Por Belén Lucini y Dolores Mc Gough
Fotografía: Estefania Denise

El protagonismo del mercado de textos usados tiene múltiples sentidos para sus lectores: desde la concientización del medio ambiente hasta el interés por la historia de un ejemplar que llegó a pasar por cuatro personas. Un mercado en expansión ideal para enfrentar a la crisis.

“La lectura es una herramienta fundamental. Es memoria, entretenimiento, un instrumento que no tiene contraindicaciones y aporta conocimiento. Le puede cambiar la vida a una persona. Cuando nace un lector y logra mantener ese hábito, lo tiene para siempre”, asegura Alejandro Vaccaro, Presidente de la Asociación Borgesiana de Buenos Aires y miembro de la Sociedad de Bibliógrafos Argentinos, en diálogo con ANCCOM. Un comentario, una sugerencia, una temática o un escritor en especial son algunas de las tantas motivaciones que tienen los usuarios para comenzar a leer. Sin embargo, el mundo de la lectura es todo un enigma. “Los libros son un misterio, tiene un relieve inesperado y razones inexplicables”, afirma Vaccaro.

Las prácticas culturales fueron cambiando a lo largo de los siglos, así como también la relación entre los libros y sus distintos usuarios: lectores de libros nuevos, usados y de ambas cualidades. Generalmente es difícil encontrar al lector del libro nuevo comprando uno usado. Ante una situación económica, opta por comprar menos libros pero es muy raro que se pase al mundo del libro usado. “El libro usado tiene un encanto especial, que fascina a los lectores de usados. Tiene su propia historia, los subrayados, la dedicatoria, los papelitos que hay dentro, el olor, el color del papel, la edición. Todo eso genera una fascinación, un aura en particular. Pero las personas que leen nuevos, tienen cierta resistencia a todo eso. No les gusta que el libro tenga polvo ni marcas. Les gusta el olor a nuevo y que esté impecable. Todos los lectores tienen sus mañas”, confiesa Patricio Rago, organizador de la Fiesta del Libro Usado (FLU), escritor y dueño de la Librería Aristipo en el barrio porteño de Villa Crespo.

Los libros de papel tienen segundas, terceras y hasta cuartas vidas gracias a las librerías de segunda mano. Se encuentran en diversas partes: plazas, librerías, veredas, anticuarios, mercados de pulgas o inclusive también de manera virtual. A lo largo de los años este tipo de literatura fue creciendo por su presentación, por la dificultad de encontrar un título o editorial en particular, por una cuestión medioambiental, ejemplares que se encuentran agotados o más baratos que los libros nuevos. Es decir, hay diferentes motivos que influyen en el auge de los libros usados: temáticas de interés diversas, hallazgos de piezas antiguas no reeditadas y una lista amplia. 

Además, en los últimos años se incorporó el uso de las redes digitales dentro de la administración del tiempo de cada persona. Este dato no es menor ya que no se aborda desde la intensidad con que leen los usuarios sino de los nuevos modos de leer que alteran los hábitos tradicionales e impactan también en la apropiación de los contenidos. 

Muchos lectores se acercan no solo a ver los libros sino también a donar títulos y colecciones que no pueden tener ya en sus casas. El objetivo es lograr una mayor circulación de los textos como medio de cultura y aprendizaje, convirtiéndolos también en objetos de intercambio. 

 

Un espacio de encuentro

Gran parte del público lector de las librerías de segunda mano, las consideran un espacio de encuentro. Un lugar que no solo da vida por segunda vez a libros viejos y usados que descubren un nuevo y potencial lector, sino también un sitio para vincularse con personas con los mismos gustos. A su vez, es un ámbito para fomentar el libro como objeto de uso y crecimiento. Se crea un entorno nuevo e idóneo para encontrar ese libro perdido, retomar el hábito o localizar un clásico. Anécdotas, sorpresas, comentarios y largas conversaciones forman parte de este tipo de librería. Por lo que se puede entonces hallar tres tipos de acercamiento: del libro al lector, del lector al libro y entre los mismos lectores.

