Por Delfina Barczak y Victoria Regal
Fotografía: ARCHIVO Magali Druscovich

¿Cuántos jóvenes emigran del país? ¿Es una cuestión de clase? El mito del éxodo y por qué los latinoamericanos siguen eligiendo a la Argentina cuando se van de sus terruños.

“Las oportunidades las crea uno mismo, mientras que el contexto y el país al que decidís emigrar solo te las va a poder facilitar, pero no te va a dar la solución”, reflexiona la joven argentina Candela Niesl, de 27 años. 

Emprender un nuevo destino, adaptarse a otro estilo de vida, lejos de la familia y amigos, aprender a lidiar con la soledad y el miedo a lo desconocido. Todo ello por el objetivo de construir un futuro y reconstruirse personalmente, a través de nuevas experiencias y culturas. Esos son algunos de los procesos por los que pasan quienes deciden emigrar de sus hogares para ir a otro país que, en algunos casos, se puede convertir en su segunda casa. 

Argentina recibió a muchos de estos aventureros a lo largo de su historia. Entre 1860 y 1930, fue de los principales destinos para los europeos. En la década de 1960, extranjeros latinoamericanos llegaron en masa, y nuevas costumbres se sumaron a su ecuación. Así lo describe el inmigrante colombiano de 26 años, Jorge Arévalo: “A nivel cultural te haces un festín en Argentina, hay mucha diversidad”. No obstante, el país continuó recibiendo a quienes huían de las crisis políticas y económicas que había en sus tierras de origen.  “No pudimos escoger otra tierra donde ir que no fuera la Argentina, porque ha sido un país que abraza, que recibe, que contiene, sobre todo”, confiesa Valentina Araujo, una de las miles de venezolanas y venezolanos que llegaron al país desde 2015.  

Sin embargo, hoy es moneda corriente que entre algunos jóvenes argentinos se converse sobre la posibilidad de viajar al extranjero con un futuro planeado o librando el destino, al azar. Muchos de ellos son descendientes de inmigrantes europeos del siglo XX y hacen largas filas en las embajadas europeas para conseguir su ciudadanía. 

Parece tan popular este debate que los medios de comunicación, las redes sociales y las campañas políticas lo recogen como tema de agenda. En este sentido, a veces se divulga información poco certera sobre la cantidad de emigrantes argentinos y sus experiencias en el extranjero. 

Guerra de oportunidades

En la mira de las próximas elecciones presidenciales, los partidos políticos se dirimen el apoyo de las juventudes. Estos son votos decisivos a la hora de ganar y Mauricio Macri lo sabe. A través de su cuenta de Instagram, el ex mandatario argentino hace tiempo que opina sobre los flujos migratorios, y expresó: “Me parte el alma el éxodo de los jóvenes argentinos que vemos todos los días. Se van frustrados por no poder desarrollar sus vidas acá mientras en otros países los esperan con empleo, estudio, vivienda, crédito y un futuro. Por eso no los cuestiono, entiendo sus razones”.  Luego de este inicio, fue de lleno al discurso político: “En 2023 se producirá un cambio muy profundo”, afirmó, haciendo alusión a su intención de volver a ser Presidente. 

Pero, así como Juntos por el Cambio no interpela a toda la ciudadanía, este discurso también deja a varios argentinos afuera. ¿A qué jóvenes les habla Macri? ¿Todos los sueñan con irse del país? 

De acuerdo a una encuesta realizada por esta nota en octubre de 2022 a 200 jóvenes de entre 20 y 30, quienes manifiestan sus deseos de experiencias en el extranjero son pibes y pibas de clase media y acomodada. En parte de aquel público podría estar Tomás González, un argentino de 23 años que estudió en una universidad privada de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y vive en España hace un año. No obstante, Tomás confiesa: “Es imposible hacer esto si no tenés la plata”. Sus padres le pagaron la carrera para que él pudiera terminarla lo más rápido posible. Con su título de Licenciado en Turismo y Hotelería fue a buscar su primer trabajo en el extranjero.

Más de la mitad de los encuestados por este medio coincide con la visión de Tomás. Al preguntarles por los obstáculos que se les presentan para viajar al exterior, primero respondieron que les costaría distanciarse de su familia y amigos, y luego, que no cuentan con el dinero necesario para viajar. Paralelamente, el informe que el INDEC publicó en septiembre de 2022 señala que más del 36,5% de la población argentina se encuentra bajo la línea de pobreza. No estaría en las prioridades y posibilidades de la población, viajar a buscar experiencias.

