Una colonia de gatos que habita en una subestación de Edenor desde el 2008 está en riesgo de perder su hogar. La empresa y la agrupación proteccionista Michis Clandestinos se encuentran en negociaciones para resolver esta situación, pero antes se produjo una movilización barrial, una acción legal y la viralización en las redes sociales porque corrieron peligro sus vidas.

Desde 2021, la agrupación llamada Michis Clandestinos se encarga de cuidar una colonia de gatos en el barrio de Colegiales, específicamente en Zapiola, entre Concepción Arenal y Santos Dumont. Durante estos años estuvieron alimentándolos e implementando el método CER: captura, esterilización y retorno. Su principal objetivo es que todos puedan encontrar un hogar, aunque no siempre es posible, ya que muchos están acostumbrados a vivir en esas condiciones. “En un mundo ideal todos tendrían casa, pero no todos los gatos pueden adaptarse. Intentamos transitar a Marlena, una gata sociable. Pero no se hallaba. A las dos horas de devolverla a su colonia, volvió a estar totalmente normal”, contó Gabriela Stefani, integrante de Michis Clandestinos.
“Somos un grupo de voluntarios que desde 2020 alimentamos, castramos y damos en adopción gatos ferales (gatos domésticos que viven en la naturaleza y en la calle). Empezamos en una colonia de Colegiales, pero con el tiempo nos sumamos a otras zonas como el Mercado de Palermo o Edenor”, explican estos amantes de los felinos. Los pasos a seguir con las colonias son dar en adopción a las crías, alimentar a los felinos y cuidar que no siga creciendo la población.
El conflicto comenzó el 21 de mayo, cuando los voluntarios llegaron como cada mañana y encontraron un cerramiento con chapas que les impedía el acceso al predio. Los gatos quedaron sin comida ni agua.
Stefani explicó que “ese portón está en un sector del predio donde no hay maquinaria ni tránsito, está en desuso”. La medida sorprendió, ya que Edenor estaba al tanto de la presencia de los gatos. “Nadie iba a permitir que se quedaran sin comer. Es maltrato, están privando a los animales de vivir, y lo hicieron sin previo aviso”, denunció.

Gabriela fue una de las primeras en involucrarse. “Vivo a dos cuadras. Empecé a pasar y veía michis sin las orejitas cortadas (símbolo de que tienen realizado el método CER). Entonces dejé un cartel con mi teléfono y me escribió Ernesto, un señor de 80 años que los alimenta desde 2008”. La historia de este vecino y el vínculo con los gatos refuerzan la importancia de preservar un espacio que ya es parte del barrio hace más de 15 años.
Todos los vecinos estaban al tanto de la situación y preguntaban por los gatos, pero la agrupación de voluntarios no sólo encontró apoyo en el barrio, sino también a través de las redes. En su cuenta de Instagram (@michisclandestinos) difunden información sobre los gatos en adopción y piden donaciones para continuar con los procedimientos de esterilización.
Esteban Delboy, abogado y activista por los derechos animales que lleva adelante la causa, describió que habían tenido un buen contacto con Edenor porque en 2022 le enviaron una carta al director de la subestación solicitando permiso para realizar un operativo. “Fue colocar jaulas trampa para atrapar a los gatos y esterilizarlos. Esto se hizo en colaboración con el Gobierno de la Ciudad, y Edenor permitió colocar las jaulas con acompañamiento de personal de la empresa”. Ahora Delboy, junto a Florencia —otra de las voluntarias—, redactó una nueva carta dirigida a la empresa, esperando una respuesta ágil.

