Por Hebe Barrios
Fotografía: Gentileza La Retaguardia

En una nueva audiencia del juicio por los crímenes de lesa humanidad cometidos en los centros clandestinos de Banfield, Lanús y Quilmes, declaró Rosaria Valenzi sobre la búsqueda de su sobrina y la desaparición de su hermana. También las hijas de dos delegados gremiales secuestrados. El caso de las parteras desaparecidas por avisar de un nacimiento en cautiverio.

Una nueva audiencia por los crímenes de lesa humanidad cometidos en los Pozos de Banfield y Quilmes y la Brigada de Lanús, durante la última dictadura cívico militar, tuvo lugar este martes. En una modalidad mixta -virtual y-presencial- declararon Rosaria Isabella Valenzi, hermana de Silvia Mabel Valenzi, militante de Montoneros, embarazada y secuestrada en 1976, quien dio a luz en cautiverio; Nancy Rizzo, hija de José Reynaldo Rizzo, delegado metalúrgico secuestrado en La Matanza en 1977, y Alicia Galeano, hija de Héctor Galeano, militante peronista, trabajador de la Empresa Nacional de Telecomunicaciones (ENTEL), secuestrado en noviembre de 1976. 

Desde el Tribunal Oral Federal N°1 de La Plata, Rosaria Isabella Valenzi declaró: “Todo empezó el 12 de noviembre de 1976, cuando se llevan a la suegra y la cuñada de mi hermana. Se suponía que la llevaban porque buscaban a Carlos López Mateo, mi cuñado, pero a él lo mataron el 18 de diciembre en las calles 14 y 67 de La Plata y la hermana y la madre no aparecieron más. Se las llevaron para exterminar a la familia», declaró Rosaria y recordó que a su hermana se la llevaron el 22 de diciembre y nunca más apareció. 

Una tarde de abril de 1977, la madre de Rosita recibió un anónimo. Allí decía que su hija desaparecida, Silvia, había tenido una nena en el Hospital de Quilmes, que fueran a buscarla, pero nunca la encontró. Valenzi narró que aquel día su madre había ido en busca de su nieta y su hija pero que, al presentarse en el hospital, un doctor de apellido García, le mostró el libro de partos, y le dijo: “Sí, nació la nena, vaya a hablar con el director” pero fue el director quien la sacó a empujones y le aseguró que ahí no había pasado nada, que no existía el parto.

Además, recordó que el doctor Adalberto Pérez Casal, jefe de Neonatología del Hospital Iriarte por esos años, le contó que (el médico policial condenado por delitos de lesa humanidad José Antonio) Bergés le advirtió que «no la puede retirar, ni Videla, no se la des a nadie», refiriéndose a la beba de su hija.

Más tarde, la familia de Silvia Valenzi sabría que quienes le enviaron ese anónimo fueron la enfermera Generosa Fratassi y la partera María Luisa Martínez, «ambas ofrecieron su vida, se las llevaron y están desaparecidas», afirmó Valenzi.

«Quiero que se haga justicia por las víctimas del Pozo de Banfield y el Pozo de Quilmes y quiero que alguien hable y diga dónde está la nena. Bergés debe saber, pero nunca habló», finalizó Rosaria Valenzi, quien además en su relato recordó su lucha junto a Chicha Chorobik, una de las fundadoras de Abuelas de Plaza de Mayo. El segundo testimonio fue el de Nancy Rizzo, hija mayor de José Reynaldo Rizzo quien, desde que empezó su declaración hasta que terminó, sostuvo firmemente una foto de su padre. Rizzo, recordó cada detalle de aquel dramático 17 de noviembre de 1976 en su casa de La Tablada. “Se escuchaban ruidos, entraron por todos lados. Recuerdo que mi mamá estaba en las piezas, yo me había agarrado de la mano de mi papá porque para mí eran ladrones, no entendía lo que estaba pasando. Todo el tiempo me apuntaban para que baje la cabeza”, contó.

En el relato ante el Tribunal, Rizzo afirmó que su padre estuvo secuestrado en el centro clandestino de tortura y exterminio conocido como «El Infierno», tal como se llamaba a la Brigada de Lanús. Allí compartió cautiverio con Nilda Eloy, a quien los represores violaban cuando torturaban a su padre para que él creyera que estaban agrediendo a sus hijas. «Mi papá gritaba ´con las nenas, no; con las nenas, no´. Años más tarde nos conoció Nilda Eloy y nos dijo ´Ah, ustedes son las nenas´. Yo siempre le pedí perdón a Nilda por eso», expresó con pesar Nancy Rizzo en su declaración.

Con total entereza, Nancy Rizzo fue firme y dirigiéndose a los jueces dijo: «Ustedes nos hacen esperar mucho tiempo (para enjuiciar a los represores). Se nos va la vida, la gente se muere. Yo tengo los restos de mi papá y nadie me dijo quién lo mató». En 2009, los restos de José Rizzo fueron identificados por el Equipo Argentino de Antropología, a partir de allí Nancy y su familia recién pudieron reconstruir lo sucedido con su padre. “Yo recuperé un esqueleto. Lo mataron con tres balazos mínimamente”, contó.

La última declaración fue la de Celia Alicia Galeano, hija de Héctor Armando Galeano. “Santiagueño, orgulloso de pertenecer a ENTEL y trabajar en el Estado”, expresó su hija ante el TOF 1 de La Plata y recordó que “tenía 45 años cuando lo desaparecieron el 17 de noviembre de 1976”.

Tanto Héctor Galeano como José Rizzo, formaban parte del Grupo del Oeste desde diferentes sectores gremiales junto a sus compañeros Jorge Conget, Ricardo Chirichimo y Gustavo Lafleu: “Todos fueron secuestrados en noviembre de 1976 y fueron vistos en el Infierno de Avellaneda”, afirmó Cecilia Galeano. 

“Mi madre esperó más de 40 años justicia, se cansó de esperar”, expresó entre lágrimas Galeano recordando que la primera vez que la llamaron a declarar, su madre falleció esperanzada en que algo se estaba haciendo por su compañero. “Mi madre dentro de sus posibilidades, guardó todo: la denuncia, los recortes de diarios, los papelitos y nos los fue traspasando a nosotros, sus hijos. Nosotros también, sin proponerlo, fuimos traspasando esa búsqueda a nuestros hijos, a nuestros nietos. Esa búsqueda sigue”, reafirmó Cecilia Galeano quien se encontraba acompañada de sus hijos, sobrinos y nietos al momento de su declaración.

El día que identificaron los restos de José Rizzo, también se encontraron otros cuerpos que no pudieron saber quiénes eran, además de que se extraviaron otros, “los restos de mi padre pueden ser esos que no fueron identificados.”, expresó la última testigo de la jornada.