Igualmente, las trabas no están solo en la Argentina, también son impuestas por el exterior. Existen muchos requisitos que cumplir si, por ejemplo, se quiere trabajar de niñera en los Estados Unidos. “Podes ser Au Pair en 4 pasos”, ofertan las compañías que organizan programas de viajes para chicas jóvenes del país. No obstante, cada etapa está lejos de ser simple. Para poder aplicar hay que contar con título secundario, licencia de conducir, un alto nivel de inglés, 200 horas de experiencia cuidando niños y/o niñas, y tramitar el pasaporte y la visa de trabajo norteamericana. El costo del programa ronda los 150.000 pesos y dentro de él se incluyen el viaje de ida y la asistencia médica. 

Desde la Dirección Nacional de Migraciones, la Directora Florencia Carignano le respondió al expresidente a través de Twitter que durante el gobierno del PRO abandonaron el país 50 personas por día, mientras que entre 2020 y 2021 bajó a 18 emigraciones diarias. Para sostener estas estadísticas, la funcionaria del Frente de Todos aclaró que fue comparada la cantidad de argentinos de entre 18 y 40 años que salieron del país y no volvieron por 12 meses. Como las y los ciudadanos no están obligados a declarar los motivos de sus viajes es complicado contar información precisa. Solo es posible apoyarse en datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC), del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), y de los censos de población nacional comparados con las estadísticas de migraciones argentinas en el resto del mundo. 

El aumento en el interés por emigrar puede observarse en el recuento de trámites realizados para sacar la ciudadanía española o italiana. Sin embargo, no todos los que cuentan con alguna de ellas, se van del país. De acuerdo a la encuesta realizada por este medio, varios argentinos tienen presente la posibilidad de irse, pero aún hay algo que los frena. 

Aterrizar en la realidad

“Es clave no pensar que todo es color de rosa y enfrentar lo que toque”, admite Micaela Genta, una aspirante a Au Pair de 22 años. 

En la actualidad, quienes no se encuentran con las promesas que reciben son las jóvenes argentinas que emigran como Au Pairs a los Estados Unidos. Cada vez son más las mujeres que se aventuran a cuidar niños y niñas en el extranjero con la ilusión de conocer sus icónicas ciudades, tener alojamiento y comida gratuitos, y un sueldo semanal de 200 USD. Pero, al mismo tiempo, aumentan las denuncias en redes sociales que las viajeras realizan a sus familias empleadoras por explotación laboral o violencia intrafamiliar. 

Entre los participantes de la encuesta realizada, un 80% de ellos son argentinos y más del 60% de los mismos destacó que les gustaría vivir en el exterior. Pero, ¿por qué quieren irse? “Yo me fui porque me interesaba conocer nuevos lugares, nuevas personas y nuevas culturas. Siento que te abre mucho la mente viajar, pero no descarto volver a la Argentina”, aclara el argentino que reside en España, Tomás González.  

A causa de la pandemia, los países con alto envejecimiento poblacional fueron afectados por la caída de la mano de obra. En consecuencia, facilitaron el acceso a visas de estudio y de trabajo para los inmigrantes. Varios de ellos salieron elegidos como los países preferidos por las y los encuestados. 

La emigración que vive la Argentina es comparada por algunos sectores con la fuga de cerebros de 1966. Pero en aquel entonces, los jóvenes se iban a ejercer sus profesiones a otros países, mientras que hoy: “Se van a lavar copas o limpiar baños, que es digno, pero yo que estoy estudiando mi carrera y ejerciéndola, no podría dejar lo que construí acá”, manifiesta el colombiano Jorge Arévalo. Muchos de ellos son discriminados por los turistas incluso, tal como cuenta Tomás González: “La discriminación que yo sentí es que cuando me acerco a las mesas se agarran las carteras, me corren el celular”.

Quienes se van no solo dejan a sus familias, sino códigos sociales que varían considerablemente entre países. Argentina representa las noches de fiesta interminables, el beso en el cachete y ese trato “amiguero” incluso entre desconocidos. Ese clima da una sensación de bienvenida a los extranjeros que es destacable: “Una de las cosas que los venezolanos valoramos de los argentinos es que son muy abiertos a las otras culturas. Les gusta y se interesan”, manifesta Eli López, inmigrante venezolana que llegó al país hace cuatro años. 

