Por Lucía M. Iossa Urbizu
Fotografía: Gentileza Sergio Ciancaglini

“El libro tendrá dos volúmenes que retratan las experiencias agroecológicas que están contagiando nuevos modos de producción, alimentación y relación con la naturaleza”, describe Sergio Ciancaglini en el anticipo del libro su libro Agroecología. El futuro llegó, disponible en lavaca.org.

“Este libro es producto de que hace años estamos en la revista MU cubriendo distintos temas sociales, culturales, de derechos humanos, de diversidad y, de pronto, apareció la cuestión de la producción agroecológica que me resultó interesantísimo”, explica Ciancaglini, periodista y docente, egresado de la Escuela Superior de Periodismo de La Plata, además de redactor y editor en los diarios La Razón, Clarín y Página 12. “Empecé a conocer experiencias y de acuerdo a eso hicimos toda una recorrida durante más de 10 años, conociendo lugares, gente, campos y profesores que estaban volcados a la agroecología que nos pareció increíble, en el sentido de la posibilidad de demostrar que existen modos diferentes de producir, de cultivar y de vivir”.

Ciancaglini también escribió Crónicas del apocalipsis publicado (1986) junto a Martín Enrique Granovsky gracias a lo cual obtuvieron en ese mismo año el premio Rey de España al periodismo. Lo volvió a ganar en 1989 junto a su colega y pareja Claudia Acuña por la cobertura de los saqueos en el marco de la crisis final del gobierno de Raúl Alfonsín. Es uno de los fundadores de la revista MU de la Cooperativa de Trabajo lavaca. También conduce el programa “Decí Mu” de Radio lavaca.

En tu libro decís que la agroecología es un cambio de paradigma, ¿por qué?

Se impuso un modelo cuyo emblema, el símbolo, es Monsanto; pero en realidad es mucho más que eso: es que sólo se puede producir en base a todo un paquete tecnológico de agrotóxicos. Entonces, la agroecología es un cambio de paradigma productivo porque te demuestra que eso es falso y que además se puede producir de un modo mejor, que no contamine y con alimentos infinitamente mejores. Al leer el libro se puede ver la diferencia que hay entre los nutrientes de las plantas sanas y los de los vegetales y frutas hechas con estos pesticidas. Es un modo de producir totalmente distinto. La agroecología, a diferencia de lo que se planteaba en la Modernidad, no considera que haya que dominar nada, ni que existan malezas, sino que todo el sistema vivo, biológico y diverso es lo que permite la fortaleza. Entonces es un paradigma radicalmente distinto para pensar todo.

¿Cómo influye desde el punto de vista político?

Permite pensar la política de un modo distinto. La agroecología permite recuperar la idea de que las cosas crecen de abajo hacia arriba y repensar también cómo la política queda subordinada a sistemas productivos que son nocivos para el ambiente, para la sociedad. En este momento, con el modelo actual, los campos han ido vaciándose porque no se precisa gente. Entonces se rompe el criterio de la vida en el campo, la ruralidad. Se empiezan a hacinar las ciudades ya que toda esa gente se va a vivir a las periferias urbanas y al no haber trabajo hay que asistirlas con planes sociales, entonces se genera asistencialismo. No es que se le mejora su vida brindándole empleo: se la salva de que muera de hambre dándole dinero. Eso es una cosa que te termina hundiendo, porque lo que no se genera es la posibilidad de una vida digna donde la gente sea independiente y autónoma sino que dependen siempre del asistencialismo estatal. Es un modelo que cuando lo pensás con cierta distancia te permite entender cómo el extractivismo termina funcionando en tándem con lo asistencial y con esa dinámica que describo. La entrada a entender el tema agroecológico te posibilita comprender ese problema y la validez de una cuestión que plantea la agroecología como un tema casi de orden ético que es la necesidad del acceso a la tierra para poder producir y que ésta última en lugar de estar en manos de monopolios y corporaciones, que además contaminan todo, empiece a estar en las de mayor cantidad de gente, de las comunidades, para producir más y mejores alimentos. Esto, además, genera un gigantesco beneficio socioambiental.

¿Qué cambios genera respecto a lo humano?

