Por Armando Arboleda
Fotografía: Gentileza: Néstor el presidente militante

“Hizo cosas que no estaban establecidas”, afirma Enrique Federman, el director de «Néstor, el presidente militante», el unipersonal que explora la vida de Kirchner y se estrenó esta semana.

La sala, con capacidad para 200 personas, está completa. El público quiere ver a Néstor. La mayoría vivió dos crisis, la de 1989 y la de 2001, en las que los vaivenes políticos hicieron faltar la comida, los ahorros y, en ocasiones, la dignidad. El único actor en escena, casualmente, también se llama Néstor.

La obra Néstor, el presidente militante recorre la vida personal y pública de Néstor Kirchner (1950-2010), desde sus inicios en la Juventud Universitaria Peronista (JUP), su encuentro con Cristina Fernández, su trayectoria como intendente, gobernador y presidente, hasta sus problemas de salud, el conflicto con el empresariado del campo en 2008 y la compra-venta de tierras en Santa Cruz, su provincia natal. Lo interpreta Néstor Sánchez (Bar El Chino, Los exitosos Pells, Cuatro Reinas), y tras él un proyector acelera imágenes de los acontecimientos político-mediáticos más relevantes en torno al mandatario, mientras las luces enfatizan, a veces, su figura, y otras, la historia misma.

La pieza se acerca al 27 de octubre de 2010, es decir a su abrupta finalización. Allí culmina. La sala queda en silencio, se escucha algún sollozo y todas y todos aplauden, una vez más, a Néstor. Es la magia del teatro. Tras bambalinas se encuentra su director, Enrique Federman (No me dejes así, Sweet Charity, Sos vos), quien adaptó el libro homónimo de Gabriel Pandolfo y dialoga al respecto con ANCCOM.

¿Qué potencial viste en el texto para llevarlo al teatro?

Se puede enunciar desde distintas circunstancias. Puede ser por las situaciones, por los personajes, por el tipo de historia. Es un personaje que en sí mismo genera mucho para mostrar y una trama que además aún no terminó. Cuando se lo muestra en el No al ALCA, en aquel discurso de 2005, es lo mismo que sucede hoy, que el FMI le dio dinero a quien sabía que no le iba a pagar. Es aún más actual que en ese momento.

¿Ya habías hecho alguna adaptación de un libro?

Nunca, y menos de una biografía, que es lo opuesto a lo que suelo trabajar. Se dice que en mis obras brindo poca información, para que el público después complete. En este caso la información estaba toda, hechos, datos, estadísticas, y me pareció interesante como tarea y como desafío esta modalidad…

En la obra trabajás con el concepto de lo “torcido”…

Eso surgió cuando la escritura estaba bastante avanzada. Néstor tenía la mirada torcida, la nariz torcida hacia arriba y también una forma torcida de pronunciar. Lo que él llevó a la práctica fue torcido en relación a lo que se podía esperar en ese tiempo, después de 2001, con el “que se vayan todos”. Era un desconocido, un peronista más del que no se esperaba demasiado, y él “torció” e hizo cosas que no estaban establecidas.

¿Cambió tu percepción de Néstor Kirchner?

No le había prestado atención hasta su muerte. Yo estaba asqueado con lo que había concluido en el fracaso de 2001. Cuando murió vi un documental sobre él y me sorprendió la cantidad de cosas que había hecho.

La música es bastante particular…

El espectáculo tiene dos zonas musicales. La primera es la canción principal compuesta por León Gieco, y por otro lado, todo lo sonoro que trabajé con Pablo Martín, la música incidental y los efectos. León tomó mi idea de “torcido” y compuso un temón, “Nestorcido”. A Néstor, tal como se dice en la obra, no le gustaban Los Beatles sino Los Wawancó, la cumbia. Entonces León percibió ambas cosas, Los Wawancó y lo torcido de criterio, y armó ese temón que es para bailar y llenar la cancha.

 

Néstor, el presidente militante se exhibe los domingos y los lunes a las 20.30 en el espacio Dumont 4040 (Santos Dumont 4040, CABA).