En la Avenida Corrientes 1187, se encuentra La Librería del Subsuelo, un sitio al que concurren muchas personas para consultar, canjear o vender libros y lo hacen directamente con la dueña del espacio, Jeannette Chejolan. “Todos los que se acercan a nuestra librería, lo hacen con la idea de dar un paseo, de conocer otras personas que les gusta lo mismo que a ellos. Al ingresar libros todos los días, también se acercan para ver qué temáticas nuevas entraron. Es parte de la rutina del lector formar un lugar de encuentro”, afirma Chejolan. Visitar una librería de segunda mano implica también comunicarse y relacionarse con otros. “Esta semana se acercó un chico de unos 15 años buscando un libro particular sobre historia argentina. En la misma sección estaba un lector que nos compra hace años y que sabe mucho de la temática en sí. Estuvieron muchos minutos hablando, intercambiando ideas y se pasaron los teléfonos para que éste último le recomendara más ejemplares. Eso sucede muy seguido en las librerías de segunda mano”, concluye la dueña de la Librería del Subsuelo.

A su vez, en el stand 36 de la Feria de Libros Usados de Plaza Italia, está Fabiana Medina, quien trabaja en su puesto hace 45 años y disfruta recomendando libros tanto a chicos como adolescentes. “A la feria viene mucha gente, todos los días, la mayoría turistas. Les encanta el paseo, el lugar, observar estos pequeños universos porteños. Persiguen a Borges, Cortázar y Sábato para comprenderlos un poco más. Pero el público en general busca de todo y las ofertas tienen mucho éxito”, confiesa a este medio Fabiana en diálogo con Anccom. 

Marcelo Gancedo, propietario de “Victoria libros” de Plaza Italia, cuenta que el público que va es variado y aumenta mucho cuando es la Feria del Libro. Cuando salen de la Rural siguen entusiasmados y se cruzan para seguir mirando y comprando. “Últimamente las ventas aumentaron bastante porque el precio de los libros nuevos es muy alto, porque el papel está caro. Entonces la gente busca precio”, agrega.

Las maneras de conseguirlo

“La ciudad de Buenos Aires tiene una gran tradición de libros usados que es única en el mundo. No existe ninguna ciudad que tenga la cantidad de librerías, la calidad de textos y de lectores. Acá, es bastante frecuente ver gente leyendo en la calle y en los colectivos”, sostiene Rago. Asegura que la gente durante muchos años se reunía en las distintas zonas de librerías, las de la avenida Corrientes, avenida de Mayo, por las calles Rodríguez Peña, Montevideo, Paraná; por las de los Parques Rivadavia, Centenario y Plaza Italia y las de los barrios como San Telmo. Existía una tradición muy fuerte por la compra de libros usados en esos lugares, allí la gente se juntaba a charlar y a debatir sobre literatura, filosofía e historia.

Para el dueño de Aristipo ese mundo comenzó a resurgir durante este último tiempo, y además, apareció una nueva generación de libreros de segunda mano. Esta nueva generación de librerías es la que viene trabajando desde hace algunos años en la difusión y promoción del libro usado, devolviéndole “su épica y su aura”. Es gente apasionada por los libros, poniéndolos en valor. No sólo ofrecen la posibilidad de encontrar ediciones antiguas o textos que ya no se venden en el mercado, sino que también destacan y transmiten la magia que tiene el libro usado, ya que entre sus páginas se puede encontrar partes de su historia y conocer a sus antiguos dueños. Muchas veces aparecen dedicatorias, subrayados, reflexiones, citas, frases, nombres, lugares o fechas que le dan a ese objeto una vida propia y tienen la capacidad de hacer volar la imaginación del lector.

Por otra parte, en el mundo del libro nuevo, las editoriales son las que deciden qué ejemplares y qué autores se deben vender, exigiendo que las novedades sean colocadas sobre las mesas de las librerías para lograr mayor exposición. Los libreros de usados, en cambio, trabajan por fuera de estas presiones y lógicas comerciales, siendo ellos quienes deciden qué vender y recomendar, haciendo una especie de curaduría de los libros que eligen para ofrecer. Se crea así un vínculo de fidelidad con el cliente que confía en el criterio de selección de los libros que se les proponen. “Muchos lectores están descubriendo el valor del libro usado, de alguna manera, contagiados por esa pasión que transmiten los libreros. Hay una especie de explosión en su consumo”, asegura Rago.

Aparte de estas librerías especializadas en el tema, existen otras formas de adquirirlos. En la página del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires se promocionan las Ferias de Libreros. Se aclara que, además de libros y revistas usadas, algunos puestos se dedican a la compra, venta y canje de artículos relacionados a la filatelia, numismática y objetos de colección. Abren de lunes a viernes de 10 a 18 horas y se los puede encontrar en: 

La cantidad total de puestos otorgados son 232. Para acceder a los permisos se exige aparte de ser argentino nativo (por opción o naturalizado/a) o extranjero con radicación permanente en el país, pasar una prueba de taller donde se evalúa si el postulante tiene antecedentes referentes a la explotación del rubro, y si tiene suficiente provisión de mercadería, experiencia y conocimiento de la actividad. Estos requisitos garantizan la calidad del puesto y que quien lo maneje pueda ofrecer un buen servicio. 

