Por Franco Ojeda
Fotografía: Andrea Bravo, María Bessone, Sofía Barrios

A 38 años de la restauración democrática en la Argentina y en el Día de los Derechos Humanos, Alberto Fernández, Cristina Kirchner, Lula y Pepe Mujica hablaron en la Plaza de Mayo luego de una jornada de movilización y alegría popular. La algarabía no hizo olvidar las deudas pendientes. El acuerdo con el FMI en el centro de la escena.

Una multitud participó en Plaza de Mayo de la celebración por el retorno de la democracia y el Día Internacional de los Derechos Humanos. Referentes sociales, sindicales y políticos se sumaron a la convocatoria, al igual que artistas como Víctor Heredia, Teresa Parodi, Masacre y Ráfaga, entre otros, que musicalizaron la fiesta.

Desde antes de las 15, hora de inicio del acto, ya había mucha gente en los alrededores de la plaza, proveniente de distintas zonas de la Ciudad y el Conurbano. Buena parte de la jornada transcurrió con cielo algo nublado, pero con alta humedad, por lo que el público buscaba alternativas para refrescarse y agradeció las bolsas de aguas provistas por un camión de la empresa AYSA.

De a poco la plaza se fue llenando. Los vendedores de bebidas y alimentos no daban abasto. Se armaron largas filas en los puestos de choripán y hamburguesas. “Es la primera vez en el día que tengo cinco minutos para descansar”, contaba Quique, vendedor de gaseosas y cervezas, en diálogo con ANCCOM.

Aunque el clima fue festivo, también hubo lugar para reclamos de sectores sociales que buscan una respuesta política a las problemáticas que padecen, ya sean de salud, territoriales o por represión de las fuerzas de seguridad. “Celebrar la democracia me llena de alegría como militante peronista, pero eso no significa que deba ser obsecuente con esos dirigentes que se presentan como tales, pero castigan al pueblo con salarios de hambre y con explotación laboral”, afirmó Mirna alzando un cartel en contra de la expropiación a pueblos los originarios. “Las personas que tenemos VIH necesitamos una cobertura mayor. Durante la pandemia se deterioró la atención y necesitamos una medida urgente”, señaló a su turno Nicolás.

A las 17, la plaza y sus alrededores estaban colmados y la caravana que iba y venía se extendía, por Avenida de Mayo, casi hasta el Congreso de la Nación. Muchos, sobre todo pibes y pibas, se acercaron en transporte público aprovechando que era gratuito por el día.

El grueso de los movimientos políticos y sociales se agruparon sobre la Avenida Roque Sáenz Peña, donde una muchedumbre caminaba a paso de hormiga para llegar a la zona del acto central. “Estamos acá para celebrar la democracia y para luchar para que regrese la Patria Grande”, remarcó Lucho, militante de La Cámpora, mientras se veía detrás un muñeco gigante con las frases “No al FMI” y “Libertad a Milagro Sala”.

“Estoy acá no solo para celebrar la democracia la Argentina, sino también para celebrar al mejor dirigente de la historia de Brasil, el que sacó a millones de personas de la pobreza y que le dio más derechos al pueblo y que espero que vuelva en 2022”, se ilusionaba Ismaily, una simpatizante del Partido de los Trabajadores envuelta en una bandera verdeamarelha.

Al ritmo de la música que provenía del escenario o de los tambores de las agrupaciones, algunas personas danzaban frenéticamente en el medio de la calle. Con las banderas flameando de fondo, un hombre disfrazado de pingüino se movía al ritmo de un tema de Damas Gratis, acompañado del vitoreo de la militancia, y a 100 metros nomás, otro grupo, envuelto en una bandera argentina, bailaba una zamba de Peteco Carabajal.

“Uno siente orgullo de cumplir con un compromiso que es de todos: defender la democracia”, opinó Roberto Baradel, secretario general del Sindicato Unificado de Trabajadores de la Educación de la provincia de Buenos Aires, y agregó que las interrupciones institucionales siempre terminaron afectando a los sectores obreros. “Reivindicar la democracia es clave y en el marco de una plaza que lucha por el regreso a la Patria Grande, para tener una mejor democracia en América Latina, una mejor distribución de la riqueza y que se termine la sumisión”, sostuvo.

Durante la tarde, Abuelas y Madres de Plaza de Mayo fueron condecoradas con el Premio Azucena Villaflor a los derechos humanos. “Treinta y ocho años de democracia, totalmente imparable”, dijo Taty Almeida, de Madres, una de las condecoradas. “Este premio es muy importante, se lo dedico a todas mis compañeras de lucha, a mis tres hijos, Jorge, Fabiana y Alejandro y a mis nietos. Yo sé que Alejandro y los 30 mil nos están mirando”, dijo emocionada.

“Cada día me siento más joven y eso me hace bien para seguir luchando”, manifestó Estela de Carlotto, presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, otra de las distinguidas, quien recordó a Azucena Villaflor, una de las fundadoras de Madres y asesinada en plena dictadura. “Este premio lo voy a disfrutar, pensando en la lucha de las primeras y de las que seguimos luchando hace 44 años, caminando por el país y el mundo para nunca más se vuelva a repetir una dictadura”, enfatizó Estela.

Cerca de ellas, la legisladora porteña y nieta restituida Victoria Montenegro, rememoró: “Yo era muy chiquita cuando se recuperó la democracia. Por entonces, mientras el pueblo festejaba, yo estaba apropiada”. Montenegro destacó el rol de los organismos de derechos humanos para la consolidación de la democracia y alertó sobre el avance de discursos negacionistas de los crímenes de la última dictadura. “La aparición de estos sectores, que ya tienen representación institucional, nos interpelan a construir un puente hacia los más jóvenes, tenemos que trabajar para ellos porque ellos son los que van a garantizar que no se vuelva a repetir una situación así. Para eso necesitamos más política de Estado y recuperar los espacios de discusión que fueron desmantelados por el gobierno de Macri. Hay que volver a trabajar sobre la memoria activa para dimensionar que detrás de ese hecho hubo intereses económicos para dejar de rodillas al país”, subrayó la legisladora. “Pensar distinto es lo más sano de nuestra democracia, pero nunca con discursos negacionistas. Esa no es una opción”, concluyó.

El acto central transcurrió en alegría y en paz. El público se conmovió con el Pepe Mujica, Lula Da Silva y Cristina Fernández, cuyas intervenciones fueron aclamadas. En el medio del discurso de la vicepresidenta, cuando se refería al FMI ante la mirada del ministro de Economía Martín Guzmán, un niño de unos cinco años lloraba porque se había extraviado, pero rápidamente, gracias a la intervención de la prensa, pudo encontrar a sus padres.

El cierre del acto estuvo a cargo del presidente Alberto Fernández. “Viva la democracia”, gritó el mandatario, a lo que el público le respondió “viva”. Instantáneamente, una batería de fuegos artificiales estalló en el cielo, cerca del escenario, con una cumbia sonando de fondo, y la gente también estalló al ver los pasitos de Cristina junto a las Madres y Abuelas y pidiendo el aliento de todas y todos en la plaza. Minutos después llegó la despedida, las y los oradores se retiraron y el pueblo empezó a despejar la zona cantando sin parar en el camino de vuelta.