Por Roberto Hernán Olivera
Fotografía: Milagros Gonzalez

Las voces de los medios se encuentran en conflicto con las radiodifusoras y exigen aumento salarial. Además, existe preocupación por el reemplazo de profesionales por programas de inteligencia artificial.          

Están en la radio, en la televisión, detrás de una publicidad pero, en general, no los conocemos. A veces, ni siquiera le vemos las caras. La locución tiene mayor reconocimiento en la radio, pero allí también se alzan reclamos para que la profesión sea respetada como corresponde. El Sindicato Argentino de Locutores y Comunicadores (SALCo) viene pidiendo desde hace tiempo una recomposición salarial, incluso con medidas de fuerza. “La paritaria de ARPA (Asociación de Radiodifusoras Privadas Argentinas) todavía sigue estando dura, los empresarios privados no quieren dar rienda suelta”, dice Fernando Costa, locutor institucional en la Televisión Pública que también trabaja en la radio digital Conexión Abierta. Hace 32 años que desarrolla el oficio, marcado a fuego por su padre, y hoy su hijo continúa la dinastía familiar.

SALCo lleva adelante el reclamo junto con una intersindical, donde se encuentran el Sindicato Único de Trabajadores Espectáculo Público (SUTEP) y la Asociación Argentina de Trabajadores de las Comunicaciones (ATRAC), que nuclea a los operadores, más algunos gremios de prensa.

“ARPA no quiere dar los aumentos y entonces deja al trabajador en condiciones paupérrimas. Los medios siguen esa política, a pesar a pesar de que algunos compran y venden medios o quiebran y los trabajadores continúan su labor por su vocación para sostenerlos”, relata Costa, secretario de Profesionalidad e integrante de la Comisión Directiva nacional y secretario de Acción Social del sindicato.

Hay entre 10 mil y 14 mil locutores activos, muchos cobran en negro, algunos son independientes pero están afiliados al gremio con una cuota de 660 pesos. El salario básico de un locutor es de alrededor de 120 mil pesos, muy por debajo de la canasta básica que ya supera los 200.000 pesos. El rango de categoría se compone de seis escalas, “A es la principal, imaginate, un pueblito en La Rioja, que se cobra en la categoría “F”, no llega a los 100 mil pesos. Entonces, el 30 por ciento de los locutores está bajo el límite de la pobreza. El profesional que tiene formación académica, que consigue un puesto en blanco, con todos los descuentos cobra muy por debajo de la canasta básica”, describe Costa.

Otro tema de conflicto está vinculado con la situación de los empresarios del entretenimiento y de otros sectores que fueron comprando emisoras emblemáticas en los últimos años, pero no reconocen las deudas contraídas por las gestiones anteriores. Es el caso de Radio Rivadavia y de Radio Del Plata. Costa recuerda la deuda que esas emisoras tienen con el SALCo y lo que plantean: “Nos dicen: ‘Les pago a ustedes o se lo doy a los trabajadores’».

Voces que no son humanas

Un tema en auge que afecta a la profesión es el uso de la inteligencia artificial (IA). “Estamos en contra de la mal llamada ‘inteligencia artificial’ porque si está programada por alguien, no es inteligente, y repudiamos todo formato que quite puestos de trabajo”, enfatiza Costa. “Promovemos los puestos para personas humanas, creemos en que hay que respetar las condiciones dignas de trabajo, así como las normativas vigentes en Argentina, que son muchas, no así en el resto de América Latina y el mundo. Somos uno de los pocos países con un sindicato declarado y reconocido por el Ministerio de Trabajo de la Nación, por la Ley de Medios. Dentro de ese marco, tenemos la protección de poder reclamar que se defienda y proteja el trabajo del comunicador y del locutor, y repudiamos todo lo que nos quite trabajo real”.

La polémica también gira en torno a los derechos de uso, ya que la IA utiliza una base de datos de creaciones hechas para generar patrones sin permiso y de forma gratuita. “La voz del hombre no se puede reemplazar por una máquina, y esto le está quitando trabajo a cantantes, actores, actores de doblaje, músicos, artistas plásticos, porque toman parte de su obra, crean algo nuevo y no pagan derechos de autor, ni de uso, tampoco los derechos de originalidad de la voz, entonces se vuelve en contra”.