Otra manera frecuente de adquirir libros usados es por medio del e-commerce. Según Marcelo Gancedo y Fabiana Medina, puesteros de la Feria de Plaza Italia, durante la pandemia la venta por internet de libros usados aumentó considerablemente. A partir de ese momento los lectores adquirieron el hábito de buscar en la web los libros usados porque no los conseguían nuevos o por ser más económicos. Una de las plataformas utilizadas es Tiendanube, donde cualquier persona puede crear su propia tienda online para vender en Internet directamente al comprador. Las ventas por este medio son bastante rentables porque tienen muy bajos costos, existe una demanda constante y la posibilidad permanente de renovar stock. Las ventas se pueden concretar por medio de plataformas como Mercado Libre y Tiendanube, por medio de grupos de compraventa o marketplaces en Facebook o publicaciones en Instagram.

Otra manera de comprar libros usados en la ciudad es por medio de los puestos que se han instalado en diferentes esquinas del centro porteño. Se trata de la iniciativa Un libro por una oportunidad» creada en 2020 por dos amigas Cecilia Gallo y Mariana Peluffo. Esta red solidaria recibe donaciones de libros usados que luego entrega a personas de bajos recursos o en situación de calle para que ellos los puedan vender a un precio accesible, y con lo recaudado generen un ingreso propio. De esta manera la organización contribuye no sólo con el vendedor, sino también con el vecino o peatón que adquiere un libro por un precio muy accesible.

 Qúe es la Flu

La Fiesta del Libro Usado (FLU) es una feria de entrada libre y gratuita que se organizó por primera vez el 5 y 6 de noviembre de 2022 en el Centro Cultural Plataforma Nave en el barrio de Palermo en Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA). En esa oportunidad asistieron 2000 personas por día. En 2023, la Biblioteca Nacional Mariano Moreno ofreció el espacio de La plaza del Lector “Rayuela” (Avenida Las Heras 2025, Ciudad Autónoma de Buenos Aires) para organizar el evento como una manera de apoyar la iniciativa. Se esperaba la presencia de entre 6.000 y 8.000 personas y asistieron más de 40.000. Según Rago, su organizador, la feria fue el resultado de muchos años de trabajo, de difusión, de devolverle la épica y el aura al libro usado. La organización de la FLU lleva un gran trabajo de preproducción porque se eligen cuidadosamente las librerías que participan. Van sólo libreros y libreras que tienen buenas obras, que tienen conocimiento sobre libros y literatura y llevan una selección de sus mejores títulos.

En la feria no sólo se pueden comprar buenos ejemplares, también hay distintas actividades, charlas, lectura de poesía, de narrativa, entrevistas a distintos autores, música en vivo y puestos de comida. La idea es que la visita sea una experiencia y entender la lectura como una fiesta. Por eso se llama la Fiesta del Libro Usado y no la feria del libro usado. 

La fiesta de este año se organizó en septiembre y tuvo mucha difusión por parte de los medios masivos de comunicación. “Los precios en general eran muy buenos en relación al nuevo, la gente se llevaba pilas de libros y los libreros tuvieron que volver a sus locales a buscar más textos para reponer en los stands”, recuerda el organizador de la FLU. En la edición de este año participaron 35 libreros y se calcula que cada uno vendió aproximadamente 400 ejemplares, lo que da un total de 14.000 libros vendidos durante los dos días.  Este tipo de eventos permite a la gente descubrir con mayor profundidad el universo del libro usado e incorporarlo como un posible hábito.

La lectura en Argentina

El tiempo y magnitud que la persona le dedica a la lectura está relacionada a la edad, sexo, zona geográfica y actividad que ésta presente. Según la última Encuesta Nacional de Consumos Culturales 2022 (ENCC), la mitad de la población leyó al menos un libro el último año. La lectura, tanto habitual como ocasional, se realiza más en el formato papel. Por otro lado, la mayoría de la población (39%) lee para entretenerse, un 18% lee por estudio y un 6% por trabajo, y el principal motivo de elección de los libros leídos es el género o tema tratado. Además, los grupos etarios que más leen son aquellos entre 13 y 29 años con un porcentaje de lectura de 77% y 58% respectivamente.