El libro trata de experiencias de lo humano. Son todas historias de vida y lo que ves es cómo lo agroecológico genera en la gente que lo practica una enorme transformación. Le cambia la forma de ver las cosas, estar en contacto con la naturaleza, con la producción, cultivar algo. El otro día me hablaban de lo mismo las mujeres de Mamá cultiva, que son las que están preparando cannabis medicinal: “Cómo te transforma a vos como persona el hecho de poder dedicarte al cultivo”. Hay una primera transformación humana. El productor aparte empieza a ver que le va bien económicamente, pero además le cambia la vida. En el libro está muy explicado, la gente empieza a encontrar, por ejemplo, tranquilidad, entusiasmo por lo que hace, y recupera el cariño por la propia tierra, por el propio suelo. La agroecología es una experiencia, para mí, maravillosa pero que la lleva adelante la gente que vive en ese lugar y que entonces tiene una relación particular con su ambiente y su entorno. Al empresario o al pool de siembra, que manda ahí máquinas a envenenar, no le importa porque los que hacen eso no viven ahí. Es totalmente distinta la cuestión para empresas, a las cuales que la tierra y el agua estén envenenadas no les interesa porque lo que les importa es una X productividad de lo que hacen.

¿Cómo es vista la agroecología desde el punto de vista de esas empresas?

Hay distintas cuestiones, una es las corporaciones fabricantes de agroquímicos, agrotóxicos, y toda esa oferta tecnológica que obviamente son enemigas de la agroecología porque se les acaba el negocio. Claramente una persona que produce agroecológicamente liquida al negocio porque muestra y demuestra que no tiene sentido trabajar con esa mentalidad bélica. Todas estas son empresas que después de la Segunda Guerra, de la Guerra de Corea, se reconvierten en productoras de insumos para la agricultura, es decir que sus venenos, bombas y químicos los trasladan a esa producción. En lavaca está el informe de la Sociedad Argentina de Pediatría planteando la alarma sobre el tema de la salud de los chicos de este país asediada por el tema de los agrotóxicos. Las empresas que generan esto sólo pueden ver en la agroecología algo que revela, que desnuda lo inútiles que son y además el mal que están haciendo, porque están enfermando a la gente, contaminando el suelo, el aire y el agua. Ese tipo de empresas que, por supuesto ya son anacrónicas, siguen proponiendo un tipo de modelo que sólo genera desastres ambientales, calentamiento global, crisis climática, todo lo que estamos viendo en el mundo. Ni siquiera es un problema solo argentino. Por otro lado, están las que aprovechan la volada y dicen: “Ah, mandemonos por el lado de la agroecología porque esto queda mejor”. Entonces primero empezaron con el tema de que son empresas socialmente responsables, después dicen que son sustentables. Cada persona podrá diferenciar lo sincero o lo hipócrita que hay en muchos de los planteos empresarios que dicen eso y que lo usan porque se dan cuenta que la gente está reclamando ese tipo de cuestión. La legitimidad de los discursos hoy está del lado de los que plantean diversidad y sustentabilidad. Entonces, las empresas para quedar bien se maquillan de verdes.

¿Por qué planteás que la agroecología más que una forma de resistencia es una de re-existencia?

Porque resistir es solamente rechazar algo y la idea de reexistencia que planteaban muchos pensadores en los últimos años es decir: “No sólo resisto” o sea “resisto pero además de resistir re-existo”, planteo algo nuevo que sí se puede hacer. La resistencia uno la puede tomar como “lo que no quiero que ocurra”. En el caso de la agroecología implica una resistencia a ese modelo de venenos pero además una re-existencia en el sentido que está planteando algo totalmente nuevo, nuevas formas de trabajo, de producción, de alimentación. Es poder volver a alimentarse de un modo que mejora la salud y que evita tener que acudir a suplementos dietarios. Es un mecanismo completo, desde el suelo sano que genera plantas sanas que son el alimento de animales que, a su vez, son sanos debido a eso, de personas que también son saludables por eso. Se arma un circuito virtuoso donde antes había un círculo vicioso.

¿Quiénes practican la agroecología?