La situación se volvió más complicada porque la respuesta por parte de Edenor tardó en llegar, y acercarles agua fue muy difícil: solo podían pasarla en tachitos bajos, por las rendijas del portón. Por estos motivos decidieron denunciar penalmente ante la Unidad Fiscal Especializada en Materia Ambiental (UFEMA), pero esta medida no tuvo resultado ya que consideraron que no había delito.
Entonces el equipo legal que acompaña a Michis Clandestinos presentó un amparo ante la Justicia Nacional, apelando a la Constitución Argentina. “Debe aplicarse el Artículo 41, que garantiza el derecho a un ambiente sano. Nosotros habitamos un territorio en clave multiespecie: los gatos son animales silvestres urbanos, y como tales también tienen derecho a que se respeten sus condiciones de vida”, explicó Delboy. El objetivo del amparo es que se reconozca su derecho a permanecer en ese entorno y que el Estado garantice la satisfacción de sus necesidades básicas en el presente.

Sin acceso a los michis
Luego de iniciar acciones legales contra la empresa, los voluntarios notaron que habían cerrado totalmente el portón. Ante la preocupación creciente, decidieron lanzar una petición en Change.org. “Tuvo muchísima llegada, pero también nos pedían que rompiéramos el portón. Fue un momento de mucha angustia”, contó Stefani. Sin embargo, para el pequeño grupo de voluntarios, lo más importante seguía siendo el bienestar de los gatos. Generar una situación violenta podía volverse en su contra.
Delboy recordó el marco normativo que protege a los animales. La Ley 14.346 pena el maltrato y los actos de crueldad hacia ellos, y el Decreto 1088/2011 establece que la esterilización es la única alternativa ética para el control poblacional, prohibiendo prácticas como la eutanasia. “Si hablamos de víctimas, hablamos de sujetos”, afirmó Delboy, y señaló que este enfoque es clave para avanzar hacia el reconocimiento de derechos en la jurisprudencia nacional. Privar de alimento y agua a los gatos no es solo inhumano: puede constituir un delito.
Gabriela comentó que fue un proceso largo, pero no estuvieron solos. Además del apoyo del abogado, contaron con la intervención de Evelyn Von Brocke, periodista y activista. “Actuó como intermediaria con la empresa. Tuvimos un Zoom con empleados de Edenor”, relató. En diálogo con ANCCOM, Von Brocke señaló: “Lo hago para 25 municipios y varias empresas con problemáticas vinculadas a la Ley 14.346”, en referencia a su compromiso con el bienestar animal. Finalmente, el 28 de junio, la empresa accedió a abrir el portón, pero dejaron en claro que los gatos no podian vivir alli.
Actualmente, la situación está encaminada. Si bien aún no hay una resolución definitiva, se lograron algunos avances. “Estamos en negociación. No es un tema que se resuelva en una tarde, pero mientras tanto acordamos que iban a retirar todo lo que nos bloqueaba el paso para que podamos alimentarlos”, concluyó Stefani. El destino de la colonia sigue abierto, pero la organización y la comunidad que la rodea demuestran interés y apoyo para encontrarle un nuevo hogar a estos gatos. Delboy habló sobre cómo se dio este encuentro con la empresa: “La resolución tuvo que ser extrajudicial y debido a la presión que el colectivo animalista ejerció a través de las redes sociales, lo que generó que Edenor preste atención para no tener una mala imagen pública. La justicia nacional se tomó demasiado tiempo y necesitábamos acción inmediata.” Todo indica que los michis eléctricos, cómo fueron bautizados, van ganando la batalla, al menos la de las relaciones públicas.

Cuidar colonias o dar en adopción?
La existencia de colonias felinas no es una solución improvisada, sino una respuesta concreta a una realidad que muchas veces se desconoce: los gatos ferales no pueden ser simplemente adoptados. Están acostumbrados a la vida al aire libre, a un territorio que reconocen como propio y al que son profundamente fieles. “Edenor no es el lugar ideal, pero es su hogar. Los gatos son muy territoriales. Ningún lugar en la calle es ideal, pero ese es el que conocen”, explicó Stefani. El caso de Marlena, una gata sociable que parecía tener chances de encontrar una familia, lo demuestra. “Intentamos transitar, pero no se hallaba. A las dos horas de devolverla a su colonia, volvió a estar totalmente normal” agregó. No se trata solo de brindarles una casa, sino de respetar sus formas de vida y garantizar que, aun desde su libertad, puedan vivir en condiciones dignas.