Por Hebe Barrios
Fotografía: Captura de pantalla La Retaguardia

En una nueva audiencia del juicio por los crímenes cometidos en el Pozo de  Banfield, Pozo de Quilmes y la Brigada de Lanús, declararon los familiares del militante desaparecido Juan Carlos Abachian.

La audiencia N° 50 del juicio por los delitos de lesa humanidad cometidos en los pozos de Quilmes, Banfield y Lanús comenzó casi puntual, con solo cinco minutos de retraso. En esta ocasión, declararon Mercedes Loyarte, Rosario Abachian y Marta Susana Abachian, todas familiares de Juan Carlos Abachian, un joven rugbier y militante de la juventud peronista y Montoneros secuestrado el 27 de diciembre de 1976.

“Corré que te matan”, le gritó Juan Carlos Abachin a su compañera Mercedes Loyarte el día que lo detuvieron en la puerta de su departamento de La Plata. Mercedes, luego de ver por la ventana a personas uniformadas, atinó a escapar gracias al alerta del padre de su hija. Trepó las paredes de las casas linderas y desde ese momento nunca más volvió a verlo. Ambos habían militado en la juventud universitaria peronista, en la Universidad Católica de Mar del Plata hasta 1975, pero cuando mataron a unos compañeros de la Carrera de Derecho, decidieron mudarse a Buenos Aires junto a su bebé recién nacida, Rosario.

Con mucho pesar y dolor, Mercedes Loyarte relata la odisea que los padres de Juan Carlos tuvieron que hacer para saber dónde estaba su hijo y qué habían hecho con él. Además, contó cómo ella, con 22 años, tuvo que esconderse junto con su hermana, su hija y la odisea para conseguir asilo: viajar hasta Montevideo, Brasil y finalmente España, el país que las recibió en el exilio, durante los ocho años de Dictadura argentina y donde vive hasta hoy junto a su hija. “El exilio es un desarraigo enorme. Es volver a empezar en todos los sentidos – expresa Loyarte con angustia y emoción y continúa-:Seguíamos con miedo y era muy difícil relacionarse en España. No te salvaba estar tan lejos. Mi familia fue particularmente seguida, mis padres soportaron once allanamientos donde nos buscaban a mi hermana y a mí. Incluso se presentó un capitán negociando para que nos entregaran”.

A través de la lectura de una carta emotiva, Loyarte expresa su agradecimiento de poder declarar y reivindicó el pedido de justicia en nombre de las y los desaparecidos: “Espero que este proceso judicial sirva como reparación a todos nuestros compañeros, sus familias, amigos y a todos que junto con ellos les desaparecieron su futuro”.

“Yo nací el abril del 76, unos días después del Golpe y en diciembre secuestraron a mi viejo. Yo tenía ocho meses y mi padre 26 años”, dijo Rosario, hija de Mercedes y Juan Abachian, con un marcado acento español Rosario. Todo lo que sabe Rosario de su padre, fue a través de los relatos de su mamá y los distintos testimonios en los juicios por lesa humanidad. Es a partir de ellos que reconstruyó quién era su papá, cómo y dónde fue secuestrado, las torturas que sufrió e incluso las anécdotas que tuvo durante el cautiverio. En el momento que se lo llevaron, Rosario se encontraba junto a sus abuelos en Mar del Plata: “Por suerte, no estaba con ellos, sino mi madre no se hubiera podido escapar y hubiera sido una nieta más robada”, contó. 

Cuando la querella de ¡Justicia Ya! preguntó por cómo impactó en su vida y la de su mamá el exilio y vivir con la desaparición de su padre hasta hoy, Rosario, sin vacilar, expresó: “Fue una ausencia muy grande con la que hemos tenido que vivir todos y todas. Los duelos son distintos de las personas que lo conocieron y de las personas que casi no tuvimos relación con ellos. Es una ausencia y un dolor que forma parte desde siempre, que no se va y es permanente”. Rosario añadió que creció alejada de su familia de origen, ya que recién pudo conocerlos con la vuelta de la democracia a los nueve años. No tuvo la oportunidad de conocer a su padre, ni mucho menos recordarlo, pero pudo saber que fue una persona muy generosa, que soñaba con una sociedad más justa. “Me hubiera gustado conocerle y me siento heredera de ese compromiso que tenía mi padre, mi madre y sus compañeros», expresó al finalizar su testimonio.

La casa de la familia Abachian  sigue mostrando las huellas de los  disparos  hasta hoy.

La tercera y última testigo fue Marta Abachian, hermana de Juan Carlos, quien recordó que luego de un partido de rugby de su hermano, en septiembre de 1976, encontraron oficiales en la puerta de su casa. Allí empezaría “la pesadilla”, expresó. Ese día reventaron la puerta de su casa y ellos comenzaron a ir de casa en casa para que no los encontraran. Trece años tenía Marta cuando vivió aquello y cuando el suegro de su hermano les contó en diciembre que Juan Carlos había sido secuestrado. A través de declaraciones de testigos, ella y su padres supieron que su hermano estuvo en La Cacha y en el Pozo de Banfield, entre otros lugares. La búsqueda fue inalcanzable, tanto que viajaron hasta Uruguay detrás de datos que resultan falsos. “La dictadura no solo se llevó a mi hermano Juan Carlos sino a Miguel Ángel que murió de cáncer y reitero que fue por todo eso”, expresó quebrada en llanto. La casa de la familia de Marta sigue mostrando las huellas de los disparos hasta hoy. Los oficiales fueron hasta octubre de 1977 yendo a buscar a su hermano. “Mis padres desde el primer momento fueron a investigar qué había pasado pidiendo habeas corpus”, mencionó.

Marta exige la respuesta que nunca encontró: “No sabemos lo que pasó con mi hermano. Mi mamá es muy fuerte, tiene 90 años y piensa que por ahí Juan Carlos está en la selva en su imaginario, pero en el fondo sabe que no está”.

Muchos son los casos que reúne este juicio, pero el de Abachian es especial ya que permitió que declarase hoy su compañera de vida que pudo salvarse, su hija que por aquel entonces tenía tan solo ocho meses cuando su padre fue secuestrado, y su hermana que hasta hoy cuida a su madre y desde el primer día se abocó junto a su familia a la búsqueda de justicia. Todas reunidas con profundo dolor recordaron al “armenio” como solían llamarle sus compañeros en un acto de memoria, verdad, pero también de amor, valentía y justicia.