Ingenieros agrónomos que en algún momento incluso trabajaron para las grandes corporaciones y se dieron cuenta del desastre que estaba ocurriendo con lo que ellos mismos hacían. Son profesionales, científicos, como Andrés Carrasco, Alicia Massarini y Damián Verzeñassi. Productores como Irmina Kleiner, Remo Vénica y Juan Kiehr. Gente muy grossa, muy importante y muy interesante que está planteando una cosa nueva.

¿La agroecología es el complemento de la Soberanía Alimentaria ?

No. En realidad es lo que permite que uno pueda pensar en soberanía alimentaria. La soberanía alimentaria implica que yo produzca algo digno, sano y plantea una cuestión de justicia social, salud, bienestar de la gente, de los agricultores y de los consumidores de esos productos. Tiene elementos políticos y sociales. Y la manera de poner la soberanía alimentaria en práctica solamente puede ser a través de la agroecología. La soberanía alimentaria y la agroecología en ese sentido funcionan como un tándem natural.

¿Qué significa la idea de nueva ruralidad?

En distintos lugares de mi recorrida, cantidad de gente que vivía y que eran profesionales en las ciudades habían tomado la decisión de volverse al campo, justamente para encontrar un estilo de vida distinto a ese que está totalmente psicótico. Quieren volver al campo pero no a uno pobre, triste, depresivo, sino a uno fértil, que les permita desarrollar su vida de un modo mejor. Agricultores que regresan con el criterio de hacer agroecología y, en el caso de los productores de alimentos, también ocurre que están reencontrando la posibilidad de que producir alimentos deje de ser vivir rodeado de venenos en situaciones de explotación terribles a las que son sometidos. Esto lo expresa muy bien la UTT (Unión de Trabajadores de la Tierra) y te encontrás con mujeres y con familias que ven en la agroecología un nuevo modo de vivir en el campo.

Pero el futuro que nos presentan parece más asociado a la soja y el trigo transgénico.

Es el futuro que consideran los políticos que no entienden este tema o que solo les interesa obtener más recursos para hacer más asistencialismo, es decir el Estado dándole dinero a la gente. Y¿de dónde sacan el dinero? de las retenciones y de los impuestos que le cobran a empresas a las que les permiten producir de este modo, por eso digo que es un círculo vicioso del que no se sale. Entonces para un político lo mejor es: “Sí, que vendan soja”. Los problemas que tiene hoy la economía argentina, de desempleo por ejemplo, más allá de la situación de la pandemia es porque esa mentalidad compartida por todos los gobiernos de todos los signos que es decir: “Mantengamos este modelo exportador de materias primas, de trigo, de soja”. Encima lo transgénico ha sido un problema, no una solución.

¿Por qué el futuro llegó?

Porque es impensable. Ya no es que lo diga u opine yo, que lo hago, sino que lo plantean las comunidades, cantidad de científicos y lo más reciente la Sociedad Argentina de Pediatría, con un sistema en el cual los chicos están, por ejemplo, con grados crecientes de enfermedades totalmente novedosas para la niñez, o sea cáncer, diabetes, tumores. Los casos que he visto en los campos, en los pueblos fumigados, son increíbles. Vas al Garrahan y tenés los tumores cerebrales, autismo, de todo. Me acuerdo que un maestro de escuela me decía “Son los niños PAMI”, o sea son niños con enfermedades de viejos que de pronto nadie se explica por qué es. Una posible respuesta que plantean los médicos como hipótesis es el tema de la alimentación. Justamente, estar consumiendo alimentos que no son los adecuados por la escasa cantidad de nutrientes y la excesiva cantidad de tóxicos, empiezan a generar un efecto tremendo en la salud. Todo eso está explicado también en el libro en distintas cuestiones, el tema de los disruptores endocrinos, por ejemplo. Si es por ese lado, no veo futuro, digo que el futuro llegó en el sentido de que apuesto a que la humanidad entienda que por este lado no hay vida, hay destrucción de las personas, de las llamadas futuras generaciones porque ya tenés esos casos de chicos. Si hay una posibilidad de un futuro es la agroecología y te lo muestra ahora, no como una hipótesis, en la práctica, cómo se pueden hacer las cosas de un modo distinto y al hacerlas cambias todo, el medio ambiente, el suelo, el agua, el aire, se transforman las personas pero además generás salud y alimentos sanos.