Por Eva Coronel Gorojod
Fotografía: Gentileza Telam

El juicio por el asesinato de Fernando Báez Sosa fue cubierto con un despliegue pocas veces visto y batió records de audiencia. ¿Los medios estuvieron a la altura?

El debate respecto al rol de los medios en la judicialización del asesinato de Fernando Báez Sosa se coló en la agenda junto al veredicto del Tribunal de Dolores. El caso rompió récords de métricas y audiencias, ¿los periodistas estuvieron a la altura?.

“Vimos a colegas periodistas celebrando las prisiones perpetuas como si fuera una meta que cumplieron y convencidos del rol que habían jugado”, mencionó Laureano Barrera, director del sitio especializado en periodismo judicial Perycia. “Lo grave no es pretender que el periodismo sea ‘neutral’ porque sabemos que la objetividad del periodismo es una ilusión de mínima un poco ingenua y de máxima un poco cínica. Esa ‘neutralidad’ no es la que yo pretendía en los medios de comunicación, pero el lugar de celebración impide el debate para reflexionar por qué estos ocho pibes hicieron lo que hicieron y cuáles son los patrones culturales, políticos y sociales que provocan que estos comportamientos sean posibles”, agregó.

Con una producción de contenido permanente, se informó tanto sobre lo que ocurría en la sala de audiencia como lo que sucedía fuera con los padres de Fernando y de los victimarios, junto al paseo por los canales de televisión que propició Fernando Burlando, el abogado querellante. Todo esto produjo la atención y el seguimiento de la opinión pública. “La sobredifusión influyó en todos los actores del proceso. Por un lado, los peritos psicológicos notaron que, si bien algunos de los acusados tenían ganas de hablar, no lo hacían por miedo a que trascendiera. Por otro lado, no podemos negar que el tribunal está compuesto por jueces y juezas que miran televisión, leen los diarios y redes sociales, tienen familias y ámbitos de pertenencia. Es imposible esa abstracción teórica que supone que deben tener para decidir según las leyes y no según lo que están dictando como sentencia previa los medios de comunicación y los discursos punitivos de prisión perpetua”, concluyó Barrera.

Si bien distintos especialistas concuerdan que no hay una relación directa entre la mediatización del caso y la sentencia, reconocen ciertos elementos que presionan la misma. Al respecto, Mariana Fernández, Doctora en Comunicación e investigadora del CONICET, reconoció que el reclamo de castigo y el abordaje punitivo de los medios se refuerza por el sentimiento de desconfianza generalizado en el sistema de justicia, y comentó: “Los medios de comunicación tuvieron un importante rol en la presión porque crearon un ambiente totalmente cargado de una descripción estereotipada respecto a la víctima y los victimarios, el tratamiento espectacularizado del caso en torno a la juventud descontrolada, la violencia en el mundo del rugby, la insensibilidad de los acusados, el juicio televisado por youtube, todos los rótulos que se van poniendo de ‘urgente’ y ‘alerta’, las imágenes de los familiares en la puerta de los tribunales, el vídeo de la golpiza repetido una y otra vez en forma totalmente revictimizante de Fernando…”

La investigadora añadió: “Todos mecanismos de creación de sensacionalismo que suscitan esta creación de sensación de amenaza en la audiencia de que el hecho se puede repetir y de que le puede pasar a cualquiera”.

“Lo que hizo que este caso sea diferente en la cobertura mediática fue que se vincula con el carácter extremo de la violencia que ejercieron los jóvenes; no olvidemos que para los medios la muerte es un criterio de noticiabilidad muy importante, pero fundamentalmente es que el hecho fue registrado por cámaras de seguridad y vídeos tomados desde celulares por los propios testigos de los hechos”, señaló Fernández y agregó: “Esto es lo que los llevó a posicionar, desde el primer momento, como victimarios y una víctima que claramente es Fernando, un joven del cual se destaca su solidaridad”.

El hecho es que el joven falleció el 18 de enero de 2020 en Villa Gesell, luego de recibir una golpiza por parte de un grupo de amigos al salir del boliche Le Brique. El lunes, la justicia dio a conocer el veredicto: Máximo Thomsen, Ciro Pertossi, Enzo Comelli, Matías Benicelli y Luciano Pertossi fueron condenados a prisión perpetua por considerarse «coautores penalmente responsables por los delitos de homicidio doblemente agravado por el concurso premeditado por dos o más personas y por alevosía en concurso ideal con lesiones leves», mientras que Ayrton Viollaz, Blas Cinalli y Lucas Pertossi, como partícipes secundarios, fueron condenados a 15 años de prisión.

“Se trata de un evento que tiene cierta familiaridad para buena parte de la población. El hecho de que se peleen un grupo de jóvenes al salir de una discoteca no es atípico”, mencionó Ezequiel Kostenwein, Doctor en Ciencias Sociales y abogado. “En casos conmocionantes, habitualmente en los medios de comunicación se presenta una mirada esquemática del castigo y la función que debería tener la pena. Se prioriza más la severidad y no tanto la interpretación o la comprensión de la situación de la víctima y las trayectorias de posibilidad de por qué ciertas personas son capaces de cometer un delito tan grave. Se genera un escenario donde la mirada más punitivista es la que consigue tener más eco”, comentó.

Desde el margen, hubo coberturas que se corrieron de la promoción de la mirada punitivista y le dieron voz a otros temas tratando de complejizarlos, profundizando la noción de violencia machista en el rugby, el racismo que atravesó la pelea o si existe realmente una sentencia reparadora. Si bien los tiempos que maneja el periodismo son otros, esto no implica dejar de preguntarnos por las herramientas con las que contamos para intervenir en estas situaciones.