El refugio de América latina

“Algo muy loco que a mí no me pasa, es que en Argentina todo el mundo se queja de la inseguridad. Pero en Colombia hay una cultura del miedo, la gente no saca el celular en la calle, es muy precavida, y acá son súper relajados”, destaca Jorge Arévalo al conversar con este medio sobre las características de la Argentina que más le llamaron la atención. 

En Latinoamérica, todos y todas están más que acostumbrados a la inseguridad, los altibajos económicos y las sorpresivas dictaduras o inestabilidad política. Pero en algunos países estas situaciones son peores que en otros. Por eso, en varios momentos históricos que expulsaron a miles de habitantes latinos de sus países de origen, la Argentina fue la solución más cercana. 

En el país, la población migrante era aproximadamente de dos millones de personas en 2019, según datos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). En la investigación de migraciones de la Dirección Nacional de Población, se destaca que, entre el 2012 y el 2020, el 93% de las residencias otorgadas fueron a migrantes procedentes de países de América del Sur, luego a inmigrantes del resto del continente, y por último, a europeos. La variación en los orígenes de quienes ingresan al país se puede ver claramente en el estudio del Instituto Nacional de Datos, Estadística y Censo (INDEC), que abarca el período de 1830 a 2010. 

“Mi familia me pagó el pasaje porque en Colombia las universidades son muy caras. A otros chicos a veces los padres no les pagan una universidad en su país, pero sí el alquiler de Buenos Aires que es carísimo”, comenta Jorge Arévalo. Según un ranking internacional, seis universidades de la Argentina se encuentran entre las 50 mejores de América Latina, y, entre ellas, la Universidad de Buenos Aires (UBA) se ubica en el puesto número nueve. La educación argentina también es destacada en las conversaciones entre europeos: Los argentinos tenemos una gran fama de tener buena educación, que para mí es real”, revela el argentino Tomás González y añade que el título universitario argentino es un privilegio que le abre más posibilidades a los jóvenes en el exterior.

Teniendo en cuenta que la mayoría de los inmigrantes latinoamericanos llegados a la Argentina entre 2018 y 2019 tenían entre 22 y 28 años, gran parte de la sociedad critica que vienen al país a aprovecharse de la educación pública. No obstante, en el Anuario Migratorio Argentino de 2020, un grupo de investigadoras del CONICET demostró que un 38% de los inmigrantes llegó a la Argentina buscando trabajo, y solo un 22% para ampliar sus estudios. A su vez, también destacan que quienes vinieron recientemente tienen perfiles educativos más altos que inmigrantes anteriores. 

Aunque muchas personas deciden aventurarse a la vida en el extranjero todo inmigrante sabe que esa búsqueda implica incertidumbre. Así lo asegura González: “Lo más importante es estar preparado para la inestabilidad de la vida, sobre todo al principio porque en muchos aspectos puede salir mal. Tenés que ser bastante luchador para salir adelante y no rendirte”. 

Al llegar a nuevos países las circunstancias socioeconómicas podrán ser más favorables que en la Argentina, pero eso no garantiza un futuro más sencillo o exitoso. A su vez, no hay una urgencia inmediata que lleve a los jóvenes a correr estos riesgos, como sí ha ocurrido en otros momentos de la historia nacional. “No es un número que impacte ni que se acerque a las emigraciones de la dictadura o de La Noche Los Bastones Largos, donde tampoco se puede mencionar a la crisis del 2001 como un gran éxodo”, explica Roberto Aruj, sociólogo de la Universidad de Buenos Aires. Varios sectores políticos podrán hablar de aumento de migración, pero las estadísticas muestran una realidad distinta. “No hay migración hoy en día, hay mucha propaganda política que está tratando de desprestigiar al gobierno actual a través de la campaña que plantea un gran flujo migratorio de jóvenes que no es real”, remarca el licenciado. 

Entonces, ¿La única salida es Ezeiza? Este dicho se volvió popular en Twitter y entre las y los usuarios de las redes que postean fotos de sus pasaportes y valijas a horas de abandonar el país. Sin embargo, parece ser más una campaña de algunos twitteros que un diagnóstico basado en la realidad.