Por Natalia Rótolo
Fotografía: Valentina Gomez

El reportero gráfico Dani Yako presentó en un revival, «1983: Imágenes del regreso», un libro de fotos periodísticas que recuerdan la primavera argentina. Su relación con Alfonsín y lo que vino después.

En la segunda Feria del Libro de Humanidades y Ciencias Sociales, Dani Yako, fotógrafo argentino, volvió a presentar 1983: Imágenes del regreso. “Nunca pensé que estaría hablando de estas fotos que hice para ser publicadas al día siguiente 40 años después”, dijo Yako mirando hacia la última fila del auditorio. “Pensar que las fotos de uno pueden preservarse era un sueño, lo esperaba, pero quizás no con estas fotos”.

Luego de ser secuestrado por la dictadura militar, Yako se exilió en España. “Hubo un par de años en que no quería saber nada con Argentina: estaba muy enojado con el país. Cuando me separé de mi pareja, se quebró algo también de mi relación con Madrid y con el exilio. Ahí empecé a pensar que había otra vez una Argentina posible”, relató en diálogo con ANCCOM

Con un libro regalado de Ricardo Piglia, reconectó con las cosas que le gustaban de Argentina. “Hice la prueba de volver en diciembre del 82 con la idea de que, si no funcionaba, podía regresar a España. Nunca me arrepentí, aunque ahora estoy decepcionado porque se están poniendo en duda cosas que pensábamos saldadas”, dijo con los ojos vidriosos.

En 2008, editó la crónica fotográfica del retorno democrático con Eterna Cadencia. “Es un trabajo periodístico, no hay casi ninguna visión personal”, aclaró ni bien empezó la charla. Las fotos son “trabajo puro y cotidiano”: este registro son coberturas para la Agencia Diarios y Noticias (DyN). En esa línea, agregó: “No me considero artista. Yo hago no-ficción: trabajo con la realidad, con mi interpretación de los hechos. Simplemente es mi trabajo: nunca pensé hacerlo porque después sería importante”.

Regresó al país por un llamado de DyN: “Podés volver, nadie te persigue y tenemos un trabajo para vos”. Para él, 1983 fue un año de muchas coberturas: la más grande fue la de las elecciones. La agencia consiguió que un fotógrafo propio esté en el equipo de campaña de los dos principales candidatos presidenciales: Ítalo Luder y Raúl Alfonsín.

Otro fotoperiodista, que venía trabajando desde hacía más tiempo en el medio, eligió seguir al “ganador, Luder”. Frente a 36 personas, Yako dibujó la sonrisa de quien tiene el diario del lunes: a él le quedó Alfonsín. “Vamos con los radicales: no hay tanto bombo, va a ser más tranquilo”, recordó haber pensado. Estuvo tres meses recorriendo el país con los radicales en un entorno muy chico.

Por esa cercanía, pudo retratar al padre de la democracia en situaciones cotidianas. Una vez, le quiso hacer una foto mientras le lustraban una bota, pero Alfonsín se la negó. Más tarde, el candidato se acercó a hablarle con humildad: “Te quería pedir disculpas, no era mi intención censurar tu trabajo, pero era una foto que yo no quería hacer”. Entonces, le ofreció posar en la foto que Yako quiera. Con rapidez decidida, le pidió una haciendo las valijas, llena de intimidad. La foto está un poco armada, pero tiene mucha información: “La valija es mínima, el hotel es una mierda, el teléfono no tiene disco… Parecía un viajante de comercio y no el tipo que iba a ser el próximo presidente de Argentina”, recordó entre risas. La sala también se rió: con mayor intensidad, las 27 personas de más de 40 años.

“Cuando Alfonsín ganó, desapareció la exclusiva y perdí la capacidad de lograr la intimidad”, comentó con tono amargo. Le ofrecieron trabajar para la Presidencia, pero no era algo que le interesara en el momento. “Sé que se enojaron, después se les pasó”, acotó con pesar. Durante la cobertura de la campaña, Yako hizo fotos que se convirtieron en íconos del radicalismo, como las del acto de Oberá: un líder grande, hablando con fuerza frente a un estadio colmado, en el que muchos asistentes no lograron entrar. Ese día percibieron que algo estaba pasando y que podía llegar a ser presidente: estaba convocando a gente que no era de su partido. Con la voz quebrada, Yako añadió: “Cuando salió este libro fui a entregárselo a Alfonsín, ya muy enfermo. Ahí le hice su última foto”.

En el patio de la Manzana de las Luces, Yako comentó: “Espero que el 83 no sea lo que marque mi trabajo. Son fotos que quiero, pero me gusta pensar que son parte del conjunto. Mi obra también son los proyectos grandes que me llevaron diez años”. En ellos, busca una mirada propia, más allá de los personajes y la actualidad. Este año tuvo que recurrir a su archivo de 1983 para aportar a algunos documentales y de 1985 por el Juicio a las Juntas, pero está trabajando en la serie fotográfica “Exclusión”, que explora la forma que adquieren los cuerpos de las personas que viven en la calle, sin enfocar sus rostros.