Por Camila Ronchi De Gaetani
Fotografía: Gentileza Santino Giorgio

En su undécima edición, el FIDBA ofrece una programación con tres competencias oficiales y varias secciones dedicadas a enfoques, retrospectivas y proyecciones especiales.

“Los invitamos a estar juntos y juntas a través de un cine que tiene la realidad como materia prima y que, por eso, es peligroso para quienes construyen su discurso de odio y violencia desde la mentira”, expresó Mario Durrieu, director general del Festival Internacional de Cine Documental de Buenos Aires (FIDBA), durante la apertura a la undécima edición del ciclo que se realizó en la Ballena Azul del Centro Cultural Kirchner (CCK).

Acompañado por Walter Tiepelmann, responsable de Industria y Formación del FIDBA, Durrieu se refirió al desafío de crear audiencia para un cine que, por su carácter documental, es “difícil de pensar en esos términos”, y también al propósito del FIDBA de generar un punto de encuentro de cineastas con el público argentino y porteño.

La ceremonia de presentación, colmada de directores, productores, invitados y cinéfilos, incluyó un “menú de dos pasos”, como eligieron llamarlo: una puesta en escena de teatro documental al estilo cabaret, dirigida por el realizador y dramaturgo Miguel Zeballos, en la que participaron Maruja Bustamante, Belén Gatti, Laura Névole y Anastasia María Benavente, y una segunda parte que consistió en la exhibición del cortometraje póstumo de Jean-Luc Godard titulado Drôles de guerres.

Los organizadores agradecieron a las embajadas de Brasil, Colombia y Chile, y subrayaron la importancia de acercar e integrar a los pueblos de América Latina por medio del cine, reivindicar el acto colectivo de presenciar una proyección en una sala a oscuras y convertirlo en un momento de resistencia frente a las cuestiones que se presentan en la actualidad.

“Estamos viviendo un tiempo complicado, la sombra del totalitarismo nos está acechando y el cine argentino unido se enfrenta con la violencia de quienes quieren exterminarlo para que no exista más. Pero también está en peligro un modo de vida, un sistema de valores, un pueblo y una cultura que dialoga y se relaciona con el mundo a partir de quienes somos”, manifestó Durrieu, antes de convocar al escenario a la actriz trans chilena Anastasia María Benavente.

La elección de iniciar el FIDBA con un espectáculo de tono burlesco no fue azarosa y pretendió reafirmar la necesidad de una expresión y creación libres, representadas por una figura de la comunidad travesti trans.“El cabaret siempre ha sido un lugar de denuncia política –dijo Benavente–. Y hoy, ante la avanzada de los grupos conservadores, que son racistas, homófobos, tránsfobos, xenófobos, nos toca poner una vez más el cuerpo y ser nosotras mismas una pancarta política”.

Las luces de la sala bajaron y comenzó la nueva edición del FIDBA, que no es ajena al difícil contexto social, político y económico, pero que de igual manera busca sostener sus convicciones a través de un cine de lo real. A diferencia de otros años, esta vez la competencia se dividirá en tres: “Órbita”, con largometrajes y cortos internacionales; “Hemisferio”, largos y cortos iberoamericanos, y “Austral”, largos y cortos argentinos. La programación completa del festival, que se extiende hasta el domingo 8 de octubre, puede encontrarse en su web oficial.