 Al mismo tiempo, dicha encuesta, también plasmada en la página de Sistema de Información Cultural de la Argentina (SINCA), sostiene que el libro en papel es el formato más elegido en todas las edades, niveles socioeconómicos, géneros y regiones del país. A su vez, la lectura en formato digital duplicó los valores que presentaba en 2017. Es una práctica en expansión que complementa el hábito de la lectura en papel y no como muchos sostienen, una competencia. 

La producción de libros en el país

En el último Informe de Producción del libro Argentino presentado por la Cámara Argentina del Libro (CAL) en mayo de 2022 se pueden observar ciertas tendencias en la producción de libros que responden, entre otras cosas, a los hábitos de los lectores. Desde el 2015 a 2019, la producción de libros había caído en la Argentina sostenidamente, de 83 a 35 millones de ejemplares. Puestas en comparación con un año anómalo como fue el pandémico 2020 que afectó los modos de producción, las cifras de 2021 hablan de una recuperación y nueva tendencia de crecimiento ya que se produjeron un total de 44 millones de ejemplares y un crecimiento del 24% de las novedades editoriales, datos que comienzan a equipararse con los de 2019. Sin embargo, existe un dato importante en cuanto al significativo achicamiento de las tiradas: la cantidad de ejemplares que se imprimen en cada edición. En el sector editorial la tirada promedio pasó de 2.700 ejemplares en 2016 a 2.229 en 2018 y 1.700 en 2021. En ese año la mayoría de las novedades salieron al mercado con una tirada de sólo 1.000 ejemplares, y teniendo en cuenta que en todo el país había en ese momento 1.200 librerías de nuevos, significa menos de un ejemplar por librería. Un análisis más detallado de las tiradas muestra cómo se acentúa esa caída en la producción de la primera tirada. En casi el 40% de las ediciones comerciales, las tiradas no superaron los 600 ejemplares. 

El mito del fin 

Actualmente, los libros enfrentan una gran competencia por la existencia de otros medios de entretenimiento. Esto no solo influye en la falta de lectura sino la ausencia de agilidad en el pensamiento de la persona.

Sin embargo, por más que existan otros medios de entretenimiento o libros digitales, es un mito que el libro físico llegue a su fin. Por un lado, Rago afirma que es justamente el uso y bombardeo de las tecnologías, las redes y el teléfono lo que hace que el libro físico resulte atractivo. Explica que “leyendo la gente busca otra temporalidad y un descanso de la excesiva exposición a las pantallas. Lo que tiene para ofrecer hoy el libro en papel es eso, un descanso, entrar en otro tiempo, un rato de calma y otra manera de respirar”. 

Por otro lado, Alejandro Vaccaro sostiene que la era digital representa una moda y que es pasajera. “Esto va a pasar. Se va a revertir y vamos a volver a la parte humana. No está en peligro el libro físico, va a subsistir. Lo mismo ocurrió por ejemplo con la radio. Además, el avance del libro digital es mínimo, está comprobado”, declara el Presidente de la Asociación Borgesiana de Buenos Aires. 

Agustin Vega, sociólogo de la Universidad de Buenos Aires (UBA), sostiene que, además de que no desaparecerá el formato físico, existe una convivencia de ambos formatos y que la era digital es funcional para aquellos que están a distancia. “Creo que el libro digital no es una amenaza, sino una buena forma de poner en disponibilidad ciertos textos y otras formas económicas accesibles o casi imposibles de acceder. El atractivo del objeto va a seguir estando. Todavía tiene mucho atractivo y cierta practicidad. Va a convivir con formas digitales, con otros consumos y formas de lectura”, asiente el sociólogo. 

De todas maneras, la lectura es un hábito que mejora las condiciones sociales y le permite al lector desarrollar los aspectos cognitivos y reflexionar sobre cualquier tema, independientemente del formato que elija. “En definitiva, lo que vale es el texto. Cada uno lee como se siente más cómodo. Un buen texto soporta cualquier formato”, concluye Vaccaro. 

Con el paso del tiempo, los libros usados tienen muchos más seguidores ya sea por su precio, por el aumento de la concienciación y por la experiencia de tener un libro que ha estado en otras manos y ha vivido muchas historias de otras personas. También hubo una transformación en su connotación: lo que anteriormente algunos lectores veían como negativo y vinculado como un recurso escaso, ahora es una experiencia ecologista, sustentable y social. Los lectores y vendedores tienen la tarea de mostrar otra imagen del libro, un enfoque más atractivo y descontextualizado de los espacios académicos tradicionales. La nueva imagen que se está intentando mostrar tiene que ver con que un libro usado es un tesoro encontrado.