Por Camila Méndez e Ignacio Azcue
Fotografía: Gentileza Investigadores

Investigadores argentinos detectaron en esa laguna altos niveles de hormonas naturales y sintéticas que impactan en cambios de género de algunas especies de peces.

«Peces transgénero por culpa de los químicos que tiramos por el inodoro”, «Los peces se ‘beben’ los anticonceptivos humanos», “Peces transgénero: el increíble efecto colateral de los anticonceptivos”. Así, con titulares catástrofe, ilustraron distintos artículos periodísticos el hallazgo de altos niveles de hormonas naturales y sintéticas en cuerpos de agua, los cuales impactan, potencialmente, en la sexualidad de los peces que las habitan. Este fenómeno cobró importancia mediática como consecuencia del tratamiento que medios nacionales hicieron respecto de distintos estudios científicos llevados adelante en la Provincia de Buenos Aires, más precisamente en ¨Las encadenadas¨, el sistema de lagunas conexas, entre las cuales se destaca por su extensión la Laguna de Chascomús. El trabajo de especialistas registró casos de esterilización e inversión del sexo de especies nativas como el pejerrey y la madrecita de agua.

Según Leandro Miranda, director del Laboratorio de Ictiofisiología y Acuicultura del Instituto Tecnológico, son numerosas las coberturas mediáticas sobre la  temática que predisponen a una lectura apocalíptica y simplista. «La palabra contaminación es muy dramática, y el hecho de que haya un contaminante no significa que la laguna esté contaminada. Hay que conocer cuál es la problemática, qué es una laguna, qué peces la habitan, y también cuáles son los ciclos que atraviesa un ecosistema”, afirma el especialista en estresores ambientales y antropogénicos. De acuerdo al biólogo, en la divulgación mediática de estos fenómenos suele quedar ignorado, además, el sustrato biológico específico que hace que, entre los peces, desde su origen, la plasticidad sexual sea la regla y no la excepción: “Naturalmente un pez se puede feminizar o masculinizar. No es una aberración de la naturaleza”. 

El estudio y el impacto

 Un estudio publicado en la revista Science of The Total Environment en 2020 detectó siete hormonas eyectadas por humanos en distintos puntos del Arroyo Girado, que desemboca en la Laguna de Chascomús, donde se  ubica la salida del desagüe de los líquidos cloacales provenientes de la ciudad bonaerense. En el trabajo científico trabajaron la doctora en Biotecnología Anelisa González, del Instituto Nacional de Investigación y Desarrollo Pesquero (INIDEP), y Gustavo Somoza, director del Instituto Tecnológico de Chascomús (INTECH), junto con expertos del Centro de Investigaciones del Medioambiente y la estadounidense Universidad de Florida. Según el informe, una de las hormonas encontrada en el agua es la sintética etinilestradiol o EE2, estrógeno utilizado en la elaboración de las pastillas anticonceptivas, que se hallaba más concentrada en las inmediaciones del desagüe cloacal. Las moléculas residuales del consumo de este químico se liberan por la orina y se mantienen metabólicamente activas luego de haber dejado el cuerpo de la mujer.

 Los investigadores advierten que, dependiendo de las fases hidrológicas, que afectan sobre el volumen de agua en la cuenca, y del grado de eficiencia del tratamiento de los efluentes, la presencia de este componente puede producir desequilibrios en la endocrinología de distintas especies de peces, afectando sus caracteres sexuales y, en consecuencia, su reproducción. Miranda contextualiza el escenario: “Un estudio es una foto, y no una película. Con una laguna seca, las concentraciones de muchas sustancias sufren un desbalance y todo el ecosistema siente el impacto. Cuando la laguna está alta, en cambio, es mucho más difícil saturarla de contaminantes”. En resumen, el potencial que un ecosistema tiene para procesar y neutralizar distintas sustancias es relativo, y esto debe ser considerado a la hora de evaluar su impacto sobre un determinado hábitat.

Otro factor importante a tener en cuenta a la hora de evaluar el estado del ecosistema es la calidad del tratamiento de los efluentes provenientes de los distintos poblados. Miranda afirma que el crecimiento poblacional y turístico de Chascomús desbordó la capacidad de procesamiento de la planta cloacal, de manera que se vuelve necesario reformarla. Si bien hay proyectos que apuntan en esta dirección, no hay novedades en ese frente. Por otra parte, un monitoreo mensual de las aguas permitiría obtener un panorama más completo de los distintos momentos que atraviesa el ecosistema, y registrar posibles desequilibrios en el mismo, para actuar en consecuencia. En la actualidad, los municipios implicados no cuentan con los recursos económicos necesarios para hacer frente a estas políticas. 