Desde el sindicato y las multisectoriales del rubro audiovisual, se están interiorizando con expertos en la materia y del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación, evaluando de qué manera se pueden reglamentar las normativas de uso cuidando los puestos de trabajo ante el advenimiento de esta tecnología.

Un asunto adicional es la aparición de plataformas digitales, como LuzuTV o República Z, entre otras, que transmiten vía web en un estudio de radio, con presencia de conductores y operadores, pero no de locutores. “El soporte que se use, independientemente de la tecnología, hace que no se pierda el espíritu de radio”, opina Costa. El Ente Nacional de Comunicaciones (ENACOM), al no poder actuar sobre un formato que incorpore Internet, no puede regular. La convivencia, según Costa, es lo mejor.

 

Doblajistas y publicidad

La profesión de doblajista es un mundo totalmente aparte, ya que gana mucho menos que un locutor y trabaja de forma independiente. Para lograr un ingreso digno tiene que hacer varios doblajes paralelos y si es una participación protagónica se rige por un convenio con la Asociación Argentina de Actores (AAA) a través de normas internacionales, puesto que el locutor también es actor de doblaje, a pesar de que hay actores y cantantes que incursionan en la tarea.

A su vez, la locución publicitaria es una rama fundamental que está presente en nuestras vidas al encender el televisor, escuchando radio o viendo un video y que se interrumpa por un aviso. Se rige por un convenio entre la Asociación Argentina de Agencias de Publicidad (AAAP), la Cámara de Anunciantes y el Ministerio de Trabajo. “Cuando viene alguna agencia y se jactan de lo maravillosos que son, los premios que ganaron, cuando empiezan a regatear el tema de las tarifas y los precios les decís: ‘¿Cómo le vas a poner precio a mi trabajo?’. ¿Cómo vas a tirar abajo tu laburo? ¡Ponete un parripollo! Tenés que enseñar a pagar a los trabajadores, el locutor tiene un precio y está en el costo de producción. La esencia está en el locutor que es el que vende el producto”, sostiene Costa.

 

El día a día

El staff mínimo que requiere una emisora de radio son diez locutores, y legalmente tiene que haber uno por turno, tanto comercial como informativo. Antes el número era mayor, pero con la incorporación de periodistas, actores y celebrities, se redujo al mínimo e indispensable para estar en el aire. La sigla de la radio debe ser hecha por un profesional habilitado, que además es el único apto para decir las marcas y leer el boletín de noticias.

Cuando un locutor recién egresa, algunos institutos enseñan a armar un demo y hay que golpear la puerta del medio para darse a conocer. En la actualidad, muchos se dedican al trabajo independiente, porque hay buena remuneración por una campaña de radio. “Pero tienen que hacer un home studio para que pueda servir el material y ganar un concurso o un casting, sino tenés que salir a patear a las emisoras de radio, televisión y cable”, señala Costa, para quien “el bagaje que tiene cada persona va a hacer que conquiste un laburo o no”.

Sobre el sentido de la locución, Costa reflexiona: “Para mí es muy profundo, porque mi padre, mi hijo y yo somos locutores. Somos tres generaciones vivas de profesionales, nos recibimos en el ISER y seguimos activos. Mi padre en la ciudad de Luján despunta el vicio después de haber recorrido todos los medios grandes. Imaginate, para mí atraviesa toda mi historia, desde muy cachorro, ver a los más grandes de la radio y la televisión, crecer mirándolos y aprender, enamorarme del medio, después trabajar con muchos de ellos en este camino y que mis hijos hayan elegido uno la locución y otro la producción y dirección de televisión, significa que algo han heredado de esta pasión por la comunicación. En lo profesional, hace que uno se meta en el sindicato y defienda todo, por los que nos precedieron, por lo que estamos transitando, por los que vienen y por los que se están formando. Mientras, tengamos el corazón que lata vamos a querer y defender la profesión con mucho orgullo”.