llevó tres prestigiosos premios en el 29º Festival de Cine de Lima PUCP, ganó el Premio del Jurado al Largometraje con Mejor Narrativa en el BlackStar Film Festival de Filadelfia, en el estado de Pennsylvania, Estados Unidos, entre muchos otros.

El film busca reivindicar y poner en debate temas como la fuerza laboral, la descolonización, la racialidad y la interseccionalidad, con sus diferentes niveles de exclusión y discriminación, que viven las mujeres negras.

“Sugar Island” es un largometraje de ficción cuyo personaje principal, Makenya, una joven dominico-haitiana de 16 años, atraviesa una embarazo no deseado, en un país donde el aborto está prohibido aún en la actualidad, y donde las oportunidades de trabajo son escasas. Por otro lado, se muestra también la transición hacia la mecanización del trabajo y la lucha de los cañeros de azúcar por sus derechos laborales.

Yelidá Díaz, la actriz que le da vida a Makenya, dialogó con ANCCOM sobre las significaciones que se ponen en juego en la película: “Yo defino el tipo de historias que aparecen en la peli como historias de resistencia, Quizás en algún otro momento de mi vida hubiese dicho unas historias de personas vulnerabilizadas que viven en condiciones que quizás no sean las adecuadas -hoy con otra perspectiva dice- la película está llena de resistencia, de un poderío que nos recuerda que la gente negra somos precisamente descendientes de reyes y reinas con mucho poder”. Este tipo de historia, dice Diaz, “quedaron ocultas, pero existen”.

La actriz se preparó para este rol desde un lugar muy personal, su familia forma parte de esta historia también, ya que su abuelo es descendiente de la gente de la caña, de los pueblos del este. “Entonces, me atraviesa profundamente, emocionalmente y familiarmente. Pero como actriz hay una acumulación sensorial e investigativa que realizó para acercarme al personaje”. El elenco visitó el batey -lugar donde se encuentran las viviendas y edificaciones de la explotación de caña de azúcar- y a través de esa experiencia pudieron sumergirse en la vida de los trabajadores.

El embarazo de Makenya tiene un rol central en el film, el personaje va evolucionando a medida que avanza su gestación, Yelindá lo describe: “En el caso de una adolescente embarazada, que es el caso de Makenya, cambia completamente el quién soy, me están adultificando, porque ya cuando me vengo con una barriga, ya no soy una niña, ya tengo unas responsabilidades que la sociedad me pone a mí. Yo creo que por más de que ella se sienta triste o amenazada, por la presión social o que la juzguen, yo siento que es más una cuestión de que ella misma, como una persona que de repente tiene que analizar tantas cosas de su futuro y no sólo de ella, sino que viene otra persona más”.

El aborto está prohibido en República Dominicana, lo cual le suma otra capa de complejidad a la película: “Es otra perspectiva, porque tiene que reconocer las políticas públicas o estatales que ella -Makenya- quizá no conocía antes, el darte cuenta de dónde estás viviendo, quiénes mandan sobre mí, sobre mi cuerpo, quién dice que yo tengo que pasar por todo este proceso, sin ni siquiera ayuda psicológica, ni acompañamiento”, reflexiona Yelindá. El largometraje, además, busca criticar esa relación que cae sobre las mujeres en cuanto al castigo por el placer sexual.

La comunidad se configura como una red de contención elegida por la protagonista: “Hay un poderío en la resistencia comunitaria”, agrega la actriz protagónica. “Al final del día la comunidad es lo que resiste y es algo que yo siempre he pensado y que siempre trabajo en mis películas o en mis obras de teatro. Creo que la resistencia viene de la comunidad y siento que la gente del público quisiera que considerara la comunidad como un aval para seguir adelante, fuerte y luchar por lo que aún no tenemos y que en un futuro esto sea solamente un recuerdo, un amargo recuerdo del pasado que ya nos atraviesa como sociedad”.