El estudio publicado en Science advierte también sobre otra consecuencia que puede implicar el desbalance en el ecosistema: la madrecita de agua, una de las tantas especies nativas afectadas por el contacto con las hormonas, cumple un rol fundamental en el control de la reproducción de mosquitos. Un cambio significativo en esta población de peces podría llevar a un mayor auge en la propagación de enfermedades como el dengue, que ha que han generado crisis sanitarias en la Argentina. 

 

¿Qué pasa en el mundo?

“Los grandes lagos de Canadá y Estados Unidos fueron los primeros sitios del planeta en los que se detectó el químico etinilestradiol a partir de estudios realizados entre 1980 y 1990”, sostiene Miranda. “En la actualidad, esta problemática está extendida alrededor del globo. Los ríos Támesis y Rin son dos de los puntos en los que se encontró mayor carga de desechos de pastillas anticonceptivas”.

Según la Asociación Toxicológica Argentina, se han encontrado peces masculinos feminizados en todos los continentes, excepto en la Antártida. Charles Tyler, fisiólogo y ecotoxicólogo inglés, realizó junto a su equipo de la Universidad de Exeter un estudio de distintas especies de agua dulce en el Reino Unido que constató más efectos: las hormonas no sólo afectan su sexualidad, también pueden incidir en la forma en que se comportan, su sistema inmunológico y desarrollo óseo. Además de los ingredientes de la pastilla anticonceptiva, identificaron otros desencadenantes de los desequilibrios, como son distintos químicos presentes en productos de limpieza, plásticos y cosméticos.

En algunos países se han tomado medidas para paliar el asunto, como en los casos de la descontaminación de ríos como el Támesis (Inglaterra) y el Sena (Francia) mediante la inversión en tratamientos con radiación ultravioleta (UV) y ozono, entre otros. Por otro lado, en enero de 2023, la Comisión Europea ratificó su intención de continuar regulando la problemática de la elevada presencia de estrógenos en efluentes bajo la Directiva Marco del Agua, ya vigente desde el 2006, norma que tiene como objetivo la protección de las aguas continentales europeas. Según la revista científica Nature, el costo de la instalación de un sistema de filtros de carbono para la absorción de estrógeno residual de una población de 250.000 habitantes se cotiza en 8 millones de euros, mientras que el servicio y la manutención anual se situaría en los 800 mil euros. La publicación británica plantea que la puesta en marcha de un proyecto así está ligada a un dilema sin resolver: ¿La población mundial está dispuesta a absorber los costos que estos procesos conllevan, en pos de cuidar el medio ambiente?

¿Hacia un futuro sostenible?

De acuerdo con los especialistas consultados, hay una serie de medidas y políticas públicas que, de implementarse, llevarían a una mejora de la situación actual de los ecosistemas, así como a una mayor concientización ambiental, con el objetivo de evitar la persistencia de este tipo de problemáticas en el futuro. Hacen hincapié especialmente en la puesta en marcha de planes de educación para el cuidado del medioambiente, para que la población tenga más herramientas y conocimiento sobre la temática. Esto permitiría que haya un cambio a nivel social, en cuanto a las prácticas y conductas que conciernen a la protección de la biósfera. “Si la cabeza de la población cambia, después ella misma les exige a las autoridades lo que hace falta para sostener las mejoras y los cambios”, enfatizó Miranda.

Ricardo Miccino, director de Ambiente y Desarrollo Sustentable de Chascomús, indica: “Se ha industrializado todo tanto y los consumos están tan individualizados que terminamos con estos impactos en los sistemas de depuración de aguas residuales”. Frente a esto, insiste en la capacidad transformadora de la conciencia ambiental, a través de buenas prácticas como el compostaje y el reciclado. Sin embargo, plantea que hay cuestiones que incumben directamente al Estado: “Esto no se revierte hasta que no haya un cambio en el modelo productivo que tenga en cuenta a la naturaleza y a las personas. O sea, ampliar el espectro para decir que es una cuestión ambiental, pero también económica y social”.

Los especialistas coinciden en que, a nivel infraestructural, es preciso aumentar la capacidad depuradora de las plantas potabilizadoras, para que éstas guarden relación con el crecimiento poblacional de las distintas localidades, a la vez que son necesarias modificaciones en el proceso mediante el cual los residuos son desechados en los cuerpos de agua. Para esto, podrían implementarse humedales artificiales compuestos de plantas acuáticas que filtren de manera natural los metales pesados, purificando el agua antes de que esta sea vertida, finalmente, en grandes masas de agua, en un proceso alternativo a los que utilizan carbón activado, ozono y rayos UV, y con menores costos.

A su vez, los científicos destacan que, si bien las consecuencias actuales de esta problemática no ameritan una reacción de pánico ni de emergencia, los efectos a largo plazo son indeterminados, por lo que es importante pensar en el futuro, tanto de las especies acuáticas como de los ecosistemas en conjunto, involucrando también a las personas.